Unos metros antes de salir del callejón, no pudo evitar pegarse un golpe seco, corto y muy descargador en su propio muslo. Estaba conteniendo muchas cosas, quizá más de lo que estaba acostumbrada y eso no la podía dejar quieta. Por suerte solo estaba caminando, porque, probablemente, si debía realizar otra acción se vería directamente afectada por el estado que sentía, terminando haciendo movimientos toscos y nerviosos.
Entonces reingresó nuevamente a las calles del distrito, esperando que haya algo con lo que distraerse o hacer para matar el rato. El último lugar que quería ir era su casa, sus dos hermanos estaban fuera y no tenía ganas, siquiera, de intercambiar palabra con sus padres. Lo único que quería era romper un poco la monotonía de su vida y hacer algo nuevo o divertirse un momento. Evidentemente, ya se dio cuenta hace un rato que hay formas y formas de divertirse, y, si volvía a montar un espectáculo como el anterior, iba a terminar muy mal. Hablando de eso, ni bien salió del callejón no pudo cruzarse con ninguno de los tres hombres afectados por sus sombras, ya se habían ido del lugar. Ni siquiera pudo pedirles perdón como para sentirse un poco mejor e intentar enmendar lo que hizo.
Luego de algunos minutos caminando, la chica se metió a un bar con bastante gente. Divisó lo que iba a ser su lugar, una banqueta un poco alta (aunque muy alta para ella) que se encontraba frente a la barra del lugar. La escaló como pudo y se sentó, mirando de frente a una muchacha unos cuantos años mayor que ella, de cabellos largos azabaches y unos lentes cubrían sus iris de color marrón claro. Llevaba un abrigo más bien fino. Por la parte inferior llevaba... bueno, sinceramente no importaba mucho.
—
¿Si? — expresó confusa, sin entender muy bien que hacía una niña en un lugar así.
—
¿Qué tal? ¿Puede ser una Ame-cola? — mientras con una mano sacaba el dinero, con la otra se sacaba la capucha.
La dependiente de la barra afirmó con la cabeza y sonrió al darse cuenta que la chica solo iba por un refresco. Sacó una botella y dejó un vaso al lado de esta. Jun simplemente pagó lo que debía y comenzó a verter aquel líquido en el vaso. Ame-cola ¡Que rica! ¡Que refrescante! ¿Quién se podía negar a eso? Nadie ¿Por qué estás leyendo esto y no estás tomando una? Ah, claro...
Comenzó a beber del vaso y dio media vuelta en la banqueta, viendo el panorama de todo el bar ¿Había algo más divertido que un montón de gente hablando y emborrachándose? Para ella en ese momento, no.