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25/05/2019, 13:04
(Última modificación: 25/05/2019, 13:05 por Samidare. Editado 1 vez en total.)
Una vez en el callejón, y ya habiendo terminado con el henge que serviría de preparamiento para el plan que habían ingeniado ambos shinobis, Galen recordó cual seria el siguiente paso a seguir. El rubio asintió con la cabeza al escuchar lo mencionado por el otro ninja.
-¿Te parece que tome eso y comencemos?.- Diría Samidare señalando la bolsa que contenía parte de la mercancía robada a la joyería, una vez que obtuviese la respuesta afirmativa de parte de el genin, la tomaría para iniciar con lo pactado. El ahora pelinegro, debido a la transformación ejercida con aquel jutsu, se acercaría con paso tranquilo hacia la puerta de aquel casino, llevando consigo aquella pesada bolsa.
Casi cuando estaba por pasar por la puerta se detuvo, apoyando la bolsa en el suelo. -Muchachos, ¿En este lugar puedo apostar directamente todos estos bienes y joyas que tengo?, ¿En caso de que no, acaso debo de ir a una casa de cambio?.- Con su ahora enorme torso de prácticamente 2 metros, era fácil para Samidare tapar la visual de los guardias, y estratégicamente había dejado un huequito para que Galen pudiese filtrarse por allí.
La transformación de Samidare es tan pintoresca que cuando Galen se gira para responder, no puede evitar soltar una sonora carcajada. Se pone las manos en la boca de inmediato para frenar el impulso, aunque no hay nadie pasando por la calle en ese momento. Cuando Samidare llega a la entrada, se coloca detrás del cartel que anuncia el salón recreativo.
— ¡Déjate de tonterías! — el matón de la cicatriz en el ojo da un paso al frente y lanza al agua el cigarrillo que acababa de encender — ¿Me estás vacilando, lamecharcos? — se coloca delante de Samidare —que en aquel momento está transformado en un hombre muy gordo— y lo mira fijamente a los ojos. Su compañero se le acerca por detrás y lo empuja por el hombro hacia él.
— Relájate, Kiba. No ha sido para tanto — los dos se miran a los ojos y permanecen en tensión un par de segundos. El más alto le aparta la mirada y la dirige a Samidare con seriedad — ¿Vienes a ver al jefe, verdad?
Galen por su parte aprovecha el momento para moverse con sigilo por la pared exterior del salón. Cuando llega a la puerta, levanta el brazo para que Samidare sepa que está dentro. Entra a la recepción y en ese momento no hay ningún testigo, por lo que continúa avanzando por hacia pasillo más próximo. Además de ese, hay una escalera que sube hacia el piso superior y otra que baja, lo hace una habitación oscura como una noche sin luna.
— Si viene por las movidas del jefe, ¡pues qué lo diga! Llevo aquí ocho horas y aún quedan cuatro, estoy harto de gilipolleces y de imbéciles — da media vuelta y se resguarda justo antes de la puerta de entrada. Aprieta su chaqueta empapada con las manos y luego la golpea con fuerza contra el pecho para cerrarla. Se enciende otro cigarrillo.
— ¿Dónde está el otro? — inspecciona con la mirada la calle buscando algo — me dijeron que erais tres.
El marionetista comprueba que el pasillo está vacío y procede con cautela, todavía oculto bajo el holgado chubasquero. A medida que avanza, percibe la coherencia de la arquitectura del pasillo y deduce que hay ocho salas de juego. También piensa que desde que ha entrado, algo le da mala espina. Al final del corredor hay un portón con adornos exóticos, reforzado con una manivela de acero y una placa con caracteres que no alcanza a distinguir. Sigue caminando y en las dos primeras estancias, escucha algún que otro ruido lejano: murmullos, madera chocando entre si, cartas deslizándose sobre el tapete, una señora clamando a sus ancestros.
«¿Debería seguir avanzando sin él?»
Decide detenerse entre las dos siguientes puertas. A su derecha, están hablando algo sobre una cantidad de ryos gigante y una fiesta en la mansión de alguien que debe de ser muy importante por el tono que emplean cuando se refieren a él. La voz más grave de la conversación cada vez está más cerca suyo y debe improvisar algo. Salta hacia una pared y desde ella se impulsa hacia la contraria. Apenas toca el techo con las manos incorpora los pies y se queda suspendido en él. Piensa que ha hecho un poco de ruido al subir. La puerta corredera se abre con lentitud.
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26/05/2019, 04:11
(Última modificación: 30/05/2019, 02:10 por Samidare. Editado 1 vez en total.)
Sin esperarse lo que pasaría a continuación, el niño que actualmente se encontraba transformado en un gordo corpulento, era detenido e increpado en la puerta. ¿Tanta mala suerte podría tener?, aunque tenia habilidad con el henge no jutsu, no lo dominaba en su totalidad y no sabia exactamente cuanto tiempo podría mantenerla asi que cualquier contratiempo no le transmitía ni un ápice de tranquilidad.
Luego las cosas se calmaron, y esto tomaría una direccion aun mas impredecible que lo anteriormente sucedido.
El plan parecía ser un éxito, al menos Galen había podido colarse en ese lugar sin ser visto, sin embargo en la puerta las cosas no estaban siendo del todo sencillas. En el caso de Samidare, y para su sorpresa, parecía darse la coincidencia de que en esta sala de apuesta de mala muerte estaban esperando a alguien y en ese momento al rubio lo estaban confundiendo con esa persona. *¿Sera que esto tiene que ver con el ladrón que dijo Galen?. Pero si ese fuese el caso, y la verdadera persona a la que esperaban ya se encontraba adentro, esto podría volverse aun mas complicado de lo que el senju pudo imaginarse en una primera instancia.* Los pensamientos del genin pasaban rápidamente por su cabeza, pero debía de volver a la realidad con rapidez si no quería ser echado a patadas de ese sitio.
-Ciertamente tengo que hablar con su jefe, pero antes tengo que reunirme con uno de mis socios que se encuentra dentro, asi que...¿Me permiten pasar?.- El joven ninja hizo una pausa antes de seguir con su habladuría. -Una vez que encuentre a mi compañero les pediré que me indiquen donde se encuentra su jefe.- Termino de sentenciar el pelirrubio, y una vez completado esto, para bien o para mal los guardias lo dejaron pasar. No sabia si los había logrado engañar completamente, pero al menos permitieron su paso dentro del lugar.
Una vez dentro no sabia a donde dirigirse, perdido el rastro de su actual compañero, y sin saber el rostro del ladrón el cual estaba buscando estaba prácticamente en la misma situacion que una persona que buscara una aguja en un pajar. Por el momento se dedicaba únicamente a caminar por el lugar, mirando embobado sus alrededores, en búsqueda de cualquier cosa que le pudiera llamar la atencion.
Los guardias se conforman con la respuesta de Samidare y le dejan pasar sin cachearlo ni comprobar si lo que dice es cierto. Se hacen a un lado para darle paso y ambos permanecen bajo la lluvia cuando entra. Al fin y al cabo aquel no es su problema, por lo que no le dan mayor importancia al asunto y vuelven a su puesto.
La puerta corredera del pasillo en el que Galen está se abre y se escuchan tres voces que discuten. La última en hacerse oír, da por sentado, es el dueño del establecimiento, porqué les ordena que bajen al sótano y que retiren una gran cantidad de dinero. Ambos obedecen y después de volver a correr la puerta, cruzan el pasillo en dirección a la recepción.
Por su parte, Galen está sorprendido de la pulcritud y la sobriedad que conforma aquel casino. Siempre había escuchado que son sitios de pasiones desenfrenadas y de histeria colectiva; aquel lugar, por el contrario, transmite serenidad, firmeza y frialdad. Las paredes son grises y la madera de suelo y techo es casi azabache; el olor a vida que desprende se cuela en todos los rincones del lugar. Las puertas correderas también son de madera y tela blanca, y está seguro de que, detrás de ellas, no encontrará ni el más mínimo rastro de hedonismo o descontrol, nada que evoque su idea preconcebida de lo que es un salón de apuestas.
«Esto me huele mal.»
Mientras tanto, en la recepción, Samidare está embobado con los reclamos y con los neones de publicidad. Hay cuadros promocionales, un expositor con un delicioso refresco marrón para tomar gratuitamente, la oferta de turno de aquella noche, un cartel que promociona la sala especial de apuestas con compañía. Cerca de la mesa de recepción, si se fija, podría ver un mapa del lugar con el contenido de cada salón recreativo; desde el primero al último — no obstante, no hay información de la puerta ostentosa al fondo del pasillo —. Si se concentra lo suficiente, incluso podría ver unas gotas de sangre en las escaleras que suben al segundo piso.
Galen está siguiendo a los dos esbirros por el techo, lentamente, mantiene una distancia corta con ellos e intenta ser lo más sigiloso que puede. Van hablando sobre la mujer de uno y el otro le dice que debería golpearla si vuelve a contradecirle. Ambos se ríen y llegan a la sala de recepción, se encuentran de frente con Samidare. Entonces, el marionetista se deja caer silenciosamente sobre el suelo y se oculta en el marco de la puerta al compás de una sombra repentinamente proyectada.
Espera a la reacción de Samidare para mover ficha.
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Aunque se trataba de un ninja, en el caso de Samidare si hablamos precisamente, hablaríamos de una persona que no tuvo demasiado contacto con el mundo en los pocos años que lleva de vida. Esto es por la situacion familiar, todo este tipo de lugares como casinos, restaurantes, o de cualquier otro tipo que implique el uso de dinero eran un mundo nuevo para el, y que de a poco iba conociendo.
En este caso, miraba tontamente en sus alrededores, para el este era su primer casino. Por lo que rápidamente adopto la idea de que era totalmente normal lo que estaba viendo, iba aprendiendo sobre la marcha, y sobre lo que iba viendo. "Asi que esto es un casino..." Llevo su mano a la pera mientras tenia ese pensamiento en su mente, pero rápidamente eso se interrumpió al recordar porque estaba allí, y mucho mas al darse cuenta de que Galen estaba en algún lugar de ese sitio pudiendo estar en peligro de ser descubierto. Si bien el rubio nunca fue alguien preocupado, en el fondo si tenia un gran sentido de pertenencia y responsabilidad, que lo quisiera ocultar era algo distinto y de hecho posiblemente este sentido del que se menciono antes fuera creciendo poco a poco con este camino ninja en el que iba transitando.
Pero volviendo a lo que compete, dos sujetos se acercaban a la posición de el senju, este ultimo no sabia si era en direccion a la salida la cual estaba unos cuantos metros por la espalda o si tenian alguna otra finalidad pero al menos parecían un poco sospechoso. Aun asi...¿Que podría hacer?, no podia simplemente darles una golpiza por portacion de cara, ni tampoco podia someterlos a un interrogatorio, solo le quedaba ser ingenioso.
-Disculpen, soy nuevo en todo esto de los casinos, pero creo que tengo suficiente para jugar ¿Me podrían indicar como?...- Menciono el muchacho, transformado en aquel gran sujeto, si esos sujetos eran rápidos podrían notar la bolsa que llevaba en su mano. La cuestión ahora seria como reaccionarían.
— ¡Aparta de mi camino! — la única respuesta que recibe Samidare proviene del más feo de los dos. Lleva una coleta y tiene el pelo canoso, también se intuye una porra metálica escondida en el pantalón del traje.
Cuando Samidare se aparta, ambos descienden por las escaleras que dan al piso inferior y se funden con la oscuridad.
— ¡Tss! — después de comprobar que Samidare se encuentra solo en la recepción, Galen chista al niño prodigio y aparece en el pasillo. Se acerca al Genin.
— Creo que aquí tienen montada una bien gorda. En ese pasillo hay varias salas... — deja de hablar cuando ve un mapa con la disposición del casino — Vaya, las prisas son malas consejeras — se acerca al plano — Como te decía, hay varias habitaciones, pero hay algo que no me cuadra. Creo que este sitio no es lo que parece.
— Verás...
De nuevo, otra interrupción. Una mujer de mediana edad, con el cabello castaño y recogido en un moño, hace su aparición en la recepción, por detrás del mostrador. El marionetista se esconde rápidamente debajo de la mesa por el lado de Samidare, por lo que no repara en su presencia.
— ¿Le puedo ayudar en algo caballero?
Algo sorprende al de Yukio mientras espera. Una luz ilumina tenuemente el final de las escaleras que bajan al piso inferior. Cuando se fija en eso, puede ver un par de gotas de sangre en el suelo, delante de las escaleras que dan al piso superior.
«Bien, la próxima vez tendré que fijarme mejor en el entorno... Si Takuma-sensei me viera me daría un caponazo.»
Desde debajo de la mesa espera a que Samidare despache a la recepcionista para poder moverse. Le hace un gesto con su expresión que acompaña con la mano para que no se preocupe y sea natural.
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De los dos sujetos que iban en direccion al rubio, este ultimo no recibe mas que una respuesta seca y cortante. Si no fuera porque el genin en realidad era alguien perezoso que rara vez entraba en conflicto, estaría en ese momento malgastando sus energías contestando el comentario maleducado que había recibido. Lejos de eso, pudo ver como Galen lo estaba llamando, y una vez que se juntaran el marionetista empezaría a contar las sensaciones que tenia sobre aquel lugar al senju.
Pero justo antes de que pudiera redondear la idea, la recepcionista interrumpió esto, haciendo que Galen se tuviera que ocultar dejando solo a Samidare al menos a ojos de esa mujer. Aunque su compañero le quisiera transmitir al pelirrubio algo, no podría ya que no se debía de dar a notar en ese preciso instante, y por otro lado el rubio no conocía nada sobre casinos asi que en ese momento no sabia que podia decirle a esa empleada. Hasta que presto atencion a lo que había detrás de ella, una especie de tabla donde mencionaba los precios de las fichas para jugar a diversos juegos presentes en ese lugar. -Buenos días, quisiera pedirle 30 fichas.- Al terminar esas palabras sacaría de su bolsillo unas cuantas monedas y billetes que pondría sobre el mostrador, y que equivalían a el monto solicitado.
-¿30?...déjeme ver si tengo mas en el deposito de atrás.- Dicho eso la empleada dio media vuelta y entro nuevamente por la puerta que había salido anteriormente, en búsqueda de las fichas que el shinobi solicito.
-Debemos de irnos rápido, ¿Abajo, o que tienes en mente?.- Dijo en el tono mas bajo pero claro posible, para que rápidamente ambos shinobis se pusieran de acuerdo en como iban a actuar, no tenian mucho tiempo si en ese instante debían de tomar una decisión.
Cuando la recepcionista entra a buscar las fichas que Samidare le pide, Galen sale disparado desde su escondite hacia el piso superior. Mientras se mueve susurra a su compañero de allanamiento.
— Hay que subir — señala las escaleras que dan al piso superior — ¡Despierta!, sígueme — el encapuchado sube por las escaleras mientras examina el rastro de sangre que señala al objetivo.
Una vez arriba, la disposición es muy diferente a la del primer piso. La sala está abarrotada de gente de diferentes edades y etnias, ninguno de ellos parecía tener mucho dinero a excepción de un grupo que andaba jugando en una gran ruleta que preside el centro del salón. Uno de ellos porta una katana y está fumando un cigarrillo, los otros dos parecen ser su escolta personal. Al final del salón hay una sala más pequeña resguardada por un matón aún mas alto y fuerte que los de la entrada. Desde ahí no puede ver ni una gota de sangre más en el suelo, todo está mojado y la suciedad de las pisadas oculta el rastro.
«Esto se empieza a complicar.»
Todavía bajo la capucha, se dirige a una mesa que hay en un rincón del piso superior. El sitio es perfecto para permanecer ignoto ante la seguridad del casino y poder hablar con Samidare. Dos bancos con capacidad para unas tres personas rodean a la mesa, y uno le ofrece la cobertura perfecta para que nadie en resto de la sala pueda verle. Galen toma asiento y espera a que Samidare se siente junto a él, también se quita la capucha.
— Mierda, no pensaba que esto iba a ser tan complicado... Tendremos que poner en práctica lo que hemos aprendido en la academia si queremos cazar al ladrón — hace un ademán de golpear la mesa pero en el último momento frena en seco el movimiento — Me da rabia tener que andar escondiéndome como si fuera un criminal... Pero no deben descubrirnos, colega.
El marionetista se gira y mira por encima de su asiento para ver el panorama.
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