Aquel hombre que parecía rezumar energia negativa volvió a salir a la vista de que Juro no se movía como si le hubiera dado un calambre en todo el cuerpo o algo.

— Es verdad, se me ha olvidado. Toma.

Se acercó en dos zancadas enanas y se depositó un pequeño pergamino en la mano, se la cerró y le dio una palmadita en la mejilla.

— Hala, ya puedes irte a cobrar. Para ser un chaval tampoco lo has hecho tan mal, tendrías que haber visto al último que me enviaron. Supongo que el sistema educativo ha mejorado ligeramente.

Despues de volver a dorarle un poco la pildora volvió a meterse para dentro, haciendole señales a Juro de que desalojase la entrada.

Juro se quedó ahí plantado, manifestando todo su enfado e ira delante de la tienda, como si eso fuera suficiente. Poco después, volvió a salir el hombre de la tienda. Parecía llevar algo en la mano. Con la premisa de que se le olvidaba algo, le tendió un pergamino.

— Hala, ya puedes irte a cobrar. Para ser un chaval tampoco lo has hecho tan mal, tendrías que haber visto al último que me enviaron. Supongo que el sistema educativo ha mejorado ligeramente.

« ¿Eh? »

Todo el enfado desapareció de golpe. Ahí tenía el aprobado de la misión. Por alguna razón, con aquello bastaba. Soportar a tanta gente había merecido la pena. De verdad iba a cobrar.

— Yo... Gracias... — murmuró, ligeramente avergonzado.

Entonces, el hombre se metió otra vez y Juro se quedó solo. Pero con la prueba de su éxito.

« ¡Lo logre! ¡Lo logre! »

Con esa ilusión, saldría prácticamente corriendo de la torre de ocio, hacia el edificio del kage. Bajaría la torre y intentaría seguir las indicaciones que el hombre le había dicho para llegar hasta ella, solo que en este caso, al contrario, para regresar al punto inicial. También miraría hacia el cielo, buscando el edificio del Kage, para evitar problemas.

En su ilusión se perdió un par de veces, se golpeo con unas cuantas personas en su alocada carrera, pero una vez fuera de la Torre de Ocio hasta un niño pequeño puede reconocer el dojo de su Morikage.

Cuando llegará, vería al mismo viejete más musculado que casi todos los jounin jovenes del lugar en el mismo sitio donde lo había dejado, tras el mostrador de secretaría.

Juro llegó hasta el edificio del Kage, totalmente agotado. Después de chocarse contra muchas personas, perderse unas cuantas veces en el camino y correr hasta la extenuación, había logrado llegar.

Recuperó el aliento y se atrevió a adentrarse en el edificio, con actitud formal. Se dirigió al mismo secretario que le había dado la misión, y cuando pudo acercarse a él, trató de volver a adaptar un tono serio y formal. Ese tio parecía capaz de partirle por la mitad con un solo dedo.

— Buenas tardes. Soy Eikyu Juro, Genin — aclaró. Probablemente durante el día habría llegado más gente, y quizá no le recordaba —. Aqui traigo el resultado de la misión de rango D que se me ha dado esta mañana.

Juro le entregó el pergamino que el señor dependiente le había dado, con un deje de ilusión. Cuando abandonó su posesión, sintió que le quitaban un enorme peso de encima.

Lo había logrado.

Los ojos del secretario estuvieron sobre él desde el primer momento en que había entrado por la puerta y había visto como estaba cansado de venir corriendo al edificio y como se ponía recto para acercarse al mostrador.

— Buenas tardes. Soy Eikyu Juro, Genin

— No estoy tan mayor, Juro-san. Hohoho.

Se río mientras se atusaba la barba, la verdad es que sí estaba tan mayor, pero sus musculadas neuronas seguían funcionando perfectamente. Al igual que sus orejas y ojos, aunque no tanto su vejiga y sus riñones.

— Aqui traigo el resultado de la misión de rango D que se me ha dado esta mañana.

Agarró el pergamino con un cuidado extremo y lo abrió con delicadeza, un segundo despues ya estaba guardado y con una bolsa encima del mostrador. La cual dejó con el mismo cuidado como si en vez de ryos dentro hubieran bombas.

— Ahí tienes, 500 ryos por lo bien que lo has hecho. Hasta la proxima.

Juro se sonrojó un poco cuando el secretario le indicó que no era tan mayor como para haberse olvidado del chico que había venido esa misma mañana a la misión. Todo era mucho más familiar de lo que pensaba ahí, incluso en los secretarios. La villa entera era como su casa.

— Ahí tienes, 500 ryos por lo bien que lo has hecho. Hasta la proxima.

— ¡Gracias! — exclamó, recogiendo la bolsa de monedas que con tanto cuidado el hombre había depositado en la mesa.

Después de hacer una reverencia y despedirse, se marchó del edificio, con una sonrisa en el rostro. Agitó la bolsa un poco y disfrutó del sonido que hacía el dinero.

«"Necesito más. Mucho más. Pero para empezar esta bien"»