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Si la situación ya estaba tensa de por sí con la marcha de Daruu, todo fue de mal en peor cuando Ayame escuchó la vocecilla de Hazegawa en una burlona risilla.
—¿Eso fue un berrinche? —estaba diciendo. Ayame tensó los brazos—. Tengo la grandiosa habilidad de encontrarme con gente idiota, es una maldición creo yo…
Ayame tensó las mandíbulas y sus puños se cerraron con fuerza a ambos lados de su costado. Sin embargo, el chico de ojos blancos no parecía ser consciente de la rabia que estaba empezando a bullir entre sus entrañas a fuego rápido, demasiado rápido. Parecía estar demasiado ocupado mirando qué era lo que había dentro de la pizzería a través del cristal.
—Pues…Kei-chan y yo, somos dos huérf... —dijo, respondiendo a su pregunta de antes. Pero Ayame había perdido toda la curiosidad acerca de su pasado.
—Daruu-san no es ningún idiota —le interrumpió, y aunque trataba de aparentar valentía su cuerpo temblaba notoriamente y tenía lágrimas en los ojos—. ¡No es ningún idiota! ¡Así que retíralo ahora mismo!
Estaba en inferioridad numérica. Ellos eran genin y ella ni siquiera había conseguido graduarse, por lo que era poco más que una simple civil en cuanto a dominio del chakra se refería. Pero de ninguna manera estaba dispuesta a consentir que aquellos chicos se metieran con la única persona que se había ofrecido abiertamente a ser su amigo. ¡No iba a permitir que le insultaran de aquella manera!
Hazegawa soltó una risilla al escuchar a la joven defender al chico que se había ido, Haze logro divisar dentro de la pizzería que en las neveras aun quedaban algunas pizzas, congeladas pero ahí estaban, si tan solo tuviera acceso se las llevaría a casa pero descarto la idea rápidamente, sin mirar directamente a la chica capturo totalmente su queja y realmente no le importo, comenzaban a desagradarle el par, demasiado quizás.
—Mantengo lo dicho, poco me importa que sea tu amigo, o lo que sea— Dijo encogiéndose de hombros, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón, echando a caminar varios pasos en dirección a su apartamento.
—Marcho ya,...no le veo sentido a esto, te veré al rato Kei-chan. —Dijo haciendo un gesto con la mano, a modo de despedida, tanto el otro ojiblanco como la chica no le parecían muy interesantes al contrario, recordó lo odioso que suelen ser los niños a esa edad.
Si bien no les tenía ningún rencor, le fastidiaba bastante su actitud y siguió caminando con el dojutsu aun activado, Keisuke sabría cuidarse solo y realmente había perdido el interés en los otros dos chavales, después de todo ignoro su pregunta inicial.
Nivel: 34
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12/02/2017, 20:36
(Última modificación: 23/05/2017, 11:31 por Amedama Daruu.)
Daruu seguía vigilando desde su escondrijo, y estuvo a punto de volver a la escena anterior para enfrentarse a aquél hijo de puta. Casi se avergonzaba de pertenecer al mismo clan que el estúpido con el que, contra todo pronóstico, se estaba ahora enfrentando Ayame. Pero para su sorpresa, Hazegawa ya se retiraba también del lugar. Y viendo como Ayame parecía no tener problemas con el otro, Daruu desactivó su Byakugan y decidió marcharse.
«Además, es improbable que le pase nada en las calles de Amegakure. Puede que no haya aprobado... Pero estoy seguro de que sabe valerse por sí misma.»
Se alejó, no sin dudar en varias ocasiones. Pero acabó por sacudir la cabeza y forzarse a volver a casa.
«Algún día tendré más que palabras con ese tipejo. Ya verás.»
Daruu abandona la trama.
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El ambiente de tensión que hubo cuando Daruu se encontraba en escena había desaparecido desde el momento en que se marchó, sin embargo, todo se volvió a tornar incomodo por el comentario que realizo mi hermano, que realmente no fue el más apropiado, pero tampoco llegó a ser un insulto de forma directa hacia su persona, o eso pensé.
Sin embargo, Ayame, quien no pensaba de la misma forma, se manifestó de una forma un tanto infantil; acto al que me limité a ver y no pude evitar esbozar una sonrisa que intenté no fuera notoria para ella, pensaría que me burlaría de ella, así que puse mi diestra ocultando la curvatura de mis labios, la escena realmente podría catalogarse de cierta forma tierna. Tierna en el sentido de como la pelinegro defendía al ojiblanco.
Sabía bien que Haze no se retractaría, y lo que esperaba ver era la reacción de Ayame ante aquella respuesta y sobre todo a la forma tan tranquila y relajada de mi hermano, que aunque no lo aprobaba, me causaba gracia y de cierta forma dejaba a un lado mi apetito. -Ya está bien ¿no? Deja a la pobre chica en paz, Haze.- Corte al ojiblanco antes de que volviera a decir algo imprudente, mi intención no era por ahí haciendo enemigos; no pienso caerle bien a todo el mundo pero con que no les caiga mal es suficiente para mí.
Definitivamente Haze perdió todo el interés y decidió retirarse sin decir nada más.-Vale, nos vemos más tarde.-
Vi como se alejaba debajo de aquel manto acuoso hasta que su figura no pude observar. Habrían pasado algunos segundos y nuevamente la calma volvió, lo único que podía escuchar ahora era el sonar de la lluvia, aquel choque que producía el agua al impactar. - Parece que nos quedamos solos tú y yo.- Dije de forma indirecta pues no había hecho una contacto visual. - Y dime, ¿tú también te irás?- Pregunté, pero esta vez sí busque sus orbes.
Mi actitud era totalmente serena, y aunque podría considerarse un tanto atrevido ir a cenar con una chica que acababa de conocer, era un buen motivo para hacer una amistad, y quizás tratar de remediar la metida de pata de Haze.
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18/02/2017, 21:32
(Última modificación: 18/02/2017, 21:33 por Aotsuki Ayame.)
Pero lejos de amilanarse, Hazegawa soltó una risilla que hizo que Ayame apretara con fuerza los puños.
—Mantengo lo dicho, poco me importa que sea tu amigo, o lo que sea —le espetó, sin tan siquiera mirarla a la cara. Parecía estar demasiado ocupado intentando ver qué había dentro del restaurante.
—Ya está bien ¿no? Deja a la pobre chica en paz, Haze —intervino Keisuke, pero cuando Ayame volvió el rostro hacia él observó con indignación algo que, desgraciadamente, ya estaba demasiado acostumbrada a ver. Sus labios temblaban tratando de ocultar una sonrisilla, su gesto galante no era más que una tapadera para seguir riéndose de ella a sus espaldas junto a su hermano.
Al final, Hazegawa terminó por encogerse de hombros, esconder las manos en los bolsillos y echó a andar.
—Marcho ya,...no le veo sentido a esto, te veré al rato Kei-chan.
Keisuke respondió algo, pero Ayame ya no le escuchaba. Estaba demasiado ensimismada, tratando de controlar la ira que bullía en sus entrañas como un horno al rojo vivo.
—Parece que nos quedamos solos tú y yo —Su voz la sacó de sus pensamientos, pero Ayame no pudo hacer otra cosa que dirigirle una mirada armada de kunais—. Y dime, ¿tú también te irás?
—Sí. He perdido el apetito —le replicó. Y, sin mediar palabra, ella misma se dio la vuelta y entre largas zancadas se encaminó hacia su propia casa.
Con lágrimas de frustración en los ojos, Ayame se reajustó la cinta de tela sobre la frente. Ya había tenido suficientes risillas por aquel día.
Fin de la trama.
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