— No estaba en los pergaminos que dejó mamá.

Chika intervino, recordando que su hermana era capaz de hacer algo similar.

— Espera, ¿tú no hacías algo similar? Ya sabes, esa técnica que te cubre de electricidad y destruyes cafeteras, ¿no será una mejora de eso?

Dicho así no sonaba muy espectacular, pero a Chika le parecía impresionante que hubiese conseguido una técnica algo parecida a una técnica milenaria sin siquiera conocerla. Desde luego, el talento de Kimi no parecía tener limites. Mientras, ella apenas había inventado las patadas electricas, lo cual también era milenario, pero no algo realmente innovador ni único.

Todas las miradas se posaron sobre Kimi, que levantó las manos algo intimidada por la repentina atención.

— Esto... sí, pero no me hago tan rápida como Kira-san. Mi técnica solo sirve para dar calambrazos y... recargar baterías.

Kira pareció sorprenderse por la técnica de Kimi, mientras que Miki soltó un sonoro "pffft" y apartó la mirada, cruzada de brazos.

— ¿Y la creaste tú sola? ¡Mola! ¿Por qué no la utilizaste durante el combate?

Kimi se llevó una mano a la nuca y agachó un poco la cabeza, mientras Miki acabó por levantarse para salir de la sala.

— Creo que ha llegado el médico, voy a mirar.

— No me habría ayudado mucho. Eres demasiado rápida...

Kira se levantó, emocionada.

— ¡Ahora quiero volver a pelear!

— ¿Y-y si descansamos un poco? —Pidió Kimi, volviendo a levantar las manos a la defensiva.

Kira se volvió a sentar.

— Okay. —Dijo, antes de girarse a Chika—. ¿Y tú? ¿Has creado alguna técnica chula?

Kimi sonrió.

— ¡Un montón!

China observó a Miki levantarse. ¿Había llegado el médico? ¡Ella ni se había enterado! Qué buen oído tenía Miki. Tenía pensado seguirla, pues ella era la que necesitaba el médico, pero no era tan fácil levantarse con una mano y además, la atención del lugar se posó en ella.

— Nada que ver con lo de Kimi, yo solo doy patadas y lo llamo técnicas. — se llevó una mano a la nuca, como había hecho su hermana momentos antes.

No era nada espectacular. Una patada frontal, una patada giratoria y una patada de hacha. Con electricidad todas, claro. Pero no eran más que patadas, la original aquí era Kimi y la inteligente, la estoica, la estratega...

— Debería ir a ver al médico yo también. No os hagáis daño. — se levantó como pudo antes de ir tras Miki — Ki-chan, espera.

Kira alternó la mirada entre Kimi y Chika un par de veces, antes de pegarles una fuerte palmada en la espalda a ambas que a punto de lanzar a Kimi de boca al suelo.

— ¿Pero podéis dejar de ser tan humildes? —Les dijo—. Quiero decir, eso está muy bien ¡pero tampoco está mal estar un poco orgullosas de nuestros logros! ¿Saben?

Mientras Chika se excusaba para marcharse, la Minami se giró directamente hacia Kimi, ignorando a la mayor.

— ¡Venga, tú primero! ¡Dilo! —Le ordenaría, acercándose a ella para hablarle muy lentamente—. Soy. La. Pu-ta. A-ma.

Kimi tuvo que retroceder un poco. Tenía a Kira demasiado cerca.

— ¿Eh?

Al salir, Chika podría ver a Miki atender al médico en la puerta, que apenas había acabado de entrar en el momento en el que la Kaminari salió. La menor le explicó lo que había sucedido y, luego de dejar al médico con Chika, fue a buscar a su hermano.

Poco tiempo más tarde, ambos estarían sentados uno al lado del otro mientras el ninja médico trataba sus heridas con pericia. Raijin y Miki también estaban en la sala, esperando con paciencia mientras la menor preguntaba de vez en cuando qué tal se encontraban.

Viendo que Miki lo tenía todo bajo control, Chika solo la seguiría hasta que la obligasen a sentarse para que la curasen. No le hacía mucha gracia mover el brazo, estaba perfectamente bien manteniendolo quieto. Sin embargo, no había forma de que dijese algo así cuando Kenshin también estaba allí. Tenía que dejar claro que era la alfa del lugar.

Se sentó y dejó al médico trabajar intentando disimular en la medida de lo posible cualquier dolor que le causase.

— Estamos bien, Ki-chan, no te preocupes. — contestaría cada vez que Miki preguntase. — ¿Tú como vas, Ken-chan?

Sonaría sinceramente interesada. Era su hermano al fin y al cabo. Su hermano beta.

— Voy bien. Respondió Kenshin, simplemente, apoyado en su mano buena y mirando a otro lado.

El tratamiento de ambos chicos no duraría demasiados minutos, durante los que el ninja médico utilizó tanto unas complicadas técnicas como la medicina común y moderna para tratar sus fracturas. Aparentemente, por suerte, ninguna de las dos roturas era demasiado severa y no necesitarían ningún tipo de cirugía para recuperarse, pero probablemente estarían un par de semanas teniendo que utilizar una férula y teniendo que utilizar el brazo más bien poco.

Cuando el médico terminó y Raijin lo acompañó a la puerta para despedirlo y pagarle, Kenshin pareció verse tentado con la opción de simplemente irse a su habitación a dormir, pero una mirada enfadada de Miki pareció hacerlo cambiar de opinión.

— ¿Tienes un momento? —Le preguntó, apuntando al pasillo que tenía tras de sí. Parecía querer hablar.

La respuesta de Kenshin no le dio pie a mucho más así que Chika decidió centrarse en parecer que no le dolía nada, aunque algunos tratamientos del médico le doliesen como un hierro candente oxidado en su homoplato izquierdo. Necesitaba toda su concentración para eso y aún así no le salía demasiado creible.

Pensó en dejar lo de Kenshin para más adelante, cuando se le hubiese sanado del todo el brazo. Ahora mismo tenía que dolerle hasta con el más leve movimiento, o por lo menos eso le pasaba a ella, así que no estaría de muy buen humor. Sin embargo, fue el mismo Kenshin quien vino a preguntarle.

— ¿Tienes un momento?

Le señaló el pasillo y Chika asintió de inmediato. Supuso que querría hablar, porque no estaban para una revancha.

— Claro. ¿Estás bien? — le preguntó incluso antes de moverse hacia el pasillo, cosa que hizo justo cuando Kenshin lo hiciese.

— Sí. —Respondió de forma tan escueta como anteriormente.

El chico guio a su hermana por los pasillos de su enorme casa, aparentemente buscando una habitación en concreto durante un rato en el que estaba muy claramente perdido. Finalmente, cuando aparentemente encontró la habitación que buscaba, abrió la puerta y entró.

— Joder... —Se quejó. Era la puerta del baño—. Da igual.

Cerró la puerta, sin entrar. Tampoco necesitaban tanta privacidad y el pasillo estaba completamente vacío, de todos modos.

— ¿Tienes un problema conmigo? —Acabó por preguntarle, sin tapujos.

Kenshin parecía decidido a encontrar algo. No estaba segura de qué era, ni de si ayudarle era la mejor opción. Sabía que había gente que se tomaba mal que las ayudasen, lo consideraban una falta de respeto, como si Chika estuviese diciendole que era un inepto por ayudarle a orientarse por su propia casa. Así que la peliazul solo le siguió. Si necesitaba ayuda ya la pediría.

Pero no lo hizo. Como un bravo hombre iberico, consiguió encontrar la puerta al baño él sólo. Aunque no era eso lo que buscaba. De repente se giró a Chika, decidido, y ella retrocedió un paso, sorprendida por la parada repentina. ¿Era eso lo que buscaba?

— ¿Tienes un problema conmigo?

Chika alzó una ceja, sin entender exactamente qué le preguntaba. Al mismo tiempo, algo encajó en su mente. Kenshin había notado la ansia asesina en su combate. No iba a negarlo, no tenía por qué hacerlo, al fin y al cabo, habían salido ambos igual de mal.

— Secuestraste a mi hermana. — dijo escuetamente ignorando por completo ningún otro suceso más allá de ese.

Podía ignorar la paliza que le dieron, podía ignorar que atacasen a su padre, podía ignorar que fuesen unos bravucones sin modales, pero secuestrar a su hermana era imperdonable sin represalias. Ahora ya le había partido el brazo, estaban bien.

Kenshin resopló y se llevó una mano a la nuca, mirando a un lado y a otro durante un par de segundos, como si buscase escrito en las paredes las palabras adecuadas que tenía que utilizar en aquel momento.

— Sí. Siento aquello. —Se disculpó, aunque quizás trataba el tema con demasiada casualidad—. Ahora somos hermanos, así que no te preocupes. Kimi está a salvo.

Para Kenshin eso parecía ser suficiente. Kimi estaba bien ahora y estaba completamente fuera de peligro, al menos por su parte.

— Entonces ¿Estamos bien?

Por suerte para el perro desgraciado de Kenshin, Chika tampoco era una chica que guardase rencor una vez partido su brazo. Ella misma se llevó la mano a la nuca, intentando encontrar la forma de plasmar sus sentimientos en palabras y que esas palabras se entendiesen.

— No es que estemos mal. No te odio ni nada. Solo quería darte una pequeña reprimenda de la mejor forma que sé, a golpes. Pero tal vez me pasé. Perdona por lo del brazo. Me cuesta verte como a un hermano todavía, pero no te guardo rencor. Es raro, pero se me pasará. Mientras no hagas daño a nadie, estaremos bien.

Había soltado todas las ideas que tenía en la cabeza sin pensar demasiado en cómo enlazaban ni en qué quería decir, pero dicho quedaba.

Durante unos segundos, Kenshin se quedó mirando a Chika confundido. No, Confundido no, estaba lo siguiente a confundido. ¿Cómo podía Chika ser tan... ella? Él era despreocupado con aquel tema, claro. Eso ya lo sabía, pero no había sido a su hermana a la que habían secuestrado, y ahora simplemente lo perdonaba con facilidad. Aquello era raro cuanto menos. Aunque tenía sus dudas, Chika no parecía ser una mala persona y estaba siendo sincera, por lo que decidió creerle.

— Bien. Me alegro. —Le dijo, sonriendo y ofreciéndole la mano buena—. Pero la próxima vez que quieras resolver algo a golpes, avísame antes ¿okay? Si nos volvemos a pegar frente a los alumnos, acabarán pensando que el Karate es todo violencia.

Acabó por guiñarle el ojo, antes de darle una palmada en el hombro bueno y dejar la conversación como estaba, marchándose más al interior de la casa y dejando a Chika sola en el pasillo.

— Bien. Me alegro. Pero la próxima vez que quieras resolver algo a golpes, avísame antes ¿okay? Si nos volvemos a pegar frente a los alumnos, acabarán pensando que el Karate es todo violencia.

— Espero que no tengamos que resolver nada más entre nosotros. Ahora somos todos hermanos, ¿no? — le contestó Chika sin un atisbo de maldad, con total sinceridad.

No albergaba ningún tipo de duda de que no volvería a tener que llegar a esos extremos con él. No sería tan estúpido de volver a hacerle algo a Kimi. Podían tener una riña fraternal, claro, pero no iba a partirle el brazo por eso. Pero eso era problema de la Chika del futuro. Por ahora, Chika aceptó el apretón de la única forma que sabía, con toda su fuerza.

La pobre solo tenía dos modos, a tope y con Kimi. Y Kenshin no era Kimi. Así que apretaría con toda su fuerza antes de dejarle ir. De nuevo, no había más intención que dar un buen apretón de manos. Y bueno había sido.

Una vez Kenshin se hubiese ido a la verga, Chika se iría a la concha. A la concha de entrenamiento a ver a sus hermanitas y asegurarse de que ninguna se había matado. Tendría que pasar por donde les habían curado a ver si Miki estaba esperandola.

Mientras se marchaba, Kenshin levantó el pulgar sin mirar atrás. Tenía la mano roja, probablemente del apretón de Chika.

— Tú lo has dicho, sister.

Al regresar, Chika no encontraría a Miki ni a su padre donde los había dejado antes. En cambio, Kira y Kimi todavía seguían en el dojo. Kimi estaba tirada en el centro del dojo, empapada de agua mientras intentaba recuperar la respiración, con algún que otro golpe en el cuerpo y una enorme botella de agua a su lado. Kira, por su lado, estaba haciendo unas sentadillas a un lado. Ella estaba completamente ilesa.

— Oh, Chika ¿qué tal? ¿Ya te dijeron cuándo te recuperas?

— Hola... Ka-chan...

— Tú lo has dicho, sister.


Por algún motivo, aquello fue como si alguien arañase con fuerza una pizarra. Le chirrió hasta el centro de su alma. Sin embargo, por el bien de su nueva e inconsistente fraternidad, decidió ignorarlo.

Anduvo hasta la habitación donde debían estar Miki y Raijin, pero cuando llegó no estaba ni el apuntador. Decidió volver al dojo entonces, seguramente Miki hubiese vuelto y Raijin hubiese acompañado al doctor o algo.

Sin embargo, en el dojo solo estaban Kira y Kimi. Kimi estaba completamente agotada en el suelo mientras Kira seguía haciendo ejercicio a un lado. Chika se acercó aprisa en cuanto la vio.

— ¡Mi-chan! ¿Estás bien? Te dije que tuvieses cuidado. ¿Te has hecho daño? Si me doy prisa creo que aún puedo alcanzar al medico.