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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#76
El Takanashi pateó una piedra, pero esta lejos de causar un sonido al rebotar simplemente se prendió de un poco de tela que había en la caverna.

"¿Pero que tanto me quiere joder el karma que ni eso me deja hacer?"

Mientras avanzaba las lucecillas verdes disminuían, dejando paso al tenebroso negro y al silencio. Si seguía así no iba a poder ver nada, y tampoco era como si tuviera algo a mano para armar una antorcha o similar. La telaraña ya había mostrado ser inflamable, pero no disponía de nada para poder recogerla. Se llevó las manos a la cabeza y se despeinó violentamente, estresado pues no se le ocurría ninguna solución. Debía concentrarse y pensar en algo para salir de ahí, pero al hacerlo lo único que lograba era querer destrozar algo.

"A ver maldita sea. Cuando despertamos ya estábamos en la guarida de la araña, no había ningún rastro de luz de la parte de arriba del acantilado. Eso significa que nos movimos de nuestra posición original al caer, probablemente nos arrastró para comernos luego. Entonces por algún lado debe haber una entrada, la luz verde solo alumbra en la guarida, así que por el camino que no hay brillo debería llegar a algún pasadizo que de al exterior. Pero sin luz no voy a ver una puta mierda, odio mi vida"

Se quedó parado y dubitativo mientras hacia ademanes al tratar de tomar una decisión. No había quién le aconsejara, pero aunque lo hubiera él probablemente no escucharía.

"No me queda de otra, tendré que ir a ciegas"

Aquella era quizás la peor idea que se le había ocurrido, pero era lo único que se le venía a la mente. Así, avanzó hasta donde las partículas verdes ya no llegaban. Se pegó al muro, tanteando la superficie de las paredes pero en un momento dado terminó tropezando y por consiguiente cayéndose.

—¡AAAHHHGRRR!— Gritó no de dolor sino de enojo, haciendo eco por el lugar.

Se levantó haciendo berrinche como niño caprichoso porque las cosas no le salen como quiere, su percepción no era para nada destacable, así que o ponía mas cuidado al caminar o se lo iba a llevar la chingada.

"Apuesto a que Kazuma con todo y esto seguiría con su cara de piedra."
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#77
En vista de que su compañero no tenía ni la más mínima intención de colaborar para salir de aquella grieta juntos, el joven peliblanco se decidió por ir junto con la corriente, como buen nativo de la espiral; si bien Tatsuya estaba indispuesto, por instinto trataría de buscar una salida, y teniendo en cuenta sus habilidades como ninja era poco probable que terminara muerto o atrapado, en cuyo caso el Ishimura podría ayudarle o continuar por su cuenta… Dependiendo de cuál de las dos cosas sucediera.

«Supongo que le seguiré un rato… A ver qué pasa», pensó, mientras que ,silenciosamente e inadvertidamente, caminaba cerca de la senda por la que andaba su compañero.

El pasadizo se tornaba más oscuro a cada paso que daban hasta el punto en que el de ojos grises era incapaz de divisar a Tatsuya. Ante la duda de lo que pudiese tener enfrente, se limitó a seguir en absoluto silencio los ruidos que se llegaban a escuchar delante de él, algunos sonaban como quejas o gruñidos, y otros como simples sonidos guturales.

En cierto punto, en medio de la total oscuridad, se percibió un chillido y un intenso aletear que se fue intensificando a medida que parecía acercarse hacia donde estaban. La criatura debía de ir de bajada, pues el Ishimura apenas sintió una agitación en el aire por encimas de sí, pero el Takanashi, que iba más adelante, podría llegar a sentir como, en medio de la oscuridad, algo rozaba con fuerza su cabeza y revolvía con violencia sus cabellos.
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#78
"Ie, ie, ie, ie"

Pero por más que quisiera negarlo, una nueva amenaza se postraba sobre su cabeza, literalmente. Algo peludo, ¿sería una pata o una antena?, fuera cual fuera aquella extremidad, simplemente era desagradable. Se echó al suelo, cubriéndose la cabeza con las manos para intentar escabullirse del invertebrado depredador, de poder, estaría rezándole al Árbol Sagrado por su seguridad. En medio de la oscuridad que cavilaba en su mente, no sabía si lamentarse por no poder ver nada o alegrarse por no saber como era la bestia. En todo caso le quedaba la imaginación, y la efigie que se dibujaba no era algo agradable.

—¡Kkkk..!— Un escalofrío recorrió su espalda al escuchar chillar a lo que sea que estaba encima de él.

Su próximo movimiento fue realizado sin pensar. No pensó en que casi no tenía chakra ni en lo débil que estaba, tampoco pensó en el espacio que le rodeaba ni en las consecuencias. Por reflejo se dio la vuelta, juntó las manos y realizó la cadena de sellos de la más básica de las técnicas Raiton sin ninguna intención en especial más que la de espantar a la criatura de la cueva.

¿El resultado?, eso es una pregunta interesante...
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#79
De pronto, se escucho como Tatsuya se debatía en medio de las sombras contra lo que Kazuma presumía que debía ser un murciélago, uno que debía de ser enorme al juzgar por todo el ruido que hacía. Luego vino un silencio inquietante, y después algo aún más perturbador: el inconfundible sonido de una secuencia de sellos siendo realizada por su compañero.

«¡No puede ser enserio!», pensó con preocupación mientras se echaba al suelo.

Bien podría buscar algo con que cubrirse o simplemente correr ante el peligro de lo que pudiera estar intentando su compañero, pero en medio de aquella oscuridad cabía la posibilidad de que terminara justo frente a la línea de fuego. Se encogió sobre sí mismo, y lo siguiente que percibió fue como el pasaje se iluminaba intensamente mientras una ráfaga de relámpagos pasaba golpeando el borde de la roca junto a él, creando pequeños guijarros que le cayeron encima durante el tiempo que duró el chisporroteo.

«¡Eso fue una locura…!», pensó, con el corazón desbocado.

La luz le había permitido ver que estaba en una especie de recodo que, para su fortuna, recibió todo el impacto de aquella técnica. En cuanto recuperó el aliento perdido, cayó en cuenta de que su compañero no debía de estar en buenas condiciones: Si el había quedado casi inconsciente al realizar la simple liberación de un sello, era probable que su compañero estuviera inmovilizado luego de ejecutar semejante ninjutsu.

Tatsuya... —Hablo a la oscuridad, y al silencio presente, mientras comenzaba a caminar.
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#80
"¡Vete al infierno de donde saliste"!

Mira que buen chupasangre resultó ser aquel animal, aunque nuestro héroe de Takigakure apenas si le alcanzó a divisar durante unos segundos, pues hasta él mismo cerró los ojos a la hora de lanzar su técnica con dirección al azar. No alcanzó a ver el resultado, pues de la nada sintió como sus sentidos se desvanecían, reduciendo el sonido, ofuscando su vista y restándole sensibilidad en sus extremidades.

—¿Nan...?

Que más daba si el animal terminaba rostizado o no, al no tener ningún arma a la mano para defenderse, el de ojos dispares gastó todo lo que tenía en sus reservas para realizar aquella técnica. Por consiguiente, quedando inconsciente. No importaba que aquel choque hiciera eco en todo el lugar, ningún ruido podría despertarlo. En cuanto a la bestia, quizás cayó achicharrada o quizás no. Por lo mismo podría levantarse rápida o lentamente según el caso.

Lo que pasara a continuación dependía en mayor medida (aunque él no quisiera), de las acciones del Ishimura.
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#81
La oscuridad no respondió a su llamado, por lo que volvió a hablarle, ahora con un tono un poco más alto y apremiante:

¡Tatsuya! —Su voz volvió a disiparse en un profundo eco, sin que llegase a recibir respuesta alguna.

Comenzó a caminar a ciegas, tratando de recordar las paredes que el relámpago había iluminado hacía unos instantes. Quizás fuera por la impresión del momento, pero recordaba bastante bien la forma que tenía el recodo. Aquello le facilitaba la tarea de andar por aquel sitio mientras evitaba el filoso borde de piedra astillada que había provocado la técnica de su compañero. Todo parecía sencillo, hasta que se vio a sí mismo tropezando con algo en el suelo. Guardo la calma y comenzó a tantear en busca del causante de su caída. Luego de unos segundos, constató que se trataba del Takanashi. Lo primero que hizo fue tomarle el pulso y comprobar, para su gran alivio, que seguía vivo y respirando. «Aunque ha quedado totalmente inconsciente»

¡TATSUYAAAAAAAAAAAAA! —gritó con fuerza atronadora, pero el muchacho ni se inmuto.

»Hombre, eso ha sido una locura: no solo pudiste haberte matado por el gasto excesivo de chakra, también pudiste haberme matado a mí… O peor, pudiste causar un derrumbe y matarnos a ambos. —Le hablaba como si estuviese despierto, y como si pudiese escucharle.

En vista de que el nativo de Takigakure permanecería inconsciente e incapaz de moverse «al menos por unas cuantas horas», decidió que lo mejor sería tratar de llevarlo consigo.

No se sentía capaz de abandonar a aquel muchacho, menos aún en el estado de locura parcial en el que se encontraba. El camino sería difícil, sobre todo porque no tenía fuerzas suficientes como para llevarlo en hombros, por lo que solo le quedaba arrastrarlo. Ya estaba decidido a continuar y hacerse cargo de Tatsuya quien, irónicamente, era más fácil de manejar como peso muerto que como respaldo.

Antes de comenzar a caminar en medio de las sombras, se detuvo a reflexionar un poco sobre lo que iba a hacer.

Ahora que lo pienso… —se dijo, mientras comenzaba a desabrochar el cinturón que ajustaba sus pantalones—. Lamento esto que voy a hacerte, porque se que te vas encolerizar cuando recuperes el conocimiento, pero tengo que aprovechar que no te puedes resistir —se excusó mientras comenzaba a atar las manos y pies del desmayado—. No quisiera que te despertaras y volvieras a cometer una locura.

Con el chico inmovilizado, solo le quedó el comenzar el lento y constante andar.

Se mantuvo en movimiento por horas, al menos eso le pareció. En medio de aquella oscuridad era imposible saber cuánto tiempo había pasado. Su única referencia era el nivel de cansancio que parecía aumentar a un ritmo constante. El camino se sentía bastante regular, en algunas partes era arenoso y en otras parecía ser suelo liso y duro. En cierto punto, un fuerte olor a azufre llenó sus fosas nasales, y las paredes tenían ahora una sensación un tanto viscosa. Agudizó sus sentidos, y pudo escuchar un coro de chillidos a su alrededor. «¡Murciélagos!», pensó.

Parece que hemos recuperado un poco de suerte —le dijo a su inconsciente acompañante—. Cierto… estas dormido —recordó—. Bueno, creo que es lo mejor: seguro no te gustaría despertar y darte cuenta de que estás siendo arrastrado sobre un piso cubierto por caca de ratones voladores… Si, es lo mejor.

»Al menos estas bocarriba... creo.

El Ishimura se cubrió la nariz y continúo su trayecto, con esperanzas renovadas: Sabía que, a diferencia de las arañas y otras criaturas del averno, los murciélagos necesitaban vivir en cuevas que tuvieran una forma de salir.

Una hora después de haber dejado atrás lo que había bautizado como “El corredor del azufre y los chillidos”, se dio de cara con lo que parecía ser una pared de roca áspera y sólida. Soltó la correa que lo unía a su amigo y comenzó a tantear con ambas manos. «Es el final del camino», se dijo luego de inspeccionar la situación.

Bien pudo haber perdido la esperanza, pero podía sentir como por sobre su cabeza llegaba una fuerte corriente de aire cargado del olor del desierto. Eso, sumado a algunos chillidos ocasionales, bastaba para que supiera que la salida estaba cerca, relativamente cerca.

Estamos próximos a abandonar las entrañas de la tierra. Estoy seguro —se recostó en la roca y se dejó caer para descansar—. Solo necesito esperar a que abandones el país de los sueños, irónicamente, para que regreses a algo similar a una pesadilla.

Cerró los ojos, y dejó escapar un suspiro que se perdió en la absoluta oscuridad.
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#82
El de la melena negra dormía en los brazos de alguno de los tantos dioses del sueño que existen y que en este momento me da pereza nombrar. Para su suerte, ya sea buena o mala; su compañero había decidido ayudarlo. Y por ayudarlo entiéndase arrastrarlo entre la mierda de decenas de mamíferos chilladores voladores. Al menos el desmayo le salvaba de esa asquerosa realidad, al menos por ahora.

Pasó todavía una media hora desde que el Ishimura había decidido descansar para que el de ojos dispares comenzara a despertar, aunque no con ello iba a recuperar la lucidez.

—........... ¿?....... ¡!.... ¡¿?!

Al recuperar la conciencia lo primero que percibió fue un putrido olor en sus fosas nasales, lo cual le hizo fruncir el ceño y apretar los ojos aunque no hubiera demasiada iluminación. Luego le siguió un dolor en todo el cuerpo fruto del cansancio extremo. Intentó incorporarse, sólo para encontrarse con que se encontraba atado de pies y manos. Se acudió y gruñó en un intento vano por liberarse, pero como no podía, decidió rematar con la posible única persona que había estado en ese sitio con él y que pudo haberle hecho eso.

—¡Kaazuumaaa!— Exclamó con el poco aire que tenía —¿¡Te volviste loco!?— Le dijo el comal a la olla —No se que clase de retorcida idea tienes en mente, pero te exijo que me desates de una puta vez. Este no es momento para andes haciendo estupideces, ya nos has metido en suficientes problemas.

»A todo esto... ¿que pasó?
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#83
La mitad de una hora, fue lo único que el peliblanco pudo tomar para cerrar los ojos y descansar su agotado cuerpo. Sentado en medio de las sombras mientras sentía como una fuerte corriente de aire descendente agitaba sus cabellos. Se sentía tranquilo, casi en paz, escuchando los ocasionales chillidos de los murciélagos que pasaban volando por sobre su cabeza.

Pero aquello no duró mucho: El Takanashi volvía a despertarse y a rugir como una borrasca.

Kazuma se planteó el contestarle, y el tratar de hacer que se calmara un poco al explicarle la situación, pero se dio cuenta que ,en el estado mental en que se encontraba Tatsuya, aquello resolvería muy poco.

De pronto tuvo una idea un tanto malvada y perturbadora.

«Tatsuya está medio enloquecido por que tiene en quien proyectar su ira —pensó, curioso y malévolo—. Me pregunto, ¿se quedara tranquilo si guardo silencio y dejo que la oscuridad responda por mi?»

No lo pensó mucho, pues necesitaba descansar y comprobar si la ausencia de comunicación ayudaría a manejar la condición de su amigo. Al final, solo se quedo en silencio y quietud, esperando escuchar los sonidos que pudiesen provenir del muchacho de ojos dispares. Bien sabía que aquello podría provocarle un ataque de pánico, pero estaba dispuesto a correr el riesgo si con eso conseguía hacerle olvidar su locura por un rato.
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#84
—¿Me estás escuchando?, ¡dije que me sueltes!— Gruñó, pero no hubo respuesta alguna.

Siguió forcejeando, aunque la verdad no tenía fuerzas para soltarse. Usar otra técnica ahora sería suicidio. Por ratos hasta rodaba por el piso sin ningún motivo, simplemente porque no deseaba quedarse quieto. Entre el dolor y el mal olor se revolcaba sin prestar atención a la corriente de aire. Se arrastró como pudo, intentando patalear y avanzar, pero apenas si logró arrimarse a la pared. En un momento dado, se resignó a quedarse echado en el suelo.

"¿Qué pretende?"

Por un rato se quedó descansando de manera forzosa, sin saber a ciencia cierta a dónde se había ido su compañero. Sintió la tenue brisa, extrañándose justamente por el hecho de que hubiera brisa. Pero no podía investigar de donde provenía por el mismo hecho que seguía maniatado. Se sentía como un perfecto inútil, como un perdedor al no poder afrontar la situación, aunque pronto, esa era la menor de sus preocupaciones.

—Oeh Kazuma, esto no es gracioso— Dijo con la voz temblorosa al darse cuenta de la situación en la que se encontraba.

Si hubiera luz, se habría podido ver como sus ojos se movían de un lado a otro tratando de localizar alguna silueta en la oscuridad. Empezó a sudar por el nerviosismo. Antes quería estar solo, pero ahora era lo último que deseaba en esta tierra. Su respiración se agitaba, ¿sería posible qué?...

"Acaso, ¿me ha abandonado a mi suerte?"

La simple idea le aterraba.

—¡Oeeehhhhh!, ¡Kazuma!, ¡Kaaaaaaazuuuuumaaaa!— Gritaba algo lloroso.
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#85
Escucho el desesperanzado gimoteo de su amigo, y una extraña combinación de humor malicioso y leve culpabilidad le invadió: Por una parte le parecía algo bastante hilarante el ver como antes Tatsuya le quería lejos y ahora parecía aterrado por la idea encontrarse solo. Por otro lado, se imagino estando en el lugar de su compañero: supuso que se encontraría igual de tranquilo que siempre, pero igual se sentiría mal por la sensación de haber sido abandonado debido a que era una carga.

Aquí estoy, Tatsuya, no tienes que gritar —dijo finalmente, con un tono que evidencia cierto grado de humor—. Tampoco tienes por qué llorar.

Ahora que su compañero estaba despierto podrían comenzar a buscar una salida de aquel sitio. Claro, la locura del Takanashi era algo para tomar en cuenta, pero también era algo sobre lo que no tenían ningún control.

Parece que has recuperado un poco de fuerza —aseguro mientras se acercaba en medio de la oscuridad—. ¿Cómo te encuentras de… de la cabeza?

Tenía la vaga esperanza de que el desmayo y las horas durmiendo hubiesen servido para aclarar un poco las ideas de aquel problemático pelinegro.
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#86
Cuando creyó estar desamparado y todas sus esperanzas se habían desvanecido la voz burlona del que consideraba su amigos resonó en la cueva, anunciando que todo este tiempo había estado presente y probablemente divirtiéndose de la bromita que le acababa de jugar. Tatsuya gruñó, apretando los dientes y lanzando una mala mirada al lugar donde el creía que podría estar parado el Ishimura.

—¡No me vuelvas a hacer eso!, con eso no se juega desgraciado— Dijo molesto, muy molesto —Me asustaste.

El espadachín de ojos dispares suele odiar las bromas pesadas, no le gusta hacerlas y menos que se las hagan. Por muy amigo que fueran los espadachines no le agradaba la jugarreta, y estando en el estado que estaba su tolerancia era menor.

—¿Qué si estoy bien de la cabeza?, ¿cómo mierdas estaré bien en medio de esta posilga?, es más, ¿cómo podría estar bien de cualquier cosa si me tienes amarrado?— Su razonamiento en esos momentos, no estaba funcionando del todo bien —Mejor quítame estas cosas y vámonos de aquí— Finalizó.

Tal vez no se se había calmado del todo, pero al menos estaba más centrado en querer escapar de lo que estaba antes. Aunque desconfiaba ahora un poco por la postura que había tomado el Ishimura, ya que le pareció de mal gusto que jugará con algo tan severo.
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#87
Al escuchar aquellas palabras cargadas de furia, el joven de la espiral supo que el tiempo que su compañero permaneció inconsciente le había servido de poco para ayudarle a manejar el caos emocional y mental que le estaba amargando. Encontrándose un tanto decepcionado, retiro las amarraduras que mantenían inmovilizado al Takanashi.

Lamento haberte atado de pies y manos, pero quería evitar que volvieras a hacer una locura —dijo, refiriéndose al jutsu que casi lo había golpeado—. Como podrás notar, desde la parte de arriba hay una fuerte corriente de aire cargada con polvo del desierto, y también hay una gran cantidad de murciélagos. Es decir, debe haber una salida cerca de aquí.

Esperaba que aquella noticia consiguiera aplacar el mal ánimo que dominaba al nativo de la cascada. Sin embargo, noto que esa buena verdad no lograba disipar la inquietud que tenía en el pecho. Sabía que no debería haber problemas en escalar hasta escapar de las oscuras fauces que les mantenían atrapados, aunque su condición de agotamiento les obligará a hacer un gran esfuerzo. Pero su preocupación era el estado de Tatsuya: Un error o un simple ataque de locura le mataría, en el peor de los caso a ambos. Sabía que tenía que buscar una forma de ayudar a su compañero, para que este pudiese ayudarle a él.

¡Tatsuya! —exclamó de repente—, más o menos entiendo la condición en la que te encuentras… Sé que estás así porque no tienes contigo tu preciada arma. La cuestión es… —se quedó en silencio por unos instantes, y cuando habló su voz se notó un tanto incómoda y tensa—. ¿Te ayudaría si tuvieras algún otro tipo de espada o sable contigo? ¿Crees que eso lograría despejar tu mente del estrés que la domina?
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#88
—¿Yo?, la única locura fue la tuya por atarme— Sí, aún estaba resentido por eso. El pensar que alguien a quién él le tenía confianza fuera capaz de hacerle eso le había dejado con una sensación de incomodidad, aunque su estado emocional también influía en que pensara de esa manera. —No me interesa tu explicación, sólo vamos y ya.

Tatsuya se encontraba con sus pensamientos atribulados y el ambiente no ayudaba a calmar la situación. No importaba cuantas maneras de enfrentarse a los problemas se le hubieran enseñado en la academia, no estaba pensando como un ninja. Sino como un loco desesperado. Estaba más a atento a su alrededor, temeroso de lo que pudiera pasar, que a lo que dijera el Ishimura.

¡Tatsuya!

—¡AH!— Se encogió de brazos por el susto —¡No hagas eso!, me vas a matar de un infarto.

Más o menos entiendo la condición en la que te encuentras… Sé que estás así porque no tienes contigo tu preciada arma. La cuestión es…se quedó en silencio por unos instantes, y cuando habló su voz se notó un tanto incómoda y tensa—. ¿Te ayudaría si tuvieras algún otro tipo de espada o sable contigo? ¿Crees que eso lograría despejar tu mente del estrés que la domina?

—¿Nandato?— Si tan solo hubiese un poco de luz, se podría haber visto como se desdibujaba su rostro en una mueca de confusión y extrañeza. Aquella dosis de lógica le había descolocado por completo, como si se lo hubieran dicho en alguna lengua extranjera.

Ajeno a su propio estado emocional, su cerebro no alcanzaba a procesar la información, pues no entendía porqué le abordaba sobre su ánimo. Balbuceó un poco, pues no sabía cómo dar una respuesta coherente, a lo que para él era, una pregunta sin sentido.

—Yo, no sé, tal vez... ¿a que viene eso?.
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#89
Kazuma se quedó en un profundo silencio. Ni siquiera se le podía oír respirar o hacer movimiento alguno. La única forma de salir de aquel oscuro abismo era con la ayuda de su compañero de armas, pero para que este pudiera hacer tal cosa, primero necesitaba ser ayudado con el desequilibrio que nublaba su mente.

«Es demasiado arriesgado…, pero ¿Qué otra opción tengo? ¿Qué otra opción tenemos?», pensó con suma preocupación.

Aún había una forma de devolver a Tatsuya su personalidad habitual, pero era solo una posibilidad. Bien podría ser que no resultase y acabasen peor que antes, si es que eso era posible. Extendió y flexiono su mano, contemplando las posibles consecuencias de lo que iba a hacer, pues llego a la conclusión de que no tenía otra opción. Solo le quedaba el seguir adelante y ser consecuente con lo que ocurriese luego, fuese bueno o malo.

Eres mi amigo, Tatsuya. —Su voz era suave, animosa y determinada—. Así que te voy a ayudar de la única forma que me es posible en este momento.

Tras decir aquello, dio un pequeño mordisco a su pulgar para conseguir que brotara un poco de su propia sangre. Juntó sus manos y comenzó a realizar una secuencia de cinco sellos, con rapidez y precisión. En medio de la oscuridad buscó la mano del Takanashi, y con firmeza hizo que pusiera su palma hacia arriba, para luego poner la suya encima y decirle:

Voy a estar fuera un buen rato. —Suspiro con fuerza—. Lo demás lo dejo en tus manos…

«Ninpō: Heiki no Kuchiyose»

Entre chillidos y el soplar del viento cavernoso, se pudo escuchar como algo aparecía de la nada. Por el carácter metálico de aquel sonido, era imposible no adivinar que lo que había terminado en las manos del nativo de la cascada era una espada envainada. Un arma llevada hasta ahí por la voluntad de su compañero. En medio de las sombras se pudo percibir el ruido que hacía el joven peliblanco al caer inconsciente.

De nuevo, se hizo el silencio en medio de la oscuridad.
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#90
Hubo un silencio tenso en aquel recinto de roca, únicamente interrumpido por el anhelado sonido del viento que les prometía la existencia de una salida. El de Takigakure tragó saliva un poco nervioso, pues no podía adivinar que pretendía el moreno de cabellos blancos.

Eres mi amigo, Tatsuya. —Su voz era suave, animosa y determinada—. Así que te voy a ayudar de la única forma que me es posible en este momento.

—¿Qué vas a hacer?— Sintió una leve punzada en el pecho, no sabía si aquellas palabras le aliviaban o le preocupaban más, quizás un poco de ambas. La confusión se acentuó en cuanto sintió como su camarada tomaba su mano como quién le ofrecía un valioso premio, ante lo cual el de ojos dispares no pudo articular ninguna palabra al no saber que era lo que esta sucediendo.

Voy a estar fuera un buen rato. Suspiro con fuerza—. Lo demás lo dejo en tus manos…

—¿¡Na-!?— Pronto se vio interrumpido por el sonido de un característico "puff", seguido del inconfundible ruido de un cuerpo cayendo al suelo.

Durante un par de segundos, segundos que se hicieron eternos, se quedó pensativo tratando de procesar lo que acababa de pasar. Con sus manos examinó el objeto en sus manos, era imposible no reconocer aquella forma esbelta, elegante y mortífera. Casi que por reflejo desenvainó levemente la hoja, y con la misma cadencia la cerró en ese mismo instante. De pronto, como por arte magia, recuperó toda la cordura, a su vez que cayó en cuenta de todo el desastre que él mismo había provocado.

—Kazuma-san, ¡Kazuma-san!— Se agachó, con el fin de localizar a su compañero.

"Idiota, idiota, idiota, idiota... ¡Soy un grandísimo idiota!"

Tomó a su camarada inconsciente en brazos, a su vez que apretaba con fuerza la empuñadura de la katana que tenía en manos. Katana que, a juzgar por el tamaño que tenía, no había lugar a dudas que se trataba de la mismísima espada de Kazuma.

—Kazuma, me has soportado todo este tiempo, a pesar de mi torpeza y mi insensatez. Te la has jugado a pesar de casi no tenías chakra, sólo para confiarme algo que es tan precioso para ti. Has hecho todo esto con tal de hacerme recobrar la compostura...— Una leve gota de líquido alcalino se asomó en los ojos del espadachín. —Joder, que no tengo tiempo para ponerme a chillar, es hora de hacer las cosas bien.

Aún no estaba recuperado del todo, pero aún así se echó el brazo de su compañero al hombro que tenía lastimado. Cómo mínimo, debía asegurarse de sacarlos a ambos de ahí con vida. Su convicción ahora se centraba en corresponder a su amigo. Ahora que lo pensaba, el Ishimura tenía bastante razón al mencionar que debía haber una salida cerca, por lo que aunque sea tanteando las paredes decidió avanzar por la cueva.

Se olvidó del olor a guano y de cualquier otro distractor, simplemente siguió el resoplar del viento y el chillido de los mamíferos voladores mientras llevaba al de los ojos grises consigo. El peso no le importaba, mínima molestia era comparada a los problemas que el propio Takanashi le había ocasionado al de Uzushiogakure. Pronto pudo escuchar como la cantidad de murciélagos iba en aumento, pero en lugar de alterarse y acelerar el paso, decidió simplemente avanzar con la misma firmeza y paciencia para no fatigarse de más. Fue así, que una leve luz al final del túnel se manifestaba. Los ojos del pelinegro, que ya se habían acostumbrado a la negrura de la caverna, se sintieron un poco ante la presencia de rayos de sol.

"Casi"

Por fin había salido de ese averno en la tierra, ahora, el paisaje que se dibujaba ante él era el de imponentes paredes de piedra que formaban aquel risco, estando ellos en el fondo de aquel accidente geográfico.

—No se cómo lo hemos hecho, pero estamos vivos— Admitió sonriente mientras ladeaba la cabeza para observar al no tan bello durmiente.
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