Esperó a un lado del primer puesto —donde daba algo de sombra— hasta que los dos Inuzukas terminasen con sus compras. Para su sorpresa, Etsu hizo que Akane se convirtiese en una copia casi exacta de sí mismo, con la única diferencia de que el can parecía un humano algo salvaje. Estaba sorprendida, pero en parte sabía que podían hacer algo así, no por nada compartían clan con Nabi.

—Ya estamos listos —inquirió, cargado hasta las trancas, al igual que su can —cuando quieras, podemos irnos.

Ella asintió y volvió a liderar el camino hacia aquel lugar tan místico. El cual...

...Se encontraba lejos, un poco lejos de la entrada. Tenían que salir de la caminata central del Parque y adentrarse al sitio más frondoso del lugar, un poco más alejado que el resto.

Era una pequeña zona libre de árboles pero tapada por las ramas y hojas de los que rodeaban el lugar. Había césped por todas partes, menos en unos pequeños claros donde había tierra esparcida, tapando parcialmente el verdín que intentaba salir. En algunos árboles habían dianas con rasgadas y cortes, e incluso algunos troncos estaban dañados. Un par de palos se alzaban clavados en el suelo un par de metros más allá de su posición, atados con pañuelos rojos.

—Aquí es —reveló la muchacha.

Etsu y Akane, cargados hasta las trancas, comenzaron a caminar junto a la kunoichi de Uzu. Éste primero, esperaba o pensaba que el lugar al que iban ya habría de estar cerca. Pero su desilusión fue curiosa para cuando se topó con la realidad. Caminaron, y caminaron, y las bolsas pesaban, y caminaron... y si, las bolsas pesaban. Por un momento, hasta pensó en dejarlas caer, o en tirarse al suelo al grito de "Me he hecho un esguince".

«La madre que me parió... ¿dónde está el jardín ese?»

Pero estoicamente, aguantó. Aguantaron, mejor dicho. Al cabo de un rato andando, llegaron hasta una especie de descampado, que sin duda era la zona de juegos de algún que otro shinobi. Marcas en los arboles, blancos, césped casi arrancado por los constantes movimientos... sin duda, y con la aclaración de Eri, habían llegado.

«¡Al fin!»

Etsu sonrió ante la información, aunque antes de que lo anunciase ya estuviese sospechandolo. Se acercó hacia un árbol próximo, y con las mismas dejó las bolsas en la base de éste. Akane, al igual que Etsu, se libró de sus pesadas bolsas. Las suyas eran incluso mas pesadas, pues el era algo más glotón, quisiera o no. Entre tanto, comenzaron a echar un ojo alrededor. Antes de que se diera cuenta, Akane volvió a transformarse en huskie. Mas que transformarse, cesó su transformación.

—Vaya... se ve bien... «¿¡pero dónde está la fuente!?»

Buscó un poco mas, intentando disimular, pero la verdad es que eso de disimular no se le daba demasiado bien...

Y encima era mas curioso que un gato, así que no pudo evitarlo —¿... y la fuente esa que decías queda muy lejos?

—Vaya... se ve bien...

Eri sonrió, satisfecha, mientras se acercaba a uno de los árboles que tenía una diana y la sujetaba con más fuerza pues se encontraba algo inclinada hacia la derecha, suelta y capaz de caerse en cualquier momento.

—¿...Y la fuente esa que decías queda muy lejos?

—¡Oh! —se golpeó la frente de inmediato con la palma izquierda de su mano—. Perdón, se me había olvidado, mirad —invitó a que la siguieran mientras se acercaba a unos pocos matorrales de detrás de los árboles. Justo tras ellos había, a pocos metros, de nuevo una caminata general del parque, y al lado de la misma, una fuente —. Ahí está, sé que no está del todo al lado... Pero cerca está, un poco —sonrió de forma nerviosa.

A lo mejor su pequeña mentirijilla no había sido del todo la adecuada.

Eri se apoyó en una de las lianas en lo que el chico develaba su inquietud. La chica no tardó en caer en cuenta, casi se había olvidado de ese pequeño gran detalle. Sin perder tiempo alguno, invitó a que la siguiesen de nuevo. No fue un camino largo, tan solo asomó hacia un linde que llevaba entre matorrales hacia la supuesta fuente. Desde allí donde estaban, ni se podía ver. La chica no pudo evitar sonreír de manera nerviosa. Quizás ella misma se hubiese percatado de que cerca, cerca, lo que se dice cerca... pues como que no estaba.

Etsu se llevó la mano hacia la coronilla, y la rascó un par de veces, sin saber muy bien qué añadir a la conversación. Entre tanto, rió también... —bueno, quien quiera pegarse ese baño tendrá que darse un pequeño paseo... jajaja.

A Akane casi le venía mejor, aunque ya estaba casi seco, raro sería que quisiera por propia voluntad volver a mojarse. Así pues, tomó posición estratégica —al lado de las bolsas de la compra— y se echó a la sombra del árbol. No estaba éstos días muy dispuesto a entrenar, la verdad. Pero en realidad, tampoco era algo a tener en cuenta... con ese calor, y ese pelaje, era una continua tortura tan solo el hecho de respirar.

Etsu dejó de nuevo la chaqueta en el suelo, se puso cómodo, y caminó un poco por alrededor. Observaba un poco el terreno, buscando con ello saber mas o menos cuanto podía excederse en su entrenamiento, qué movimientos hacer, y cuales dejar para otro momento. Tras unos segundos de deliberación, cayó en cuenta...

—Ésto... Eri. La verdad es que tenía en mente entrenar un poco de taijutsu, ando bastante centrado últimamente en un estilo del abuelo, pero.... bueno, para eso siempre hay tiempo. ¿Te apetece entrenar alguna cosa? ¿eres kunoichi, no?

La chica no había dicho nada al respecto, pero siendo que era de Uzushiogakure... raro sería que no se dedicase a ello, o que al menos tuviera unas nociones básicas.

Quiso suspirar ante la respuesta del Inuzuka, pero ocultó sus intenciones ensanchando su sonrisa al ver como al muchacho le daba un poco igual que la fuente en verdad quedase algo alejada de su posición. Así que con paso ligero, se acercó al centro del lugar mientras observaba como Akane tomaba una relajada posición al lado de las bolsas llenas de comida que se habían traído.

Eri se cuestionaba interiormente si aquella dieta era la mejor para el can, y recordaba vagamente la comida que solía comer Stuffy... Pero no podía evitar sentirse algo azorada al pensar que a lo mejor ese Inuzuka tendría que ponerse las pilas si su compañero no quería entrenar con él, ¿cómo serían capaces de coordinarse?

Bueno, ella no podía meterse en ese asunto.

—Ésto... Eri. La verdad es que tenía en mente entrenar un poco de taijutsu, ando bastante centrado últimamente en un estilo del abuelo, pero.... bueno, para eso siempre hay tiempo. ¿Te apetece entrenar alguna cosa? ¿eres kunoichi, no?

—Oh —se vio obligada a salir de sus pensamientos para mirar directamente a Etsu—. Por mí vale, pero no soy muy buena con el Taijutsu, así que no te rías mucho...

Se rascó la nuca, algo violenta por tener que admitir aquello frente a un desconocido.

—¿Taijutsu normal? ¿Patadas y golpes? —cuestionó, tomando una posición de defensa—. Entonces cuando quieras.

La intención de Etsu era mas bien que entrenasen algo en que pudiesen trabajar ambos. Eri reconoció no ser demasiado buena en taijutsu, pero sin embargo le pareció bien la idea de un entrenamiento del mismo. Le pidió que no se riese de ella, pero era raro que Etsu hiciese algo por el estilo. Siempre solía ser mas de ayudar, sobre todo si era algo en lo que él tenía experiencia.

Se rascó la nuca, y entre tanto preguntó qué tenía en mente. Era algo básico, antes de entrenar habían de establecer unas normas. Ésto falló mucho con ese Uchiha desdichado... pero bueno, Eri se prestó a escchar a qué se enfrentaba, y adoptó sin demora una posición de guardia. Etsu realizó un saludo, y adoptó también una clásica posición de defensa. Por un instante, quiso adoptar la posición típica del Tekken, pero... quizás eso sería sobrepasarse. De igual modo, la chica anunció estar preparada para lo que le arrojasen.

—¿Te parece bien si simplemente usamos todo lo que tengamos para combatir cuerpo a cuerpo? cualquier técnica que tengas para golpear cuerpo a cuerpo, potenciar los golpes, o incluso impulsarte, valen.

»Eso sí, sin sobrepasarse. A la primera de subirnos demasiado de tono, paramos. Dos golpes al suelo, o anunciarlo significa que se para automáticamente el combate. No hay ni ganador ni perdedor, es un entrenamiento, ¿vale?

La verdad, no quería que se repitiese lo sucedido con Datsue. No sabía si era cosa de que los Uzujin tenían costumbre de llevarlo todo al extremo o simplemente había sido ese Uchiha... pero es mejor prevenir que lamentar, como bien dicen los ancianos. Sin demora, el Inuzuka cambió drásticamente su posición de defensa, adoptando su cómoda posición de Tekken. Ambas manos hacia delante a la altura del estómago, con las palmas hacia afuera; mientras que ambas piernas se posicionaban semiflexionadas y en paralelo, para establecer un equilibrio firme.

—Lo siento por ser tan... singular para las normas, pero tuve una mala experiencia hace no demasiado con un Uchiha... —no quiso hablar de mas, aunque quizás ya con eso lo había hecho.

» ¿Preparada? —preguntó con una sonrisa.

—¿Te parece bien si simplemente usamos todo lo que tengamos para combatir cuerpo a cuerpo? cualquier técnica que tengas para golpear cuerpo a cuerpo, potenciar los golpes, o incluso impulsarte, valen.

Sopesó por un instante su aresenal de técnicas similares a lo que el kusajin le había mencionado, pero su escaso entrenamiento en taijutsu le recordó que ella no estaba familiarizada con ese tipo de facultad. Tragó grueso y asintió.

—Eso sí, sin sobrepasarse. A la primera de subirnos demasiado de tono, paramos. Dos golpes al suelo, o anunciarlo significa que se para automáticamente el combate. No hay ni ganador ni perdedor, es un entrenamiento, ¿vale?

Aquello hizo que sintiese cierto alivio, ya que algunos se tomaban el entrenamiento muy en serio. Ella, sin embargo, con dar un golpe al contrincante ya tenía, porque a veces era casi imposible acertar.

—Claro.

—Lo siento por ser tan... singular para las normas, pero tuve una mala experiencia hace no demasiado con un Uchiha...

«Ostras, dime que no es Uchiha Datsue... Por favor...» Pero Etsu no mencionó su nombre, así que se moriría sin saberlo, ya que, aunque curiosa, no quería indagar del todo en la vida personal de Etsu, quien le preguntó si estaba preparada, ella; con la voz algo temblorosa, afirmó:

—Sí, cuando quieras.

Y volvió a ponerse en posición de defensa.

Eri escuchó con atención la sarta de normas que el Inuzuka proponía sin ton ni son. Lejos de quedar en duda o negarse, aceptó todas ellas. Para cuando éste avisó de que era un entrenamiento, y no debían excederse, ésta de nuevo aceptó sin reproche alguno. Parecía ser que la chica estaba del todo de a cuerdo, y que veía bien todos los límites impuestos al entrenamiento.

Con voz temblorosa, anunció que estaba lista para el combate, y nuevamente alzó la guardia. Etsu sonrió, mostrando cordialidad ante todo. Sacudió levemente la posición de defensa, anunciando que él también estaba preparado. Pero no corrió ni se lanzó en un disparatado ataque, se lo tomó con calma. Al menos por un instante...

—Está bien, vamos allá.

La distancia que los separaba en un principio era demasiado extensa como para lanzar un puñetazo sin mas. No llegaría ni por asomo. Así pues, decidido el combate cuerpo a cuerpo, la única opción era buscar la confrontación directa. Sin demora, aunque tampoco con todo su énfasis, el chico corrió directo hacia Eri.

Apenas tuviese distancia para golpear, lanzaría su diestra en un golpe directo hacia el costado de la chica, concretamente a sus costillas flotantes. Podía esperar una reprimenda, ahora si. Evidentemente, estaba atento a las consecuencias de su intento de golpeo. Era tan solo un leve primer contacto, como el cartero que saluda a la hija de la vecina del tercero. Justo tras el primer golpe, intentaría golpear con su pierna derecha el estómago de la chica, e impulsarla hacia detrás. Una patada frontal de libro, en busca de aumentar ahora la distancia entre ambos.

—Está bien, vamos allá.

Etsu comenzó con la pelea, arremetiendo con un puñetazo contra el cuerpo de la joven, concretamente hacia su costado. Ella lo observó y rápidamente aprovechó su cercanía para intentar hacerle una barrida a sus pies lo más rápido posible, intentando tirarle a la hierba que se movía suavemente por la brisa que corría por entre los árboles que les rodeaban.

El combate comenzaba con un primer movimiento de Etsu. Lo primero fue recortar las distancias, aunque éstas realmente no eran dantescas. Tras ello, un efímero puñetazo hacia el costado de la chica, al menos esa era la intención. Lamentablemente, la chica que afirmaba no ser para nada diestra en el combate, al menos tenía buenos reflejos. Unos reflejos que la llevaron a agacharse casi al instante, y girar levemente en lo que estiraba la pierna. El resultado, un patada barriendo con una clara intención; buscaba con ella desestabilizar al Inuzuka, y posiblemente hacerle caer a la hierba.

«Bien, bien... no eres tan mala como dices... ¿modestia?»

El Inuzuka tenía gran experiencia en el combate cuerpo a cuerpo, y por ello buscaba siempre los cinco pies al gato. Esquivarlo sería difícil, además de peligroso pues siempre hay una segunda intención. En todo buen ataque la hay. Así pues, realizó el movimiento mas obvio para la situación —al menos para Etsu— una defensa para dar lugar al contraataque.

«Vamos.» Con fuerza, aunque más técnica que fuerza, clavó la pierna en el suelo, dispuesto a impedir la trayectoria de la misma. Con el mismo impacto, un leve movimiento hacia la dirección contraria, circular en vez de recto. Un bloqueo impecable, digno del mejor alumno del Tekken.

«Primer pilar del Tekken. Defensa.»

Entre tanto, recogió rápidamente el errado puñetazo. Con las mismas, y aprovechando la defensa, lanzaría la pierna contraria a la que hizo la defensa, en pos de tirarla. Una patada simple y recta, con un propósito aún mas simple.

Acertase o no, buscaría mantener las distancias que tenían. Al fin y al cabo, estaba mas a gusto en distancias cortas.

No pudo barrerle como había previsto, pues la pierna del Inuzuka se había quedado pegada al suelo como si estuviese pegado con pegamento. Aprovechando su desconcierto, le pegó una patada hacia ella que recibió en su hombro izquierdo y que hizo que cayese hacia detrás, dolorida en aquella zona.

«Mierda...»

Era bueno en taijutsu, cosa que ella no, así que supo que, tarde o temprano, el combate estaría decidido. Chasqueó la lengua mientras que con ambas manos se levantaba rápidamente y ganaba un par de metros de distancia para saber qué narices hacer en aquel momento.

Pero sus papeletas estaban bastante mal en aquel momento.

La chica quedó un poco impactada ante el bloqueo tan contundente por parte del Inuzuka. Aprovechando la situación, éste tomó la iniciativa de atentar contra ella con una patada frontal. La patada llegó hasta su torso, concretamente golpeó en el hombro de la chica. La kunoichi cayó hacia detrás debido a la inestabilidad del momento, pero rápidamente se recompuso y tomó un par de metros de separación. Etsu no quería que las distancias fuesen grandes, pero tampoco había necesidad de recortar las distancias mucho mas, ahora mismo estaban en la distancia ideal para un combate próximo.

Alzó de nuevo la guardia, en un gesto seco. Pero contradictoriamente, sonrió a la chica. Para nada la cosa iba en serio, y mucho menos se estaba burlando de ella...

—Oye Eri, muy buen intento, casi me pillas. Tu técnica no es perfecta, pero tienes muy buenos reflejos, la verdad.

Esperaba que la chica no se tomase el comentario a malas, eso era lo último que pretendía. Al menos intentaba entablar un poco de conversación en el entrenamiento, no todo había de ser un seco e intrínseco cambio de golpes con unas caras largas... ¿no?

—¿Continuamos?

Al menos, fuese por palabras o por mera pérdida de tiempo, Etsu estaba dando a ambos la oportunidad de recuperar un poco el aire, y estabilizar la ahora mismo intensa circulación de adrenalina por todo el cuerpo.

Parecía que estaba cabreándose, o incluso pensaría que la chica no era buen contrincante, pero para su contradicción, Etsu decidió sonreír a Eri.

—Oye Eri, muy buen intento, casi me pillas. Tu técnica no es perfecta, pero tienes muy buenos reflejos, la verdad.

«Si solo se tratase de reflejos...»

—Gracias Etsu, en cambio tú eres muy bueno combatiendo cuerpo a cuerpo, ¿todos los Inuzuka son así?

Sabía que si hablaban ganaban tiempo de descanso, aunque a ella a lo mejor no le sentaba del todo bien ya que había salido malherida del primer enfrentamiento, pero no le importó, así podría fortalecerse más y cada vez se sentía un poco mejor consigo misma en lo que combate se refería.

—¿Continuamos?

—Claro. —Asintió ella, volviendo a colocarse en posición. Y esta vez fue Eri la que inició la confrontación, pues se acercó rápidamente a él para parar de lleno a un escaso medio metro para, a continuación, intentar asestarle una patada en el estómago.

«¡De perdidos al río!»

Eri agradeció al Inuzuka su comentario, su intento porque todo fuese mas ameno y amistoso. O simplemente por halagar sus reflejos. Con las mismas, comentó que sin embargo la técnica de combate del rastas era bastante buena, y terminó por preguntar si todos los Inuzuka eran tan bueno en combate cuerpo a cuerpo.

—Conozco pocos Inuzuka, pero a los pocos que conozco se les da muy bien, ya sea con un estilo u otro... De hecho, mi abuelo fue el fundador de un gran dojo en Kusagakure, y es considerado uno de los mejores luchadores de taijutsu del mundo.

¿Exagerado? si, con creces... pero en parte decía la verdad. No estaba de más decorarla.

Sin embargo, el combate —aunque fuese amistoso— continuaba, y era ahora Eri quien tomaba la iniciativa. La chica, con una velocidad envidiable, se lanzó al ataque recortando las distancias de manera fugaz. Con la distancia oportuna, lanzó una patada sin preámbulos directa al estómago de Etsu.

El rastas casi esquivó con un movimiento lateral hacia su derecha, buscando el interior de la defensa de la chica. Casi esquivó porque no fue solo un movimiento lateral, terminó de esquivar el golpe gracias a que con las mismas se agazapó para cargar su pierna con chakra. Al completar el movimiento, estaría lanzando una patada girando sobre sí mismo, y agachado por completo. Un movimiento arriesgado, pues no era la primera vez que lo esquivaban, pero que sin duda era una buena opción para derribar al oponente.

Su pierna buscaría la pierna de la chica, su único punto de apoyo.

—¡Konoha Reppū!

No tenía porqué, pero quiso dejar escapar el nombre de la técnica como método de control de la respiración. Además, quedaba guay. Aunque le golpeasen la cara en mitad de éste...

El Inuzuka alegó que no conocía muchos Inuzuka, probablemente solo los de su familia, y a ellos se le daba bien el taijutsu. Ella asintió, probablemente creyéndose aquello de que su abuelo era uno de los mejores luchadores de taijutsu del mundo.

Lástima que su patada no volviese a dar contra su objetivo.

Eso y que...

—¡Konoha Reppū!

La patada del chico dio de lleno contra la pierna de Eri, que se desestabilizó y cayó al suelo de cabeza. La muchacha soltó un aullido lastimero y, con cierta dificultad, se levantó con una mano en alto y la otra sujetándose el lugar afectado.

—Vale, vale, tu ganas. —Se rendía la kunoichi con uno de los ojos cerrado por el dolor.