Hacía una calurosa tarde de primavera. Los cerezos estaban en flor, dándole una estampa al parque más bella de lo normal.

El lugar bullía con actividad: gente paseando, parejas teniendo una cita romántica, y muchos grupos de ninjas entrenando, entre otros. Ralexion se encontraba reposando todo el cuerpo sobre un banco de piedra, tirado de lado; con la diestra sostenía un manga llamado "Momo's Bizarre Adventure", mientras que su zurda se había perdido en el interior del kimono, ociosa. Se podía observar que estaba completamente centrado en la lectura.

—Sí que le ponen ganas —se dijo para sí, levantando la mirada durante unos instantes.

Frente a él, en uno de los claros del parque, había un grupo de genins recién graduados que estaban entrenando con ahínco considerable. Practicaban sellos, golpes de Taijutsu y combate con armas.

El pelirrojo suspiró y devolvió la mirada al manga.

Riko se había despertado animado aquella mañana, por lo que, en cuanto estuvo listo, se dispuso a salir a dar una vuelta por la villa, a ver qué podía hacer.

Su paseo le había llevado al Jardín de los Cerezos, el pequeño pulmón de la Villa que, en aquella época se encontraba precioso, con todos los cerezos en flor, como solía ser en primavera, lo que, sumado al excelente tiempo que hacía aquel día, había animado a otros tantos habitantes de la aldea a salir a disfrutar de las calles. En el Jardín, el peliblanco se encontró con unos antiguos compañeros de academia, genins recién graduados que había decidido entrenar en uno de los claros del lugar.

Durante el entrenamiento, el de ojos violetas veía gente ir y venir, pero se centró sobre todo en un joven de más o menos su edad, destacable, en su mayoría, por el intenso color carmesí de sus cabellos.

— ¡Bueno chicos, yo lo dejo por hoy! ¡Otro día seguimos! ¿Vale? — Se despidió Riko de sus compañeros de entrenamiento, de forma enérgica, y, como si nada, se dirigió a donde se encontraba el chico pelirrojo.

De un pequeño saltito se sentó justo a su lado, aún tratando de recobrar el aliento perdido en el entrenamiento y con la frente perlada a causa del sudor.

— ¿Qué lees?

El genin era consciente de que alguien se había sentado a su lado, pero no se dignó a alzar la mirada hasta que le dirigieron la palabra. Incluso así lo hizo con semblante ausente, depositando sus orbes avellana de manera breve sobre Riko.

—¿Mmm? —dejó escapar— Ah sí, tú eres uno de los chicos que estaban entrenando hace un momento, ¿verdad?

Retornó la mirada a la lectura. Aunque la pregunta de su inesperado acompañante le llevó la atención. Le ardían los ojos -de manera metafórica-.

—Pues verás, trata sobre la vida de una familia llamada Moestar que debe de pelear contra un vampiro llamado Jio con el que están conectados por una maldición que trasciende el tiempo —la voz se le levantaba poco a poco—. Además, es un manga muy longevo, lleva ya más de 80 tomos y 5 generaciones de la familia Moestar. ¡Es extremadamente interesante!

Paró un instante para tomar aire. Era obvio que estaba emocionado.

El joven pelirrojo parecía completamente absorto, a pesar de haberse sentado justo a su lado y haberle hablado, le miró con cara de ausente, como si no se estuviera enterando de nada, quizás porque estaba demasiado centrado en su lectura.

—¿Mmm? Ah sí, tú eres uno de los chicos que estaban entrenando hace un momento, ¿verdad?

Tardó un poco en reaccionar, pero al menos lo hizo, por lo que Riko sonrió, aún con la respiración algo entrecortada.

— ¡Sí, eso es! Y no se, te he visto aquí centrado, y he decidido venir a molestar un poco. — Respondió, en tono bromista, como solía ser él.

Aunque su interlocutor pronto volvió a centrarse en su libro, ante la pregunta del joven, fue incapaz de controlarse, y eso se le notó, había ido a tocar el tema que el muchacho pelirrojo parecía tener como debilidad.

—Pues verás, trata sobre la vida de una familia llamada Moestar que debe de pelear contra un vampiro llamado Jio con el que están conectados por una maldición que trasciende el tiempo. Además, es un manga muy longevo, lleva ya más de 80 tomos y 5 generaciones de la familia Moestar. ¡Es extremadamente interesante!

El peliblanco escuchó al muchacho interesado, fijándose en como poco a poco iba alzando la voz, demostrando que se iba emocionando mientras hablaba.

— ¡Vaya! Nunca había oído hablar de él, pero por lo que parece si que está interesante, ¡tendré que ver si encuentro el primer tomo a ver si me gusta! — Alegó el peliblanco, demostrando un interés recientemente creado gracias a la descripción que había dado aquel chico. — ¡Por cierto! Yo soy Riko, Senju Riko, ¡un placer!

—¡Te lo puedo prestar yo si quieres! —exclamó, desencadenado, ahora que alguien había mostrado interés en su mayor hobby.

Se sentó correctamente, abandonado su pose tan exageradamente cómoda. El Senju se presentó, y ante esto, Ralexion guardó el tomo de manga dentro de su kimono y extendió la diestra en pos de estrechar la ajena.

—¡Encantado! Yo soy Uzumaki Ralexion —rió, disfrutando de la compañía más de lo que esperaba—. ¿Cómo te trata la vida de ninja, Senju-san? Parecía que estabas entrenando con ganas.

Tornó su mirada hacia arriba, hacia el cerezo más cercano. Juraría que en ese año estaban más bellos de lo habitual.

—¡Te lo puedo prestar yo si quieres!

El pelirrojo, en un alarde de altruismo se ofreció a ser él mismo el que le dejase el primer tomo de aquel manga, para que Riko pudiera leerlo y formarse una opinión sobre él.

— ¡Vaya! ¡Pues genial! Así no tengo que buscarlo por tiendas. — Rió.

La charla se había tornado muy agradable, los dos jóvenes reían, relajados. El pelirrojo, se incorporó un poco, tomando una postura algo más decente, por decirlo de alguna manera, quizás porque consideró que su posición no era la más adecuada para entablar una conversación.

—¡Encantado! Yo soy Uzumaki Ralexion

Riko lo miró y estrechó firmemente la mano que el joven le había tendido, o al menos, todo lo firmemente que sus fuerzas le permitían, que iba a ser poco.

— ¡Anda! ¡Uzumaki, como la Uzukage-sama! ¿Sois familia? — Preguntó el muchacho intrigado. — Pues la verdad que no me puedo quejar. Sí, estaba entrenando, que buena falta me hace. — Indicó, sacando bíceps, o, al menos, enseñando el brazo un poco. — ¿Tú no entrenas, Uzumaki-san?

—¿Uzukage-sama? Sí, pertenecemos al mismo clan, pero somos parientes muy lejanos, o eso me dijo mi madre —afirmó mientras movía la mano derecha de arriba a abajo—. Mi madre y yo venimos de una rama distinta de los Uzumaki. Además, Uzukage-sama es mucho mayor que mi madre. Incluso aunque tuviéramos un parentesco directo, sería mi tatatarabuela o algo así, jajaja.

Ralexion observó los intentos de Riko de sacar músculo con una sonrisa en sus labios.

—Entrenar no es realmente lo mío, diría yo. Estoy bastante mejor aquí, leyendo manga —bostezó y acto seguido se estiró todo lo que pudo y más.

—¿Uzukage-sama? Sí, pertenecemos al mismo clan, pero somos parientes muy lejanos, o eso me dijo mi madre. Mi madre y yo venimos de una rama distinta de los Uzumaki. Además, Uzukage-sama es mucho mayor que mi madre. Incluso aunque tuviéramos un parentesco directo, sería mi tatatarabuela o algo así, jajaja.

Tenía razón, se decía que Shiona-sama era de una edad muy avanzada, por lo que era complicado que fuera familia directa de aquel muchacho, pero, ¿quién sabe? Una tía abuela quizás, no estaba de más preguntar.

Los inútiles intentos del peliblanco por sacar músculo parecieron hacerle gracia a Ralexion.

—Entrenar no es realmente lo mío, diría yo. Estoy bastante mejor aquí, leyendo manga

El muchacho se estiró, como desperezándose un poco, o quizás tenía los músculos un poco agarrotados por la posición en la que había estado leyendo el manga.

— Hombre, pero hay que entrenar, ¿no? — Preguntó el de ojos violetas, inocente. — Quiero decir, hay que tener unas metas, y para conseguirlas hay que entrenar, ¿cual es tu objetivo, Ralexion-san? — En cuanto terminó la frase, puso una cara un poco rara. — ¿Te molesta si te llamo Rale?

—Llámame como quieras —asintió de manera sincera—. Mientras no te burles de mi nombre no tengo problemas.

Se acarició el cabello, pensativo. No era la primera vez que escuchaba las preguntas que le estaba haciendo Riko. En alguna ocasión incluso le habían irritado, pero estaba de buen humor, así que quiso responder de una forma educada.

—Sí, supongo que entrenar es importante... —se encogió de hombros— ¿Pero mi meta? No tengo ninguna, jajaja. Desde luego no tiene nada que ver con convertirme en Uzukage o algo así. Sinceramente, nunca me tendría que haber tenido que meter a la academia, no creo que sirva para esto. Pero a estas alturas tengo que apechugar, ¿me entiendes?

Al joven Uxumaki pareció no importarle en absoluto que Riko quisiera acortar su nombre, por lo que dijo, mientras no dijera nada a modo de burla, le era indiferente.

Ralexion se tocó el pelo, quizás las preguntas del Senju eran más frecuentes de lo que cualquier genin quisiera, pero, para ser sinceros, eran preguntas que había que plantear, fijarse unos objetivos que cumplir para tener un mayor incentivo a la hora de realizar las misiones, o de entrenar.

—Sí, supongo que entrenar es importante... ¿Pero mi meta? No tengo ninguna, jajaja. Desde luego no tiene nada que ver con convertirme en Uzukage o algo así. Sinceramente, nunca me tendría que haber tenido que meter a la academia, no creo que sirva para esto. Pero a estas alturas tengo que apechugar, ¿me entiendes?

Riko escuchó atentamente todas y cada una de las palabras de su interlocutor, que, por lo que decía, no pensaba quqe la vida shinobi fuera la más adecuada para él pero, por algún motivo, había acabado así, entrando a la academia y convirtiéndose en genin de la villa.

— Bueno... No se, si no sirvieras para esto, no habrías aprobado el examen a genin, ¿no? A lo mejor no vales para una parte del trabajo shinobi, pero hay muchos tipos de ninjas, seguro que uno de esos tipos te viene como anillo al dedo, al menos, eso creo yo... — Explicó el joven. — Si no, mírame a mi. — Dijo, poniéndose en pie y abriendo los brazos. — Está claro que todo lo relacionado con fuerza física no está hecho para mí. — Terminó, tomándose su falta de fuerza a risa.

La conversación le iba resultando más y más agradable. Su interlocutor no parecía solo un joven encantador, también demostró ser comprensivo.

—Es que parece ser que no se me da del todo mal eso de moldear el chakra, al menos para un novato. Por eso conseguí aprobar. Mis notas en la academia no es que fueran gran cosa —se carcajeó—. Seguro que el trabajo como ninja más adecuado para mí es estar rellenando papeleo en una oficina. Será una vida cómoda, desde luego, tendré mucho tiempo para leer manga.

Negó con la cabeza varias veces, mirando a Riko.

—Todo se puede entrenar, y tú desde luego tienes ganas de hacerlo, así que si quieres ser fuerte, no te preocupes, si sigues entrenando seguro que lo consigues, jajaja.

—Es que parece ser que no se me da del todo mal eso de moldear el chakra, al menos para un novato. Por eso conseguí aprobar. Mis notas en la academia no es que fueran gran cosa. Seguro que el trabajo como ninja más adecuado para mí es estar rellenando papeleo en una oficina. Será una vida cómoda, desde luego, tendré mucho tiempo para leer manga.

El pelirrojo parecía no tener demasiado problema en que su trabajo estuviera más dedicado al papeleo que a las misiones peligrosas, cosa que, en cierto punto, podía llegar a ser comprensible.

— Bueno... Si te gusta ese tipo de trabajo, ¡está genial! — Afirmó el peliblanco.

Ralexion afirmó, casi seguro de lo que decía, que el joven Senju podría mejorar su fuerza física si se lo proponía, no en vano, Riko estaba dispuesto a mejorar en ese tema, por lo que se entrenaba todo lo que podía para lograrlo.

— Desde luego, la esperanza es lo último que se pierde, ¿no? — Dijo el muchacho, mientras se volvía a sentar. — Oye, ¿y cómo es que te has venido hasta aquí para leer? ¿Sueles hacerlo mucho? — Aquello le tenía intrigado, desde luego, Riko no conocía a mucha gente que saliera a la calle para leer, normalmente, se quedaban en casa, que era más cómodo.

La cuestión planteada por Riko le hizo reír. No es que hubiera una razón tan graciosa tras todo ello, pero personalmente al Uzumaki le hacía gracia.

—Pues no leo en casa porque si mi madre me pilla vagueando sin hacer nada seguro que me llevo una buena tunda —volvió a reír—. Por eso vengo aquí, si le digo que vengo a entrenar puedo pasar desapercibido, jajaja.

Devolvió la mirada a los ninjas de todo tipo y rango que entrenaban, a la gente paseando y las parejas disfrutando de un momento de cariño.

—También es cierto que encuentro el ambiente de este parque relajante...

El Uzumaki rió ante la pregunta de Riko, lo que al principio no terminó de entender, por lo que el muchacho esperó para ver cual era la respuesta de Ralexion para entender por qué le hacía tanta gracia.

—Pues no leo en casa porque si mi madre me pilla vagueando sin hacer nada seguro que me llevo una buena tunda. Por eso vengo aquí, si le digo que vengo a entrenar puedo pasar desapercibido, jajaja.

En ese momento fue el Senju el que comenzó a reír, se esperaba muchas respuestas, pero aquella no era una de ellas.

— Así que estás aquí de incógnito, ¿no? Si apareciera tu madre, la has liado, ¿eh? — Acuño el muchacho, dandole un pequeño codazo en el brazo a su compañero. — Yo en la academia hacía algo parecido, decía que iba a hacer los deberes, pero me ponía a hacer otra cosa para que no se enfadara mi tía. — Explicó el peliblanco.

Ralexion entonces lanzó una mirada a los alrededores, y Riko se percató de que no solo iba allí para vaguear tranquilo.

—También es cierto que encuentro el ambiente de este parque relajante...

No podía estar más de acuerdo, el ambiente que se formaba en la villa en aquella época era de lo mejor, con el buen tiempo mucha gente se animaba a salir, dar un paseo, y la aldea rezumaba vida por todos lados, lo cual hacía todo más ameno.

— Tienes razón, está todo muy alegre, se nota que el buen tiempo ha llegado, ¿eh?

El Uzumaki asintió.

—Desde luego, aunque echo de menos algún día de lluvia de vez en cuando —admitió, encogiéndose de hombros.

Tras tomar una profunda bocanada de aire, se levantó. Miró a su acompañante, sonriendo.

—¿Te gustaría dar un paseo? No hacemos nada aquí parados.

Se ajustó sus ropajes, que se habían arrugado mientras estaba tirado en el banco. Hacía una excelente tarde para dar un paseo, de ahí su sugerencia.