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La mujer que atendía la barra no pudo evitar el que una leve risilla se le escapara de los labios al escuchar la reacción del muchacho de aspecto y reacciones inocentes. Pues de alguna forma aquel trió había conseguido que aquel oscuro ambiente se volviera un poco más agradable, lo cual era algo sumamente inusual en su trabajo.
Por un instante, todos se permitieron el relajarse, pero la suave voz de la encargada los trajo de vuelta al asunto presente:
— Bueno, chicos, parece que hasta aquí llega mi servicio esta noche —señalo, al ver como un par de sujetos de aspecto rudo entraban en la estancia—. Son unos chicos interesantes. Me gustaría desearles éxito en la consecución del trabajo…, aunque puede que eso sea lo que menos les convenga.
El joven de cabellos blancos no tuvo oportunidad de pediruna aclaratoria sobre aquel último y misterioso comentario, aquellos sujetos les llamaban con prisa.
Todos los aspirantes al misterioso trabajo dejaron sus actividades para ponerse en marcha. Un sujeto bajo y de porte elegante entro al salon y lo atravesó hasta ubicarse en una portezuela al lado contrario. Los dos matones se colocaron cual guardianes a cada lado, y los aspirantes esperaron por instrucciones.
— Por medio de este pasaje podrán llegar hasta el lugar de la entrevista —aseguro, mientras se tironeaba la barba pensativamente—. También nos servirá para separarlos según la utilidad que puedan tener.
Aquella portezuela daba hacia un espacio oscuro, pobremente iluminado por una trémula luz amarilla. Desde el lado en que ellos estaban daba la sensación de ser un sitio enorme, una enorme calle a oscuras, peligrosa y misteriosa. Aquel misterio era suficiente como para espantar a cualquiera…, a cualquiera que no estuviese dispuesto a enfrentarse a lo desconocido. Los aspirantes eran conscientes de que no podían dar marcha atrás luego de haber llegado hasta allí, por lo que solo les quedaba enfrentarse a aquella prueba… Ya fuese que se tratase de una prueba de valor, de habilidad… o de supervivencia.
“ No está mal, después de todo la vida consiste en ponerse a prueba constantemente”.
Y con aquel pensamiento comenzó su caminar hacia la luz que lo esperaba en medio de la sombras, acompañado por muchos otros que tenían el mismo objetivo.
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Sus mejillas se sonrojaron al oír la risa de la mujer, y no la clase de sonrojo por algo bueno, el joven estaba muriéndose de la vergüenza, probablemente no volvería a dirigirle la palabra al de Kusa, aunque esa emoción no tardo en marcharse cuando la encargada de la barra volvió a abrir su boca.
Las palabras que vinieron a continuación, no fueron para nada agradables, bueno, talvez si las primeras, pero las que concluyeron el párrafo las arruinaron por completo, sabía que al estar en un lugar así, el trabajo no sería un lecho de rosas, pero no tenía por qué recordárselo.
Dos sujetos entraron en la habitación casi simultáneos con las palabras de la mujer y no tardaron en convocar a los que allí se encontraban, todos abandonaron sus actividades al instante, prestando atención al último que había ingresado, el cual se colocó en una portezuela al lado contrario, ubicándose los dos primeros uno a cada lado.
El tipo de barba indico que debían de continuar por el pasaje que se encontraba detrás de él, el cual los dirigiría al lugar de la entrevista, aunque también allí, los separarían según la utilidad que puedan llegar a tener.
A continuación, se les presentaba un espacio nada confortante, la iluminación era escasa, aunque contaba con una pequeña luz amarilla, la misma no llegaba a iluminar mucho que digamos, era un lugar aterrador sin duda, si se lo hubieran mostrado unos minutos antes, seguramente no se habría atrevido a entrar, pero ya había pasado por el peor susto de la noche, cortesía del músico de metro noventa de hace unos instantes, eso no significaba que no tuviera miedo, claro que lo tenía, sus piernas temblaban, aunque trataba de disimularlo lo más que podía, trago saliva y avanzo junto a los demás, no tenía otra opción, ya no había vuelta atrás, si ya estaba en baile debía bailar.
<< Bien, mi corazón ya se detuvo una vez, qué más da que lo haga de nuevo>>sus pasos estaban de acuerdo con su pensar, y sin siquiera considerar que podría pasar, sus pies siguieron a los del peliblanco.
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Una vez estuvieron todos en aquel oscuro lugar, debajo de aquella amarillenta y trémula luz, el sujeto elegante les dirigió la palabra:
—Les deseo suerte y éxito a quienes sean merecedores de los mismos —declaro, antes de cerrar la puerta con un sonoro portazo.
Los participantes quedaron solos y en silencio, en medio de un pequeño islote de luz, rodeado por un mar de negrura. Todos yacían a la expectativa, por lo que no fue demasiado sorprendente cuando el camino frente a ellos se ilumino con una larga serie de lámparas titilantes. Kōtetsu trato de divisar el final, pero allí parecía no haber tal cosa.
“Entonces solo queda el avanzar hasta donde podamos”.
El resto del grupo debió de llegar a la misma simple conclusión, pues todos se pusieron en marcha. Caminaron durante un rato, hasta que por fin llegaron a una sombría bifurcación. Se distribuyeron en dos cuerpos más pequeños, y así sucesivamente en cada ocasión en que el camino se dividía… hasta llegar a un punto en que cada aspirante se encontraba solo. El camino en si no era lo más preocupante, sino el hecho de que a medida que avanzaban las luces se iban apagando detrás de ellos, dejando solo un espacio oscuro e insondable.
“Por lo que no hay forma posible de devolverse”, pensó con serenidad.
De pronto, el monótono pitido de las lámparas por sobre su cabeza se vio acompañado por el ruido amortiguado de algo deslizándose o rodando. Las luces comenzaron a titilar y se podían sentir algunas vibraciones provenientes de… parecían venir de todos lados. El joven espadachín no podía estar seguro de ello, pero suponía que al estar separados se daba por iniciada aquella “prueba”.
Y estaba en lo cierto, ya que todos los otros aspirantes se encontraban en la misma situación de alerta, a la espera de que ocurriese algo extraño y de naturaleza desconocida.
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─ Ay─ un pequeño chillido acompañado por un saltito fueron las acciones del pelirrojo, quien fue sorprendido por el portazo al finalizar las palabras del sujeto<<Demonios ¿hacía falta cerrarla tan fuerte?>>
El silencio absoluto reino sobre aquel pasillo, acompañado por una intensa oscuridad que se mostraba fuera de la pequeña luz en la que todos se encontraban, su respiración si bien no era exagerada, comenzaba a ser audible para quienes estaban cerca.
Al igual que a todos, a Haru no le sorprendió mucho el hecho de que el camino se iluminara, es más, para él resulto un alivio, ya no estaría rodeado por esa intensa negrura, lo único que le genero inquietud, fue que al parecer, frente a ellos el camino parecía no tener fin, al menos a simple vista<<Debo continuar, debo continuar ¡Debo continuar!>> sus pasos esta vez dudosos de su decisión obedecieron las ordenes de su cerebro y continuaron el paso, todos en silencio, nadie decía nada, parecía que todos supieran lo que debían estar pensando los demás, todos a excepción del pelirrojo, quien dudaba incluso de lo que el mismo estaba pensando, todo parecía estar bien, hasta que llegaron a una bifurcación, en la cual el grupo se dividió en dos, era increíble, se notaba la experiencia de los demás en este tipo de cosas, ya que ninguno parecía dudar de sus decisiones<<Todo está bien, mientras vaya con los demás no pasara nada, o al menos tendré tiempo de reaccionar si algo sucede>> pensó algo intranquilo tratando de relajarse, otra división y otra y otra más, cada vez se inquietaba más y más, ya que si esto continuaba así acabaría quedándose solo en este lugar, y para empeorar las cosas, le era completamente imposible el regresar, ya que las luces se iban extinguiendo a medida que ellos avanzaban<<Ahh, porque demonios acepte venir>> sus pensamientos eran cada vez peores y empeoraban cada vez que volteaba y solo encontraba oscuridad.
Al final paso lo que más temía, acabo encontrándose solo luego de la división en la última bifurcación, al contrario que al comienzo sus pasos esta vez eran demasiado lentos, su vista se desviaba hacia todas partes y su cuerpo temblaba completamente, si, temblaba incluso antes de que todo comenzara a imitarlo, para cuando empezaron las vibraciones acompañadas por ese sonido de algo rodando Haru ya tenía su frente bañada en sudor<<Mierda, y ahora que sucede>> su corazón empezó a acelerarse nuevamente junto con su respiración, el pelirrojo decidió no esperar a que algo sucediera y continuar su avance, su estado de alerta era máximo, nunca en su vida había estado tan a alerta como en ese momento, no sabría lo que pasaría a continuación, pero no se quedaría a averiguarlo.
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El peliblanco se mantenía expectante, tenso, a la espera de que ocurriese algo de carácter sorprendente y peligroso.
No tuvo que esperar mucho para que llegasen las cosas malas: De las paredes comenzó a salir un espeso humo blancuzco, provocando que el respirar fue todo un suplicio y el que mantener los ojos abiertos resultara un desafío. El joven comenzó a correr, tratando de dejar atrás aquella peligrosa nube que parecía estarle siguiendo al mismo tiempo que inundaba el pasillo, y que por momento lograba alcanzarle… Que por momentos le amenazaba con asfixiarle si llegaba detenerse.
“¿Se acabó?”, fue lo que se preguntó mientras tosía y lagrimeaba.
Ciertamente, la nube se había ido, concediéndole un descanso en su penoso recorrido. Todo bien hasta que… las paredes volvieron a comenzar con su chirrear incesante.
“Esto tiene que ser un broma”, se dijo a sí mismo en cuanto vio la horda de figuras cuadrúpedas y babeantes que emergían desde los laterales.
La jauría de perros rabioso no se hizo esperar y comenzó a perseguirle con un hambre desquiciante. El joven hubiese querido hacerles frente, pero eran demasiados como para abatirlos con su espada, por lo que su única opción era correr. Corría mientras que atrás todo se reducía a sombras y a docenas de ojos candentes mirándole desde las mismas.
No supo por cuánto tiempo se mantuvo corriendo, solo que en cierto punto se encontró con que ya no había suelo y que frente a él se proponía un salto humanamente imposible. Allí fue cuando acudió al rescate su entrenamiento ninja: Utilizo chakra en sus pies para adherirse a la pared y correr lateralmente, evitando un vacío que bajo la tenue luz mostraba tener cientos de objetos brillantes y puntiagudos en el fondo. La jauría le deseaba tanto y tan vorazmente que le siguió hasta su inevitable fin en aquel abismo.
Considerablemente cansado, Kōtetsu siguió con su marcha a través de aquel infinito pasillo mal iluminado. Por un rato las cosas se mantuvieron serenas, hasta que aquel ruido proveniente de las paredes volvió a hacerse presente… Solo que en esta ocasión sonaba como algo distinto, como algo enorme y pesado que se deslizaba.
Por mero instinto comenzó a cargar chakra en su espada, a la espera de alguna otra prueba demencial.
—Esta gente no se anda con juegos —admitió sorprendido, al ver como una bola de piedra rodaba hacia él, aproximándose velozmente por el frente.
Ante tal amenaza el joven descargo todo el chakra contenido en su arma en una fantasmagórica explosión que redujo a guijarros la pétrea y esférica amenaza. Aun falto de aliento, se puso en marcha con prisa, corriendo con las fuerzas que le quedaban. En todo momento se mantuvo atento, y un tanto temeroso, por si de las paredes volvía a surgir aquel desesperante sonido que ahora representaba una amenaza absoluta.
Casi media hora después llego hasta lo que parecía ser un punto de encuentro, un sitio en donde confluían los distintos caminos de aquel recorrido horroroso. Allí había un sujeto con pinta de matón, sosteniendo un reloj de bolsillo al cual estaba muy atento, cuando no se detenía a tomar nota en un pergamino cada vez que alguien más llegaba a aquel sitio.
El joven observo a algunos de los que lograron alcanzar la “meta” y pudo notar que todos mostraban secuelas distintas, por lo que era seguro que cada pasillo tenían obstáculos diferentes. Se preguntó por aquel muchacho de aspecto tímido, y sobre si lograría llegar hasta allí o que pruebas pudieron haberle tocado, pero aquello era algo que solo aquel chico sabría… Después de todo cada quien debia afrontar sus propios desafíos.
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Haru se mantenía a paso apresurado las vibraciones se había detenido hacía ya un par de minutos, de no ser porque su instinto le advirtió que continuara el paso sin esperar que era lo que iba suceder, ahora estaría con varias puntas incrustadas luego de que las maderas por las que caminaba se partieran sin ningún aviso, sus pulmones estaban que explotaban por el repentino esfuerzo por el que tuvo que pasar, aunque eso no era lo único que estaba por explotar, su corazón, más que palpitar, parecía un zumbido.
─ Demonios, acaso quieren matarnos o probarnos─ sus ojos observaban hacia todas las direcciones, la vez anterior había sido anunciada, pero a saber que sucedería a continuación.
Cada musculo estaba al pendiente de lo que sucedería, pero aun así, no pudo evitar el sobresaltarse al sentir nuevamente el temblor acompañado por ese sonido─ ¿Otra vez?─ esta vez ni siquiera lo pensó, sus pies se movieron solos en una carrera desesperada, sin siquiera prestar atención a lo que tenía en frente, por lo que al mirar hacia adelante tuvo que hacer un repentino movimiento, doblando su torso hacia atrás mientras sus rodillas se arrastraban hacia adelante, pues si no estuviera tan alterado, habría notado los filosos hilos metálicos que se posicionaban delante suyo─¡Mierda! Eso estuvo cerca, podría jurar que me corto algunos cabellos─ de hecho si lo había hecho, solo bastaba con mirar hacia abajo para confirmarlo, aunque él no tendría el placer de confirmarlo, ya que justo en el instante que creyó que solo debería ir más atento, nuevamente el piso comenzó a fallar el su tarea principal, lo que hizo que el desesperado pelirrojo avanzara a toda velocidad esquivando como podía los filosos aceros que estaban repartidos en todas direcciones, aunque por consideración al que tuviera que intentar sobrevivir, estaban algo separados, dándole el espacio suficiente para pasar a través de ellos, aunque llegando al final el suelo se le estaba quedando corto, y con cada paso sus talones podían rozar la caída que lo conduciría hasta su eterna oscuridad─ No, no puede ser, no puedo morir aquí, no puedo morir aquí ¡No!─ aumento su velocidad hasta máximo, sacando de su cintura su ninjato, con el cual corto desesperadamente los hilos para después dar un gran salto para llegar al final del pasillo, aunque el ultimo hilo, el cual no fue cortado debido a que el ninjato ya había pasado su lugar sin llegar a cortarlo, desgarro varios milímetros de su hombro, al sentir el filo separando su piel, giro su cuerpo en el aire para después caer de espalda sobre un piso que ahora era de cemento, aunque eso no fue lo único que cambio, el pasillo cambiaba repentinamente 90° su dirección a un par de metros, aunque Haru no se levantaría en bastante tiempo, desparramado boca arriba sobre el suelo, su pecho se elevaba aproximadamente 3 centímetros desde su posición normal, pero no, no tuvo tiempo de descansar, a tan solo unos instantes de salir de los hilos, como estuvo pasando todo el tiempo desde que habían ingresado allí, las pocas luces comenzaron a irse, dejando todo en oscuridad, lo que lo obligo a avanzar, aunque esta vez no a paso apresurado.
El camino era mucho más tranquilo esta vez, las luces eran cada vez más blancas y curiosamente la temperatura comenzaba a aumentar lo que provocaba que su cansancio aumentara aún más, su paso cada vez era más lerdo y su cuerpo le pesaba cada vez más, por lo que de su mochila saco una cantimplora, de la cual bebió hasta saciarse para después guardarla, eso lo refresco un poco, y con un gran suspiro volvió a su paso normal.
Al cabo de unos minutos la vibración volvió a sentirse, lo que indicaba otro problema─ No volveré a caer en lo mismo─ esta vez Haru no se apresuró, siguió su paso normal, atento sin perder ningún detalle, se detuvo un momento cuando sintió que había pisado algo pegajoso, aunque por la oscuridad no podía notar que era<< Demonios, ahora que>> sus nervios comenzaron a alterarse, ya que no sabía que era lo que sucedía, ni lo que vendría, por lo que se agacho para tocar el suelo, al tocar la sustancia con la que el piso estaba regado, se dio cuenta de que nunca debió haber entrado a esa zona, o al menos no debería haberse detenido, ya que cuando aún estaba en cuclillas, una chispa pudo verse a los lados del pasillo comenzando una llamarada que no cesaba su avance detrás del pelirrojo que nuevamente corría por su vida, al parecer esa parte estaba hecha para quedar atrapado entre llamas, ya que a unos 50 metros una gran pared de fuego se montaba<< Maldición, maldición, como se supone que pasare esto, ni siquiera se cuan ancha es esa llamarada>> pensó bastante alterado<< Tiene que haber algo por aquí, algo, cualquier cosa>> entonces noto que en el techo había alarmas de humo aunque estaban cubiertas por un plástico ¿un triste intento de evitar que el fuego se apague? O una forma de cruzar, rápidamente dio un gran salto retirando lo que cubría los rociadores, aunque las llamaradas no creaban el suficiente humo para activarlas, ya que al ser un piso de cemento, nada se incendiaba, por lo tanto no se creaba humo. Haru recordó su pasatiempo justo en el momento indicado, de su mochila retiro una escultura de madera que aún no estaba terminada y con el fuego la incendio, luego de unos segundos apago la misma agitándola y la acerco al rociador activándolo, lamentablemente, el agua que salía no era suficiente para apagar el fuego, ni siquiera para frenar el avance de la llamarada que crecía detrás de él, aunque si había logrado debilitarla─ Piensa…piensa, el fuego aun esta, pero tengo más tiempo─ cuando llevo sus manos hasta su cabeza en un intento de calmarse y pensar fríamente, noto lo empapado que estaba<<Claro, al estar mojado el fuego no me quemará tanto, aunque mi carrera estando tan cansado no será lo suficientemente rápida, tendré que usarlo>>
Con lo que aún le quedaba en su cantimplora se mojó aún más las partes que no estaban cubiertas por su ropa. Se colocó doblando sus rodillas para tener una mayor estabilidad, ya que para lo que venía la necesitaba, sus manos formaron de manera algo torpe los sellos de tigre y serpiente, manteniendo este último, una columna de madera se elevó diagonalmente a un Angulo bastante inclinado debajo de él, la misma avanzo 4 metros, introduciéndolo 3 metros dentro de la pared de fuego, por suerte, el fuego solo avanzaba 2 metros, por lo que prácticamente salió ileso del fuego, aunque avanzar 4 metros de esa forma, sin adherirse a la columna, lo mando a volar unos metros más, provocándole un par de golpes, aunque nada importante─¡¡Siii!!─ al estar tan feliz por haber salido casi ileso de esa prueba, prácticamente no sintió los golpes.
Lo siguiente fue correr, no pensaba quedarse a esperar a que pasara otra cosa más, muchos minutos sin detenerse, no le importo ni su cansancio ni su estado, solo avanzo, y como siempre las luces seguían apagándose detrás de él tiñendo todo de oscuridad.
Sus ojos se iluminaron al ver a otras personas en lo que parecía ser el punto de encuentro, no le importaba si eran matones, ninjas, o si se trataba de los mismos Kages, el hecho de que hubiera personas, descartaba la mayoría de probabilidades de fuera otra prueba, o al menos eso creía, al llegar pudo notar que varios habían llegado antes que él, aunque ninguno se encontraba en un gran estado, algunos tenían cortes, otros perforaciones, quemaduras, en su caso parecía que solo tenía unos raspones, ya que el agua había limpiado la sangre de su herida, a simple vista, parecía que solo se había dado un chapuzón, en cuanto al Hakagurē, tampoco parecía estar en mal estado, lo único que podía notarse era una considerable cantidad de polvo en su ropa y cabello, al ser la única persona con quien al menos había cruzado unas palabras, se acercó a él, al menos a simple vista, ya que no veía al Kusareño<<Tal vez aun no llego>> Haru quería pensar en que los que faltaban aun no habían llegado, ya que sabía claramente, juzgando las pruebas por las que había pasado, que muchos talvez nunca llegarían.
─ Ho-hola de nuevo─ saludo aun algo agitado elevando su mano.
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Al punto de reunión, aquella especie de meta, comenzaban a llegar cada vez más personas. La cuestión era que su número era mucho menor que cuando habían comenzado aquel recorrido. Todos mostraban secuelas de los obstáculos superados, quemaduras, cortes y golpes. Aquello hacía pensar al de ojos grises en el desafortunado destino de aquellos que no lograron llegar.
─ Ho-hola de nuevo─ le saludo una voz mientras se encontraba descansando.
Kōtetsu levanto la mirada y quedo sorprendido: De todas aquellas personas, aquel muchacho era a quien menos le veía posibilidades de terminar semejante trayecto.
—Hola —contesto, con voz un tanto ronca, y sus ojos enrojecidos le miraron con respeto—. Debo admitir que eres más fuerte de lo que aparentas, no pensé que fueras uno de los que llegaría hasta aquí… Yo apenas pude alcanzar la meta.
Dudo sobre si preguntar que pruebas había superado, pero su aspecto desgatado ya le daba una simple y contundente respuesta: El camino había sido duro, tan duro como lo podría haber sido para cualquiera.
—Con eso hemos terminado la presente evaluación —dijo el sujeto con el reloj y el cuaderno de notas.
El Hakagurē pensó en que aquello era una exageración, pues los allí presentes no representaban ni siquiera un tercio de la personas que estaban al principio. Sin embargo, cuando aquel evaluador comenzó a caminar les dejo en claro que no iban a esperar a nadie más… puede que la razón fuese porque ya no quedaba nadie a quien aguardar.
—Antes de pasar a la siguiente etapa le brindaremos asistencia médica a quienes necesiten de ella. —Su paso era presuroso y rítmico, como si quisiera salir pronto de allí.
Los seleccionados le siguieron hasta la siguiente etapa, una especie de bodega en donde había unos cuantos médicos que habrían de brindarles los primeros auxilios necesarios. Allí tendrían un bien merecido tiempo de descanso hasta que todos estuviesen listos para continuar.
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Al parecer, el peliblanco estaba bastante sorprendido por verlo allí, bueno quien no lo estaría, después de todo nadie se habría esperado que de entre todos, él fuera uno de los que superara esa sádica prueba, que de seguro se llevó la vida de varios en el proceso, eso no salía de la cabeza de Haru, que manera más estúpida de probar a alguien, luego de eso supo que jamás podría frecuentar ese tipo de encargos, por lo que se prometió nunca volver a sitios como estos, no porque fueran peligrosos, sino porque arrebataban vidas inútilmente, y eso lo indignaba.
La voz ronca y ojos irritados del Hakagure, le hicieron notar que nadie había podido salir 100% ileso de esa prueba<< Que demonios les pasa por la cabeza a estos tipos para frecuentar estos lugares ¿acaso están dementes?>>
─ Debo admitir que eres más fuerte de lo que aparentas, no pensé que fueras uno de los que llegaría hasta aquí… Yo apenas pude alcanzar la meta.
─ Eh, pues yo tampoco pensé que sería uno de los que llegaría hasta aquí, debo admitir que varias veces pensé que no la contaría─ expreso mostrando una tímida sonrisa y doblando sus rodillas para quedar sentado de forma ceremonial sobre el suelo, después de todo las carreras que había hecho lo dejaron exhausto y aun no se había recuperado─Y, ¿es-estas bien? digo…eh… no se te ve muy herido pe-pero talvez─ la forma en se mostraban los ojos del ninja lo hicieron preocupar, si bien podría no ser nada, también podría haber recibido una herida de gravedad.
El encargado de anotar a quienes habían logrado llegar hasta ahí, sentencio el final de la prueba, muchos no habían llegado, y juzgando la pruebas y el tiempo que pasó, probablemente ya no lo harían, pudo notarse en el rostro de Haru la indignación hacia aquella situación, pero incluso si eso lo irritaba, no podía hacer nada, cada uno había ido hasta ahí corriendo sus propios riesgos, si bien él no esperaba algo como esto, sabía que sería peligroso, y seguramente todos lo sabían, ahora entendía perfectamente las palabras de la encargada de la barra.
Haru sintió un leve alivio al escuchar que recibirían atención médica, ahora que estaba enfriándose también estaba empezando a sentir el ardor de su herida en el hombro, a saber cuánto tiempo tenían esos hilos ahí, si no era atendido seguramente acabaría infectándose rápidamente.
El paso del evaluador era apresurado, seguido de los pocos que quedaban aun, no paso mucho hasta que llegaron a una bodega en donde se encontraban quienes deberían brindarle atención médica a quienes la necesitaran, al parecer todos deberían estar en condiciones para continuar, lo que le hizo pensar que lo que vendría a continuación, si es que había algo más, también sería duro.
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─Y, ¿es-estas bien? digo…eh… no se te ve muy herido pe-pero talvez─
—Estaré mejor pronto… eso creo.
Los minutos fueron pasando con relativa calma, pues la atención de las heridas causaba uno que otro gruñido entre los que superaron la anterior carrera de obstáculos. Pese a lo que se podría esperar, ninguna queja respecto al brutal método de evaluación llego a formularse… Daba la sensación de que todos los aspirantes a aquel trabajo sabían en que se estaban metiendo, lo que era una solida prueba de que estaban acostumbrados a involucrarse con los asuntos del bajo mundo… Tanto así que daban por hecho el tener que lidiar con aquella clase de pruebas y peligros.
A Kōtetsu le atendió una especie de enfermero, un sujeto atento y dispuesto a sanarle, aunque lo silencioso de su trabajar resultaba un poco inquietante. Reviso su cuerpo con cuidado, especialmente sus ojos y su garganta. Le aplico un par de gotas en cada ojo y le dio un jarabe dulzón y espeso para la garganta. Finalmente, le ofreció unos analgésicos por si tenía algún dolor muscular. Pero aunque tantos esfuerzos le habían pasado factura, el peliblanco prefería no usar ningún calmante por temor a entorpecer sus facultades.
—Es el momento —dijo de pronto el sujeto del reloj, aquel que llevaba la cuenta de cuantos estaban presentes.
El de blanca cabellera se levantó con prisa, sintiéndose mucho mejor luego de una hora de descanso. Todos se pusieron en estado de alerta ante lo que estuviesen por anunciar. La expectativa se hacía sentir en cada una de las miradas ansiosas.
—Allí se encuentra la oficina de nuestro jefe —afirmó, mientras señalaba una pesada y bien adornada puerta de madera—. Los iré llamando en pares para que procedan a entrevistarse. En cuanto salga un par, entrara el siguiente.
“Ha llegado la hora de la verdad”, pensó con entusiasmo.
Había llegado el momento más crítico e importante de todos: Si no lograban tener una buena entrevista y conseguir el trabajo, todo el esfuerzo para llegar allí habría sido en vano.
—Tú y tú también, serán los primeros —sentencio, luego de haber señalado a Haru y a Kōtetsu.
El de ojos grises le hizo un gesto al muchacho tímido para que le acompañase. Se encamino con serenidad hacia la puerta y con firmeza y determinación giro el pomo. Inmediatamente le llego un olor a puros y whisky de los más caros. Tuvo la educación de no tirar demasiado de la perilla, sino apenas lo suficiente como para que entrase Akaki y luego él. La cerradura sonó suavemente al encajar en su sitio, dejándolos “encerrados” en una habitación que estaba elegante y tenuemente iluminada, dominada por un gran escritorio y custodiada por cuatro sujetos cuyo aspecto peligroso y profesional dejaba en claro que no eran simples matones. En el punto donde se concentraban las miradas había una enorme silla de espaldas a ellos, y descansando en ella se podía distinguir la silueta de un hombre corpulento del cual emanaba una estela ascendente de un humo azul acerado.
—Ahora, relájense y tomen asiento para que podamos conversar un poco, ¿entendido?
Y frente a ellos se mostraban dos elegantes butacas de cuero marrón, que esperaban ser ocupadas para dar comienzo y fin a todo aquello. El Hakagurē se aproximó hasta el asiento izquierdo mientras respondía como pensaba que era adecuado en aquella ocasión.
—Entendido…, señor.
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Todo estaba tranquilo ahora, si, algún que otro quejido interrumpía el tranquilo descanso que estaban teniendo, pero sin duda todos allí lo aprovechaban al máximo.
Al igual que los demás, Haru fue atendido por el personal médico que allí se encontraba, un hombre alto y corpulento fue el encargado de tratar sus heridas, que no fue más que una dura desinfección sin ningún cuidado, parecía que estaba tratando a un perro. Aunque trataba de no mostrar ninguna expresión de dolor, un pedazo trapo esterilizado introduciéndose en su herida lo hizo dar un pequeño quejido, aunque en comparación con los de los demás participantes fue prácticamente imperceptible, cuando el hombre finalizo su tarea, Haru agradeció con una reverencia y se sentó, apoyando su espalda contra la pared para descansar con más comodidad, al igual que probablemente todos los que estaban ahí, también recibió unos analgésicos por si acaso, aunque para él no eran necesarios, si bien sus músculos estaban agotados, solo un descanso debería bastar para recuperarse, era algo natural, como si sus cuerpo trabajara más rápido al descansar.
Al pasar una hora, el mismo sujeto que los había llevado hasta allí llamo la atención de todos con solo una frase, todos estaban al tanto de lo que saliera de la boca del mismo poniéndose de pie y acercándose.
Había llegado el momento, la tan esperada entrevista por la que tanto se había esforzado, bajo ninguna circunstancia dejaría pasar esa oportunidad después de todo por lo que había pasado, Haru se coló entre los pocos que quedaban colocándose en frente de todos, para su sorpresa, el Hakagurē también se encontraba allí, tal vez al ser los más pequeños de altura ambos se habrían hecho lugar, aunque después, al menos Haru, se arrepintió de haberse colocado en frente, ya que él y el peliblanco fueron los primeros señalados para ingresar a la habitación donde serían entrevistados.
Siguiendo el gesto de Kōtetsu, el Akaki lo siguió a paso calcado, sus manos comenzaron a temblar nuevamente, pero esta vez no por miedo, ni por sentirse inseguro, sino que su gran capacidad de avergonzarse ante todo le estaba jugando una mala pasada<< ¿Qué pasara si lo hago mal? no puedo tartamudear ahí, si lo hago de seguro todo habrá sido en vano, no servirá de nada el haber venido hasta aquí>> con cada paso se ponía más nervioso, y eso estaba comenzando a reflejarse en su rostro.
Al llegar ante el imponente trozo de madera que comunicaba las habitaciones, Kotetsu abrió la puerta, dándole el paso a él primero─ Gra-gracias─ expreso continuando su paso. En cuanto asomo la cabeza por la puerta, pudo sentir el prominente olor a tabaco y alcohol que ahí reinaba, aunque lo pasó por alto, por más que esos aromas le provocaran náuseas y dolores de cabeza debería soportarlos durante la entrevista, por lo que no dejo que su rostro mostrara el desagrado al ambiente.
En la habitación podía verse un gran escritorio, cuatro hombres de los que desconocía su profesión, puesto que se mostraban amenazantes, pero no de la forma en la que se veían los demás aspirantes al trabajo, estos tipos podía verse a simple vista que eran mucho más peligrosos, en medio se encontraba la silla del que seguramente sería quien los entrevistaría, de espalda a ellos como en las películas de mafiosos, y frente al escritorio, dos elegantes sillas destinadas a los entrevistados.
─ Ahora relájense y tomen asiento para que podamos conversar un poco, ¿entendido?
Al oír la imperativa voz de quien iba a decidir si todo lo anterior había sido en vano o no, Haru tuvo un pequeño sobresalto, aunque seguramente solo los cuatro guardias lo notarían, ya que tanto Kotetsu como quien había hablado estaban de espaldas a él<< No puedo arruinar todo lo que hice ahora, debo relajarme y hablar como lo hace papá, firme y claro>> algo le decía que si su voz sonaba como siempre, si su imagen mostrara lo que siempre, si su aura enseñara lo de siempre, seria completamente en vano realizar aquella entrevista, por lo que tomo valor y puso en práctica las incontables veces que su padre le enseño a desenvolverse de manera firme y determinada.
─ ¡Sí!─ su voz resonó con una gran convicción y firmeza, como nunca había sonado antes, su rostro cambio completamente, ya no parecía ese joven vergonzoso y asustadizo, era como si fuera una persona distinta, aunque su exterior se mostraba firme, su mente no se había relajado por completo, pero Haru no iba a permitir que se notara, avanzo hacia el lado derecho, no teniendo otra opción ya que el moreno ya se había encaminado en la otra, y tomo asiento, como si nada de eso le causara ningún problema.
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Ambos jóvenes se sentaron y la habitación quedo en oscuro silencio. Kōtetsu no estaba seguro de que esperar, aquello, las conversaciones importantes, no eran lo suyo, jamás lo habían sido: Él era un guerrero, alguien acostumbrado a combatir y a ponerse a prueba constantemente, dependiendo únicamente de su espada y de su determinación.
“Pero ahora estoy aquí”, se recordó fríamente.
Estaba en un sitio donde Bohimei y su voluntad no tendrían nada que hacer. Lo único con lo que podía contar era con su calma, y con todo lo aprendido de Naomi, la mejor conversadora que en su vida hubiese visto. Claro, no es que conociera a muchas, pero dudaba que alguien más tuviese tal capacidad para expresarse. Un talento que le hacía merecedora de aquel título informal de “La esgrimista verbal”.
“Espero recordar algo que me sea útil, pues parece que la negociación será la prueba más difícil de todas”.
De pronto la gran butaca se giró, encarando a un elegante y corpulento hombre con aquel par de jovencitos. Su mirada era dura y curtida como el cuero, y tenía una expresión de calma y autoridad suficientes como para sacar a Hakagurē de sus pláticas mentales. Sostenía con firmeza un vaso de whisky en las rocas y en su boca un puro se consumía lentamente… Les miro de forma escrutadora, buscando aquello que las palabras de una conversación serían incapaces de decir.
—Lucen… medianamente útiles —comento, mientras colocaba en el escritorio su trago y apagaba en un cenicero su tabaco—. Ya veremos si tienen lo necesario.
Aquel hombre se levantó despacio, permitiendo que su elegante traje negro con chaleco y sombrero de ala corta le confirieran un porte formal y refinado. Tomo la lámpara de brazo de su escritorio y apunto su deslumbrante foco hacia los rostros de ambos jóvenes.
—Lo primero es lo primero: Díganme, ¿quienes son y que intenciones les han traído hasta aquí? —pregunto con voz suave pero imperiosa.
De cierta forma la pregunta parecía ser un sinsentido, pero lo correcto sería sospechar que se trataba de una prueba: Cuando se formula una pregunta de la cual ya se conoce la respuesta, solo para ser testigo de si la persona cuestionada miente en algo… Y sin duda alguna, aquel no era un sujeto a quien pudiesen engañar. No era un sujeto a quisiesen engañar con omisiones o hacer enojar con rodeos.
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Haru espero inmóvil que el sujeto fuera el primero en dirigirles la palabra, incluso estando de espalda a ellos, él no abriría la boca hasta escuchar lo que les diría, aunque el mismo no soltó palabra hasta girar su asiento quedando de frente a los ninjas, el pelirrojo trataba de tener la mente en blanco, ya que si se ponía a pensar como siempre lo hacía de seguro acabaría poniéndose nervioso.
El sujeto pareció examinarlos rápidamente con la mirada, al parecer estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones, ya que con solo un vistazo podía deducir si podían o no serle útiles, al menos la primera impresión no había sido tan mala, aunque claramente la entrevista seria la que decidiría si serian de utilidad.
Haru desvió levemente la mirada hacia el escritorio cuando la luz se giró hacia ellos, evitando el verse cegado por el brillo.
─ Lo primero es lo primero: Díganme, ¿quiénes son y que intenciones les han traído hasta aquí?─ al igual que la vez anterior, su voz sonó con gran autoridad, debería llevar bastante tiempo dando órdenes, ya que con solo su voz ejercía una gran presión en el pelirrojo, aunque trataba de mantener sus expresiones al margen.
Haru considero el tomar el consejo de su informante, mentir respecto a su identidad e intenciones, pero extrañamente, la mirada de ese hombre le hacía pensar que cualquier cosa que se inventara sería inútil, como si pudieran leer atreves de él, hasta ese momento solo su padre había logrado hacerlo, pero este tipo le provocaba la misma o una mayor presión que quien lo había entrenado, ahora entendía la razón por la que había sido enviado ahí, sin duda sería una experiencia aunque horrorosa, bastante provechosa en su vida shinobi.
Con un gran suspiro se dispuso a hablar, el peliblanco parecía por primera vez en la noche no tener la iniciativa, pero él estaba listo para responder, no iba a tratar de engañar a nadie, sabía que aún no estaba listo para hacerlo, solo diría datos verídicos, si funcionaba perfecto, y si no, ese sería el fin del recorrido.
─ Soy un shinobi de Uzushiogakure, y fui enviado aquí por un encargo, no tengo más intenciones que cumplir con lo que me fue impuesto─ respondió con respeto y firmeza, como creyó que sería adecuado hacerlo, no dio nombres, siguiendo la orden que su clan le había dado, en el bajo mundo no hacía falta esa clase de información, se lo habían repetido varias veces en los últimos días.
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Kōtetsu se quedó observando el foco incandescente, sin inmutarse, dejando que sus grises ojos reflejaran un gran aplomo mientras contestaba sin contener su sinceridad:
—Yo también soy un ninja de Uzushiogakure —afirmo con simpleza—. Yazco aquí porque hay una serie de rumores que me gustaría corroborar por mí mismo, y este trabajo promete ser ideal para conseguir aquello.
El sujeto cambio la posición de la lámpara, colocándola como inicialmente estaba. Con sus pupilas contraídas, el Hakagurē pudo ver como se pasaba la mano por la barbilla pensativo sobre lo que ellos acababan de decirle. Dio un par de pasos y les arrojo unas cuantas miradas cripticas, como juzgando si aquellos sujetos le servirían.
—Sí, creo que me servirán… —declaro finalmente, girándose hacia ellos.
Aquellos muchachos serian de utilidad para sus objetivos: Por un lado estaba uno de aspecto tímido e inocente, lo suficiente como para que fuera el último del que sospecharían. Y por el otro lado estaba uno con gran serenidad, lo suficiente como para saber manejarse en las situaciones de peligro. Además, eran ninjas, no solo sabrían cómo debía de realizarse una misión sino que también deberían de ser capaces de protegerse a sí mismo y salir de la mayoría de apuros.
—Me han confiado sus identidades y sus intenciones —declaro de forma teatrera, aunque sus informante ya le habían facilitado nombres y otros datos de interés sobre cada uno de los aspirantes—. Ahora, me toca corresponderles.
Procedió a sentarse cómodamente en su sillón y encendió un puro, todo en una especie de ritual lento y elegante, hasta en el detalle de como apagaba el fosforo y la forma en que daba las primeras y sutiles caladas.
—Puede que hayan escuchado hablar de mí. Mi nombre es Yamamasu Setsujiro, un humilde servidor del mundo del espectáculo —declaro, haciendo una leve reverencia con fingida humildad—, un hombre de negocios muy emprendedor y dueño y fundador de Entretenimientos Luz de Neon.
—Espere… ¿De verdad es usted el señor Yamamasu Setsujiro? —dudo, incrédulo—. Pensé que de tratarse de usted enviaría a un doble o algo así.
Kōtetsu sabía que se trataba de alguien importante: Entretenimientos Luz de Neon era una compañía dedicada al espectáculo famosa en todo el continente, aunque en unos sitios más que en otros. Se encargaban de franquicias dedicadas al teatro, la danza, la música y a otros afines. Incluso él había asistido a una presentación en el País de la espiral, lo que fue una gran experiencia para aquellos que pudieron costearlo. Pero lo más impresionante y mejor criticado de la compañía eran sus espectáculos de magia. En estas presentaciones de presdigitación, y solo en las que se hacían en el País de la tormenta, hacia apto de gala y maestría el propio dueño y fundador… Aceptar que alguien como él estuviese en un lugar así era algo difícil.
—Sí, de verdad soy yo, muchacho. El que viste y calza —aseguro, con orgullo de bonachón.
—Es que… Bueno, una persona que le conoce me conto algunas cosas de usted y pues… Sonaba como que era alguien radiante y atento, pero viéndole de frente da un poco de miedo y desconfianza.
—Es lo normal, es la naturaleza del espectáculo: Por un lado debes ser un artista admirable, mientras que por el otro debes ser un empresario despiadado —admitió con elegancia—. Además, me gusta estar cerca de los asuntos importantes, encargarme yo mismo, ensuciarme las manos si llega a ser necesario.
»¿No les parece que es lo correcto?
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Una vez que expuso sus razones y datos de importancia, se quedó a la expectativa de como reaccionaria quien tenían en frente los genin de Uzushio, giro su cabeza al oír hablar al peliblanco y sus ojos se abrieron ligeramente cuando el Hakagurē manifestó su identidad<<¿Qué? ¿Shinobi de Uzushio?>> eso sí que era una gran casualidad, dos ninjas de Uzushiogakure reunidos sin saber siquiera que eran compatriotas, se le hacía extraño que teniendo una edad aproximada a la de él, su rostro no se le hiciera familiar en lo más mínimo, si bien en no conocía a prácticamente nadie de la aldea, si tenía un conocimiento general y habría visto varias veces a los que se graduaron en su mismo año o uno cercano, aunque eso lo dejaría para más adelante, ni siquiera sabía si lo que había dicho era fidedigno.
Al finalizar las palabras de los dos genin, quien los indagaba coloco la lamparilla en la posición original, para después examinarlos nuevamente con la vista.
Haru se sentía de verdad presionado, como si hubiera un bombardeo dentro de él a la espera de la resolución de quien los emplearía, aunque trataba por todos los medios de no demostrarlo, la impaciencia estaba comenzando a desbordarlo y comenzó a mover sus pies en un intento de relajarse.
─ Si, creo que me servirán…─ expreso mientras daba unos pasos.
Un suspiro bastante disimulado se le escapó al oír lo que les habían dicho, sin duda fue un gran alivio escuchar eso<<Después de todo lo que pasamos al menos no será en vano>>
Tan solo unos instantes después, el hombre procedió a presentarse, luego de colocarse un puro y comenzar a inundar aún más la habitación con ese característico aroma, resulto ser que él mismo que había convocado a todos ahí, era quien se encargaría de entrevistarlos, fue una gran sorpresa para Haru, estaba frente un magnate del mundo del espectáculo, de seguro solo habría un par de personas en todo Ōnindo que no reconocerían el nombre de Yamamasu Setsujiro, el dueño y fundador de una de las compañías más lucrativas del continente, a Haru no le llamaba mucho la atención esa clase de entretenimiento, solo la música, pero aun así, Setsujiro era una personalidad destacable, pues aunque a él no le interesara mucho, en su mismo clan había personas que asistían a los espectáculos de su compañía.
Al parecer no era el único sorprendido por la presencia de un hombre de tal reputación en aquel sitio, ya que Kōtetsu incluso manifestó su asombro ante aquella situación, Haru también pensaba que aquí solo habría un representante de Setsujiro, nunca se esperó que estuviera él mismo en persona.
Setsujiro no parecía ser alguien que confiara mucho en otras personas, era la viva representación del dicho “Si quieres algo bien hecho hazlo tú mismo”, aunque Haru discrepaba un poco con esa forma de pensar, él prefería confiar en los demás, claro que solo cuando hayan ganado su confianza, pero bajo ninguna circunstancia le llevaría la contra a ese hombre, menos ahora que sabía de quien se trataba, aunque le parecía un poco gracioso el hecho de que dijera que el mismo se encargaría y se ensuciaría las manos de ser necesario, entonces ¿para que estaban ellos ahí?
─ Supongo que si─ respondió solo para no llevarle la contra, si antes no lo había hecho, ahora que sabía con quién estaba tratando menos.
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—Bueno, tendría que tratarse de algo muy importante como para traer a alguien tan ocupado como usted a un sitio como este.
—Sí, así es, muchacho, es algo muy importante —concedió aquel señor del espectáculo.
El joven de cabellos claros podía percibir lejanamente la magnitud del asunto en que se estaban involucrando. Ya había visto actitudes similares en su maestro, quien presumía de ser alguien en extremo ocupado con los pormenores de sus negocios. A veces no, casi siempre tenía a su alrededor un pequeño grupo de emisarios con los suficientes privilegios como para hablar y negociar en su nombre, pero en raras ocasiones surgía un asunto tan importante que requería de su presencia y de su juicio personal.
—Verán, todo este oscuro negocio es movido por voluntad mía, por el bien de mi compañía: En el continente hay miles de empresas dedicadas al espectáculo, unas más grandes que otras, pero todas insignificantes… menos una que es capaz de competir con la mía; se trata de Entretenimientos Luz de Luna, una compañía tan poderosa como la mía, una amenaza constante que es dirigida por Kuyama Etsushi, quien podría decirse que es mi eterno rival.
El rostro de Yamamasu se contrajo por unos instante en un leve gesto de ira, como recordando algún rencor pasado relacionado con aquella compañía y con aquel rival, un asunto que aún estaba fuera de la comprensión de aquellos dos jóvenes ninjas.
—Ambos somos comerciantes del entretenimiento —comento, continuando donde se había quedado—. Y durante años hemos estado en una especie de carrera, una guerra para ver quién es el mejor: nos hemos diversificado muchísimo, engullendo a pequeños negocios y expandiendo nuestras fronteras. Sin embargo, el mayor campo de batalla siempre ha sido el del ilusionismo y el de la prestidigitación… Ninguno ha sido capaz de superar ampliamente al otro en tan tradicional disciplina. —Aquello le molestaba de sobremanera, él era un hombre ambicioso y orgulloso con sus logros; jamás podría permitirse el compartir el título de el mejor… el mejor solo podía ser uno de ellos, uno tenía que estar por encima del otro, y ese tenía que ser él—. Hasta hace poco tiempo, nuestros negocios se habían mantenido en un estado más o menos igual, con los típicos altos y bajos. Pero recientemente, mis presentaciones de magia han tenido una disminución significativa. Todo a causa de una nueva atracción, “la casa de las reales fantasmagorías”.
—Así que “la casa de las reales fantasmagorías”, ¿he? —repitió Hakagurē con evidente interés.
—Ese es el nombre que le han dado —Se detuvo un momento, pensativo—. Suponiendo que saben lo que es una casa de los sustos, ¿qué les viene a la mente al escuchar un nombre como ese?
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