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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
Daruu rio.

No, no. Volar no. Pero si confías en mí agárrate y te llevaré —dijo.

Bueno, cualquier sitio dónde descansar me vendría bien ahora mismo. Si me llevas a algún lugar mejor que este, te lo agradecería mucho.

Daruu asintió, pero antes de partir avisó al kusajin para que acercase los pedazos de sus marionetas y los pusiese junto a ellos. Juro se agarró al brazo de Daruu y el amejin formuló los sellos ya habituales de su técnica de invocación sanguínea. Hubo un destello rojo en el páramo, y al instante siguiente habían desaparecido por completo.


· · ·


¡FSUSUM!

Flopflop

Los pies de los muchachos aterrizaron suavemente sobre un suelo de madera. ¡Clotroclonk!, los pedazos de madera y metal de las marionetas de Juro cayeron a ambos de sus lados. Estaban en otro lugar: en una habitación con una cama grande. Por la ventana, tapada con cortinas blancas, se entreveía la pared de rocas de un acantilado.

¡Bueno, ya está! —dijo—. ¡Siéntete como en casa! Ah, y lo siento por romperte las marionetas, tío... igual me he pasado. —Se rascó la coronilla, y, silbando, salió de la habitación.

Si Juro abandonaba la habitación encontraría, en frente, otra puerta cerrada. A la izquierda, un par de floreros blancos y un marco de fotos con una representación fotográfica de lo que parecía ser un Daruu muy joven y quien debía ser su madre, a juzgar por las puntas desordenadas del pelo. A la derecha había una escalera, que bajaba a un piso inferior. Nada más bajar, a mano diestra había un salón con una mesa baja para comer y un sofá de color rojo granate, y a mano izquierda una cocina con una encimera e isla de mármol. Al fondo del salón había una puerta que llevaba al cuarto de baño.
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#32
¡Clotroclonk!— Cierra los ojos. Eso le había dicho Daruu, y eso había dicho, ignorando su risa y lo gracioso que debía resultar para él la situación.

Pero, por alguna razón, imaginar al chico volando con un par de alas, habría sido más creible que lo que estaba por pasar.

En cuanto se dio cuenta, sus pies estaban pisando suelo firme. Y no era el suelo del campo, precisamente. Las piezas que había acercado, de sus marionetas rotas, cayeron de igual manera, haciendo un ruido firme y claro. El marionetista abrió los ojos y observó pasmado el lugar que le rodaba: cuadro paredes, una cama, una ventana... y a lo lejos, lo que se observaba era un acantilado.

Juro abrió los ojos como platos. Estaba en un lugar completamente distinto del que venían.

«"¿Qué diablos ha hecho?"» — No solo le había transportado a él, sino también a las piezas de su marioneta. ¿Qué clase de técnica de alto nivel era esa — « Ya imaginaba que Daruu estaba a otro nivel. Pero... esto... »

Por unos momentos, se preguntó la capacidad que tendría su técnica. ¿Podría llevar a mucha gente? ¿Funcionaría como el Sunshin no jutsu, solo que de forma más rápida? ¿Podría ir a cualquier lugar que él quisiera? Pero la pregunta más importante en ese momento no era precisamente esa, sino que...

... ¿Dónde diablos estaba ahora mismo?

¡Siéntete como en casa! Ah, y lo siento por romperte las marionetas, tío... igual me he pasado. —. "¿Sientente como en casa?"

— N-no te preocupes. Están hechas para la batalla — murmuró, aun demasiado sorprendido como para articular más de una frase.

Daruu salió de la habitación, con tranquilidad. Como si no acabará de traerle como por arte de magia a aquel lugar. Sorprendido y asustado a partes iguales, el marionetista no supo que hacer. ¿Debía seguirle? ¿Debía permanecer ahí hasta que volviese?

Finalmente, Juro salió. Supuso que si le había traído ahí tan tranquilamente, es porque era un lugar seguro.

Tras encontrarse con una puerta cerrada en sus narices, continuó por la izquierda. Junto a unos floreros, entonces, descubrió una fotografía. En ella, se veía a una chico, y a la que parecía ser su madre. El marionetista reconoció al instante al chico. ¡Era Daruu!

« No me digas qué... »

Bajó por las escaleras, lentamente, cómo si alguien estuviera durmiendo y no quisiera hacer el más mínimo ruido por despertarle. Al bajar, se encontró con algo que más o menos podía imaginarse: un salón, con una mesa y un sofá para sentarse. A mano izquierda, el chico pudo distinguir una cocina, y luego otra puerta, que bien podría ser una sala de invitados, o bien el baño.

Ahora bien, ¿Dónde estaba Daruu?

— ¿Daruu? — Alzó la voz, tratando de localizar al chico, en aquel lugar —. ¿Dónde me has traído? ¿Es esta tú...casa?

Solo por un momento, Juro había pensando la posibilidad de estar dentro de Amegakure. Pero... eso era ridículo, ¿verdad? ¿Cómo le iba a traer a su villa tan fácilmente?

Juro no se sentó en el sofá. De hecho, se quedó de pie, de forma estática, y bastante incómoda. Se sentía como un gran extraño en aquel lugar, y no quería ponerse para nada cómodo. Por unos momentos, se llegó a olvidar incluso de sus heridas y su dolor tras aquel combate. Sin embargo, estas no desaparecieron, claro esta. Sus piernas temblaban cada dos por tres, luchando por que su cuerpo no cayese. Juro sentía un dolor más que molesto en el costado, allá donde le habían dado la descarga.
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#33
Daruu estaba en la cocina. De hecho, Juro escuchó lo que parecía ser a todas luces la puerta de una nevera cerrándose. Daruu apareció por el marco de la puerta con dos latas de refresco con una etiqueta que ponía Ame-Cola. Le tendió una a Juro.

Estamos en Yachi, un poquito al sur de donde hemos peleado —dijo. Abrió el refresco, que emitió un chasquido, y bebió un poco—. Ahh. Qué buena. Pues a ver, es una cabaña que mi familia usa como casa de vacaciones. Es un sitio tranquilo, al fondo del acantilado. Mira qué bonito. —Daruu se adelantó unos pasos hasta la puerta y la abrió. Salió afuera. Allí había una explanada de hierba verde que se extendía unos diez o quince metros. Estaban, en efecto en el fondo del Gran Acantilado de Yachi. Bordeando a la explanada de la cabaña estaba el ríó, que discurría tranquilo con un runrún relajante—. En serio, Juro. Ponte cómodo. Aquí estamos bien, y te voy a hacer una pizza que vas a cagar del gusto.
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#34
Daruu apareció de pronto. Al parecer, había estado en la cocina. Juro, aún nervioso por estar en un lugar desconocido, relajó un poco su gesto facial, permitiéndose sonreír.

Recibió una lata de refresco. Juro la miró, y frunció el ceño. "Ame-Cola".

« ¿En serio? ¿Es esto lo que beben por ahí? »

Estamos en Yachi, un poquito al sur de donde hemos peleado. Pues a ver, es una cabaña que mi familia usa como casa de vacaciones. Es un sitio tranquilo, al fondo del acantilado. Mira qué bonito. — Daruu bebió un poco de su refresco, y después, salió al exterior.

El marionetista acompañó a Daruu. Observó la explanada verde que se extendía frente a ellos. Juro pudo descubrir donde estaban. En efecto, era el acantilado de Yachi.

— Puedo entender porque tu familia viene aquí. Es un lugar bonito — admitió Juro. Y se sintió un poco mejor al darse cuenta de que tampoco se habían alejado tanto del lugar en el que estaban. Así, el camino de vuelta no sería tan duro, y ahí podría recuperarse.

En serio, Juro. Ponte cómodo. Aquí estamos bien, y te voy a hacer una pizza que vas a cagar del gusto.

Juro se sintió un poco avergonzado de pronto. No esperaba tanta atención de un ninja con el que acababa de pelear.

— G-gracias por el lugar, de verdad. Necesito un buen descanso. Pero no hace falta que te esfuerces. — dijo Juro. Después, para no ser descortes, abrió la lata de refresco que Daruu le había dado, y un dio un buen trago. De pronto, se dio cuenta de que estaba sediendo. Tomo otro —. ¡Oye! ¡Esto no está nada mal!

» Dime, Daruu-san, ¿Te gusta cocinar? — Desde luego, la oferta le había sorprendido.
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#35
— G-gracias por el lugar, de verdad. Necesito un buen descanso. Pero no hace falta que te esfuerces. — dijo Juro. Después, para no ser descortes, abrió la lata de refresco que Daruu le había dado, y un dio un buen trago. De pronto, se dio cuenta de que estaba sediendo. Tomo otro —. ¡Oye! ¡Esto no está nada mal!

Oh, ¡claro que no! La Ame-Cola es el mejor refresco carbonatado de todo el País de la Tormenta —dijo—. La única bebida que me gusta más es la hidromiel pluvial de Los kunai cruzados. —Daruu pasó al lado de Juro y entró dentro de casa.

» Dime, Daruu-san, ¿Te gusta cocinar? — Desde luego, la oferta le había sorprendido.

Se dio la vuelta un momento.

¡Sí! —contestó, orgulloso—. De hecho, si no me hubiera dedicado a ser ninja, probablemente habría sido mi segunda opción. Mi madre tiene una cafetería en Amegakure. Aprendí de ella, aunque ella sobretodo lo que sabe hacer son pasteles.

El amejin entró en la cocina y preparó los utensilios para cocinar la pizza. Cogió harina, levadura, agua, aceite y sal e hizo su magia sobre el banco de la isla de mármol. Por primera vez en mucho tiempo Daruu volvía a socializar haciendo pizza para los demás. No era algo que acostumbrase a hacer últimamente, así que el muchacho disfrutó de la elaboración desde el principio hasta el final. Mientras la masa reposaba el muchacho cogió una tabla de cortar y unas cebollas; las cortó, las sofrió en la sartén con un buen chorro de aceite y un poco de bacon, y sacó un paquete de nata líquida de la nevera, que virtió sobre el sofrito. Removió bien, añadió queso en polvo, y cuando empezó a espesar y a borbotear lo apartó del fuego.

Con la masa, hizo un gran disco extendiendo con cuidado, que cubrió con su salsa carbonara especial. Echó por encima más queso y más bacon, y luego un poco de salsa barbacoa. Ahora sólo quedaba meterla en el horno. Daruu se sacudió las manos y volvió con Juro, estuviese donde estuviese.

¿Y qué tal todo por Kusagakure, tío?
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#36
Juro sonrió al escuchar las palabras de Daruu. Si, al parecer, bebían Ame-Cola. Se preguntó si Uzushiogakure también tendría alguna clase de bebida así.

« Quizá tengamos algo así en Kusagakure y no me haya enterado » — Desde luego, no que el supiera.

También habló de otras bebidas, como la hidromiel pluvial. Supuso que todo aquello eran nombres bastante ingeniosos que se le ocurrían a los vendedores. Trató de pensar en alguno que hubiera en su aldea. Bueno, en algunas tabernas vendían Cerveza Arborea . Literalmente era cerveza servida sobre un cuenco hecho de cortezas de puro árbol. Tenía un sabor algo amarga, y a Juro nunca le había terminado de gustar.

Suspiró. El alcohol, en general, no era lo suyo.

¡Sí!. De hecho, si no me hubiera dedicado a ser ninja, probablemente habría sido mi segunda opción. Mi madre tiene una cafetería en Amegakure. Aprendí de ella, aunque ella sobretodo lo que sabe hacer son pasteles.

— ¡Qué interesante! ¿Es muy conocida por Amegakure? — preguntó Juro, encantado —. Siempre he admirado la cocina, la verdad, pero si te soy sincero, nunca me ha llamado. Mi hermana me enseñó lo básico para sobrevivir. Ella tampoco le tiene mucho amor, la verdad. Supongo que por eso comemos siempre comida instantánea o cosas congeladas.

Daruu se sumergió para preparar la comida. Por su parte, Juro (aún un poco azorado) no se atrevió a inmiscuirse en su creación, ni a quedarse por ahí en medio. Sabiendo que estaba a salvo y que ahí no había nadie más que ellos dos, pudo por fin relajarse un poco.

Se sentó en el sofá de Daruu, tranquilamente. Pudo relajar sus cansados músculos. Incluso soltó un pequeño suspiro de alivio. El chico saldría poco después.

¿Y qué tal todo por Kusagakure, tío?

— La verdad es que las cosas han sido un poco... locas, ultimamente. Con todo lo que está sucediendo — admitió Juro —. Pero... ¡No me puedo quejar! Siempre estoy de un lado para otro. Que si estas labores, que si esta misión. Incluso tengo un alumno al que estoy entrenando.

» Cuando no estoy de servicio, suelo estar ayudando a mi familia. Mi hermana, Katsue, regenta una tienda de armas ahí mismo, y suele tener bastante clientela — admitió el chico —. Como puedes ver, lo de las armas me viene de familia. Está en nuestra sangre.
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#37
Juro contestó que las cosas habían estado algo moviditas por Kusagakure. «Bueno», pensó Daruu, «entonces como en Amegakure también». Aunque, por supuesto, dudaba que al mismo nivel. En Amegakure habían perdido un jinchuuriki, luego lo habían recuperado poseído por un bijuu. Que él supiese, en Kusagakure no había ocurrido tan grave. Que él supiese, claro. En realidad sí que había habido una conmoción bastante importante: uno de los jounin más importantes había resultado ser un traidor. Pero bueno, Juro opinaba que todo estaba más o menos bien, simplemente que estaba muy ocupado, incluso con un alumno. «¿Un alumno ya, a tu edad?», se sorprendió Daruu, abriendo mucho los ojos.

Al parecer, la familia de Juro siempre había estado relacionada de un modo o de otro con las armas y los artefactos ninja, como esas marionetas que utilizaba el chico. Su hermana regentaba una tienda de armas.

Oh, pues sí que se os da bien, a juzgar por cómo has utilizado los cacharros esos —dijo—. Debe de ser difícil coordinar a la vez todos los dedos para moverlas como quieres. —De hecho, una complicación innecesaria, pensaba Daruu. ¿Qué gracia tenía? Mejor utilizar un Bunshin y ya está, que lo podías controlar sin hilos.
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#38
Oh, pues sí que se os da bien, a juzgar por cómo has utilizado los cacharros esos .

Juro sonrió. Desde luego, sus marionetas siempre despertaban pasiones entre la gente. Al menos, desde fuera, siempre fascinaba a todo el mundo.

...Debe de ser difícil coordinar a la vez todos los dedos para moverlas como quieres.

— ¡Oh, para nada! — exclamó Juro, sonriendo —. Puede que en su momento me pareciera difícil, pero ya estoy más que acostumbrado. Mi hermana me estuvo entrenando desde pequeño. Esos hilos son, prácticamente, como una extensión de mis dedos, y conozco perfectamente cómo hacer que una marioneta funcione con ellos.

Juro agarró la lata de Ame Cola, ya vacía, y la dejó caer, simulando que fuera un despiste. Antes de que terminara en el suelo, dio un tirón, y volvió a regresar a su mano. Le había colocado un pequeño hilo de chakra, unido a su dedo índice. El hilo desvaneció, tan rápido como se había creado, una vez que cumplió su función.

« Él no sabía que podía hacer eso, pero después de todo, me ha invitado a su casa y me ha ofrecido comida » — En ese momento, supuso que podía confiar un poco más en él.

— Pero si te soy sincero, aun le estoy cogiendo el tranquillo a manejar más de una a la vez. Estoy bastante orgulloso de que los hilos no se cruzaran cuando las manejaba. El combate fue una buena práctica — Admitió Juro, asintiendo —. Pero dejemos de hablar de mí. Tu dominio del suiton es muy bueno. ¡Esos golpes que encajaste fueron geniales!
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#39
Juro destacó su largo proceso de aprendizaje como marionetista, que comenzó cuando era niño bajo la instrucción de su hermana mayor. Para él, los hilos eran ya una extensión de sus dedos. Lo demostró cuando, de forma disimulada, fingió que la lata se le caía. Daruu adelantó el brazo para cogerla, pero no fue necesario, porque con un hilo de chakra Juro fue capaz de tirar de ella y devolverla a la mano.

¡Vaya, increíble! —le sonrió Daruu, fascinado.

El muchacho le confesó que aún estaba tratando de controlar varias a la vez. Daruu opinaba que ya se le daba bastante bien. Lo había pasado mal durante el combate. Estaba a punto de contestarle eso mismo cuando el kusajin deseó dejar de hablar de él y se interesó por la habilidad de Daruu con el Suiton.

¿Ah, sí? —dijo, hinchado como un pavo, acariciándose el bajo de la nariz con el dedo índice—. El Suiton es la especialidad de mi familia. También me entrenó mi madre desde pequeño —explicó—. ¡Un momento, que voy a ver cómo va la pizza! —Se levantó, se fue a la cocina y vino un momento después—. Nada, aún le queda un poquillo.
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#40
Juro asintió, cuando Daruu le habló sobre como él también había estado entrenando con su madre. Sí, desde luego, los entrenamientos familiares eran una bonita estampa.

El Suiton es la especialidad de mi familia. También me entrenó mi madre desde pequeño

— ¡Ya veo! Es un elemento muy interesante, la verdad. Da mucho pie a la creatividad — También dominaba el raiton, por lo que había experimentado de primera mano. Quizá se lo habría comentado, pero en ese momento, Daruu se marchó, a comprobar cómo estaba la pizza.

Juro se recostó aún más en el sofá, pensando. La verdad es que hablar con Daruu era bastante agradable. Sin embargo, habían acabo hablando de la pelea otra vez. Estaba bien, claro, y eran shinobi después de todo. Pero aun así, le apetecía poder desconectar un rato de la pelea.

Además, aún le dolía todo el cuerpo como si le hubiera pasado una apisonadora. Necesitaba relajarse, fisica y psicologicamente

Daruu regresó poco después, afirmando que le quedaba un poco. Juro sonrió. Por alguna razón, el entusiasmo con el que lo hacía le llegó.

— No te preocupes, mi estómago podrá aguantar un poco más. De verdad, gracias por la invitación — Juro después se llevó una mano al mentón —. Si te soy sincero, hace mucho tiempo que no he comido pizza. Mira que a mi hermana le gustan las cosas ya hechas, pero nunca le dio por ahí. Y casera, ya ni te cuento.

» ¿Sueles cocinarla para tus invitados, o es que he tenido suerte? — bromeó Juro, con una sonrisa entreabierta.
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#41
Juro volvió a agradecerle la invitación, y le confesó que hacía muchísimo tiempo que no comía pizza. Que su hermana no la solía hacer. También le preguntó si había sido sólo suerte que Daruu le hubiera hecho pizza o si solía cocinarla para sus invitados.

Para mis invitados y para mi —rio Daruu—. Pero sí, sí que es verdad que la suelo hacer cuando viene gente. Al fin y al cabo, nada une más que compartir una buena pizza. —En palabras de cualquier otro, podría haber parecido una simple broma. Pero la forma en la que Daruu había cerrado el puño y mirado al techo era... sincera. Sí, lo estaba diciendo totalmente en serio.

Un rato después, el muchacho se levantó y apareció por el marco de la puerta con una enorme pizza. La puso entre ellos dos, la cortó con impaciencia y agarró el primer trozo.

¡Que aproveche!
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#42
Daruu soltó una carcajada. Juro asintió, feliz.

Para mis invitados y para mi. Pero sí, sí que es verdad que la suelo hacer cuando viene gente. Al fin y al cabo, nada une más que compartir una buena pizza. — dijo el chico, y aunque la frase no parecía seria, su cara era un retrato: lo creía.

« Interesante filosofía »

La pizza finalmente llegó. Era enorme. Daruu la sacó felizmente, y con un gesto claro de impaciencia, la comenzó a cortar. Juro observó el proceso, fascinado.

— ¡Lo mismo digo! — exclamó, felizmente. No había cosa que le ponía de mejor humor que la promesa de una comida en frente de sus narices.

Observó aquella masa enorme de pizza, y admiró su contenido. baicon, queso, cebolla... era una pizza carbonara. Curiosamente, una de las favorita del chico. Desde luego, Daruu había acertado, y sin si quiera saberlo. Quizá a través de la pizza podría adivinar las intenciones de la gente.

Esperó a que Daruu cogiese el primero. Luego, lo secundó, y se lo llevó a la boca. Su cara fue un poema: una clara expresión de felicidad salió de ella. Pocas veces había comido pizza, pero nunca una tan buena.

— ¡Ey! ¡Esto está genial! — masticó y tragó, poco a poco —. ¡De verdad eres un buen cocinero!

Sin embargo, no había tenido en cuenta que la pizza acababa de salir. Pronto, su expresión se volvió roja, y deseo no haberse terminado tan pronto la Ame-Cola. La lengua le abrasaba.

— ¡Quema, quema, quema!
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#43
Juro cogió su pizza con tanta prisa que se quemó entero. Su cara se puso roja como la sangre. Daruu rio.

¡Es un halago que te lances a por ella con tanta ansia, pero ten cuidado, hombre! —dijo el muchacho.

Los dos comensales callaron y fueron comiéndose la pizza poco a poco. A Daruu le cayó bien Juro. La verdad, de toda la gente de kusagakure que había conocido, le habían caído bien todos. Daigo, Yota, Juro... ¿se olvidaba de alguien?

Hacía mucho que no veía a sus amigos de otras villas. Eso tenía que cambiar.

Aunque con los uzujin siempre era más complicado, ¿eh?

La pizza se había acabado. Con los estómagos llenos, los dos ninjas reposaban recostados en el sofá.

Bua, estaba de muerte —dijo—. Oye, Juro, ¿crees que sabrás volver a casa desde aquí? ¿Necesitas que te acompañe un poco?
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#44
Juro pudo comer hasta hartarse, una vez venció el dolor del quemazón. La pizza estaba buena, y la compañía era agradable: Daruu también le cayó bien. Fue lo suficientemente amable como para no juzgar sus errores, ayudarle a levantarse otra vez, e incluso darle comida, alojamiento para descansar y bebida.

« Ojala todos fueran así » — pensó, mientras degustaba la pizza.

Una vez hubieron terminado, Juro estaba más que satisfecho. Y bastante mejor de cuerpo y de mente, a decir verdad. Estaba por fin bien.

Bua, estaba de muerte —dijo—. Oye, Juro, ¿crees que sabrás volver a casa desde aquí? ¿Necesitas que te acompañe un poco?

— Desde luego. Mis felicidades al chef — Juro trató de reincorporarse, aunque estaba recostado en el sofá, de una forma no muy educada, y le costó trabajo —. B-bueno, la verdad es que no soy muy bueno orientándome. ¿Crees que podrías devolverme al lugar dónde peleamos? Más o menos a partir de ahí sabría llegar a la villa, solo es rehacer el camino después de todo.
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#45
Daruu se rascó la coronilla cuando Juro volvió a elogiarle.

¡Gracias!

B-bueno, la verdad es que no soy muy bueno orientándome. ¿Crees que podrías devolverme al lugar dónde peleamos? Más o menos a partir de ahí sabría llegar a la villa, solo es rehacer el camino después de todo.

«¿¡Ha... hasta allí!?»


· · ·


Una hora después, dos figuras cabalgaban sobre un yermo semi-desolado en el lomo de dos caballos de caramelo consistente de color negro. Una de ellas cargaba un saco lleno de piezas de su antigua marioneta.

Daruu se bajó del caballo.

Bueeeno, pues aquí fue —dijo. Suspiró. No se creía que hubiera tenido que acompañarlo tan lejos de Yachi. «¡El cabrón este es capaz de perderse y aparecer en la guarida de los Generales!»—. Bueno, Juro-kun. Estás siempre invitado a mi casa, ¿eh? Esto es, ¡si la encuentras!

Se echó a reír.
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