Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Claro, no todo iba a ser tan fácil. Akame apretó los dientes en un gruñido ahogado cuando Rōga puso un pie dentro de aquella sala, que crujió como si tuviera un saco de maracas bajo el piso. Luego el Uchiha se aproximó a una de las paredes para comprobar que, en efecto, se trataba de finos biombos de papel de arroz que se quebrarían a la más mínima presión. «¿Éste es su sistema de defensa?», se preguntó el exjōnin. Claro, en otras circunstancias hubiera sido pan comido atravesar la sala: bastaba con adherirse al techo, la única superficie estable y resistente. Pero allí no podían usar su chakra.
«Me cago en...»
Tenía que pensar, pensar, pensar... «Estas viejas confían absolutamente en su fino sentido del oído para detectarnos cuando nos acerquemos. ¿Cómo podría...?» Entonces tuvo cierta idea. Alocada, sí; pero tal vez efectiva. Se volteó hacia Rōga.
—Creo que tengo un plan. ¿Quieren oírnos llegar, no? Pues dejémoslas... Pero no como ellas imaginan —agregó, sacando un papelito con el kanji "baku" grabado en tinta negra—. Esto es un sello explosivo de categoría B. Podemos usarlo para crear una distracción y aprovechar para colarnos por el lado opuesto del templo.
—Oh, genial, ¡me gusta jugar con cosas peligrosas!— Bromeó mientras observaba el papel que el Uchiha sostenía en sus manos. —Aunque debería ser en un lugar dónde no impacte a nadie... Una vez me estallaron uno Grado A a bocajarro y no sé cómo mierda estoy vivo. De todas formas, sólo será una distracción, ¿verdad?— Parpadeó varias veces. —Por lo que entiendo, lo dejaremos al tiempo y que al estallar nosotros podremos infiltrarnos por otra zona sin llamar la atención, right?— Esperó la confirmación del Uchiha para ponerse en marcha.
Akame asintio ante la pregunta de Rōga: en efecto, lo que buscaba con el sello explosivo no era sino crear una distraccion tan grande y ruidosa que las ancianas no tuvieran mas remedio que acudir al lugar del estallido. Cosa que —esperaba el Uchiha— les daria a ellos el tiempo necesario para infiltrarse en el Templo sin ser advertidos y, con un poco de suerte, encontrar a Okawa antes de que fuese demasiado tarde. «A saber lo que van a obligarle a hacer», se dijo Akame.
Asi pues, sin mas demora, el Uchiha se dirigio hacia una parte alejada del templo, donde no hubiera nadie, y coloco el sello con un contador de apenas un par de minutos. Despues volveria a donde Rōga y entonces si le indicaria que ambos se escondiesen; debian estar preparados cuando el sello explotase.
Entonces seria solo cuestion de una breve cuenta atras, y nada mas oir el estallido brutal de aquella bomba con aspecto de etiqueta, Akame esperaria a ver si habia alguna reaccion por parte de las ancianas, y si abandonaban el Templo para ir a investigar.
La paciencia es una virtud que por increíble que parezca, llega a ser escasa. Por suerte nuestros dos protagonista parecían tener de sobra lo que a muchos les faltaba. Pese a lo escaso de los momentos, el Yotsuki poco a poco estaba sintiendo un poco de presión ante lo sucedido. ¿En qué clase de locura se acababan de meter? Estaban allanando una propiedad privada para salvaguardar a una dama en peligro que no llevaban ni un día de conocer. Mientras esperaba la explosión, reflexionaba sobre si valía la pena arriesgarse por salvar a un sólo inocente.
En cuanto el sello explotó, tuvo su respuesta: Sí.
Luego del estallido el silencio que había permanecido durante mucho tiempo se vio finalmente cortado. Más pronto que tarde el piso resonó como el cantar de las golondrinas lejanas, eran claramente pisadas a toda velocidad. De un lado y de otro, estaban tomando las armas y se acercaban rápidamente a la fuente del sonido.
—Good! ¡Es nuestro chance!— Sonrió emocionado el Yotsuki dispuesto a emprender carrera. —No hay tiempo para perder— De inmediato se pondría en marcha, aprovechando el caos generado para internarse y lograr buscar a la joven Itako.
Cuando Akame oyó el repentino estruendo fruto de la explosión de su sello adhesivo, supo que era el momento. Tenían una, y sólo una, oportunidad de hacerlo bien; de llegar hasta Okawa y sacarla de allí. Cualquier situación de combate se les complicaría muchísimo por no poder hacer uso de sus jutsus, de modo que evitarlas era prioritario.
Por suerte, parecía que la distracción había funcionado, y las monjas del templo ya corrían en dirección al señuelo. Rōga lo confirmó con su forma tan particular de hablar, y Akame asintió. El Uchiha echó a correr hacia el interior de la torre, buscando como un sabueso de presa algún indicio que les pudiera guiar hasta el paradero de la muchacha.
«Probablemente la tengan en lo más alto, o en la sala más lujosa. Estas construcciones suelen tener una estructura muy similar a cualquiera que yo haya visto, de modo que si nos dirigimos hacia la sala principal, deberíamos encontrarla... ¡Por allí!»
Adrenalina, tiempo contado. El avance de ambos shinobi fue raudo. El caos y la confusión era su fachada ahora que ingresaron al templo donde el falso cantar de las aves acompasaba sus pasos. Las puertas parecían infinitas, ¿de qué tamaño era realmente ese templo? Mucho más grande que su fachada inicial, eso sería lo que terminarían de descubrir.
—¿Esto es un templo o un castillo?— Soltó al aire.
Al llegar a la zona central del edificio encontrarían lo que era unas escaleras dispuestas de forma geométrica, escalando en espiral hacia las plantas superiores.
—Se que no es el momento para decirlo pero, joder, creo que salir de aquí va a ser más difícil que entrar— Alzó las cejas mientras se disponía a subir las escaleras. —Go ahead!— Apremió.
Dos, cuatro, ¿cuantas plantas tenía aquel sitio?. Lo único cierto es que la oscuridad no ayudaba en nada, siendo que la poca luz de luna filtrada de las raras ventanas en algunos de los pasillos se antojaba bastante siniestra. El bullicio de los pisos inferiores ahora sólo era un rumor lejano, pues nadie más parecía estar en la misma zona que ellos. "¿Porqué demonios siento que estamos caminando hasta otra trampa?" Cuando llegaron finalmente al piso superior, no había ya nada que les alumbrase. El pasillo se antojaba oscuro, largo. había varias puertas de hojas de arroz.
Y sin embargo, una voz proveniente desde lo más profundo del pasadizo llegaría a sus oídos: Un llanto, un llanto similar a la voz de la chica a la que tanto habían intentado salvar.
—Mierda, ¿acaso...?— No estaba realmente muy seguro de si quería ir hasta la fuente.
Akame no respondió a los comentarios de su compañero, ni se dignó a hacer apreciaciones. Toda su concentración estaba fija en una sola cosa: llegar hasta Okawa, y luego sacarla de allí con vida. Se sentía nervioso, más de lo que había estado en mucho tiempo, sabiendo que sus habilidades de chakra eran inútiles dentro de los muros del templo. «Si la cosa se tuerce, va a haber que pelea al viejo estilo. A acero y sangre, en combate cerrado... Puede organizarse una escabechina de tres pares de cojones aquí dentro en cualquier momento.» Sin embargo, ni por un momento pensó en dar marcha atrás y escapar. Estaba decidido a sacar a la niña de allí.
Al llegar al pasillo, Akame se detuvo. Desde luego que la oscuridad y la geometría del lugar no ayudaba, pero por otra parte, aquel parecía ser un sitio sagrado para las ancianas. «¿Qué sentido tendría que hubiera trampas o mecanismos ocultos aquí? Es un templo religioso, no la catacumba de Ralexion Jones y el Templo de la Balalaika...» Decidido, el Uchiha se adelantó y abrió la primera puerta, atento al quejido que parecía emerger de detrás de las paredes hechas de papel de arroz.
Atraídos por el misterioso llanto, ambos se encaminaron hasta el final del corredor donde una última puerta de papel les esperaba. El Uchiha no vaciló y osó abrir la puerta sin dudar. Más oscuridad les recibió, en una estancia donde una sombría silueta femenina se distinguía, arrodillada en el suelo justo en el centro de la habitación que parecía ser inmensa. La pequeña figura lloraba: Ōkawa.
—¿Suzaku? ¿Eres tú Suzaku?— La chica pareció interrumpir su llanto. —¡No te acerques!
Si giró sacudiendo su cabeza en todas direcciones en búsqueda de quién creía era su salvador.
—Ah claro, de nada...— Bufó algo molesto el Yotsuki al ver que no estaba recibiendo la atención.
Pero la chica continuó ignorándolo.
—¿¡Por qué has venido!?— Y de inmediato señaló con su dedo índice al fondo de la habitación.
Tres efigies se alzaban en aquel misterioso sitio donde el olor a viejo y gastado inundaba las fosas nasales de los presentes, cómo si llevase mucho tiempo sin que le pasaran una buena escoba.
—Tendré que disculparme con mis hermanos por permitir que su sitio de reposo fuese profanado...— La voz de la extraña mujer provino desde el fondo de la habitación.
Apenas eran distinguibles, pero era posible apreciar dos estatuas masculinas en lo que era una especie de altar, similares a las figuras de piedra de los monjes en el camino de Murasame. En el centro, Kyōko, parada sobre únicamente una pierna mientras mantenía alzada la otra rodilla. Dos de sus brazos juntaban las palmas como si rezara, otros par estaban alzados con la palma hacia arriba, mientras los últimos apuntaban hacia abajo mientras juntaba los índice y pulgar de cada mano. Ella estaba también en el altar, cómo si fuera otro artículo de decoración, en medio de las dos figuras sacras.
—Ōkawa...— Negó con la cabeza. —No, décimocuarta— Rectificó. —Manifiesta tu decisión— Dijo con voz suave.
La pelinegra se abrazó a si misma y agachó la cabeza.
—No debieron venir... Yo, y-yo me quedaré en Murasame— Se quebró y lloró aún más fuerte.
El Yotsuki abrió los ojos y parpadeó varias veces.
—Ah eso no. ¿después de todo lo que pasamos para venir a rescatarte?— Vociferó. —No sé que te haya dicho esa bruja para lavarte la cabeza y hacerte cambiar de opinión, pero te recuerdo que eras tú la que quería largarse de aquí—. Infló los cachetes y luego le metió un codazo a Akame cómo si quisiera que este dijera algo.
El Fénix sintió cómo se le encogía algo en el pecho al oírse llamado por Okawa. En efecto, era ella quien esperaba en la oscuridad de aquella sala, y también quien había estado sollozando en su ausencia. El Uchiha quiso agarrarla sin perder un minuto y salir de allí a escape, para poder, por fin, poner punto y final a la pesadilla que debía estar viviendo la susodicha. Mas una voz conocida le detuvo, y en su lugar le obligó a buscar a Enma Kyoko junto a las dos estatuas que coronaban la habitación.
No le sorprendió la escena que ocurrió a continuación. Kyoko, con aire de suficiencia, demandando una prueba de lealtad a su esclava. Okawa, rota, doblegándose ante ella. Akame negó con la cabeza para después cruzarse de brazos, alerta a cualquier cosa que pudiera suceder; sin el uso de sus técnicas ninja, se sentía más desvalido que nunca. Pero ni siquiera permitió que eso le disuadiese de su propósito: quería ayudar a Okawa.
—No podrías haberlo hecho de una forma menos convincente ni aunque quisieras —replicó el Uchiha, después de Rōga, quien se le había adelantado. A diferencia del King, Akame no se dirigía a la muchacha, sino a su captora—. ¿Esperas que simplemente nos demos la media vuelta? Es evidente que Okawa está aterrorizada aquí, y que la habéis coaccionado para que se pliegue a vuestras demandas.
El exjōnin avanzó un paso, descruzando los brazos.
—No aceptaré esto. No, mientras coartéis la libertad de esta niña, yo no me voy de aquí ni para el putas —declaró, firme en su resolución—. Okawa se merece la oportunidad de elegir, verdaderamente, por sí misma. Se merece escoger su destino.
—Coaccionar es una palabra muy fea, yo lo que he hecho es convencerla de buena manera para que se arrepienta de su error y finalmente acepte su lugar y se quede con nosotros— Apoyó el pie sobre el pedestal y empezó poco a poco a bajar del altar. —Pero yo sabía que ustedes se quedarían intranquilos y de todas formas vendrían e intentarían llevársela por la fuerza. Necesitaba hablar con ella pero sé que ustedes no me dejarían hablar con ella sin interrumpirme, así que eh tenido que traerla hasta aquí pro la fuerza— Al igual que siempre, sus ojos antinaturales no parecían estar observando nada, pero a la vez todo.
—¿¡Y esperas que nos traguemos eso!?— Bufó el genin señalándola.
—No han entendido, yo ya le di las opciones, y ella ha decidido quedarse— Sonrió.
La pelinegra se mantenía en el piso, llorando, sin decir nada.
—Se que ella misma quiere decírselos, pero también está muy afligida como para mantener la compostura. Les pido que confíen en ella y se vayan de aquí, pero si insisten...— Extendió cuatro de sus brazos en posición de batalla. —No dudaré en darles un par de zapes para que aprendan por las buenas. Ambos son unos niños al igual que ella, ¿que les hace creer que alguno tiene la razón?— Aquellas palabras sonaban amenazantes. —Es su última oportunidad de irse ilesos de aquí— Sentenció.
—No sé, negociar amablemente con secuestradores no se me da bien— El propio Yotsuki tomó su propia postura ofensiva, dispuesto con sus peculiares Garras de lobo. —Lo único que sé es que eres lo suficientemente rastrera para escudarte tras ella en esta pelea— Afiló la mirada.
21/11/2019, 17:49 (Última modificación: 26/11/2019, 19:34 por Uchiha Akame. Editado 1 vez en total.)
Desde el momento en el que Kyoko comenzó a hablar, Akame ya había entendido que el tiempo de las palabras estaba en el pasado, si es que alguna vez existió posibilidad alguna de hacer entender a aquel monstruo. El Uchiha imitó a su compañero y a la demoníaca estatua viviente, desenvainando su katana con un movimiento diestro y preciso. El acero silbó al abandonar la vaina que colgaba de la espalda del muchacho, y su filo reflejó la tenue luz que se filtraba en la sala.
—Si debe ser así, entonces adelante. Que callen las palabras y hablen los aceros —recitó el Uchiha unos versos que recordaba de una obra de teatro—. Pero te advierto una cosa: tu charlatanería no te ayudará cuando empiecen las hostilidades. Si me obligas a hacer esto, no pararé hasta que mi espada haya partido en dos tu cráneo, y las palabras ya no podrán ayudarte.
Hablaba calmado mientras adoptaba una postura de guardia, con aire marcial, sin despegar la vista de Kyoko. Incluso sin sus habilidades de chakra, Akame seguía siendo un luchador hábil y rápido, diestro con la espada y las herramientas ninja. Y pensaba vender caro su pellejo.
La mujer no pareció inmutarse ante las palabras de Akame, ya esperaba que la situación terminase por resolverse de esa manera. Llevó dos de sus manos a las muñecas de los otros brazos que mantenía alzados y tras aparentemente mover un poco los filos ocultos en estos brotaron con rapidez.
—¿Dos contra uno? Eso no parece justo...— Cruzó sus brazos armados delante de sí formando una equis. —... para ustedes—. Sin previo aviso ella tomó la iniciativa y dio un salto por encima de la propia Ōkawa, sin vacilar ni titubear al respecto.
—¡NOOOOOOOOOOO! ¡NO LO HAGAN!— La pelinegra gritó confusa y nerviosa cuando la batalla empezó.
Aparentemente la mujer de los seis brazos no era demasiado rápida, pero eso no le impedía intentar abalanzarse contra sus enemigos, estirando sus brazos armados al momento de caer para propinar un corte lateral tanto a Rōga como a Akame.
Sin embargo, el Yotsuki no tenía planes de enfrentarse a un monstruo que podría tener una clara ventaja manual por obvias razones. Él se apartó de la trayectoria de la sacerdotisa con dos saltos hacia atrás, ya que la prioridad era otra.
—¡Suzaku yo me llevaré a la señorita perfecta de aquí!— Anunciaría independientemente del proceder que tuviese Akame.
Akame no se arrugó ante la bravata de aquella demoníaca muñeca-niña, bastantes situaciones peliagudas había vivido y bastantes luchas había disputado contra todo tipo de enemigos como para que las palabras de Enma Kyoko le afectasen. En lugar de eso, se afianzó en su posición, flexionando las rodillas y con su espada empuñada con ambas manos. Cuando vio el primer acero acercarse hacia él peligrosamente, el Uchiha dio un salto hacia atrás para esquivarlo. Tenía buenos reflejos, aun sin su Sharingan, pero no tardó en comprobar que la destreza con armas de aquel enemigo era muy superior a la suya... Además de tener cuatro filos.
—No tardaré mucho —provocó el Uchiha, a su vez, dirigiéndose a Rōga pero en voz suficientemente alta como para que todos escucharan.
«Veamos, esta condenada niña... Si es que se la puede llamar así. Es bastante buena en el combate a corta distancia y me saca demasiada ventaja, si no puedo usar mi Sharingan no tengo oportunidad de ganarle frente a frente. Sin embargo, es lenta como una burra con reúma. Tanteemos un poco el terreno.»
Con ojo veterano, Akame examinó a su oponente durante un breve instante. Luego se lanzó hacia delante, aprovechando su velocidad en carrera claramente superior para abalanzarse sobre Kyoko y propinarle un par de tajos verticales, buscando segar uno de sus brazos. No obstante, el Uchiha se mantenía a cierta distancia, apurando, para dejar claro que tan sólo estaba probando a su rival.
El embite de Akame era justo lo que el Yotsuki necesitaba para poder rodear a aquel engendro de seis brazos. Si bien era alguien lento, la fémina debía centrar toda su atención ante la velocidad del Uchiha, por lo que el de cabellos tricolor tenía camino libre para llegar hasta Ōkawa que se hallaba petrificada del miedo en el piso sin saber que ocurría realmente a su alrededor. El genin la tomó del brazo para instarle a levantarse, pero en cambio recibió una resistencia de una muchacha que se negaba a ponerse en pie.
—¿¡Qué demonios crees que haces!? ¡Párate y larguémonos de aquí!— Le jaloneó del antebrazo con una fuerza nacida totalmente de la adrenalina del momento, aunque la oposición era el peso completo de aquella chica.
—¡Ya les dije que no me iré!— Sollozó mientras intentaba zafarse sin éxito del agarre.
—¿¡Qué!?— parpadeó confuso ante el cambio radical de actitud de la muchacha.No entendía que pudo decirle el monstruo a la chica para que cambiara de actitud de esa manera, pero tampoco es que tuviera mucho tiempo para sentarse a platicar al respecto y convencerla de regreso de que quedarse encerrada en un templo donde la drogarían con alucinógenos para simular estados de ascenso divino era mala idea. —¿Podrías dejar el berrinche para después?— Tiró nuevamente, dispuesto a salir de ahí aunque fuese arrastrándola.
A la vez que todo esto ocurría, la batalla entre la Undécima y el auto-proclamado Suzaku continuaba su curso. Claramente en velocidad de carrera era el doble de rápido que aquel esperpento, pero en cuanto a coordinación de las extremidades la ventaja la llevaba clara su contrincante, sin mencionar que tenía un par de brazos extra que le podían ser de más o menos ventaja para su uso. Sin mencionar, que no estaba atada a ciertas limitaciones del cuerpo humano en cuanto a movilidad.
La mujer sonrió, o al menos imitó un gesto que simulaba una sonrisa, con aquella boca de madera y sus falsos labios de porcelana tallada. La mujer rápidamente dispuso su brazo y la katana de su palma de forma transversal para interceptar el filo de su atacante en el propio, ¿oh no?
—Tanteando a tu oponente, ¿eh?— Los aceros chocarían, pero la mujer giraría su codo hacia adentro en un intento de apartar la katana de Akame al exterior mientras ella extendía la katana de su palma buscando apuñalarlo hacia al frente. Sin embargo, estaba consciente de que el Uchiha no se había acercado del todo y que en realidad con algo de reflejos le sería posible retroceder y evitar la estocada. La verdadera ofensiva de Kyōko ocurrió cuando una pequeña cámara se abrió justo al lado del nacimiento de la katana y de pronto un pequeño estallido de humo purpúreo los envolvió a ambos en un área de seis metros de largo y tres de ancho. —Demasiada precaución también puede ser perjudicial— Acotó, no en tono de burla, sino como si quisiera aleccionarlo.
3/12/2019, 18:56 (Última modificación: 3/12/2019, 18:56 por Uchiha Akame.)
Ajeno a la discusión —más bien inoportuna— que Rōga y Okawa estaban manteniendo mientras él se jugaba el tipo por ambos, Akame se concentraba con todo su intelecto en no morir fileteado por aquella extraña mujer... Si es que se la podía llamar así. No sólo tenía seis brazos y se movía con una fluidez antinatural, desviando su ataque con gran facilidad, sino que guardaba numerosos otros secretos en su propio cuerpo. Akame ya había entendido desde el primer momento que Enma Kyoko no era humana, si bien tampoco había podido dilucidar su naturaleza exacta, pero cuando la mujer-demonio contraatacó... El Uchiha lo supo.
«Esto... ¡Esto no es una persona! ¡Es una jodida marioneta!»
Como si ella quisiera confirmárselo, Kyoko sacó de la palma de uno de sus brazos un filo de acero que buscó atravesar el cuerpo de Akame. Éste, ágil y de buenos reflejos aun sin su Sharingan, pudo evitarlo retrocediendo un veloz paso para apartarse de la trayectoria de aquella hoja. «Por los pelos», se dijo, preocupado. La habilidad de Kyoko con las armas era muy superior a la suya propia. Debía hallar otra forma de vencer.
De repente una estela de humo de color malsano les envolvió, y Akame notó cómo se le metía en las fosas nasales, provocándole una tos repentina. «Veneno», supo. Aprovechando la coyuntura retrocedió todavía más para ganar el tiempo suficiente y sacar un pequeño vial cristalino de su portaobjetos. Con movimientos expertos lo descapuchó, bebiendo el contenido. «Esto debería bastar», esperó, aunque era consciente de que algunos venenos especialmente letales ignoraban los efectos del antídoto común.
El combate continuaba, y Akame no estaba pensando en dejarse vencer, precisamente. Su oponente parecía gozar de la ventaja del terreno, pues no podían usar chakra y ella era claramente mejor en el combate con armas; pero Akame había advertido un pequeño detalle, una fisura en el estilo de lucha de su enemiga. «Antes, cuando desvió mi ataque... Sí, estoy seguro. Esa marioneta no tiene más fuerza que la de un niño pequeño. Debería servir...» El Uchiha alzó el brazo diestro y apuntó a Enma Kyoko con el extremo de su katana, desafiante, mientras se llevaba la mano izquierda al portaobjetos. Luego clavó la espada en el suelo, sacó algo de sus bolsillos, y llevó ambas manos a la espalda. Trabajaban laboriosamente.
—Es una pena —provocó de vuelta—, tener que lastimar a alguien tan anciano. Que conste que no me siento orgulloso de hacer esto, pero no puedo permitir que maltrates más a esa niña.
De repente avanzó su mano zurda, arrojando algo a un punto entre Enma Kyoko y él. La hikaridama haría explosión justo después de que Akame cerrase los ojos, inundando toda la sala con un destello cegador. El Uchiha aprovechó el momento para arrojar un total de tres shuriken contra la marioneta; las estrellas, sin embargo, trazarían unas parábolas alrededor de ella en lugar de impactar directamente... Para acabar enrollándose en torno a sus seis brazos gracias a los hilos ninja que Akame había atado a ellas. El otro extremo de los hilos lo sostenía el exjōnin con gran fuerza entre sus dos manos, buscando apretar al máximo la presa alrededor de Kyoko. Si su percepción era acertada, aquella no tendría ni por asomo suficiente fuerza como para resistirse a ser atrapada.