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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Chika se giró cuando Kimi hizo aquella pregunta. Necesitaba estar con Kira también, pero no podía dejar a Momo sola, pero Kira era su hermana, pero Momo también. Llevó a Momo con cuidado hasta la tarima de la casa y le acercó una botella de agua.

Bebe un poco e intenta no moverte demasiado. Voy a ver cómo está Kira. — le dijo tras apoyarla dandole una leve caricia en el hombro.

Después de eso, iría directa a Kira, preocupada. Ni siquiera se había parado a pensar en cómo habían llevado Mami y Kira su enfrentamiento. Sinceramente, tantas hermanas eran demasiadas preocupaciones en su cabeza y no tenía el don de compartimentar. Solo se tomaban turnos para pasarse su preocupación.

Ra-chan, ¿estás bien? — diría una vez estuviese cerca de la situación.
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Momo asintió, sentándose resguardada de la lluvia con su botella de agua entre las manos. No estuvo sola mucho tiempo, eso sí, pues en cuanto Chika se marchó, pudo ver a Ryō acercándose a su hermana.

Cuando Chika se acercó a Kira, que ahora estaba resguardada de la lluvia no demasiado lejos, la pudo ver junto a Kimi y Raijin, que le estaban vendando ambos antebrazos.

— Sí. Tranquila. —Respondió Kira, bastante calmada—. Parece que se me han fracturado un poco los brazos.

Raijin asintió.

— No es nada serio, por suerte, pero si sigues recibiendo impactos en los brazos podría empeorar. Te recomiendo...

Kira agachó la cabeza, en una informal reverencia.

— Me gustaría seguir peleando, por favor. —Le dijo a Raijin—. Hay algo que quiero probar y esta es la oportunidad perfecta.

Raijin se llevó una mano a la nuca. No sabía cómo decírselo, pero...

— Incluso si te dijese que sí, primero habrá que ver si continuamos con el torneo.
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Parece que se me han fracturado un poco los brazos.


— No es nada serio, por suerte, pero si sigues recibiendo impactos en los brazos podría empeorar. Te recomiendo...

— Me gustaría seguir peleando, por favor.

Chika había estado mirando a un lado y a otro mientras hablaban, cada vez más palida y más tensa. Alzó ambas manos para enseñarselas a Kira.

Ra-chan, por favor, no vale la pena. Podrías hacerte una fractura completa en el brazo. Estarías lesionada durante meses. Puede que ni siquiera te recuperases de eso. Podemos buscar otra solución.

No quería volver a pasar por una hermana sin brazos. Había tenido más que suficiente con una. Estaba palida e incluso con sudores frios solo de pensarlo. Encima si acababa por hacerse daño de verdad, eso recaera sobre ella y sobre alguno de sus hermanos.
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Kira pudo ver físicamente como todos los traumas parecían haberle llegado de golpe a Chika, quien estaba extremadamente tensa y preocupada por la idea de que su hermana continuase peleando. También pudo ver como Kimi le tomaba la mano a Chika, sabiendo bastante bien de qué se trataba aquello.

— Tranquila, tranquila. No es para tanto. —La intentó calmar, sin saber bien de dónde venía toda esa intranquilidad—. Pero si te preocupa tanto, supongo que ya podré entrenarlo otro día.

Realmente sentía que estaba perdiendo una oportunidad de oro cediendo en aquel momento, pero al final valoró más la comodidad de su hermana que su propio progreso. Al menos por aquella vez.

— Deberíamos preguntarle al resto si quieren continuar con el torneo, porque si ya... —Se fue levantando del suelo poco a poco, pero antes de poder ponerse de pie, un fuerte dolor en el tronco la hizo doblarse y caerse prácticamente encima de Chika—. ¡Ugh!

La reacción de Raijin fue inmediata, sosteniendo a su hija antes de que terminase de caer para recostarla en el suelo. ¿Acaso se le había escapado algo? Quizás se había concentrado tanto en sus brazos que ignoró por completo otras heridas. Mientras Raijin le levantaba la camiseta a Kira para verle el abdomen, Kimi se había quedado completamente paralizada en el sitio durante unos segundos. Siempre había a Kira entrenar con mucha dureza, quizás con demasiada dureza, pero nunca la había visto quejarse del dolor.

— ¿Cuándo...? —La confusión de Raijin fue clara cuando había visto el enorme hematoma que se había formado en el costado derecho de la chica.

Chika pudo ver como la expresión de su padre había pasado de la sorpresa al enfado, aunque controlado. Esa herida no había sido un accidente. El hombre pasó los dedos por el moratón con mucha suavidad y cuidado, pero aún así pareció causarle un dolor muy agudo a Kira. Por la expresión de su padre (y, por qué no, los quejidos de su hermana), Chika supo que era más serio de lo que habían pensado originalmente.

— Tendremos que ir al hospital. —Le avisó Raijin, antes de ofrecerle ayuda para levantarla con mucho cuidado. Kimi enseguida se acercó para ayudarla también—. Están rotas. Debemos ir antes de que se agrave.

La mayoría de hermanos no pasó por alto los gritos agónicos de Kira y se acercaron preocupados.

— ¿Qué ha pasado? —Preguntó Ryō.

— Se ha hecho daño. —Respondió Raijin, ahorrándose muchos detalles—. Tengo que llevarla al hospital. Quedaos aquí.
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— Tranquila, tranquila. No es para tanto.

Kira lo dijo cómo si las palabras fuesen a tener algún efecto en Chika, y no, eso no iba a suceder. Su capacidad de preocuparse estaba muy por encima de cualquier cosa que Kira pudiese argumentar. Esta vez estaba decidida a no echarse atrás, ya la había dejado montar ese torneo y se estaba yendo todo a la...

Mientras maldecía para sus adentros, Kira se le desmontó frente a los ojos. Instintivamente, Chika intentó atraparla, pero Raijin fue más rápido. Si Chika ya estaba palida, ahora parecía una pared recien enyesada enfocada con un foco industrial a toda potencia. Ni siquiera reaccionó, ni siquiera pudo hacer nada más que contenerse a sí misma mientras Raijin explicaba la situación a sus hermanos.

Durante un momento, fugaz, tuvo la necesidad imperiosa de meterse en ese papel de hermana mayor que se había labrado. Ese papel en el que se había encasillado para intentar proteger a sus hermanos. ¿Proteger? ¿A quien había protegido? No hacia más que fallar en precisamente lo único que se había propuesto hacer. Cada vez que Kimi ha estado en peligro ha salido sin que ella tuviese ni un 1% de intervencion.

Y en los dojos tuvo excusa, fue completamente inesperado. Con lo de Mika, Kimi fue de cabeza a una trampa. Con este torneo no tenía excusa alguna. Sabía que era mala idea, sabía que alguien se haría daño.

Miró a Kira, dolorida, alejarse de ella, como había visto a Kimi más veces de las que le gustaria. Cuando se la llevaron para operarla, cuando la secuestraron... Imagenes que no borraba de su mente. Ahora tenía una más para la colección.

Cayó de rodillas al suelo, destrozada. Era justo el trauma que había intentado superar, devorandola de nuevo. No tenía las fuerzas para ver a otra de sus hermanas pasar por eso, no tenía las fuerzas para llorar, no tenía fuerzas. Ella no era una hermana mayor, era una niña chica que quiere meterse bajo la mesa y que pase el terremoto.
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En cuanto Chika se derrumbó, Kimi se agachó a su lado para apoyarla mientras el resto de hermanos miraban, anonadados. No solo no entendían qué había pasado con Kira, sino que ahora no entendían qué estaba pasando con Chika.

— Estará bien, Chika, no te preocupes. —Le decía su hermana—. Papá se encargará de todo, tranquila.

Los hermanos seguían confundidos.

— ¿Pero qué ha pasado? —Preguntó Kenshin.

— Escuché a Raijin decir que se le partieron las costillas.

— ¿¡Que Mami le partió las costillas!? —Ryō no podía creerse lo que estaba escuchando—. Como la vea me la cargo.

Kazemaru levantó ambas manos para detener a su hermano.

— ¡Eso dijo! Pero yo no escuché ningún hueso romperse, así que lo dudo mucho.

— Quizás no lo escuchaste por los golpes...

El chico negó con la cabeza, oofendido por la idea.

— Mi oído no falla.
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Las palabras de Kimi penetraron más hondo de lo que Chika hubiese esperado. Era cierto que la había visto morir, pero también la había visto volver y hacerse suficientemente fuerte para aguantarse por su propio pie.

Ahora sus hermanos estaban a punto de matarse entre ellos o salir tras Mami y quemarla por bruja.

Chicos. — comenzó a decir, poniéndose en pie de nuevo con la ayuda de su hermana, si se la daba. — Habrá sido un mal golpe. Ya hemos tenido cosas así, ¿verdad? Esperemos a que vuelvan. Seguro que no es nada grave.

No soltó a Kimi en ningún momento. Aunque intentase sonar confiada y tranquila, Kimi sabía que no era así y que si la soltaba, igual ni se mantuviese en pie.
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Kimi tampoco soltaría a su hermana en ningún momento, manteniéndose junto a ella para apoyarla.

Ryō cerró los puños con fuerza, muy enfadado. Incluso si Mami no le había roto las costillas a Kira, no había manera de que la haya dejado tan herida por accidente. Habían límites que uno jamás podía cruzar entrenando con sus hermanos.

— Esperemos a que vuelva Mami. —Dijo Kenshin, manteniendo la calma—. Mal golpe o no, tendremos que hacerle saber lo que ha hecho para que se disculpe con Kira.

Ryō se cruzó de brazos, sentándose al borde de la tarima.

— Más le vale disculparse...

Kazemaru, que parecía más preocupado por Chika, se acercó a ella.

— Esto... Chika-san ¿verdad? —Le preguntó—. ¿Estás bien?
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— Esto... Chika-san ¿verdad? —Le preguntó—. ¿Estás bien?

Estoy bien, no te preocupes, Kazemaru-san.

Suspiró dejando ir gran parte de su ansiedad al ver que todo se calmaba relativamente. Al menos no había discusión por ahora. Cuando volviese Mami esperaba estar un poco más en onda. Le hizo un gesto a Kimi para ir ella a sentare en la tarima, al lado de Momo, que la había dejado sola con todo esto.

Se sentaría y apoyaría sus codos en sus rodillas y se taparía la cara con sus manos. Tenía que superar eso. Kimi parecía estar bien, todo parecía estar bien. Claro que Kimi estaba hasta arriba de narcoticos o muerta en los peores momentos, ella estuvo plenamente consciente durante todo. Respiró hondo, temblando levemente ante el peso de sus propios demonios.
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Kazemaru le contestó a Chika con una sonrisa amable.

— De acuerdo. —Le dijo—. Pero si necesitas cualquier cosa, no dudes en decirme algo ¿de acuerdo?

Igual que Chika, la mayoría de hermanos se desperdigaron para sentarse y espera. Kimi se sentó junto a su hermana, que a su vez se sentó junto a Momo, que estaba bebiendo agua, apoyada en la pared.

Ninguna de las dos se dijo nada durante unos segundos, pero Momo notó como Chika estaba temblando a su lado, intentando calmarse. Aunque había escuchado lo que le había respondido a Kazemaru, estaba claro que no estaba tan bien como decía, pero tampoco quería preguntarle de nuevo, pues no parecía querer hablar de ello.

Mientras se tapaba la cara para esconderse de los demonios que siempre volvían para acecharla, pudo sentir la mano de Momo acariciarle la cabeza suavemente. No sabía qué decirle, sobre todo porque no sabía siquiera lo que le pasaba, pero Chika había sido buena con ella antes, así que Momo quería ser buena con ella ahora.
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Chika asintió a su hermano y procedió a sentarse. Una vez sentada, fuera de tensión, todas las escenas que había presenciado se amontonaron en su cabeza. No fue hasta que Momo la tocó que volvió a sentir cosas de ese mundo. El mundo físico.

Volvió a respirar hondo sin saber cuándo había dejado de hacerlo. Se limpio las lágrimas que aún no habían nacido y alzó la cabeza a sus hermanas.

Estoy bien, Momo-chan. Estoy bien... — respondió a una pregunta que no se había formulado.

Se quedó unos segundos observando sus alrededores, a sus nuevos hermanos, el patio y a Kimi. Todo estaba bien. Todo iba a salir bien. Poco a poco, sus demonios volvieron a salir de su mente y se volvieron a su cajón, de donde volverían a salir llegado el momento.

De momento, sonrió.

Gracias, Momo-chan. Pero estoy bien, de verdad.
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— Puede. —Respondió Momo, sonriéndole a su hermana—. ¡Pero a que ahora estás mejor!

La chica pasó de acariciar la cabeza de su hermana a directamente abrazarla. Entendía que Chika no quisiese hablar de lo que fuese que estaba sintiendo. Ella misma tampoco quería hablar de sus problemas momentos atrás, pero aún así Chika se había a ofrecido a ayudarla. No pensaba ser menos.

Kimi se sintió feliz al ver a alguien más apoyando a su hermana.

— Si quieren... podemos practicar ahora el Lariat. —Propuso—. Así no nos tenemos que quedar aquí esperando sentadas.
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Chika se quedó un segundo atonita por la muestra de afecto de Momo, pero rápidamente le correspondió el abrazo. Aún no alcanzaba a entender como había hecho Mika para que la mitad de sus hijos adoptivos fuesen gilipollas y la otra mitad cachos de pan. Algo había hecho bien, claro, pero otras cosas...

Podemos hacerlo sí. Si te sientes bien, Momo-chan. No te fuerces si estás cansada o adolorida. — añadió Chika a las palabras de su hermana.
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— ¡Sí¡ ¡Estoy bien! —Respondió Momo, alegre.

Kimi empezó a levantarse, feliz también. Parecía que todo iba a estar bien.

— Perfecto. —Dijo—. ¿Vamos?

La chiquilla se levantó, ofreciéndole las manos a ambas hermanas para ayudarlas a levantarse. Ella pensaba que lo mejor sería entrenar el control del chakra y la técnica para transformarlo en un elemento en lugar de ir directamente al Lariat, y lo expresó. Así podrían descansar el cuerpo y recuperarse. Aún así, estaría igual de contenta entrenando el Lariat con sus hermanas.

Hicieran lo que hicieran, el entrenamiento les duraría hasta media hora, pues Mami llegaría entonces junto a Hotaru. Por su reacción, pareció haber leído el ambiente bastante rápido, pues se detuvo apenas llegar, cuando notó la mirada de todo el mundo.

— ¿Qué pasa? —Preguntó, confundida—.¿Y el resto?
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Si Kimi venía a entrenar con ellas, seguiría lo que ella sugiriese. Pensaba entrenar ella a Momo para no molestar a nadie más, pero tampoco iba a negar que Kimi tenía más temple a la hora de enseñar. Para Chika las cosas se hacían como se hacían y sus procesos no siempre eran comprensibles para el resto de mortales.

Aún así, no tenía problemas en seguir intentando explicarse tantas veces como hiciese falta. Aunque liase más que aclarar con cada explicación. Por suerte, ese entrenamiento tendrían a Kimi para evitar esos problemas.

Hasta que apareciese Mami.

— ¿Qué pasa? ¿Y el resto?

Chika se giró de inmediato, para comprobar quien faltaba. Kira y Raijin. Oh, cierto. Con el entrenamiento, la peliazul había perdido por completo la noción de cómo habían llegado hasta aquí.

Oh, Raijin ha llevado a Kira al hospital, tenía más daños de los que pensabamos. — empezó la frase como si fuese una información cotidiana y acabó como si estuviese anunciando la muerte de Hachiko, su perro fiel.
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