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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Pongámonos en marcha entonces —respondió el Hakagurē, ante la positiva de la muchacha.

El joven de blanca y larga cabellera la guio, abandonando el cráter y pasando por el bosque, hasta llegar al pueblito del cual estaba hablando. Había pocas construcciones, una veintena quizás, y todas eran de piedra muy antigua, quizás tanto como lo eran los restos de Konohagakure. Entre todos aquellos edificios había uno que llamaba la atención particularmente, no tanto por ser el más grande, sino por una especie de halo ancestral que replicaba la sensación de silencio y soledad que se manifestaba en el cráter.

Ese debe ser el sitio del que me hablaron —aseguro, señalando el edificio y recordando cómo le habían dicho que podía encontrarlo—. Me dijeron que no hacía falta que lo buscase, que una curiosa sensación me guiaría hasta donde estuviera.

Kōtetsu se acerco un poco más para detallarlo mejor, y ,si, tenía un letrero que decía museo de la hoja, pero su aspecto lúgubre lo hacía lucir como el arquetipo de casa abandonada y embrujada.

No es el museo más atractivo que he visto —aunque apenas había visto un museo en toda su vida—, pero ya estamos aquí, ¿será que entramos? —pregunto.
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#17
Kunoichi y shinobi se dijeron en dirección al pueblo dejando atrás el cráter, monumento y las miles de vidas que se perdieron en aquella desastre que terminó con la misma.

El pueblo parecía ser bastante pequeño y también antiguo -¿Un museo? - dijo observando la fachada de la edificación la cual tenía un letrero el cual resaba "museo de la hoja" -¿harán visitas guiadas?- preguntó mientras sus ojos claros seguían clavados en el edificio de piedra que, a decir verdad, presentaba una atmósfera de silencio y soledad igual o más grande que la que presentabano las ruinas de aquella antigua villa tan gloriosa en su momento.

-¿Su clan también provenía de Konoha? - se preguntó la kunoichi en su interior, caso contrario, no se explicaba su interés en también conocer de aquella villa pérdida, cosa que a la joven de cabellos dorados no le molestaba en lo más mínimo.
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#18
El joven de cabello blanco giro el picaporte y abrió la puerta, que se desplazo con un fuerte y tétrico chillido. Cuando a ambos les fue posible observar hacia el interior, pudieron ver una estancia oscura, pobremente iluminada.

Hay varias luces encendidas, por lo que debe haber alguien por aquí…, creo —señalo el peliblanco.

Se atrevió a dar un paso hacia adentro, esperando que la Yamanaka le siguiese antes de permitir que la puerta se cerrase, produciendo de nuevo aquel sonido tan perturbador. El sitio estaba lleno de números candelabros cuyas velas emitían llamas titilantes. También había cierto olor a polvo y humedad en el aire. Pasarían cerca de un montón de estantes antiguos y cubiertos de telarañas hasta llegar a lo que parecía ser el mostrador, donde una figura anciana dormitaba sobre la vieja pero cuidad madera.

Imagino que debe ser el encargado de la tienda —señalo el joven, susurrando para no hacer ruido—. ¿Crees que deberíamos despertarlo? —pregunto a la rubia que le acompañaba.
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#19
-Muchas gracias- dijo la joven Amegakurense cuando el shinobi del remolino abrió la vieja y sonora puerta de entrada al museo, el interior de las estancias del edificio se le antojaba lúgubre y poco iluminada, también notó el olor a polvo y humedad.

-Un poco de limpieza no vendría nada mal - se dijo la Yamanaka al observar la cantidad de polvo en inmunda telaraña que había en las estanterías. Pero hubo algo que la sacó de su asombro al ver tal dejadez en el ambiente: el anciano que se encontraba durmiendo, el cual, a primera instancia pensó era parte del decorado

-¿lo hago yo?- preguntó la kunoichi por lo bajo en respuesta al shinobi peliblanco
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#20
Ciertamente, el que fuera la jovencita de carácter simpático, y no el muchacho con cabello de aspecto fantasmal, quien despertara al anciano sonaba como la mejor de las opciones.

Sí, creo que es mejor que lo despiertes tú, pero hazlo con delicadeza —pidió el peliblanco.

Afuera se podía escuchar como la lluvia comenzaba a caer con fuerza, repiqueteando en el techo de pizarra, mientras que desde algunos oscuros rincones podía escucharse el resonar de algunas goteras. El anciano parecía no notar nada de aquello, pues roncaba y dormía con una pesadez prodigiosa, como si no esperase que alguien pudiese pasarse por allí. Y viendo el estado de aparente abandono de aquel sitio, Kōtetsu no pudo recriminarle que pensase aquello.
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#21
La kunoichi se encogió de hombros cuando el peliblanco le dijo que fuera con delicadeza puesto que su mano se había cerrado en un puño para golpear la mesa con fuerza -En fin... - dijo la Amegakurense por lo bajo, realmente estaba a hacerlo dar un salto ¿como podía alguien dormir en horas de trabajo?

Respiró profunda y pesadamente, dar un fuerte golpe a la mademás habría sido más rápido, pero en su lugar se acercó y dio unos golpecitos a la tabla de madera como si estuviera llamando a la puerta de una casa -¿Señor?- le llamo con un tono más bien normal sin levantar la voz
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#22
La rubia golpeo con suma suavidad la madera, pero aquello resulto ser un poco fuerte para el durmiente.

¡Algún día seré Hokage! —vocifero el anciano mientras se levantaba—. ¿Quiénes son ustedes? Seguro son vándalos. ¿No me digan que vienen a jugarme bromas otra vez?

Resultaba ser un viejo de cabellos rubios intensos y blanquecinos, con unos ojos azules, que en otra época debieron de tener un brillo envidiable. En sus mejillas se marcaban unas líneas de carácter zorruno, que eran disimuladas por lo arrugado de su piel. Ignorando el sitio en donde yacía durmiendo, parecía una persona de lo más común. Exacto por una bandana que el espadachín jamás había visto, una placa de metal con el símbolo de una hoja.

¡Respondan, niños, ¿Qué buscan aquí? —Les miraba con una desconfianza un tanto ofensiva.

Espera, señor, vamos a calmarnos un poco y luego hablamos —dijo, conciliador.
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#23
Al parecer, lo que la Amegakurense en un principio, sucedió incluso cuando lo hizo con delicadeza, el anciano: un hombre que en su tiempo debió de ser rubio y con brillantes ojos azules, despertó súbitamente de su sueño -¿Que es un Hola gente? - se preguntó la kunoichi de cabellos dorados, claramente no se imaginaba que se trataba de un antiguo líder de aquella aldea olvidada.

Ante la acusación de vandalismo por parte de aquel anciano, Kōtetsu intentó calmar al hombre, pero la Amegakurense pensó que debía hacer algo también -señor, venimos de visita al museo y le despertamos para ver si nos podía dar una visita guiada por el mismo- dijo la rubia de forma calmada luego de lo dicho por Kōtetsu.
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#24
Un par de jóvenes con intereses históricos, ¡vaya broma! —bufoneó el anciano rubio.

Comprendiendo que se trataba de un sujeto problemático, Kōtetsu enarco las cejas y dejo escapar una expresión, que si bien era de clara molestia, no dejaba de ser serena. Se quedo observando, esperando que entendiera que le estaban hablando enserio.

Vale, está bien, les creo... —refunfuño, mientras desviaba la mirada hacia la mancha de baba que había dejado en el mostrador.

El encargado busco un trapo y comenzó limpiar la mesa, mientras arrojaba una que otra mirada curiosa al par de jóvenes que estaban frente a él. Se le hacía sumamente extraño el tener clientes en aquella temporada, pues la mayoría de los que visitaban el pueblo solo buscaban un sitio en donde hospedarse hasta que les fuera conveniente continuar con su viaje.

Entonces… —Se vio en la necesidad de hablar, pues aquel hombre se había quedado en pasmoso silencio.

Sí, sí, el recorrido —se avispo, como recordado que trabajaba allí—. Antes de comenzar se ha de pagar una módica cuota, serian veinte ryos en total.

Está bien… creo —dijo, antes de entregarle el pago al expectante cobrador.

Lo cierto es que no le importaba mucho pagar el precio de ambos, pero por aquella cantidad, que desvergonzadamente rayaba en la usura, esperaba que el recorrido valiese la pena. Aunque aquello quizás era esperar mucho, pues el carácter del encargado, sumado a lo deteriorado del local, le impedía sentirse optimista al respecto.

Perfecto —declaro, mientras contaba cuidadosa y codiciosamente las monedas—. ¿Están listos para el mejor recorrido de sus vidas?
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#25
Una ceja de Kotetsu se arqueaba y a su lado la kunoichi amegakurense miraba fijamente al anciano, que antaño fuera rubio, en su interior Reika entendio de que seguramente no recibiria muchas visitas, es aspecto de la estancia lo decia todo con sus telarañas y olores a humedad

El anciano quedo como desentendido del porque estaban ahi ambos jovenes, pero las palabras del shinobi del remolino lo devolvieron a su puesto de trabajo
-Prometo devolvértelo en una próxima vez dijo la rubia a Kotetsu, quien habia pagado su parte tambien, y menos mas, porque la kunoichi no contaba ni una sola moneda en sus bolsillos y no era correcto para ella estar dependiendo de los demas en situaciones como estas

ecuchó el anuncio del encargado del museo. sus espectativas no era de las mejores, teniendo en cuenta la situacion del museo y la personalidad del mismo encargado, la rubia no sabia que pensar de el - Si, por supuesto!- respondio Reika a la pregunta del empleado del museo, tenia reales ganas de aprender algo de aquella aldea
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#26
Con el importe solicitado en las manos del guía, y con ambos muchachos listos para comenzar el fantástico recorrido, el encargado se puso en marcha con su trabajo: De debajo del escritorio saco una pequeña lámpara de mano, en la cual vertió un poco de oscuro aceite para luego encenderla y llevarla consigo, con la finalidad de iluminar el oscuro recorrido que tenían por delante.

Bien, aquí vamos. Permanezcan cerca de mí y procuren no extraviarse ni romper nada —Solicito el rubio anciano, mientras se comenzaba a caminar hacia la oscuridad

El sonido de la tormenta era amortiguado por lo corpulento de aquella estructura de piedra y madera, pero la lluvia seguía haciéndose presente con un leve y constante rumor, y el viento daba fe de su existencia al provocar rechinidos ocasionales en el vetusto edificio.

Los jóvenes fueron guiados a través de un oscuro laberinto que, contra lo que pudiese esperarse, demostraba que el interior de aquel edificio era mucho más amplio de lo que su apariencia externa y sus sombras internas permitían apreciar. El sujeto les guiaba con la absoluta seguridad de quien ha hecho el mismo trayecto durante años, con la pequeña luz bamboleándose y flaqueando a merced de su irregular pulso. Luego de unos minutos de silencio, se detuvo y levanto la mano para iluminar lo que tenían frente a ellos.

Esta obra de arte es un mapa físico de lo que fuese la aldea oculta de la hoja.

Aquel plano era enorme, lo suficiente como para ocupar el tamaño de una pizarra. El nivel de detalle era increíble, virtud de su enorme extensión. Se veía que estaba hecho en un pergamino muy viejo y grueso, similar al de los documentos más antiguos y restringidos que había en la biblioteca de la academia.

Es impresionante. —musito el Hakagurē.

¿Eso es todo? Vamos… ¿Esto no es divertido si no hacen preguntas al respecto? ¿Dónde quedan sus ganas de aprender? —regaño el anciano.
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#27
Gracias a la ayuda del Shinobi del remolino quien había sacado de su bolsillo, la rubia podía llegar a aprender algo acerca de Konoha en su época de esplendor.
-¿Extraviarse? ¿Que tan grande es este lugar? - se dijo la kunoichi de cabellos dorados luego de oír las palabras del anciano, la oscuridad del lugar no permitía observar las dimensiones del museo, solo se notaba aquello en donde el rubio iluminaba.

Ambos ninjas caminaban despacio detrás del guía, el techo dela museo sonaba con el sonido de las gotas de lluvia que caían con fuerza. Dentro del museo aquel ruido de lluvia era prácticamente opacado por el rechinar de la madera con los pasos de los tres, los cuales se detuvieron en cuanto llegaron a la representación de la aldea en un plano -¡Yo tengo una pregunta! - dijo la kunoichi Amegakurense -¿Este edificio sabe usted que era? - Indicó con el dedo el edificio circular que se mostraba en las cercanías de lo que ella pensaba era el monumento gigante -Señor ¿Ese es el monumento de las caras gigantes?- preguntó ahora indicando, al igual que la anterior vez, sin tocar el plano...No sabia si se trataba de algo de mucha fragilidad.
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#28
La joven Yamanaka fue la primera en formular las preguntas que el anciano guía parecía estar solicitando. Con su dedo, señalo dos ubicaciones del enorme mapa, puntos aparentemente insignificantes que mucho llamaban su atención.

Ese punto es nada más y nada menos que el antiguo edificio del Hokage, líder de la aldea. Por lo que era la oficina y el centro neurálgico de todas las operaciones ninjas.

Increíble... Un Hokage —reconoció el peliblanco, impresionado por la satisfactoria respuesta.

Kōtetsu se acerco un poco al plano, detallando con cuidado las pequeñas leyendas y señales que estaban grabados en el mismo. A corta distancia podía apreciar que se trataba de un trabajo extremadamente detallado y completo, demasiado como para estar hablando de un mapa normal, de aquellos que se podían obtener en una tienda o de los que había en las bibliotecas.

De verdad que es impresionante: Tiene señalados los puestos de vigilancia, las rutas secretas de emergencia y la disposición de la barrera defensiva… Esto no es un mapa cualquiera.

Así es, muchacho, este es un mapa militar secreto —aseguro el guía, mostrando una sonrisa orgullosa—. Estoy seguro de que era el que utilizaba el Hokage y su gente de confianza para establecer los planes de batalla durante la guerra. Lo encontré en las ruinas de donde se ubicaba el edificio del Kage, dentro de una enorme caja de acero que lo protegió y preservo durante todo este tiempo.

Ya veo… Tiene sentido: Con la información que aquí se muestra, un enemigo hubiese podido planear un asalto perfecto a la villa, por lo que el mapa debía ser guardado con el máximo de seguridad y secreto.

El joven se quedo maravillado ante lo invaluable de aquel tesoro, oculto en una viejo edificio de una aldea olvidada en algún lugar del país del fuego. Lo siguió observando, hasta que algo escrito en una letra un tanto borrosa llamo su atención.

Yamanaka… —musito, mientras acercaba el rostro para ver mejor—. Mira, Reika-san, hay un edificio que tiene tu apellido, dice “casa del clan Yamanaka” —confirmo, señalando cierta edificación un tanto alejada del centro de la aldea.
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