Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Karma no reaccionó cuando la hermana del herido se le abrazó. La joven estaba como en shock, asentía una y otra vez a las palabras de la desesperada mujer, pero poco más.
***
La médico atendió a la conversación en silencio, pero no añadió nada a esta. Parecía preocupada, meditabunda. «Mira que soy inútil... sin mi equipo y sin Ninjutsu, si no fuera por Keisuke-san no sé qué habría pasado... no debería de dedicarme a esto...», se fustigaba una y otra vez.
Retornó a la realidad gracias a la orden del pelirrojo. Sin demasiados ánimos, la genin asintió y se puso en marcha, siguiendo la estela del otro ninja.
Así continuó hasta que su pie derecho pisó algo duro. Karma casi perdió el equilibrio debido al hallazgo. Curiosa, la fémina se agachó para echarle un vistazo al objeto en cuestión. Era un destornillador.
—¿Y esto...? —preguntó en voz alta, alzándolo con la diestra.
Karma lo observó desde distintos ángulos, percibiendo la sangre seca impregnada en la punta. Se trataba de una herramienta de trabajo, pero podía cumplir la función de un cuchillo a las mil maravillas si se atacaba con la fuerza suficiente.
—Keisuke-san, ¿tú dirías que la punta encaja con la herida de ese hombre? —cuestionó, enseñándole el utensilio.
—Keisuke-san, ¿tú dirías que la punta encaja con la herida de ese hombre? —
Me volteé y volví sobre mis pasos para acercarme a ver aquella herramienta que me mostraba la chica, la tomé con mis manos y observé detenidamente la punta. —Diría que encaja perfectamente, por la profundidad y la forma con este destornillador se le debió puncionar.—
Clap clap clap clap —Bravo... Bravo...— Los aplausos que emitía el hombre acompañaban su irónica felicitación. —¿Sabes a quién tenemos aquí, Hikari?— Miró a su acompañante.
—El héroe que le salvó la vida al ladrón de Ryu, y ella bueno...— Sus ojos subieron por un par de segundos como cuando alguien recuerda algo. —Ella no hizo nada.— Alzó los hombros restandole importancia a la presencia de la chica.
El primero era un hombre de tez morena, de unos treinta y tantos, cabello negro, corto alborotado con pinchos por todos lados, medía alrededor de un metro con ochenta y cinco centímetros, su cuerpo era fornido e intimidante, en su diestra descansaba una maza de un metal que hacia golpear su siniestra con un ligero, plop; su rostro demostraba que estaba disgustado, muy molesto.
El segundo era un muchacho más joven, de tez más clara, pero sin llegar a ser pálida, su rostro era un poco más delicado y su cuerpo delgado, sin presencia de masa muscular. Hikari, como le había nombrado el hombre, estaba a la izquierda del de la maza, su rostro por el contrario no demostraba ira o enfado, sino más bien algo así como pesar.
—Esperen... Y-Yo no sabía que era un ladrón.— Me apresuré a decir mientras veía como la maza se movía de arriba a abajo y terminaba en la mano del moreno.
—¿Ah no?— Preguntó intimidante mientras se acercaba. —A otro perro con ese hueso, él nos robó, él le robó a Hana-sama y alguien tiene que pagar.— Anunció.
—No olvides la cadena...— Recordó el flaco.
—Claro, claro y la cadena de oro, ¿dónde está?—
Tragué grueso pero me mantuve firme, no podía demostrar los nervios. —Debe ser un malentendido, nosotros no tenemos ninguna cadena.— Miré a Karma. —¿Tú viste alguna cadena?— Pregunté sabiendo la respuesta, pero con la esperanza de que con ello nos dejaran en paz.
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Karma fijó su campo de visión sobre los recién llegados con la misma brusquedad de la que un gato asustado haría gala. El aspecto de estos —especialmente el del tipo que blandía la maza— era intimidante y evocaba un solo término en la mente de la kunoichi: "problemas".
La muchacha hizo mutis a lo largo del diálogo, no porque quisiese, si no porque se sentía demasiado asustada como para ser capaz de mediar palabra. Era un hecho sutil, tanto que ni ella misma era consciente, pero las manos le temblaban.
—N-No había ninguna cadena —respondió tras armarse de valor, el miedo tintando su semblante.
«¡¿En qué me he metido?!», exclamó, angustiada. «¿Nos dejarán en paz cuando se den cuenta de que no sabemos nada...? No, nunca es tan simple, nunca es tan simple... ¿debería correr, o buscar mis agujas? Intentaron matar a ese tipo, dudo que se lo piensen dos veces a la hora de matarnos a nosotros...».
Las piernas no le reaccionaban; era como si las tuviese ancladas al suelo.
—Vale, confiamos en ustedes, pero...— Una sonrisa sombría se dibujó en su rostro. —Los revisaremos para asegurarnos por nosotros mismo.— Sentenció, levantó sus manos y movió sus dedos mientras sus ojos se centraban en la fémina.
—¿Nos creen estúpidos?— Su mandíbula se tensó. —TÚ LA TIENES!!— Gritó mientras su dedo indice me apuntaba directamente. —LE COBRASTE DESPUÉS DE SALVARLE LA VIDA Y COMO ES UN MISERO LADRÓN TE PAGÓ CON LO ÚNICO QUE TENÍA.— Acusó sacando cuentas rápidamente.
—Primero la chica, primero ella.— Añadió Hikari acortando el espacio que la sepraba de Karma, sus manos seguían peligrosamente a la altura del busto de la kunoichi.
Mis pies empezaron a retroceder lentamente en vista de que el sujeto de la masa se acercaba también. —¿Sabes pelear?— Pregunté a mi acompañante en vista de que el enfrentamiento se hacía inminente.
—Eso es lo que me pasa por ir de buen samaritano...— Admití un tanto decepcionado.
El primero en atacar fue el moreno, lanzando un mazazo directo hacia mi cabeza, tuve que retroceder rápidamente para evadirle. —Retrocede!— Ordené a Kojima.
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La jovencita no estaba segura de qué era peor: que la apalizase el grandullón o que el guaperas la acosara sexualmente con impunidad. Había sufrido durante largos y arduos años abusos de los dos tipos y no quería revivir ni el uno ni el otro.
El llamado Hikari se aproximaba con intenciones demasiado claras. «Solo quería una enciclopedia, por Izanami...», Karma lamentó así su situación actual. La kunoichi retrocedió un par de pasos, deseosa de poner tierra por en medio entre su persona y el truhán.
—Sí, sé... pero preferiría evitarlo —susurró, sabiendo que no iba a ser posible dar con una solución pacífica.
El moreno con la maza no esperó más, blandió el arma y trató de golpear a Keisuke con ella. El joven evitó el ataque con un ágil retroceso y ordenó a Karma que hiciese lo mismo. La fémina obedeció.
La pelivioleta se llevó la mano derecha al interior de su kimono, del que no tardó en procurar un pequeño vial. Un líquido de tonalidad púrpura abrazaba sus paredes de cristal. Lo lanzó contra Hikari, directo a su pecho. La colisión rompería el contenedor y el fluido se transformaría en gas...
PV:
60/60
– CK:
120/120
–
Inventario
¤ Portaobjetos básico [Interior del kimono] [8/10]:
Los rápidos movimientos de Karma le permitieron retirarse con el tiempo suficiente para que el flacucho se acercace lo suficiente como para hacer uso de sus ágiles dedos, como defensa Kojima lanzó un pequeño frasco de cristal que terminaría golpeando el cuerpo de Hikari y luego de que su contenido se regase y se convirtiese en un gas, éste presentaría tos, un acceso de tos y sus movimientos se habrían detenido para recuperar un poco el aliento.
—Maldita... ¿Qué me tiraste?— Gruñó mientras sus ojos lanzaban una mirada inquisidora a la fémina a mi lado.
—Bien!— Motivé a la pelimorado, después de todo actuó de una buena manera, eficaz y eficiente. —Señor! Realmente no quiero pelear con ustedes... Será mejor que detengamos este mal entendido.— Lancé la advertencia para luego dar un salto hacia Keigo y dejar que mi puño besase el suelo, éste se agrietaría con la compañía de un crujido.
El moreno de la maza ni corto ni perezoso retrocedió ante el peligro, estaba sorprendido por el pequeño cráter creado.
—Esa pudo ser tu cara, así que mejor lárguense!— Exigí mientras alzaba el puño hacia ellos.
—Hikari! Deja de perder el tiempo y ayudame!— Recriminó a su "colega"
El escuálido sacó un cuchillo de sierra y cambió su posición hacia mi, ahora yo era la atención de ambos, aunque el delgado no se veía muy bien del todo no se dejó achicopalar. —Todo sea por recuperar la cadena.
El dúo tenía cierta sincronización puesto que ambos empezaron a correr directos hacia su objetivo, o sea yo, el primero en llegar sería el de la daga, veloz alzó el metal buscando rajar mi rostro, ataque que evadí retrocediendo, pero la presión aumentaba porque el par estaba teniendo una buena ofensiva que solo me dejaba caminar hacia atrás, evadiendo cada uno de sus intentos por matarme.
Ellos habrían dejado un cabo suelto, uno que tenía nombre...
PV(Keigo):200/200
–
¤ Maza
- Tipo: Arma contundente
- Tamaño: Grande
- Daño: 25 PV/golpe
PV(Hikari):156/160
–
-4
– (Envenenado)
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El vial acertó al blanco y lo envenenó, tal y como la médico pretendía. Hikari no estaba muy contento con el resultado; no tardó en lanzarle a la kunoichi una comprensible pregunta con mala actitud.
—Un pequeño agente disuasorio, nada más —respondió Karma con seriedad.
Keisuke trató de desarmar la situación e intimidarlos, pero parecía que no iba a dar resultado. El par de tipos estaban dispuestos a hacer lo que hiciera falta en tal de recuperar aquella misteriosa cadena, parecía ser. Se dispusieron a atacar al unísono, centrándose en el pelirrojo. A toda velocidad cargaron contra el susodicho e hicieron uso de sus armas.
Keisuke tuvo que ponerse a la defensiva, esquivando envite tras envite a la par que retrocedía. «Me están ignorando completamente, podría aprovechar la situación y escapar, pero... no estaría bien». La joven no le debía ningún tipo de lealtad al otro médico, pero dejarlo tirado así en tal de salvar su pálido pellejo le parecía demasiado deshonroso.
Las manos de Karma volvieron a internarse en los pliegues del interior de su prenda. Procuró diez agujas, dos grupos de cinco sostenidos entre sus dedos. Seguía nerviosa y un poco asustada, motivo por el que tomó una buena bocanada de aire y la dejó escapar un segundo después.
Disparó sus delgadas armas en la dirección de los dos matones. Una mitad iría hacia Keigo y la otra hacia Hikari, dirigidas hacia el cuello y la cara; con suerte alcanzaría algún ojo.
PV:
60/60
– CK:
120/120
–
Inventario
¤ Portaobjetos básico [Interior del kimono] [10/10]:
El dúo dinámico siguió enviando mazazos y cortes a cualquier parte de mi cuerpo que pudieran atinar, olvidándose del todo de la kunoichi, grave error para ellos, porque ahora su retaguardia estaba totalmente descubierta para un ataque, uno sencillo y mortal, así como una muerte por agujas metálicas...
Sin embargo, los senbon nunca estuvieron tan cerca de llegar a causar una verdadera lesión mortal, cada ráfaga viajó en dirección a sus objetivos, pero no todos lograron cumplir sus objetivos, cuatros de los proyectiles dieron en Keigo, dos en su espalda y dos en su brazo derecho; el delgado corrió con más suerte, solo fue alcanzado por tres agujas, más todas se clavaron en su dorso, atravesando completamente su delgado cuerpo. Fue evidente Karma logró hacer mella en uno de ellos, Hikari en este caso, quién ahora estaba quieto, desistió de seguir moviendose y realizaba un gran esfuerzo por mantenerse respirando.
—Y-Yo...— Tosió interrumpiendo lo que diría, un poco de sangre surgió desde su boca cayendo en el suelo.
—Hikari!— El fortachon volteó ante la desesperada actuación del de la daga, volviendo a cometer el mismo error, fue en ese momento en que me acerqué y dejé que mi puño golpease la mandíbula del moreno, haciéndole retroceder un par de metros.
Aproveché la brecha para acercarme a Kojima. —Vamonos!— Apresuré mientras empezaba a correr, no tan rápido para esperar a al chica.
Mientras tanto, los bravucones se retrasaron, sobre todo por la condición que desarrolló el agresor de la daga.
...
—Lo último que quiero es tener problemas en Yamiria.— Comenté a la chica mientras caminabamos de regreso por las calle de la ciudad, de vuelta al alboroto, las calles transitadas y la bulla incesable. —Quién diría que terminarías perforándole el pulmón.— Pensé en lo ocurrido y sí eso era lo más probable que haya pasado.
PV:
160/160
–
CK:
188/200
–
-12
–
¤ Ōkashō ¤ Impacto de la Flor de Cerezo - Tipo: Ofensivo - Rango: C - Requisitos: Iryō-Nin 10 - Gastos:
12 CK
(Iryō-Nin 20) (multiplicable x2)
(Iryō-Nin 40) (multiplicable x3)
(Iryō-Nin 60) (multiplicable x4)
(Iryō-Nin 80) (multiplicable x5)
(Iryō-Nin 100) (multiplicable x6)
- Daños: +20 PV al daño por taijutsu básico - Efectos adicionales:(Iryō-Nin 100) En la forma activa o liberada del Sōzō Saisei, el usuario puede coger chakra de la reserva y gastar 0.6*X CK para causar X PV extra (máximo total de daño: 300 PV) - Sellos: - - Velocidad: - - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo, el golpe causa daños en 4 metros a la redonda
Aunque algunas personas ven a esta técnica como un tipo de "fuerza sobrehumana", en realidad no es más que una aplicación del Ninjutsu médico que requiere de una gran capacidad de concentración y un minucioso control del chakra. El usuario moldea una gran cantidad de chakra en el interior de su cuerpo y después lo concentra en una de sus extremidades. Este se libera en el momento del impacto, causando un gran daño. Depende, sobre todo, de la cantidad de chakra utilizado; aunque los ninjas más experimentados son capaces de concentrar toda la energía en la yema de uno de sus dedos. Cuando el suelo se ve afectado por la técnica, este es pulverizado en pequeñas piezas que se dispersan como si de pétalos de flores se trataran, de ahí el nombre de la técnica.
PV (Keigo)
164/200
–
-16
–
-20
–
¤ Maza
- Tipo: Arma contundente
- Tamaño: Grande
- Daño: 25 PV/golpe
PV (Hikari)
136/160
–
-12
–
-6
– (Envenenado [2/6])
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Observar el daño causado en sus oponentes —en especial el claro malestar que mostraba Hikari— le produjo a la uzujin un placentero escalofrío que apaciguó su miedo. El sufrimiento del dúo la llevó a regocijarse, a pesar de que a nivel consciente la muchacha ni comprendía el motivo por el que sentía alegría en el pecho ni una media sonrisa en los labios.
Quería seguir combatiendo a pesar de que sabía que si se centraban en ella saldría mal parada. Lo que fuese en tal de hacerles sufrir más. «Idiotas, ignorándome completamente. Soy una inútil, pero nunca hay que darle la espalda a un posible enemigo... ¡idiotas!». No le quedaban agujas ni veneno, la única opción restante era lanzarse y recurrir al combate físico. La joven se lo planteó, a pesar de su frágil complexión...
Afortunadamente para ella, la orden de Keisuke le devolvió el suficiente sentido común como para acatar y retirarse junto al pelirrojo. Sin armas ni ninguna técnica a distancia, era seguro que Karma hubiera terminado herida o peor.
***
De vuelta en las ajetreadas calles de la capital, Karma mostró un semblante ausente. La única respuesta que dedicó al monólogo del shinobi fue un fugaz asentimiento. Saber que le había perforado el pulmón a Hikari le hacía sentir un insidioso placer, algo que la repugnaba ahora que había vuelto a sus cabales.
—Un destornillador, una cadena y dos matones... —enumeró—. Me pregunto qué hay detrás de todo esto... supongo que esa cadena es muy importante si están dispuestos a matar por ella.
El reciente conflicto había dejado a Karma en un estado casi de shock, estuvo un buen rato en silencio, y solamente asentió en cuando le señalé el echo que logró cesar el combate, no obstante, ella mantenía un mente en todos los detalles que nos inmiscuyeron en aquel grotesco y retorcido malentendido.
—Será mejor que no nos preocupemos más por ello, estamos bien, es lo importante.— Expresé tratando de dejar el tema a un lado, aún sabiendo que era un poco complicado, incluso en mi mente aún rondaban ciertas incógnitas que no me dejaban en paz, porque en el fondo me sentía un poco culpable, no por haberle salvado la vida a un sujeto, sino que esa persona era un ladrón, era irónico...
—Mira, allá hay una librería, seguro que está el libro que buscas.— Señalé una tienda que estaba a unos cuantos metros, y luego caminé directo a ella, esperé a la pelimorada para abrir la puerta y dejarle entrar primero.
El interior era de lo más común y corriente, un lugar pequeño con unos cuántos estantes repletos de libros y más allá un mostrador con un par de empleados atendiendo o moviendo cajas, libro y/o encargandose de otros asuntos, cerca de los estantes que estaban disponibles al público se encontraba un señor pasado ya de años, canoso y con varias arrugas en su rostro, hacía uso de un bastón de madera para desplazarse con mayor facilidad y por como ordenaba los libros, con lentitud y cierto cariño, podría deducirse que él trabajaba también ahí.
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Keisuke tenía razón, aquellos acontecimientos eran turbios y no auguraban nada bueno, sin lugar a dudas. La pareja de ninjas no tenía nada que ver con ello, no les atañía, eran simples transeúntes en el lugar equivocado en el momento equivocado. Habían salido ilesos, algo de lo que alegrarse, visto lo decididos a herirlos que estaban los dos hombres.
Pero claro, ¿cómo iba a calmarse una kunoichi inexperta que se había visto obligada a pelear contra dos desconocidos de improvisto con tanta facilidad? Especialmente tras sentir ese perverso placer...
—Mira, allá hay una librería, seguro que está el libro que buscas —Karma alzó la mirada, genuinamente interesada.
Habiendo recuperado un semblante más "normal", la uzujin siguió al pelirrojo. Cuando este le abrió la puerta, ella no pudo evitar sonrojarse un poco.
—G-Gracias...
Era la primera expresión de caballerosidad que alguien le dedicaba en toda su vida.
La fémina observó el local tan pronto puso un pie en su interior. La cantidad de tomos, sumado a la agradable fragancia de tapas de cuero desgastadas, la maravilló. Hasta se atrevió a esbozar una casi inexistente sonrisa.
«¿Cómo se llamaba la enciclopedia? ¡Ah, sí!». Karma trotó hasta el mostrador, buscando captar la atención de uno de los dependientes. De lograrla, diría:
—Hola. Estoy buscando la "Gran Enciclopedia del Cuerpo Humano".
Me distraje con los tomos que ofrecían en los estantes, quizá encontraría un texto interesante y me animase a adquirir alguno de aquellos ejemplares...
Mientras tanto del otro lado del mostrador, uno de los trabajadores dejó atrás lo que hacía cuando notó la presencia de la fémina, era un chico joven de unos veintitantos, cabellera castaña clara con una amable sonrisa en su rostro. —Bienvenida!— Dijo primeramente para luego ponerse a pensar en el lugar en dónde se encontraba el tomo que exigía la chica. —Tenemos una muestra en la exhibición, debe estar entre la sección C y D.— Dijo no muy seguro del todo; no obstante, se encargó de alzar su índice para mostrar el camino que debía seguir Kojima.
La señal de aquel joven trabajador le indicaría que tendría que dirigirse justo en dónde se encontraba el anciano con el bastón. —Tengo muy buen oído je je je— Rió el anciano y luego tuvo que llevar su mano a sus labio para que sus dientes no se cayesen de su boca; a lo que él se refería es que ya se había encargado de encontrar el texto y se lo extendía justo a las manos de la fémina.
El libro tenía un grosor excepcional, con ciento de páginas, cuando Karma lo tomase con una mano rápidamente sabría que tendría que usar la otra porque sino podría escurrirsele de sus manos y terminar chocando con el piso.
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El dependiente, que no estaba del todo seguro, le indicó la localización aproximada de lo que la médico buscaba. La joven asintió y se desplazó en la dirección indicada por el mozo. «Sección C y D... hmm...».
Se aproximó al anciano, que le habló de improvisto, sobresaltando con ligereza a la kunoichi. Parecía ser que no tendría necesidad de rebuscar entre las secciones, después de todo, gracias a la galantería del caballero de avanzada edad.
—¡Oh! —exhaló como por acto reflejo.
Karma iba a decir «gracias», pero su agradecimiento quedó partido por la mitad cuando la muchacha, que tomó la enciclopedia, se topó con mucho más peso del que esperaba. Necesitó de ambos brazos para sostenerla —e igualmente lo logró a duras penas—.
—¡Como pesa!
Haciendo uso de sus deficientes músculos, la médico afianzó su influencia sobre el objeto y se lo llevó al pecho, sosteniéndolo con los dos antebrazos cruzados. Así se le hacía algo más llevadero de cargar. No tardó en retornar hacia el mostrador con la intención de pagar el titánico ejemplar.
—De nada!— Gritó el anciano indignado porque la joven ni siquiera se digno a agradecer el buen servicio de un veterano como él. —Esta juventud de ahora... Ni modales tienen...— Murmuró por lo bajo y se dispuso a dirigirse a otro lugar tan rápido como su escasa movilidad le permitía.
Del otro lado del mostrador le esperaba el mismo chico que le había orientado. —¿Podemos ayudarle en algo más?— Preguntó cordial y con una sonrisa, después de todo Karma no había dicho nada, ella simplemente se quedó ahí, frente al mostrador con el libro entre sus brazos y pecho, como sí estuviese recordando algo pero ni ella sabía el qué.
Unos pocos segundos más tarde llegué a la caja con uno delgados folletos sobre algunas recetas culinarias entre mis manos, eran tres de ellas, no parecían la gran cosa en realidad, y mucho menos comparado con la enciclopedia. —Yo llevaré esto nada más.— Saqué unas monedas y pagué el total de todo y luego esperé a que Karma se decidiese.
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El considerable peso de la enciclopedia tomó tan por sorpresa a la muchacha que esta ni se percató de que no había dado las gracias adecuadamente, ya que su agradecimiento no llegó a verse finalizado. Al escuchar al hombre, malhumorado, paró en seco y giró el rostro además de parte del torso para encarar parcialmente al anciano.
—¡Oh, lo siento mucho! —exclamó, aturullada—. ¡Muchas gracias!
De vuelta frente al mostrador, Karma se enfrascó en sus pensamientos por un momento. «Supongo que será una enciclopedia cara, es muy grande. ¿Llevaré suficiente dinero?», el expectante empleado la arrancó de sus cavilaciones con aquella pregunta.
La fémina dio un pequeño bote.
—Oh no, esto es todo —respondió con una media sonrisa casi de inmediato, su nerviosismo bien patente.
Haciendo uso de un esfuerzo considerable para su musculatura, la joven sostuvo el tomo con un brazo mientras la mano del restante buscaba un par de billetes dentro de su kimono. Pagó el libro haciendo uso de este papel moneda que, afortunadamente, sí que era suficiente.
—Ya estoy, disculpa la espera —le indicó al amejin—. ¿Qué llevas tú, Keisuke-san?