Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
27/09/2020, 15:04 (Última modificación: 28/09/2020, 21:07 por Tsukisame Takumi. Editado 1 vez en total.)
Cojo esta misión como máster con un hueco de usuario estándar y no cobraré esta misión
Era una soleada mañana en la Hierba y Toshio se había dirigido al Edificio de la Morikage para recibir alguna misión. A la recepcionista según vio al genin se le iluminó la mirada y no tardó nada en adjudicarle una misión la cual consideraba "perfecta para las capacidades físicas" del pelirrojo. Al entregarle el pergamino el joven pudo ver que venía con un pequeño papel adjunto, un sencillo mapa para ser más exactos.
Allí se encontraba entonces el Kurogane, ya fuera del edificio, pergamino en mano y con una misión la cual parecía tranquila y sencilla.
(D) Temporada de caza
Publicada en: Kusagakure no Sato Solicitante: Shiroshika Momijikarasu Lugar: Bosque de Hongos
Shiroshika Momijikarasu está en su coto privado de caza junto a sus dos hijos y parece ser que este año la temporada ha sido más fructífera de lo normal, por lo que se necesita la ayuda de alguien fuerte que pueda cargar con suficiente peso. El coto de caza se encuentra en el Bosque de Hongos, entre Kusagakure y Tane-Shigai, y en el mapa adjunto vienen todas las indicaciones para llegar al refugio sin problema alguno. El objetivo es ayudar a Shiroshika-dono a transportar varias piezas desde el coto hasta su residencia en la Aldea.
Se hace especial hincapié en recordar el estatus de nobleza de la familia Shiroshika ya que su cabeza le da gran importancia a su "sangre azul" y espera que sea tratado con el debido respeto.
Allí estaba Toshio ya por fin fuera del edificio con el pergamino de su misión en una mano y con ánimos renovados para esforzarse todo lo posible en un nuevo día.
Por suerte el herrero no tenía ningún conocido cercano en el Valle de los Dojos cuando sucedió lo que sucedió, pero aún así solo debía echar un vistazo alrededor para ver el daño que había hecho Dragón Rojo en el mundo, y estaba seguro de que lo seguirían haciendo.
De todos modos, el chico ya se había mentalizado a que fuera el que fuera su papel en todo aquello, no había manera de que pudiera hacer nada si no recuperaba antes su vieja forma.
Sin más, el Kurogane abrió el pergamino y lo leyó detenidamente, antes de volver a guardarlo.
«"Tratarlo con el debido respeto mi culo". Lo que quiere es que le lama los pies».
Suspiró, resignándose.
— El trabajo es el trabajo. —Se dijo—. En cuanto ponga un pie fuera de la aldea, mi deber es ser profesional
Enseguida, el joven se puso en marcha para preparar sus armas, por si acaso, antes de prepararse dos botellas de agua y dos emparedados, que guardaría envueltos en una mochila antes de salir al refugio.
Ya pertrechado adecuadamente llegó a las puertas de Kusa, las cuales guardaban dos compañeros de oficio, un chūnin y una jōnin. Él era joven, puede que incluso más que el Kurogane y llevaba su largo y negro cabello recogido en una coleta; ella parecía algo más mayor, no más de veinticinco años, pero se le notaba una mirada más cansada y experimentada que a su compañero de guardia.
—¡Buenos días! —Exclamó el pelinegro cuando Toshio llegó a su altura. —¿Va a salir de la Aldea? En caso afirmativo, por favor, dígame ¿es por una misión o por motivos personales?
Su compañera dio una larga calada a su cigarrillo y, durante un leve instante, puso sus ojos en blanco y expulsó el humo como si de un suspiro se tratase.
— ¡Buenos días! —Saludó un joven guardia al Kurogane cuando el chico se acercó— ¿Va a salir de la Aldea? En caso afirmativo, por favor, dígame ¿es por una misión o por motivos personales?
Toshio rebuscó en su bolsa el pergamino de la misión para mostrárselo al guardia.
— Debo salir para cumplir una misión en el bosque. —Informó el chico a su compañero, con una sonrisa amigable—. No me debería tomar demasiado. Supongo que un día como máximo.
Si todo iba bien, el joven se despediría de sus senpai antes de continuar con su camino.
El chūnin fue a alargar la mano para coger el pergamino que Toshio le mostraba y, si este último no lo impedía, revisaría la oficialidad del pergamino. Echó un vistazo rápido, mero protocolo, pero entonces sus ojos se abrieron de par en par al fijarse mejor en un detalle del pergamino.
—Puff... —Resopló mientras volvía a enrollar el pergamino. —Una misión de Momijikarasu-dono... Mucha suerte con él chaval. —Le entregó el pergamino.
La jōnin, que hasta entonces había estado observando, lanzó el cigarro a la cabeza de su compañero de un capirotazo.
—¡Ayy! ¿Por qué? —Se quejó sacudiéndose el cabello.
—No asustes al chico Hideki, —Le reprendió. —el señor Shiroshika puede no ser la persona más amigable de la Aldea, pero si se trata de una misión no dará problemas de más.
—E-entendido Haruko-senpai. Bueno, —Miró al pelirrojo. —disculpa las molestias, está todo en orden. Puedes pasar.
—No te preocupes, seguro que puedes con ello. Mucha suerte. —Le animó ella mientras se apartaban para dejarle el paso libre.
Pero el chico no se pudo marchar enseguida, pues el chūnin debía echarle un vistazo al pergamino del pelirrojo.
Su reacción al leerlo acabó de confirmarle al Kurogane lo que pensaba: su cliente probablemente sería insufrible y bien podría considerarlo otro obstáculo en la misión.
«Pero sin importar lo jodido que sea, podré con él». Pensó, más para animarse a sí mismo que por pensarlo en realidad.
La jōnin, por otro lado, rompió su silencio para reprender al chico por intentar asustar al herrero, antes de que finalmente le permitiesen pasar, pero no sin antes unas palabras de ánimo.
—No te preocupes, seguro que puedes con ello. Mucha suerte.
— ¡Tranquilos! —Les respondió el joven mientras cruzaba las puertas—. Todo irá como la seda.
Ya fuera de la Aldea el sol golpeaba fuerte, suerte que ya dentro del Bosque de Hongos la sombra aliviaría este inconveniente. Atravesar el enorme bosque fúngico sería una odisea si uno no supiera hacia dónde debe ir, pero por suerte el genin contaba con el mapa que venía junto al pergamino.
Era un plano sencillo que en la parte de atrás incluía una serie de pequeñas indicaciones para llegar sano y salvo al refugio del coto de caza.
Seguir el sendero principal hacia Tane-Shigai
Tomar el desvío a la izquierda hacia los Arrozales del Silencio
Cerca de la "X" roja encontrará grabado en algunos árboles el símbolo de la esquina superior izquierda del mapa
Siga los árboles marcados de esta manera y llegará al refugio
Si se encuentra con un jabalí o cualquier bestia agresiva no intente hacerle frente, simplemente corra
Y estas eran las instrucciones que, a decir verdad, ya eran demasiadas para tratarse de un lugar situado dentro de aquel descomunal bosque.
El joven sacó su mapa para leerlo una vez más, antes de mirar también la parte de atrás.
«De camino a Tane-Shigai, tomo el desvío a los Arrozales del Silencio».
Sintiendo que aquellas indicaciones eran bastante sencillas de seguir, el joven genin sacó uno de los bocadillos para comérselo mientras caminaba algo apresurado hacia su destino.
El trayecto fue tranquilo, agradable incluso, una suave brisa cruzaba el bosque y resonaba en armonía con el sonido de las aves que se encontraban en los alrededores. Estuvo andando cerca de hora y media y, tras seguir las indicaciones del mapa, ya se debía de encontrar cerca de la X marcada en el mapa. Si echaba un vistazo a su alrededor no tardaría en encontrar en la base de un árbol la heráldica del clan Shiroshika, el kanji "白" acompañado de un par de astas de ciervo.
Ahí estaba la primera marca, pero aún tenía que encontrar las demás si quería llegar al refugio sin perderse por el bosque.
Vamos a probar los dados FATE, tienes que hacer una tirada de percepción a dificultad +1. Haz la tirada y rolea en el siguiente post dependiendo del resultado. Si sacas un éxito crítico consigues seguir las marcas sin problemas y encuentras el refugio en poco más de 5 minutos, si es un éxito normal vas algo más lento pero lo acabas encontrando a los 10 minutos, en caso de sacar un empate tardarás alrededor de unos 20 minutos dando vueltas de más y, finalmente, si fallas después de media hora sigues sin encontrar el refugio y estás perdido por el bosque.
Durante el camino no sucedió nada demasiado importante. El chico llegó hasta el primer árbol marcado al cabo de hora y media sin encontrarse con ningún jabalí o bestia salvaje, lo que era un enorme alivio para Toshio, pues incluso si era un ninja que podía defenderse, pelearse con animales o huir de ellos no estaba entre su lista de cosas preferidas, especialmente después de su última misión junto a Uchiha Kinumi.
«Genial, encontré la segunda marca». Pensó el chico, tomando aquello como un pequeño logro.
Encontrar el resto de marcas para seguir el camino no fue excesivamente difícil a partir de entonces, llegando a su destino alrededor de a los 10 minutos.
Al llegar al refugio, el joven genin miraría a su alrededor para buscar a cualquier persona que pareciese tener autoridad en el lugar.
El genin pudo apreciar aquel refugio, un edificio tradicional de gran tamaño para su función y, coronando un arco de entrada, brillaba la heráldica de la familia Shiroshika forjada en hierro. A simple vista no parecía haber nadie pero si uno se fijaba bien, asomado al marco de la puerta, había un joven de níveos cabellos. Este no tardó mucho en desaparecer y al poco otra persona apareció por la puerta.
—¿Quién va? —Preguntó mientras se quedaba de brazos cruzados un par de pasos por delante de la puerta, a unos cinco metros del Kurogane.
Era un señor de unos 30 años, con el pelo recogido en una larga trenza y una barba poblada ambos de color blanco, vestía ropas tradicionales de tonos fríos y, ajustado al obi, portaba un daishō de muy buena factura. Detrás de este, agarrado a sus faldones, se encontraba asomado el mismo chiquillo que estaba en la puerta cuando apareció por ahí el shinobi.
En el refugio no parecía haber nadie más aparte de Toshio y un chico de cabellos blancos que no tardó en marcharse al poco tiempo de ver al pelirrojo, desde detrás del marco de una puerta.
Mientras esperaba, el peliverde rebuscó en su portaobjetos el pergamino de la misión, suponiendo que el joven había ido a buscar a alguien.
Y así fue. Al poco rato otra persona cruzó la puerta.
—¿Quién va? —Preguntó un hombre de unos 30 años.
— Kurogane Toshio, a su servicio. —Respondió el joven con una reverencia—. ¿Es usted Shiroshika Momijikarasu-dono? Soy el genin al que contrató para ayudarlo a cargar con su caza.
—Mmh... —Miró de arriba abajo al genin. —Supongo que servirá, sígueme.
Comenzó a andar pegado a la pared del refugio y abrió un gran portón que daba a una especie de patio interior. Momijikarasu puso la mano sobre la cabeza del crío, el cual no se había despegado de su padre.
—Takesagi, ve a buscar a tu hermano.
—S-si padre. —Respondió con una gran sonrisa antes de salir corriendo hacia dentro del bosque.
Ya dentro del patio interior el pelirrojo pudo ver como era una zona de despiece, el suelo terroso tenía indelebles restos de sangre y en las paredes se amontonaban cornamentas y pieles de diverso origen. El noble se acercó a un gran bulto cubierto por una lona y al retirarla se descubrió una carreta llena hasta arriba de piezas de caza.
—Esto es lo que tienes que llevar a mi hacienda en Kusagakure, —Explicó poniendo una mano sobre una de las piezas. —pero no por el camino que viniste, te acompañará mi hijo mayor para que no te pierdas por el camino. —Se cruzó de brazos. —Que no le pase nada a la carga y si alguien intenta hacerse con ella que no viva para contarlo, ¿entendido?
El hombre le echó un buen vistazo de arriba a abajo a Toshio antes de decidir que era adecuado para la misión.
Siguiendo a su cliente, el herrero llegó hasta patio interior de la casa, que parecía ser el lugar que dedicaban para trabajar y despiezar todo lo que habían cazado. Toshio ya estaba acostumbrado a esa clase de vistas, pues todos los veranos participaba en la caza anual de Kusagakure.
«Esto me recuerda a aquella caza junto a Yuki y Tamao». Y eso, a su vez, le recordó otras cosas.
Momijikarasu, luego de revelar una carreta llena de piezas de caza, le explicó al genin que debía llevarla hasta su haciendo en Kusagakure, pero por un camino distinto y, que si alguien intentaba hacerse con la carreta, que no viviese para contarlo.
— Entendido. —Respondió Toshio—. Moveré la carreta hasta la entrada para esperar a su hijo, si le parece bien.
«Si me tengo que pelear con una sola persona, te cobraré extra».
Si su cliente no ponía pegas, Toshio se pondría manos a la obra.
—Entendido. Moveré la carreta hasta la entrada para esperar a su hijo, si le parece bien.
—Perfecto... —Dijo complaciente mientras se atusaba la perilla. —Mi hijo no tardará mucho en llegar, así que prepárate chico.
Momijikarasu se quedó de brazos cruzados viendo como el shinobi arrastraba la pesada carreta hasta la puerta, ahí pudo comprobar que no iba a ser moco de pavo desplazar aquel armatoste por medio del bosque. No pasó ni medio minuto cuando voló desde los árboles hasta el patio una figura menuda, pero ágil, y aterrizó gracilmente como si ningún esfuerzo le hubiera sido aparecer de la nada a aquellas velocidades y no estamparse en el intento.
—¡Buenas! —Dijo con energía. —¿Tú eres el shinobi contratado no? Shiroshika Ashitaka, encantado. —Parecía amable, más que su progenitor al menos, lo cual no era muy difícil.
El hijo del noble vestía ropas tradicionales similares a las de su hermano pequeño, pese a su pelo albino destacaban sus púrpuras ojos decorados con una sombreado y un punto sobre cada ceja de color rojizo y, finalmente, portaba un wakizashi y un tantō ricamente decorados en su obi junto con un arco de caza de buena factura con su carcaj a la espalda.