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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
El sol estaba por alcanzar su máximo resplandor, en cuestión de minutos podría apoderarse como el único astro del firmamento, ni siquiera las nubes se osaban a acercarse, no pretendían apagar el brillo del rey, quién se mantenía orgulloso irradiando su rayos a la población de Yamiria, la capital del País del Espiral.

A pesar de las altas temperaturas, la gente se mantenía entre las calles, caminando entre los diferentes puestos, vendiendo o comprando, o incluso robando... Era el lugar perfecto para cualquier tipo de actividad debido a que muchas personas estaban circulando por los alrededores, y una de esas era yo, Inoue Keisuke.

Ese día vestía como de costumbre, la única diferencia en particular era que el protector de la villa no lucía en mi frente, y que una túnica caqui cubría gran parte de mi vestimenta; mi imagen se desplazaba entre los distintos lugares que ofrecían los vendedores, pero específicamente en puestos de hierbas y especias raras.

...

En algún callejón oscuro y no tan frecuentado, una pareja de jóvenes discutía entre ellos...

—¿Q-Qué?— Expresó atónita, su rostro se mostró temoroso y sus manos temblaron. —N-No... P-Porfavor... Dime que no lo hiciste...— En sus ojos se reflejó la angustia

—Fue fácil, no se dieron cuenta.— Sonrió, pero al hacerlo su hermana pudo percibir una mueca de dolor. —Con esto resolveremos nuestros problemas por un par de días.— Entonces mostró una cadena gruesa, dorada con una placa de tamaño considerable, era pesada, sí. No obstante, su otra mano reposaba dentro de su chaqueta.

Ante el fulgor de la joya, los ojos de la chica cambiaron, se iluminaron con un poco de esperanza.—Eres el mejor!— Entonces se acercó y miró el oro frente a ella, incluso la cargó para corroborar su peso. —Será mejor que nos vayamos.— Devolvió la cadena y caminó adelante, para asegurarse de que nadie los vería.

Su hermano hizo lo mismo, lo único que no sabía es que un par de gotas rojas servirían como un rastro fresco, y que posiblemente después de un tiempo su situación pudiera agravarse, cosa que ignoraba.
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#2
Otro caluroso día de verano más. La estación se le estaba haciendo insoportable a la fémina. «¿Soy yo o hace más calor que el año pasado?», meditó a la par que se apartaba el sudor de la frente con un ligero desplazamiento de brazo. La marabulta a su alrededor no ayudaba.

Karma se abrió paso entre la multitud a ritmo pausado. No estaba de servicio, así que no llevaba el hitai-ate de Uzugakure visible en su persona. En lugar de su vestimenta habitual, la joven portaba un humilde kimono de color índigo y un par de getas de madera. Llevaba un misterioso vial y unas cuantas agujas escondidas en el interior de los pliegues de la prenda, por si las moscas.

Iba algo ensimismada, enfrascada en sus pensamientos. «¿Para qué había venido hasta aquí...? Ah sí, la enciclopedia...». Tanto, que no se percató de que su trayectoria la llevaría a colisionar con otro viandante hasta que fue demasiado tarde.

¡Paf! Karma tuvo que dar un brusco paso hacia atrás; estuvo a un solo pelo de perder el equilibrio y aterrizar con el trasero.

¡Lo siento, lo siento! —voceó lastimosamente.

La víctima de su falta de atención había sido un zagal de cabellos más ruborizados que las mejillas de la kunoichi...
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#3
Agradecí al vendedor y le entregué el pago por el diminuto frasco con especias que me acababa de dar, mi nueva adquisición la guardé y caminé curioso por las tiendas aledañas.

"Raíz de malamadre" Me dije al verle en la exhibición de al lado. "También tienen hongos raros... ¿De dónde los sacaran?" Suspiré con pesar por no saber en qué los usaban, saqué una libreta y anoté el nombre para buscarlos luego, con más calma. Salí de ese local y entonces caminé justo al que estaba al frente.

En cuánto ingresé noté que estaba oscuro y un olor peculiar inundaba el área, no era agradable, pero tampoco desagradable, era extraño, una esencia que no había sentido antes en mi vida, parecía no haber nadie entonces ingresé lentamente y cuando menos me lo esperé... PAF! Mi rostro chocó con algo sólido, un tanto gomoso, como si fuera de piel, tardé un par de segundos en reconocer lo que era... "¿Una cabeza encogida?" Retrocedí caminando hacia atrás, con pasos un poco más rápidos, no quise quitarle los ojos de encima porque estaba seguro de que ahí no había nada cuando caminé.

Salí tan rápido que no me percaté cuando estaba nuevamente en la calle e inevitablemente ocurrió lo más probable, un choque de cuerpo, alguien termino colisionando conmigo, me volteé a ver de quién se trataba. —Fue culpa mía... ¿Estas bien?— Le ofrecí mi mano para ayudarle a levantarse, se trataba de una chica de ojos dorados y cabellera violeta, delgada y con grandes ojeras.

—Estas muy roja...— Comenté al notar el rubor en sus mejillas.
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#4
El desconocido aseguró que la culpa era suya, pero Karma sabía que no era así. Se había perdido en su mundo, para variar, y había pagado el precio de su estupidez. Quizás lo estaba diciendo para hacerla sentir mejor, o para hacer la situación algo menos embarazosa.

¿ROJA? N-No sé, es que soy muy torpe... —se excusó atolondradamente.

La kunoichi se mordió el labio inferior. ¿Qué hacer, qué decir? En menudo agujero social sin fondo se había metido gracias a su falta de atención. «¿Lo que se hace en estos casos es cambiar de tema y hacer como que no ha ocurrido nada, no...?».

Disculpa... ¿sabes si hay alguna librería por aquí? Creo que he girado hacia donde no era...

Ya le había preguntado a un total de cuatro personas antes que a Keisuke, pero las calles de Yamiria se le hacían laberínticas y las mareas de gente la desorientaban. Quizás el pelirrojo sabía algo.

Lo que fuera en tal de virar el curso de la conversación. El rubor de sus mejillas todavía no se había apagado.
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#5
La chica se disculpó diciendo que era muy torpe, era un poco exagerado para decir por un pequeño error, pero no dije nada más. "Vaya que sí se avergonzó por esto." Sonreí amable. El rubor aún no descendía del rostro de la fémina

Con audacia la joven preguntó por un lugar, entonces caí en cuenta. "Bueno... Está un poco desubicada" Después de todo nos encontrábamos en una área en dónde se vendían puras especias, hierbas y más productos de ese tipo. —Creo que te equivocas de sección, no he visto ninguna librería todavía, pero por aquí no creo que la encuentres...— Mostré con la palma de mi mano los productos que ofrecían las tiendas de alrededor, solo para hacerle caer en cuenta.

—¿Qué libro buscas? Quizá encuentre algo que llame mi atención.— Pregunté y empecé a caminar, esperando a que la pelimorada me siguiera; mis pies nos llevarían afuera de esa sección del mercado y entonces miraría hacia todos lados para ubicarme.
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#6
Keisuke le mostró que si buscaba un tomo, aquella zona del mercado no era adecuada en absoluto. Sí que había girado mal, sí... Karma, atolondrada, quedó con cara de tonta al ver las especias y otros productos similares. «Mira que eres idiota...», se crucificó.

¿Qué libro buscas? Quizá encuentre algo que llame mi atención.

Se llama "Gran Enciclopedia del Cuerpo Humano"... —respondió con actitud decaída, siguiendo al pelirrojo a la vez que hablaba.

Esperaba que Keisuke pudiese ayudarla a pesar de que no se sentía cómoda con la idea de molestar a un extraño. Pero si se separaba de él y seguía buscando por su cuenta, era posible que tardarse horas en dar con algún lugar que vendiera aquello que buscaba...
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#7
El dúo caminaba con paso rápido y con nerviosismo, con sospecha, cada paso que daban le inundaba bastante terror, seguramente les estaban persiguiendo, debían estar persiguiéndoles, es por ello que miraban a cada lado en cada esquina e irremediablemente hacia atrás.

Cuando por fin llegaron al fin de la ciudad, uno de ellos cayó, estaba sudoroso, pálido y casi no tenía energías, su hermana se percató un par de metros más adelante, cuando notó que no le seguían, al observar la imagen de su único familiar tirado, corrió hacia él y encontró un pequeño charco de sangre, no le costó mucho saber que el vital líquido venía de la cavidad abdominal y que a su hermano no le quedaba mucho tiempo...

...

—Oh, un libro de anatomía.— El nombre lo decía todo. —Ha de ser un tomo bastante pesado.— Recordé cuando yo estaba comenzando mis estudios sobre el cuerpo humano, las noches y todas las horas dedicadas a la lectura.

Tras mirar en un par de direcciones logré ubicarme. —Creo que vi a alguien vendiendo libros por aquí...— Comenté no muy seguro de la dirección que tomábamos, después de todo era cerca de la salida de Yamiria.

—AYUDA!!! UN MÉDICO POR FAVOR!—

Un alarido llegó a mi oído, se escuchaba lejos, pero el ruido a mi alrededor no daba tregua. —¿Escuchas algo?

—AYUDA!!!—
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#8
Karma asintió con actitud avergonzada. No sabía cómo de pesado era el tomo, exactamente, pero la kunoichi rezaba para que no lo fuese en demasía, o cargar con él de vuelta a Uzugakure se le haría un suplicio.

Le siguió el ritmo al pelirrojo con todo su ahínco. Este les terminó llevando a uno de los extremos de la ciudad, cercano a una de sus múltiples salidas. Karma esperaba que Keisuke estuviese en lo cierto respecto a la localización de la librería, pero no hubo oportunidad de comprobarlo.

¿Escuchas algo?

¿Hmm? —la uzujin arrimó la oreja, pero no percibió nada fuera de lo normal—. ¿Aparte del barullo de la gente? No.
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#9
—¿No?— Pregunté curioso, mi sentido de la audición no era el mejor, pero tampoco estaba mal. —Estoy seguro de que oí a alguien pidiendo ayuda.— Aseguré mientras mi cabeza se movía como un ventilador a todos lados buscando la persona que había emitido aquel sonido.

—AUXILIOOOOOOOOOOO!

El grito se veía apaciguado por los constante cánticos de los vendedores, el murmullo de la gente, aquel anciano tosiendo y los niños corriendo, por esa mujer que estaba casi a nuestro lado manifestando su insatisfacción por la calidad de algo que no llegué a escuchar, lo que sí podía asegurar es que alguien necesitaba ayuda.

Karma por su parte seguía ajena a lo que me refería, después de todo ella no lograba escuchar el llamado de ayuda.

—Vamos! Es por aquí!— Tomé a la chica de la muñeca y caminé rápidamente hacia las afueras de la ciudad, arrastrándola conmigo.

Fueron necesarios unos cuantos segundos para que encontrásemos a la persona que gritaba alarmada, ante nuestros ojos veríamos a una chica de cabellera castaña oscura, con harapos viejos, sucios, rasgados, cada hueco dejaba ver que su piel estaba sucia; ella estaba llorando sobre el cuerpo de alguien que nosotros no veríamos con exactitud, lo que era cierto es que su voz quebrada explicaba lo suficiente. —L-Lo sien-siento...— Tartamudeó. —Nadie viene, nadie ayuda a los necesitados.— Abrazó más fuerte a su hermano y esté emitió un sonido ahogado. —N-no... No te mueras!!
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#10
Karma seguía sin escuchar nada fuera de lo normal, pero Keisuke no parecía dispuesto a apaciguar sus sospechas de que algo inusual estaba ocurriendo en las proximidades. La kunoichi se dedicó a buscar con la mirada una librería o cualquier tipo de establecimiento donde uno pudiese adquirir ejemplares, pero el pelirrojo, ni corto ni perezoso, la llevó en contra de su voluntad hacia un destino desconocido.

¡O-Oye! —profirió de inmediato la joven, tan indignada como sorprendida—. ¡¿Qué haces?!

Mas el joven no paró de tirar de ella. Debilucha por naturaleza, la pelivioleta se vio obligada a dejarse llevar.

Fue así que se toparon de bruces con una estampada peliaguda. Alguien tendido sobre el suelo, malherido o puede que incluso muerto; a su vera una mujer, pidiendo auxilio. «El chico este tenía razón. Vaya, tiene buen oído», pensó Karma, ligeramente impresionada.

¡Suéltame! —exigió—. Veré qué puedo hacer por él, tengo algo de entrenamiento médico.
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#11
La joven exigió que fuese liberada de su agarre, pero sí se daba cuenta, mi mano ya no la apresaba. Me moví rápido rodeando la trágica escena, buscaba ver el otro lado del panorama, en cuanto la joven notó mi sombra se levantó y pude ver como su cuerpo estaba impregnado en sangre, sus brazos, su ropa y parte de su rostro, la misma se empezaba a secar en sus mejillas y dejaba un rastro como consecuencia del mar de lágrimas.

—Todo tuyo.— Extendí las palmas de mis manos para indicarle a la pelimorada que podía empezar a actuar, sí es que aún no lo había hecho.

El llanto de la chica seguía reinando por sobre cualquier ruido ajeno, ello era algo que ponía en tensión a la joven médica. —POR FAVOR, SALVELO, SALVELO, SALVELO!!— Vociferó exasperada mientras mantenía sus ojos negros en los de karma, en el momento de la emisión ella pudo sentir como sus manos eran estrujadas por las del familiar.

—Doctora...— Carraspeé y señalé con mi cabeza el cuerpo del sujeto. —Será mejor que actué rápido.— Sugerí con seriedad.

Sin embargo, la castaña estaba en una especie de shock y seguía pidiendo a Karma que le salvase y aún no la soltaba, era parte de su estado actual.

Cuando la imagen de aquel chico se reflejase en la pupila de la kunoichi sabría que él se encontraba grave, en un estado casi crítico e irreversible sí no actuaba oportunamente; su cuerpo estaba totalmente pálido, el pulso periférico estaba ausente y un sangrado activo abdominal adornaba el cuadro, por no decir que el joven había perdido la conciencia.

"Sí no actúa tendré que entrar, tiene unos cuantos minutos todavía..." Mi mirada se posaría en la nuca de Karma, ejerciendo algún tipo de presión sobre ella, tensión sobreañadida a la que la familiar ocasionaba.
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#12
Uno nunca sabe cuándo puede necesitar algo, y en un día como ese Karma no sabía que iba a necesitar su kit médico al no estar de servicio. Cuando la joven cayó en la cuenta de ese pequeño detalle, no pudo evitar ponerse nerviosa. Novata y sin sus herramientas, lo tenía crudo.

Quiso aproximarse al herido y comprobar su estado, pero la mujer a su vera no le dejó. Le rogaba una y otra vez que lo salvase, agarrando con dureza las manos de la kunoichi como si fuese una mujer poseída. Estaba empapando de sangre las extremidades de Karma, pero la muchacha, tan intranquila, ni se percató del hecho.

¡Por favor, si no me suelta no puedo hacer nada! —exclamó, molesta.

Le faltaba fuerza para librarse por sí misma. Era irónico, la histeria de la fémina harapienta iba a terminar matando a su hermano. Mientras tanto, la actitud de Keisuke y su inactividad no aportaban nada.

Nunca dije que fuese una doctora, simplemente se me ha impartido algo de entrenamiento —alcanzó a replicar.

Karma miró al moribundo. «¡Maldita sea, maldita sea! Podría usar parte de mi kimono como venda para parar la hemorragia, a falta de algo mejor... pero sin el kit... ¡Si fuera capaz de usar Ninjutsu curativo, joder!», exclamó en su interior a ritmo frenético. Fue trazando un plan de acción a toda prisa, una serie de procedimientos con los que intentar estabilizar al hombre, pero mientras no se librase de la presa de la mujer, era todo inútil. Tiró con todas sus fuerzas, apretando los dientes.

Entre tanto, el desgraciado iba a terminar muriendo...
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#13
—Ohh... Haberlo dicho antes entonces.— Al escuchar las palabras de la chica en las cuales aseguraba no ser médica, no dudé en agacharme y poner mis manos sobre su abdomen y empezar a irradiar chakra a su hemorragia. —Esto llevará tiempo, será mejor que se calme.— Sugerí con tono calmado pero con algo de autoridad.

La chica terminó cediendo, viró a verme y su llanto aumentó más, se dispondría a acercarse a dónde su hermano, pero negué con la cabeza y se detuvo, cayó de rodillas e intentó calmarse mientras ponía todas sus esperanzas en la persona que la estaba auxiliando, o sea, en mi.

Suspiré y miré a la pelimorado. —Ha perdido mucha sangre, la herida no era un problema tan grande pero con esta complicación es otra voz.— Informé para luego poner mi visión en el cuerpo del chico, seguía igual de pálido, no obstante, el hemorragia cedía lentamente.

—¿Cuál es tu nombre?— Pregunté directo a la pelimorada. —Yo soy Inoue Keisuke, como podrás notar soy un shinobi médico.— Manifesté lo obvio.
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#14
Ocurrió entonces que la uzujin fue testigo de las capacidades de Inoue Keisuke, un miembro de los Iryō-Nin como ella, pero gozoso de mucha más experiencia y capacidades que la propia Karma. Cuando la joven comprendió lo que estaba ocurriendo, la realidad le azotó en la faz como si se tratase de una mano enorme y bien abierta. Sintió que el pelirrojo había estado jugando con ella a pesar de que la vida de un hombre estaba en peligro.

Se quedó plantada allí, observando la situación, con las manos y los brazos manchados de sangre. Notó la ira martilleándole el pecho, pero también fascinación. Fascinación por la técnica que Keisuke estaba utilizando.

Mi nombre es... Kojima Karma... —respondió, abatida.
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#15
—Un gusto, Kojima Karma.— No dije nada más y me dediqué a preservar la vida de aquel joven.

La familiar del herido estaba más tranquila, cuando vio que la sangre dejaba de escurrirse por su ropa y que lentamente el color le volvía a la cara, que respiraba normal y que el peligro pasó abrazó a la pelimorada. —Y-Yo...— Tenía un nudo en su garganta. —Es mi hermanito menor.— Dijo con el rostro arrugado. —Gracias!!

Unas horas más tardes...

—Va a estar bien, necesitará descansar.— Expliqué mientras corroboraba por última vez su estado. —Y una buena alimentación, algunos analgésicos vendrían bien.— No estaba seguro de sí ellos pudiesen adquirir los fármacos, pero de igual manera le comenté.

—Todo fue culpa de esos malditos.— Se quejó el herido, culpando a un par de personas a las cuales nosotros eramos ajenos.

—Te dije que era peligroso, el riesgo no lo valía...— Reprochó la mayor acercándose a él mientras le regalaba una mirada dura. —No sabes el susto que pase por tu culpa, por quedarte callado y no decir nada!— Dijo exasperada.

La situación entre los hermanos se estaba caldeando lentamente, mi labor estaba ahí estaba terminada, no había otro motivo para continuar en ese lugar. —¿No me dijiste que estaba buscando una enciclopedia?— Volteé para hablar con Karma y buscar un motivo para marcharnos.

—Bueno, es hora de que hagamos esa compra, fue un placer haberlos ayudado, espero se mejore.— Me despedí de la mejor manera posible con la excusa de que teníamos otra cuestión que resolver. —Vamos.— Mis pies retomaron el camino a Yamiria.

Tras avanzar unos escasos metros, la pelimorada se detendría al observar un objeto peculiar, era un destornillador que tenía la punta metálica con un rastro de sangre seca, ¿era acaso el arma con la que apuñalaron a aquel muchacho?

—Eh! No te quedes atrás...
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018

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