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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
El fuerte viento y el sonido de la lluvia eran una especie de llamado, uno desde los sueños uno al cual no podía resistir, hazegawa había dormido desde que había llegado a la ciudad, el clima no le provocaba otra cosa, siempre en uzu que el clima estaba de la misma manera haze no hacia otra cosa que envolverse en sus sabanas y echarse a dormir, disfrutaba de aquello en gran medida.

Su cabeza se tambaleo un poco cuando el carromato se detuvo, el sonido de la madera al detenerse y la lluvia sobre el techo, hacían de un mosaico bastante peculiar aunque no le prestaba mucha atención, se llevó las manos a los ojos frotándose los mismos antes de ver con claridad que su prima bajaba de la carreta, acto seguido hizo lo mismo y lo que acabo despertándole fue la lluvia cayéndole en la cabeza y los hombros, aquella lluvia era fría y las gotas eran de esas gordas que mojaban mucho en poco tiempo.

El motivo de la pronta visita a Amegakure era simple, a orillas del lago en una especie de pequeño puerto que tenía una familia Hyuga afín al tío de Hazegawa, solían conmemorar todos los años en esa misma fecha a los caídos de toda la familia, bajo la creencia de que todos los Hyuga independientemente de que país o aldea eran familia y por ende tenían una conexión de sangre, un pacto al nacer.

Hazegawa y su prima al ser los más cercanos a su tío, ella por ser su hija y haze por ser el hijo de su hermana y futuro líder directo del clan, aunque su tío ostentaba el poder por ahora y en algún momento tendría que cederlo cuando haze tuviera la suficiente edad para ello.

Haze y Hana, debían ahora representaban al clan en Amegakure ante sus semejantes, y debían de encontrarse con ellos en el pequeño puerto, aunque haze se detuvo a medio camino observando las aguas del lago, viendo como las gotas impactaban en él, como las pequeñas gotas se unían al gran lago.

Cuando volvió a la realidad, observo más allá de ese puente hecho de madera que daba a una estructura más grande, observo a Hana llegando a los brazos de su padre, y a muchos más reunidos padres e hijos, todos ellos con kimonos ceremoniales, llevando un obsequio para los fallecidos, entre ellos haze sabría se encontraría su madre, pero no le encontró sentido a aquello, él estaba solo en aquel sitio.

Cierto sentimiento de amargura le atravesó en aquel momento, mirando de reojo al agua que hacía de espejo, pudo ver su reflejo uno que se hacía difuso con cada gota que caía en el lago, y no pudo dar un paso más no en aquel sitio, nunca antes se había encontrado más desubicado.

Se dio media vuelta y metió las manos en sus bolsillos, echándose a caminar de vuelva pero no a la carreta, simplemente caminaba por la orilla del lago, con la mirada baja pensando tantas cosas que desembocaban en una sola, necesitaba caminar un poco y quizás luego se uniría a la conmemoración.

Camino bastante hasta alejarse un poco de aquel puertillo, aunque podía distinguir las luces a la distancia, entre la lluvia la tarde comenzaba a ocultarse, pero ni la oscuridad ni la lluvia le ahuyentarían, se detuvo tras un rato a mirar el lago, cogió un par de rocas de la orilla y las lanzo de forma que estas rebotaran en el agua y llegaran lejos, al menos tras un par de intentos.

No los necesito, puedo apañármelas solo— Dijo en voz alta tras lanzar aquella roca, la lluvia había humedecido su atuendo, su kimono negro que era todo lo que llevaba, la bandana y sus cosas estaban en la carrosa.
#2
Su barquita navegaba silenciosa entre las inquietas aguas que inevitablemente salpicaban las ropas oscuras de la genin. Esa tarde se había vestido de modo que una capucha protegiera parte de su cabeza, para permitirse ver el camino mientras impulsaba su pequeña nave a través del lago, ya que no usaba paraguas. Como todo su traje era negro su rostro, sus manos y la bandana en su cuello sobresalían contrastados por las luces mortecinas de la tarde.

Se había propuesto pasar un rato a solas, todo un reto para intentar dominar sus miedos de antaño y hallar algo de paz. Lo había logrado durante aquella media hora que estuvo en el centro del lago, pero se rindió pasado aquél tiempo y había decidido regresar a la orilla cuando de pronto un proyectil impactó en la madera envejecida del bote que tripulaba. << ¿Qué ha sido eso? ¿Están saltando los peces? >>

Con su estúpida teoría en mente se asomó al agua, inclinándose casi hasta tocar el borde de las tablas con el pecho, cuando una segunda pedrada le dio de lleno en la cabeza. Hubiera podido proferir maldiciones con la furia y el dolor que le recorría de cuerpo entero, pero sus labios en silencio simularon modular las palabrotas. Se llevó las manos a la coronilla y las lágrimas se le escapaban, la sacudida de dolor fue tan tremenda que el bote se meció con ímpetu hasta que Maar se quedó inmóvil a la espera de que, lentamente, el dolor se marchitara.

Cuando se irguió observó a su alrededor y descubrió a lo lejos, en la playa, a una persona que se preparaba para lanzar otra piedra. << ¡Pero ¿Es que está ciego?! >> Su retórica le permitió al menos comprender que era como un fantasma ante los ojos de cualquiera, con el clima, la distancia y su vestido. Intentó echar mano a su remo pero no lo encontró. En algún momento lo había dejado caer al agua. Rápidamente extendió chakra hacia la palma de su zurda y con ella hizo que la nave se impulsara una y otra vez, con la fuerza suficiente para que la inercia la arrastrara lejos del alcance del último proyectil.

A esas alturas era probable que él la hubiese visto ya, inclinada sobre las barca para poder tocar el agua. Cuando estuvo lo suficientemente cerca dejó la madera flotar hacia la orilla y caminó a paso ligero sobre el agua. La kunoichi se acercó al Hyuga y sin pensar si quiera en si él le entendería o no, sin saber quién era él, le habló en su lenguaje extraviando gestos a causa del enojo - Al hospital mandarme. ¡Cuidado! ¡Observar debieras! -
#3
A lo lejos, el joven Hyuga había divisado algo o a alguien, no le había dado mucha importancia en realidad, sin su byakugan activo su campo de visión era como el del resto, su estado de ánimo no era el más óptimo, pero ver como lo que parece ser una mujer llegaba en una barcaza completamente de negro, y hablando de forma extraña fue una combinación que le hicieron dar un par de pasos hacia atrás. < ¿Una bruja del lago?...> .

Descarto la idea cuando esta menciono algo sobre un hospital, tenía cierto enojo en su tono al hablar, pero aquello no le intimido del todo, le causó curiosidad la suficiente como para acercarse y tocarla con uno de sus dedos, como si la picara con un palo. < ¿Eres…real?> Guardo silencio cuando sus dedos tocaron un par de veces la frente de la joven, como si se tratara de un toc, toc.

< ¿No eres una bruja…del lago?> Enarco una ceja al comprobar que ella era de carne y hueso, dejando caer la roca que sostenía en su otra mano, <¿Porque hablas de forma tan extraña?> Argumento con calma, sin exaltarse debido a que si miraba de reojo hacia atrás podía ver las luces del pequeño puerto.

<Al hospital…mandarme…> Pensó un poco las palabras de la joven de negro que resonaron en su mente, y cayó en cuentas de que quizás existía la posibilidad de que pudo haberle hecho daño cuando lanzaba rocas al lago, ato los cabos y quizás siendo eso. No pudo evitar sentirse mal al respecto aunque sea un poco, aun así estando solo consiguió hacerle daño a alguien.

<Lo siento, no era mi intención herirte…> Expreso en un tono calmo, siendo bastante franco al respecto al dirigirse a ella, echo mano a su bolsillo y saco una curita de esas adhesivas con unos cuantos pandas adornándola, un recuerdo de kuroshiro y se la extendió, no tenía nada más en aquel momento que pudiera ofrecer.
#4
Este post queda anulado.

No puedes tener ninguna familia Hyuuga que tenga un puerto en el lago de Amegakure... El lago bordea la aldea y está continuamente vigilado. Por otra parte acercarse a otra aldea sin un motivo oficial siendo un ninja de otra nunca es buena idea, recuérdalo.
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.



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