Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
23/05/2019, 21:02 (Última modificación: 23/05/2019, 21:19 por King Roga. Editado 1 vez en total.)
Así, todos partieron hasta donde confluiría el desenlace final.
Sin embargo, si que había un problema con los billetes. Faltaban doce mil quinientos, sólo estaba la mitad. La otra mitad era falsa.
Datsue pudo haber escapado ahí mismo, pero la curiosidad insaciable de aquel muchacho se lo impediría.
Cuando logró abrir la puerta, se encontró algo insospechado: una pintura.
Pero no cualquier pintura, era una pintura con el mismo estilo de dibujo que la que fue destrozada dentro del templo. Los motivos de esta sin embargo, eran muy distintos. Era la imagen de una tortuga gigante, cuyo caparazón se comparaba a dos enormes montañas. El motivo presentaba cascadas inversas, las cuales subían hasta las nubes de las cumbres de la montaña. Un antiguo soldado samurai estaba postrado frente a las cataratas, en posición de plegaria. A la par, un frasco con una tintura morada. Mejor que no intentase probarlo, porque sólo con olerlo te dabas cuenta de que era un veneno muy poco recomendable para la salud. A estas alturas, debía saber que no era coincidencia que los motivos fuesen iguales.
El clon que fue por las llaves, el clon que iba con Kid y con Shunsuke, además de un nervioso mano cortada. Todos se aproximaban.
Sin embargo, el primero en regresar del establo sería el alguacil Arashi.
—¿¡Pero qué haces aún aquí!?— Observó que había abierto la segunda caja de seguridad. —¡¡Toma el dinero y vete rápido maldita sea!! ANTES DE QUE VENGA MANO CORTADA O KID, LARGO.
¿La mitad? ¡La mitad! Datsue no tuvo tiempo a asegurarse del todo, pero tras comprobar varios fajos, se dio cuenta rápidamente que más o menos la mitad eran billetes falsos. Si le hubiesen dicho hace unos días que iba a ganar doce mil quinientos ryo por una carrera, estaría que se subiría por las paredes de la felicidad que le desbordaba.
El problema era que ahora le habían puesto la miel en los labios con la desorbitada cifra de veinticinco mil, y se sentía estafado.
De todas formas, se aseguró el maletín, y miró rápidamente lo que había en la segunda puerta de la caja fuerte. Un cuadro, que le recordó irremediablemente a las pinturas que había en el templo. Se grabó la imagen en la mente, más allá de que en aquellos momentos, no lograse darle un significado.
Y luego estaba el frasco. Morado. Que desprendía una fragancia de lo más peligrosa.
«La madre que me parió, Arashi… ¿En qué cojones…?»
El alguacil entró a gritos. Pidiéndole que se marchase de muy malos modos.
—Arashi… ¿¡Te das cuenta que la mitad del dinero del maletín es falsa!? ¿¡Qué puta estafa es esta, eh!? ¡¿Estabas compinchado con Asobu, o qué cojones?!
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—¡Juro que no sé que pasó con el dinero!— mintió mientras estiraba los brazos en señal de indignación. —Y yo no estaba involucrado con Asobu— Eso sí era verdad. Aunque no por ello estaba libre de pecado.
—¡No me mientas, joder! Mira, no sé qué coño has estado haciendo, ni me interesa. Pero esto huele que apesta. Ese cuadro es del templo, ¿verdad? Y ese puto frasco… ¿es veneno? Dime qué has hecho con el dinero, dime dónde está, y yo me voy de inmediato y me olvido de esto.
»Calla, y me empezaré a preguntar si no tienes algo que ver con esos bandidos que envenenaban las aguas y que ponía mal a la gente del pueblo. ¡Dime, ¿para eso usabas el jodido veneno?!
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Increíblemente, el alguacil frunció el ceño y sacudió el mostacho. Al final, quién vestía de blanco no era tan bueno y el que iba de negro no era tan malo. Ying y Yang, una regla básica, pero que deja entrever que no existe pureza en ninguno de sus dos lados. Una triste ironía la historia de los hermanos Roger, la cuál pocos conocían a profundidad. O mejor dicho, durante mucho tiempo cerraron los ojos ante lo que en verdad ocurría, fingiendo estar ciegos de justicia.
—¡ERES LA ÚLTIMA PERSONA QUE PUEDE ACUSARME MALDITO TRAMPOSO!— Envalentonado, el alguacil volvió a alzar la voz. —No eres muy diferente de Asobu. Finges ser buena persona y luego sólo vas tras lo que te interesa— Apretó los dientes. —Hiciste trampa en la carrera. No tengo pruebas pero tampoco dudas. Conozco a mi hermano y él no jugaría con eso— sonrió torcido. — Deberías ser más agradecido de que siquiera voy a darte la mitad, porque no te mereces ni un centavo de lo que hay aquí. Me hice la vista gorda porque me agradas chico. La extorsión ya no me era muy rentable desde que Asobu trajo su milagroso culo aquí, así que daba igual que eliminaras a esos mercenarios. Lo cierto es que me resultó mejor que me facilitaras un medio para deshacerme de mi hermano. Tengo que darte reconocimiento por ello, pero no me hagas cambiar de opinión— Sacudió el brazo con violencia a la vez que soltaba un pisotón. —Yo no diré que hiciste trampa, te quedas con la mitad del premio y yo con el resto. No mencionas que los renegados trabajaban para mí ni de esa pintura y te vas campante con tu parte del dinero. Entrégame y te quedas sin NADA. ¿Trato?
Era curioso. Datsue en algún momento llegó a preguntar porqué Bandō seguía delinquiendo si tenía probablemente una buena fortuna amasada. Arashi le respondió que era porque quizás no se conformaba nunca, sabiendo que podía obtener más. El alguacil hablaba más en ese momento de su propia condición en realidad.
Afuera, justo en la entrada de la comisaría, el clon que había ido al hotel iba con la llave, topándose curiosamente con el grupo donde estaba el otro clon, Mano Cortada y el par de criminales. Todos, sin conocer lo que se estaba gestando allá dentro. Para más inri, la esposa del alguacil regresaba de su casa, topándose con todos ellos y abriendo los ojos cómo platos al ver a Hokkai Kid de nuevo.
—¿¡KID!? ¿Qué es lo que está ocurriendo?— Diría con cara de haber visto un muerto.
Por todos los dioses, aquel último giro en los acontecimientos no se lo hubiese esperado ni en mil vidas. Arashi, el amable alguacil al que todo el mundo respetaba y admiraba, era un jodido extorsionista. A su propio pueblo. Falsificaba dinero para quedarse con parte del premio, se aliaba con prófugos, ¡y hasta envenenaba el agua del pueblo con tal de sacar beneficio!
Era un asco de persona. Ruin. Mezquina. Alguien que debía pagar por todos sus pecados. Aunque… ¿quién era Datsue, para juzgarle? Él no era ningún dios. Ni siquiera un héroe. Mucho menos un justiciero. No, eso era cosa de otros idealistas. Él nunca lo había sido, y nunca lo sería.
—Se equivoca en una cosa, Arashi. No, no hice trampas. Y aunque las hubiese hecho, nadie, y repito, nadie en este pueblo tiene el poder necesario para quitarme lo que me pertenece. Lo que me he ganado en la jodida carrera.
Cerró la caja fuerte de un significativo portazo.
—Quiero un jodido potro de Galante. Quiero que tu esposa lo cruce con la mejor yegua que ha parido estas tierras —Oh, sí. Todavía no se había olvidado de aquel caprichito—. Volveré por aquí, en unos meses, a por él. Y como en mi visita me entere que han habido más envenenamientos o alguna jodida muerte sospechosa, pagarás el precio. Ese es mi trato.
Afuera, un clon entregó la llave al otro y desapareció en una nube de humo, intuyendo que quizá iba a necesitar reservas de chakra para una gran batalla final.
El Datsue real recibió la información y esperó que eso no se llegase a dar.
—Decídete rápido, la caballería al completo está a punto de entrar por esa puerta. Tu esposa incluida.
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—¿¡Un potro de Galante!? — parecía simple, pero lo cierto es que aparte de Kid o de Bandō pocos eran capaces de siquiera halar una rienda de él. —Trato...— Arashi dudó unos instantes. ¿Para qué demonios iba a quedarse en el pueblo si Kid estaba con vida? Bandō abriría la boca y lo iba a hundir. Bastaba con decirle "sí, sí lo que quieras" y podía despacharlo para luego irse con su esposa a alguna otra población hasta que las autoridades del país se olvidasen del asunto. O eso creía él. ...hecho— Mintió.
El grupo entró a la comisaría, buscando pronto la zona de de la caja fuerte.
Y entonces, un pequeño desliz de esta historia volvió a aparecer. Un jodido genin de once años y de muy mal carácter.
"Hijo. De. Puta."
No sabía si le dolía más la cabeza o el orgullo, miraba borroso, rojo. "Mierda..." Se llevó la palma a la cara, sintió algo tibio y húmedo. Intentó ponerse de pie, pero con suerte y podía arrastrarse. Para colmo, cuando apenas abrió los ojos notó a dos clones de Datsue a su lado. "Oh crap..." Hubiese deseado ver doble por el mareo, pero no era así.
24/05/2019, 04:17 (Última modificación: 24/05/2019, 04:18 por Uchiha Datsue.)
Datsue asintió, complacido. Justo entonces, la tropa entró. Datsue hizo desaparecer a su Kage Bunshin, transmitiéndole toda la información que había transcurrido hasta aquel entonces. La llave que él tenía cayó al suelo. Shunsuke tenía un brazo roto, y Kid —que resultaba estaba allí—, tenía uno de sus regalitos.
Oh, y Roga había despertado. Se acercó a él a pasos rápidos.
—Hola. ¿Qué tal? —le dio un patadón en la cara y lo mandó a dormir otro ratico. Supuso que aquello ya era suficiente venganza—. Shunsuke, Kid. Ya conocéis a Arashi, el alguacil. Si sois tan amables y seguís todo recto, por favor, encontraréis vuestras estancias. Unas celdas muy monas donde podréis dormir.
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A nadie ahí iba a importarle mucho el chiquillo, después de todo, no muchos lo conocían muy bien. La esposa del alguacil, estaba demasiado confundida para reaccionar. Kid, no tenía ni puta idea de quién era como para preocuparse por él. El propio Arashi le importaba un pepino. Mano Cortada, estaba dudoso ya que Datsue le juró que él lo había atacado. Y sin embargo, ahí había alguien que pese a todas las atrocidades que pudo cometer, aún si estas fuesen por desesperación, tenía una amabilidad pocas veces vista. Siempre él, el que actuaba de forma impredecible.
Mucho antes de que Datsue echara a correr, el tuerto ya había clavado su ojo en él. Y creía recordar, que esa herida sangrante no estaba. No, él no llegaba a tanto. Si mucho, intentaba amedrentar a sus oponentes con su fuerza. Si atacaba, estaba seguro de que no iba a lastimar a nadie o que la persona estaba en condición de defenderse. En realidad, las oportunidades que tuvo él para finiquitar aquello de raíz habían sido muchas más de lo que creían. No supo porqué exactamente, pero estaba enojado. Durante mucho tiempo, se creyó incapaz de odiar a alguien por ruin que fuese, pero eso no le impedía sentir repulsión ante semejante falta de piedad.
En cuanto Datsue diese la espalda para echar a correr, Shunsuke estiró su único brazo sano en un esfuerzo monumental para lanzar un hilo que lo tomaría suavemente por la cintura, pero impidiendo que llegase a conectar nada.
—Las personas, deberían ser más amables, y sinceras...— Aquella misma frase que soltó durante el encontronazo en el templo. Pero ahora ya no la dijo tan alegre. Lucía deprimido, casi al borde del llanto nuevamente. —¿Qué haces?— Le miró con tristeza y duda.
Todos los demás se quedaron perplejos ante lo que acababa de ocurrir, sin opción a decir palabra alguna. Ni el Yotsuki, ni el moreno. Ni la pareja de esposos. Demasiadas cosas confusas, cómo para saber que ocurría.
24/05/2019, 05:05 (Última modificación: 24/05/2019, 05:06 por Uchiha Datsue.)
Pero Shunsuke debía ver realmente mal —por eso de que era tuerto—, porque Datsue nunca en la vida le hubiese dado la espalda. Ni borracho. Ni a él ni a Kid.
No, él había dejado a Roga junto a la puerta, como ya se había dicho, junto a dos de sus clones de fuego. Y el Uchiha, al verles entrar a ellos y despertar Roga, había caminado hacia este último para mandarle a dormir.
De frente, pues todos estaban en la entrada, y bien alerta.
Por eso, cuando vio un hilo dirigirse hacia él, saltó hacia atrás de varios saltitos pequeños, en zigzag, para evadirlo. Un clon de fuego que estaba pegado a Shunsuke le agarró del brazo roto y tiró de él.
—¿¡Qué coño haces!?
El otro clon dio un paso rápido y se encaró a Kid.
—¿Tú también vas a joderme? —quiso saber.
Datsue el real no podía creerse lo pelmazos que eran.
—A ver, Shunsuke. ¿De verdad vas a causar más jodidos problemas, hmm?
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Shunsuke soltó un grito agónico y se encogió sobre sí al verse sujetado de su brazo lastimado. Soltó lágrimas, incapaz de aguantar por más tiempo aquel dolor. Casi se dejaba caer al suelo, víctima del agarre.
La esposa del alguacil se tapó la boca, horrorizada. Arashi por su parte, sonrió al ver que los dos criminales estaban bajo control
—¿Estos son de los que explotan?— Alzó la ceja. Si bien Shunsuke le pegó una buena arrastrada, se creía aún capaz de seguir adelante.
—¿¡Datsue que te pasa!?— Mano Cortada lucía asustado ante la escena.
El Yotsuki no entendía un pepino. ¿Porqué Shunsuke estaba lastimado? ¿Por qué estaban en la comisaría? ¿Quién era ese misterioso sujeto con la bandana de Amegakure rasgada? Sólo recordaba a Datsue dándole un jodido puntapié y luego estaba metido en la peor situación posible. Ni siquiera tenía su portaobjetos a la mano, pues una de las aves de Shunsuke se lo había arrancado. "En qué carajos me has involucrado, abuelo." Maldijo a sus adentros.
—¡Datsue no te lo pienses y acaba con estos bandidos!— Le exigió.
—¿Arashi de qué hablas? ¡Está atacando a Kid!— Suplicó.
—¡Kid es un criminal exiliado de una aldea ninja! ¡Es cómo cualquiera de los que envenenaron las aguas!
Click. Kid observó a Arashi, con cara de furia. Y eso, que ni siquiera estaba enterado de lo que en verdad había hecho.
"No puede ser..." Tosió en el piso, incapaz de ponerse en pie. No sabía que sucedía, pero dentro de su cabeza, el único culpable podía ser Datsue. No es que a Rōga le agarrase el síndrome de estocolmo para que de repente empatizara con Shunsuke, pero él a pesar de todo, le tuvo una mísera pizca de clemencia. Si tuviera que definir una palabra para Datsue, esa sería maldad. De todos los hijos de perra que había conocido en esa semana, no se esperó que el Uchiha pasase a convertirse de pronto en otro villano más. Cómo si nadie en ese jodido pueblo tuviese algo de humanidad o empatía.
—¿Cómo mierdas...?— Escupió al suelo.
—¡Rōga!— la mujer intentaría correr hasta él, poniéndose a llorar.
—Datsue...— Mano Cortada ahora tenía un miedo terrible de lo que el Uchiha pudiese hacer.—¿Nos harás lo mismo que Asobu?
—¿¡Estáis de puta coña!? —No, no le había servido de nada intentar tranquilizarse—. ¡Me pasa, Mano Cortada, que ese tipo de ahí, Shunsuke, me ha atacado por decimotercera vez, o yo no sé cuántas ya en todo el jodido día! ¡Después de hacerse la puta víctima y llorar pidiendo clemencia! ¡Así, sin venir a puto cuento, me ataca de nuevo!
»¡Me pasa, que ese jodido Kid de ahí, un puto criminal, me encerró cuando nos encontramos y no dejaba que me fuese hasta que me obligó a usar la fuerza!
»¡Me pasa que estoy hasta los huevos ya de todo! ¡Quiero irme a casa! ¡Esto es una puta locura y yo no aguanto más! ¡¿PODEIS, POR FAVOR, HACEROS A UN LADO Y DEJARME IR?!
Dio un rápido vistazo. El clon que sujetaba a Shunsuke estaba demasiado cerca de la esposa del alguacil y Roga como para hacerlo estallar. El que estaba con Kid, demasiado cerca de Mano Cortada.
La situación era, en definitiva, complicada. Pero, ¿acaso esta historia no nos ha dado ya los suficientes giros como para no pensar que todavía se podía producir uno más? Porque, hablando de pequeños deslices en esta historia...
Todavía quedaba uno escondido.
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24/05/2019, 06:04 (Última modificación: 24/05/2019, 06:06 por King Roga. Editado 1 vez en total.)
¿Uno? Las variables eran demasiadas. Constantes. Impredecibles. Tanto cómo...
—¡ARASHI ENVENENÓ LAS AGUAS Y DATSUE LO ESTÁ ENCUBRIENDO A CAMBIO DEL DINERO DE LA CARRERA!— Bandō se dejó todos los pulmones en eso, gritando desde la zona de carceletas.
Hubo un tenso silencio luego de eso. El Yotsuki entonces, tuvo una pésima sensación en el pecho. Le daba igual lo que le hicieran a él, pero temía por Mano Cortada y la esposa del alguacil.
Oh, no. Pero la intervención de Bando no llegaba a ese nivel de plot twist, de sorpresa total, que esta historia estuvo regalando al lector a manos abiertas. Lo de Bando era previsible, pues era un bocazas y siempre estaba tratando de sacar partido a cualquier situación.
—¡Buen intento, Bando! —replicó, sagaz—. ¡Aunque igual ya te has olvidado, pero fui yo quien ganó la carrera! ¡Deja de inventarte mierdas, que yo no necesito ningún trato por obtener un premio que me pertenece!
Y, entonces, sucedió. El desliz, el último cabo suelto que a aquella historia le quedaba. Les pilló a todos por sorpresa. Les pilló a todos en bragas.
Se escuchó la puerta abrirse de golpe.
—¿¡Datsue!? —A Datsue se le paró el corazón—. ¡He oído que el delincuente del otro día volvió y atacó al pueblo! ¡¿Qué está pasando?!
Oh, sí. Era el mismísimo Kaguya Riko. El verdadero gran olvidado en esta historia.
—¡Riko, cabronazo, a buenas horas! —Por sus palabras podía parecer cabreado, pero lo cierto era que sonreía de oreja a oreja. Al fin una noticia buena. Al fin una cara amiga—. ¡Oh, sí, quédate en esa posición, Riko! ¡Mantente ahí! —Justo a la espalda de Kid, Shunsuke y Roga. Ni planeado les hubiese salido mejor—. ¡Y mantente alerta! ¡Ese de ahí, con el brazo roto, es el cabrón del otro día y quien reventó media docena de casas hoy! ¡No te fíes, en un momento estará llorando para dar pena y al otro clavándote una daga al cuello! ¡Es capaz de crear hilos con sus manos que como te pillen te zarandean de un lado a otro! ¡Y ese de ahí, Kid, cuidado con sus puñetazos! ¡Es jodidamente fuerte! ¡Y Roga usa Raiton, y más te vale no darle la espalda, porque le gusta atacar a traición!
Sí, creía que no se dejaba nada.
—Pero, ¿qué está…?
—¡Te lo voy a poner fácil, Riko! ¡Necesito que me cubras las espaldas de estos putos criminales! ¡No pienses en nada más, ya te daré detalles luego! ¡Nos piramos! ¡Nos piramos antes de que esta panda de cretinos termine por volverme loco!
»Señora, Mano Cortada, ha sido un verdadero placer, y espero que todo esto acabe por resolverse bien. Al resto, ¡que os den bien por culo!
Riko alzó ambas manos y apuntó con un dedo a la espalda de Kid y Shunsuke, aunque sin perder de vista al resto. Lucía nervioso, pero decidido a cumplir con las órdenes de su Chunin.
—Ahora voy a pasar por la puerta, y me voy a pirar. Si queréis atacarme, adelante. Pero la carnicería manchará vuestras manos, no las mías.
El clon que tenía a Shunsuke reforzó el agarre en su brazo, tirando de él hacia abajo. El otro se pegó todavía más a Kid. Datsue, que veía a Roga a su izquierda, a Shunsuke en el medio, y a Kid a la derecha, optó por ir por la izquierda. Temía menos a Roga que a aquel anciano.
Sin perderles de vista, con las manos entrelazadas y en tensión, pasó por la derecha de Roga para no quedar en medio de nadie, rodeándole y girando el cuerpo para no dar la espalda a ninguno de ellos, pegándose a la pared. Luego, avanzaría en pasos laterales hasta la puerta y, si no había contratiempo alguno, saldría al exterior.
—Nos vamos a casa, Riko. ¡A casa!
Riko me dio permiso hace unos días para manejar a su PJ en los compases finales de esta trama
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Rōga en ningún momento despegó la mirada mientras Datsue pasaba a su lado. Sus ojos afilados, rodeados por la sangre que manaba de su rostro reflejaban una ira contenida en aquella cárcel que tenía forma de niño. Al inicio ni siquiera había entendido porqué el bandolero dijo lo que dijo, pero cuando Datsue mismo se excusó de inocencia, esa fue justamente lo que le hizo darse cuenta de que tenía razón en su pensar de que el Uchiha estaba totalmente consumido por la codicia. No necesitaba escuchar más, porque decidió desde ese momento, se juró que no iba a volver a confiar en una sóla palabra de lo que dijera. "Ni siquiera te importa manipular a un compañero para tus propósitos..." Dudaba enormemente que los detalles que fuese a contarle luego, fuesen los verídicos. Dentro de su cabeza se quedó grabada la imagen de alguien igual de ruin que el propio Asobu.
Shunsuke, sometido hasta el suelo, se resignó a dejarlo ir.
Kid lo ignoró, en esos momentos, su mirada estaba más clavada en Arashi que en otra cosa. Había muchas cosas que tenían que explicarle. ¿Un complot bajo sus propias narices? A pesar de todo, lo que más deseaba el anciano era el bienestar del pueblo y castigar a cualquiera que quiesiese perturbar su paz. La sanfre le hervía, pues aunque si bien conocía un poco de las malas costumbresno pensaba que iba a caer tan bajo para aquello.
Mano cortada enmudeció, pues ya no sabía ni a quién creerle. La esposa del alguacil rompió a llorar.
Kid, estaba expectante, pues aunque no iba a poder echarle las manos encima al culpable, ya tenía otro par de muñecos de prueba en los que pensaba descargar su ira. Tan sólo necesitaba que aquellos clones dejaran de interferir además de aquel patético genin, y entonces iba a ponerse muy fea la situación.