-No está mal, ¿pero estas segura de que vas a poder aguantar el ritmo? Yo creo que no.

Qué pesada... Parecía que a la genin de Takigakure se le iba la fuerza por la boca ya que ni si quiera quería seguir pegándola. Relajó la expresión y adoptó una sonrisa de medio lado. -Ni si quiera me conoces, pero prefieres cargarme con un montón de prejuicios que seguramente no existen -.

Se encogió de hombros mientras suspiraba.

-Pensaba que habíamos venido a pegarnos, no a demostrar los celos que, al parecer, tienes hacia otra gente -. escupió harta de tanta palabrería que estaba recibiendo de aquella cría. ¿Por qué todo el mundo que conocía la menospreciaba de aquella manera? No era justo, ella siempre estaba ilusionada por conocer gente nueva y observar sus especialidades, lo que les hacía únicos, esta chica lo único que hacía era pretender enseñar al mundo que ella era la mejor. Pero las expectativas, cuanto más altas están, más duelen cuando ves que no son ciertas. Y como Tsuki quería, Eri tomó la iniciativa aquella vez, corriendo hacia ella rápidamente para asestarle un puñetazo en la boca.

O amagando ante ello, ya que cuando se colocó cerca de ella se agachó y levantó su pie izquierdo, que iba directo hacia su estómago.

Se estan poniendo finas, verbalmente hablando. ¿Eso no iba contra las normas?

Se giró a mirar al viejo, pero este seguia con la misma expresión que la vez anterior. ¿Se habria dormido? Con los ojos medio cerrados y sonriendo ante la riña que estaban teniendo las muchachas. Nabi se limitó a observar desde su cojin la dura conversación entre las dos kunoichis. La verdad es que el único combate que habia hecho hasta la fecha habia sido contra Juro y Kazuma y ninguno abrió la boca más que para explotar a Kazuma en el interior de un choque entre Katon y Futon. Sí, buenos tiempos.

Esta vez Eri tomó la iniciativa de la ofensiva, lanzandose a por su rival predisponiendo el brazo como si fuera a darle un puñetazo en toda la cara, un amago. Cuando estuvo suficientemente cerca de ella, cambiaria ese puñetazo alto por una patada directa al estomago. Tsuki, habia apartado levemente la cara para esquivar el puñetazo que habia resultado ser falso y se estaba preparando para contraatacar cuando recibió un fuerte puntapié en el estomago. No pudo evitar que un poco de saliva se escapara de su boca por el daño recibido.

Lejos de quedarse ahí, reaccionó velozmente, con una mano agarró la pierna levantado de Eri y la usó para acercarse a ella velozmente, dirigiendo el codo opuesto directa a su cara. Mientras, con una pierna le pisaba a la peliazul su único pie en el suelo, asegurandose de que no se movia. El encuentro estaba cerca de su fin, aunque ninguna de las dos pudiera augurarlo por su fuerte convicción y voluntad.

Bien, había tomado la ofensiva, y al parecer quien tomaba la ofensiva en aquella pelea era la que tenía las de perder, ya que, aunque su contrincante la hubiese subestimado con el amago de puñetazo para después recibir una patada en pleno estómago, no se contrajo ni se alejó de ella, es más, no dejó ir la pierna que la peliazul había usado para golpearla, y así tiró de ella hasta propinarle un codazo en el moflete izquierdo que hizo girar la cabeza a Eri, mordiéndose el labio y haciendo que unas gotas de sangre se deslizasen por él. También notó que con una pierna pisaba su pie derecho, el único que se encontraba sobre el suelo firme.

¡Vaya!

''...'' Parpadeó, eso fue lo único que necesitó para realizar su próximo acercamiento, y en dicha posición, la cual se encontraba con el codo de Tsuki pegado a la mejilla de la kunoichi de Uzushio, mientras que con la otra sujetaba su pierna izquierda y mantenía su otra pierna incapacitada; deslizó el final de su extremidad derecha por el suelo - que por suerte podía deslizarte por él - haciendo a la joven genin de Takigakure resbalar su propio pie - el cual sujetaba el de Eri -, haciendo a ésta ponerle la zancadilla para que cayese al suelo mientras la agarraba por la cabeza con su mano derecha para, así, darle con el canto de la mano en la nuca.

Usualmente no daba ese golpe por el miedo a hacer daños irreversibles, pero sabía que había dado en un lugar donde no causaría ningún daño más allá del de un golpe básico.

Se notaban las habilidades medicas de Eri. Puso a Tsuki en una posición un tanto dificil y aprovechó la primera obertura que le ofreció la muchacha de Takigakure para propinarle un preciso golpe en la nuca con una precisión milimetrica dejandola inconsciente en el acto. Obviamente, el cuerpo de la chica cayó al suelo de inmediato, lo cual alarmó a sus dos parientes en la sala.

El anciano sin agitarse lo más minimo, apareció al lado de su nieta tomando con la mano derecha la muñeca de la kunoichi. A continuación, le dio un golpe en la rodilla y al ver que habia respuesta por parte del cuerpo sencillamente se levantó y volvió a su sitio.

Llevala a su cama, solo esta inconsciente.

Le ordenó a su nieto, quien obedeció comprobando en el rostro de su abuelo que su hermana estaba perfectamente. En ese momento comprendió que esa pareja de shinobis de Uzushiogakure no eran unos cualquieras, no como los anteriores shinobis que se habian plantado en aquel dojo con una soberbia de calibres titanicos y que al verse despojados de sus jutsus no eran más que unos bocachanclas ineptos. No, por lo menos esos dos sabian lo que se hacian sin necesidad de chakra ni tecnicas.

Nabi lo habia observado todo. La chica no habia caido inconsciente por ninguna corriente de chakra ni nada parecido, habia sido un golpe certero en un sitio clave. Él no hubiera sido capaz de hacerlo, pero a lo mejor ahora que lo habia visto se animaba a probarlo.

En cuanto regresó el muchacho, parecia diferente. Llevababa ambas manos vendadas hasta el codo, igual que las piernas hasta la rodilla. Aunque solo parecia un niño, su mirada parecia decidida a vengarse de la perdida que habian sufrido a manos de Uzushiogakure.

Hacia tiempo que no tenia que dar una medalla.

Se metió la mano en algún bolsillo secreto del kimono que llevaba y sacó una pequeña reliquia hecha de acero pulido que parecia un reloj de arena, es decir, un triangulo reflejado resultando en dos triangulos, uno boca abajo y otro boca arriba, que se encontraban en un vertice común. En ese punto donde se juntaban habia un adorno de oro puro hecho a relieve que tenia la forma de un puño. Parecia estar nuevecito y muy bien hecho y cuidado. Se acercó a la chica y se lo puso en la mano izquierda, cogiendole dicha mano con las dos suyas.

Ha sido un combate hermoso, sin duda, de los mejores que veia desde hacia tiempo. Con esa habilidad incluso podrias ganar el torneo. Jojojojo.

La soltó y se volvió a su cojin, donde se sento.

¿Había... Ganado? ¡Había ganado! ¿!PERO QUÉ HABÍA HECHO?! ¡HABÍA DEJADO INCONSCIENTE A UNA DESCONOCIDA! Que no cunda el pánico, el señor y dueño del dojo dijo que estaba todo bien... La genin de Takigakure se perdió por donde había venido gracias a que su hermano se la llevó para que descansara. La de Uzushiogakure ahora comenzó a atender a las palabras del abuelo, rígida y con los brazos pegados al cuerpo.

Hacia tiempo que no tenia que dar una medalla

Observó el objeto que había depositado en su mano izquierda, era... Genial, parecía estar recién hecho, brillante y sin ningún rasguño: era como un reloj de arena, que contaba con un triángulo reflejado, haciendo así dos triángulos iguales, y justo donde se encontraban había un adorno dorado. Se lo guardó con clara gratitud hacia el dueño y sin querer un tono rojizo se apoderó de sus mejillas al recibir tal cumplido.

Pero el nieto estaba de pie junto a su abuelo, bufando molesto mientras se aseguraba de que las vendas que adornaban sus extremidades estaban bien atadas a su cuerpo. Su vestimenta, que contaba con una camiseta sin mangas amarilla y unos pantalones marrones, era tan holgada que ondeaba con cada movimiento que éste realizaba.

-Bueno... ¿Qué? Es mi turno ahora -. Dijo inquieto, mirando con los ojos entrecerrados a la que había vencido a su hermana. La chica, abochornada, se fue a sentar a su cojín sin mediar palabra. Una vez allí se sentó y posó los ojos en Nabi, intentando trasmitir ánimos si en algún momento se cruzaba el verde con el negro.

- Esta bien Sekkachi, no seas impaciente -. Anunció tranquilo desde su cojín. -Es vuestro turno, tomad vuestras posiciones y comenzad

El muchacho de nombre Sekkachi adoptó la misma posición que momentos antes había puesto su hermana, sin perder de vista al genin de Uzushiogakure hasta que él se posicionase justo en frente de su posición.

Todo parecia ir como la seda, Eri habia pasado sin mayor dificultad aquel combate en una sola ronda, porque la chica tenia rato antes de recuperar la consciencia. Ahora le tocaba al rubio, se levantó cuando vio entrar al otro chico, que venia con animos renovados. En un parpadeo, sus ojos pasaron del carmesí al negro que era habitual. No tenia intención de depender del sharingan para toda su vida.

Cuando se cruzó con la peliazul le puso la mano en el hombro y con una leve sonrisilla en los labios le susurró.

Bien hecho, Eri.

Con esas sencillas palabras, pasaria a colocarse en su sitio y esperar a las instrucciones del anciano mientras seguia con la mirada cada movimiento de su contrincante. La verdad es que uno vive acostumbrado a verlo todo en full HD con el sharingan, y es algo dificil acostumbrarse a combatir sin esa ventaja. Y es que, ¿por qué iba a combatir sin su tecnica principal, su ventaja más primordial y la mayor base de su clan? Porque era imbecil.

Eri habia ganado con relativa facilidad, pero no habia sido por falta de habilidad de su contrincante, que tenia una experiencia mucho mayor a la que probablemente tuvieran él o ella como shinobis de Uzushiogakure en combates a mano desnuda, sino que habia ganado pura y duramente con sus atributos a pelo, sin jutsus, sin chakra, nada más y nada menos que su cuerpo y sus conocimientos de anatomia. Claro que Nabi no tenia nada de eso.

Aún así, ¿ganaria o perderia? Era algo que el rubio no veia muy claro.

''Vaya... Me ha visto...'' Era obvio que el Uchiha había visto los movimientos de la pequeña kunoichi, ¡estaba allí! ¿No? Negó varias veces con la cabeza mientras ambos jóvenes genin se colocaban cada uno frente al otro. Nabi desactivó su dojutsu que lo caracterizaba y eso hizo a Sekkachi formar una siniestra sonrisa en sus labios.

-Bien, bien... Tal y como han luchado ambas muchachas, vosotros dos tenéis que mediros en un combate sólamente de taijutsu, nada de objetos, ni de armas, ni de técnicas oculares. Un combate justo en el que hablaréis con vuestro cuerpo - comenzó serio, luego se aclaró la garganta y adoptó su sonrisa y sus ojos semicerrados como anterioridad había mantenido. - ¿Está claro? Bien, jóvenes, dad un buen espectáculo, jo, jo, jo.

-¡Ánimo, Nabi-kun! - Hacía tanto tiempo que no le llamaba con ese sufijo que se sintió un tanto tonta, por eso se removió en su cojín, nerviosa, para ver como se desenvolvía el combate.

El anciano tomó de nuevo... ¿Qué podría tomar si no tenía nada a mano si ya no tenía el orbe de acero? Daba igual, tomó una sandalia de madera, de las que reposaban justo detrás de él y la lanzó al gong.

DONG

Tan pronto como su abuelo dio la orden, su nieto comenzó a correr hacia el rubio, tan rápido que incluso a Eri le costó mover la cabeza para no perderlo de vista. Sus movimientos eran incluso más definidos que los de Tsuki y eso le asustaba, nunca había visto a Nabi depender únicamente de su cuerpo... Tragó grueso y disipó esos pensamientos contaminados acerca de su mejor amigo, ¡era Nabi! ¡Aquel que siempre la rescataba de los malvados! Formó una sonrisa a la vez que Sekkachi realizaba la misma técnica que minutos antes había recibido su hermana, con más precisión: una patada alta, justo a su cabeza.

Eri se mordió el labio, fue como si su tiempo se hubiese detenido en aquel instante.

Y ahi estaba. Todo un shinobi hecho y derecho de vuelta a los estupidos combates de cuerpo a cuerpo solo con Taijutsu que hacian los niños de tres años en la academia. Un avance considerable en esos diez años. Bueno, él a los tres años no estaba en la academia, pero hostias sí que se estaba dando. Qué tiempos aquellos. Nabi siempre igual, pelea tras pelea. La mayoria de veces para defender a Eri, la minoria de las veces para que recuerden quien era el jefe. ¿Qué le habia pasado? Se habia hecho mayor. Sabia que eso pasaria algún dia.

-Bien, bien... Tal y como han luchado ambas muchachas, vosotros dos tenéis que mediros en un combate sólamente de taijutsu, nada de objetos, ni de armas, ni de técnicas oculares. Un combate justo en el que hablaréis con vuestro cuerpo - comenzó serio, luego se aclaró la garganta y adoptó su sonrisa y sus ojos semicerrados como anterioridad había mantenido. - ¿Está claro? Bien, jóvenes, dad un buen espectáculo, jo, jo, jo.

-¡Ánimo, Nabi-kun!

¿Qué se creia aquel viejo? ¿Que era imbecil? Ya habia desactivado el sharingan desde que habia levantado el culo del cojin, no lo necesitaba para lidiar con aquel muchacho. Ni para nadie, porque él era el mejor, con o sin sharingan. Al parecer las cosas con Eri habian llegado a un punto de inflexión, no estaban en su mejor ni en su peor momento y no sabia si eso era bueno o malo, cuando eran niños todo era tan sencillo, ir palla ir pacá, y ya. Ahora eran ninjas y ella mujer, todo era más confuso y delirante. Pero no pasa nada, él la protegeria igual, aunque ella le odiara, tal vez era por su sangre Uchiha, la condena eterna del odio.

En cualquier caso, tenia toda una vida para pensar esas cosas tan profundas. Ahora tenia al rival delante y la amada atras, no era momento de perderse en su subconsciente. Centró su mirada en el chico de apenas metro y poco que tenia delante, ¿eso era un shinobi? Bueno, tenia bandana y parecia bastante preparado para pelear.

El sonido del GONG, resonó por toda la estancia, los orbes color carbón del Uchiha no se desviaron ni un instante del muchacho, que como habia supuesto el rubio, se dirigia hacia él intentando usar el mismo ataque que su hermana. Habia supuesto que era algo que les habia enseñado el viejo, al fin y al cabo, eso era un dojo, y en un dojo se enseñan cosas y el movimiento más reseñable que habia usado la niña era el del principio del combate.

Bloqueó la patada sin desperdiciar un solo movimiento, con el brazo izquierdo bloqueó la pierna y la sujetó a esa altura, una altura más que considerable para el tamaño del niño. Le levantó más la pierna, todo lo que pudo con su fuerza. A continuación, tan rapido como pudo, le intentó propinar un puñetazo en el estomago, tanto si lo bloqueaba como si le daba de lleno, sin dejar de hacer fuerza con el puño, le daria un golpe con el talón de su pie derecho en la parte de atras de la rodilla de la unica pierna que tenia en el suelo. Justo entonces, le soltaria la pierna que tenia sujeta en el aire mientras la empujaba con el puño que aún no habia separado.

El rubio bloqueó su patada con suma facilidad, y eso que él incluso era bastante más ágil que su hermana menor, pero eso no importaba, el chico había sido interceptado por el Uchiha y éste último alzó su pierna gracias a que la mantenía sujeta para así elevar el cuerpo de Sekkachi como si de una pluma se tratase. Luego, tan rápido como le permitió su rapidez, dejó a su puño hablar por él. Un puño que iba directo a su estómago que logró esquivar dejándose balancear a un lado.

Casi se sintió aliviado, pero poco duró la placentera sensación cuando notó que trastabillaba tras haber sido golpeado por el pie del shinobi de Uzushiogakure en su rodilla y sin poder evitarlo cayó al suelo. Bufó cuando notó que casi había perdido sin a penas empezar y un sentimiento de rabia y celos se apoderó de su cuerpo. Él, que había dado toda su vida a entrenar por el taijutsu y nada más por el taijutsu, estaba perdiendo frente a un... Uchiha.

La rabia y la frustración crecieron dentro de él como si de una flor en primavera se tratase. Y sin esperar más le hizo un barrido con su pie derecho mientras que con el otro, en alto, le propinaría una patada en el estómago cuando estuviese cayendo para enviarlo lejos de su posición mientras él seguía apoyándose en ambas manos que estaban en contacto con el suelo.

Por otra parte, Eri se había quedado fascinada ante tal demostración de lo equivocada que estaba si había pensado que Nabi no era bueno en taijutsu. ¡Había estado genial! ¡Y solo acababa de empezar! Sus ojos brillaban con determinación y asombro. ¡Ese era el Uchiha Nabi que ella conocía! El corazón de la peliazul comenzaba a latir con más rapidez conforme el combate seguía fluyendo. Cualquiera que la viese, parecía que se estaba excitando más de lo normal al ver un combate informal entre dos genin, pero eso para ella significaba más que aquellos simples pensamientos.

Estaba viendo al chico que siempre la acompañó luchar, no al Uchiha, no al chico con el que se reencontró, al chico que conoció a penas tenía uso de razón.

El chico se resignó a recibir el puñetazo del Uchiha, con lo que le hubiera falicitado las cosas. Con sus ojos oscuros como una noche de invierno podia ver una ira desmedida creciendo dentro de aquel muchacho que antes de la pelea de su hermana estaba feliz y haciendo el idiota. ¿Era porque Eri habia reventado a su hermana? ¿O era porque siempre se ponia así al pelear? De todas formas, sus ojos no le perdieron de vista.

Cuando desde el suelo le hizo un barrido con la pierna al Uchiha, este simplemente saltó la justo y necesario para esquivarlo. Seguidamente, una patada se dirigia a su estomago, se echó a un lado para evitarla y sin esperarse un segundo, le daria una patada con todas sus fuerzas en el costado del chaval, que seguia tirado en el suelo. El movimiento seria el mismo que cuando se patea un balon.

Rindete, está claro que no estas concentrado en el combate.

Le diria, seriamente. No tenia ningún aliciente para seguir aquella pelea, aquel supuesto experto en Taijutsu estaba tan consumido por la rabia que se estaba empezando a olvidar de lo más basico del combate, el suelo siempre es una posición desventajosa. Estaba claro quien iba a ganar el encuentro, él al fin y al cabo, solo era un crio.

-Ríndete, está claro que no estas concentrado en el combate.

La patada le dio en el costado, y aunque no sintió tanto dolor como el que se suponía que sentiría, el dolor psicológico que el Uchiha había ejercido en su orgullo como usuario de Taijutsu y genin de Takigakure había sido peor que aquel movimiento. El rubio lo miraba, serio, y en sus ojos, oscuros, se reflejaba la seguridad de quién era capaz de ganar y quién no. Abrumado por su actual descubrimiento, miró a su abuelo, y entre las finas líneas que se formaban por sus pestañas casi cerradas, pudo ver el reproche que éstas conllevaban.

Había vuelto a errar en su comportamiento, por su ira tras ver a su compañera y hermana herida por una simple genin de Uzushiogakure. Más, sin embargo, sus sentimientos venenosos hicieron a su lengua, más viperina que nunca, hablar por él.

-Ya, claro... Y tú estás más centrado en ocultar tu uso del Sharingan - Replicó, mintiendo. - Estaba prohibido.

Pero antes de que el rubio pudiese replicar y decir que, efectivamente, era mentira, una sandalia de madera golpeó en la cabeza Sekkachi, haciendo a su cabeza topar con el suelo de nuevo para darse otro golpe en la frente. El genin, con el orgullo por los suelos haciéndole compañía, miró a su abuelo con lágrimas en los ojos, pero el anciano ni se inmutó, más su expresión denotaba una seriedad increíble, haciendo al genin sudar frío.

-Por eso mismo no acepto tus peticiones de medirte en combate conmigo, confié en tí, más tu rencor por todo aquel genin que aquí se presenta te ha llevado a perder otra pelea - Regañó, poniéndose de pie. Su nieto lo imitó, cabizbajo. -Este joven no ha usado el Sharingan en ningún momento, así que quedas fuera de este combate, por mentiroso y por haberte dejado llevar por esos sentimientos negativos tuyos

Sekkachi, dolido y abochornado, salió corriendo por donde minutos antes había llevado a su hermana y desapareció. El dueño del Dojo suspiró y se giró a Nabi, dando sonoros aplausos. -Bueno, como recompensa, aquí tienes - Se acercó a Eri, la tomó delicadamente por su brazo izquierdo y tiró de ella para que se incorporase junto a él. -Lo siento, pero no tengo más medallas, conformaros con la que os he dado a ambos, jo, jo, jo. - comentó mientras empujaba a la kunoichi del remolino hacia su compañero, cayendo entre los brazos de éste.

La huérfana miró a los ojos a su compañero de villa, él había ganado incluso más rápido que ella, estaba feliz por él, sin embargo se sentía un poco mal por Sekkachi... Entendió el momento de inferioridad con el que había actuado tras las palabras del Uchiha y actuó sin darse cuenta, como hacia ella... Un sentimiento amargo atravesó su pecho y su mirada ensombreció, haciendo quedarse un poco cabizbaja. Sin embargo, unas palabras salieron de sus labios, en un susurro:

-Has estado genial, Nabi-kun, ¡ojalá yo puediese ser tan buena como tú! - Susurró, levantando su cabeza para encontrarse con sus orbes negros. Los suyos estaban cerrados, y una sonrisa se dibujó en sus labios. Tenía que estar feliz, ambos habían demostrado que también valían para el taijutsu y no solo dependían de su ninjutsu o sus armas... Pero sabía que si alguien gana, otros tienen que perder, y eso... Eso no sabía como calzarlo.

Suponía que era ley de vida.

-Ya, claro... Y tú estás más centrado en ocultar tu uso del Sharingan - Replicó, mintiendo. - Estaba prohibido.

Lamentable.

Se acercó a él con una intención asesina más que visible, sin necesidad de tener los ojos rojos estaba claro que Nabi podia incluso desenfundar su katana y rajarle el cuello ahí mismo solo de la presencia asesina que desprendia. Pero antes de poder poner sus manos sobre aquel pequeño y asqueroso mentiroso, una sandalia de madera voló hasta la cabeza del desgraciado. Eso hizo que Nabi diera por finalizado el combate y se volteara al anciano, incapaz de volver a mirar al chaval sin arrancarle la cabeza.

-Por eso mismo no acepto tus peticiones de medirte en combate conmigo, confié en tí, más tu rencor por todo aquel genin que aquí se presenta te ha llevado a perder otra pelea - Regañó, poniéndose de pie. Su nieto lo imitó, cabizbajo. -Este joven no ha usado el Sharingan en ningún momento, así que quedas fuera de este combate, por mentiroso y por haberte dejado llevar por esos sentimientos negativos tuyos

La única razón por la que no iba a matar a aquel traidor desgraciado era porque el anciano se habia ganado su respeto a traves de sus principios y su saber estar. El chico huyó abochornado, inconsciente de que si no hubiera estado con la conciencia turbia por aquellos sentimientos y hubiera jugado limpio, probablemente le hubiera ganado. El Uchiha suspiró, al fin y al cabo, solo era un niño. El anciano se levantó y alegando que no tenia más medallas le tiro a Eri a Nabi como recompensa. Lo cual el rubio no acabó de entender, si Eri no era de nadie más que de sí misma y ya la conocia de antes. ¿Qué demonios queria decir el viejo?

No se preocupe, buen hombre. Yo tampoco necesito una medalla por un combate que ni he finalizado.

-Has estado genial, Nabi-kun, ¡ojalá yo puediese ser tan buena como tú!

No, tú has ganado limpiamente tu combate, ojala yo fuera tan bueno como tú. Bueno, sera mejor que nos vayamos ya. Mañana tenemos cosas importantes que hacer.

Le agarraria de la mano y se dirigiria a la puerta.

-Bueno, si quieres podemos ponérsela a Mike en el collar, así... Estará en algún lugar en el que ambos podamos verla y recordar este día - No creía que fuese lo correcto o lo más sensato ya que la pelea de Nabi no había sido especialmente buena, sin embargo, era algo que habían ganado de forma limpia.

-No, tú has ganado limpiamente tu combate, ojala yo fuera tan bueno como tú. Bueno, sera mejor que nos vayamos ya. Mañana tenemos cosas importantes que hacer.

''Pero qué mentiroso...''

Eri se despidió con un entusiasta movimiento de mano izquierda del dueño del dojo, que la despidió con una sonrisa y salió junto a Nabi agarrada de su mano. Su reencuentro no había sido del todo bonito, pero al menos no estaba enfadado con ella, parecía estar igual que siempre aún habiendo recibido un Okasho una de las últimas veces en las que se encontraron. La peliazul aún recordaba eso con vergüenza, pero rápidamente dispersaba aquellos pensamientos de su mente y pensaba que si se había hecho, había sido por algo.

Cuando llegaron a la puerta de entrada, la joven tuvo que separarse del Uchiha para calzarse sus sandalias típicas que había dejado allí, así que - a regañadientes - se alejó de la calidez de la mano del rubio para poder andar sin hacerse ningún tipo de daño en los pies que andarían descalzos si no lo hacía. Luego se levantó y dio varios golpes en la punta de las sandalias para cercionarse de que estaban bien colocadas.

Abrió la puerta y esperó a que Nabi saliese por ella, entonces, le miraría, sonrojada y avergonzada, y con dificultad, hablaría:

-Nabi... Verás, he estado pensando sobre algo, y... Si la vida me dejase tener un momento de paz por una vez que esté junto a ti, me gustaría aprovecharla para hablar contigo - Susurró evitando el contacto visual con el portador del Sharingan. -Han pasado tantas cosas, en tan poco tiempo... Que ya no sé qué ocurrirá a partir de ahora o si, pff... - Se intentó explicar en vano, llevándose una mano a sus cabellos, desordenándolos. -¿Te gustaría... Volver a encontrarte conmigo en algún momento de paz y tranquilidad? -. Aunque fuese imposible, la joven no se rendiría, buscaría la forma con la que poder hablar con él, con determinación.

-Bueno, si quieres podemos ponérsela a Mike en el collar, así... Estará en algún lugar en el que ambos podamos verla y recordar este día

No sé si es seguro eso de ponerselo a Mike, igual se lo come. Ademas le he tenido que cambiar el collar unas tres veces porque lo pierde y lo rompe continuamente.

Mike era conocido como el perro que mandaba en el mundo perruno. Muchas veces llegaba malherido o cojeando, pero siempre llegaba, con lo cual queria decir que ganaba, y si siempre ganas te conviertes en el que manda, eso es de primero de logica perruno. Si Nabi no hacia nada por remediar eso es porque por cada vez que llegaba hecho un adefesio, aparecia una carta o un niño o una señora de los gatos agradeciendole al animal lo que hizo la noche anterior, habia llegado a tomarlo como el dia a dia.

Eri le soltó la mano para calzarse y salir a la calle tras haber abandonado aquella sala donde se habian celebrado los combates. Él la imitó. Se acercó a sus sandalias y se las calzó, la peliazul salió delante de él que no tardó en seguirla.

-Nabi... Verás, he estado pensando sobre algo, y... Si la vida me dejase tener un momento de paz por una vez que esté junto a ti, me gustaría aprovecharla para hablar contigo - Susurró evitando el contacto visual con el portador del Sharingan. -Han pasado tantas cosas, en tan poco tiempo... Que ya no sé qué ocurrirá a partir de ahora o si, pff... - Se intentó explicar en vano, llevándose una mano a sus cabellos, desordenándolos. -¿Te gustaría... Volver a encontrarte conmigo en algún momento de paz y tranquilidad? -. Aunque fuese imposible, la joven no se rendiría, buscaría la forma con la que poder hablar con él, con determinación.

El joven rubio aún era un poco nuevo en todo eso de las indirectas, y la complejidad de lo qeu le intentaba explicar Eri. ¿Estaba hablandole de algún tipo de fisica cosmica?

Y ahora... ¿no es un momento de paz? Bueno, cuando quieras.

¿Estamos en guerra con alguien? Juraria que no... Yo lo sabria, ¿no?

Un remolino de dudas atrapó al joven Uchiha, ¿y si sí que estaban en guerra? ¡Acababan de matar a dos shinobis de Takigakure! Oh dios mio, iban a acabar los dos en la carcel, mejor mantenerlo todo en secreto hasta que se demuestre lo contrario. Esperó a ver qué le contestaba la joven.

¿Hacia donde queda tu hotel?

Preguntó señalando a los caminos que tenian disponibles.

-Y ahora... ¿no es un momento de paz? Bueno, cuando quieras.

Bueno, ahí no le faltaba razón.

Suspiró mientras rememoraba todo lo que quería decirle y... Se halló sin saber muy bien qué decir. Agachó la cabeza, apenada. Tenía tanto que decirle y tan poco a la vez, que no sabía ni por donde empezar. Su nariz comenzaba a picar, se estaba comenzando a poner nerviosa y eso solo podía llevar a un lugar: lágrimas. Negó rápidamente mientras Nabi seguía nadando en sus pensamientos poco lógicos y sin embargo su rostro se mostraba impasible.

-No lo sé - Contestó con total sinceridad.-Pero hoy quizás hemos agotado bastantes fuerzas y mañana es un día un tanto especial, por eso lo de en un momento de paz... - De un tirón soltó la frase, intentando contener sus ganas de pegarse en la frente hasta que se diera en sus lóbulos frontales y cambiase radicalmente su personalidad, aunque supiese que eso no pasaría en ningún momento.

-¿Hacia donde queda tu hotel?

¡Salvada por Kami! - Pues, por esas calles... Se llama el Pony Dorado... ¿Por qué? - Preguntó, entre dudosa y esperanzada. -¿Y-Y tú, Nabi-kun? - Balbuceó, sin apartar sus orbes de los que poseía el Uchiha.