El rubio se agitó la cabeza frenéticamente. El agua lo salpicó todo. Lejos de perder tiempo en secarla, continuó su tarea. Se mojó un poco mas la cabellera, y continuó perfeccionando ese peculiar no peinado. Realmente no parecía tener un orden concreto, aunque bien cierto era que casi siempre ese perfecto desorden conllevaba un mismo orden. Quizás lo tenía hasta medido. Fuere como fuere, le llevó casi un cuarto de hora frente al espejo del lavabo el peinarse. Dejó caer un suspiro, agarró una toalla limpia, y secó el desperfecto ocasionado a su aseo personal. Quisiera o no, tarde o temprano iba a tener que hacerlo.
Tras acabar en el baño, se dirigió con parsimonia a su habitación, la cual quedaba justo al lado. Un par de pasos mal contados y ya estaba en su dormitorio. Se quitó el pijama, y se puso los pantalones negros que tanto le gustaban. Tras ello tomó el portaobjetos que usaba como cinturón, y por último se puso las sandalias shinobi de color negra. Echó un último vistazo a la habitación, y ahí fue que se dio cuenta de que le faltaba una cosa. Volvió hacia el armario, y de entre sus prendas tomó una camiseta de mangas cortas y cuello alto rígido. En un abrir y cerrar de ojos se atavió con ella.
— Mamá! Voy a dar un voltio, estaré aquí a la hora del almuerzo! — Vociferó el joven mientras salía a toda velocidad por la puerta de su cuarto.
En su habitación había una puerta corredera que daba directamente al patio, una buena salida. Se podría decir que tenía todo lo necesario a mano en esa habitación, desde el baño a la libertad del césped. Ágil cual gacela, el chico corrió como el viento. Una vez alcanzó una proximidad alarmante contra la fachada de setos, tomó impulso y saltó a máxima potencia. No tuvo problemas para dejar atrás el muro vegetal que proporcionaba intimidad a su morada.
Tocó suelo, y apoyó las palmas de sus guantes contra el suelo. Alzó la vista, y rápidamente actuó como si no acabase de saltar casi 2 metros de altura. Comenzó a andar con disimulo, parsimonioso...
"Bueno... ¿y ahora qué?"
Sin saber realmente qué hacer, el chico decidió dar una vuelta por el distrito. No tenía claro que iba a hacer por el momento, pero quedarse en casa mientras su padre estaba fuera era un aburrimiento. Sin entrenamiento, no tenía con qué sulfatar sus fuerzas en casa.
Continuó andando por las calles, prestando atención a su alrededor, y saludando a aquellos "hermanos" que reconocía. Sociable como la cerveza, el chico de cabellera rubia se iba haciendo poco a poco a conocer, aunque en parte si que era bien conocido... lamentablemente no hacia bien por el momento. Ese accidente que tuvo le hizo famoso de la noche a la mañana. Pero bueno, no toda estrella nace en el cielo... hay quienes tienen que llegar hasta lo mas bajo para luego poder llegar a lo mas alto.
Era un día bastante aburrido, lo que suele llamarse un día tranquilo para el resto de los mortales. Por lo que decidí salir a dar un paseo por si me metía en algún aprieto. Y que mejor lugar que la zona del mercado, siempre había algún que otro hurto, la escusa perfecta para darle a alguien una paliza, pero solo lo necesario para que fuese una lección, que tampoco era mi idea el matar a nadie.
La verdad que no me cogía muy lejos de casa, en un abrir y cerrar de ojos estaba de lleno en las calles en donde se situaba el mercado. Y la verdad era que en esta época del año, el mercado estaba siempre a rebosar. Además de que mucha gente venía de fuera para disfrutar de la gran cacería que era tradición en Kusagakure.
Hacía bastante calor, y después de hacer durante un largo rato de guardia. Paré en un puesto en donde vendían fruta cortada y lista para comer que, venía pinchada en un palo como si fuera una brocheta. La tienda la regentaba una pequeña niña de pelo oscuro y de rostro delicado, bajo la supervisión de lo que sería seguramente su abuela.
-Hola niña, quería un par de brochetas de fruta. La muchachita se levantó entusiasmada por llevar a cabo aquella modesta venta.
-Enseguida señor! La niña tomó enérgicamente dos brochetas y me las entregó en mano. -Aquí tiene, son 3 ryos.
"Joder que caro que está el mundo..." Pero bueno, no quedaba más opción, tenía mucha sed y sin duda aquella fruta la calmaría.
Abrí mi monedero y le entregué a la niña el dinero. -Aquí tienes muchacha. Cogió el dinero con satisfacción mirando a su abuela como muestra de reconocimiento.
Seguí caminando mientras iba dando algún que otro mordisco a mis brochetas, cuando de repente encontré lo que buscaba, más bien escuché.
-AL LADRÓN!!! Exclamó una tendera bastante molesta.
Dirigí la mirada hacía el final de la calle, en donde pude observar que la gente que la abarrotaba, cedían el paso a la fuerza a una persona que se marchaba a la carrera.
"Ese debe ser el ladrón. Vamos a por él"
Comencé una carrera yendo en busca de aquel ladrón, que pude alcanzar sin problemas en cuestión de pocos minutos. Pero nos alejamos lo suficiente para salir de la zona del mercado. Me puse a su altura y le asesté una zancadilla que provocó que cayera al suelo como una losa.
El bribón emitió un quejido a causa del trompazo, y antes de que pudiera reaccionar apoyé mi pie sobre su espalda. -Quedas arrestado. Sentencié
Alcé mi vista y pude ver a un compañero, se trataba de Zuka el rubiales de Kusagakure.
-Oye Zuka, ayúdame con este ¿Quieres?
El paseo se prorrogaba sin premisa alguna. El vecindario parecía sumiso en paz, casi como de costumbre. Sin embargo, el rubio no cesó su empeño en absoluto, de seguro había algo en que pudiese ayudar. Caminó y caminó, se ciñó los guantes, caminó un poco mas, y aburrido se paró frente a una tienda. Tomó un caramelo, y pagó lo correspondiente, tras ello volvió a pasear. Con parsimonia, comenzaba a pensar en qué habría esa tarde para almorzar.
"Espero que sea arroz con pollo teriyaki... esa salsa mola mil, hermano!!"
Continuó su paseo, y al cabo de un rato quedó parado en mitad de la calle. En lo mas alto del cielo, un globo se iba elevando. En breves el globo desaparecería en el infinito azul. Bajó de nuevo la vista, buscando quizás al pobre chico al que se le habría escapado... y allí lo vio. Un joven atentó contra otro con una zancadilla, tras ello le dijo que estaba arrestado. La situación era realmente brusca, casi se atraganta con el caramelo. Antes de que eso llegase siquiera a suceder, el joven de manos en la boca llamó la atención del rubio, pidiéndole que lo ayudase con ese joven al que tenía bajo su pie, literalmente.
"¿Quién es el que necesita la ayuda...? vaya tela..."
— Tsk... pero si lo tienes apalizado, hermano.... ¿Para que voy a pegarle mas? Sería injusto... — Masculló el chico en respuesta. — Por cierto... ¿Desde cuando un genin puede arrestar? —
Sin miramientos, el Yotsuki se acercó con ese comentario. Pese a que su intención primaria no fuese intervenir, pues no lo consideraba necesario, quizás el capturado hiciese por zafarse de su opresor. Fuere como fuere, el rubio mostró una parsimonia desacorde a la situación. Quizás éstos duros años de entrenamiento físico le había relajado ante situaciones violentas.
— Lo peor es que su cara me suena... —
Con ese comentario, el chico terminó de acercarse, dejando caer su peso sobre las rodillas, posicionándose en cuclillas. Bajó su mirada hacia el individuo, buscando identificar bien su rostro. Quizás lo conocía de algún incidente anterior, pues bien cierto es que quien comete un crimen, normalmente vuelve a pecar.
— ¿Distrito comercial quizás? Su cara me suena... — Reconoció a su compañero de promoción.
Tras ello, volvió a retomar su anterior posición, continuando en sus trece. No iba a actuar en contra de alguien incapaz de defenderse, no le resultaba moral.
Aquel bribón yacía en el suelo exhausto, apenas podía hablar a causa de la necesidad de recobrar el aliento tras la carrera. Quedó completamente sumiso en el suelo, realizando unos golpecitos en el suelo con su mano derecha como muestra de rendición. Ante lo cual, levanté mi pie de su espalda y me incliné seguidamente, para ayudarle a incorporarse. Aquel ladronzuelo tendría más o menos nuestra edad, ataviado con ropas anchas y un pañuelo rojo atado al rostro para según mi entender, no ser reconocido. Pero tras la carrera, el pañuelo fue cayendo poco a poco hasta descansar en su cuello.
Zukamane estaba confuso, pues pensó que le había pedido ayuda para darle una paliza a ese pobre diablo, pero nada más lejos de la realidad. -No hombre, ayúdame a levantarlo. Lo he cazado robando en el mercado, y encima con agresión...tu me dirás.
Quedaba claro que para poder levantar a aquel muchacho del suelo, necesitaba la fuerza de Zukamane, puesto que la mía dejaba mucho que desear. -Y bueno, no tenía intención de detenerse. Me vi obligado a pararlo así.
"Aunque no niego que me gustó verle besar el suelo"
Entonces Zuka dijo que le sonaba su cara por lo que dejaría que hablara para tratar de averiguar que hacer con el ladrón. Aunque mi intención inicial era llevarlo a las autoridades. -¿Dices que te suena? No se quién será pero no tuvo mucha compasión a la hora de adjudicarse lo ajeno.
Al cabo de un par de minutos, aquel muchacho tendido en el suelo recobró el aliento y comenzó a pedir clemencia. -No por favor..., no quiero ir a la cárcel. No volveré a robar más. Lo prometo!
Ante la patética súplica de aquel intento de ladrón no pude evitar un resoplido acompañado con un rostro de decepción. -A lo hecho pecho chaval.
Aunque luego pensé que en función de lo robado sería una cosa u otra, pues no tendría sentido ir más lejos si apenas hubiese robado una manzana. Aunque no tendría mucho sentido tanta carrera por tan poca cosa. Por lo menos seguro que había aprendido la lección -Bueno... dije seriamente -Pues tendrás que darme lo que robaste para que se lo pueda devolver a su dueño.
-Pero es que lo necesito...Replicó.
-Si claro, yo también necesito muchas cosas y no voy sustrayéndolas a los demás.
Esperaría a que Zuka me ayudase a levantar al ladrón y tratar de averiguar lo que había robado.
El pelirrojo contradijo a Zuka, al parecer éste había malinterpretado su solicitud, pues tan solo le había pedido que le ayudase a levantarlo, no a pegarle una paliza gitana. Aprovechó para explicarle la situación. Al parecer el chico lo había perseguido desde el distrito comercial, donde había cometido algún hurto, violento además. Aclaró que había tenido que derribarlo por fuerzas mayores, pues el ladrón se había resignado a detenerse. El Yotsuki, tras un previo vistazo del rostro, se irguió e hizo por ayudar a Yoshimitsu a levantar a ese ratero de poca monda.
— Tsk... Había un tiempo en que al ladrón se le cortaba la mano... y nunca mas volvían a robar. — Sentenció amenazante el rubio ante el comentario del ladrón.
Ciertamente en ningún momento él llegaría a tan elevada condición, ni era su responsabilidad, ni se veía con ese derecho o frialdad para uno de los suyos... por muy ratero e idiota que fuese. Bien cierto también era, que esa amenaza le servía al menos para dejar bien clara su situación. Un crimen es un crimen, por pequeño sea.
Tras ese comentario, Yoshi no dudó en templar de la misma manera que Zuka, aunque algo mas liviano. Teniendo en cuanta que el que había hurtado no quería ir a la cárcel, el pelirrojo le propuso que entonces devolviese lo que había robado. Para sorpresa de ambos, el chico dijo que no podía devolverlo, que lo necesitaba. El rubio arqueó una ceja, a la par que volvió su mirada hacia su compañero. Éste por su lado comentó que todos necesitaban cosas, pero no por ello las robaban. Verdad mas grande pocas veces se pueden escuchar. Se lo podía decir mas alto, pero no mas claro.
"¿Qué puede necesitar tanto como para robarlo..?"
— Bueno, y... ¿Qué es lo que tanto necesitas que recurres hasta a cometer hurto por conseguirlo? ¿Tan necesario es realmente? — Preguntó intrigado al criminal.
Evidentemente, no dejó de observar sus movimientos. No lo dejaría escapar fácilmente si intentaba huir con una distracción, cosas mas raras habría visto...
-No! por favor! La mano no...la necesito. Sollozó el joven rapaz de forma desesperada. -Hagamos una cosa! ¿Y si os doy parte del botín y aquí no ha pasado nada? Tan desesperado estaba que intentó el sobornar a sus captores, algo que por desgracia para él, no iba a funcionar de absolutamente nada.
"Lo que hay que oír...menuda desfachatez..."
Gracias a la inestimable ayuda de Zukamane, levantamos a aquel ladronzuelo del suelo como un pelele y una vez de píe, pude cachearlo para intentar buscar el botín robado. La verdad, que no fue para nada difícil, solo fue rebuscar entre su camisa y apareció lo que vendría a ser una pequeña bolsa de tela a rebosar de monedas.
-Aja! aquí está. Exclamé.
-No por favor! es mío. Volvió a suplicar de forma vergonzosa el pequeño intento de ladrón. -Ahora empiezas a sentir lo que sintió a quién le robaste el dinero, bastardo!. Le contesté severo.
Por el peso de aquella bolsa diría que abrían con facilidad, alrededor de unos trescientos ryos más o menos. Lo que vendría a ser la recaudación de la desdichada tendera de una semana o quizás la quincena. Una barbaridad sin duda, sustraer el duro trabajo de una pobre mujer en un abrir y cerrar de ojos sin contemplar que la señora pueda estar manteniendo a su familia con este dinero.
-Pero por todos los Dioses!, acababas de dejar a la pobre tendera sin el dinero de todo lo que había recaudado todo lo que llevaba de mes!¿Te parece bonito?
El chico empezó a sentirse impotente ante la pregunta de Zukamane, su cara era como un libro abierto, y lo único que se le ocurrió decir balbuceando como un niño tonto. -Es...es...que.
-Habla ya! Seguí intimidando al muchacho, fuere cual fuere el motivo, seguro que jamás lo volvería a hacer.
-Es...que...quería hacerle... un regalo...a...a...mi novia...
"Venga va...No me lo creo"
Mi cara se descompuso por completo, trescientos ryos era una cantidad considerable y este niñato le robó el dinero a una pobre señora para hacerle un regalo a su novia. Lo que viene a ser ridículo, y no había mucho que decir al respecto. Afortunadamente la tendera tendría su dinero de regreso, sin duda.
-Madre mía chaval, eres malo como ladrón y además eres tonto...¿Ahora que hacemos Zukamane?
Las cosas pintaban mal para el ladronzuelo, sin duda el crimen cometido bien valía como mínimo una pena de cárcel. Intentaría ver con Zuka que deberíamos hacer con él.
El chico se vio realmente asustado cuando Zuka mencionó cortarle la mano. No era para menos, perder una mano asustaría a cualquier ratero de poca monta. Incluso llegó a ofrecerles la opción de compartir el botín. Éste chico había llegado más que lejos... ¿ofrecía compartir el botín con sus captores? ¿En serio pensaba que existiese gente tan corrupta? Vergüenza debería de darle.
— Claro, lo compartimos y todos contentos... ¿eres tonto? —
El pelirrojo se guardó su opinión sobre el tema, aunque era evidente que también le había molestado ese comentario. Comenzó a buscar por sus ropajes, hasta rápidamente encontrar una bolsa de tela que resonaba a metal. El ladronzuelo se quejó de que era suyo, a lo que rápidamente el pelirrojo comparó en sensación a lo que éste le había hecho sentir a su verdadera dueña. Entre tanto, el rubio alzó una ceja, signo de incredulidad ante ésta situación.
"¿De verdad está diciendo que es suyo? ¿No se cansa de hacer el idiota?"
El Yotsuki soltó una profunda exhalación. Quedó observando por el momento, manteniéndose algo al margen de la actuación de éste peculiar ladrón. Cuando Yoshimitsu palpó y vislumbró el botín, se vio realmente indignado. Según afirmaba, esa cantidad de dinero había de ser al menos de lo que llevaban de mes. El ladrón balbuceó, y Yoshi le insistió en que hablase de una vez por todas. Para cuando éste lo hizo, Zuka no pudo mas que llevarse la mano a la cara, incrédulo. El chico decía que lo había robado para hacerle un regalo a su novia...
El rubio giró la cabeza de un lado a otro, intentando llegar a la realidad y escapar de esa absurda dimensión. Pero no, no fue capaz. Ésta en que vivía era la auténtica, y tal y como repitió el pelirrojo, ése ladrón además de mal ladrón era tonto. Tras esas palabras, preguntó al Yotsuki qué debían hacer.
— Pues creo que deberíamos acompañarlo a que él mismo entregue lo robado, y le diga a la persona a la que se lo ha quitado el porqué lo había hecho. Seguro que a esa persona le agrada saber que su agresor es un romántico. — Comentó sarcástico en las últimas palabras. — ¿No? —
La opción de Zukamane me pareció correcta, pero temía que la poca materia gris del rapaz fuese un motivo más que suficiente para que reincidiera en su delito en otra ocasión. Y eso teniendo en cuenta que fue intimidado hasta los confines.
-Me parece bien, le daremos una alegría a la tendera. La pobre mujer debe estar destrozada.
Al escuchar la resolución el joven ladrón reaccionó de forma brusca, retorciéndose con la intención de escapar nuevamente. -!No pienso devolverlo, el dinero es mío!. La arrogancia y necedad de aquel muchacho le estaban conduciendo por un camino verdaderamente oscuro, que de seguir así, dificultaría aún más el ser indultado por su crimen.
-Si no pones de tu parte...no tendremos más remedio que tomar medidas idiota!
Menudo espécimen, había sido capturado y aún así luchaba por salirse con la suya estando delante de dos gennin. "Eso es alucinante" Pensé hastiado.
-Zuka!, ayúdame a agarrarlo fuerte que este se nos quiere escapar...
Y así lo hicimos, fuimos de regreso al mercado con el muchacho agarrado del pescuezo y con la bolsa con el dinero a buen recaudo. Como era normal la gente nos miraba descaradamente, pues el bribón no paraba de llamar la atención. Estaba haciendo un esfuerzo por hacerse famoso sin duda.
Finalmente llegamos hasta el puesto de la tendera, sentada detrás de sus mercancías mientras era consolada por sus compañeros de profesión. Se trataba de una mujer cuarentona entrada en kilos, que al verla así rompía el corazón a cualquiera. Por lo menos la gente la estaba arropando, algo bonito sin duda.
-Señora, le traemos al bribón que le robó su dinero, está arrepentido y venía a devolver su dinero.
-... Parecía que el chico iba a decir algo mal sonante, pero se mordió los labios.
La opción que Zuka ofreció le pareció genial a su compañero de profesión. Entregar al captor a la misma víctima. Parecía la mejor opción, y ella misma sería quien juzgase las acciones de éste. No lo hacía con el propósito de que la víctima se tomase la justicia por su propia mano, ni mucho menos, tan solo que éste le pidiese perdón y las cosas se arreglasen sin tener que llegar mas allá de lo debido. El joven no parecía un auténtico criminal, solo un chico descarrilado, casi como Zuka lo fue tiempo atrás... aunque éste no llegó a tanto, ni a ser tan terco.
Indiscutiblemente, el chico mostró de nuevo que era terco además de tonto. No, lo suyo no era para nada normal. No quería ser juzgado, pedía clemencia... y a la vez no dejaba de hacer el idiota y afirmar que era suyo. ¿Qué diablos tenía ese chico en la cabeza aparte de un millar de pájaros?
"Increíble... realmente increíble..."
Las palabras de Zuka no hicieron falta, Yoshimitsu dejó bien clara la opinión de ambos genin. Las tonterías ya sobraban. Sin embargo, el chico no hizo mas que empeorar su situación. Comenzó a intentar zafarse, buscando huir de sus captores, a lo que Yoshi pidió ayuda al rubio para trasladarlo.
— Claro que te ayudo... si hay algo que odie, es a la gente que hace daño a mi familia, y todo aldeano de Kusa es parte de mi familia. Como se intente escapar, le voy a electrocutar hasta que pida morir. —
El chico de orbes azules mostraba ahora un claro enfado, bastante mas allá de lo común. Pocas veces tenía que llegar a éstos extremos con una persona, pero cierto era que su comportamiento le hacía hervir la sangre. Él era de Kusa, y no había sufrido en robar a alguna mesera de su propia aldea, sangre de su sangre... Ésto en otros tiempos habría sido motivo de horca.
El rubio tomó al chico pasando su brazo por debajo del diestro del ladronzuelo, y frente a éste mostró su diestra, la mano que le quedaba libre. Sus guantes azules y blancos comenzaron a brillar un poco, mientras que en su mano se acumulaba una pequeña cantidad de electricidad. Los rayos se hacían poco a poco mas intensos, en lo que claramente era una amenaza.
— Dame un solo motivo mas, atrévete a hacerlo... y ya sabes lo que te espera. — Sentenció antes de emprender el camino.
Tras un rato caminando, ambos genin y el ladrón llegaron al distrito comercial. Pararon frente a un puesto, donde un coro de gente intentaba dar ánimos a una pobre mujer, que abatida luchaba por no llorar. Yoshi se adelantó, irrumpiendo ese emotivo momento de arrope a la mujer por parte de sus compañeros de profesión, e informó a los presentes de que traían al ladronzuelo.
— Si, así es, traemos al chico que accidentalmente tomó lo que no es suyo. Viene a exponeros el porqué lo hizo, y a pedir perdón. — Continuó apalabrando el rubio. — ¿Verdad? —
Sin mas, llevó su mirada hacia el chico, el cual se mordía los labios, casi parecía estar conteniéndose. A saber que clase de disparate soltaba ahora... el rubio tan solo rezaba por no tener que partirle la boca a ese tonto.
Ante las palabras de Zukamane la mujer alzó la vista fijándose en nosotros y sobre todo en el ladrón. Seguidamente la mujer se incorporó de una forma tan repentina que parecía algo antinatural, con un rostro de ira que por mucho que me esforzara en describir aquel rostro, sería imposible.
-Mama...cre...cre...creo que tenías razón es de...demasiado di...dinero para un re...re...regalo de primera ci...cita. Dijo el joven bribón completamente atemorizado ante la visión de lo que parecía ser su madre. Estaba tan enfurecida, que hasta bufaba como si de un toro se tratara. La tensión se podía cortar con un cuchillo, la gente del mercado guardó un silencio sepulcral.
-Creo que huele a caquita por aquí...Dije de forma involuntaria al ver a la tendera en aquel estado, sabía que algo malo iba a ocurrir, pero sobre todo, tanto Zuka como yo seguíamos sujetando al muchacho que comenzó a temblar como un flan.
La mujer agarró una barra de pan de su tienda improvisada, esas barras de pan gigantes de las que bien podrían comer una docena de personas. La blandió como si fuera un arma de dos manos, y se dirigió violentamente hacía el muchacho.
-TAKESHI!!! Eres un malnasio!, un silvergüensa!, mal hijo!!! La mujer comenzó a asestarle panazos a su hijo y comenzaron a volar trozos de pan en todas direcciones, junto con una lluvia de pan rallado que hizo que incluso alguna miga consiguiera introducirse en mis ojos, viéndome obligado a soltar al muchacho para frotarme los ojos.
"DIOS! como escuece el pan en los ojos!"
-Dios mio!, vamos a morir...!! Grité, pues no paraban de alcanzarme pedazos de pan que me golpeaban por todo el cuerpo.
-TE VI A MATAR!!! Ensima ma salio ladrón...
El ladronzuelo retrocedió por cada impacto que su madre le asestaba, hasta que acababó cayendo al suelo. -Mama no lo haré más...Lo Juro! Decía el pobre muchacho entre sollozos.
Agarró la tendera a su hijo de la oreja y lo levantó a pulso. -Ayyyyyyy!! Lo arrastró y se dirigió a un compañero mercante.
-Por favor, vigila mi tienda que vuelvo enseguida. Se dirigió a su compañero como si no hubiera ocurrido nada.
-Me duele mama... Balbuceaba el hijo de la tendera con voz apagada.
-Por...por... supuesto! Respondió asustado, estaba claro que no quería tentar su suerte.
-Señora, no se vaya sin su dinero. Dije mientras sujetaba la bolsa con una mano y con la otra todavía me frotaba los ojos.
La mujer se levantó tan rápida y furiosa que parecía haberse sentado en un hormiguero. Su rostro desbordaba ira, tanta ira que raro sería no asustarse ante ella. La mujer iba a dejar k.o. al ladronzuelo, y eso era mas que notorio. En un principio el rubio pensó en ponerse entre medio, de mediador... pero tras escuchar a la mujer, se le vino el cielo al infierno. El chico había robado a su propia madre, para hacer un "regalo de primera cita" a su chica. Simplemente increíble.
"Pffff.... ¿en serio? Este chico es lo peor de lo peor... robar a su propia madre..."
Inconscientemente, apretó el brazo del chico hasta amoratarlo, pero ésto no sería nada en comparación a lo que le esperaba. La tendera tomó una barra de pan de hacía días, pues se notaba mas dura que una barra de acero, y le asestó una ingente cantidad de porrazos con ésta a su hijo. El chico no podía ni defenderse, los cachos de pan volaban por todos lados. Hasta el pelirrojo se quejó y sentenció que morirían todos. No era para menos... si ahora cayesen sobre aceite hirviendo, se convertirían en san jacobos. El empanado ya lo llevaban.
Entre porrazo y porrazo, el rubio quedó algo mas satisfecho. Ese ladronzuelo merecía eso y mas. Lo suyo era imperdonable. Diantres, con razón le sonaba su cara... la de veces que habría sido atendido allí por él cuando su madre estaba en otros asuntos.
Fuere como fuere, llegó un momento en que le pilló de un tirón por la oreja, lo alzó y se lo llevó hasta un compañero. En ese momento, Yoshi avisó a la mujer de que no se olvidara de su dinero. Para algo habían venido, y no era para ver esa paliza. Aunque dicho lo dicho, lástima que no tuviesen palomitas a mano...
— Bueno... si, sería importante que tomase el dinero, señora. Para el castigo ya tendrá tiempo, yo al menos me lo tomaría con paciencia en buscarle uno realmente duro. Lo que ha hecho es de lo peor... —
Dicho ésto, los genin quedaban en paz. Ya habían cumplido lo que tenían entre manos, aunque con un desenlace un tanto peculiar. El rubio volvió la mirada a su compañero, se encogió de hombros, y se dio la vuelta.
— Bueno, creo que nos podemos ir... ¿Te hace un té? Invito yo. — Sugirió el Yotsuki.
Si mas impedimento no había, marcharían a algún establecimiento cercano que pudiese abastecerlos de agua mezclada con hierbas.
La tendera tomó el dinero sin mediar palabra, aún malhumorada, cargando con su hijo que no había soltado todavía de la oreja de un lado para otro. Aunque finalmente resopló y agradeció nuestra labor.
-Gracias muchachos, si no hubiera sido por vosotros este energúmeno se hubiera gastado todo el dinero que tanto me ha costado ganar en una tontería...
-No hay de qúe. Respondí seguidamente
Todo el suceso del ladrón miserable fue surrealista desde el mismo comienzo. Lo bueno es que acabó, por lo menos nuestra parte, el muchacho que osó robar a su madre recibió una lluvia de guantazos como panes, literalmente. Pues no hace falta gastarse una fortuna en hacerle un regalo a una novia, menos cuando el poder adquisitivo de uno no lo permite.
Tanto Zukamane como yo, nos fuimos alejando de aquel lugar poco a poco, de tal modo que no se percataran de nuestra ausencia, ya que el dinero fue devuelto, ninguno de los dos teníamos por que seguir en aquel lugar. Fue en ese momento cuando Zuka, sugirió ir a tomar un té, asentí afirmativamente.
-Si vayamos a tomar algo, tengo la necesidad de olvidar lo que ha sucedido hoy...menuda locura. Dije consternado, mientras recordaba lo sucedido desde el principio. Salimos nuevamente de la zona del mercado y fuimos directo a un humilde puesto en donde servían un té realmente delicioso, además lo acompañaban con todo tipo de pastas e incluso dangos. Que era algo que realmente me apasionaba.
Llegamos aquel local, se trataba de una casita de madera en donde sobresalía una chimenea metálica en donde se veía perfectamente como salía el humo ocasionado por la leña que se encargaba de hervir el agua para la elaboración de los tes, además de poder oler en el ambiente un dulce aroma que manaba del horno casero al preparar las deliciosas pastas. Como el buen tiempo lo permitía, nos sentamos en una mesita afuera del local,pues el dueño de aquel local había improvisado una pequeña terraza en donde la gente disfrutaba de sus productos resguardados de un bonito toldo azulado que ondeaba por el viento.
-Bueno...menuda forma de comenzar el día...¿Verdad? Le comenté mientras esperábamos a ser atendidos.
Tan pronto como pudieron escabullirse, el par de shinobis los hicieron. Raudos y ágiles, así como sigilosos, ambos hicieron alarde de habilidades ninjas para desaparecer sin ser percibidos casi. Evidentemente, después de devolver el dinero a su legítima dueña. La mujer agradeció el hecho, así como no paró de tirar de la oreja del joven en todo momento.
Al cabo de un rato andando, Yoshimitsu atendió positivamente a la propuesta del rubio. Un té estaría bien para relajar un poco el aire. Tras una situación como esa, el mismo cuerpo lo pedía. Yoshi guió el camino hasta un puesto de madera bastante conocido, de hecho Zuka ya había estado allí en varias ocasiones. La terraza improvisada era de lo mejor, obviando ese dulce olor que manaba de la chimenea. Aquel sitio era de lo mejor para pasar una buena tarde, y el tiempo acompañaba. No había manera de que ésto saliese mal. Al menos eso pensó el rubiales.
Tras de Yoshi, Zuka tomó asiento bajo el toldo azulado. Se dejó caer sobre la silla casi a pié de plomo, y dejó caer un resoplido mientras escuchaba lo que compañero comentó. Si, la verdad es que el día había empezado genial... aunque por otro lado, le gustaba estar en medio de éste tipo de situaciones, siempre para llevarlas a buen puerto, obvio.
— Si... la verdad es que ha sido duro ver que un chico robe a su madre... y mas con ese motivo tan absurdo... es increíble. Éstas cosas me matan... —
El rubio miró un poco la carta que había entre ambos, una carta de plástico en que estaban enumerados todos los té y pastas del comercio. Apenas tardó unos segundos en identificar el que pidió la última vez, una infusión de manzana que le gustó bastante.
— Bueno... ¿y que hay de tu vida? Hacía mucho que no te veía... casi que desde la academia. ¿Te has echado novia y te ha secuestrado o que? jajajaja. — Bromeó el Yotsuki.
Casi al instante, un anciano de barbas y cabellera gris se acercó. Llevaba un kimono bastante modesto, casi rústico, y unas sandalias de madera. Sus cejas estaban tan pobladas casi como su barba, llegando a tapar parte de sus ojos, y su tez era pálida como el mármol. Sin duda, ese era uno de los dueños del sitio.
— Buenas tardes, jovencitos. ¿Qué van a tomar hoy? — Preguntó sin titubeos.
— Pues... yo quiero una infusión de manzana con té verde, y un par de dangos. — Apresuró a responder el rubio. — ¿Y tú, Yoshi? —
Nos acomodamos en una de las mesas de la terraza y no pude más que resoplar ante del comentario de Zuka sobre el incidente del muchacho ladrón. Tanto era mi hastío, que apoyé literalmente la cabeza sobre la mesa y dije con sinceridad.
-Si llego a saber el desenlace cuando lo atrapé, si que le hubiera dado una pequeña tunda la verdad.
Desde mi posición veía como Zuka había tomado la carta de plástico que había sobre la mesa, espere a que terminara de decidir para que cuando lo hiciera, tomar el relevo e inspeccionar la carta. Para ello, volví a incorporarme y sentarme como una persona humana. Luego preguntó a que me estuve dedicando hasta el día de hoy, la verdad es que llevaba bastante tiempo sin ver a Zuka.
-Pues viajé un poco por allí y por acá, he conocido a unos cuantos shinobis extranjeros. He viajado mucho al país de la Espiral. Estuve en el bosque de la Hoja, incluido la destruida Konoha, también he estado en la capital de la Espiral, la ciudad llamada Yamiria. ¿Sabes? En el bosque de la Hoja maté una hormiga gigante, estuve al menos dos días oliendo a bicho...La verdad que aquel recuerdo no era demasiado agradable.
Tuve que hacer una pequeña pausa, pues el dueño del local vino a atender nuestro pedido. Zuka pidió una infusión de manzana con té verde y una ración de dangos. "Tiene que estar bien la infusión de manzana, otro día la tengo que provar sin duda" Por mi parte, tampoco me llevó mucho tiempo decidir.
-Yo quisiera un té rojo acompañado por otra ración de dangos por favor.
Cuando el regente del local se marchara, continuaría con mi relato. -Además en la capital de la Espiral, me enfrente con un shinobi de Uzushiogakure, peleamos en una playa. Era miembro de un clan de la antigua era shinobi, el clan se llama Uchiha, no se si te sonara de algo.
Tras una breve pausa terminé mi monologo añadiendo. -A esas cosas me he estado dedicando más o menos. También estoy desarrollando una nueva técnica de las mías.
Zuka escuchó como su compañero compartía su dolor. Esa situación había sido asquerosa, realmente desagradable. Si habían cosas malas, esa estaba de entre las peores. Robar a una madre para hacer madre a otra mujer... asqueroso y casi de cuervos. No ni tan siquiera los cuervos roban a sus madres, salvo los ojos... los ojos son demasiado bonitos. En fin, ambos se sentían igual de frustrados.
Yoshi comenzó a relatar unas cuantas cosas que había estado viviendo. El chico había viajado bastante, muchísimo mas que el Yotsuki. Quizás ese sentimiento del patriotismo le estaba encerrando demasiado, privándole de conocer el mundo. Pero bueno, todo objetivo tiene sus sacrificios. Al parecer, había estado viajando sobre todo por el antiguo continente del fuego, concretamente por lares de Uzu. Lo mejor de todo, es que había conocido al parecer a bastantes shinobis de fuera. Eso es todo un tesoro. Cuanto mas conoces y descubres, mas aprendes.
Cuando el señor del establecimiento apareció, Zuka pidió lo que le apetecía, tras de él, Yoshi pidió un té rojo y otra ración de dangos. El hombre se fue hacia la cocina, o simplemente hacia la barra. Entre tanto, Yoshimitsu continuó su relato. Continuó explicando que había conocido a un shinobi de un antiguo clan, uno llamado Uchiha. Para su mente, no fue mas que otro apellido mas.
— Pss... no. La verdad es que no me suena de nada el apellido Uchiha. —
Tras relatar su encuentro en la playa, su combate, terminó por concluir que a eso se había estado dedicando. Así mismo, también dejó un punto interesante, que ahora estaba terminando de desarrollar una nueva técnica de "las suyas".
"Pues... la verdad, ni recuerdo qué clases de técnicas dominaba Yoshi... si que hacía tiempo que no lo veía..."
— Waoh... pues no paras, eh? jajajaja. — Bromeó el Yotsuki. — Yo he estado bastante centrado en el adiestramiento físico. He estado entrenando mucho con mi padre y con mi tío, y al final he conseguido dominar el estilo de Nin-taijutsu de la familia. Supongo que ahora podré dedicar mas tiempo a viajar y conocer mundo, al igual que tu has hecho. —
— La verdad, entrenar tiene sus cosas buenas... pero te envidio un poco por tanto como has disfrutado y aprendido. Combatir contra shinobis de otra aldea tiene que ser genial... ¿no? —
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