Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Uno por la izquierda, otro por la derecha, con la mopa para arriba y para abajo, la verdad es que limpiar no parecía una cosa muy dura, teniendo en cuenta que ya habían montado un escenario, Eri se había hecho daño en el pie y a parte de eso había tirado un cubo de agua... En fin, que ya iban servidos lo suficiente para que ahora la limpieza les costase un infierno.
Una vez ambos se encontraron en la mitad del lugar, Eri señaló las fregonas y ambos se pusieron de nuevo manos a la obra, las sillas ya estaban sacadas en un rincón del lugar así que solo faltaba salir fuera para esperar que se secase, recoger los utensilios de limpieza y avisar a Daichi de que todo había salido bien.
— No limpiaba tanto desde hace un año, ¡dentro de poco me toca hacer limpieza general en casa! — exclamó mientras dejaba la fregona en un rincón y salía fuera del recinto mientras el suelo se secaba, abanicándose con su mano izquierda mientras, a su lado, Nabi tenía que estar pasándolo igual que ella. — Ahora solo tenemos que avisar a Daichi-sa-
— ¿Me necesitáis? — Preguntó una voz casi a sus espaldas, mejor dicho, a su derecha desde detrás. — ¿Ya habéis terminado? — Sin recibir respuesta, el hombre se asomó por entre las puertas del lugar para quedar maravillado con el trabajo. — Vaya, sí que habéis hecho un buen trabajo, cuando se seque y recojáis todo venid a la entrada de la academia, os daré un pergamino que debéis entregar en el Edificio del Uzukage, ¡ahora nos vemos!
Y desapareció con un puff.
— V-vale... — La joven, perpleja, aun se preguntaba cómo era posible que hiciesen eso tantas veces, ¿no hubiera sido mejor irse andando? ¡Estaba en la escuela!
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Intenté darlo todo en esa limpieza y creo que lo consegui, porque al final todo acabó brillando más que lo que había brillado el suelo de mi casa durante toda su existencia. Cuando acabamos con la mopa tuvimos que agarrar la fregona y volver a repetir el proceso, la verdad es que había mierda para hacer un concurso porque eso llevaba sin usarse desde el año pasado seguro.
— No limpiaba tanto desde hace un año, ¡dentro de poco me toca hacer limpieza general en casa!Ahora solo tenemos que avisar a Daichi-sa-
Iba a decir algo, pero ni a Eri-hime le dio tiempo a acabar de hablar pues Daichi-san se apareció como llevado por Satan.
— ¿Me necesitáis?¿Ya habéis terminado?Vaya, sí que habéis hecho un buen trabajo, cuando se seque y recojáis todo venid a la entrada de la academia, os daré un pergamino que debéis entregar en el Edificio del Uzukage, ¡ahora nos vemos!
Tampoco pude decirle nada porque desapareció como había aparecido, con ayuda de Satan.
— Bueno, pues acabemos con esto.
Suspiré antes de empezar a recogerlo todo intentando no pisar demasiado lo fregado. Una vez todo estuviese en su sitio esperaría las ordenes de Eri-hime.
— ¡Sí!— Alegó. — Espera, Nabi-kun, vacía los cubos fuera mientras yo guardo lo demás, luego guarda tu los cubos y ya estaría todo.
Explicaría mientras se dirigía al interior del lugar con las fregonas y las mopas con cuidado de no destrozar nada como bien Nabi había hecho con su tarea, una vez todo bien colocado en el almacén como se lo habían encontrado al principio, volvieron a ir con cuidado hasta abandonar el lugar.
— Bien, vamos a ver a Daichi-san.
• • •
— ¡Hola chicos! ¿Fue muy difícil la tarea? — Preguntó Daichi mientras terminaba de firmar aquel pergamino que se encontraba reposando sobre la mesa de la recepción.
— Fue... Fue bastante entretenida.
¿Cómo quería aquel hombre que describieran una misión así?
— Todos opinan que las misiones de limpieza son aburridas... Que prefieren acción, lo entiendo chicos, pero necesitamos aprender a gatear para andar. — Afirmó mientras enrollaba el pergamino. — Aquí tenéis, id al edificio del Uzukage y entregad esto, felicidades chicos, habéis hecho un buen trabajo.
— Gracias señor.
Eri fue quien tomó el pergamino y lo guardó en el portaobjetos, luego se despidió con un movimiento suave de mano de Daichi y junto a Nabi abandonaron la Academia de nuevo, por segunda vez; en aquel año.
— ¡Hemos completado nuestra segunda misión! ¡Choca! — Exclamó mientras subía la mano, sin dejar de caminar en todo momento. — Formamos un gran equipo, Nabi-kun.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
2/06/2017, 21:48 (Última modificación: 2/06/2017, 21:48 por Inuzuka Nabi.)
— ¡Sí!Espera, Nabi-kun, vacía los cubos fuera mientras yo guardo lo demás, luego guarda tu los cubos y ya estaría todo.
Una vez más, Eri-hime se adaptó al puesto de lider como si hubiera nacido siendo Kage, dando ordenes precisas y sencillas que hasta un tonto como yo podría entender.
— Por supuesto, jefa.
Hice las cosas tal y como me había mandado Eri-hime y fuimos a por Daichi-san.
— ¡Hola chicos! ¿Fue muy difícil la tarea? —
— No demasiado.
— Todos opinan que las misiones de limpieza son aburridas... Que prefieren acción, lo entiendo chicos, pero necesitamos aprender a gatear para andar.Aquí tenéis, id al edificio del Uzukage y entregad esto, felicidades chicos, habéis hecho un buen trabajo.
— Muchas gracias, Daichi-san.
Hice una pequeña reverencia al despedirnos del venerable anciano y segui a Eri-hime de camino al edificio de la Uzukage.
— ¡Hemos completado nuestra segunda misión! ¡Choca!Formamos un gran equipo, Nabi-kun.
Eri-hime me ofreció su divina mano para chocar los cinco como muestra de que somos los más mejores que jamás haya tenido Uzushiogakure y yo tuve que aceptar. Pero tenía que tener cuidado, debía ser un choque gentil pero firme, amable pero fuerte, sereno pero apasionado. Así que acerqué mi mano a la suya y le di un suave golpecito con la fuerza de un peo, prefería no hacerle daño a quedar masculino.
Masculinidad tengo mucha, pero Eri solo una.
— Eres una gran líder, espero el día en que te nombren Uzukage con impaciencia.
Le dije con una sonrisa y una vocecilla que no paraba de repetirme, dile que la amas, besala, amala, confiesa, maldito rubio teñido de mierda, mirala, es preciosa y tienes que confesarte, que te confieses, joder, maldito inutil. Pero la ignoraba a cambio de poder disfrutar de la presencia de Eri-hime a mi lado.
— Eres una gran líder, espero el día en que te nombren Uzukage con impaciencia.
— No exageres, tu fuiste mejor líder que yo cuando hicimos la misión con Riko. — Dijo ella mientras movía la mano restándole importancia al asunto. — Además, no aspiro a ser Uzukage, con ser una buena ninja me basta, Nabi-kun, ¿tu querrías ser Kage?
Era una pregunta inocente, algo para mantener una conversación hasta llegar al edificio de la Uzukage y entregar los dos pergaminos, así, tras un par de calles y unos minutos, ambos se encontraban bajo el amparo de las puertas abiertas del gran edificio donde, por desgracia, ya no se encontraba Shiona.
«Espero que allí donde estés... Veas que seguimos haciendo lo mejor para la villa.»
Su pensamiento duró lo mismo que tardas en cruzar el marco de las puertas, y, allí, detrás del mostrador se encontraba una mujer muy joven, de cabellos rojizos recogidos en una coleta y con sus ojos acaramelados fijos en la tarea que tenía delante, hasta que Eri entró en escena.
— Buenos días, venimos Senju Nabi. — Hizo una pausa para señalar a su compañero. — Y yo, Furukawa Eri, a entregar dos pergaminos de misión, el primero donde se nos es asignado y el segundo como símbolo de que la hemos completado sin problemas. — Explicó mientras entregaba ambos pergaminos a la recepcionista.
— Gracias chicos, dentro de poco recibiréis la recompensa, ¡gracias por cumplir con vuestra labor!— La joven recepcionista tomó ambos pergaminos a la par que hablaba con alegría, luego los archivó junto otros pergaminos donde había una gran D marcada y volvió a su tarea. — Que paséis una buena tarde.
— Muchas gracias, igualmente. — Hizo una ligera reverencia y se dirigió hacia la puerta esperando a que Nabi la siguiese para poder despedirse de buena manera. — Bueno, Nabi-kun, he de irme, ha sido un placer hacer otra misión contigo. — Alegó con una amplia sonrisa.
Pasó el pequeño puente y se volvió a girar.
— ¡Espero que la próxima vez vuelva a hacer equipo contigo!
Y se alejó mientras tarareaba una vieja canción.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
— No exageres, tu fuiste mejor líder que yo cuando hicimos la misión con Riko.Además, no aspiro a ser Uzukage, con ser una buena ninja me basta, Nabi-kun, ¿tu querrías ser Kage?
— No creo que este hecho para ser kage, no tengo maña con la gente. En cambio tú sí que atraes la atención de la gente y sabes como hacer que se te escuche.
El camino se me hizo incluso más corto que cuando habíamos ido, contra más tiempo pasaba al lado de Eri-hime, más rápido pasaba. Eso tenía que ser un Kekkei genkai suyo o algo así.
Me quedé embelesado escuchandola y mirandola mientras hacía todo el papeleo por mi hasta que me partió el corazón con un verbo conjugado de la forma más cruel
. — Nabi-kun, he de irme.
Ella sonrió, y yo la imité, por autoreflejo más que por querer. Fuimos juntos hasta el fin del pequeño puente que pasaba por encima de la zanja que rodeaba aquel edificio de indiscutible autoridad.
— ¡Espero que la próxima vez vuelva a hacer equipo contigo!
Seguía sonriendole, como un imbecil, como un gilipollas. ¡PERO DISELO!
— ¡Hasta otra, Eri-chan!
Le solté, feliz de la vida, mientras en mi cabeza sonaban gatos siendo atropellados. Eso no, tenías que confesarte, idiota. Lo tenías a huevo. Aún no es tarde, me dije a mi mismo mientras veia la cabellera morada de la kunoichi menearse al son de sus pasos tarareando una alegre canción. Diselo, abrí mis labios, pero se cerraron al instante. Quería decirselo... pero... no podía.
La ví alejarse y fui en dirección contraria, huyendo de mi propia debilidad. ¿Qué más tenía que pasar para que me confesara? No iba a caerme del cielo una oportunidad perfecta para hacerlo... Moriría solo.