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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Agradecí que Naoko que ignorase, como yo, las palabras del antisocial, o que por lo menos no indagase más en el asunto, a decir la verdad, y siendo realmente objetivos, cada quien tenía un poco de razón, a mi parecer. Poco después vino la presentación del muchacho, quien adoptó una pose original y única, para ser sincera le pegaba con su apariencia, pero mi rostro no denotaba ningún tipo de aprobación todavía.

«King Rouga...» repetí mentalmente, no olvidaría ese nombre.

King se apresuró a dar explicaciones por lo sucedido aclarando que tenía motivos para reaccionar de aquella manera, que sí hubiera sabido mi rango militar y mi asociación a una de las villas la historia fuera diferente, claro no lo dijo así, era lo mismo pero con otras palabras. Al fin y al cabo tampoco tenía porque estar mintiendo, sí es que realmente decía la verdad.

Suspiré.

Mantuve mi mano estirada esperando el dichoso apretón, mientras le taladraba con la mirada, pero nuestro encuentro nunca llegó. Rouga se lanzó al suelo, depositó sus manos y su frente tan bajo como el piso se lo permitió —Por el honor que mantengo como shinobi de la lluvia, lamento la ofensa cometida, Aburame— expresó con total sinceridad.

Aquella posición me tomó por sorpresa, no esperaba que una persona tan grosera como él supiera del código de etiqueta; indistintamente su reverencia había logrado su cometido, incluso empezaba a apenarme la situación.

—Tus intenciones han quedado claras— comentó Aburame con tono severo —. Y tu arrepentimiento también— suavizó con el mismo tono [colo=lightcoral]—. Levántate chico[/color]— pidió, luego sentí su mirada clavada en mi, aclaró su garganta, exigía un acto similar.

Mi mano volvió al costado de mi cuerpo, y en cuanto Rouga se levantó fui yo quien hice una reverencia, no tan marcada como la de él, no me tiré al suelo, pero sí incliné mi dorso en un ángulo de cuarenta y cinco grados, y me mantuve ahí varios segundos —. Acepto tus disculpas, yo también lamento no haberme presentado como es debido— dije con un tono más suave y calmado.

—Sí no hay más nada que agregar...— dijo dando chance a algún intercambio de palabras por parte de los genins.
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#17
No existía una palabra adecuada para definir la escena, ni siquiera por parte de los curiosos. Por lo menos, el Yotsuki estaba un poco aliviado de que la fiesta hubiese acabado en paz. "Bueno, no tanto, pero la idea es esa..." Se puso de pie nuevamente, al tiempo que veía a la muchacha disculparse también con su propia reverencia.

Fue entonces que la jounin dió por zanjado el asunto, y el Yotsuki también. "Probablemente ella al final no sepa mucho más que yo de lo ocurrido aquella noche, además que no creo que sea prudente preguntarle de todas formas." Meditaba para sí.

—Yo he de retirarme entonces, pues debo seguir investigando un asunto que tengo entre las manos— Diría con tono seco. —Con su permiso— Avisaría dispuesto a darse la vuelta y marcharse a otro sitio, pues aún tenía que buscar dónde alojarse.

Lo que nadie de los presentes sabía, era que aún había un espectador que los espiaba en silencio. Uno emplumado, de color azul y amarillo, posado en el borde de una ventana abierta en lo alto de un edificio. Alguien estaba muy interesado en el escándalo acontecido, pero las cosas no siempre son lo que parecen. La guacamaya vigilaba sin llamar la atención, aunque estaba demasiado lejos para escuchar lo que decían.

«He venido a ver que ocurrió, y al parecer fue un pleito entre shinobi. Hay dos kunoichi de la espiral y uno de la lluvia... y no me lo vas a creer, pero juraría que es uno de los dos que nos arruinaron los planes en el Templo del País del Viento...»

En algún lugar de la ciudad...

Dos personas estaban en un cuarto. Una era una adolescente de al menos dieciséis años, ataviada con pantalón formal en negro, blusa blanca, corbata negra y saco también formal. Era de cabellos cortos y ondulados y ojos violáceos, adornando una piel blanquecina y que se miraba tersa a la vista.

—¿Y bien?— preguntó al otro de los presentes.

El otro era un tuerto de cabellos castaños y rebeldes, en los últimos años de sus veintes. No parecía para nada cómodo ante la presencia de la chica, ni tampoco la guacamaya roja que tenía en su hombro.

—Kukulkán acaba de informar que son extranjeros los responsables del pleito, dos mujeres de la espiral y uno de la lluvia, posiblemente el mismo del altercado del desierto— pronunció el ave.

Se escuchó un aplauso cuando la chica juntó las manos de la alegría, sonriendo de forma tétrica.

—¡Perfecto! Vamos perrito, ahora podrás enmendar tu fracaso— se acercó y agarró del cachete al hombre, estirándoselo mientras el ponía cara de enojo. —Sé un buen perro y muérdelos. Si el imbécil está aquí no es por casualidad, seguramente está buscando información de la pintura. Si estaban peleando no creo que las de Uzushiogakure estén de su lado, así que podemos ignorarlas por ahora. Si se entrometen, deshazte de las dos. ¡Cuento contigo!— Le dio tres palmaditas suaves sobre la cabeza para luego darse la vuelta y salir de la habitación.

—¿Sabes? Yo solía tenerte respeto— espetó el ave.

—Perdón...— respondió el castaño con una voz apagada y triste, justo para desvanecer el contrato y que tanto la guacamaya azul que vigilaba a la lejanía cómo la roja a su lado desaparecieran en una nube de humo. —¿Por qué...?
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#18
Naoko y mi persona nos quedamos unos segundos más viendo al Amejin marcharse, fui yo quien duró más y tuve que abandonar aquella acción al escuchar el llamado de mi madre, quien exigía que nos retirásemos también.

En el Hotel...

La habitación era amplia y lujosa, nada menos que esperar de los gustos de mi madre, destacaban los ventanales de cristal que permitían una gran vista de la ciudad, debido a la altura. En el interior reposaban todas las comodidades que fuesen, o no, necesarias para nosotras; me encontraba sentada sobre el colchón de la que sería mi cama durante la estadía, acababa de salir de la ducha y tenía puesta una ropa ligera, descubrí mi abdomen para ver el lugar del golpe.

—Repiteme de nuevo lo que pasó— exigió Naoko.

—¿Otra vez?— dije atónita —. Estoy empezando a creer que dudas de lo que te digo— suspiré, dejé de mirar mi vientre y comencé a colocarme una crema por todo el cuerpo, entonces repetí la historia por quinta vez, respondiendo las nuevas dudas de mi madre.

—Lo único que no entiendo es que tiene que ver el asunto del robo de la tierra del qué ¿del dragón? Contigo— consultó, no se le terminaba de grabar el nombre de la obra.

—De la montaña del dragón, y sí fue en Tanzaku Gai— certifiqué, de nuevo.

—Te conozco Aburame Mei, así que te sugiero que te alejes de esa situación, no te incumbe, no hay nada que averiguar— mi madre había utilizado una palabra menos contunden, ella sabía que sí usaba "prohibido" o similar tendría un efecto totalmente contrario.

—Cambiando de tema, ¿cuando vamos a ir a visitarlas?

Y así transcurrió el tiempo, hablando de los preparativos, de vestidos, comida, sitios turísticos y más...
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#19
Al final, el Yotsuki logró encontrar lo mejor entre lo peor. El barrio bajo no era tan malo cómo podían pintarlo, que de hecho, era básicamente normal. Simplemente eran familias trabajadoras, que se partían la espalda día a día para salir adelante. De hecho , fue justamente en un negocio montado por algunos de sus habitantes que logró hallar refugio, siendo un pequeño hotel que si bien no tenía ni la mitad de prestigio que cualquiera de los del barrio alto, se le notaba cómodo y hogareño, casi cómo si sus huéspedes fuesen parte de la familia.

Era por ahí, que estaba maquinando su siguiente jugada. "Debería ir en primer lugar al mentado museo, aunque desconozco exactamente cómo preguntar sobre el tema... No tengo edad para que me hagan caso, que si al menos tuviese una chapita plateada en el hombro quizás me prestarían mayor atención. Vaya mierda, mejor almorzaré y luego veré que hago." Suspiró.

***

Luego de un tiempo, las Aburame escucharían tres suaves golpecitos a su puerta, acompañadas por una voz.

—Servicio a la habitación— se escuchó la voz de una jovencita desde el otro lado de la puerta sin atreverse siquiera a tocar el pomo de la puerta. —El almuerzo estará listo dentro de poco. Pueden bajar al restaurante cuando gusten o si lo desean lo traeremos personalmente.
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#20
La conversación se alargó lo suficiente como para olvidarme del hambre y del mal rato que acababa de pasar.

«Mañana iremos a dar un paseo y a dónde mi prima, debemos comprarle el regalo aún»

Pum

Pum

Pum


Retumbó la puerta en tres tímidos golpes —El almuerzo estará listo dentro de poco. Pueden bajar al restaurante cuando gusten o si lo desean lo traeremos personalmente.

Mi estómago rugió demandante de algún pedazo de carne, pescado, ensalada o cualquier cosa que pudiera alimentarte —¿Pediste comida?— pregunté, no le vi hablar con nadie, menos con alguien del hotel.

—Cuando hice la reservación incluía el almuerzo, menos mal no hemos comido nada jejeje.

No dudamos en abandonar la habitación para ir al restaurante.
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#21
Abajo en el restaurante, todo brillaba con pulcritud. Los manteles blancos, el piso de mármol, las columnas talladas con motivos de seres femeninos místicos. Todo el personal estaba uniformado, mientras lo candelabros dorados a lo largo del salón iluminaban la estancia de manera que no faltara luz pero que tampoco encandilara a los presentes, dándole un toque elegante al sitio. Era privado, únicamente para los huéspedes del hotel, por lo que todos los presentes vestían sus mejores y más finas galas.

Había parejas, familias, raramente alguien se le veía en solitario. Probablemente la mayoría de ahí eran turistas que venían de otras naciones a pasar un buen rato en Kasukami.

Muchas mesas estaban desocupadas, por lo que no les sería difícil encontrar un sitio para tomar asiento.

Entre tanto, algunos de los botones fueron rápidamente a la puerta cuando alguien más entró al restaurante por la puerta frontal. Se traba de una mujer de cabellera negra y vestido negro de escote cruzado, portaba una pipa con forma de dragón y un tatuaje de grulla en su pierna. De inmediato, incluso el chef salió de la cocina a recibirla. La mujer iba escoltada por dos guardias femeninas altas en traje negro y lentes oscuros, que les indicaron a los trabajadores que no se acercaran demasiado. La misteriosa fémina de ojos miel pareció intercambiar algunas palabras con el chef, con gesto de tedio.
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#22
Caminamos por los pasillo, pasando puerta tras puerta, dejando finalmente las habitaciones atrás para llegar a las puertas de cristal que anunciaban el inicio del restaurante, sí había pensado que el hotel era elegante, lo confirmé al entrar al bufé. La cerámica destacaba por su brillo, incluso al mirar al suelo podía ver mi reflejo, y eso no era lo único que brillaba, incluso las cosas que no podían transmitir brillo parecían deslumbrar. Pasamos junto a las mesas vestidas de blanco puro, decidiendo cual mesa sería la mejor, nuestros pasar se vería reflejado no solo en el marmol, también en las alturas por los hermosos candelabros dorados.

—Esta vez sí que te luciste— dije complacida por la elegancia del lugar, casi me sentía mal por no vestir una ropa más apropiada, no era una situación especial, pero podría lucir mejor, mucho mejor.

—Yo siempre me luzco, que no te des cuenta es otra cosa— rió jocosa y se detuvo —. Parece un buen lugar aquí— dijo deteniéndose casi al mitad de la sala, teníamos una vista de todo el lugar.

Me senté y miré hacia todos lados, detallaba las prendas y telas lujosas que vestían —. Es un lugar perfecto, desde aquí puedo ver el mesón, voy a ver qué están ofreciendo— dije poniéndome de pie nuevamente para moverme hacia allá, aunque no llegué hasta allá, todo lo contrario, me detuve a medio camino al ver como el botones se dirigía con apuro a la puerta, una mujer apareció a través de ella con un vestido refinado y atrevido, de cabellera negra y con una pipa muy peculiar, dos mujeres más le acompañaban de cerca con un uniforme no tan refinado, al parecer eran sus guardias.

«¿Mokona?» pensé «Noo... Creo que no se llamaba así, ¿cómo era»

Seguí con pasos más tímidos hacia el mesón y me traté de acerca un poco a donde se encontraban, pero no demasiado, porque al parecer era un tema delicado, así que hice como sí estuviese observando la charolas de comida.
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#23
La conversación al inicio era ininteligible, perola curiosidad de la muchacha le animó para acercarse, nos in tener una coartada en caso de preguntaran por su presencia ahí. Teniendo ya todo listo y estando una distancia prudente, podría escuchar la conversación de los presentes.

—...Pues no está mal la decoración, pero creo que está muy vacío el sitio. No tenía intención de gastar demasiado, pero al parecer tendré que desembolsar un poco más para una ligera remodelación del restaurante. Se siente algo apagado el ambiente— tomó una calada del aromático humo dulce de su pipa. —Espero señor chef, que la comida esté a la altura— Remató.

—¡Claro Kokona-dono! Puede pasar al mesón si así lo desea para degustar, le prometo que no va a sentirse decepcionada y su satisfacción está garantizada— Juntó el dedo índice con el pulgar y lo agitó de arriba abajo, aseverando sus palabras mientras inflaba el pecho como palomo.

—Excelente~ De inmediato la mujer y sus dos escoltas se dieron la vuelta mientras uno de los meseros se adelantaba para asistirla.

Fue entonces, que la de ojos ámbar reparó en la presencia de la muchacha, alzando las cejas con duda y asombro.

—¿Te conozco? Espera, ¡te conozco! ¿En Tanzaku Gai verdad?— sonrió.
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#24
Una vez en el mesón fue más fácil desplazarme con un poco más libertad, movida por la curiosidad me acerqué lentamente haciendo que mis orbes se fijasen falsamente en la comida, pero mis orejas eran como unas antenas que se mantenían atentas a las palabras del dúo, después de insistir un poco logré escuchar alguna que otra oración, no parecía nada especial.

«¿Kokona?» mis ojos se abrieron de par en par cuando escuché al chef nombrarla, sí, la recordaba; lamí mis labios ansiosa.

No me dio chance a retirarme, sería muy evidente a mi parecer, por lo que decidí prestar verdadera atención a la comida, ya que realmente no había reparado en ella.

—¿Te conozco? Espera, ¡te conozco! ¿En Tanzaku Gai verdad?— sonrió.

—¿Eh?— me volteé para encararla. A diferencia de algunos minutos, ahora destacaba la bandana reluciente en mi frente, ¿haría algún cambio en la actitud de la muchacha? Ciertamente le puso fin a la actitud tosca de Rouga —¡¿Mokona-san?!— repetí erróneamente — . Sí, en Tanzaku Gai— afirmé sonriendo amablemente —Todo sucedió tan rápido que no pudimos despedirnos bien ni nada similar— a ciencia cierta no recordaba perfectamente lo ocurrido, pero sí que nos separamos después de que perseguía a un posible sospechoso.

—Es una sorpresa encontrarme también contigo, ¿qué haces por aquí?— indagué rápidamente.
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#25
—Ejem— Carraspeó. —Es Kokona— Pareció enrojecerse, aunque lejos de se ira parecía ser más vergüenza. Sus ojos parecieron cristalizarse cómo si fuera a empezar a llorar. —No pensé que me fueras a olvidar así. ¡SNIFF!— sacó un pañuelo y se limpió una lagrimita que corrió un poco su delineador de ojos. —Ay, cielo. Esa vez no sé que pasó, fue algo que no contemplé...— negó con la cabeza. —Eras... Kei, ¿Rei?— se sonrojó aún más al darse cuenta que ella tampoco recordaba su nombre. —Ay no— Se llevó la mano a la frente, justo cuando una de sus guardias tomaba a toda velocidad un vaso de agua y se lo extendía. La mujer lo vio de reojo y lo tomó, pero sólo le dio un ligero sorbo.

—¿Yo? ¡Pues vine a comprar el hotel!— Lo dijo con la facilidad de quién va a comprar papas fritas a Coladragón. —Es una nueva inversión que planeo hacer y pues quería comprobar el estado desde adentro. Ciertamente a veces me aburro con esto del papeleo, el traspaso; ahhh lo que es la burocracia— Negó con la cabeza. —Aunque, bueno, también en parte es negocio de mi hermano. Suelo ser su representante legal muchas veces en estos casos.


»¿Y a ti que te trae por aquí, cariño?— Giró su cabeza con curiosidad.
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#26
Mi rostro se enrojeció levemente por la vergüenza, al igual que el de ella —. Ay, lo siento Kokona-san— sonreí nuevamente tratando de quitarle importancia al asunto —. No es fácil olvidar a alguien como tú— elogié «Que exagerada» me dije al ver como se limpiaba con el pañuelo —. Soy Mei— dije con tranquilidad, no me importaba que ella se hubiese equivocado, yo también lo hice.

—¿A comprar le hotel?— repetí sorprendida, lo decía como sí fuera algo banal —.Es un lindo hotel, de eso no hay duda, creo que haces una buena inversión.

«Es una inversión en conjunto»

»¿Y a ti que te trae por aquí, cariño?

—Me estoy alojando con mi madre aquí, nos quedaremos unos cuantos días, asistiremos a la boda de mi prima y bueno, aquí estamos— respondí con sinceridad —. No hemos comido nada, bajamos a probar las exquisiteces del bufé— me giré para ver la comida, esta vez en serio —. Supongo que estarás ocupada ahora, pero después deberíamos tomar un café o algo juntas— propuse.
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#27
—¿Verdad que sí?— Sonrió ante la afirmación de Mei. —Aunque creo que me pasaré un poco d emi presupuesto para remodelar un poco el sitio y la decoración para darle un estilo más alegre pero sin dejar de ser refinado— Caló de su pipa.

Escuchó las palabras de la genin, elevando poco a poco las comisuras de sus labios de seda.

—¿Ocupada? ¡Para nada! Si justamente venía a probar un poco de la comida, ya sabes, por control de calidad— Le guiñó el ojo. —Aunque no me gustaría a mí tampoco interrumpir la velada que tienes con tu madre, pero con gusto aceptaría una merienda. ¿Te parece bien que nos reunamos aquí mismo a las cuatro de la tarde? Hay tantas cosas que ni siquiera pudimos hablar la última vez, ¡ninguna consiguió el anillo! quizá luego podamos ir a ver vitrinas y vestidos— Suspiró lamentándose. —¿Trato?
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#28
—Awww— emití una especie de gemido que en mi mente debía sonar tierno, pero no estaba del todo segura —. Me encantaría ver los cambios que harías, tienes un estilo único— y lo decía con total sinceridad, solo con ver la vestimenta de Kokona hasta un ciego se daría cuenta de que tenía buen gusto, un toque exótico quizás, lo que la hacía más llamativa aún.

—Entonces me atreveré a ser parte del control de calidad— reí con complicidad —. ¿A las cuatro?— dudé, recordaba haber visto un reloj en el restaurante, así que lo busqué con la mirada «faltan dos horas todavía, creo que me dará chance» —. Si me parece bien.

—Estupendo, antes de venir al hotel vi algunas prendas y vestidos que me gustaron mucho, quiero seguir caminando un poco para ver que se puede encontrar, me gustan los objetos únicos y raros como a ti, así que pasaremos una tarde genial, de eso no hay duda.— volteé a ver a la mesa en dónde se encontraba mi madre, quien tenía los ojos clavados en nosotras —. Será mejor que no siga haciendo esperar a mi madre, nos vemos luego— agarré dos platos y una bandeja, llené la cerámica de lo primero que se me ocurrió y partí directo a dónde la Aburame.

—¿Quien es?— no dudó en preguntar mi madre cuando me senté en la mesa.

—. Es la mujer que te conté, la que estaba en el casino en Tanzaku Gai.

—¿Mokona?

—Kokona— corregí, después empezar a comer.

El almuerzo transcurrió con normalidad, no habría mucho de que hablar, del viaje, del hotel, de lo que haríamos...

En el Restaurante a las 3:50pm

La puerta del cristal se abrió para mi, atravesé el portal vistiendo un pantalón ceñido al cuerpo, negro, rasgado con las rodillas, un suéter azul oscuro, grueso, de esos que tienen capucha y un bolsillo central, en el dorso del mismo destacaban las siluetas de alas, como sí fuesen a salir de mi espalda, mis pies estaban protegidas por una botas de negras también, con un tacón pequeño y con un cierre metálico frontal. Mi melena caía sin alzarse, no había rastro de aquellos dedos esqueléticos y en mis orejas no destacaban las calaveras, esta vez brillaban unas rosas metálicas, de tamaño pequeño; en mi mano descansaba una cartera única, era una autentica calaverica, bueno metálica, brillante, con asas metálicas también, con un poco de escarcha plateada en algunos lugares para tapar la tela negra de fondo. Lo único que no había variado era aquel aroma que solía usar.

Me adelanté hasta el centro del lugar y me senté en una de las sillas, había llegado antes de lo acordado.
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#29
—Tenlo por seguro, encargaré de que este lugar quede DI-VI-NO— rió suavemente. —Nos vemos entonces esta tarde— Alzó su mano suavemente para despedirse mientras su guardaespaldas se mantenían atrás observando partir a la muchacha con ojos de recelo.

»Esta tarde creo que no será necesario que vengan, no quiero incomodarla.

Las guardias se quedaron estupefactas, pero se limitaron a asentir con una reverencia a la orden, sin rechistar.

***

A aquella hora de la tarde, no había tanta gente cómo al medio día. Curiosamente, la que sería su acompañante no tardaría en hacerse presente al lugar, siendo que también había cambiado su look por una mucho más formal.

Siempre con su coqueto caminar, llegó con un vestido blanco de manga corta y faldón en pliegues cortos, en contraparte a sus ropajes tradicionales. Vestía una bufanda de piel armiño y unos guantes blancos que completaban el conjunto que se reflejaban tan pulcros cómo el propio mármol de la estancia, miemetizándose con el lugar. Remataba sobre su cabeza un elegante sombrero de dama, decorado con un cinto naranja y una rosa de imitación del mismo tono. Portaba un bolso que oh sorpresa, también era blanco, con incrustaciones doradas.

—Oh vaya, parece que ambas tuvimos la misma idea— Se acercó y tapó su boca para reír. —Te preguntaría si no te hice esperar mucho, aunque realmente las dos vinimos temprano— Se encogió de hombros. —Ay, ese conjunto te luce estupendo— Se llevó palma a la mejilla mientras elevaba las comisuras de sus labios pintados de naranja. —Influye mucho tu porte, cómod icen por ahí, da igual que te pongas media vez tengas la actitud.


—¿Quieres ir primero a una cafetería aquí en el centro de la ciudad o vamos directamente a la boutique?
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#30
Miré el reloj ansiosa, ¿había llegado muy temprano? La respuesta era un no, lo sabía bien y cuando vi a Mokona aparecer por la puerta de cristal sonreí, mis orbes la escudriñaron de arriba abajo y por todos los ángulos posibles, habidos y por haber, sí, hay estaba yo siendo eclipsada por cada una de sus prendas y por como todas hacían juego entre ellas, dándole aún mas caché.

—Acabo de llegar, no te preocupes— me levanté y giré en torno a ella para verle por atrás —. El color blanco es uno de mis favoritos, transmite cierta paz y elegancia... Te sienta muy bien— admití para quedar frente a ella —. Ay, que linda, gracias— no dije nada tras el otro comentario, realmente nunca lo había escuchado.

—¿Quieres ir primero a una cafetería aquí en el centro de la ciudad o vamos directamente a la boutique?

—Realmente me gustaría comer un postre, almorcé rápido y vine lo antes posible que apenas y hice digestión— admití sin vergüenza —. Escuché por ahí que habían lugares en dónde vendían helados de mariscos, pero no sé como sean, no puedo ni imaginármelos, aunque un buen pedazo de brownie se me antoja.
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