— Sé que nos acabamos de conocer... Pero, ¿te preocupa algo? No te veo muy animada... Si es por el Sr Cheng, no podíamos hacer mucho más de momento. —
El chico parecía haberse percatado de la falta de ánimo de la joven y no dudo en indagar
—No es nada, no te preocupes— trato de restar importancia al asunto —Es solo que no he descansado bien estos últimos días, lo siento— mintió la joven que no tenía muchas ganas de tratar el tema y menos con una persona a la que acababa de conocer, en cualquier caso no quería cargar sus preocupaciones en los hombros de aquel chico tan alegre
— ¡Es verdad! No me había fijado, siendo sincero... Quizás no es tan raro, al fin y al cabo, no está tan lejos de la Villa, ¿no? —
—Tienes razón— contestó la joven que agradecía el cambio de tema —Está relativamente cerca y además, si mal no recuerdo hace siglos pertenecieron al mismo país ¿no?— Mitsuki se había propuesto alejar la conversación lo más posible de la primera parte —Aún así me resulta curioso que tras tanto tiempo siga habiendo tantas similitudes—
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—No es nada, no te preocupes. Es solo que no he descansado bien estos últimos días, lo siento—
Aquella respuesta realmente no terminaba de convencer al rastas pero, de todas formas, no acababan de ser unos recien conocidos, tampoco esperaba que le fuera a contar todos sus problemas, por lo que, viendo que no quería hablar del tema, el joven prefirió dejarlo estar, no quería que Mitsuki se sintiera incómoda.
—Tienes razón— contestó la joven que agradecía el cambio de tema —Está relativamente cerca y además, si mal no recuerdo hace siglos pertenecieron al mismo país ¿no?— Mitsuki se había propuesto alejar la conversación lo más posible de la primera parte —Aún así me resulta curioso que tras tanto tiempo siga habiendo tantas similitudes—
Riko escuchó con atención a la joven, tenía mucho sentido lo que decía.
— Es cierto, además, este estilo de construcción... Es muy bonito, ¿no crees? Quizás sea porque es al que estoy acostumbrado, pero sin duda es el que más me gusta. — Explicó el joven pelinegro sonriendo ante las construcciones que allí había.
Siguieron caminando por no demasiado tiempo, y rápidamente se encontraron en frente al estadio de los combates del torneo, la zona en la que se suponía que se encontraba el restaurante.
— Bueno, no tiene que estar muy lejos de aquí, seguro que si preguntamos a la gente, alguno nos sabe indicar. — Dijo Riko, ansioso por encontrar el local y poder comer de aquella deliciosa carne de la que le habían hablado.
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— Es cierto, además, este estilo de construcción... Es muy bonito, ¿no crees? Quizás sea porque es al que estoy acostumbrado, pero sin duda es el que más me gusta
—Si, supongo— respondió con lago de nostalgia la peliblanca —Al fin y al cabo no hay mejor lugar que el hogar— por un instante recordó su tranquila y pacífica Kusabi, un pequeño pueblo donde nunca pasaba nada, donde el día a día era pausado y amable con sus habitantes. Suspiró un tanto apenada, echaba de menos volver a su monótona existencia.
No tardaron demasiado en llegar a las inmediaciones del estadio donde se celebraba el torneo, no entendía muy bien por qué habían llegado allí puesto que era donde siempre solían ir y su compañero le había pedido pasear un poco para hacer turismo. Sin embargo, una parte de ella se alegro por haber llegado tan pronto a su destino y casi que se sintió un poco mal.
El muchacho le explicó que el lugar donde quería ir a comer estaba cerca de allí y que lo mejor sería preguntar a algún transeúnte por la ubicación exacta.
Mitsuki miró a izquierda a derecha, antes de girarse y mirar a su espalda tratando de buscar a alguien pero fue en vano. Los dos chicos estaban totalmente solos en aquel lugar y no era de extrañar, era la hora de almorzar y todo el mundo debía de estar haciéndolo en los Dojos menos ellos.
—Me temo que no veo a nadie— señaló la peliblanca —¿No te dieron alguna otra indicación?— justo cuando acababa de terminar de decir aquello diviso a un hombre que salía desde el estadio en dirección a su derecha —Vaya, que suerte. Preguntemosle a ese señor— le apremió Mitsuki antes de que se alejase demasiado de ellos o lo perdiesen de vista
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Un leve atisbo de nostalgia se pudo notar en la voz de Mitsuki al hablar sobre el estilo de construcción de la Villa, al fin y al cabo, todos los que estaban allí llevaban un tiempo fuera de sus casas, y se entendía que la mayoría de personas echaran algo de menos sus casas.
Al rato, ambos genins se encontraban en la plaza del estadio principal de los Dojos, tratando de encontrar a alguien a quien poder preguntar por la ubicación exacta del restaurante que andaban buscando. Su sorpresa fue enorme cuando se dieron cuenta del panorama, estaba desierto, ni un solo alma andaba por esas calles, quizás a causa de la hora, o vete tu a saber, pero no había nadie.
—Me temo que no veo a nadie— señaló la peliblanca —¿No te dieron alguna otra indicación?— justo cuando acababa de terminar de decir aquello diviso a un hombre que salía desde el estadio en dirección a su derecha —Vaya, que suerte. Preguntemosle a ese señor— le apremió Mitsuki antes de que se alejase demasiado de ellos o lo perdiesen de vista
Riko se volteó para mirar en la dirección que Mitsuki decía que se encontraba aquel hombre.
— ¡Perdone! ¡Perdone, señor! — Gritó el muchacho desde la lejanía, intentando y consiguiendo que el hombre se detuviera. — Perdone que le molestemos... — Empezó el joven, cuando se encontraron a su altura. — ¿Sabe usted donde se encuentra el Brasero Katon?
El hombre les miró a ambos, y rápidamente, sonrió. — Sí, claro, ¿veis aquella calle de allí? — Les preguntó señalando con el índice. — Pues prácticamente nada más entrar en a calle se ve el letrero del restaurante.
Riko miró la calle a la que el hombre se refería, no quería equivocarse por no haberse asegurado en su momento.
— De acuerdo, muchas gracias, señor. — El joven hizo una leve reverencia y empezó el camino hacia la calle que el hombre les había indicado. — ¡Qué bien! ¡Por fin vamos a comer!
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Riko consiguió interceptar al hombre que, por suerte, sabía donde se encontraba el restaurante que buscaba.
"El Brasero Katon" el nombre le hizo bastante gracia a la peliblanca, tanto que tuvo que disimular un poco cubriéndose levemente la boca con la ayuda de la manga de su kimono "Si son tan buenos cocinando como poniendo nombres, no debe ser un mal restaurante"
Ambos chicos se despidieron del señor agradeciéndole su ayuda con una reverencia y siguieron las indicaciones al pie de la letra. El chico de las rastas parecía totalmente entusiasmado, si que debía de tener hambre.
—Si que tienes hambre— comentó la de Kusabi mientras caminaban hacia la calle donde les había indicado el señor
"Espero que no sólo tengan carnes como parece indicar el nombre" Mitsuki acababa de caer en aquello, generalmente los asadores no solían tener pescado que era la comida favorita de la chica.
No tardaron mucho en llegar a la calle que les habían indicado, al fondo de ella se podía ver un viejo letrero con forma de brasero antiguo.
—Supongo que debe de ser allí— señaló con un leve gesto —Espero que haya sitio, es la hora punta para comer—
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La calle en la que el hombre les había indicado que se encontraba el restaurante no era, ni mucho menos, una de las calles principales de la ciudad, aún así, se notaba que estaba bien cuidada. Varios negocios a ambos lados de la acera dejaban ver que había tránsito por allí a lo largo del día, aunque, a esas horas, solamente se escuchaba algo de bullicio proveniente de un local.
—Supongo que debe de ser allí— señaló con un leve gesto —Espero que haya sitio, es la hora punta para comer—
Mitsuki había señalado el local del que podía oírse algo de jaleo, un local del cual sobresalía un cartel con forma de brasero antiguo, sin duda alguna, ese debía de ser el sitio que estaba buscando.
— Sí, tiene toda la pinta de ser ese, vamos a ver que tal. — Sugirió Riko, acercándose al local.
El exterior del restaurante ya denotaba como iba a ser la decoración del mismo. Una fachada de tablones de madera con ventanas, todo muy rústico, perfecto para un restaurante de ese tipo, sin duda alguna. El joven se aventuraría en el interior, esperando que su compañera hiciera lo mismo, y rápidamente se percató de que tenía razón, el interior del restaurante estaba decorado todo con un ambiente rústico, madera de diversos colores que le daban un ambiente muy agradable al lugar.
— Perdonen, ¿en qué les puedo ayudar? — Una muchacha les atendió casi instantáneamente, ofreciéndose a ayudarles.
— Queríamos saber si tienes una mesa para dos, por favor. — Preguntó el de rastas amablemente y con ciertas dudas, porque lo cierto es que se podía ver como el restaurante estaba lleno hasta las trancas.
— Sí, claro, síganme. — Dijo, cogiendo unas cartas de un mostrador y guiándoles hasta su mesa, justo al lado de una ventana. — Que disfruten.
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No tardaron demasiado en llegar hasta la altura del cartel, quedando frente a la típica fachada de rústica, todo en madera y roca al más puro estilo tradicional. Riko entró primero y la de Kusabi le siguió de cerca, cruzaron aquel enorme portón y de repente se encontraron en mitad de un enorme salón repleto de mesas, camareros y comensales. La decoración era bastante continuista, al igual que la fachada, todo estaba repleto de cosas que recordaban al campo: aperos de labranza, alguna que otra instantánea antigua y como no, mobiliario de madera bastante tosca.
"Me parece que me voy a quedar sin comer pescado" se dijo para sí misma, al pasear la vista por el resto de mesas.
Una camarera les salió al paso unos segundos después, ofreciendo su ayuda de manera cortés.
El chico de Uzu, solicitó mesa para dos y en apenas unos instantes se encontraban sentados en una cerca de un ventanal, desde donde se podía divisar la calle.
La camarera volvió con un mantel limpio y lo tendió sobre la tabla, colocó un par de cubiertos, unos vasos y repartió a los chicos unas cartas.
—Muchas gracias— dijo mientras tomaba entre sus manos la carta —Veamos que hay de comer— la extendió frente a ella y comenzó leerla con atención
"Tal y como había sospechado, solo hay carne"
—¿Qué pedirás tú, Riko?— preguntó tratando de obtener alguna idea
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La mesa en la que les habían sentado era del agrado del de rastas, sin duda alguna, una de las mejores mesas de todo el local, pegada a uno de los ventanales desde el que podían ver la calle, la luz iluminaba perfectamente y estaban en ese punto medio de distancia del baño, en el que no estas, ni muy cerca para que te molesten todos los que entran y salen, ni tan lejos como para que te de flojera levantarte si es necesario.
La camarera era una chica muy amable y rápidamente les tenía preparada la mesa para que pudieran pedir su comida y disfrutar de aquel manjar de dioses del que Riko tanto había escuchado hablar.
— Muchas gracias. — Dijo el joven, casi al unísono que su acompañante, y acto seguido imitó a Mitsuki, desplegando la carta frente a él y tratando de elegir lo que más le apeteciera.
''Bistec... Entrecot... Carne a la piedra... Joder, hay tanto donde elegir que no sé qué coger...''
La decisión le tardaría unos minutos, por lo que, mientras tanto, intentaría charlar un poco con la peliblanca.
— Oye Mitsuki, por cierto, ¿tú has venido a participar en el torneo? ¿O solo estas de espectadora? — Preguntó el joven, mientras seguía debatiendo cual sería la elección idónea para comer.
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Cuando esperaba una respuesta, el chico de las rastas la sorprendió con una pregunta a quema ropa
—Oye Mitsuki, por cierto, ¿tú has venido a participar en el torneo? ¿O solo estas de espectadora? —
La joven levantó la mirada de la carta un instante, antes de responder.
—Solo he venido a espectar, el combate no es mi fuerte— confesó la joven sin ningún rubor, era la más absoluta verdad —Supongo que tú si vienes a pelear, ¿cierto?— devolvió la pregunta como quién devuelve un frisbi
Mientras esperaba la respuesta de su compañero, prosiguió su búsqueda de lago que poder llevarse a la boca. Todo lucía excesivamente cárnico, sin embargo la suerte se cruzó con ella al final de la carta.
—¡Pescado!— dijo bastante contenta —Ya se lo que voy a pedir— dobló la carta y la dejó sobre la mesa mientras esperaba a que su compañero se decidiese
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La respuesta de Mitsuki no se hizo esperar, y fue clara, concisa y directa.
—Solo he venido a espectar, el combate no es mi fuerte— confesó la joven sin ningún rubor, era la más absoluta verdad —Supongo que tú si vienes a pelear, ¿cierto?— devolvió la pregunta como quién devuelve un frisbi
Según decía, el combate no era su punto fuerte, aunque por lo que había podido comprobar hacía un rato con el Señor Cheng era que, desde luego, tampoco se la daba del todo mal el combate.
— No, no, ojalá hubiera venido a combatir... — Comenzó el muchacho. — Soy un mero espectador más. — Terminó por añadir Riko, con una ligera sonrisa, aunque en el fondo no le hacía mucha gracia.
Ambos genins oteaban la carta, tratando de encontrar el plato que más se les antojara, y Mitsuki no tardó mucho más en encontrarlo, pues, sobresaltando un poco al muchacho, decidió que comería algo de pescado.
— Pues yo... Creo que también se lo que voy a pedir... Voy a llamar a la camarera. — Y levantó la mano en el momento justo en el que la chica que les había atendido miró hacia su mesa, consiguiendo llamar su atención.
— ¿Ya saben lo que van a tomar? — Preguntó educadamente.
— Pues yo... Voy a querer un plato de carne a la piedra, y un refresco, por favor. — Pidió el joven, con cara de felicidad.
La camarera asintió, anotando lo que el muchacho de rastas le había pedido en una libreta y mirando a continuación a Mitsuki. — ¿Y usted que desea?
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El de las rastas trató de responder con una sonrisa, pero se notaba por sus palabras que no pelear le resultaba un sentimiento amargo.
"¿Por qué esas ganas de luchar?" Mitsuki no entendía muy bien por qué todos en aquel mundo tenían esa obsesión, luchar y luchar "Todo el mundo parece estar ansioso siempre por pelear..." decidió que lo mejor era no comentar nada, no estaba allí para entrar en un debate.
Riko pareció haberse decidido también, así que tras un instante aguardando la llegada de la camarera procedió a ordenar su comanda.
— ¿Y usted que desea?—
—Yakitori de Salmón, por favor— la mujer apuntó la petición de la Hyuga antes de recoger las cartas y retirarse —Por un momento pensé que me quedaría sin comer pescado— confesó la peliblanca que se había quitado un peso de encima a decir verdad —Aquí en el continente sois de comer mucha carne, una dieta un tanto pesada para mi gusto—
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—Yakitori de Salmón, por favor— la mujer apuntó la petición de la Hyuga antes de recoger las cartas y retirarse —Por un momento pensé que me quedaría sin comer pescado— confesó la peliblanca que se había quitado un peso de encima a decir verdad —Aquí en el continente sois de comer mucha carne, una dieta un tanto pesada para mi gusto—
Al parecer, el de rastas no había llevado a Mitsuki al sitio idóneo, pues al parecer, la carne no era del todo de su agrado, pero por suerte había encontrado algo de pescado en la carta, por lo que, al menos, no sería tan malo como podía haber parecido en un principio.
— A mi la carne me chifla, no sé si se me ha notado... — Sonrió Riko. — Además, es muy sano, aunque tampoco hay que pasarse comiendo carne. — Recitó el muchacho rememorando las palabras de su madre.
La comida no tardó demasiado en aterrizar en la mesa, unas tiras de una carne muy jugosa y un hornillo para Riko, y el Yakitori de salmón para Mitsuki.
— Buen provecho. — Se despidió la camarera.
El joven genin de Uzushio no podía resistir más, por lo que, rápidamente atacó su plato, poniendo una de las tiras de carne sobre el hornillo, el tiempo justo para que se hiciera por fuera, pero por dentro siguiera conservando ese tono rojizo, así es como se comía la carne.
— ¡Que aproveche, Mitsuki! — E inmediatamente después, se metió el primer pedazo dde carne a la boca.
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— A mi la carne me chifla, no sé si se me ha notado... —
—Nunca lo hubiese sospechado— bromeo la peliblanca —Es cierto que es sana, pero a mí no suele sentarme demasiado bien, quizás es que estoy acostumbrada a comer pescado. En mi tierra se valora más la lana de de las ovejas que su carne— comentó la Hyuga justo cuando la camarera regresó con la comanda, colocando ambos platos en la mesa.
—Buen provecho—
—Gracias— respondió la de Kusabi mientras rico comenzaba ya el ataque sobre su plato —Tiene buena pinta— celebró la peliblanca cogiendo los cubiertos antes de empezar a separar el pescado del palillo que mantenía el plato cohesionado, una vez desmantelado corto un trozo pequeño y se lo llevó a la boca —Si, esta delicioso— corroboró la impresión de su compañero
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—Nunca lo hubiese sospechado— bromeo la peliblanca —Es cierto que es sana, pero a mí no suele sentarme demasiado bien, quizás es que estoy acostumbrada a comer pescado. En mi tierra se valora más la lana de de las ovejas que su carne— comentó la Hyuga justo cuando la camarera regresó con la comanda, colocando ambos platos en la mesa.
Mitsuki había hablado un par de veces de que no pertenecía a aquella tierra, pero, si era así, ¿de dónde era? Quizás fuera algo descortés, pero la duda le carcomía, por lo que iba a tratar de resolverla.
— Oye Mitsuki, ¿de dónde eres tu? Porque, por lo que dices, no eres original de estas tierras, ¿no?
La comida que les sirvieron estaba completamente exquisita, a Riko, aquel plato de carne le duró apenas un asalto, y aún le sobraba tiempo, lo que demostraba el increíble sabor de la misma. Aquel lugar tenía la fama bien merecida, desde luego.
— Estaba demasiado rico, la verdad... Ahora deberíamos pasarnos para ver como está el serño Cheng, ¿no? — Preguntó el de rastas, que estaba algo preocupado por el estado de salud del viejo.
El moreno levantó la mano, haciendo un gesto a la camarera para que le trajera la cuenta, que afirmó en cuanto le vio y se dirigió a la zona de recepción del restaurante.
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—Oye Mitsuki, ¿de dónde eres tu? Porque, por lo que dices, no eres original de estas tierras, ¿no?—
—De un pequeño pueblo llamado Kusabi, al Norte del País de los Bosques Nevados— respondió la peliblanca con tranquilidad antes de darle un sorbo a su vaso de agua —Aunque somos independientes, tenemos poca relación con el resto de la isla— informó la kunoichi sin entrar en muchos detalles, no quería marear a su compañero en exceso con algo que carecía de poca importancia en aquel momento.
Un poco más tarde que Riko, Mitsuki dio por finalizada la comida colocando los cubiertos dentro del plato antes de limpiarse cuidadosamente con la servilleta
— Estaba demasiado rico, la verdad... Ahora deberíamos pasarnos para ver como está el serño Cheng, ¿no? —
—Lo lamento, yo tendré que ir más tarde— respondió la de Kusabi —Tengo un asunto que atender antes, de todas formas quedé con el Sr Cheng que iría a cenar con él—
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