Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Volvía a casa escarmentado de mi última incursión al País de la Tormenta, sin duda fue una experiencia "demasiado" intensa para Yoshimitsu. Dolorido con aquel encuentro con aquellos bandidos a las afueras de Yachi, tomé la decisión de tomarme unas vacaciones y descansar en la comodidad de mi hogar.
¡Madre mía! ¡Al país de la Tormenta no vuelvo más!
A lomos de mi león de tinta, decidí volver a Takigakure no sato sin utilizar el tren, estaba tan sucio y embarrado que aposté que no me dejarían subir en el, ni pagando el doble del billete. No podía quitarme de la mente aquellas muertes a manos de Tomoe, y de las mías. No había matado a nadie hasta ahora, por eso una parte de mí murió en el País de la Tormenta, una parte que sabía que jamás recuperaría.
¡Maldita sea!
¿Inocencia quizás? Tal vez fuera un poco de humanidad, aún siendo en defensa propia, recordar aquellas caras inertes sin vida me hacían sentir mal. Cómo si hubiera hecho algo que ya no tenía vuelta atrás. Todo el camino dando una y otra vez vueltas a aquel asunto, no podía evitarlo. Menos mal que mi león de tinta "sabía" el camino de regreso y podía despreocuparme en aquel aspecto.
...
Sin darme cuenta, la lluvia infernal cesó, prueba más que suficiente de que el País de la Tormenta había quedado atrás. Sin ojear mi mapa, intuí que debería estar a la altura de Kuroshiro pero más hacía el oeste, o también llamado El Paraje sin Sol, en donde el Señor Feudal de nuestra amada patria se hospedada en su opulento castillo.
Me gustaría tanto visitar el castillo por dentro...quizás algún día
Era un tipo duro pues poco a poco, comenzaba asimilar aquella muerte que dejé atrás bastante bien, a pesar de mi corta edad. Lo que ahora mismo flaqueaba en mí como de costumbre, era mi voraz apetito que había resurgido con fuerzas. Mi estómago rugió con tanta fuerza, que ya no sabía si mi león de repente estaba más vivo de lo que aparentaba.
-Joder que hambre... Me quejé en voz alta llevándome las manos con fuerza a la tripa.
No llevaba nada encima, ni bebida ni comida ni nada de nada. Aún así decidí continuar mi camino por una senda de la que estaba convencido que me llevaría a algún lugar, preferiblemente a un pequeño asentamiento o aldea, o lo que fuera. Si en una hora de viaje no encontraba nada, me desviaría del camino para buscar alimento por mi mismo. Pero no tenía muchas esperanzas.
En esta inmensa llanura...no se que pienso encontrar para llevarme a la boca
Otra esperanza que tenía sería encontrarme alguien por el camino, llevaba dinero encima y podría intentar ofrecer algo de dinero a cambio de un poco de agua y algo que llevarme a la boca. Lo justo hasta encontrar un pequeño poblado en donde abastecerme.
Su jornada en Kuroshiro se podía dar por concluida, había abierto el local, y ahora era trabajo de su amiga y socia el cerrarlo. No lo hacía por nada en especial, simplemente había días en que una hacía una cosa y la otra el resto, o simplemente iban un día una y al siguiente la otra... en realidad era algo realmente flexible, y con la que ninguna de las chicas tenía pega. Sin embargo, la peliblanca había decidido irse mas bien porque se encontraba demasiado contenta. La verdad, seis o siete vasos de agua ardiente, un par de chupitos de vodka, y otros cuantos de sake... a cualquiera ponían contento. Considerando la edad de la Sarutobi, era mas que un poquito contenta lo que iba. Las calles se le movían mas que el Titanic al hundirse, era totalmente imposible para ella andar mas de dos pasos en línea recta. Al menos no hablaba raro, o eso pensaba ella.
Después de una considerable trifulca con el vendedor de boletos de tren, en la cuál él aseguraba que no iba a dejar a una menor borracha tomar el tren, y ella insistía en que los ponis de metal no molaban tanto, no le quedó mas remedio que regresar a casa a pié. La verdad, no entendía porqué no llegaron a un acuerdo... después de todo, el dinero es dinero. ¿Qué mas le daba que estuviese bebida? Ni que le fuese a armar un escándalo, solo llevaba un pequeño pedo. Iracunda, hasta había regresado al local a por una botella de vodka que camuflaba en una de soda. Ya estaba preparada para éstos casos, después de todo, beber alcohol por la calle también estaba prohibido.
En el regreso, un valle extenso como mil demonios no hacía mas que dar la vara. El maldito, no tenía otra cosa que hacer que ser inmensamente grande. Pero daba igual, a cada cien que contaba le propinaba un buche a la botella. Al principio eran segundos, mas o menos bien calculados. Con el tiempo, pasaron a ser el número de pasos que daba, pero también terminaron por pasar de moda, o bien pasaron a ser demasiado rápidos... Al final, la chica simplemente contaba a como le iba viniendo en gana, y le propinaba el buche ya fuese por ochenta, por doscientos, o por lo que fuese. Al menos iba entretenida en el viaje.
De lado a lado iba dando tumbos, sin nada mas que una espesa y enorme nube tapando el cielo, y una densa mata de hierbas que casi llegaban hasta sus rodillas. No había nada, absolutamente nada mas. Hasta que al fin vio algo distinto en el entorno. Parecía un palo, un palo negro. Con la distancia, no podía deducir nada mas, al menos eso pensaba ella en el momento. La verdad era que si hubiese estado en plenas facultades, habría diferenciado perfectamente la silueta de un chico.
—Ciento...seis. C-sientos siete... jajajaj... Ciento.... ocho... Ciento... — Y ahí le dio otro buce a la botella. Hizo una pequeña mueca de asco, pero poco tardó en relamerse los labios. No estaba tan malo el sabor.
Sin bajar el ritmo, la chica continuó el camino hacia casa. Al acercarse algo mas al arbol o palo que había visto desde la lejanía, pudo observar que era un hombre montado en una especie de león o cosa rara. La chica cambió radicalmente el gesto, quedando mas que extrañada ante la situación. Con una mueca dubitativa a no poder mas, quedó con los ojos clavados en el animal. No soltó una sola palabra, ni se presentó, ni nada de nada... hasta dejó de contar.
Sin mas, alzó su dedo acusador. Señaló al animal, y dirigió su mirada al chico que había sobre éste. —Q-que perrrrro maz...mas ruaro... —Acusó sin venir a cuento. Y sin saber porqué, comenzó a reírse.
Perdona la tardanza, pero es que con el halloween he ido muy ajetreado
Comprendí que este lugar era el preludio de uno todavía peor...como no...el país de la estúpida, sin sentido permanente Tormenta. ¿Cómo podía existir gente capaz de vivir todo el año allí? Era completamente inverosímil, solo podía ser que la gente de allí estuviera enferma, enferma de la cabeza.
Como putas cabras vamos...
Y para colmo que venía de allí, resultó que el aguacero que tuve que soportar a temperaturas bajo mínimo no fue suficiente. Por que ahora mismo tenía una sed bestial, casi tanto como mi bestia de tinta. Y no tenía pinta que la cosa mejorara a corto plazo, por que solo veía más planicie hasta donde mi vista podía alcanzar...el horizonte.
Manda cojones...
No encontré ningún sitio parecido a un poblado ni nada por el estilo, por lo menos no todo estaba perdido. En la lejanía una tímida silueta comenzó a dibujarse, y poco a poco tomó forma de persona.
Otro perdido como yo...seguro...
Lo que noté es que venía directo hacía mí, algo que me agradó en parte, con un poco de suerte, tendría aunque solo fuera un poco de agua, un trago me bastaría para poder seguir sin que se me cayera la lengua a pedazos. Con un poco más de suerte, algo que poder llevarme a la boca...
Le pagaré lo que sea...
AL final aquello que resultó ser una muchacha con una piel del color de la nieve al igual que su largo pelo, y con ojos rojizos... ¿Albina quizás? No se, pero era realmente bella, tenía unos rasgos muy finos y delicados, verdaderamente femenina. Sin embargo, venía dando tumbos, se veía que tenía un pedo de cojones, pero claro, cuando vi que era una kunoichi de Amegakure lo entendí pronto.
¡Bravo! ¡Bravo! Parece ser que en Amegakure para ser Shinobi...hay que ser borracho, drogadicto, Psicópata...
El aire que venía a mi favor era repugnante, pues el olor que venía de aquella chica era como a colonia rancia. Por lo que borracha no estaba, podríamos decir que ya casi rozaba el coma etílico. Pero quedé sorprendido, aún le quedaba algo de consciencia por que me habló, y como le suponía tanto esfuerzo conjugar más de dos palabras seguidas y que fueran medianamente inteligibles. Yo por cortesía, me tomé el esfuerzo de escucharlas y más aún de entenderlas.
Q-que perrrrro maz...mas ruaro...
Pobre...en eso no puedo más que darle la razón
La miré con un poco de escepticismo, no sabía como podría mantener una conversación con una kunoichi guapa de Ame que está más allí que para acá...Si no elegía bien las palabras...acabaría asesinándome o algo peor...no sabía que podría ser peor que la muerte, pero seguro que una kunoichi de Ame se sabría unas cuantas.
-Es mi mascota...es tan grande que me sirve de montura... Dije entre dudas, sin saber si sería capaz de entender nada de lo que le decía. -Oye Kunoichi de Ame...¿No tendrás algo que no sea alcohol? Estoy muerto de sed... Le confesé desesperado.
Cuando su caminar la llevó hasta estar medianamente cerca de la única persona que moraba aquella eterna planicie, a parte de ella misma claro está, casi consiguió lanzar sus palabras sin parecer demasiado bebida. Al menos ella pensó así, en su mente se veía como una damisela sobre un corcel blanco, y por supuesto con un monóculo, y una taza de té extremadamente cara, de esas que tomas por el dedo indice y pulgar a la par que el resto quedan estilizadamente estirados. Pero no era mas que eso, pues la realidad era ineludible, por mucho que ella no la viese. Una menor, kunoichi, y bebida; y no precariamente en ese orden.
Sin embargo, el chico no pareció habérselo tomado del todo mal. Casi pareció entender lo que ésta le quiso decir, y contestó de manera amable; su perro era una mascota extremadamente grande, y le servía de montura, como si se tratase de un caballo. En ésta ocasión fue la chica quien alzó una ceja, y lo miró escéptica. ¿Qué clase de perro servía para las labores de un caballo? ¿Acaso había creado un engendro a base de aparear caballos y can? Dios, éste tipo era un auténtico monstruo.
Para cuando se quiso dar cuenta, el chico inquirió si podía darle algo de beber que no fuese alcohol. La Sarutobi miró mientras su rostro tomaba una mueca de confusión algo graciosa la botella que llevaba en la mano. Pero en ésta solo había de lo que el chico no quería —Alcohol— tras ello miró su portaobjetos, que andaba igual que siempre; casi vacío a excepción de un par de metales. En su otro costado no tenía mas que un par de pergaminos, y ya no tenía mas sitios donde guardar algo. Obviamente en los bolsillos no iba a guardar una cantimplora o algo parecido, como mucho y con suerte conservaría en éstos su cartera.
La chica se encogió de hombros, y alzó levemente las manos. Su gesto lo decía todo. —P-sss noo... No tiengo sumo, ni ten-tengo galletita ni nah... —Confirmó, por si las dudas aún sobrevolaban la cabeza del domador de engendros.
Tras ello, quitó el tapón de la botella que llevaba en la mano, y acercó el ojo derecho para observar si aún le quedaba bastante de su bebida mágica. Obviamente, aún le quedaba al menos la mitad de la susodicha, era mas que normal, la chica ya se había puesto hasta arriba antes de salir. Así, sin mas preámbulos, alzó la botella hacia el chico. —¿Q-quiere?
Ya había dicho que no quería alcohol, pero oye... que si iba de princeso, se podía haber quedado en su castillito de cristal, donde seguro que no pasaría sed. ¿De donde leches venía ésta versión afeminada de hombre? La Sarutobi se hubiese molestado en mirar si llevaba algo que pudiese delatar su procedencia, pero no... eso habría sido demasiado esfuerzo gratuito.
Parece que no cuajó mucho la respuesta que le di sobre mi león de tinta, en el mismo instante que le traté de explicar lo que era, hizo una mueca de absoluta incredulidad. Pero bueno, a ese tipo de reacciones estaba acostumbrado, aún más justificado en su estado de embriaguez.
El golpe vino después, la kunoichi de Ame después de buscar y rebuscar entre sus pertenencias, iba igual de servida que yo, excepto por el licor que portaba, o lo que fuera.
—P-sss noo... No tiengo sumo, ni ten-tengo galletita ni nah... —
Pues me podrían tachar de poco previsor y no tendría suficientes argumentos para refutar aquello, pero la muchacha que tenía enfrente de mí, estaba mucho peor, por que el alcohol a parte de alegrarte el día, o de hacerte olvidar las penas... Deshidrataba que daba gusto.
-Pues estamos apañados... Suspiré con las esperanzas desvanecidas.
Pero espera, que quería ofrecerme ese veneno que andaba bebiendo de a saber cuando. Aún así, era educado y le negué aquello con educación y cortesía, por lo menos se tomó la molestia de ofrecer algo a un desconocido, y eso para mí ya era digno de reconocimiento.
-Te lo agradezco pero no, no bebo alcohol, aún soy muy joven ¿Sabes? Y en mi humilde opinión creo que tu también lo eres. Le respondí con suavidad, pues no quería ofenderla en absoluto.
Aunque, se me ocurrió algo, Kuroshiro no andaba lejos podría ofrecerle subir a mi león y llevarla hasta allí, para que cuando estuviera en plenas facultades fuera hacía donde tuviera que ir. Estaba claro que dejando a un lado que fuera una Kunoichi hábil como podía ser Tomoe. En ese estado le podría pasar cualquier cosa, su familia no podría perdonarse aquello jamás.
-Como has sido amable conmigo, te ofrezco subir a mi león de tinta y llevarte a Kuroshiro que no anda muy lejos. Para que te recuperes de tu estado y puedas emprender tu viaje nuevamente con plenas facultades.
Era una mala costumbre eso de ayudar a la gente, a lo mejor era yo el que estaba en peores condiciones que ella, pero por lo menos le ofrecí un paseo gratuito. Con una kunoichi de Ame siempre había como por "arte de magia" follones por doquier.
-¿Que me dices? Cuando lleguemos te invito a comer, pero a comer ¿eh? que de bebida ya andas servida. Así podríamos intercambiar impresiones. Le comenté sincero.
Lamentablemente para el chico, la kunoichi no tenía nada para ofrecerle salvo su botella de alcohol. No obstante, el chico no parecía haberlo tomado a mal. Para cuando la chica le ofreció de ésta, se rehusó a tomar alcohol debido a su edad; al menos eso fue lo que dio a entender. Incluso se atrevió a halagar a la chica diciendo que parecía joven para poder tomarlo ella. Había sido un halago, ¿no?
—Jrasias, juapo. —Se atrevió a agradecer.
Pero no quedó ahí la cosa. El chico ofreció sin miedo alguno el llevar a la Amegakuriense hasta Kuroshiro sobre los lomos de su león de tinta. La verdad, parecía querer ser cortés, pero no era extraño que eso fuese mal interpretado por una persona que ya llevaba algo de alcohol de mas entre pecho y espalda.
El joven domador de leones o algo parecido no dejó de ser un galán. Intentó embaucarla incluso ofreciéndole una romántica cena. La verdad, no sonaba del todo mal, pero... ¿De nuevo ir hacia Kuroshiro? No, ni hablar, tenía que regresar a Amegakure. Si regresaba a Kuroshiro tan solo retrasaría su vuelta a casa, y eso podía llegar a ser problemático.
—Pssss.... yio no voy. —Se negó a primeras, mientras alzaba el dedo acusador sin acusar a nadie. —T-tu solo quiere provechar-apro-aprovecha´te de mi... juarrón.
En ese momento sí que pasó a acusar su índice diestro. Pero no tardó demasiado en desvanecerse ese señalado gesto. Su mano se perdió de nuevo hacia una posición mas cómoda. Entre tanto, su rostro mostraba una mueca quizás de indignación. La verdad, estaba siendo demasiado directo... ¿Qué clase de galán intenta llevarte al huerto en la primera cita? —No se lo estaba currando en absoluto— Ni por asomo iba a morder ese cebo.
No se que entendió de todo aquello, sobre todo de mi advertencia de que era muy joven para beber alcohol, más todavía como ella lo hacía, sin ningún tipo de mesura. La verdad y como era innato en mí, no deseaba el mal ajeno por nada del mundo, y el pensar de como podría acabar aquella bella kunoichi cuando llegara a la edad adulta con aquel habito tan destructivo...
Solo se limitó a contestarme con un...—Jrasias, juapo. —
No llamaban a uno todos los días guapo, pero tampoco lo tomé demasiado en cuenta, pues estaba borracha, pero... eso me hizo pensar que los borrachos no solían mentir.
Bueno...qué más da eso ahora...
-Esto...gracias...supongo...pero yo diría que tú lo eres más. Me atreví a decir, pues era algo que se veía a leguas. Si hubiera alguien más y le preguntara, seguro que me daría la razón. Incluso se reiría de mí por intentar comparar mi belleza con la suya.
Luego cuando la invité a ir hacía Kuroshiro, caí en la cuenta justo cuando le hice aquella proposición y como supuse se negó en rotundo, lo más rotundo que le permitía su estado de embriaguez.
Si es de donde debe haber venido, seguramente querrá volver a su país...¿Seré estúpido?
—Pssss.... yio no voy. —Se negó a primeras, mientras alzaba el dedo acusador sin acusar a nadie. —T-tu solo quiere provechar-apro-aprovecha´te de mi... juarrón.
Abrí los brazos mostrando las palmas de las manos abochornado, queriendo demostrar mi inocencia ante tal acusación.
-¡No...no...no! ¿Cómo puedes pensar eso de mí mujer? Yo solo quería ser amable. Confesé lo más sincero que pude. -Pero no caí que por donde vienes, debes estar queriendo volver a tu país...pero en tu estado...déjame que te acerque aunque sea hasta Yachi. Allí podrás descansar y luego tomar un tren hacía donde quiera que vayas. Le comenté con toda la diplomacia que sabía.
Si algo quería era llevarme bien con todos los shinobis con los que me cruzara, me gustaba labrar amistades, sin duda, era algo útil y practico.
-Y tienes razón, voy un poco guarro por que tuve un percance en las Tierras de la Llovizna. Pero de normal, soy un chico muy aseado. Dije solemne.
El domador de bestias pareció sentirse alagado ante el comentario de la peliblanca, mas no se le subió a la cabeza, supo reconocer que la auténticamente hermosa en ésta pequeña explanada era ella. No había manera de comparar la belleza de su cuerpo lleno de cicatrices con el de ese chico que parecía sacado de una revista de telenovelas. Bueno, sobre gusto los colores, como se suele decir...
Pero ella era mas guapa, y punto. —J´rasias. —Agradeció mientras casi hacía un pequeña reverencia. Casi, porque con el poco equilibrio que conservaba tampoco podía hacer milagros. Hizo todo lo que estaba en sus manos, ni mas ni menos.
Tras recobrar la compostura, tanto como pudo o su borrachera le permitía, la chica inquirió que él tan solo quería aprovecharse de ella llevándola en el animal hacia Kuroshiro. Éste lo negó estrepitosamente, aseguró que para nada esa había sido su intención. Explicó que tan solo quería ayudarla a su país, que si se lo permitía le acompañaría hasta Yachi para que allí se recuperase antes de regresar a su hogar. La verdad, la propuesta sonaba de lo mas inverosímil. ¿Por qué ayudar a una kunoichi de otra aldea sin esperar algo a cambio?
La chica alzó una ceja mientras que su rostro tomaba una mueca de incredulidad, o algo parecido, a saber. —Yio no quierro descansar! Es´toy perfestamente! ¿¡Vale!?
No podía negarlo, llamarla cabezona sería quedarse corto. Pero oye, una chica que se vale por sí misma, que no pide ayuda por difícil que se ponga la situación. No era la típica princesa del cuento que espera encerrada en una mazmorra vigilada por un dragón a que el príncipe la salve... Katomi era de esas que jugaba al poker con el dragón, y cuando llegaba el príncipe lo mandaba a freír espárragos.
Después vino un comentario algo extraño, o quizás fuera de contexto. El chico afirmó que sin duda él era de lo mas aseado, que no era guarro en absoluto, pero que tenía esas pintas a causa de un incidente en las tierras de la llovizna. ¿A qué venía eso?
—¿Q...qué? —Preguntó la chica, con claro síntoma de duda. Su cara era todo un poema, no entendía a qué venía eso.
La chica quedó extrañada ante mi último comentario, y era del todo comprensible. No solo por que estaba como una cuba, si no por que ¿Cómo le decía que me encontraba como estaba por que más que volver a mi aldea, que lo estaba haciendo sin duda, estaba huyendo de un maníaco que por culpa que Uchiha Tomoe venía a por mí con ganas de descuartizarme? Eso era el quid de por qué no quería seguir viajando solo de ninguna de las maneras, pues tenía la sensación hace bastante rato de que me estaban siguiendo. Pero claro, decirlo así tal cual no hubiera sido nada varonil...
-Esto...bueno... déjalo. Dije resignado, pues ya me quedó claro que con los borrachos no se podía uno entender.
Será mejor que reanude la marcha cuanto antes...
Pero por desgracia el peor de los temores se acababa de materializar, en un abrir y cerrar de ojos apareció una persona inmensa repleta de músculos. Mas que humano parecía un mastodonte de poco más de dos metros de altura ataviado únicamente con unos pantalones de piel, al pecho unas cadenas que cruzaban su torso de la cintura hasta su hombro derecho. Sus antebrazos también estaban protegidos por unas cadenas. Su pelo oscuro era larguísimo y estaba recogido en una trenza que estaba sujeta por un kunai en su extremo.
El aspecto de aquel grandullón tenía síntomas de haber peleado recientemente, pues tenía algunos cortes feos en sus extremidades y en el cuello, repletas de sangre seca que manchaban casi la totalidad de su cuerpo. Sus pantalones también estaban ensangrentados y embarrados.
-¡Por fin! te alcancé perro cobarde!Estaba el grandullón tan furioso que incluso le saltaba espuma por la boca cuando dijo aquello como lo dijo.
¡Maldición! Tragué saliva molesto. Mientras entrecerraba los ojos por su también molesto tono de voz.
-Buen sitio para que mueras, aquí nadie encontrará tu cadáver
Me giré hacía el líder de los bandidos, e intenté negociar aquel asunto. -Oye mira, se que el incidente de anoche fue para ti una verdadera molestia...Mira te doy el dinero que llevo encima y aquí no ha pasado nada. ¿De acuerdo?
-No te preocupes por el dinero Dijo la montaña humana. -Te mataré y me quedaré con él ¡JAJAJA!
El grandullón clavó su mirada en la muchacha pensando en la remota idea de que quizás fuera Uchiha Tomoe, pero pronto se dio cuenta de que se trataba de otra Kunoichi.
-Te perdonaré la vida si me dices dónde está la Uchiha
-¿Tomoe dices? No se, ¿Supongo que se habrá ido a su aldea?
La cara del gorila era todo un cuadro, parecía que la respuesta que le di no fue para nada de su agrado. Yo por si las moscas, saqué mi makimono y comencé a dibujar antes de que el tipo se abalanzara sobre mí.
El tipo de las bestias no pareció querer insistir en el tema, o bien le pareció insignificante o bien daba el tema por perdido con una chica que estaba bastante pedo. A saber lo que pasaba realmente por la mente del joven, lo que era seguro es que realmente no le gustaba demasiado la idea de perder el tiempo por nada, o bien se trataba de un chico bastante impaciente. Al final, el silencio reinó por unos segundos, segundos en los que la chica quedó con la misma mueca de duda. No entendía nada, o casi nada... o, en fin, había algo que no entendía. Aunque no sabía el qué.
De pronto, una voz mas grave que el asfalto y mas alta que un volcán rompió el silencio. Anunciaba que por fin había alcanzado a un perro cobarde, aunque bien cierto era que por esos lares no había ningún perro. ¿Sería eso que montaba el chico ciertamente un perro? ¿Acaso no le había engañado? Lo que estaba claro era que el volumen del grito era ensordecedor, y la cabeza de la chica ya empezaba a bailar camboya, literalmente. Sin poder evitarlo, se llevó la siniestra a la sien, buscando mantener el dolor de cabeza a raya en un súbito intento.
Sin embargo, el anuncio no fue mas que el preludio a otro grito de la misma envergadura. De nuevo, anunció algo extraño y para nada alentador, la muerte y posible tumba para alguien. Por suerte o desgracia, se refería al género masculino la amenaza, lo cuál casi que era un alivio. Sin embargo, seguía muy subido de tono.
Ambos genin se giraron, y vieron ante ellos a una montaña humana.
El chico pareció amedrentarse, y trató de acariciar la amenaza con una especie de suplica acerca de entregarle todo el dinero que llevaba a cambio de un poco de paz. La montaña humana por contra no aceptó el trato, era absurdo tomar a cambio de nada lo que podía tomar por la fuerza igual. La verdad, tenía sentido... y de nuevo un volumen demasiado alto. La chica dio un par de pasos casi que buscando el equilibrio, al parecer se le quería escapar, pero lo había logrado alcanzar a tiempo. Por otro lado su botella, que casi derrama en ese lapsus.
La conversación entre la montaña y el domador de fieras prosiguió, y el primero buscó averiguar donde se encontraba un Uchiha. El domador argumentó que la chica posiblemente hubiese vuelto a su país, que no sabía realmente donde estaba. La respuesta no pareció gustar al primero, las facciones de su rostro así lo mostraban.
—Tshhhh... tsh... tshhhh-shhh. TSHH! —Recalcó la chica con la mano de la botella casi a la altura de la boca, mientras que alzaba el índice en pos de conseguir un poco de silencio.
La chica tomó aire, y enderezó su pose todo lo que pudo; concretamente lo que el alcohol le permitía. Dejó un segundo para dar mas dramatismo al asunto, y señaló de buenas a primeras al hombre tan grande como un día sin pan. —¿Te quie´re callá? —Soltó de pronto, así, con toda la seriedad del mundo. —Que me duere la cabesa... TSH!
De nuevo, llevó el gesto con el índice hacia sus labios, gesticulando de nuevo que callase por un rato. Quizás se había pasado un poco, pero en fin... nada que un poco de fuego no pudiese solucionar.
Muy a pesar de Yoshimitsu, el ambiente se había vuelto un poco bastante tenso. Una situación que trató de enmendar con un inútil intento de soborno que no llegó a ninguna parte, además confirmó la verdadera intención del matón.
Cualquier cosa con tal de quitarme de encima aquel sucio matón de tres al cuarto Pero no funcionó. El líder bandido no quería otra cosa más que matarme ¿Y por qué? Pues no había otra razón más que era un mal perdedor. Y ahora era "yo" quién tenía que padecerlo, pues no hacía falta decir que era insufrible.
Tanto griterío y vocerío provocó que la Kunoichi de Amegakure se tambaleara con un claro gesto de molestia y dolor a partes iguales, que trató de apaciguar la ira desbocada del gigante con un débil.
—Tshhhh... tsh... tshhhh-shhh. TSHH! — Que pasó totalmente desapercibido por el duelo de miradas que estábamos manteniendo.
Sin embargo, en el breve transcurso de efímera paz que hubo cuando le respondí al grandullón que no sabía a ciencia cierta dónde podría estar Uchiha Tomoe, en ese instante en el que el grandullón trataba de contener su ira. La kunoichi de Ame volvió a hablar, a lo que a mi me pareció la mar de gracioso, eso sí, supe contener la compostura y no reírme por aquello.
¿Te quie´re callá? —Soltó de pronto, así, con toda la seriedad del mundo. —Que me duere la cabesa... TSH!
El gigante volvió a centrar la mirada en la chica rechinando los dientes con tanta fuerza, que parecía que iba a perder toda su dentadura.
-Veo que no estás solo como de costumbre, agradezco que me hayas traído algo de diversión. Cuando acabe contigo daré rienda suelta a mi libido con tu nueva amiga. Y veo que está borracha, mejor para ella, así no le dolera...no tanto... Dijo con mirada lasciva, mientras se frotaba las manos con indecencia.
Miré al líder bandido con desprecio. -¿No te han dicho que eres un monstruo?
No había alternativa, ese ser despreciable tenía que desaparecer de la faz de la tierra. Un verdadero monstruo con incontables muertes de gente inocente en sus espaldas. No sabía si podría contra él, pero daría todo mi empeño por liquidarlo de una vez por todas. Lamentándome por haberlo dejado escapar la última vez, por lo menos se veía algo lastimado, estaba claro que no estaría en plenas facultades.
El matón se rió. -¡Oh si! ¡Me lo han dicho muchas veces! Y en tu caso, serán tus ultimas palabras. Terminó aquella frase poniéndose en guardia, en pose de combate, como haría un buen Taijutsero.
Clavó su pierna derecha por delante de su izquierda, puso su cuerpo hacía el frente y adelantó su brazo derecho hacía arriba, protegiendo su cara.
De repente por mi parte, realicé un singular sello con las manos y ¡PUFF! una densa nube de tinta negra invadió la zona con rápidez.
-Ese truco no te va a servir. Sentenció el gorila. -¡Huelo tu miedo!
La cosa no solo se había puesto tensa, si no que estaba a puntito de estallar en una grandiosa batalla, una de quizás mas de tres o cuatro golpes. Una de esas batallas que recuerdas durante al menos treinta minutos, o hasta que se termina el alcohol que llevas en mano. Por suerte o desgracia, la chica llevaba en ese momento mas de lo que podía beber; no porque fuese una princesa de castillo y no fuese capaz de beber, si no porque hacía ya rato que iba pasándose un poco de la raya, y aún estaba bebiendo. Cosas de la vida.
El grandullón habló de nuevo, indicando con palabras mucho mas cultas de lo que aparentaba el hombre en sí, argumentó que tras darle una lección al chico apañaría su libido con la chica. Así mismo, comentó que era una suerte para ella que ya fuese bebida, porque así le dolería menos. Sus palabras no faltaban en absoluto a lo que su mirada perpetraba, y hasta frotó sus manos pensando en ello.
El chico saltó rápido preguntándole si nunca lo habían llamado monstruo. Entre tanto, la chica miraba confundida a la montaña humana, y mas tarde al que había roto de nuevo el breve silencio. De nuevo el hombretón contestó a su antagonista, nuevamente con una burda y clara amenaza que sí acompañaba mucho mas a su apariencia. La mirada de la chica nuevamente fue en busca de éste, intentando seguir la trama de la conversación. Pero lamentablemente...
—Psss... yio no sé pa qué quiereis un librio. No habeis leio un li-brio en la vida... —Contestó la Sarutobi al par de montañas, confundiendo libido con libro.
Pero de pronto todo se volvió oscuro, como si la noche su hubiese abalanzado sobre ellos sin aviso alguno. Hasta los astros parecían haberse escondido; nada mas lejos de la realidad, solo había sido cosa del domador de bestias. La chica miró de un lado a otro, sin sentido y sin beneficio. No tardó en darse cuenta, por mucho que mirase o buscase a ambos lados, no había mas que oscuridad.
—La lú! Sa´pagao la lú! —Se quejó mientras intentaba avanzar un poco hacia algún lado, dando pasos de ciego y anteponiendo sus brazos en un burdo intento de no tropezar. —Hostia! la madre que me parió!
Chico fue el porrazo, la verdad, para todo lo que pudo haber sido. —PLAF!— Hincó las rodillas, el codo izquierdo, parte de las costillas, y hasta la botella en el suelo... Pobre de ésta última, que terminó esparramada por el mismo sin opción ninguna a ser salvada. No hubo héroes, ni con capa ni sin capa. Todo se fue a la puta.
Ésto mosqueó un poco a la chica, aunque contenía la risa en mitad de la oscuridad. No sabía si reír o llorar, por ahí le había dado con la bebida. Ya se sabe que con esas cosas nunca se sabe por dónde vas a salir...
Ya no había vuelta atrás, estaba sufriendo un subidón de adrenalina importante. Pues ya había luchado contra este tipejo con ayuda, y sabía que si lograba alcanzarme, estaría K.O. de un solo golpe. El matón tenía derecho de alardear de su fuerza, y yo tenía que superar aquello a base de inteligencia.
Contaba que no aún no estuviera totalmente recuperado de las heridas que le propició Tomoe la noche pasada, solo tenía esa minúscula ventaja, y parecía que no obtendría mucha ayuda de la Kunoichi de Ame, que me atrevería a decir que estaba peor de lo que me imaginé en un primer momento.
—Psss... yio no sé pa qué quiereis un librio. No habeis leio un li-brio en la vida... —
Estaba borracha si, pero sabía que el instinto de supervivencia está por encima de esas minucias. Quise matizar a lo que se refería la bestia humana para que por lo menos tener la esperanza de que contribuyera al combate de alguna forma. Por lo menos aunque solo fuera reducir a la mitad la probabilidad de que el matón golpeara a uno de los dos.
-No amiga, se refiere de que te va a forzar a mantener relaciones con él...ya sabes...Después te matará. Por eso te ruego me ayudes con esto. Es un tipo jodidamente duro.... Le aclaré preocupado sin despegar la vista del matón.
Por contra, el matón se encogió de hombros incrédulo. -¿Le estás pidiendo ayuda a una mujer? ¿Y encima borracha? ¡Jo jó! NOooooo sabes cuán bajo acabas de caer. Se rió con sorna y desprecio a partes iguales.
Dicho aquello, fue cuando seguidamente, todo fue invadido por la nube de tinta, tan necesaria como inevitable, pues me daba bastante ventaja aquello. Cualquier cosa que dificultara a ser alcanzado era bueno. Y es cuando escuché quejas por parte de la Kunoichi de la Tormenta.
—La lú! Sa´pagao la lú! —Se quejó mientras intentaba avanzar un poco hacia algún lado, dando pasos de ciego y anteponiendo sus brazos en un burdo intento de no tropezar. —Hostia! la madre que me parió!
Hmmmm....Esto tiene mala pinta, y encima e involucrado a alguien más...por mi culpa...
Por fortuna, disponía de una buena estrategia, pero contra este tipo, aquella buena idea no me dejaba del todo tranquilo, contra él, había que tener en marcha un plan "B" incluso un plan "C". Encima huir no era una opción, la cuestión era o él o nosotros. Al igual que todos, yo tampoco veía ni un pimiento en la nube de tinta, que aún tardaría un poco en disiparse. Por eso posicioné mentalmente a mis invocaciones de tinta en un lugar determinado, norte, sur, este, oeste...etcétera. Por lo que si el matón eliminaba alguno, sabría en dónde atacar.
La chica no parecía haber acertado ni de lejos, por suerte ahí estaba el doma-bestias. Aclaró sin pudor que a lo que se refería el bárbaro frente a ellos era a que le haría toda clase de groserías, y tras acabar la terminaría matando. La chica alzó una ceja, incrédula ante el comentario del hombre. Quizás también un poco enfadada, pero esto casi que sería un tercer plano de sus actuales sentimientos —¿Violarla?— además de difícil, sonaba absurdo. No era la mejor kunoichi del mundo, y estaba borracha; pero era sin duda una chica realmente ardiente, en el sentido literal de la palabra. Lamentablemente, el tipo sabía poco de ésta información, lo único que podía darle señal de peligro era su banda metálica.
Fue en ese momento que todo se fue a la máxima oscuridad de la noche, o de la bomba de humo, o de aquello que había vuelto todo totalmente oscuro. La chica tropezó, el domador se dispuso a hacer de las suyas, y el grandote amenazó con que la oscuridad no le salvaría de su ira. En un principio la chica no sabía si reír o llorar, pero entre su perdida y la amenaza a su ser, se dejó llevar un poco por la situación.
Aún de rodillas, alzó la mirada hacia... hacia ningún lado, pues aún no veía ni un pimiento. Aproximadamente el sitio era donde se encontraba el grandullón, tampoco podía estar del todo segura. Podía huir del sitio, o simplemente escupir una llamarada que iluminase hasta la mas oscura de las noches; pero contuvo por un momento su aliento. No trató de hacer nada, tan solo quedó en silencio.
De pronto, unió sus manos en una leve combinación de sellos, un total de cuatro. Serpiente, tigre, perro y rata. Tras ello, un vorágine de fuego arrasó con el cuerpo de la chica, dejando en su lugar una silueta en llamas. El fuego azotaba a su alrededor, vivo como el astro rey, dando forma a una silueta femenina que aún mantenía hincadas las rodillas en el suelo. Pero poco a poco éste hecho fue quedando atrás, las propias llamas comenzaron a hacerla despegarse del suelo, manteniendo la silueta en el aire mientras que bajo sus pies el calor desprendido parecía quemar todo, hasta las piedras. A todo ésto, la nube de oscuridad comenzó a desaparecer, y aunque era por otro motivo casi parecía haber sido promovido por las llamas, unas llamas que sin duda iluminaban con fuerza. A su lado, la botella de alcohol y un buen charco.
—C-capullo... mira lo qui has hecho... tsk!... —Se quejó mientras señalaba el charco.
Podía estar borracha, pero con el alcohol no se juega, no señor. Ésta catástrofe la había provocado él, y ya no había vuelta atrás... iba a probar lo que significaba irse a dormir calentito, literalmente. Quizás eso acarreaba provocar algo mas que un incendio para acertarle, pero vamos, que no se iba a librar.
Mil perdones Katomi por la tardanza. Es que es una mala época del año xD. Además en España es fiesta y me cuesta mucho conectarme que anda que no cuesta filtrar la carta de Papa Noel de mi peque hehe, se pide todo lo que ve xD
Las cartas ya estaban boca arriba sobre la mesa, el enfrentamiento era inminente. Afortunadamente, tenía la situación bajo control, estaba a salvo bajo la densa cortina de tinta humeante. Pero la pregunta era...¿Quién haría el primer movimiento?
¡Pero qué cojones!
De repente y sin aviso previo, de donde venía la voz de la Kunoichi de Ame, se arremolinó una vorágine de fuego abrasador que a causa del intenso calor, hizo que la presión del aire cambiara con brusquedad, removiendo la nube de tinta como si fuera un remolino dispersándola a gran velocidad. Las llamas tomaron forma humanoide, sin duda se trataba de la kunoichi de Ame haciendo gala de una sorprendente técnica de elemento fuego. Algo digno de ver, tanto que mi cerebro hizo un esfuerzo por fotografiar aquel momento mentalmente para retratarlo más tarde en un lienzo.
—C-capullo... mira lo qui has hecho... tsk!... —Se quejó mientras señalaba el charco.
Después dejó claro que desencadenó su violenta reacción, su preciado alcohol acabó en el suelo. Lo malo fue que estropeó el mágico momento, pues aún estaba borracha como una cuba. Yo imaginaba que tanta llama, habría ayudado a evaporar su alcohol en sangre. Pero parecía ser que aún tenía alcohol para quemar...que barbaridad...
Por fortuna, se llevó aquella acusación mi pequeño pero gigante rival. Un alivio sin duda, no tenía ganas de acabar con quemaduras de segundo o tercer grado. La cosa era que la ninja de Ame se unía a la fiesta, lo malo era que al disiparse la nube de tinta, desveló mi jugada revelando un clon que tenía preparado, mi león y un pequeño enjambre de ratas negras de tinta vivientes.
-Oh! de repente hace mucho calor...¿No es así? Pregunté con sorna a mi agresor en el momento en el que la kunoichi de Ame comenzó a levitar y arrasar lo que había a su paso. El fuego era tan intenso que calcinaba al instante aquella débil y desdichada hierba.
-Hmmm...estoy impresionado. Pero no cometas el error de subestimarme imbécil. Dijo el matón muy seguro de si mismo. -Es sencillo, me estáis forzando a terminar esto rápido. Volvió a hablar de nuevo, mientras realizaba consecución de sellos.
-¡Doton!¡Iwa no Yoroi! De repente la tierra que había a los pies del Rey de los matones se arremolinó y la roca cubrió su cuerpo, formando una dura armadura de piedra de grotesca y poco amigable forma. Un combate que se me antojó un poco surrealista, y del que tendría que esforzarme bastante para salir indemne.
Vamos...lo que faltaba... Pensaba con resignación cuando noté como que estaba un poco fuera de lugar en aquel singular combate. Pero la cosa era que esto acabó así por mí...que dilema...
El brazo del matón que estaba recubierto de roca viviente, se moldeó formando una especie de arma contundente brutal aderezada con pinchos, con la otra mano hizo un gesto amenazante invitándonos a encararnos contra él. Yo lo tenía claro, no me tenía que meter a pelear a cuerpo a cuerpo. Yo, desde la retaguardia mandé a mis invocaciones a estorbarle mientras la Kunoichi de Ame podría cumplir la demanda del matón mejor que yo.
Alcé mi brazo hacía el matón y el enjambre de ratas saltó en busca del pétreo cuerpo de nuestro adversario, pero no con la intención de atacar en un primer momento, sino más bien de estorbar, dando a mi compañera de equipo la oportunidad de asestar golpes con mayor facilidad.
(Sumijutsu 60) (máximo dos leones, divide regen. de chakra)
- Daños: 60 PV por impacto - Efectos adicionales: El usuario puede montar sobre sus leones, mejorando su velocidad de carrera un 50% - Sellos: - - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: Cada animal es de máximo dos metros y puede alejarse a un máximo de diez metros del usuario
La técnica más característica de la especialidad del Sumijutsu. El ninja infunde chakra rápidamente a la tinta con la que dibuja diversos animales en sus pergaminos. En el momento en el que se retira el pincel, los dibujos saltan desde el pergamino, crecen en tamaño y actúan de acuerdo a la voluntad del usuario. Aunque estén constituidos por tinta, estos animales pueden aguantar golpes de taijutsu básico e incluso resistir el embite de hasta tres armas pequeñas. Los golpes reducen el daño que causa la técnica. Esta variante de la técnica permite crear desde uno a tres leones formados enteramente de tinta que pueden correr hasta chocar contra el adversario, arañándole o mordiéndole en el proceso, y luego estallando en una nube de tinta que lo arroja en direccion contraria. Los animales pueden usarse a modo de transporte, para evitar la fatiga física o para recorrer distancias en un lapso de tiempo menor a lo que lo haría si fuese a pie.
¤ Sumi Bunshin no Jutsu ¤ Técnica del Clon de Tinta - Tipo: Apoyo - Rango: B - Requisitos: Sumijutsu 40 - Gastos: 15 CK + X CK (< 1/2 CK total) por clon - Daños: - - Efectos adicionales: Clon real con X CK. Los clones son capaces de mantenerse en contacto unos con otros, y con el original - Sellos: - - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: Pueden alejarse del usuario sin ninguna restricción
El ninja infunde chakra rápidamente a la tinta con la que dibuja diversos dibujos sobre si mismo en sus pergaminos. En el momento en el que se retira el pincel, los dibujos saltan desde el pergamino, crecen en tamaño y actúan de acuerdo a la voluntad del usuario. Los clones de tinta carecen de voluntad propia, sin embargo están conectados con el resto de clones y al usuario, pudiendo manipularlos incluso sin estar presente en la posición de dicho clon. Sin embargo, controlar varios clones supondrá un nivel de concentración alto provocando que manipular más de dos sea un reto, haciendo que su atención se centre en su control y dificultando así el control sobre ellos, e incluso sobre sí mismo. Estos clones pueden aguantar golpes menores e incluso resistir el embate de hasta tres armas menores disolviéndose en tinta al ser derribados. Sólo pueden usar técnicas de Sumijutsu. Los clones devuelven el chakra al original una vez deshechos, y no devuelven información ninguna con ese chakra, a no ser que el clon la haya transmitido antes de morir. El usuario será capaz de saber cuándo un clon ha desaparecido, gracias a las conexiones que mantiene con ellos.
¤ Chōjū Giga: Nezumi to Sakana ¤ Dibujo Imitador de Súper Bestias: Ratones y Peces - Tipo: Ofensivo, Apoyo - Rango: C - Requisitos: Sumijutsu 20 - Gastos: 3 CK (Maximo 8, divide regen. de chakra) - Daños: 5 PV - Efectos adicionales: Los ratones y peces con capaces de ver y escuchar para recopilar informacion. - Sellos: - - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: Cada animal es de máximo treinta centímetros y pueden alejarse del usuario sin ninguna restricción.
La técnica más característica de la especialidad del Sumijutsu. El ninja infunde chakra rápidamente a la tinta con la que dibuja diversos animales en sus pergaminos. En el momento en el que se retira el pincel, los dibujos saltan desde el pergamino, crecen en tamaño y actúan de acuerdo a la voluntad del usuario. Al estar constituidos por tinta, un sólo golpe basta para disiparlos, pero son increíblemente útiles para los ataques sorpresa, la discreción y la comunicación. El ejecutor de la técnica es capaz de convertir palabras escritas en pequeños animales que viajan a toda velocidad a su destinatario y, al llegar a su destino, se revierten en forma para formar la escritura. Esta técnica permite el uso de pequeños animales terrestres, como ratones; o acuáticos, como peces; para perseguir a un objetivo y recabar información que regresará al ejecutor junto con el animal en cuestión y cuya informacion se plasmara en un pergamino a modo de texto especificando la informacion recopilada.