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Parecía que habían llegado en el momento justo, ya que parecía que no había nadie además de ellos. Cuando escuchó un ruido provenir de su compañero y le miró dereojo, entendió porque no había mucha gente. Podía ser que toda la gente esté almorzando en ese momento, incluso no parecía haber nadie que los atendiese. «La verdad que yo también tengo hambre.» Puso sus manos en su propia barriga y suspiró. Sabía que después de eso tendría que ver que podía comer.
Un perro salió de una puerta con una bolsa en la boca y se dirigió hacia los dos. Prosiguió a hablar de manera ininteligible, pero no parecía ser por la razón que Nao tenía pensado.
—Sácate eso de la boca o no te vamos a entender. — Sonrió. —¿Quieres que te tenga eso?
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El perro alzó una ceja en un gesto demasiado humano para lo que Nao estaba acostumbrado, siendo que el animal bajó la bolsita al suelo y clavó sus ojos fijamente en la kunoichi.
—¿¡Dejarte a cargo de mi almuerzo!? JAJA PRIMERO MUERTO QUE DARTE MIS SANDWICHES DE POLLO — ladró el can enseñando los dientes.
El joven Nao parpadeó, tratando de esconder infructuosamente su sorpresa ante la perfecta habilidad del perro para comunicarse en el lenguaje humano. Ciertamente sabía que los animales ninja eran inteligentes, pero no a ese nivel. Como fuese, sería de ayuda mientras pudiera indicarles donde estaba Karaga.
—A buena hora han regresado, ¿no podía tardarse algo más...? — Bufú, observándolos de pies a cabeza. --¿Realmente trajeron algo? Los veo con las manos demasiado vacías.
El joven movió el pincel en su boca y rodó los ojos.
—Utilizamos fūinjutsu.
—Bah, esas brujerías — Se dió la vuelta y tomó de nuevo la bolsita. —¡Sgnm! Ls llvr cn Krg — Masculló para luego abrir la puerta con una de sus patas.
El joven Nao se quedó observando a su compañera.
—Creo que quiere que lo sigamos — Se encogió de hombros para luego irse por el pasillo que tomó el perro.
Pasarían por el recinto que estaba bastante vacío, aunque era posible ver algunos animales domésticos que jugaban en algunos grandes patios del interior. Tras seguir al doberman, este llegaría hasta otra puerta y la abriría, siendo que adentro estaba una kunoichi morena de pelos rizados, con una bata blanca encima de sus ropas de shinobi.
—¿Oh...? No los esperaba tan pronto — diría bajando su taza de café y cruzándose de piernas en su asiento.
Ausente los fines de semana
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No pudo evitar reírse de la reacción que tuvo el doberman, ahora ya sabía que tanto le enojaba a los perros que le saquen la comida. Bueno, ya sabía que les molestaba pero no tenía idea que fuera tal ofensa.
—¡Heyyy! ¿Me viste cara de ladrona de almuerzos? — Sonrió jocosa. —Solo quería una mordidita.
Evidentemente estaba bromeando. Si, solo eso... «Aunque... no me vendría para nada mal un sandwich de pollo. Si, un buen sandwich de pollo.» Sea como sea, era evidente que no habían llegado en la hora idónea. Incluso el canino estaba almorzando. Pero, ¿qué le iban a hacer? Era justo a la hora que habían llegado y no iban a hacer tiempo por ahí solo para llegar a un mejor horario. Quizá pudieron haber hecho una pausa para almorzar, pero, por lo menos Jun, ni siquiera había contemplado ese detalle. Por suerte, era algo que ya podía tener en cuenta en un futuro.
Al nombrar el fūinjutsu, la chica sacó el pergamino que contenía lo que habían encontrado. Casi se olvidaba que lo tenía ahí.
—Eso parece. Me alegro que ya vayas entendiendo mejor el idioma perruno. — Le dijo a su compañero.
Sin poder sacarse la sonrisa de la cara, siguió al perro que, tan amablemente, les había abierto la puerta con una de sus patas. En el paso por el recinto vio unos cuantos animales jugando entre sí. Parecía que Karaga tenía bien armado todo ese lugar. Era cuanto menos fascinante para alguien que amara los animales.
Al abrir la otra puerta, miró a la mujer de rizos, que parecía andar ocupada con una taza caliente.
—S-si, los sentimos por llegar en esta hora. Pero creemos haber encontrado lo que buscabas.
Apoyó el pergamino en el piso e hizo una secuencia de sellos. Luego de unos segundos, aparecería el tan preciado objeto que habían encontrado la dupla de ninjas.
—Escuche. Mientras hicimos esta misión con Nao, nos surgieron algunas dudas. No sé si le es de mucha molestia respondernos algunas preguntas que tenemos.
Mirando la situación desde otro ángulo, no era tan mala la hora en la que habían llegado. Podrían haber llegado en el momento justo para que la mujer les responda las incertidumbres que se les había quedado en el aire a ambos.
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14/04/2022, 01:30
(Última modificación: 14/04/2022, 01:31 por Akamatsu Nao.)
Karaga, en silencio, observó el trozo del arma. Hubo un silencio muy largo en esa habitación, quizá solo interrumpido por los animales que jugaban en el exterior y se divertían, ajenos completamente a la tensión que se juntaba ahora en la oficina de la ninja veterinaria.
—Esto es, en realidad, más de lo que esperaba — sonrió, pero era una sonrisa sombría. —Ciertamente tienen dudas, y es normal. En realidad, adicionalmente a lo que escribí en el pergamino, le había dicho a mi perro Ryogaku, que platicara, ciertos detalles contigo al entregarte el pergamino, pero me dijo que saliste corriendo de inmediato sin darle oportunidad a decirte nada—. Pasó su mirada al joven —¿Akamatsu, verdad? Lamento haber intentado ocultar esto de ti, pero en realidad, mi senpai y yo sólo habíamos contemplado decirle a Jun de esto debido a que ya había recibido una misión antes así. Que asignaran otro genin a mi solicitud fue, algo inesperado.
El joven de cabellos castaños frunció el ceño por la manera tan deliberada en que la kunoichi admitió que planeaba dejarlo fuera. Pero por el otro lado, entendía que hubiesen querido esconderlo si se trataba de hacer algo con segundas intenciones en esa casa.
—Pero al final, supongo que nosotros terminamos descubriendo las cosas por nuestra cuenta — Afirmó mientras se reacomodaba el pincel en la boca.
La Inuzuka dejó a un lado su bebida.
—No tienen ni idea, de lo mucho que ese objeto puede llegar a cambiar la vida de mi senpai — Observó a la espada rota sobre el pergamino, y luego posó su mirada en los genin. —Adelante, pueden preguntar lo que quieran y yo responderé. Es lo mínimo por meterlos en esto— Ofreció.
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Parecía que habían dado en el clavo con el pedazo de arma que le llevaron a su clienta. Después del silencio, Karaga expresó que esperaba mucho menos de lo que habían llevado. Aunque le perturbó un poco la sonrisa con la que miraba el arma, era cuanto menos extraña.
—Oh... lo siento. — Expresó al escuchar lo del perro. Lo que había pasado la otra vez es que se había quedado hablando más tiempo, pero en esta oportunidad salió como bala directamente a la acción.
De todos modos, parecía cuanto menos curioso que quisiesen darle todos los detalles a ella. Parecía que el perro iba a aclarar los detalles de que objeto estaban por buscar. Por lo que queda aún una duda ¿Sabían Kagekatsu y Karaga que ella leyó la carta? Era de las preguntas menos importantes, pero con la información de la carta pudieron deducir gran parte de toda la misión. Si tan solo Ryogaku hubiera llegado a darle la información, todo hubiera sido mucho menos engorroso.
—Y menos mal que fue así. Para serle sincera, gracias a Nao dedujimos mucha de las cosas que necesitábamos saber para encontrar eso. No se si pudiera haberlo hecho sola sin la información que me faltó oír de Ryogaku. — Se sinceró frente a todos.
Tenía que admitir que gran parte de las deducciones vinieron del lado del chico, ella sentía que más bien solo había aportado algún que otro dato útil y alguna opinión que pudo servir.
La mujer, luego de dejar su bebida, admitió que su senpai se alegraría mucho con ese objeto ¿Quién se podía alegrar con un objeto que, probablemente, había sido artífice de un asesinato? Digamos que el ex jōnin no estaba en sus cabales como para pensar con lógica, pero solo había pocas opciones por las que alguien se alegraría de tener eso. Estaba loco pero parecía ser bastante inteligente y eso no lo podía negar.
—Espera, ¿por qué Kagekatsu se pondría feliz con eso? — Preguntó extrañada, mirando con confusión a la Inuzuka. —¿Qué pasó exactamente allí? ¿Quién fue la victima? — Miró, ahora, el metal ensangrentado. Estando en la casa y sin aún haber visto el arma, ya la chica había imaginado que lo que había pasado ahí no había sido un simple asesinato, y necesitaba saber bien que fue si querían llegar a fondo con eso.
Tenía alguna que otra pregunta más, pero quizá con la explicación de esas preguntas se le presentaran más piezas para terminar ese rompecabezas que se habían armado con su compañero.
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17/04/2022, 06:47
(Última modificación: 17/04/2022, 06:50 por Akamatsu Nao. Editado 1 vez en total.)
Karaga mantuvo un silencio largo, observando el metal. Suspiró. No era algo fácil de decir en lo absoluto.
—La víctima era la esposa de Kagekatsu-senpai — Dijo con un tono sombrío.
Nao estaba tratando de unir piezas. Se sorprendió que la Inuzuka no les recriminara por haberse metido donde no les llamaron, pero en su lugar, parecía cooperar. Si la memoria no le fallaba al joven Akamatsu, el "senpai" era la persona extraña con quién Jun había hecho contacto. Ciertamente, en esos momentos el joven de la lluvia estaba teniendo problemas para deducir que sucedió, aunque quizá podrían esperar la respuesta por parte de la médica.
—Es, un caso que permaneció impune durante mucho tiempo... — La mujer se sentó firme. —La esposa de Kagekatsu fue asesinada, y todas las pruebas apuntaban a que el asesino había sido su propio padre, el suegro de senpai — Observó el metal. —Cuando le leyeron la mente, la ANBU encontró en sus recuerdos la imagen de él asesinándola. Sin embargo, el juró que él no lo hizo. De hecho, afirmó que tenía un vacío en su memoria sobre lo que realmente sucedió durante todo el día en que ocurrió el incidente. Extraño, cuanto menos, ¿no lo creen?
—¿Siguió alegando inocencia aún cuando la ANBU encontró en sus recuerdos que él la asesinó? — Aquello en condiciones regulares, sonaba ridículo. Pero por las palabras de Karaga, algo extra parecía torcerse en ese caso.
—Sin embargo, en ese momento, su espada con la que supuestamente se realizó el crimen, jamás fue encontrada... No importó, y fue ejecutado — La mujer tomó sorbo de su bebida, en una breve pausa. —Sin embargo, tiempo luego, la hija de Kagekatsu desapareció, y hallaron sólo sus piernas, mutiladas, dentro de la casa de la familia de Kagekatsu— De pronto, las cosas empezaron a tornarse oscuras. —Él fue arrestado, aunque juró completamente su inocencia. Durante este período, su hijo pequeño también desapareció. El verdadero responsable, había sido un agente de la ANBU de apellido Fujiwara. El mismo que había llevado y cerrado el caso anterior.
Nao abrió los ojos. Ciertamente captó rápidamente lo sucedido, siendo que el asesino podía mover fácilmente las piezas si él era la autoridad que directamente había estado manipulando la información del caso.
—Él no había matado a la niña, sólo le había cercenado las piernas — negó con la cabeza. —Perdón si esto suena demasiado horrible, es la razón por la que no contamos muchos detalles al inicio.
—Es entendible...
—Al final, Fujiwara parece haber forzado al hijo de Kagekatsu a un juego macabro con tal de dejar ir a su hermana. ¿Saben curiosamente con qué? Con la otra mitad de esa espada — Su mirada mostraba un gran desdén. —Luego de ello, Fujiwara se suicidó.
—¿¡Qué!? — Parpadeó. —No, cómo. ¿Qué sentido tiene esto?— La pregunta era necia. Ciertamente, lo único que podía pensar es que se trataba de un psicópata. —Mierda. Ni siquiera, ni siquiera quedaba algo a lo que él pudiera dirigir su odio, ni siquiera podía vengarse porque el asesino estaba muerto...
—Kagekatsu-senpai empezó a mostrar una enorme inestabilidad emocional. Su hija quedó en silla de ruedas para siempre, mientras que su hijo, aunque lastimado, se volvió un shinobi, pero su estado mental no parecía el ideal. Al final, dieron de baja a Kagekatsu-senpai al no ser apto para continuar en servicio. Toda la gente empezó a hablar mal de él, y él terminó viviendo en la calle, culpándose por algo que él ni siquiera podía arreglar — La Inuzuka se puso de pie.
Karaga observó el trozo de espada, y ella misma lo selló de nuevo en otro pergamino.
—Con este trozo de espada, si aún tiene las huellas de Fujiwara, al menos podría probarse que el suegro de Kagekatsu no fue el que cometió el crimen, y se podrá limpiar su nombre. Es un caso muy severo, pues una persona inocente fue inculpada y asesinada. Senpai lo sabe, así que aunque no pueda traer de regreso a los muertos, quiere que se sepa de verdad quién fue el culpable del asesinato de su esposa.
—¿¡Acaso no pudieron sospechar nada en absoluto cuando Fujiwara secuestró a los niños!? ¡Es absurdo! — Nao estaba alterado. No podía creer semejante incompetencia. —¡ÉL TENÍA EL ARMA QUE FUE USADA PARA EL CRIMEN!
—Kagekatsu teme, que Fujiwara tuviese al menos un cómplice más dentro de la ANBU. Tuvo que ser algo mucho más elaborado, como para que consiguieran inculpar a su suegro. Los motivos, aún son desconocidos. Senpai no puede salir de la aldea, lo tiene absolutamente prohibido. Yo tengo demasiadas responsabilidades en el hospital ahora mismo como para salir a indagar. Ciertamente, lamentamos una vez más que ustedes se vieran metidos en esto. — Hizo una pausa larga, y luego juntó sus manos. --¡Pero no deben preocuparse! Yo reportaré que ustedes me entregaron todo, y cobrarán su misión como si nada hubiese pasado. Lamento haberlos usado de tapadera— Sonrió, tratando de aligerar el ambiente.
Nao suspiró y se reacomodó el pincel en la boca. No podía pretender que todo iba a seguir con normalidad luego de aquella explicación. Le sería difícil quedarse tranquilo.
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Un escalofrío tremendo le recorrió el cuerpo cuando escuchó quien fue la persona que murió allí. Pero todo eso era el principio de todo, no era ni siquiera la punta del iceberg de todo el caso.
Un padre asesinando a su hija no era pan del día a día. Mucho menos cuando se sabe que estos casos se pueden investigar de manera tan fácil. Como mencionó la mujer, la ANBU podía simplemente ver sus recuerdos y ver que es lo que hizo. Sin embargo, el suegro de Kagekatsu parecía no aceptar que había cometido tal acto. «¿Se podrá ser tan descarado?» Estaba igual que sorprendida que su compañero, que hizo la pregunta lógica que cualquier persona le vendría a la mente.
Pero es que había algo más. No había encontrado el arma del crimen y, sin más, el hombre fue ejecutado. «Pero, ¿qué carajos? ¿Ni investigaron el porqué del actuar del tipo?» Y, por si las cosas en la vida de Kagekatsu parecían ser bastante traumáticas a ese punto, se venía la parte más fuerte.
Perpleja en su sitio se quedó cuando escuchó lo que le hicieron a la hija y al hijo de ese hombre. Era muy difícil de digerir toda esa historia ¿Qué clase de demente iría a cortarle las piernas a una persona? Todo este relato no solo demostraba que el actor de todo esto tenía un grave problema, sino que también demostraba que tenía algo personal con aquel hombre. Como si iría marcando victima por victima a dedo, intentando que cada uno de sus crímenes le duela más que el otro. Y, para el colmo de todo, el que realizó eso era, ni más ni menos, que un ANBU. Se apellidaba Fujiwara.
Cuando Karaga pidió perdón por lo horrible que sonaba todo, Jun solo asintió con la cabeza. Por mucho que intentaba, no podía disimular lo mucho que le afectó todo lo que contó. Pero no quería que se detuviese, después de todo, era ella la que en un principio quería saber que había detrás de todo eso.
Ahora sí, miró de golpe a la médica cuando mencionó el suicidio, y luego a Nao cuando habló. Cuando volvió a mirar a la mujer, sus ojos se empezaron a tornar lagrimosos. El arco de Fujiwara terminó con su muerte, causada por él mismo, pero no sin antes dejar atrás un río de sangre y de complejos trucos para dejar en la mierda a cualquier persona. No le bastó con matar a su esposa, deduciblemente, y a su suegro. También secuestró a sus hijos y dejó a ambos en muy mal estado, física y mentalmente. Finalmente, Kagekatsu terminó en la calle, tremendamente derrumbado después de la bataola de tragedias que había vivido su familia. «¿Por qué?...»
La espada que tenían en frente y que luego selló la médica, era la herramienta para que la psique de ese hombre pueda estar un poco mejor. Pero el daño ya estaba hecho, ya todo había sucedido. Era como poner una curita encima de un desmembramiento. La chica ni siquiera giró al escuchar a Nao tan impotente y alterado. Por dentro se sentía igual pero no podía soltarlo aún, primero tuvo que secarse las lagrimas que tenía a punto de deslizarse por su mejilla. Pocas veces podía dejar su orgullo de lado para mostrarse en ese estado, pero en ese preciso momento eso no era ni importante. Evidentemente, en la vida había cosas mucho más importante que esas.
Dejó un momento de silencio cuando terminó de hablar la Inuzuka, la cual sonrió como sí todo lo que hubiera dicho antes se resolvió después de encontrar un objeto. Como si todo eso no hubiera existido o como si ya no se pudiera arreglar el problema que había allí, porque para ella aún había un gran problema. Era verdad que Kagekatsu se iba a poner un poco mejor, pero no era suficiente. Se acercó a la mujer y le miró molesta.
—¡Ni misión ni mierdas! Los ryos me importan una mierda. — Exclamó con la voz totalmente rota y atragantada. —¡¿C-como puede ser que haya pasado todo esto?! Arruinaron completamente la vida a muchas personas. Ejecutaron a alguien sin hacer una investigación a fondo. Ni siquiera se miraron su propio culo para darse cuenta que dentro de la ANBU hay gente haciendo esto. — Sin pensar, golpeó con el puño cerrado una de las paredes. —¡ES UN ASCO! ESA... esa impunidad que manejan... Ayer fue Kagekatsu. Hoy puede ser una persona diferente y mañana otra ¿Qué tipo de personas están dentro de la ANBU o, incluso, a qué personas se les permite ser ninjas? ¡No puede ser que alguien le haga eso a nadie, sea por la razón que sea y salir ileso! ¡Se supone que trabajan para investigar, hacer justicia y mantener el orden! ¿De en serio esto es justicia? ¿Culpar personas rápidamente, ejecutar por ejecutar y arruinarle la vida a un hombre? ¡Me parecen tan... tan...! — Nuevamente, las lagrimas empezaron a brotar de sus ojos y se le notaba nuevamente apagada luego de la alteración que llevaba. —Tan injusto.
Después de tremenda verborrea, se calló por unos instantes, buscando un poco de calma en su ser.
—Lo siento por el escándalo. — Realmente solo por eso, porque aún se encontraba con mucha impotencia sobre todo lo que le había revelado la mujer. De nuevo secó sus lagrimas con su sudadera. —¿Saben algo sobre el cómplice de Fujiwara? ¿Alguna pista?
Estaba bastante decidida en llegar al fondo de todo. De saber quien había sido el que ayudó al asesino y, si podía sacar información de este, saber que lo llevo a hacer todo eso. Quizá Fujiwara le había dicho a su cómplice el porqué de todo eso.
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Karaga retrocedió, topándose un poco en el asiento tras las palabras de Jun. Pero no podía culparla, pues la entendía. Ella misma estuvo al borde del llanto muchas veces. No había nada más de su "maestro" por mucho tiempo, hasta el día en que por simple casualidad mandó a una kunoichi llamada Ren a rescatar unos animales, descubriendo que Kagekatsu había decidido abandonar a su familia y de lo poco que tenía alimentaba a los perros callejeros. Había también enviado a un shinobi llamado Isamu a cuidar de la hija de su senpai, pero ella misma, se mantuvo en una gran inacción. Si, quizá ella no debió ignorarlo por tanto tiempo. Pero ahora las cosas iban a ser diferentes.
—No, pero ahora tenemos por donde empezar a buscar — Dijo con firmeza.
El joven de cabellos castaños colocó una mano sobre el hombro de Jun. Podía entender lo absurdo que sonaba todo aquello.
—Con ese trozo de espada, se verán forzados a reabrir el caso.
La Inuzuka asintió.
—Alguno de los cómplices de Fujiwara aún debe estar dentro de la ANBU. Obviamente habrá sido quién movió los hilos para que la corrupción se mantuviera impune. Pero no más. No sabemos si es uno o varios, no sabemos exactamente porqué odian tanto a Kagekatsu para hacerle lo que le hicieron — Se sentó de nuevo en su silla. —Pero ya no podrán ignorar lo ocurrido. Debe haber una purga y la verdad debe salir a la luz para limpiar el nombre de la familia de senpai. El daño está hecho, y quizá aunque todo esto se arregle el no pueda volver a ser un shinobi. Yo sólo soy una chūnin que se dedica a cuidar animales, pero deseo desde el fondo de mi alma hacer algo. Traté de hacer cosas pequeñas, pero ahora finalmente tenemos algo con que empezar.
»Y es gracias a ustedes, y a su ayuda, que esto es posible. Gracias, por esta oportunidad.
Hizo una reverencia.
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Jun suspiró al sentir la mano de Nao en su hombro y retrocedió unos pasos para atrás, ahora si mucho menos tensa que en el momento en el que explotó. Con las dos simples frases que habían soltado las otras dos personas allí, entendió que habían dado un paso bastante importante con lo que acababan de encontrar.
Karaga terminó por explicar un poco más sobre lo que pensaba, si había más personas o no metidas en la corrupción y su duda con respecto al odio que le tenían a Kagekatsu. Y, finalmente, les dio las gracias por la ayuda que representaba lo que acababa de pasar ese día. Era bastante sorprendente que un simple objeto pueda aportar tanta ayuda en aquel caso, cambiando totalmente el rumbo de las cosas.
—Gracias a ti por confiar y por abrirte con este tema.
Debería de ser difícil de explicar la situación que había vivido su senpai y todo sobre la corrupción en la ANBU. De entrada, no mucha gente creería lo de la ANBU, pero las pruebas estaban más que claras para que todo sea así. No podía haber otra explicación a lo pasado.
—Y cuenta conmigo para lo que necesites.
»Si no hay nada más, ya te dejo tranquila con tu café, que ya mucho lío acabo de hacer para la hora de tu descanso. — Rio nerviosa.
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La mayor de las kunoichis sonrió suavemente.
—Gracias a ustedes — Se recostó de nuevo en su asiento. —Debe ser desesperanzador para ustedes ver que incluso en los "superiores" que confían, no pueden darles seguridad. En palabras de senpai, solía ser mucho peor antaño... Yui-sama fue quién cambió la aldea para bien, pero aún con su dura mano de hierro, siempre quedarán huestes corruptas. Nuestro deber, es purgar las malas hierbas desde la raíz para que no vuelvan jamás a prosperar —. Observó con decisión a los genin. —Llegaremos al fondo de esto. Gracias por venir, espero puedan descansar. ¡Y me aseguraré que les llegue el jugoso sobre de ryōs!— Rió e hizo una última reverencia.
—Muchas gracias — Correspondió la despedida inclinándose él mismo. —Con su permiso — Se retiraría de la estancia, esperando la compañía de la joven Nara.
Una vez dirigiéndose hacia las afueras de la instalación, se quedó pensando mucho en lo que acababan de vivir, y de cómo una misión sencilla ocultaba algo tan oscuro.
—Pese a todo, ni siquiera la autoridad es perfecta...
Soltó su pensamiento al aire.
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—Gracias. — También dio una pequeña reverencia para despedirse, al igual que su compañero, y salió con este de la oficina.
Si bien luego de todo se había controlado bastante, no podía evitar seguir pensando y asqueándose con la revelación que tuvieron ese día. Ya de entrada despreciaba, sin mucho descaro, lo extremo que era a veces esa "mano dura" que tanto caracteriza a Amegakure. Admitía que gracias a ello se solventaron muchos problemas y los ninjas de allí ganaron mucho respeto. Pero no sentía que era justificativo para las formas que se manejaban. Había cosas que para ella eran un exceso.
Y ahora se le suma un caso de corrupción dentro de un mismo organismo en el cual se le tiene total confianza de poder. No era poco para Jun que la ANBU estuvo haciendo chanchullos a costa de todos y que nadie pudo hacer nada para frenarlos. Si había uno a la luz, podía haber muchos más en la oscuridad. O quizás era un caso aislado, pero para la chica ya le era suficiente para comenzar a formar una opinión propia sobre todo esto.
—Parece que nunca lo fue. — Ni pispeó hacia Nao.
Por unos segundos parecía que todo lo que iba a seguir de esa charla sería serio y profundo. Pero ella no era así, ¿no?
Rio sin contexto y ahora si le miró sonriente.
—Pero que sabré yo. Supongo que todo funciona bien así. —Dijo jugando un poco entre lo real y lo satírico, casi sin convencerse ella misma de sus propias palabras.
Como al principio, extendió su puño en señal de saludo, esperando que su compañero le choque.
—Ya me voy yo. Un gusto Nao.
Si el muchacho no tenía nada más para decirle, la chica se marcharía del lugar.
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No quedaba más que dudas y palabras. Por ahora, habían llegado al limite de lo que podían hacer en ese caso. Seguramente, no tendrían noticias públicas de ello en un buen tiempo hasta que pudieran cerciorarse de lo ocurrido, y causar un escándalo por lo sucedido sería más dañino que prudente en la situación política actual donde una amenaza tan grande se cernía sobre ellos. «Un caso de corrupción así no podría haber sido llevado a cabo a menos que los que realizaron todo el seguimiento del caso fueran justamente, los que tergiversaron todo para inculpar a la familia de ese tal Kagekatsu.» No sabía a ciencia cierta, como podría manejar aquella información.
—Ciertamente, aunque existan manzanas podridas, el árbol siempre permanecerá fuerte y con frutos dignos — Comentó, buscando la manera de ser lo menos fatalista posible, tratando de no ser tan negativo como de costumbre.
El joven entonces haría una última reverencia, correspondiendo la despedida de la joven.
—Ha sido un placer, Nara-san — Se irguió. —Siempre será un gusto volver a cruzar caminos, y si alguna vez tenemos que trabajar de nuevo en equipo, podrá contar conmigo. Hasta que nos encontremos de nuevo, adiós — se despediría, caminando bajo la lluvia con su paraguas y su pincel en la boca.
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