La calle estaba llena y alborotada con el bullicio de las horas nocturnas. La lluvia jamás había sido impedimento para disfrutar de un pincho de carne a la mitad de la calle y esa noche no sería la excepción. Habían incluso niños a aquellas horas en que la lujuria y el desenfreno son dueños hasta del más recatado de todos, pero esa noche era especial. Había una celebración que coloreaba las siempre grises calles de Amegakure y las llenaba de vida, de un brillo especial cuyo origen aún Maar desconocía.
Sin embargo, ella tambien se había colado entre la muchedumbre y se paseaba bajo su paraguas negro, cubierta de azul y blanco, con un vestido que a penas traspasaba sus rodillas y le cubría los brazos; bajo este llevaba una blusa que protegía parte de su cuello. Su bandana ninja reposaba por encima del traje, en el cuello. No parecía vestida para una fiesta sino más bien una mujer de muchos años buscando a su hijo adolescente en un bar. Aunque ignoraba por completo su falta de estilo, parecía disfrutar de estar rodeada de gente y de esos platillos de calle tan típicos de Amegakure.
En cierto momento se detuvo frente a una tienda, una que sólo estaba abierta en el día, en donde se vendían artículos para pintar y dibujar << Hace mucho tiempo no lo dibujo. >> se dijo, tocando con la llema de sus dedos un pequeño símbolo del clan nara bordado en el pecho de su traje. Se había quedado un instante suspendida en sus pensamientos, junto al ventanal de la tienda, cuando un vozarrón rasgó con furia el viento y el sonido de la lluvia, por encima del bullicio de la gente y reclamó la atención de todos.
- ¡Quinientas monedas! - anunciaba - ¡Quinientas! - alzó los brazos con fuerza y toda su expresión era de eufórica victoria - Al valiente. ¡Al más valiente de todos! A quien logre atravesar la piscina en una sola pieza. - Cuando terminó el anunciante señaló con gracia a un enorme cubo que reposaba sobre una improvisada tarima y dos mujeres apostadas junto a la estructura tiraron de la tela inmensa que lo crubría, dejando a la vista una piscina de agua cristalina en cuyo interior rondaba en círculos un tiburón del tamaño de un toro.
Muchos curiosos rodearon la tarima casi de inmediato, << ¿A quién se le ocurriría tal cosa? Bueno, estando todo el mundo tan ebrio no se me haría raro que dos o tres alimenten al pececillo >> La kunoichi también se acercó, pero no lo suficiente para poder ver en detalle al animal. Sus ojos a penas le mostraban un panorama aproximado de la realidad y aquello motivaba su curiosidad inconscientemente. Miraba por encima de los hombros, se empinaba a veces y se apoyaba en las cabezas de los curiosos que la separaban del escenario para levantarse más y poder ver lo que pasaría.
Nivel: 15
Exp: 2 puntos
Dinero: 2275 ryōs
· Fue
· Pod
· Res
· Int
· Agu
· Car
· Agi
· Vol
· Des
· Per
Al igual que varias partes de la aldea, algunas mas aptas para menores que otras, las luces no se apagaban al anochecer. Aquel día parecía estar celebrándose una fiesta entre la gente del barrio o una cosa así. Fiesta que era fácilmente apreciable desde el balcón de la casa que ocupaba Mogura y el abuelo Manase.
Supongo que es una buena ocasión para comer algo diferente fuera de casa.
Pensó el joven médico mientras caminaba por las calles ya dentro del circuito que abarcaba aquella celebración. Su abuelo ya no estaba para esas cosas y se fue a dormir bastante temprano. Había bajado con su tradicional paraguas, fiel escudo para la lluvia, junto a él también tenía una segunda linea de defensa que consistía en un cómodo abrigo de cuero y unas botas que evitaban que el agua tuviese contacto directo con sus pies. Si uno se pusiese a ver con detenemiento podría apreciar el chaleco de vestir que lucía debajo del abrigo.
¡Quinientas monedas! ¡Quinientas!
Aquel enérgico llamado había logrado su objetivo de atraer la atención de todos, y el joven de cabello azabache no iba a ser la excepción. Pronto se vería amontonándose con toda la gente de aquel lugar para tener una mejor vista de lo que sea que estuviesen queriendo vender.
Momentos como ese era una buena idea cargar con un paraguas, pues la gente llegaba a mantener cierta distancia de uno por medio a que le piquen los ojos con una de las puntas del artefacto. A uno de sus lados se encontraba una persona que parecía por demás motivaba por el anuncio que había hecho el sujeto.
¿Kunoichi?
Pensó al ver su bandana cubrirle el cuello, una rápida vista a sus rasgos podría indicar en un principio que podría llegar a tener alguna especie de relación sanguínea con la muchacha, pues tenían el mismo color de cabello y ojos, pero Mogura no tenía hermanos, que él conociese al menos.
¿Qué tiene la piscina de interesante?
Preguntó curioso al ver a la motivada muchacha buscando saciar su curiosidad.
Nivel: 32
Exp: 77 puntos
Dinero: 4420 ryōs
· Fue 30
· Pod 80
· Res 40
· Int 80
· Agu 40
· Car 50
· Agi 110
· Vol 60
· Des 60
· Per 100
La frialdad del invierno se había visto caldeada por el ánimo de la fiesta. Aunque llovía igual que de costumbre, las calles del distrito comercial de Amegakure estaban inusualmente repletas de personas que iban de aquí para allá refugiadas bajo paraguas y tratando en vano de mantener secos sus ropajes de ocasión. Niños, el olor de la comida en los puestos ambulantes, las luces imperecederas... todo rebosaba vida aquella noche.
«¿Qué celebran hoy?» Se preguntaba una confundida Ayame, mientras deambulaba entre las calles. Al contrario que la mayoría de las personas que la rodeaban, no llevaba ningún tipo de protección para la lluvia. Y aunque sabía que le caería una buena bronca al llegar a casa, realmente no le importaba estar empapada de los pies a la cabeza.
Había salido para disfrutar del aire fresco, sin ningún tipo de destino en concreto, pero sus pasos habían acabado conduciéndola al núcleo de aquel jolgorio y ahora se paseaba curioseando cada uno de los rincones de aquel festivo que no alcanzaba a comprender. Y fue entonces cuando una voz se alzó por encima del constante murmullo de la multitud.
—¡Quinientas monedas! ¡Quinientas! —a lo lejos, unos brazos se agitaron con euforia en el aire—: Al valiente. ¡Al más valiente de todos! A quien logre atravesar la piscina en una sola pieza.
Devorada por la curiosidad, Ayame se acercó como pudo, abriéndose paso a través del apretado círculo de personas que se habían congregado en torno a una improvisada tarima. Sobre ella, un hombre y un enorme cubo tapado por una lona parecían ser el núcleo del espectáculo. Las dos mujeres que se encontraban junto a la estructura tiraron de la lona y dejaron a la vista una piscina a rebosar de agua y, en su interior...
—Un tiburón... —susurró Ayame para sí, apretando ambos puños junto a los costados—. ¿Qué clase de espectáculo circense es este? —se le escapó, en voz más alta.
Pero no le importaba. Porque no soportaba ver al animal nadando en círculos en un espacio tan reducido, en apenas una piscina que no contaba con ningún mecanismo para controlar las propiedades del agua y que sin duda conducirían al fin del animal. Y porque estaba segura de que, para llevar a cabo aquella desfachatez, aquel escualo habría estado más de una jornada sin probar bocado sólo para despertar su ferocidad y su apetito.
El pintoresco hombre no alcanzaba el metro y medio, aún entaconado en su calzado de madera, había dejado paso a los murmullos de los curiosos, para que se incitaran entre sí a saltar al agua. Maar no lo escuchó más durante unos instantes en los que se percató de un shinobi que le hablaba. Se sobresaltó al ver sus intenciones cortadas, pero ya sabía que no tenía caso, tal vez debería tratar de avanzar hacia el centro del espectáculo cuando la emoción inicial se disipara, si lo hacía.
Le sonrió al jovencito un tanto incómoda, por no saber explicar de inmediato, se encogió de hombros y miró hacia donde debería verse la piscina, luego lo vio a él una vez más y señaló con la diestra al enano flacucho que daba voces nuevamente, luego al animal tras los cristales - No es normal ver tiburones vivos en medio de las calles.- Expresó dejando al final sus palmas expuestas hacia arriba. << ¿Y esta celebración? ¿Cuál es el motivo? >> iba a preguntar, pero por como había percibido, el chico estaba tan perdido como ella de cualquier información al respecto y prefirió no hacerlo.
Pronto se escuchó al anunciante del concurso una vez más - ¡Vamos jovencita! - Apremió a alguien que estaba muy cerca del pequeño estanque y a quien las dos mujeres, entre risas fingidas, se habían acercado y una de ellas trató de tomarla del brazo. Era una joven cuya negra cabellera empapada brillaba como plata bajo la luz de la luna.
La kunoichi del clan Nara a penas podía ver las figuras entre los rostros y cabezas que quedaban difuminados por su intención de ver lo que pasaba. Se sintió impotente al no tener certeza y sintió que debería forzar su paso de otro modo. Entonces volvió la mirada al chico que estaba a su lado y le sonrió una vez más, pero esta vez lo hizo con algo de picardía que intentó fuera complicidad. - ¿No te gustaría ver lo que pasa? Si es lo suficientemente loca entrará allí y... - Sólo hasta intentar decirlo se dio cuenta de la realidad. Por un momento pensó que sería un truco para llamar la atención y mostrar el verdadero espectáculo. Pero ahora que parecía que alguien estaba dispuesto a entrar, el panorama cambiaba << será una catástrofe>>
El sujeto retaba a una kunoichi a entrar en las aguas, trataba de hacerla subir a los tablones mientras se frotaba las manos y sonreía. - Amegakure quiere ver a esta valiente kunoichi lanzarse al agua. ¡Ahora mismo! - Bajaba y subía las manos pidiendo el ánimo del público, mientras al oído de la joven una de las mujeres preguntó - Porque eres kunoichi, ¿verdad? - Su voz era aguda pero serena, aunque quizá resultaría incómodo sentir tan de cerca su aliento a sangre.
- ¿Me ayudas a avanzar? - Preguntó al recién conocido, con ojos suplicantes. << seguramente puede abrirnos paso fácilmente. Cualquiera tiene más fuerza que yo. >>
- ¡¿Nuestro pez comerá sangre ninja?! o al contrario ¡¿Tendremos una gloriosa ganadora?! - La sonrisa de aquél hombre era siniestra y grande, tanto que casi parecía que tiraba sus orejas por detrás de la cabeza.
Nivel: 15
Exp: 2 puntos
Dinero: 2275 ryōs
· Fue
· Pod
· Res
· Int
· Agu
· Car
· Agi
· Vol
· Des
· Per
Como respuesta a su interrogante, recibió en un primer momento un gesto basante común, la muchacha parecía estar casi tan desconcertada como lo estaba él. Seguidamente le indicaron hacía donde sería mejor dirigir su atención, al presentador y al pobre animal en cautiverio.
¿Un tiburón?
Sus ojos se abrieron de par en par casi en el instante en que hizo contacto visual con la criatura, entre muchos del os espectadores se encontraban niños, niños muy jóvenes, de esos que un tiburón podría usar como plato de entrada antes de intentar comerse un plato lleno de habitante de Amegakure.
¿Qué... estas...?
El shinobi no lo había llegado a notar en el primer momento, pero parecía que la kunoichi no estaba haciendo uso del lenguaje común para expresarse sino que echaba mano a las señas, en el literal sentido de la palabra, para comunicarse con Mogura.
Escuchó nuevamente al hombre pero esta vez sus palabras iban dirigidas a una persona en particular. Apartando a la gente con una de sus manos y la ayuda de su paraguas, llegó a hacer un hueco que le permitiese tener una mejor visión de lo que había adelante, aquella fémina le resultaba vagamente conocida como una especie de celebridad.
¿Será posible que sea.... no... o si?
Regresó su mirada hacía la kunoichi que no paraba de hacerle señas, no era un experto ni se podía decir que usara el lenguaje de señas todos los días en su vida pero algo parecía interpretar de todo lo que decía la Nara.
Hay que ir mas adelante.
Se puso delante de la chica y motivado por un puñado de sentimientos, preocupación y curiosidad eran los dos fuertes en ese preciso momento. No era precisamente fuerza lo que usaba sino que trataba de darle uso a la amenaza que podía resultar ser un paraguas cerca de los ojos de los demás. Y así lo hizo hasta llegar a un lugar donde se pudiese ver comodamente toda la situación.
¡¿Nuestro pez comerá sangre ninja?! o al contrario ¡¿Tendremos una gloriosa ganadora?!
El joven médico no quería imaginarse lo que iba a acontecer en aquel lugar. Desde un primer momento tenía sus serias dudas sobre la legalidad de aquel evento.
No creo que las Corridas de tiburones estén permitidas en Amegakure.
Susurró a la kunoichi muda, que con un poco de suerte no había perdido en el camino.
Nivel: 32
Exp: 77 puntos
Dinero: 4420 ryōs
· Fue 30
· Pod 80
· Res 40
· Int 80
· Agu 40
· Car 50
· Agi 110
· Vol 60
· Des 60
· Per 100
De repente, y de manera totalmente inesperada, el hombrecillo de la tarima se volvió hacia ella.
—¡Vamos jovencita!
«¿Me está mirando a mí?» Se preguntaba, con el cuerpo en tensión por la sorpresa y la rabia.
No hizo falta demasiado tiempo para responder a la pregunta. Las dos mujeres-florero se habían acercado a ella entre risillas cargadas de falsedad y una de ellas intentó agarrarla del brazo. Ayame se apartó instantáneamente y le dirigió una mirada que parecía más propia de su padre que suya propia.
—No vas a ponerme las manos encima —le advirtió.
—Amegakure quiere ver a esta valiente kunoichi lanzarse al agua. ¡Ahora mismo! —intervino el hombre.
—Porque eres kunoichi, ¿verdad? —le susurró una de las dos mujeres al oído, y la cólera de Ayame estalló como una bomba de relojería.
—¡Por supuesto que soy una kunoichi! —exclamó, señalando la bandana sobre su frente con henchido orgullo—. ¡Pero mi deber es proteger a las personas de esta aldea! ¡No participar en macabros espectáculos callejeros!
—¡¿Nuestro pez comerá sangre ninja?! o al contrario ¡¿Tendremos una gloriosa ganadora?! —seguía parloteando el hombrecillo.
Sin poder resistirlo durante un instante más, Ayame saltó al estrado. Se plató frente al encargado del espectáculo y, con un simple movimiento de su muñeca, liberó el kunai que llevaba escondido bajo la manga y lo apuntó directo a su gaznate.
—¡¿Quién te ha dado el permiso para este vergonzoso espectáculo?! ¡Habla!
- ¡Cuánta pasión! - Exclamó el flacucho mostrando su sonrisa siniestra una vez más, una resaltada por sus dientes de tiburón.
- fufufu - Reía una de las mujeres a espaldas de la genin - Este será el mejor espectáculo de nuestra carrera - le dijo a su compañera, lo suficientemente alto como para que quienes estaban alrededor escucharan.
Maar caminaba por detrás de un shinobi que se abría paso entre el gentío y pronto llegaron frente a la pileta, allí la kunoichi pudo distinguir con más claridad al animal.
De cerca era más fácil notar las extrañas facciones del enorme animal. Si bien su mirada fría y la boca entreabierta, que exhibía sus dientes como cuchillas amenazando con devorar lo que fuera eran propios del depredador marino, su extraño aleteo habría llamado la atención cualquiera que conociera de lejos a los tiburones.
Pero no tuvo oportunidad para mirarlo mucho tiempo, pues cuando se acercaron la kunoichi de cabellos empapados había saltado sobre las tablas de la tarima y exigía a voz en cuello una explicación.
<< ¿Será parte del espectáculo? No, esto es real. >> Pero entonces recordó como un azote la voz lejana del jovencito que la ayudó a atravesar el muro humano. << No. >> Se llevó la mano al pecho, como si quisiera evitar que el corazón le explotara << Será una masacre, otra. >>
- ¡Esta es la furia! ¡La sangre que desea Sharkito! - Mientras hablaba y seguramente habiendo previsto lo que acontecería después, una de las mujeres que era de piel morena a la luz de la luna y cabellos casi completamente blancos, con una fuerza que sabrán sus dioses de dónde sacó, tomó la cintura de la kunoichi y tiró de ella hacia arriba para lanzarla al interior de la piscina.
Maar quiso cerrar los ojos pero le fue imposible. Sus manos heladas se posaron en la espalda de Mogura a penas perceptibles.
La multitud gritó a coro mientras la genin viajaba por el corto espacio que la separaba del agua. Todos vieron a Sharkito dar un giro magistral para esquivar el impacto del cuerpo chocando con el agua y su boca abrirse y abrirse como un sifón gigante.
La boca del tiburón se cerró de golpe antes de alcanzar a la kunoichi de Amegakure y su aspecto se tornó casi humano. Se puso de pie y alzó las manos al cielo buscando aplausos ante aquél perturbador espectáculo. Cuando los borrachos y morbosos celebraron el final del acto se escucharon cuchicheos. ¿Habían cometido un error?
- ¿Nos habremos pasado? - preguntó el enano en voz baja a la kunoichi de un país lejano - fufufufu - fue lo único que dijo en respuesta.
- Gracias por participar - Dijo el hombre-tiburón que ahora se vería más grande que antes, a la desafortunada ninja, ignorando la controversia.
<< Al final era parte del acto. >> Ahora su angustia se había convertido en rabia << Pues no me hace gracia que una kunoichi se preste para este tipo de cosas. >>
Sus músculos se relajaron y soltó al genin al descubrirse a sí misma ocultándose tras su espalda. << Pero qué vergüenza ¡Qué vergüenza! >>
Nivel: 15
Exp: 2 puntos
Dinero: 2275 ryōs
· Fue
· Pod
· Res
· Int
· Agu
· Car
· Agi
· Vol
· Des
· Per
Tanto Mogura como la kunoichi muda llegarían a la primer fila de espectadores justo a tiempo para presenciar las acciones de la Campeona de Amegakure.
¡Es ella!
Y si no era ella, se le parecía muchísimo. Claro que solo tenía una fotografía como referencia, de aquel suplemento informativo que había llegado a ver en lo que alguna vez se conoció como el Dojo del Combatiente.
¡Esta es la furia! ¡La sangre que desea Sharkito!
Y junto a esas palabras una de las mujeres que acompañaban al presentador se acercó hasta la kunoichi y haciendo uso de una fuerza que parecía ajena a su persona, intentó lanzar a la Aotsuki dentro de la piscina.
No hay forma alguna de que ella sea parte de todo este eventucho.
Mogura no estaba seguro de lo que estaba pasando pero confiaba casi ciegamente en que al igual que él, la muchacha seguiría un código ninja que no le permitiría prestarse a esas cosas.
Lo que ocurriría a continuación lo tendría pensativo unos segundos, a lo mejor por el hambre que tenía o por la hora que era pero realmente aquella broma pesada no le había hecho ninguna gracia ¿Sería quizás que Mogura tenía el alma de un anciano atrapado en el cuerpo de un genin?
¡Hey!
Gritó intentando llamar la atención de los que se encontraban arriba de la tarima.
¡¿Quienes son y qué creen que están haciendo?!
Demandó una explicación de lo ocurrido. Todo aquel que hubiese disfrutado de aquel morboso espectáculo de segunda tendría todo el derecho de llamarlo aguafiestas pero no podía dejar que le faltaran el respeto de esa forma a una colega.
Nivel: 32
Exp: 77 puntos
Dinero: 4420 ryōs
· Fue 30
· Pod 80
· Res 40
· Int 80
· Agu 40
· Car 50
· Agi 110
· Vol 60
· Des 60
· Per 100
—¡Esta es la furia! ¡La sangre que desea Sharkito! —exclamó el animado hombrecillo, al parecer nada amedrentado por el hecho de tener un filo apuntando directamente hacia su tráquea.
Ayame frunció el ceño, airada. Pero antes de que pudiera siquiera pensar qué debía hacer a continuación sintió que alguien la agarraba por la cintura y la lanzaba por los aires. Ni siquiera le dio tiempo a gritar. Los aullidos del público se vieron ahogados súbitamente cuando su cuerpo se hundió en el agua. Sobresaltada, Ayame abrió los ojos y miró con sobresalto a su alrededor. El tiburón había esquivado su caída pero ahora había virado y se dirigía a ella a toda velocidad, con aquellas fauces repletas de navajas abiertas de par en par hacia ella.
«¡Oh, no!» Maldijo para sí, cruzando los brazos frente a su cuerpo en un vago intento de defenderse y, a sabiendas de que no podría competir contra la velocidad de un animal marino, se preparó para licuar su cuerpo para evitar los mayores daños que estaba a punto de sufrir.
Cerró los ojos, esperando el dolor de aquellos colmillos atravesándola por múltiples puntos. Pero nunca llegó. El tiburón cerró sus mandíbulas con un mortífero chasquido justo antes de alcanzarla y Ayame se atrevió a entreabrir los ojos, confundida. Ante ella ya no se encontraba un pez, sino un hombre que había alzado los brazos hacia el cielo esperando los aplausos del público.
—Gracias por participar —le dijo, y la sangre de Ayame empezó a hervir en sus entrañas.
«Están jugando conmigo...» Comprendió, y su brazo comenzó a inflarse de una manera completamente antinatural. Antes de que nadie pudiera hacer nada por detenerla, se impulsó hacia la pared de cristal de aquella pecera gigante y estampó su colosal puño contra ella. «Veamos si cuando todos estéis igual de empapados que yo os seguís riendo igual.»
Con el chasquido del hielo rompiéndose, el cristal se resquebrajó. Y la presión del agua no tardó en hacerlo estallar en mil pedazos. La ola se liberó como un monstruo recién despertado de su sueño, desperezándose y cubriendo a todos los espectadores bajo su manto. Ayame cayó sobre la tarima entre jadeos, pero no tardó en alzarse y, sin mirar siquiera a nadie, saltó del estrado y dirigió sus enrabiados pasos al primer callejón que fue capaz de atisbar en la lejanía.
—Malditos... estúpidos... —gruñía, mientras se escurría inútilmente el pelo bajo la lluvia. Estaba calada de los pies a las orejas. ¿Cómo demonios se lo iba a explicar a su padre? Ya se enfadaba cuando se le olvidaba el paraguas y terminaba empapada por la lluvia, ¿cómo reaccionaría si llegara a casa como si se hubiese metido en el lago de Amegakure?—. Me va a matar... Me va a matar... —enrabiada, le asestó una patada a una pobre lata que se cruzó en su camino y terminó rebotando contra la pared más cercana.
Nivel: 15
Exp: 2 puntos
Dinero: 2275 ryōs
· Fue
· Pod
· Res
· Int
· Agu
· Car
· Agi
· Vol
· Des
· Per
No hubo contestación a sus preguntas, ni a las suyas ni a las de nadie. Lo unico que habría despues de la kunoichi furiosa hiciese lo suyo, sería una gran masa de agua bañando a todos. Mogura que se encontraba adelante de todo tuvo un pedazo grande de agua para él solo.
Bueno... creo que ya no necesito esto...
Pensó mirando su paraguas un segundo. Lo único que habría hecho en aquel momento el paraguas habría sido llegar a frenar algún trozo de vidrio.
¿Dónde...? ¿Dónde se fue?
Se preguntaba a si mismo, buscando a la autora de aquella ola. Se apoyó en un momento sobre las puntas de sus pies intentando llegar mas arriba sobre las demás personas y poder ver un poco mas lejos. Una silueta empapada parecía estar escabulléndose en uno de los pasillos entre negocios.
El shinobi no dudo dos veces en dejar lugar y dirigirse en la misma dirección que la muchacha con un ritmo bastante apresurado.
Aotsuki-san.
Dijo al llegar a la entrada del callejón, sus manos estaban a la vista de la chica si es que esta llegaba a girarse, en su diestra sostenía un paraguas cerrado y la otra estaba completamente vacía. No deseaba ser confundido con los locos circenses.
¿Se encuentra bien?
Nivel: 32
Exp: 77 puntos
Dinero: 4420 ryōs
· Fue 30
· Pod 80
· Res 40
· Int 80
· Agu 40
· Car 50
· Agi 110
· Vol 60
· Des 60
· Per 100
Entre maldición y maldición, una voz sonó tras su espalda:
—Aotsuki-san.
Con un ligero brinco, Ayame se volvió. Por un momento aquella voz se le había antojado similar a la de su hermano mayor, pero enseguida se dio cuenta de que no había sido más que su imaginación. El chico que se encontraba al final del callejón vestía ropajes oscuros y debía de rondar su edad y altura. Ni siquiera tenía el cabello albo, sino oscuro como la noche que les rodeaba y lo llevaba peinado hacia atrás. Al igual que ella, y al igual que todos los que habían asistido al ridículo espectáculo del hombre-tiburón, estaba empapado de los pies a la cabeza.
«Es un ninja.» Pensó, con cierto apuro, al reparar en la bandana que lucía sobre la frente y utilizaba como soporte para evitar que se le echaran sobre el rostro.
—¿Se encuentra bien?
Ayame torció el gesto ligeramente. Cielos, qué mal le quedaba el tono respetuoso a su nombre.
—Sí... Empapada, pero bien —espetó, con evidente disgusto, antes de seguir farfullando casi entre dientes—. No sé cómo están permitidos ese tipo de espectáculos de circo, la verdad.
Le miró por debajo de las pestañas. Y después de algunos segundos de silencio soltó lo que no dejaba de rondar por su cabeza.
—Tu también estabas allí, ¿verdad? —preguntó, sombría.
Nivel: 15
Exp: 2 puntos
Dinero: 2275 ryōs
· Fue
· Pod
· Res
· Int
· Agu
· Car
· Agi
· Vol
· Des
· Per
Su repentina aparición habría provocado que la kunoichi se girará con un poco de sorpresa. No era para menos, después de lo ocurrido tampoco le hubiese sorprendido si la muchacha hubiese empuñado una kunai, mínimo estaría molesta.
De hecho... dudo que ese tipo de eventos esté permitido.
Contestó sin avanzar mucho más de lo que ya había avanzado, la lluvia caía sobre él de la misma forma en la que caía sobre ella.
Parecía ser que aquella persona realmente era Aotsuki Ayame, la campeona del torneo. Aunque no estaba seguro de como tenía que dirigirse hacía ella. Una persona de la que había escuchado hablar en base a su desempeño en la arena y a los eventos ocurridos en lo que alguna vez se conoció como el Dojo del Combatiente.
Unos segundos pasarían antes de que la chica rompiera el silencio y le hiciese una pregunta.
Si. Me temo que llegue hacía delante demasiado tarde como para evitar la situación.
Respondió con un pequeño hilo de culpa en sus palabras, ya era tarde cuando el joven médico se había terminado de abrir paso entre la multitud.
Lamento no haber podido hacer nada para evitar lo ocurrido, Aotsuki-san.
Dijo en aquel tono tan formal que realmente era bastante común en el shinobi. Sumado a sus palabras realizó una ligera reverencia como gesto de disculpa. Sonaba como si Mogura hubiese sido el responsable de aquel mal rato e incluso podría llegar a sonar como si alguien hubiese muerto, pero no. Así solía ser.
Nivel: 32
Exp: 77 puntos
Dinero: 4420 ryōs
· Fue 30
· Pod 80
· Res 40
· Int 80
· Agu 40
· Car 50
· Agi 110
· Vol 60
· Des 60
· Per 100
El recién llegado no tardó en responder a su pregunta. Aunque dada la distancia que los separaba, cuando lo hizo, Ayame tuvo que hacer un esfuerzo adicional para entender sus palabras por encima del estruendo de la lluvia.
—Si. Me temo que llegue hacia delante demasiado tarde como para evitar la situación —dijo, con un hilo de voz—. Lamento no haber podido hacer nada para evitar lo ocurrido, Aotsuki-san.
Aquellas palabras la habían pillado con la guardia baja. Parecía que él también sospechaba que aquel espectáculo no había sido oficialmente autorizado por el gobierno, pero había tantas cosas en el aire que Ayame no pudo menos que sacudir la cabeza.
—Ah, puedes llamarme Ayame, sin formalismos. "Aotsuki-san" queda demasiado... —Un escalofrío recorrió su cuerpo de manera visible—. Y no tienes que disculparte, tú no tienes la culpa de nada. Yo... siento haberos echado el agua encima a todos, la rabia me pudo —añadió con una sonrisilla nerviosa.
Se volvió hacia él, con la cabeza ligeramente ladeada.
—Por cierto, parece que me conoces pero yo... no te recuerdo. ¿Nos conocemos de antes? —preguntó, con cierto apuro. ¿Acaso su mala memoria había llegado a tal punto que no sólo olvidaba los nombres, sino también las caras de las personas a las que conocía?
Nivel: 15
Exp: 2 puntos
Dinero: 2275 ryōs
· Fue
· Pod
· Res
· Int
· Agu
· Car
· Agi
· Vol
· Des
· Per
La kunoichi no deseaba que su nombre fuese adornado con ninguna clase de honorifico, ni al principio ni al final. De igual manera tampoco quería que la llamasen por su apellido. ¿Qué pensarían sus ancestros si la escuchasen? ¿Sería lo correcto tomarse tal confianza con una persona de la cual sabía poco y nada?
Fuese como fuese, un tópico mas importante ocupó sus pensamientos en cuanto la muchacha se quiso disculpar por su colérica acción.
No hay necesidad de sentirlo...
Comentó llevándose una mano a la nuca y desviando ligeramente su mirada hacía un lado.
Un ninja no es ningún payaso de circo como para estar dando entretenimiento barato a la gente...
Según su criterio, la chica había estado bien, si hubiese sido cualquier otro incluso le daba un par de tortazos a los responsables como parte del combo.
Aunque el actuar guiado por la rabia no sea lo mejor... Una falta de respeto como esa no merecía un menor castigo, Ayame-dono.
Al final de todo se le terminó escapando un honorifico, no podía evitarlo, era más fuerte que él.
Con un gesto de su cabeza la kunoichi lo enfrentó para hacerle un comentario seguido de una pregunta.
Sería poco probable que nos conozcamos de antes. Permita que me presente, mi nombre es Manase Mogura, nieto de Manase Dōsan.
Junto a su presentación fue acompañada una muy formal y respetuosa reverencia, todo parte de su tan etiquetado comportamiento el cual solía verse remarcado cuando conocía a alguien.
Nivel: 32
Exp: 77 puntos
Dinero: 4420 ryōs
· Fue 30
· Pod 80
· Res 40
· Int 80
· Agu 40
· Car 50
· Agi 110
· Vol 60
· Des 60
· Per 100
—No hay necesidad de sentirlo... —respondió el chico. Se había llevado una mano a la nuca y había apartado la mirada en un gesto nervioso—. Un ninja no es ningún payaso de circo como para estar dando entretenimiento barato a la gente...
Ayame resopló en respuesta. Un shinobi transformado en tiburón solo para satisfacer el morbo de la multitud. Sonaba asquerosamente humillante. ¿Por qué alguien que debía consagrar su vida a proteger su aldea llegaría al punto de denigrarse de aquella manera?
—Aunque el actuar guiado por la rabia no sea lo mejor... Una falta de respeto como esa no merecía un menor castigo, Ayame-dono.
En aquella ocasión le tocó forzar una sonrisa.
—Ya... Mi padre y mi hermano no dejan de repetirme lo impulsiva que soy pero... no he podido evitarlo... —replicó, y aquella vez fue ella la que se llevó una mano a la nuca.
Fue entonces cuando formuló la pregunta acerca de su identidad, y el recién llegado no dudó ni un instante en responder:
—Sería poco probable que nos conozcamos de antes. Permita que me presente, mi nombre es Manase Mogura, nieto de Manase Dōsan.
—Un placer, Mogura-san —replicó Ayame, con una ligera inclinación. Aunque no tardó ni un instante en recobrar la postura y dirigirle una mirada cargada de curiosidad—. ¿Quién es Manase Dōsan? Hablas de él como si fuera alguien... importante.
|