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Una de las cosas más gratificantes de poseer una máscara que te deja convertirte en casi cualquier animal que habita en el mundo es que se puede ver cumplido el sueño de casi cualquier ser humano: Volar.
Para Reiji era más que un sueño y a la vez era una realidad. Había nacido sin sus ojos y gracias a la familia de cuervos shinobi que era amiga de sus padres consiguió unos ojos, aunque de cuervo. Desde entonces muchas veces había soñado con alzar el vuelo, se sentía mucho más animal que persona, quería abrir sus alas y alzar el vuelo. Como los cuervos.
La máscara no solo le permitía al muchacho transformarse en animales, sino que además le concedía sus características, como volar si se transformaba en un pájaro o respirar bajo el agua si lo hacía en un pez. En varios sentidos, todo aquello le daba ciertas ventajas, claro que para pelear una sardina era muy inferior a cualquier humano. Y corría el riesgo de que lo pescaran.
Pero su pasión era volar. Desde que se había convertido en gennin de Amegakure y había recibido aquella mascara como regalo de alguien que aún no conocía no había dejado de volar. Las primeras veces fue raro. Tener alas no era lo mismo que tener brazos, y desde luego el cuerpo de un cuervo se sentía bien diferente. No, no había probado otras aves, el cuervo era su favorito desde siempre, porque él era uno más.
Normalmente volaba por la ciudad, o como mucho por los alrededores, sin embargo había decidido que ya era hora de explotar su nueva característica y vivir nuevas aventuras. Volaría lejos de ame, visitaría nuevas ciudades, conocería nuevas personas y tal vez alguna que no lo considerara un monstruo o un demonio.
No le gustaba admitirlo, prefería gritar que era el mejor shinobi, pero el joven muchacho tenía muy poca idea del mundo que lo rodeaba y tomo un rumbo al azar. Se aventuró a través del húmedo paisaje del país de la lluvia, pero para un shinobi de Amegakure como él, la lluvia no era nada.
Otra cosa bien distinta era la nieve. En cierto punto de su travesía la lluvia dejo de ser lluvia, el viento empezó a soplar más helado, y la nieve pintaba el paisaje como un lienzo listo para ser estrenado.
Reiji tuvo que bajar el vuelo, porque cuanto más alto volaba, mas frio hacía. Al final el refrán tenía razón: Cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo y cuando vuela rasante hace un frio acojonante.
Al final, cuando logro divisar un pueblo a lo lejos, acabo por volver a su forma humana y guardar su máscara bajo la capa. Se cubrió la cabeza con la capucha para mitigar un poco más el frio, aunque sirvió de poco.
Cuando llego al pueblo, busco una posada o algún local donde refugiarse un rato y pedir una bebida caliente. No tardó mucho en localizarlo y mucho menos tardo en entrar, buscar un asiento libre, y posar su helado culo sobre una silla vacía en la mesa más alejada de la puerta, para que cuando se abriera no le golpeara la ventisca.
—Por fin, un poco de calorcito…
—¡Última vez que te hago caso! —Bramó a los cuatro vientos la kunoichi de Kusagakure que no hallaba manera de refugiarse de aquel penetrante frío.
El lado positivo era que había optado por su vestimenta de invierno a sabiendas que se pasearía por el país de la tormenta, territorio en el que nunca paraba de llover según decían las malas lenguas pero lo que nunca en su vida se planteó fue que se encontraría con nieve, es decir, estaban en plena primavera, se lo hubiese esperado durante el invierno en Amegakure pero resultó estar equivocada completamente.
—¡Ni quien te mande! —Respondió ofendida la mujer a la que solo Ritsuko oía y veía.
Claro, si aquella mujer decía de girar a la izquierda, significaba que la kunoichi pensaba en girar a la izquierda, por lo que si en este caso siguió las indicaciones de su madre significaba que la equivocada en un principio había sido ella y su madre lo único que hizo fue repetir lo que la chica que aún respiraba pensaba realmente. ¿Complicado de entender? No sí tenemos en consideración que aquella mujer que flotaba en el aire en realidad era producto de la imaginación de la más joven, aquella que se mantenía abrazada fuertemente para intentar protegerse mínimamente del frío polar de aquellas tierras.
~¿Todos los de Amegakure se acostumbran a este clima de mierda? ~Se preguntaba sumamente frustrada la chica al notar que su abrigo era prácticamente inútil. Sus labios habían adquirido cierta tonalidad morada por causa del frío y su cuerpo no paraba de tiritar con cada paso que daba haciendo que sus dientes sonasen al chocar entre sí.
Al cabo de una hora tal vez de estar caminando en tal lugar, Ritsuko logró vislumbrar en la lejanía lo que parecía ser un pueblo lo que significaba que hallaría refugio aunque fuese de forma temporal para aquel clima del asco. Aquello era motivo suficiente para hacer que la fémina acelerase ligeramente el paso y digo ligeramente porque era su primera vez andando sobre la nieve y se le hacía sumamente difícil, pero por suerte tardó relativamente poco en llegar al lugar y ver la gente yendo y viniendo seguramente para ir a sus casas o a la posada del pueblo, lugar al que ella se dirigiría y por suerte encontró relativamente rápido.
Abrir la puerta de golpe era una buena opción para la pelirroja, pero a saber cuánta gente habría pensado exactamente lo mismo que ella de entrar y refugiarse del frío así que… La abriría de una patada de hacer falta, las delicadezas no eran lo suyo pero con lo entumecido que tenía el cuerpo no podía darse el lujo de emplear la fuerza de tal forma y simplemente abrió la puerta apenas lo suficiente para poder pasar al interior del local y volver a cerrar rápidamente. Luego de ello se quitó la máscara y la capucha que hasta cierto punto eran útiles para detener el frío, tras ello se sacudió como un perro allí mismo para quitarse algo de nieve que tenía encima y se dirigió a paso lento a lo que parecía ser el mostrador, con la esperanza de encontrarse al posadero al que solicitaría una habitación y alguna bebida caliente.
Pero mientras el posadero llegaba, la chica se mantenía allí de pie frotándose los brazos con fuerza para aliviar aunque sea un poco el frío. ~Nunca más giraré a la izquierda en ese cruce. ~Pensaba la chica cuya mirada estaba clavada en el mostrador que se encontraba frente a ella.
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Dicen que después de la tormenta llega la calma. El dicho puede ser cierto, sin embargo no para todo el mundo era igual, pues para el joven Uchiha la calma no solía durar mucho. No porque él quisiera provocar un tormenta, sino porque parecía que las atraía hacia él. O más bien que lo hacia su apariencia.
Al parecer, el resto de clientes del local no se sentían cómodos con su presencia. Vale que los ojos le daban un aspecto un tanto aterrador, pero tanto como para asustar a un montón de adultos…El posadero se acercó a echar “amablemente” a Reiji del lugar
— Joven… ¿Podría marcharse de aquí por favor? No me gustaría que mis clientes huyeran y se marcharan por tu culpa, tengo dos hijas pequeñas a las que darles de comer— Reiji nunca había entendido por que la gente lo tachaba de demonio o de monstruo, eran ojos de cuervo, pero si entendía los temores del posadero, si algo podía tocar a Reiji era la familia —Se lo pido amable y educadamente, pero si no se va por su propia voluntad tendré que llamar a los guardias, como te he dicho antes mis hijas son…
La puerta del local se abrió de repente. Nadie se fijó porque todas las miradas estaban en los jóvenes Uchiha de Amegakure, todas menos las del propio Reiji, que si vio lo que acababa de entrar. Aquella figura si parecía sacada de un cuento de terror con esa mascara, pero eso solo duro un instante, porque en el momento en el que se la retiro paso a ser una especie de ángel.
Vale, tal vez era una exageración, pero es que el joven Uchiha sentía cierta atracción por cierto tipo de chicas. Las pelirrojas. Y lo que había tras la máscara no era ni más ni menos que una mujer de rojos cabellos lisos que en aquel paraje helado brillaban como el sol en un día despejado. Sol que raramente se podía vislumbrar en Amegakure.
— No se preocupe, me marchare tranquilamente, disculpe las molestias — Reiji no sabía si el posadero había terminado de hablar o no, ni siquiera sabía por dónde iba su discurso, pero en su cabeza ya estaba la manera de pasar la noche en aquel lugar.
Salió del sitio mientras la muchacha se acercaba a la barra que también servía como mostrador para aquellos que querían pasar la noche en el lugar. Una vez fuera, se dirigió a la parte trasera del lugar, miro en todas direcciones para asegurarse que no había nadie, y cuando estuvo seguro, se puso su máscara y se transformó en un gato negro.
Mientras, en la posada, el hombre que se encargaba de todo volvió a su sitio y se dispuso a atender a la joven de rojos cabellos.
—Buenas señorita, ¿Qué desea? ¿Una bebida caliente tal vez?¿Una cama y muchas mantas para soportar el frio?
Mientras el posadero hablaba con la joven, un gato negro y pequeño, no más grande que un sandia, se coló en el lugar y se acercó a donde estaba la muchacha hasta quedar justo pegado a su pata.
—Oye…¿El gato es tuyo? Me da lástima porque probablemente morirá de frío ahí fuera, pero la norma dice que solo se permiten las mascotas de los clientes.
Si la muchacha miraba al gatito, vería como este ponía una tristísima carita de pena, como rogando que por favor contestara que sí que era su mascota.
Cuando la pelirroja entró parecía que había ocurrido algo allí dentro a juzgar por el silencio incómodo que reinaba, aunque no le dio mayor importancia ya que estaba muerta de frío así que luego de un rato cuando el posadero hizo acto de presencia se dispuso a atenderla de la mejor manera posible y justamente recitando lo que ella más quería en ese momento.
—Buenas, si no es molestia sírvame una taza de chocolate caliente, y también quisiera una habitación para pasar la noche. —Decía la kunoichi tratando de sonar seria pero por el tembleque de su cuerpo no podía fingir demasiado.
Pero justo en ese instante sentiría algo afelpado refregándose contra su pierna, no era una molestia ni mucho menos dañino. Pero de todas maneras, casi ignorando las palabras del posadero la kunoichi bajó la mirada a lo que parecía ser cámara lenta, sin saberlo en cuestión de segundos sería presa del pánico, peor que cuando su padre llegaba ebrio a casa y decidía apalizarla, peor a que las primeras noches en el sótano con la peste a carne putrefacta, peor a la más absoluta oscuridad… Pero lo que yacía a los pies de la pelirroja era ni más ni menos un…
—¡GATO! —Chilló lo más agudo que pudo a la vez que su piel y cabello se erizaron de una forma exagerada y de un salto se pegó al techo como si fuese un lugar seguro. —¡No es mío! ¡No es mío! —Gritaba muy alterada, casi parecía que le daría algo…
En este preciso instante todo lo que pudieran decirle a la kunoichi importaba poco y nada, no lo escucharía ni lo sentiría justamente porque su mirada y toda su atención estaba centrada en el minino del suelo que seguramente habría estado buscando una mínima muestra de compasión por parte de la pelirroja, una lástima que les tuviese fobia, de haber sido algún otro animal seguramente las cosas habrían sido distintas.
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—¡GATO! —Chilló lo más agudo que pudo a la vez que su piel y cabello se erizaron de una forma exagerada y de un salto se pegó al techo como si fuese un lugar seguro. —¡No es mío! ¡No es mío! —Gritaba muy alterada, casi parecía que le daría algo…
Cagada. Cagada monumental. De todos los animales del mundo, Reiji había elegido el gato pensando que ese animal le gustaba a todas las mujeres. Y justo aquel día de entre todos los días, tenia que toparse a una de las pocas de entre todas las mujeres que tenia una aguda fobia hacia los gatos.
"Genial...Me encanta la suerte que estoy teniendo hoy... si algo va mal no te confíes, puede ir a peor..."
Y vaya que si podía. Había salido de la aldea volando en busca de lugares divertidos, aventuras emocionantes y con la esperanza de encontrar algún amigo ¿Y donde estaba ahora mismo? Estaba perdido en un paraje helado, donde hacia mas frió que en la boda de un Yuki. Sin gente conocida y despreciado por las personas de el único pueblo que parecía existir en kilometros a la redonda. Ah, y por si eso fuera poco, acababa de fastidiar la que posiblemente era su única forma de pasar la noche en un lugar calentito.
—Lo siento chiquitin, pero tendrás que apañartelas para sobrevivir esta noche, mis clientes son lo primero
Dijo el posadero mientras cogía el gato con ambas manos y lo sacaba de su local. Después volvió dentro e intento calmar a la joven pelirroja, que había pegado un enorme salto, y se había quedado enganchada al techo, demostrando sus dotes de shinobi.
—¿Se encuentra mejor señorita? el gato ya no esta ni volverá, puede relajarse, aquí tiene una bebida caliente, invita la casa, por las molestias
Dijo el camarero dirigiéndose a Ritsuko mientras volvía a su sitio y le servia un baso de leche calentita.
— Tu habitación es la numero diez, esta al fondo del pasillo del piso de arriba, la habitación tiene baño propio, mi mujer preparará agua caliente para la bañera y te la subirá después de la cena, por si quiere bañarse
Mientras tanto, en el exterior, el pequeño gato se había escabullido de nuevo a la parte trasera del local, donde parecía que no había nadie nunca.
"¿Y ahora que hago?, tengo que ingeniármelas para colarme de nuevo, pero desde luego no puedo entrar como un gato... Tal vez alguien se haya dejado alguna ventana abierta en alguna habitación, o tal vez pueda colar con cuidado por la chimenea...
El joven Uchiha cambio de gato a cuervo y se dispuso a investigar la parte superior del exterior de la taberna.
La kunoichi estaba pálida y con la piel de gallina sin mencionar su cabello erizado, reacción normal cuando alguien se pega un susto de muerte y seguramente de haberse tratado de algún cuento o algo similar, el color del cabello le habría cambiado a blanco también pero venga, esto era la realidad y lo máximo que hubiese ocurrido seguramente habría sido que se lo hiciera encima y muy poco le faltó.
Pero por suerte era un minino pequeño y ni siquiera intentó mantener el contacto, de lo contrario seguramente las cosas hubiesen terminado peor para ella.
El posadero sin decir absolutamente nada sobre la actitud cuestionable que tuvo la pelirroja para con el animal, sacó a este último de la mejor manera posible y hasta le sirvió un vaso de leche casi hirviendo, seguramente para ayudarle a relajarse.
Ella muy lentamente fue descolgándose del techo hasta caer grácilmente de pie sobre el suelo que ni siquiera se quejó como si apenas hubiese dado un par de pasos normales. De todas formas el temblor de su cuerpo se notaba y a paso lento se acercó a una silla frente al tablón.
—Gracias… —Dijo con tono tembloroso mientras rodeaba el vaso con ambas manos para sentir el calor del líquido.
Considerando las cosas como estaban, lo que más quería la chica era un momento para relajarse así que la leche muy poco le duró, tal vez unos dos o tres tragos lo que significaba que se quemó un poco la lengua y la garganta pero así era mejor, por lo menos ahora tenía algo caliente en el estómago. Y sin más por hacer, además de pagarle al posadero por adelantado por la habitación, subió las escaleras y se dirigió al lugar mencionado.
Tras cruzar la puerta lo primero que la pelirroja pudo notar fue que la ventana estaba mal cerrada, el frío entraba perfectamente sin ningún tipo de problema. ~Ay dios, espero no tarde mucho en calentarse. ~Pensó algo frustrada mientras se planteaba como solucionar el problema, pero al momento de tocar el seguro de la misma casi como si hubiese un tifón fuera esta se abrió de par en par dándole un fuerte golpe en la cara a la joven que quedó con una clara marca roja dividiéndole la cara justo a la mitad.
—Que hija de puta. —Se quejó en un susurro sobándose la cara y dejando escapar un par de lágrimas.
En cuanto volviera a sentir la cara volvería a centrarse en la ventana, de momento estaba bien de cuclillas y con la cara hundida en sus piernas como si estuviese llorando. Y bien que lo hacía pero uno de esos llantos efímeros y sumamente silenciosos, no duraría más que unos segundos así.
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El viento soplaba con fuerza y helado. Al joven de Amegakure transformado en cuervo le costaba mantenerse a una altura decente sin sufrir los estragos de la tormenta de nieve. Sin embargo no se rendiría en su empeño de pasar la noche en un lugar calentito. O mejor dicho, no cesaría en su empeño de pasar la noche en esa misma posada, aunque fuera a costa de colarse.
—"vamos, vamos, un poco de suerte, por favor"
La ultima ventana del primer piso parecía entreabierta desde la lejanía, y no dudo en acercarse para comprobarlo, por que el resto de las ventanas estaban cerradas a cal y canto. Era normal, hacia un frió del carajo ¿Quien quería dejarse la ventana abierta cuando podía estar calentico debajo de las sabanas?
Mientras se acercaba a la ventana soplo una fuerte ráfaga de viento que hizo que la misma terminara de abrirse golpeando a la persona que se encontraba en la habitación. Pero no solo eso, el viento tenia muchísima mas fuerza que el cuervo y lo empujó dentro de la habitación.
—"Al menos he conseguido entrar, podría decirse que ha sido un soplo de aire fresco... en este infierno HELADO"
Cuando consiguió reponerse del empujón, observo la habitación con mas atención y se topo con la chica pelirroja a la que había asustado un rato antes "sin querer". Parecía que había sido a ella a quien la ventana había golpeado y por la postura que tenia, seguramente estaba dolorida.
—"Genial ¿Y ahora que, genio Uchiha? ¿Quieres probar a volver a asustarla para que te vuelvan a echar de una patada? eso si, la habitación la dejas libre seguro...
No, no era esa su intención. Tenia que intentar negociar con aquella muchacha, pero claro, un cuervo que habla. Eso si, en el mundo shinobi, un cuervo que habla, tal vez era de lo mas normalito. Gente subiendo por las paredes, otros que escupen fuego por la boca, ilusiones, armas de colorines, gente con genética muy rara... En fin, que tras meditarlo unos segundos, el joven Uchiha decidió volver a su estado humano, sin quitarse la mascara, claro. Tal vez le tocaba salir volando. Literalmente.
—Esto... Hola...¿Estas bien? —Dijo tímidamente para llamar la atención de la joven, cuya pose podía dar a entender que estaba llorando, o eso parecía. —No te asustes por favor, escúchame primero, mira tengo que sobrevivir a este frió, y ahí fuera me va a dar algo, no quiero hacerte nada, solo pasar la noche en un sitio caliente, déjame dormir en una esquinita y te pago todo el precio de la habitación —Intentó negociar con ella —Incluso puedo ayudarte con tu problemilla con la ventana...
~Puta ventana. ~Maldecía en su cabeza completamente ignorante del animal que se había adentrado en su habitación por obra y gracia del fuerte viento, casi como si la naturaleza se hubiese puesto de acuerdo con el ave para permitirle entrar en la posada.
Lo que sí, el dolor era mucho mayor al frío que sentía por lo que Ritsuko estuvo más rato lloriqueando en su lugar que preocupándose de cerrar la ventana hasta que una voz desconocida la sacó de su trance. No era la del posadero, mucho menos podía ser de la mujer del tipo porque tenía voz de chico por lo que la kunoichi casi al instante se dio la vuelta sobresaltada debido a la cercanía de la voz ajena.
—¡Hijo puta! —Fue lo primero que soltó bastante alterada tras caerse de culo al piso por el mal salto que había dado. Fue ahí cuando le pidieron que no se asustara, cosa que le hizo tranquilizarse bastante pero seguía alerta de todas maneras. —Tarde… —Diría un tanto resignada mientras se acomodaba mejor para quedarse sentada frente a aquel extraño de ojos… Raros, por ponerlo de alguna manera.
Lo que le pedirían sería algo sumamente extraño y según ella hasta perturbador, lo suficiente para que sus mejillas enrojecieran ligeramente por lo que acababa de escuchar.
—¿Estás loco…? Mira que pedirle a una chica que ni conoces que te comparta habitación. —Es lo primero que dijo, lo que cualquiera diría, pero una vez más la naturaleza se ponía de parte del Uchiha pues un helado viento tan fuerte como el que la había golpeado previamente le dio de lleno en la espalda y con ello un estornudo se le escapó, lo que la dejaría en mala posición para imponerse y además. —Vale… Quédate por algún rincón, pero como intentes algo te juro que te la corto. —Recapacitaría resignada la pelirroja en lo que se ponía de pie.
Cerrar la ventana tenía la mayor prioridad y no se sentía tan mala gente como para dejar a alguien pudriéndose en aquel infierno helado, a no ser que sea un gato, esos pueden morirse y extinguirse si es por ella. ~O sea, ¿qué mierda…? ~Pensaba en lo que intentaba cerrar la ventana aunque una de las dos hojas parecía estar algo atascada y se negaba a dar el cierre.
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—¿Estás loco…? Mira que pedirle a una chica que ni conoces que te comparta habitación.
—Se me ha congelado el cerebro ahí fuera, aunque creo que ya venia así de serie
No era el momento para bromas, se trataba de su supervivencia, y ni siquiera conocía a la chica pelirroja de nada. Pero así era Reiji. Le gustaban las bromas, sobretodo le gustaban las bromas que le ponían en la punta de la lengua, y aquella había llegado en el momento justo, pues incluso el viento se puso de su parte y soplo tan fuerte y frío como cuando le empujo venta adentro. Por otro lado, tal vez su broma tenia algo de verdad y se le había soltado algún tornillo ahí arriba con el frío.
—Vale… Quédate por algún rincón, pero como intentes algo te juro que te la corto.
—Tranquila, ahora mismo mi cerebro no puede pensar en otra cosa que no sea en resguardarme del frio—La miro de arriba a abajo a traves de sus ojos negros donde la pupila no podía distinguirse del iris — Y aunque eres bastante guapa y tu hermosa cabellera roja me fascina, no es el momento idóneo para ponerme a ligar, prefiero sobrevivir y sobretodo, prefiero mis partes en su sitio—Y antes de que la chica pudiera responderle, Reiji siguió hablando y cambio de tema—Pero lo mas importante es que cerremos esa ventana antes de que se me congele la parte del cerebro que todavía puede pensar
Se acerco a la ventana y ayudó a la joven a empujar la hoja que no quería cerrarse del todo. Tal vez uno solo de los dos no lo hubiese logrado nunca, ni ella, ni él. Pero con la fuerza de los dos junto lograron encajar las dos hojas de la ventana y echar el pestillo para que no se volviera a abrir. Por seguridad, y aunque ahora la ventana parecía bien cerrada Reiji decidió poner un par de shurikens de modo que dos de las puntas de estos quedaran clavadas una en cada hoja de la ventana.
—No es la mejor idea del mundo, pero así me siento mas seguro.
De hecho, justo en ese momento, el viento soplo, sacudiendo la ventana, pero esta parecía bien cerrada, y aunque vibro, solo se quedó en eso. Los shurikens estaban tan bien clavados, que ni se movieron.
—Ves, es mejor que nada, a todo esto... —No, no se había presentado—Mi nombre es Reiji, aunque la gente me llama Cuervo o bestia o demonio o monstruo, te dejo elegir. — Dijo mientras se quitaba su mascara un momento, para que ella viera su rostro. Hizo una pequeña reverencia y le tendió su mano libre para darle un apreton —¿Se hace así con las chicas?—Penso el uchiha en voz alta sin darse cuenta.
¿En serio se podía poner a hacer bromas en ese preciso instante? Es decir, irrumpe en la habitación de una completa desconocida, pide asilo y para colmo se toma a broma el asunto. En situaciones normales Ritsuko le habría sacado a patadas desde el primer segundo pero con el frío que hacía el cerebro no le funcionaba como debería.
Pero antes de seguir conversaciones o lo que fuere, la chica prefirió decantarse por cerrar la maldita ventana a ver si la habitación comenzaba a calentarse de una bendita vez, que así no había ninguna diferencia con pasar la noche fuera que allí dentro. O… ¿Será por eso que le dieron habitación sin dudarlo? Y la leche caliente seguramente habría sido para ganar la confianza de la pelirroja.
De cualquier manera, entre los dos luego de una pequeña lucha lograron cerrar la ventana y el de ojos raros decidió clavar unos shurikens haciendo que la kunoichi tuviese un ligero escalofrío por lo que veía. ~Espero que no me cobren por daños a la propiedad. ~Pensó por un instante, pero pronto se olvidaría de ello al escuchar el resto de la conversación.
—A ver… Reiji, ¿te tengo que creer que no estás en posición de andar ligando ni nada después de que me tiras cumplidos como si nada? —Fue lo primero que se le ocurrió preguntar a Ritsuko, retomando la conversación. —Ritsuko, por cierto.
Luego de presentarse lo que esperaría sería algún tipo de respuesta y en realidad le importaba poco y nada que el chico estuviese con máscara. Pero lo cierto es que al verle la cara no pudo evitar que su cara se transformase por el pequeño susto que se había llevado al verle los ojos aunque siendo sincera, no estaba en posición de criticar a nadie considerando la absurda cantidad de válvulas que tenía en su cuerpo incluyendo las dos de la cara, aunque estas últimas pasaban desapercibidas la gran mayoría de las veces.
Aunque con la presentación realmente no tenía mucha idea de a qué se refería, es decir, ¿los hombres tienen que saludar de alguna forma distinta a las mujeres? De todas formas, Ritsuko tomó la mano del contrario tratando de subsanar su reacción previa.
—Con la comida te arreglas solito. —Le diría la kunoichi antes de soltarle y disponerse a tumbarse aunque sea un rato en la cama.
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27/02/2017, 00:39
(Última modificación: 27/02/2017, 00:39 por Sasaki Reiji.)
—A ver… Reiji, ¿te tengo que creer que no estás en posición de andar ligando ni nada después de que me tiras cumplidos como si nada? —Fue lo primero que se le ocurrió preguntar a Ritsuko, retomando la conversación. —Ritsuko, por cierto.
Al final la muchacha tomo la mano de Reiji. Y aunque tenia algo raro en la palma de las manos, su piel era suave y eso distrajo por un segundo a Reiji de su idea de sobrevivir al temporal.
—No es cuestión de ligar o no, cuando ves algo bonito tienes que decirlo, he oído miles de veces a mi madre decir que las flores son bonitas cuando las ve en el mercado, tu pelo es bonito, tenia que decirlo ¿Que tiene de malo?
—Con la comida te arreglas solito.
—No te preocupes tanto por mi, ya he comido allí abajo, me han echado solo por que incomodo a la gente... en fin... perdona todas las molestias que te causo —Dijo alejandose para sentarse en una esquina mientras la kunoichi pelirroja se tumbaba en la cama.
Pero justo en ese momento, llamaron a la puerta.
—Hola, vengo a traerte el agua caliente para el baño ¿puedo pasar?
—Mierda... —Dijo Reiji lo mas bajito que pudo —Espero que no te asusten los lobos, pero sobretodo, espero que no te asuste lo que estoy a punto de hacer...
El joven uchiha se transformo en una pequeña bola de pelo con la forma de un cachorro de lobo. Si, justo allí, delante de una desconocida que pertenecía a otra aldea y quien sabe, tal vez pudiera hacerle algo, pues estaba confiando ciegamente en ella, aunque le había dado cobijo fiándose ciegamente en él.
—Antes de que abras esa puerta, me gusta que me mimen, que me acaricien detras de las orejas o que me achuchen, pero nada de tocarme la cola, te juro que muerdo
Dijo el pequeño lobo antes acercarse a la cama y recostarse junto a una de las patas, como si estuviera protegiendo a la pelirroja.
—Sí, ladro cuando entran a robar por las noches
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