Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
«Corre.» Se repitió por enésima vez en aquella tarde.
Aunque no había necesidad alguna de que nadie se lo dijera. Debía seguir corriendo por su vida, literalmente.
«¡Corre!»
Ayame saltó un tronco caído y tropezó con una raíz que se alzaba en el suelo más de la cuenta. Aquello frenó su carrera ligeramente, pero tras un par de traspiés y recuperar en el último momento el equilibrio, la kunoichi siguió corriendo a toda velocidad.
«¡Corre, maldita sea! ¡CORRE MÁS RÁPIDO!»
Podía escuchar sus pisadas, aún por encima de los latidos de su corazón, que palpitaba frenético en su pecho. Había sido descubierta en una muy mala posición. Sólo a ella se le había ocurrido regresar a Coladragón a seguir buscando pistas sobre Dragón Rojo y el paradero de Umikiba Kaido. La habían sorprendido en plena escena del crimen, y seguramente sólo fueran lacayos del Tiburón, pero no podía permitirse el lujo de ser reconocida. Por eso, debía ser más rápida que ellos. Debía correr más que ellos...
Pero no iba a aguantar mucho más.
Había estado corriendo demasiado tiempo, y aún no había conseguido despistarlos. Cada vez le costaba más llenar sus pulmones de oxígeno, los músculos le ardían, sentía un constante pinchazo en el costado...
Iban a alcanzarla.
«¡Espera! ¡Eso es!»
La luz de una idea se abrió paso en la enmarañada neblina de la fatiga: Daruu. Daruu sería la carta de su salvación. La kunoichi entrelazó las manos en varios sellos, culminó con una última palmada y un destello rojo la envolvió justo antes de hacerla desaparecer.
Era una tarde relativamente tranquila en cierta casa de cierta familia Yotsuki. Había un aroma dulce en el aire que se originaba en la cocina y se expandía hasta el comedor dónde un anciano moreno de cabellos largos parecía estar leyendo el periódico, sentado en una mesa a la espera de algo.
Justo al lado en la cocina de al lado una mujer de cabellos azulados y rayitos en dorado revolvía una enorme olla de la cuál se estaba desprendiendo aquel dulce aroma. Ya cerca, podías distinguir que era claramente un olor a plátano cocido con un dulce toque de canela.
—¿¡Cuanto más vas a tardar con eso mamá!?— El genin de cabellos tricolor se encontraba exasperado por tener que esperar. Estaba parado al lado de la mujer, impaciente mientras la veía mover de lado a lado el enorme cucharón. Se había quitado la chaqueta, que estando bajo techo y sumado al calor del fuego no iba a necesitarla.
—TARARÍA MENOS SI DEJARAS DE ESTORBAR—. Vociferó molesta.
—¡Eso no tiene ningún sentido! Que yo esté aquí no te quita tiempo de nada.
—PUES ESTANDO TÚ AQUÍ TAMPOCO SE VA A COCER MÁS RÁPIDO— Le gritó de regreso.
Una escena cómo esa era lo más común en la familia King, pero esa cotidianidad pronto se vería interrumpida por algo totalmente inesperado. Apenas un día antes el genin había adquirido unos cascabeles y un kunai en una vieja tienda de armas. Se suponía que el kunai estaba usado, aunque el muy tacaño se lo dio a precio de nuevo disque por obtener ganancia. Como fuese, lo que estaba por pasar no lo vio venir ni en mil años. De pronto un tercero aparecería, sin invitación, sin tocar a la puerta. Justo en medio de la habitación una kunoichi de cabellos oscuros y con una marca en la luna hizo acto de presencia para sorpresa de la familia: Aotsuki Ayame.
—WHHHHHHAAAAAAAATTT?— El genin se sobresaltó de inmediato, sin entender exactamente como de la nada Ayame estaba a su lado. Pegó un par de brincos hacia atrás, sin saber exactamente que pasaba.
—¡AHHHHHHH!— La mujer soltó el cucharon que salió volando y cayó al suelo. En acto de reflejo, tomó la escoba que estaba cerca recostada en la pared.
El anciano que estaba en el comedor fue testigo de todo, ya que no había puerta entre cocina y comedro. Sorprendido, se levantó tirando la silla en el proceso y parpadeó varias veces.
—¿Qué mierda..?
Antes de que alguien pudiera decir nada, Iroha pasó a postura defensiva.
—¡INTRUSA!— Lanzó su acusación mientras daba un salto con toda la intención de golpear a la kunoichi con la escoba.
Una nube de humo la envolvió en cuanto se reapareció. Y lo primero que sintió fue un dulce aroma a plátano y canela.
«Ah... La Pastelería de Kir...» Ayame se permitió el lujo de suspirar, llena de alivio, pero lo que escuchó a continuación...
—WHHHHHHAAAAAAAATTT? —Aquella era una voz de chico, pero no era la de Daruu.
—¡AHHHHHHH! —El chillido de aquella mujer no era la voz de Kiroe...
—¿Qué mierda..? —Terminó preguntando un anciano, tras un fuerte estruendo.
Ayame giró la cabeza varias veces, profundamente confundida y asustada. ¡Aquella no era la Pastelería de Kiroe-chan! ¿Dónde demonios se había aparecido? ¡¿Y dónde estaba Daruu?!
—¡INTRUSA! —volvió a gritar la mujer, y Ayame se sobresaltó al descubrir que estaba saltando hacia ella. Escoba en ristre. Con toda la disposición a golpearla.
—¡ESPERE, ESPERE! —exclamó Ayame, con un grito extremadamente agudo. La muchacha se hizo a un lado antes de que terminara golpeándola en la cabeza con aquel palo, y alzó las manos en señal de paz—. ¡ESPERE, POR FAVOR! ¡PUEDO EXPLICARLO! —Ayame se quedó súbitamente congelada en el sitio, blanca como la cera. Abrió y cerró la boca varias veces, como un pez fuera del agua. Y entonces... Entonces se puso a agitar los brazos en el aire como una descosida—. ¡NO! ¡NO PUEDO EXPLICARLO! ¿DÓNDE NARICES ESTOY? ¡¿POR QUÉ ESTOY AQUÍ?! ¡¿Y DÓNDE ESTÁ DARUUUUUUU?!
5/02/2020, 23:41 (Última modificación: 5/02/2020, 23:44 por King Roga. Editado 1 vez en total.)
Durante un instante, todos se quedaron perplejos en la estancia. El anciano moreno tomo su bastón y se acercó lentamente hasta la cocina para intentar tener una mejor visión. Ayame precedió a dar razones, aunque al final de cuentas ella misma se veía incapaz de explicar el motivo de su presencia y se puso a exigir respuestas y motivos que probablemente nadie ahí iba a poder darle.
—¿QUE NO PUEDES EXPLICARLO?— La desconfianza de la mujer aumentaba aún más con aquellas palabras. Entrecerró sus ojos negros y los clavó en la chica. —¿¡Y ESPERAS QUE ME QUEDE TAN TRANQUILA CUANDO UNA DESCONOCIDA APARECE SIN DECIR SUS INTENCIONES!? ¡TÚ NO HACES LAS PREGUNTAS AQUÍ!— Soltó la escoba de inmediato y realizó tres sellos que Ayame podía reconocer perfectamente, pues eran los de la más básica de las técnicas de Agua.
—¡IROHA PIENSA ANTES DE...!— Quiso intervenir el anciano que ahora estaba en la puerta.
—¡MAMÁ ESPERA ELL-!— El genin pegó un brinco delante de la mujer, levantó ambas manos como intentando frenarla, pero ella no parecía estarle viendo.
—¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ESTA ES MI CASAAAAAAAAAAAA!!!!!!— Bramaría justo antes de escupir una tremenda ola de agua que no tardaría en inundar aquella pequeña habitación, sin importarle realmente llevarse a Rōga o a Shishio de por medio al atacar. Que al final de cuentas, no había mucho por hacer en ese reducido lugar.
¤ Suiton: Mizurappa ¤ Elemento Agua: Ola de Agua Salvaje - Tipo: Ofensivo (contundente) - Rango: C - Requisitos:Suiton 10 - Gastos:
12 CK
(Suiton 20) (multiplicable x2)
(Suiton 30) (multiplicable x3)
- Daños: 20 PV - Efectos adicionales:(Suiton 80) El chorro de agua puede ser lanzado de forma parabólica, aunque no alcanza el ancho de la técnica hasta que no está a 3 metros del objetivo - Sellos: Dragón → Tigre → Liebre - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones:
La técnica avanza 3 metros, y goza de 1'5 metros de anchura (multiplicado x1)
La técnica avanza 8 metros, y goza de 2'5 metros de anchura (multiplicado x2)
La técnica avanza 10 metros, y goza de 4 metros de anchura (multiplicado x3)
Tras la realización de los sellos, el usuario expele agua desde su boca, como se tratase de una cascada con forma de trompeta, que arrasa con el adversario y lo derriba. El ejecutor de la técnica puede controlar su poder libremente administrando la cantidad de chakra que libera al utilizarla. Es una técnica básica de elemento agua.
—¿QUE NO PUEDES EXPLICARLO? —bramó la mujer, con los ojos entrecerrados. Si las miradas matasen, Ayame habría sido apuñalada múltiples veces por aquellos iris de ónice—. ¿¡Y ESPERAS QUE ME QUEDE TAN TRANQUILA CUANDO UNA DESCONOCIDA APARECE SIN DECIR SUS INTENCIONES!? ¡TÚ NO HACES LAS PREGUNTAS AQUÍ!
—¡E... Esp...!— Ayame intentó llamar a la razón, agitando las manos en el aire, pero se vio obligada a callar cuando vio a la mujer soltar la escoba y entrelazar las manos en... ¡Sellos!
¡Aquella mujer sabía Ninjutsu!
—¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ESTA ES MI CASAAAAAAAAAAAA!!!!!!
Aulló, justo antes de expeler un chorro de agua a presión contra ella. Ayame, que se había temido lo peor, también había entrelazado sus manos y creó a su alrededor una barrera de agua que la abrazó con forma de torbellino. Un torbellino que se alzó en altura como un gigante de agua y creó un bonito boquete en el techo al chocar contra él.
Ayame había salido corriendo tan rápido como le permitían las piernas y se había escabullido por la primera ventana o puerta que había encontrado. No importaba si estaba cerrada, sus habilidades como Hōzuki le permitirían escapar de aquella jaula de lobos hambrientos en la que se había metido sin saber muy bien cómo ni por qué.
¤ Suiton: Suijinheki ¤ Elemento Agua: Barrera del Campamento de Agua - Tipo: Defensa - Rango: B - Requisitos:Suiton 50 - Gastos:
50 CK
(Suiton 100) (multiplicable x2)
- Daños: - - Efectos adicionales: Defiende 100 PV - Sellos: Tigre → Serpiente → Rata → Serpiente → Tigre - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: El cilindro alcanza los 3 metros de radio y los 10 de altura
El usuario realiza unos sellos, y los ataques del enemigo son totalmente interceptados por una barrera acuática escupida directamente desde la boca, que inmediatamente comienza a girar alrededor del ejecutor y forma un enorme cilindro de agua presurizada giratoria que asciende y lo rodea por completo, sin ninguna abertura. Es posible controlar la cantidad de agua (y por tanto, de chakra) y su duración.
La resistencia de la barrera cambia junto con el chakra que se utilice para formarla, así que un shinobi muy habilidoso será capaz de formar una muy potente. La barrera se puede crear aún más rápido (sello del tigre) si el usuario se encuentra sobre una superficie acuática. En caso de que alguien se acerque a la barrera, sufrirá un daño equivalente a la mitad de su defensa y saldrá expulsado en dirección contraria.
10/02/2020, 22:30 (Última modificación: 11/02/2020, 00:02 por King Roga. Editado 4 veces en total.)
Shishio desenvainó el bastón, dejando ver una enorme hoja como una katana, clavándola en el suelo y aferrándose a ella para sostenerse de pie ante la marejada que Iroha había soltado en plena habitación. El genin de cabellos tricolores, pues no tuvo tanta suerte y se terminó comiendo entera la técnica de agua, terminando arrastrado hasta el comedor, un poco más lejos de dónde Shishio estaba parado.
—¡Cough cough!— Se llevó las manos al pecho mientras tosía intentando sacar el agua de sus pulmones.
Sin embargo, Iroha notó como la muchacha se le había escabullido. Ahora, sólo quedaba más que agua en la zona. Ayame no tendría demasiada dificultad para salir, pues más allá del comedor estaba la sala principal sin mucho mayor obstáculo que los típicos muebles, justo junto a la puerta que daba a la calle.
—Maldita sea mamá, ¡ella es una amiga!— Quiso excusarla, pero lo que logró fue enfadar al único que aún no lo había hecho.
—¿ASÍ QUE ESTA BROMA ES IDEA TUYA?— Tal vez Shishio no tenía mucha movilidad, pero aún podía presumir de un buen músculo. Sin esfuerzo, tomó por el nudo de la bandana al genin, alzándolo en el aire como si no pesara nada y de paso ahorcándolo un poco en el proceso.
—¡Q-N-MERD!— Era muy difícil hablar cuando apenas podías respirar.
—¡PUES AHORA LO ARREGLAS!— Como si fuera un muñeco de trapo, lo arrojó con fuerza hasta la estancia siguiente.
Voló a través de la sala, su rostro pegó directo en la puerta, la cuál terminó abriéndose por el impacto y el genin cayendo de cara a la calle, rebotando un poco. Con un poco de sangre en la coronilla, se sentó como mejor pudo y se llevó ambas manos a la cabeza, adolorido.
12/02/2020, 00:06 (Última modificación: 12/02/2020, 00:07 por Aotsuki Ayame.)
Lo primero que recibió al salir al exterior fue la lluvia en la cara y entonces vio el familiar paisaje que la rodeaba: Rascacielos de metal, tuberías y cañerías por doquier, asfalto, sistemas de alcantarillado para intentar filtrar la mayor parte del agua posible, luces de neón aquí y allá... No había vuelto con Daruu, pero al menos estaba en Amegakure. Era bueno saberlo. Ayame se detuvo en mitad de la calle y apoyó las manos en las rodillas con un sentido suspiro de alivio.
Aquel alarido pronunciando su apellido había helado la sangre de Ayame en sus venas. Su corazón se olvidó momentáneamente de latir y, aterrorizada por lo que iba a encontrarse, se dio la vuelta lentamente. Para su sorpresa, y profundo alivio, no se trataba de aquella mujer loca con la escoba en la mano, sino un chico cuyas pintas estrafalarias le resultaban muy familiares...
12/02/2020, 00:28 (Última modificación: 12/02/2020, 05:18 por King Roga. Editado 8 veces en total.)
Rōga se puso de pie y aún algo adolorido caminó lentamente hasta la chica. Sin duda era la misma kunoichi que conoció, con aquella luna en la frente y esos ojos avellana rodeados de una cabellera larga y lacia como una cascada negra. Quizá la única diferencia, radicaba en cierta placa triangular en color dorado que ahora portaba en uno de sus hombros. Sin embargo, antes de poder continuar preguntando algo, la muchacha pronunció unas palabras que le cortaron más que cualquier espada.
—Esto... ¿Tú eras...?
—¿Eh?— El genin se detuvo en seco y parpadeó varias veces.
"Se olvidó de mí, ¿SE OLVIDÓ DE MÍ?" Pocas veces le ibas a ver poner una cara afligida, pero en esos momentos arqueó ambas cejas y abrió los ojos que de pronto se miraban brillosos."Se olvidó de mí..." Que hubiese sido un tipo aleatorio, le hubiese dado jodidamente igual. Incluso alguna de las tantas personas que le habían visto cantar y que se largaban, también le hubiese valido un pepino. Pero que luego de aquel combate y la comida, que ella ni se dignase a recordar su nombre es como si le hubiesen escupido en la cara. Un insulto se le hubiese resbalado como jabón, pero aquello si le había dolido.
—¡CÓMO PUDISTE!— Se cruzó de brazos y se quedó con la boca entreabierta mientras negaba. —Hace tiempo me encontré con Sagisō y resulta que le dijiste que yo no tengo más fama más allá del karaoke. El otro día cuando gritaste pidiendo ayuda terminaste por decirme que me largara. Hoy vienes y te apareces un mi puta casa sin dar ni una explicación, empiezas a preguntar incoherencias sobre dónde está Amedama para luego salir huyendo, ¿¡pero ahora vienes y me desconoces como si nada?!— Ciertamente, la última era la que le tenía más afectado, siendo que todo lo demás pasó a segundo plano. —¿Acaso luego de recibir esa plaquita ya no te interesa acordarte de un useless genin como yo?— Espetó, más triste que enojado.
Suspiró y se dejó caer de sentón al suelo, no era propio de él ponerse así sin reflexionar. Quizás estaba exagerando.
—Ay mierda, olvida lo que dije, aún me duele la cabeza y todo esto de pronto se volvió una fiesta de locos— Se llevó otra vez la mano a la frente, sin mencionar que aún tenía adolorido el cuerpo por el suitonazo de Iroha.
Ayame casi pudo escuchar el momento en el que se le rompía el corazón al muchacho. Se había detenido en seco a mitad de camino, parpadeando como si le acabara de asestar una bofetada.
—¡CÓMO PUDISTE! —bramó, cruzándose de brazos—. Hace tiempo me encontré con Sagisō y resulta que le dijiste que yo no tengo más fama más allá del karaoke. El otro día cuando gritaste pidiendo ayuda terminaste por decirme que me largara.
«¡Maldita idiota, si es él!» Ayame se palmeó la frente y se restregó la mano por la mejilla. El susto que se acababa de llevar la había cegado por completo... Pero no tuvo ocasión de disculparse por su descuido, pues el chico, evidentemente ofendido, seguía clamando a los cielos:
Hoy vienes y te apareces un mi puta casa sin dar ni una explicación, empiezas a preguntar incoherencias sobre dónde está Amedama para luego salir huyendo, ¿¡pero ahora vienes y me desconoces como si nada?! ¿Acaso luego de recibir esa plaquita ya no te interesa acordarte de un useless genin como yo?[/sub]
En aquella ocasión, fue Ayame la que se sintió como si le hubiesen dado una bofetada.
—Ay mierda, olvida lo que dije, aún me duele la cabeza y todo esto de pronto se volvió una fiesta de locos.
—N... no... soy yo la que lo siente... —murmuró, agachando la mirada con profundo pesar—.Me... Me he llevado un buen susto y estaba confundida... Lo siento, Koga...
Él quería llevar la fiesta en paz, quería creer que era un malentendido y que con los ánimos más calmados podrían arreglar todo aquel desastre. Sin embargo, Ayame se lo estaba poniendo bastante difícil.
—Me... Me he llevado un buen susto y estaba confundida... Lo siento, Koga...
Al ver que ella simplemente cambiaba letras de su nombre, el genin apretó los dientes, inspiró con fuerza jalando el aire a través de los espacios de su dentadura sin dejar de soltar el gesto en ningún momento. Tenía que calmarse pero lo cierto es que estaba arqueando las cejas con rostro amenazante.
—¿Te sigues burlando de mí?— Parló sólo moviendo los labios sin dejar de mostrar aquel gesto amenazante. —¿Es parte de alguna broma pesada para sacarme de quicio?— Ya no sabía que esperar, rompió postura y dejó los brazos colgando. —Si es así, ¡pues felicitaciones! Lo estas logrando con honores— Dijo en tono sarcástico para luego voltear la cara.
Resopló e inesperadamente alzó ambas manos arriba.
—ES. KING. RŌ. GA.— Soltó masticando cada sílaba, bajando los brazos y ahora colocando su mano diestra en su cintura mientras con la zurda formaba un puño únicamente dejando libre el pulgar y lo levantaba señalando hacia atrás de sí mismo. —Me he llevado un tercio de paliza de parte de mi familia por tu gracia, y más te vale que me des una buena explicación o al volver me van a terminar de dar las otras dos fracciones de tunda.
»How the hell? ¿Para qué te has aparecido en la cocina de mi casa?
Pero algo en las palabras de Ayame pareció enardecer aún más al shinobi, que apretó los dientes y respiró hondo.
—¿Te sigues burlando de mí?
—¿Eh?
—¿Es parte de alguna broma pesada para sacarme de quicio? —añadió, dejando caer los brazos a ambos lados de su cuerpo—. Si es así, ¡pues felicitaciones! Lo estas logrando con honores.
—¡No! Yo...
—ES. KING. RŌ. GA —bramó, alzando los brazos. Y entonces Ayame supo que la había vuelto a liar con su nombre. Entonces Rōga señaló a sus espaldas con el pulgar—. Me he llevado un tercio de paliza de parte de mi familia por tu gracia, y más te vale que me des una buena explicación o al volver me van a terminar de dar las otras dos fracciones de tunda. How the hell? —«"Jau de jel?"» Repitió Ayame para sus adentros, incapaz de comprender qué era lo que había intentado decir con aquello—. ¿Para qué te has aparecido en la cocina de mi casa?
—T... ¿Tu familia? E... ¿Entonces era tu casa? —repitió, boquiabierta—. ¿Pero cómo...? ¡Yo nunca he dejado una marca en tu casa, ni siquiera había estado en ella nunca! ¿Entonces cómo...? —parloteaba sin parar para sí misma, intentando comprender qué era lo que había pasado para acabar apareciéndose en un lugar completamente desconocido para ella—. Eso no era lo que se suponía que tenía que pasar...
¡Daruu nunca le había advertido que podría acabar apareciéndose en otro lugar!
El genin parpadeaba, pues siempre que intentaba sonsacarle información a la kunoichi obtenía respuestas que en lugar de resolver sus dudas únicamente le generaban más sin aclarar las que ya tenía previamente. "¿Qué demonios le pasa?" El genin arqueó la ceja al ver que Ayame estaba igual o incluso más confundida que él mismo, ya que aparentemente era verdad que ella también desconocía que clase de suceso la llevaron a la morada de los King.
—¿Dejar una marca en mi casa? — Parpadeaba varias veces. —¿Qué era lo que no debía pasar? ¡Cada vez te entiendo menos! — Suspiró pesadamente de nuevo y se llevó los dedos de la mano diestra al entrecejo mientras alzaba la zurda moviéndola lentamente de lado a lado.
"Oh shit, here we go again." Aparentemente estaba destinado a meterse siempre en el embrollo más raro posible.
—Calm down please— Quería que la kunoichi se tranquilizara para poder reflexionar sobre lo que estaba sucediendo, aunque era difícil conseguirlo hablando de esa manera. Por lo menos él trataba de apaciguarse para indicar que estaba más receptivo al diálogo. —Right. Veamos que tenemos que hablar esto con la cabeza fría, aunque tampoco deberíamos explayarnos mucho que en cualquier momento puede venir mi mamá echando fuego por la boca en un sentido mucho más literal que figurado.
»Empecemos por el inicio. ¿Qué demonios estabas haciendo exactamente antes de aparecer en medio de mi cocina?
—Calm down please —trató de tranquilizarla Rōga, o eso supuso Ayame por su tono de voz y los gestos de sus manos porque no le había entendido en absoluto—. Right. Veamos que tenemos que hablar esto con la cabeza fría, aunque tampoco deberíamos explayarnos mucho que en cualquier momento puede venir mi mamá echando fuego por la boca en un sentido mucho más literal que figurado. Empecemos por el inicio. ¿Qué demonios estabas haciendo exactamente antes de aparecer en medio de mi cocina?
—Eh... huyendo... —admitió Ayame, con una risilla nerviosa—. A ver, había vuelto a Coladragón por todo el tema este de Kaido. Quería ver si podía encontrar alguna pista más pero... me pillaron —confesó, con un pesado suspiro. Entonces alzó la cabeza hacia Rōga, pensativa. No le gustaba desvelar los secretos de sus técnicas, pero le debía una explicación después de aparecer en su casa de aquella manera—. A ver, escucha... Tengo una técnica que me permite escapar de este tipo de entuertos. Así fue como regresé a Amegakure con Kaido. Pero para eso necesito una marca... Quise moverme a una marca que había dejado en un kunai que intercambié con Daruu pero... de alguna manera aparecí en tu casa. ¡Y aún sigo sin entender por qué! ¡La técnica no funciona así! —añadió, haciendo aspavientos en el aire con los brazos.
El genin se rascó la cabeza conforme la kunoichi continuaba con su explicación, pues seguía sin entender del todo a que se refería con eso de moverse a una marca. "¿Volver a Amegakure?" Aquello cada vez sonaba más a la magia negra que él tanto detestaba, pero ciertamente la prueba de que decía la verdad era su presencia ahí mismo dónde estaban parados. No lo recordaba con exactitud, pero Rōga ya había visto la técnica en cuestión pero seguía en un desconocimiento total sobre sus implicaciones, ya que por la diferencia de contextos no podía relacionarlo.
—¿Qué clase de marca es?— y entonces cayó en cuenta de algo. —Whoa. Wait. Wait, wait, wait, wait. WAIT!— Se llevó la mano al portaobjetos y sacó tres kunai.
El genin procedió a observarlos todos detenidamente, parpadeó, y al verlos totalmente normales frunció el ceño. Volteó a revisarlos de arriba a abajo, dándoles la vuelta y girando la cabeza buscando algo pero no halló nada, y eso era lo extraño.
—Is gone...— Ahora era él quién no entendía. —Hace poco había comprado unas cosas en una tienda de armas y el tendero me vendió un kunai usado. ¡Que para colmo el muy hijo de puta me lo vendió a precio de nuevo! Será cabrón, diciendo que mientras tuviera filo daba igual la suciedad. No le di importancia en el momento y pensé que ya luego podía pegarle una pulida y limpiar la empuñadura, pero ahora que los veo ninguno está marcado con nada.
—¿Qué clase de marca es? —preguntó Rōga, pero antes de que Ayame pudiera decir nada al respecto añadió—: Whoa. Wait. Wait, wait, wait, wait. WAIT!
El chico se llevó una mano al portaobjetos y sacó tres kunai idénticos entre sí. Los observó con detenimiento de arriba a abajo, incluso les dio la vuelta y los giró varias veces buscando algo en el brillo del metal.
—Is gone...
—¿Eh? —preguntó Ayame, sin entender.Pero Rōga parecía tan confundido como ella misma. Aunque fuera por motivos diferentes.
—Hace poco había comprado unas cosas en una tienda de armas y el tendero me vendió un kunai usado —Se explicó—. ¡Que para colmo el muy hijo de puta me lo vendió a precio de nuevo! Será cabrón, diciendo que mientras tuviera filo daba igual la suciedad. No le di importancia en el momento y pensé que ya luego podía pegarle una pulida y limpiar la empuñadura, pero ahora que los veo ninguno está marcado con nada. ¡Te juro que uno estaba manchado!
—En... ¿En una tienda dices...? ¿Y que estaba manchado? —Ayame comenzó a marearse. Las piezas estaban comenzando a encajar en su mente, pero el resultado del puzzle no le agradaba en absoluto—. Entonces... entonces ese era mi kunai... El que le di a Daruu... ¿Pero qué hacía en una tienda? ¡¿Cómo acabó en una tienda?! —lloriqueó.
¿Acaso...? ¿Acaso Daruu había vendido un kunai que llevaba su marca de sangre?