Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—¡Hola! Soy Sarutobi Saori y venía a realizar una misión.
Cuando entró, Saori se encontró con un pequeño y modesto recibidor con una silla y una cajonera a su derecha. Justo enfrente, un arco le daba paso a lo que parecía ser un salón tradicional donde estaba sentada una mujer mayor, con pelo cano recogido en una coleta baja y ropas de trabajo.
Lo que más pudo impactarle fue los ojos lacrimosos de la mujer, que pronto le echó una mirada llena de reproche.
—¡Se puede saber quién eres tú entrando en mi casa sin mi permiso! —exclamó, alborotada mientras se ponía de pie con una energía no muy normal para una mujer de su edad—. Identifícate o te daré una somanta de palos que no vas a valer ni para abono, ¡ladrón!
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Desde luego, la casa por dentro no aparentaba ser de una persona adinerada, al igual que por fuera, aún así, parecía ser un lugar acogedor. Pasó su mano por la pequeña cajonera que se encontraba a su derecha, en el recibidor del hogar.
Frente a él, y tras una especie de arco, se encontraba lo que aparentaba ser el salón, donde se encontraba una mujer, probablemente la dueña de la casa, que, en cuanto le vio, supo que no estaba contenta, y probablemente él era el causante de su estado en ese preciso momento.
—¡Se puede saber quién eres tú entrando en mi casa sin mi permiso!
— Saori dio un pequeño paso hacia atrás, un poco asustado por la reacción. —. Identifícate o te daré una somanta de palos que no vas a valer ni para abono, ¡ladrón!
El de pelo moreno arqueó la ceja derecha por un segundo, extrañado, pues se había identificado al entrar, incluso dijo el motivo por el que estaba allí, pero rápidamente pensó que, a juzgar por la edad de la señora, no le había escuchado.
—¡Lo siento! No pretendía asustarla, pero vi la puerta abierta y decidí entrar. — Explicó, como si ver una puerta abierta fuera excusa suficiente como para pasarla. —Mi nombre es Sarutobi Saori, y vengo buscando a Yamada Himeko, solicitante de esta misión. — Dijo, de la manera más formal posible, tendiendo entonces el pergamino a la mujer, esperando que aquello fuera suficiente explicación para toda aquella situación.
A pesar de que Saori no parecía conforme con el trato que le había dado la señora, volvió a comenzar de buenas maneras presentándose y diciendo el porqué de su visita. Ella, sin embargo, no relajó el ceño del todo, pero sí que calmó su voz.
—Ah, sí, la misión que mi hija colgó bajo mi nombre. ¡Totalmente innecesario! —gruñó, claramente en desacuerdo con lo ocurrido—. Pero ya que estás aquí, veremos qué puedes hacer.
La mujer se acercó rápidamente a Saori y sin previo aviso, levantó sus dos brazos y comenzó a tocar.
—¿Cuánto entrenas de normal, chico?
Viéndola de cerca, parecía que sus ojos acuosos comenzaban a secarse lentamente. ¿Habría llorado con anterioridad?
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Tras la segunda presentación, los ánimos de la mujer parecieron calmarse, a pesar de que no estaba conforme con aquella misión que, al parecer, no había colgado ella misma, si no que había sido su hija, posiblemente a sabiendas de que la mujer, entrada en años, no podría realizar todo el trabajo por su cuenta.
Entonces, Himeko se acercó hasta su posición y comenzó a registrarle, quizás en busca de algo en concreto o, quizás, simplemente tratando de averiguar si Saori serviría para el trabajo.
—Pues... varias horas... al día. — Diría, sintiéndose algo incómodo y demostrándolo revolviéndose un poco.
Los ojos del a mujer daban a entender que había estado llorando, al menos, eso le pareció al joven que, a pesar de su curiosidad, no preguntaría, al menos, no de momento, ya que se acababan de conocer y no habían empezado precisamente con buen pie.
—¿Por qué colgó su hija la misión sin su permiso? — Soltó de pronto, tratando de ganarse un poco la confianza de la que ahora era su jefa.
A pesar de la disconformidad de Saori, éste pareció dejarse hacer por segunda vez. Himeko parecía entretenida palpándole los brazos mientras parecía medir en su mente qué tal podría hacer el trabajo aquel joven, hasta que la pregunta apareció.
—Porque es una metomentodo, por eso es —gruñó la mujer, separándose de Saori con un gesto hastiado—. Me llama vieja la muy desagradecida, cuando yo la he enseñado todo lo que sabe —continuó, dirigiéndose al pasillo—. En fin, tonterías. Sígueme.
Si el chico decidía seguirla, pasarían por un pasillo hasta dar con una puerta trasera. La anciana la abrió y, justo delante, amplios cultivos se podían apreciar delante de ellos.
—¿Qué tan familiarizado estás con la agricultura?
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
El joven aguantó el tirón como pudo, mientras la mujer palpaba sus brazos intentando intuir cómo de útil sería en el trabajo físico, algo que, de haber preguntado, habría recibido una respuesta sincera. No era lo suyo.
Entonces escuchó atentamente lo que Himeko tenía que contar acerca de su hija que, a pesar de haber aprendido todo lo necesario de su madre, ahora consideraba que ésta estaba demasiado mayor para hacer el trabajo sola, en lo cual coincidía con Saori, aunque ni lo dijo ni dejó que sus gestos lo dejaran ver.
El joven Sarutobi siguió a la anciana por un pasillo que llevaba a una puerta que, sin duda, tenía que dar a los cultivos que se veían desde fuera. Y así fue, en cuanto Himeko abrió la puerta pudo observar aquellos amplios campos que, como tuviera que cosechar él solo, sin duda tardaría horas.
—Pues... Con el producto final, mucho, con el proceso de recolección... Poco o nada, siendo sincero. — El joven respondió sin dejar de mirar los cultivos, tratando de concienciarse del trabajo que le esperaba. —¡Haré lo mejor que pueda!
—Es igual, por algo se empieza y nadie nace aprendido, así que hoy será tu primer día oficial —intentó restarle importancia mientras se dirigía a un baúl algo antiguo que tenía cerca de la puerta, resguardado por un pequeño tejado—. Vamos a por las calabazas.
Del baúl sacó un sombrero de paja en perfecto estado que puso sobre la cabeza de Saori.
—Por mucho frío que haga, el sol nunca perdona —dijo, señalando hacia arriba—. Venga, vamos a la zona de las calabazas.
La anciana se movía con extraña facilidad entre los cultivos, pues la zona a la que hacía referencia se alejaba un poco de sus posiciones. Saori podía comprobar como, a parte de lo mencionado, también habían berenjenas, pimientos y espinacas, entre otros. A los lados de estos, naranjos con frutos maduros brillaban con los rayos del sol.
—No son muchos, pero creo que con esto puedes empezar. Luego pasaremos a algo más tedioso. —La mujer sacó del bolsillo de su delantal lo que parecían ser unas tijeras especiales para aquel trabajo. —. Corta del tallo y mételas en esa cesta de ahí —Señaló el objeto, a unos diez pies de él. —. Cuando termines, avísame, estaré con los naranjos.
Frente a él tendría, como mínimo, doce calabazas.
—Empieza cuando quieras.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
El joven se dedicó a asentir a la mujer, tratando de centrarse en lo que tenía delante y, por el momento, parecía que su trabajo iban a ser las calabazas. Siguió a Himeko hasta un baúl que denotaba cierta antigüedad, del que sacó un sombrero de paja que le colocó al joven.
—¡Gracias! — Y al momento, se dedicó a colocarse el sombrero en la posición idónea para que no le molestase mientras trabajaba, momento en el que la mujer se alejó de él dirigiéndose a la zona en la que empezarían a trabajar. —¡Voy, voy!
La mujer se movía en su territorio, tenía una soltura que, seguramente, pocos podrían igualar, a pesar de su edad. El joven Sarutobi se iba fijando en lo que le rodeaba, pues no quería chafar ningún cultivo, y fue capaz de distinguir varias plantas que le eran conocidas y, sin duda, tenían una pinta estupenda. «Quizás debería decirle a papá y mamá sobre estas verduras, seguro nos serían de utilidad.»
En cuanto se encontraron en el lugar indicado, Himeko sacó unas tijeras especiales para la recogida de las calabazas y le dio unas pequeñas directrices sobre como actuar antes de dejarle solo con aquello.
Saori se acuclilló frente a la primera de las calabazas y llevó su mano zurda al tallo, mientras que con la derecha sostenía las tijeras, que acercó al tallo, colocándolas a unos tres centímetros de la hortaliza y dando su primer corte, haciendo una fuerza que no pensaba que tendría que hacer para conseguir separarlo.
—¿Así? — Diría, mientras intentaba cargar con la calabaza que ya había separado en los brazos, dispuesto a llevarla al cesto que le había indicado Himeko.
Himeko asintió cuando éste le preguntó si así se hacía, dispuesta a marcharse para dejarle trabajar en paz, como ella muchas veces prefería trabajar. Así, Saori se vio solo junto a la calabaza que acababa de separar de su tallo.
Pero no parecía tan sencillo como era la teoría.
Dificultad: 10.
Se suma +1 a la tirada de Saori porque tiene Fuerza 15.
Roll 1d20+1: 6. No iguala ni supera.
La calabaza pesaba, ¡y vaya si pesaba!, por eso, Saori no pudo levantarla más que unos centímetros del suelo antes de volver a dejarla caer.
He querido darle un poco de emoción con alguna que otra tirada, espero que no te importe. No lo haremos con todo pero con alguna calabaza u otra hortaliza estaría bien. ¡Dime qué te parece! Si no, lo podemos quitar y seguir hacia delante .
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
En cuanto la mujer asintió y se marchó, el joven, con una sonrisa tontorrona en la cara se dispuso a levantar la calabaza para trasladarla hasta el cesto, dobló la espalda, puso sus manos en la parte más inferior de la hortaliza, se dispuso a tirar hacia arriba y... Nada.
«¡Hostias! ¡Cómo pesa!»
Saori miró a su alrededor, tratando de averiguar si alguien había sido testigo de aquel bochornoso intento, y, después de intentarlo un par de veces más sin éxito, desistió y pensó en algo más práctico, poniendo la calabaza de lado y haciéndola rodar en dirección al lugar que Himeko le había indicado.
¡Me parece estupendo! Hazlo las veces que quieras, ningún problema.
A pesar de que su fuerza no era la gran cosa, Saori tuvo una maravillosa idea: rodar las calabazas hasta el cesto. Himeko, quien no le estaba prestando mucha atención mientras se encargaba de los árboles frutales, no parecía haberse dado cuenta del problema del chico, así que éste podía continuar.
¿Qué problema tendría ahora? Meter las hortalizas en el cesto. Aunque, para su suerte, el recipiente estaba en el suelo y no había mucha distancia, por lo que Saori podría meter las calabazas, pero con algo de dificultad.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Saori, después de haber sido incapaz de levantar las calabazas del suelo y cargarlas hasta el cesto, decidió hacerlas rodar y, por suerte, funcionó, en ese momento solo le quedaba la pequeña tarea de poner la hortaliza en el interior del cesto, algo que, viendo que no era capaz de cargar con ellas, no tenía muy claro como hacer.
Cuando estuvo justo al lado del cesto, tomó un poco de aire y, esta vez, tuvo más cuidado con su postura, sabiendo que así le sería más fácil.
Se acuclilló delante de la calabaza, con la espalda recta, con sus brazos abarcó la hortaliza y, poniendo cuidado en no doblar la espalda, se levantó poco a poco y, cuando alcanzó la altura suficiente para meterla en el cesto, la dejó caer dentro, con cuidado de que no se rompiera.
«Una menos.»
El joven se secó las primeras gotas de sudor que comenzaban a perlar su frente y miró de nuevo la zona de las calabazas, comenzando a caminar hacia allí.
«Solo quedan once...»
Y entonces repetiría una y otra vez el proceso que acababa de realizar, separar la calabaza del tallo, hacerla rodar hasta el cesto y meterla dentro, hasta que terminó con todas las hortalizas dentro del cesto, y una duda le asaltó. ¿Cómo iban a mover aquel cesto? Él no había sido capaz de levantar una sola calabaza, no sabía cómo lo harían con doce a la vez.
Saori se las apañó para meter la primera de numerosas calabazas en la cesta. A pesar de su poca fuerza, había ideado un pequeño plan para hacerlo sin dejarse los brazos en el intento, así que logró meter no solo una, sino la mayoría de ellas en la cesta.
Himeko volvió con el sudor perlando su frente, los guantes sucios colgados de su cinturón y una jarra de agua fresca que dejó en un taburete de madera cerca de la posición de la anciana.
—Eh, Saori —al parecer, recordó su nombre—. Cuando termines con las calabazas, ve a por las berenjenas, están ahí —señaló una zona con numerosos cultivos de color morado—. Bebe algo de agua de vez en cuando, no te vayas a deshidratar.
Y con las mismas, se fue de nuevo con las naranjas. Ahí es donde Saori pudo ver el problema de la mujer: su lentitud. Pese a tener la maña correspondiente, los años estaban pasándole factura y su velocidad ya no era lo que fue antaño.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Poco a poco, las calabazas iban disminuyendo en número hasta que, por fin, había temrinado con casi todas, con los brazos algo doloridos y gotas de sudor en su frente, que iba secando de vez en cuando para que no le entraran en los ojos.
—Eh, Saori. Cuando termines con las calabazas, ve a por las berenjenas, están ahí. Bebe algo de agua de vez en cuando, no te vayas a deshidratar.
El joven miró a la mujer mientras le hablaba, y respondió con un gesto con la cabeza, dándole a entender que la había oído, pero que, quizás, estaba demasiado cansado como para entablar una conversación, aunque se acercó rápidamente al taburete bebiendo agua para refrescarse.
Rápidamente volvió a sus quehaceres, no sin antes fijarse en que Himeko aún seguía con las naranjas, lo cual le parecía extraño, pero prefería seguir con su trabajo antes que comerse la cabeza con aquello temas.
Termino lo más rápido que pudo con las calabazas y se dirigió a su nueva tarea: las berenjenas.
—¡Perdona Himeko! ¿Con las berenjenas funciona igual? ¿Corto el tallo con las tijeras y las dejo en el cesto?
Saori no tardó en terminar con las calabazas, solo el esfuerzo físico lo pudo retrasar un poco más de la cuenta, pero la soltura poco a poco se hacía ver. Pronto, se vio frente a otro tipo de tarea: recolectar las berenjenas. Había más que calabazas, también eran más pequeñas y manejables, pero el tallo parecía difícil de cortar...
—Lo mismo, chico, el cesto tiene que estar cerca.
Si Saori miraba a su derecha, pronto encontraría otro saco igual al de las calabazas, salvo que éste era más alto, probablemente para poder recoger más en su interior.
En total habrían unas treinta berenjenas para recolectar.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100