Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
8/06/2020, 14:39 (Última modificación: 8/06/2020, 14:43 por Tsukiyama Daigo. Editado 1 vez en total.)
«¡Está lista!»
El sonido del metal chocando contra el metal alertó a Daigo, pero eso no lo detuvo en lo absoluto. Por supuesto que ahora que había empezado no había ninguna manera de detenerlo.
Apenas el chico salió de la nube de humo se encontró cara a cara con las mismas esposas que había lanzado hacía, pero eso no cambió en lo absoluto su sonrisa o su mirada llena de determinación, o al menos no lo hizo hasta que...
... desapareció en una pequeña nube de humo.
«¡Está lista!» se repitió, saliendo de la nube de humo directamente hacia arriba, dando un enorme salto de casi diez metros de altura, evitando la mermelada que estaba a punto de atraparlo.
Un espectro de chakra apareció al lado del peliverde, que no tardó en cogerlo directamente de la cabeza, antes de concentrar una gran cantidad de chakra en su brazo.
—¡TSUKIYAMA...! —anunció con orgullo a la par que lanzaba el clon con fuerza directamente hacia Ayame—. ¡RYŪSEI-GUN!
El clon cayó como un meteoro buscando impactar directamente con Ayame.
Al primero le siguieron decenas de clones distintos, que fueron todos lanzados en cuestión de segundos no directamente sobre Ayame, sino sobre ella y sobre la zona diez metros a la redonda.
—¡VAMOS,VAMOS,VAMOS,VAMOSVAMOS! —exclamaban al vuelo, incapaces de contener la emoción del original.
Cada uno de ellos dejaba la misma estela verdosa tras de sí, que creó un pequeño espectáculo de luces durante los pocos segundos en los que los meteoros fueron lanzados, hasta que simplemente se detuvo.
Al último proyectil lanzado le siguió otro más, solo que este no dejaba una estela tan brillante tras de sí, ni gritaba, ni nada. Simplemente caía, exhausto por el esfuerzo que acababa de hacer.
Si nada lo detenía, Daigo sería el último meteoro en estrellarse contra el estadio.
- PV:
119/200
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-20
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- CK:
57/220
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+5
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-84
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-3
– (del bunshin)
- Daño propuesto: 140 PV por ¤ Tsukiyama no Ryūsei-gun
- Acciones ocultas: El Daigo que saltó era un Bunshin normal. El real estaba dentro de la nube de humo cargando el ¤ Tsukiyama no Ryūsei-gun para utilizarlo en este turno.
8/06/2020, 19:12 (Última modificación: 8/06/2020, 19:14 por Aotsuki Ayame. Editado 2 veces en total.)
Las esposas supresoras de chakra chocaron contra Daigo. Sin embargo, en lugar de devolverlo al suelo como pretendía Ayame, el peliverde desapareció en una voluta de humo.
«¡Tsk! ¡Tendría que haberlo previsto!» Maldijo para sus adentros, chasqueando la lengua. Se había acostumbrado tanto a los clones verdosos del chico, que ni se le había pasado por la cabeza que aquel pudiera ser una réplica normal y corriente.
Ni siquiera tuvo tiempo de culminar su plan. Como un cohete, el verdadero Daigo pegó entonces un tremendo salto, situándose incluso por encima de Ayame y uno de aquellos condenados clones espectrales apareció junto a él.
—¿Pero qué está...? —Ayame abrió los ojos como platos, al ver cómo su oponente tomaba a su réplica de la cabeza.
—¡TSUKIYAMA: RYŪSEI-GUN!
Y lo lanzó contra ella con todas sus fuerzas. Pero no era el único. A aquel clon le siguieron decenas y decenas de réplicas más, que el Daigo original lanzaba contra ella como si fueran simples shuriken. No. No sólo contra ella. También a sus alrededores. Escapar a tiempo era imposible, el reemplazo era absolutamente inviable. Por lo que sólo le quedaba una opción: Ayame cruzó los brazos frente a su cuerpo y cerró los ojos.
¡CHOF!
El primer clon la atravesó como si Ayame no hubiese sido más que el reflejo de la luna en un lago, haciéndola estallar violentamente en agua, y sus alas estallaron con ella. Pero no fue el único, a aquel clon le sucedieron todos los demás.
¡CHOF! ¡CHOF! ¡CHOF! ¡CHOF! ¡CHOF!
La masa de agua en la que se había convertido Ayame cayó prácticamente al mismo tiempo que Daigo, aunque fue ella la primera que llegó a tierra por la diferencia de altura entre ambos. Ahora estaban a unos tres metros el uno del otro, y la kunoichi volvió a tomar su forma corpórea entre ligeros resuellos mientras daba algunos pasos hacia atrás para tomar distancia. Comenzaba a fatigarla la falta de energía, pero no estaba dispuesta a rendirse. No frente a un rival tan formidable como Daigo.
—¡Muy buena esa técnica! —le concedió, echando sendos brazos hacia atrás, tras su espalda—. ¡Pero esto no ha terminado, Daigo!
Dicho y hecho, la kunoichi arrojó sendos brazos hacia delante y arrojó dos kunais hacia el del Kusagakure: uno hacia su pierna izquierda y otro hacia su brazo derecho.
8/06/2020, 20:24 (Última modificación: 8/06/2020, 20:38 por Tsukiyama Daigo. Editado 1 vez en total.)
¡CHOF! Ayame explotó, transformándose en una masa de agua en cuanto el primer clon chocó con ella.
«¿¡Cómo!?»
Claro ¡Claro! Antes vio como ella se transformaba desde un charco de agua ¡Pero nunca pensó que podía hacerlo para evitar un ataque!
Daigo continuó lanzando sus clones sin detenerse, pensaba que su técnica acabaría por sobreponerse ante la de Ayame, o quizás conseguiría durar más que la de Ayame, o quizás...
No. No debía pensar en esas cosas. Debía continuar atacando y atacando y atacando hasta que eventualmente no pudiera atacar más, y entonces tendría que volver a hacerlo.
Y así fue, eventualmente sus brazos cedieron y le impidieron continuar con la ofensiva.
Y así será, volvería a atacar una y otra y otra y otra vez sin descanso si eso le acercaba un poco más a la victoria, pero estaba tan cansado... intentó juntar las manos antes de llegar al suelo, pero apenas podía juntarlas y...
¡PLOF!
Acabó por estrellarse contra el suelo a gran velocidad, poco después que Ayame, que fue la primera en levantarse por poco, también. La chica reculó un poco mientras el boxeador intentaba recuperar el aliento. Casi no le quedaba chakra, pero de nuevo: casi.
—¡Muy buena esa técnica! —Le concedió Ayame mientras se llevaba las manos a la espalda. Daigo buscó algo en su portaobjetos.
«Necesito ahorrar chakra» se dijo «¿Debería hacerlo?»
—¡Pero esto no ha terminado, Daigo!
La kunoichi lanzó sendos shuriken en dirección al peliverde, que en lugar de intentar evitarlos estiró las manos al frente y...
Abrió un pergamino.
Para la sopresa de Daigo —que se esforzó muy bien en disimular—, de él salió disparada una esfera gigante de viento visible que avanzó rauda en dirección a Ayame, chocando con las kunai por el camino, desviándolas y apartando todo a su paso hasta encontrarse con su objetivo, o fallar en el intento.
8/06/2020, 20:56 (Última modificación: 8/06/2020, 20:57 por Aotsuki Ayame.)
Pero Daigo desplegó un pergamino frente a sí mismo antes de que los kunai llegaran a alcanzarle.
«¿Fūinjutsu?» Fue lo único que pudo pensar Ayame.
Una enorme esfera de viento concentrado surgió súbitamente del pergamino y acudió al encuentro de los dos kunai. Y entonces, sucedió lo inimaginable. Una vorágine de acontecimientos que Ayame no alcanzaría a comprender hasta que fue demasiado tarde.
¡¡¡¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOMMMM!!!!
Los sellos explosivos que llevaban adheridos los dos proyectiles no fueron capaces de contener su poder explosivo y reventaron con todas sus fuerzas. Y la esfera explotó con ellos en una vorágine de viento que sacudió los alrededores y liberó una onda expansiva que engulló tanto a Ayame como al propio Daigo en un auténtico huracán de caos y destrucción. La nube de polvo y astillas que se levantó a consecuencia de la brutal explosión aún perduraría en el ambiente durante varios largos segundos más cargados de tensión. El público guardó un nervioso silencio y dos hombres en concreto se levantaron de sus asientos, como si así fueran a ver mejor el desenlace del enfrentamiento. La polvareda se disipó, y donde había estado Ayame ahora sólo restaba un charco de agua que retomaba lentamente su forma corpórea.
—U... ugh... —gimoteó, dolorida. Aún y cuando había conseguido utilizar su habilidad como Hōzuki para amortiguar los daños, se sentía como si le hubiese pasado un ferrocarril por encima.
¿Pero y su rival? ¿Dónde estaba Daigo?
PV:
128/260
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-91 PV
– CK:
82/330
–
-52 CK
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Contusión, 5 turnos restantes
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1 AO revelada:
– Los dos kunai tenían sendos sellos explosivos pegados a sus mangos, uno de rango C y otro de B.
¿Recuerdan cuando les dije que la esfera desvió los kunai?
Bueno, verán... mentí. En cuanto la técnica hizo contacto con las armas algo sucedió, algo que Daigo no podría haber predicho ni siquiera en una línea temporal alternativa.
La técnica explotó con violencia atrapando tanto al boxeador como a la kunoichi antes de que pudieran hacer nada. ¡Para Daigo incluso sucedió antes de que pudiera pensar nada!
«¡NO!» Mientras salía despedido por los aires, el chico estaba peleando por no quedar inconsciente. «¡NO!» Sus ojos se habían cerrado por reflejo cuando sucedió la explosión, pero ya no podía abrirlos. «¡NO, NO, NO, NO, NO!» ¿Por qué tuvo que cerrar los ojos? ¡El quería abrirlos! Quería abrirlos. Quería levantarse ¡Quería pelear!
Si Ayame lo buscaba podría encontrarlo varios metros más allá, en el suelo.
No consiguió abrir los ojos a tiempo.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
9/06/2020, 13:18 (Última modificación: 9/06/2020, 13:20 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
Daigo estaba a varios metros de ella, tirado en el suelo de cualquier manera y, aparentemente, inconsciente. El público prorrumpió en gritos y aplausos, y Ayame se permitió el lujo de dejar caer la cabeza sobre el suelo con un suspiro cargado de cansancio que le nació del alma. El combate había terminado.
«No. No he terminado.» Se dijo, sacudiendo la cabeza.
Puede que le doliera todo el cuerpo como pocas veces lo había hecho, puede que se sintiera como si le hubiese pasado un bijū por encima, pero era su deber acabar con aquello. Por ello, apretando los dientes y haciendo acopio de las pocas fuerzas que le quedaban, Ayame extendió un brazo, clavó los dedos en la madera astillada del campo de batalla y se arrastró a duras penas hacia el cuerpo de su oponente, haciendo caso omiso de los murmullos de sorpresa y de las exclamaciones alarmadas de las gradas de Kusagakure. A medio camino consiguió erguirse sobre sus rodillas lo suficiente como para gatear, y aún así tardó varios largos segundos en llegar hasta Daigo. Y para cuando lo hizo, resollaba con fuerza. Con la adrenalina del combate evaporada de sus venas y las ganas de combatir desaparecidas, tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para no desplomarse de nuevo. Pero tenía que culminar con ello como correspondía. Por eso, alzó su mano hacia él y...
Entrelazó sus dedos con los de él en el Sello de la Reconciliación. Y sonrió.
Un nuevo mensaje hacia Kusagakure. Pese a su odio, ella seguía tendiéndoles la mano.
—Al final lo hemos hecho. Hemos cumplido nuestra promesa de dar lo mejor de nosotros —le dijo, aunque él ya no podía oírla.
La sonrisa desapareció de sus labios cuando todo a su alrededor se emborronó de golpe y su cuerpo hizo el peligroso amago de desplomarse. Pero alguien la sujetó en el último momento para evitar que sucediera, y varias sombras se cruzaron en el campo de visión de Ayame. Los médicos que de ahora en adelante debían encargarse de la salud de los dos combatientes. Y la kunoichi se dejó arrastrar hacia la enfermería.
Ayame no sabía cuándo volvería a cruzarse de nuevo con Daigo, pero salía de aquel combate con un buen sabor de boca. No sólo por haber ganado todos sus combates después de su derrota frente a Daruu, no sólo por haberse asegurado el quinto puesto en el Torneo de los Dojos, sino por haberse cruzado con un contrincante tan formidable como había sido Tsukiyama Daigo.