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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
«¡La puta madre!»

Ante sus anonadados ojos, que Akame se preguntó si no le estarían engañando, aquel genin de Kusa hizo crecer un simple tallo arrancado hasta alcanzar las dimensiones de una enorme flor, con fuertes raíces y todo. Akame no podía dar crédito a semejante habilidad; no se parecía a nada que hubiese visto antes. «¿De dónde coño ha salido este chico?» Tratando de contener su insaciable curiosidad —un rasgo que había perdurado en su carácter— el Uchiha se cruzó de brazos mientras observaba la flor creada por Kazui.

Vaya, eso es... Definitivamente, es algo que nunca he visto en ninguno de mis viajes. Sin duda estás usando chakra, y me atrevería a aventurar, que es tu propia energía la que está... ¿estimulando el crecimiento vegetal? —demasiadas incógnitas—. Desde luego, es una habilidad singular. ¿Kekkei Genkai? ¿Algún pariente tuyo es capaz de hacer esto?

«Intuyo que no, o el chico no tendría tantas dudas, pero por preguntar...»
Diálogo - «Pensamiento» - Narración

Mangekyō utilizado por última vez: Flama, Verano de 220

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#32
—Vaya, eso es... Definitivamente, es algo que nunca he visto en ninguno de mis viajes. Sin duda estás usando chakra, y me atrevería a aventurar, que es tu propia energía la que está... ¿estimulando el crecimiento vegetal? — demasiadas incógnitas—. Desde luego, es una habilidad singular. ¿Kekkei Genkai? ¿Algún pariente tuyo es capaz de hacer esto?

Kazui suspiro, y observó unos segundos la planta. Comenzó por responder a la pregunta de Cuervo.
No. Le pregunté a mi madre por nuestro legado. Dijo que no. Puede que me esté mintiendo, o que ella misma no lo sepa. Igualmente sería muy raro que nadie en la familia lo tuviera hasta llegar a mí.-
“Lo que suponía…” Tiene sentido lo que dices del chakra.Esta sensación es muy similar a cuando entrenaba en la academia.


Dejó una pausa y reflexionó sobre las palabras del viajero.
-Cuervo, tu pareces saber mucho. ¿Sabes qué es exactamente un Kekkei Genkai? O si hay que hacer algo para heredarlo… –

Siguió caminando, ya no necesitaba estar parado para nada, y la charla amenizaba un poco el viaje. Si lo que el viajero le decía era cierto, quizá no se debiera a nada de lo que pensaba el genin y no estaba maldito, ni era un monstruo. Sería una buena noticia.

Hablando de malditos, su mente se fue un segundo y pensó en los pobres campesinos apaleados, y en el tío de la vara. Se imaginó a si mismo haciendo de esa vara un gran árbol, y al capataz corriendo como alma que lleva al diablo, con su oronda barriga en movimiento. Sonrió. Daba gusto poder preguntarle a alguien sus dudas, sin miedo de reproches o preguntas inquisitorias.
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#33
El llamado Cuervo reflexionaba silenciosamente sobre aquella asombrosa capacidad que tenía el muchacho. Sin duda era algo extraordinario, Akame nunca había presenciado tal singularidad; ¿a qué cotas de poder podría llegar una técnica semejante? «¿Podría crear vida en lugar de acelerar su crecimiento? Un poder así... Convertiría a su dueño en mucho más que un ninja. Sería un dios Miró de arriba a abajo a Kazui, pero esa vez lo hizo con otros ojos. Unos cargados de interés y anticipación.

Desde luego que es algo muy curioso. Deberías seguir entrenando e investigando acerca de este poder tuyo, Kazui-san —le aconsejó, sincero, el Cuervo—. Si en Kusagakure no Sato no hay nadie capaz de ayudarte, tal vez yo lo sea. Podría mantener los ojos abiertos durante mis viajes, ya sabes, en caso de que me cruce con alguien de tus capacidades.

Sin embargo, la curiosidad del genin de Kusa no iba a quedarse ahí. Tímidamente preguntó sobre las Barreras de Sangre, y lo que significaban; sin saber que su interlocutor era, precisamente, poseedor de una de ellas. El Sharingan.

"Kekkei Genkai" es un término que hace referencia a las capacidades hereditarias de ciertas líneas genéticas —respondió Akame, con el tono y la planta de un profesor veterano—. ¿Para heredarlo? Pues, como su nombre indica, debes tener algún antepasado que manifestara características de su Línea Sucesoria. Aunque no todas se heredan en todos los descendientes, normalmente suele ser un poco... Bueno, al azar. Es otra forma de decir que no tenemos ni idea de los mecanismos hereditarios de los Kekkei Genkai.

Apuró el pitillo.

Lo tuyo es sin duda un Kekkei Genkai, eso puedo decírtelo. Es evidente que no es una técnica que hayas aprendido, sino que es innato. Es tu naturaleza.
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#34
—Desde luego que es algo muy curioso. Deberías seguir entrenando e investigando acerca de este poder tuyo, Kazui-san —le aconsejó, sincero, el Cuervo—. Si en Kusagakure no Sato no hay nadie capaz de ayudarte, tal vez yo lo sea. Podría mantener los ojos abiertos durante mis viajes, ya sabes, en caso de que me cruce con alguien de tus capacidades.

« Quiza no sea mala idea tomar ambas opciones» pensó el joven «Al fin y al cabo, tendré más opciones si Cuervo puede encontrar más información… si no le importa ayudarme »

—"Kekkei Genkai" es un término que hace referencia a las capacidades hereditarias de ciertas líneas genéticas — respondió Akame, con el tono y la planta de un profesor veterano —. ¿Para heredarlo? Pues, como su nombre indica, debes tener algún antepasado que manifestara características de su Línea Sucesoria. Aunque no todas se heredan en todos los descendientes, normalmente suele ser un poco... Bueno, al azar. Es otra forma de decir que no tenemos ni idea de los mecanismos hereditarios de los Kekkei Genkai.

—Entiendo. Así que cabe la opción de que algún pariente lejano lo tuviera, y por puro azar me tocara a mí. No sé mucho más de la familia de mi padre. Puede ser una opción.

Mientras caminaba, el viaje se hacía más ameno acompañado. El paisaje, monótono, no era lo más interesante del trayecto.

El joven pensaba en la opción de simplemente ser afortunado, y no maldito. De pronto, la idea de desarrollar ese poder comenzaba a gustarle por algo más que simple curiosidad. Quién sabe si podía ser capaz de aprender a dominarla. Desde luego sería un shinobi de renombre. Dejaría de ser invisible para los demás. Si todo esto era posible, tenía una meta.

—Lo tuyo es sin duda un Kekkei Genkai, eso puedo decírtelo. Es evidente que no es una técnica que hayas aprendido, sino que es innato. Es tu naturaleza

—Mi naturaleza… — repetía el joven, mientras reflexionaba — ahora que lo dices, no me he esforzado mucho en encontrar que se me daba bien. Un poco por miedo, la verdad.

Pues si a ti no te importa, si no te es molestia… cuando escuches algo, ¿puedes avisarme?—


«¿Y si le doy algo a cambio? No, no tengo nada que ofrecer. ¿Quizá un favor? ¿y cómo vamos a encontrarnos si viaja tan a menudo?»

—Si lo haces, te debería como mínimo un favor… pero ¿cómo vamos a poner en común esa información?, suponiendo que encuentres algo, o que yo lo encuentre y puedas ayudarme… ¿conoces mi aldea?

No tenía muy claro cómo podía Cuervo ayudarle. Pero si era cierto que era un viajero, y no había ningún motivo para no creerlo. Conocería mucho más mundo y gente que él. Por pura suerte había recibido el encargo de esa mañana. Estaba aprendiendo más en un día de lo que había aprendido en muchos por su cuenta.

El icónico viajero llamado Cuervo no tenía un especial don para la palabra, o un carisma que engatusara al chico. Sin embargo, sus palabras estaban cargadas de conocimiento, lógica y experiencia, y no temía hablar con él. Se sentía como en la academia, un día más. La diferencia era que no tenía que temer por compañeros, o por revelar su secreto por error. Cuervo se explicaba bien, y Kazui atendía, intentando memorizar la conversación.

El cigarro estaba casi consumido, y Kazui se preguntaba si el viajero encendería otro, y cada cuanto tendría que parar a reponer tabaco.
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#35
Akame asintió, complacido de que el genin hubiese entendido su explicación sobre el Kekkei Genkai. Luego torció el gesto cuando Kazui aseguró que le daba miedo investigar más acerca de su propio e innato poder.

¿Miedo, eh? —el Uchiha se rascó la barbilla, pensativo, y luego enunció como quien recita poesía torpemente—. "Si te conoces a ti mismo y conoces a tu enemigo, saldrás victorioso de cada batalla. Si te conoces a ti mismo pero no a tu enemigo, por cada victoria sufrirás una derrota. Si no te conoces a ti mismo y tampoco a tu enemigo, caerás rendido en todas tus batallas."

Apuró el cigarrillo y lo dejó caer al suelo, aplastándolo con el talón de su sandalia derecha.

Puedo ver que no llevas demasiado en el oficio, Kazui-san. Creéme en esto que te digo: ser shinobi es algo horrible. Te encontrarás con innumerables peligros y muchos enemigos, y si pretendes vivir para contarlo, no puedes permitirte el lujo de seguir ciegamente a la fila de borregos hacia el matadero —hablaba serio, pero franco—. Entrena sin descanso, pero mantente alerta. No seas un ninja más, construye tu propio camino. Antes de que sea tarde.

»No te preocupes por lo demás, si descubro algo sobre tu Kekkei Genkai en mis viajes, sabré encontrate.

A lo lejos en el sendero, se podía ver un enorme almacén o granero, donde los recolectores de arroz llevaban el producto para ser limpiado, guardado y custodiado. La economía de los Arrozales del Silencio seguía moviéndose impasible, al margen del incidente que ambos ninjas habían presenciado en la taberna. Cosas como aquella solo eran una mota de polvo en la inmensidad del mundo. Al final, un suceso a escala tan minúscula era incapaz de cambiar nada. «Así es», se dijo Akame.

Conforme se acercaban al lugar pudieron ver más y más agricultores yendo de acá para allá, trabajando incansablemente a pesar del calor y la humedad que hacía que el sudor se pegara a las ropas y a la piel. De tanto en tanto se podía ver algún hombre que no estaba doblando el lomo, sino vigilando a los demás, a forma y modo de subordinados del capataz o gente de confianza designada para supervisar los trabajos manuales. El Uchiha se encendió otro cigarrillo y mientras fumaba, se detuvo un momento a observar los campos de trabajo.

Justo en ese momento, una cuadrilla de jornaleros pasaba junto al sendero cargando pesados sacos de arroz ya recolectado. Uno de ellos parecía realmente viejo y cansado, pero aun así llevaba sobre sus hombros tres de aquellos sacos. De repente trastabilló, perdiendo el equilibrio y haciendo que una de las cargas que transportaba cayese al suelo, aunque por fortuna no llegó a partirse. Sus compañeros siguieron caminando con el gesto de quien no puede detenerse, pero el viejo agricultor no quería dejar atrás parte de su producción; era consciente de lo que eso significaría. Trató de agacharse para recogerlo, pero parecía evidente que no era capaz de hacerlo sin dejar los otros dos sacos.
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#36
—¿Miedo, eh? —el Uchiha se rascó la barbilla, pensativo, y luego enunció como quien recita poesía torpemente—. "Si te conoces a ti mismo y conoces a tu enemigo, saldrás victorioso de cada batalla. Si te conoces a ti mismo pero no a tu enemigo, por cada victoria sufrirás una derrota. Si no te conoces a ti mismo y tampoco a tu enemigo, caerás rendido en todas tus batallas."

Kazui se detuvo por un segundo, y reanudó el paso. En su cara se reflejaba cierta sorpresa.
« Joder. Habla como si tuviera 40 años por lo menos. Debe haber visto más mundo del que yo imagino. No me extraña que tenga cicatrices… está claro que sabe de lo que habla»

El genin observo como Cuervo apagaba su cigarro. Continuaron su camino por el sendero que bordeaba los campos de arroz.

—Puedo ver que no llevas demasiado en el oficio, Kazui-san. Creéme en esto que te digo: ser shinobi es algo horrible. Te encontrarás con innumerables peligros y muchos enemigos, y si pretendes vivir para contarlo, no puedes permitirte el lujo de seguir ciegamente a la fila de borregos hacia el matadero —hablaba serio, pero franco—. Entrena sin descanso, pero mantente alerta. No seas un ninja más, construye tu propio camino. Antes de que sea tarde.

Las lecciones del viajero no caían en saco roto. Kazui pensó en sus clases en la academia. Sin resaltar, sin llamar la atención, y sin saber muy bien donde le llevarían sus pasos. Por cada nuevo día su objetivo simplemente era ir, estar, aprender algo y volver. Nunca se había parado a reflexionar sobre cual debía ser su camino. Sus decisiones no eran más que el resultado de los deseos de otros. Cuervo parecía haber vivido en sus propias carnes experiencias que al genin se le escapaban.

Algo se revolvía en el interior del genin de la hierba. Una sensación cálida recorría su estómago. Tenía ganas de apretar los puños, apretar los dientes, ¡de echar a correr! Deseaba empezar a trabajar ya, aquí y ahora. También sabía que no era el momento ni el lugar, pero algo estaba claro. No tenía un objetivo, pero lo buscaría. Y sabía por dónde empezar. Tenía que probar su poder, entenderlo. Domarlo.

«Si… necesito tomar algunas decisiones por mí mismo. Necesito aprender sobre mí, sobre mis capacidades. Saber que puedo mejorar y que puedo aprender. Tengo tarea, desde luego»

Se tomo algunos segundos de silencio, en reflexión. Miró a Cuervo. Y respondió con un simple

—Gracias Cuervo.—

No te preocupes por lo demás, si descubro algo sobre tu Kekkei Genkai en mis viajes, sabré encontrate.

No estaba muy seguro de que había querido decir el viajero con esa afirmación. No sabía siquiera si conocía alguna manera de llegar a su villa, o de comunicarse por otros medios. Igualmente decidió que tenía demasiadas cosas sobre las que reflexionar como para andar haciendo ese tipo de preguntas.

Conforme los caminantes avanzaban, el paisaje cambiaba. A lo lejos pudieron divisar lo que parecía un almacén. Poco a poco se acercaban a él. Kazui sintió una punzada, al ver como entre los trabajadores había algunos que trabajaban, y otros que…vigilaban. Sintió un pequeño escalofrío al suponer que el tío de la vara podía venir hacia aquí. Quería volverse a mirar, pero su atención recayó en el cigarro que Cuervo acababa de encender.

Una cuadrilla de jornaleros pasó a su lado. Uno de ellos se cayó. Observó como de la carga que llevaban, uno de los sacos cayó al suelo. Buscó a su dueño. Un hombre, mayor y cansado, acarreaba 3 de esos sacos. Al caérsele uno, intentó en vano recogerlo. Nadie le ayudaba.
El muchacho sintió lástima. El mismo había trabajado de sol a sol junto a sus padres. No pudo evitar acudir en su ayuda.

Kazui no era el tipo más fuerte de su clase, y tras licenciarse la cosa no había cambiado mucho. Con un simple vistazo se podía observar que el saco era pesado, y necesitaría hacer un esfuerzo para levantarlo. Eso no detuvo sus intenciones. Se acercó y susurró al anciano.

—Déjame ayudarte.—
Sabía por lo visto hace poco, que los capataces de la zona tenían la mano larga. No creía que el ver como apaleaban a un anciano por esta tontería le hiciera bien a nadie.
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#37
En efecto, tal y como temía, Kazui tuvo grandes dificultades para levantar aquel pesado saco. No en vano sus brazos apenas eran capaces de ejercer algún tipo de fuerza, y el objeto debía pesar no menos de veinte kilos. El genin tiró y tiró, hasta que sintió que se le iba a partir de la espalda, pero aquella carga no se movía. El anciano se acercó a él, y Kazui pudo verle más de cerca. Era un tipo que debía rondar los cincuenta años, de piel tostada por el Sol y muy arrugada por el trabajo en los arrozales. Vestía con la sencillez de los plebeyos y sus ojos eran marrones, oscuros, muy profundos.

Gracias, joven —dijo el agricultor, nada más acercarse, incluso aunque Kazui no había sido capaz de ayudarle a cargar aquel saco por su constitución débil—. Es refrescante ver a un shinobi que todavía se preocupa por su gente.

El veterano recolector agarró el saco por un extremo mientras le indicaba a Kazui que lo hiciera por el otro. Cuando ambos tiraron con todas sus fuerzas, la pesada carga se levantó un poco. Haciendo más palanca, el arriero fue capaz de propulsarlo por encima de su cabeza con una maniobra bien ensayada —se notaba ahí su veteranía en el rubro— para terminar de colocarlo sobre los otros dos que llevaba a la espalda. Con una inclinación de cabeza agradeció la ayuda del genin y luego se apresuró a seguir su camino.

Cuando el ninja de la Hierba se volteara en busca de aquel llamado Cuervo, no lo hallaría. No había rastro del joven de cara quemada ni en el sendero ni en ningún lado por allí cerca. Era como si, haciendo honor a su apodo, hubiera echado a volar por encima de los arrozales, elevándose muy lejos de allí...


Bueno, creo que es un buen punto para concluir esta primera trama. No te preocupes, que hay más. En breves tendrás noticias mías e.e
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#38
Con un poco de vergüenza por no haber podido ayudar al buen hombre, se despidió al igual que el. Con una leve inclinación de cabeza.

Se giró, buscando en parte la mirada de cuervo, como quizá su aprobación. Pero en su lugar no halló nada.
Cruzó los brazos y suspiro. « Bueno. Parece que a partir de ahora el viaje lo haré solo. Bien. El entrenamiento comienza aquí. »

Se alejo a la carrera, siguiendo el sendero de vuelta a casa. Con una sonrisa en la cara y lleno de determinación.
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