Nivel: 16
Exp: 133 puntos
Dinero: 940 ryōs
· Fue 60
· Pod 40
· Res 40
· Int 40
· Agu 30
· Car 20
· Agi 50
· Vol 40
· Des 60
· Per 40
La espera se hizo lenta, bueno... mas que lenta lo siguiente. Los segundos parecían minutos, los minutos parecían horas, las horas parecían meses, y los meses parecían años. Bueno, quizás no habían de pasar meses. Fuese como fuese, lo que sucedía en ese momento es que debían estar convictos en esa improvisada prisión, pese a que no tenían nada que ver con todo ese embrollo. Al menos el capitán había tenido el detalle de dejarlos respirar un poco de aire menos cargado, haciendo uso de la única ventana del habitáculo. Ni con esas el aire estaba en condiciones de poder respirarse.
Al cabo de a saber cuantos años, el soldado regresó a la habitación. Intercambió unas palabras con su capitán, y terminó éste por ordenarle que siguiese con los otros haciendo patrullas. Poco después el hombre de mayor graduación se acercó a los tres genin, y explicó que habían comprobado sus coartadas. No cabía duda, sospechaban de ellos desde un inicio, y aún lo seguía haciendo.
Etsu casi deja caer otro suspiro, en ésta ocasión de desdén hacia las palabras del capitán. Pero supo controlar bastante su temperamento, y se ahorró unas palabras quizás mas subidas de tono, por no hablar de una posible trifulca —ya lo dije, acabábamos de llegar...
Por otro lado, Karma tampoco se calló del todo. Obviamente estaban en desacuerdo con la actitud del hombre. Poco después terminó por agradecer al Inuzuka su actuación, con hasta una reverencia, así lo hizo. El genin acompañó el gesto con uno igual, no había nada que agradecer, había actuado de forma instintiva.
—No hay de qué... solo actué, ni siquiera lo pensé.
El capitán en ese entonces terminó por darles libertad. El hombre sentenció que tenían por ahí un demente del que encargarse, y eso era algo mas que obvio con solo ver de pasada el lugar. Para sorpresa de todos, la chica se ofreció a ayudar. Etsu quedó un tanto perplejo, no entendía el porqué quería ayudar en una investigación de ésta índole. Pero por otro lado, él mismo ayudaría si fuese posible. Si quería convertirse en el mejor ninja de todos los tiempos, no podía dejar pasar de largo cosas así...
—Yo... quisiera ayudar también, pero no sabría ni qué hacer en un caso así... la verdad.
Su mirada paseó de nuevo por toda la estancia, hasta topar de nuevo con el cadáver «¿qué coño pinto aquí...? no voy a hacer mas que estorbar, ¿no?»
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~
Hidetaka los miró fijamente, atravesándolos con sus ojos marrón claro con pequeñas motas esmeralda, tan similares al tronco de un roble. Parecía que quería verles hasta el alma, juzgar si estaban preparados para algo así. El silencio se hizo tan denso como el hierro. Karma titubeó bajo la mirada del capitán, desviando la suya propia hacia el suelo.
—Vaya, ¿queréis demostrar vuestra inocencia? —barajó. En realidad, ninguno de los dos ninjas querían meterse en el ajo por eso, ¿no habían sido puestos ya en libertad?—. Hmm... ¿ninja médica, dices? Eso sería útil, desde luego...
El veterano militar chasqueó la lengua.
—¡Bah! ¿Por qué no? Nos vendrán bien las manos extra, especialmente si son manos de ninja, ESPECIALMENTE alguien con conocimientos de medicina —afirmó, encogiéndose de hombros—. Pero antes de nada, aunque quizás es una pregunta un poco estúpida, necesito asegurarme: ¿podéis defenderos solitos, no? El asesino es peligroso, creo que eso es algo que todos tenemos claro.
Karma asintió.
—A los ninjas médico se nos enseña a quedarnos en la retaguardia para no ser heridos y poder auxiliar a nuestros compañeros. Pero si es necesario, sí, soy capaz de defenderme, he recibido entrenamiento como cualquier otra kunoichi.
No es que la pelivioleta confiara plenamente en sus capacidades pero... tampoco había mentido. Podía defenderse, sin lugar a dudas; ahora bien, que su oponente fuese más hábil o fuerte que ella y la neutralizase con facilidad, eso era otra historia...
Nivel: 16
Exp: 133 puntos
Dinero: 940 ryōs
· Fue 60
· Pod 40
· Res 40
· Int 40
· Agu 30
· Car 20
· Agi 50
· Vol 40
· Des 60
· Per 40
El militar tomó la propuesta de ambos chicos como un frustrado intento de mostrar su inocencia por parte de los chicos, cosa que realmente no era así. Por otro lado, hizo bastante hincapié en que la ayuda de una ninja médico podría ser de gran utilidad. En parte, llevaba gran razón, aunque para Etsu era un poco metafórico... que supiese hacerle una autopsia a un cadáver, no quería decir que fuese a sacar nada de provecho, ¿no?
«En fin...»
Fuese como fuese, terminó por aceptar la ayuda el hombre. Antes de nada, lanzó la pregunta. El capitán preguntó si eran capaces de defenderse, una pregunta de lo mas inverosímil dado a quienes preguntaba. Era obvio que si, ambos eran shinobis, instruidos en el arte de la guerra...
—Si, no hay problema.
¿Qué más decir? ¿que era un especialista en taijutsu? ¿que su abuelo tenía uno de los dojos de entrenamiento mas importantes de Kusagakure?
No, era información que podía ahorrarse, no serviría de nada revelarlo en ese preciso momento. Pero eso lo llevó a cuestionarse algo. Él, así como Akane, no eran meros especialistas en taijutsu. Además de su entrenamiento físico, tenían cualidades que sí podían usar en éste caso. Eran también muy buenos rastreadores.
Con esa premisa, el Inuzuka comenzó a caminar por la estancia, buscando cualquier cosa que pudiese ser del posible sospechoso. Si encontraban cualquier cosa fuera de lugar, podrían olerlo y buscar rastros del culpable.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~
—Está bien, adelante —dijo, satisfecho—. Podéis comenzar a investigar a vuestro antojo. Yo os supervisaré.
Karma no le dirigió palabra al capitán. Caminó hasta quedar frente al fiambre, cara a cara con el difunto que la había asustado de muerte. Desabrochó su kit y se agachó, dejándolo posar sobre el tatami, a su derecha. Sacó unos guantes de latex blanco de su interior, que se ajustó de un solo movimiento, denotando costumbre. Acto seguido produjo de su macuto de médico un pequeño manto blanco que extendió a la izquierda, sobre el que luego dejó descansar varias herramientas del oficio, previamente extraídas del kit.
No tardó en ponerse manos a la obra, examinando el cadáver, cortando aquí y allá, buscando esclarecer la causa de la muerte. Era probable que ese boquete en el estómago había tenido algo que ver con su pésimo estado de salud, pero la joven conocía la importancia de asegurarse, especialmente en circunstancias tan extraordinarias como aquellas.
Por su parte, Etsu rastreó el cuarto haciendo uso de unas cualidades que los otros presentes —a excepción de su perro— no sabían que tenía.
El Inuzuka no tardó en captar una horrenda acumulación del olor acre y repugnante que dominaba el habitáculo junto al de la sangre. Provenía del interior de la modesta puerta de madera a la derecha del armario empotrado.
Con sus sentidos agudizados, sentir ese hedor con tanta claridad era, como poco, una tortura.
Nivel: 16
Exp: 133 puntos
Dinero: 940 ryōs
· Fue 60
· Pod 40
· Res 40
· Int 40
· Agu 30
· Car 20
· Agi 50
· Vol 40
· Des 60
· Per 40
31/07/2018, 14:17
(Última modificación: 31/07/2018, 14:18 por Inuzuka Etsu.)
Pese a sus cualidades para aguantar ver vísceras y gore, el Inuzuka apenas podía contener las arcadas conforme iba avanzando por la habitación. El olor acre y repugnante del cadáver, de la sangre, de las tripas...
El desayuno amenazó con darse un paseo. Una arcada que apenas controló, pero que por suerte no fue a mas. Akane andaba en la misma situación, no era algo agradable. Con pasos que parecían de capitán pirata en mitad de una mareada, avanzaron poco a poco, hasta que no tuvieron mas opción que detenerse. Un torrente de olor tan dantesco que casi parecía aporrearle la nariz así lo sentenciaba.
No puedes pasar.
Y así era, no pudo ni dar un paso más. Se llevó las manos a la nariz y la boca, buscando tapar ese nauseabundo olor, pero apenas le era posible. De nuevo, su desayuno amenazó con salir de paseo. Una arcada, mas acentuada en ésta ocasión.
—Por dios... ¿que...? —y otra arcada —o tiiiiio... o tíiiiioooo....
Tuvo que retroceder, y buscar rápidamente la ventana en pos de tomar algo de aire menos cargado de muerte. Apenas tomó aire "fresco", señaló la puerta. Su tez tomó el color de la nieve, y apenas era capaz de pronunciar lo que debía. Akane estaba a su lado, en igualdad de condiciones.
Necesitaba unos segundos respirando allí para poder elaborar una frase completa, o al menos con sentido.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~
Los balbuceos del Inuzuka llevaron tanto al capitán como a la médica a interrumpir lo que estaban haciendo —Karma la autopsia, Hidetaka simplemente observar la estancia— y mirarlo con actitud interrogante. Era como si Etsu se hubiera comido algo pútrido que le hubiera reventado las tripas y de paso también había afectado a su perro.
Ellos no sabían que su sentido del olfato era mucho mayor que el de un ser humano común.
—¿Qué te pasa, chico? —le preguntó, apremiante—. ¿Qué le pasa a la puerta? ¿O es que las vísceras te han terminado removiendo el estómago?
Nivel: 16
Exp: 133 puntos
Dinero: 940 ryōs
· Fue 60
· Pod 40
· Res 40
· Int 40
· Agu 30
· Car 20
· Agi 50
· Vol 40
· Des 60
· Per 40
Sus orbes verdáceos buscaron la cara del capitán de la guardia, acto reflejo cuando éste preguntó qué le había pasado. El hombre, curioso por la reacción del dúo Inuzuka, hasta dejó de buscar pistas por la estancia. No mucho mas lejos —pues la habitación no abundaba en metros habitables— la chica también paró su metódico y sofisticado modo de investigar. La chica quizás perdió la concentración con el teatro que había montado el rastas.
En realidad no podía culparla. Casi había sido espectadora de un único y singular truco de magia que poca gente conoce... ¿El truco? convertir un desayuno ingerido y sólido, en un charco de biscoso y aromatizado repertorio de trozos del mismo. No, la verdad que no hubiese sido una de las mejores escenas a observar, menos aún a dúo.
El chico tomó aire, y volvió a mirar la susodicha puerta. Se tomó algo de tiempo, y no precisamente para darle angustia a su interlocutor, mucho menos para dar intriga al asunto. Simplemente el chico necesitaba respirar un poco mas ese aire un poco menos viciado.
Alzó la mano, con un dedo realmente acusador buscando la mencionada puerta —lo que sea que haya ahí dentro... huele a mil demonios... —confesó a duras penas.
Sin querer, pues no algo que le agradase, recordar el olor le hizo volver a sentir una arcada que literalmente le quitó el aliento. Se llevó la mano a la boca, y terminó por sacar medio cuerpo por la ventana. Akane, fue menos valeroso, y tuvo que salir de la habitación directamente. No por nada, si no porque él no tenía tanta capacidad como Etsu para aguantar esa sensación.
No hace falta recalcar que Akane le dio un nuevo y colorido tono a la mitad de las escaleras. Llegado el punto, hasta perdió la apariencia humana...
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~
Ambos prestaron atención al pobre Etsu, que reveló como buenamente pudo que había algo terriblemente apestoso tras la puerta. El simple recuerdo de la experiencia le superó, anulando el poco aguante que le quedaba a su estómago. El ya mencionado sacó parte de su cuerpo por la ventana y se puso a vomitar sin miramientos, mientras que su compañero canino lo imitó pero primero trató de retonar a la calle, aunque solo logró alcanzar las escaleras antes de liberar su carga.
Basta decir que aunque ninguno de los dos presentes necesitó presenciar el vómito, sí que percibieron sin problema alguno la bella sinfonía que la acción generaba. "Afortunadamente" el olor de la habitación era ya tan repugnante que, sumado al hecho de que ni Etsu ni Akane habían rendido el contenido de sus entrañas allí mismo, no se notó ni una pizca de diferencia en ese departamento.
—Pobrecillo —afirmó el capitán, divertido.
Karma negó con la cabeza y continuó la autopsia como si no hubiese pasado nada.
—Pero a ver qué demonios hay aquí dentro...
Hidetaka caminó hasta la puerta en cuestión y la abrió de golpe, como si esperara encontrarse con el asesino tras ella. En realidad lo único que había era un pequeño baño con un inodoro, una toalla y poco más.
—¡Joder, pues sí que huele mal! —exclamó de inmediato, tapándose la boca y nariz con su antebrazo derecho.
Era cierto: tan pronto el capitán abrió la puerta una nueva ola de hedor se desplazó por la habitación. Karma puso cara de asco pero trató de ignorar el mal olor centrándose en la autopsia.
Sobre el inodoro, que tenía la tapa bajada, había un bote de pintura roja, abierto. El militar se aproximó a este y lo tomó, cargando con él hasta el centro de la habitación, donde lo dejó reposar sobre el suelo.
Parecía que era el causante del olor —excluyendo la sangre, las tripas, el cadáver, etcétera...—. En su interior flotaba una mezcla inhumana de pintura y vómito de origen desconocido. La mezcla del producto con el deshecho humano era la culpable de esa hedor paralizante. Por algún motivo parecía que esos dos elementos combinados eran extremadamente apestosos.
—¿Y quién anda vomitando en botes de pintura...?
Nivel: 16
Exp: 133 puntos
Dinero: 940 ryōs
· Fue 60
· Pod 40
· Res 40
· Int 40
· Agu 30
· Car 20
· Agi 50
· Vol 40
· Des 60
· Per 40
Y si bien había ocasiones en que su buen olfato era toda una ventaja. En ésta ocasión era todo lo contrario. Era útil, muy útil, pero le producía una verdadera e incontrolable tortura. Si una persona normal estaría casi vomitando, imaginen esa sensación elevada a 100. Monstruosa, una sensación realmente monstruosa.
El resultado no tardó en acometer, ambos Inuzuka tuvieron la imperativa necesidad de echar fuera de su cuerpo a un invitado que ahora no era bienvenido, su desayuno. El can lo hizo en las escaleras, y los trocitos de tortitas con sirope de fresa decoraron las mismas. Entre tanto, Etsu lo pudo contener, gracias a gran capacidad de aguante o a saber qué. Fuese como fuese, le faltaba apenas un aleteo de mosquito a su vera para incitar al vómito. Pero no quería, se negaba a vomitar, era una de las sensaciones que peor le sentaba...
El capitán procedió a examinar lo que había tras la puerta, y no contento con ello, tomó el mayor sustento de olores vomitivos y lo puso en mitad de la sala. El chico se había resistido a ello con uñas y dientes, pero llegados a éste punto, ahora si que no pudo evitarlo.
Asomó de nuevo por la ventana, sacando casi mas de medio cuerpo, y procedió a llamar a JUAN.
—¡¡GWUUUUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGJ!! —conforme soltaba un potente chorro de comida en estado líquido por la boca, las lágrimas le saltaron y hasta las venas en los ojos se le resaltaron.
El pobre chico no pudo sino hacer gestos con las manos, intentando alertar a los transeuntes que curiosos paseaban por la calle en busca de información. Visto desde abajo, Etsu casi parecía un Rey Mago en lo alto de una carroza en plena navidad, repartiendo caramelos entre halagos.
Por desgracia, estaba regurgitando su desayuno, y quizás parte de la cena. No eran caramelos, y la gente no le halagaba, si no mas bien lo contrario, sobre todo las personas cercanas que llegaron incluso a empaparse del virulento vómito.
—¡¡HIJOEPUUUUTA!!! —¡¡CABROOOOON!! —¡¡MALNACIOOOOO!!
Pero, ¿y qué iba a hacer? no pudo evitarlo...
El capitán, a su rollo, se preguntó qué diantres hacía vomitando en botes de pintura.
¿A quién coño le importaba eso? ¿no podía tirarlo por el puñetero váter sin mas? Etsu se lo hubiese inquirido, pero era incapaz en ese preciso momento.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~
—He terminado la autopsia —indicó de pronto la médica, que se había centrado en su trabajo.
Le dedicó una mirada dudosa a Etsu, que estaba vomitando con una forma y gesticulación espectacular. Entre él, el curioso capitán con el bote del abismo y el perro en las escaleras cubiertas por su desayuno, esa operación era un jolgorio carente del rigor militar que se esperaría de unos ninja como ellos o de un hombre del ejército como Hidetaka.
Pero incluso a pesar de ello darían con el cupable. O eso deseaba Karma.
—¿Y bien? —preguntó el hombre, ignorando al Inuzuka y su visceral "discurso".
—A decir verdad, no he descubierto nada inesperado —afirmó con neutralidad la joven tras quitarse los guantes manchados de sangre y dejarlos caer sobre el manto blanco, que también estaba pringado de líquido carmesí debido a las herramientas usadas—. Ha muerto recientemente, no hace más de tres horas, diría yo. La causa de la muerte es varias puñaladas al estómago con algo afilado, pero no creo que se tratara de un cuchillo convencional. La evisceración ocurrió después de la muerte, afortunadamente para él. Igualmente, no debió de ser agradable.
—¿A qué te refieres con que no crees que se tratara de un cuchillo convencional?
—¡Ah, lo siento! Me debería de haber explicado mejor —se disculpó de inmediato—. Es lo más digno de mención que he descubierto, pero seguía dándole vueltas. A juzgar por los puntos de entrada, debía de ser algo con filo, sí. Pero un filo bastante grueso; más grueso que tu típica espada, o kunai, etcétera. Luego utilizó la misma arma para abrirlo en canal, pero la grieta es irregular, lo cual denota que el arma solo tenía filo en la punta, no en los lados. Lo abrió a base de fuerza bruta.
»A decir verdad, la mayoría de puñaladas están separadas entre sí y diseminadas por todo el estómago; también son bastante profundas. Nuestro asesino es brutal. En lugar de apuñalar con precisión a un punto adecuado para matar a su víctima con eficiencia, lo ensartó sin parar y sin cuidado hasta matarlo. Como un animal con un ataque de frenesí. Quizás es un sádico, o tenía algo muy personal contra la víctima.
—Así que tenemos a un carnicero perturbado. Maravilloso —señaló el bote de pintura—. ¿Puedes hacer algo con esto?
La muchacha se aproximó con precaución y observó el contenido del recipiente. La peste le secó la garganta y necesitó toser.
—Ugh... no, me temo que con el poco equipamiento que tengo aquí no puedo analizar nada. Pero no hace falta que te diga que es vómito con pintura. La cuestión reside en a quién pertenece y qué hace ahí.
—Vale... pues voy a deshacerme de esto, o vamos a perder a nuestros dos compañeros.
El capitán tomó el bote de pintura, lo llevó de vuelta al baño, levantó la tapa y vertió su contenido en el inodoro. Tiró de la cadena y así las tuberías se tragaron la inhumana mezcla. Dejó el recipiente vacio en el suelo de la pequeña estancia y cerró la puerta tras de sí. Ahora el asunto del olor había mejorado considerablemente... aunque seguía oliendo mal.
Quienquiera que tuviera que limpiar ese desastre iba a necesitar mucha lejía...
|