Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Poco faltaba ya para volver a Uzushiogakure no Sato, pero para ella todavía se le hacía una eternidad desde que se marchó. Por enésima vez en aquel viaje se colocó de mejor forma su pesada mochila y se retiró algunos cabellos sueltos que se le pegaban por causa del sudor a la frente con cierto hastío, pues, pese a que era invierno, las largas caminatas siempre hacían sudar a la kunoichi.
Se propuso hacer una pequeña parada en Los Herreros para ver si podía encontrar algo que suplantara a su Ninjato, rota por el viaje y por el uso indebido que le había dado durante los últimos meses. Torció el gesto, la verdad es que sentía que las katanas no serían lo suyo. Pensó en Ryuusuke, en su destreza con las lanzas, pero rápidamente lo obvió pues a lo lejos ya se divisaban las viejas casas y el sonido metálico de los trabajadores desde su zona de trabajo.
«Necesito descansar un poco antes de continuar mi camino» Se recordó mentalmente cuando cruzó la zona que dejaba de ser camino para adentrarse en las calles de Los Herreros. Buscaría alguna tasca o taberna para llenar su estómago y retomaría el viaje, pero antes daría una pequeña vuelta, por si sus curiosos ojos daban con algún acero que le interesase.
Pero, de pronto, escuchó una melodía no muy lejana a su posición.
Y, lejos de ser metálica, era de cuerda rasgada.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Un sonido de acero, cadencioso y amenazante al mismo tiempo. ¿Qué era aquel instrumento demoníaco que sonaba? No había ningún altavoz ni nada similar, pero aquella música era arrastrada por el viento a todos los rincones de la plaza. Un grupo de personas se habían congregado a su alrededor, para contemplar la oda a aquel instrumento con una vehemencia surrealista, como si se le estuviese cantando a un amante.
Vamos sonando con gran intensidad
sobre una nube de gritos y sudor
cuanta energía guardada en tu interior
nuestro objetivo vencer la soledad
No hay otra imagen pueda expresar
toda esa fuerza la magia ritual
Puede ser fría, helado manantial
un ser distante sin comunicación
puede ser fuego que brota de un volcán
o un sentimiento que llegue al corazón
Ojalá el tiempo no logre romper
todos los lazos que te unen al rock
Y TU... TORMENTA DEL TRUENO SIN LUZ
Eres símbolo de libertad
yo nunca podría vivir
sin tus cuerdas de acero tocar.
Alma de hierro en formas de mujer
madera noble curada por el sol
es tu sonido un canto a flor de piel
son tus acordes un grito de pasión
Ojalá el tiempo no logre romper
todos los lazos que te unen al rock
Y TU... TORMENTA DEL TRUENO SIN LUZ
eres símbolo de libertad
yo nunca podría vivir
sin tus cuerdas de acero tocar.
En el epicentro de todo aquello estaba un niño, uno vestido de maleante, portando sendas cadenas en chaqueta y en la cintura. Sus gafas negras ocultando su mirada, su instrumento, un... ¿Hacha? Por inverosímil que aquello sonase, de alguna manera aquel arma también cumplía la función de guitarra. Y así como clamaba al trueno, parecía que esa misma fuerza mística generaba la potente melodía mientras el sacudía la cabeza de lado a lado con el ritmo. Aquel de cabellos tricolor de tiró al suelo a la mitad de la interpretación, interpretando un sólo de guitarra mientras parecía absorto en sus pensamientos. Alzó entonces su rostro, tomó aire y con todo pulmón cantó a los cielos desbordando toda su pasión.
Y TU... TORMENTA DEL TRUENO SIN LUZ
Eres símbolo de libertad
Yo nunca podría vivir
Sin tus cuerdas de acero tocar.
¡TORMENTA DEL TRUENO SIN LUZ!
¡ERES SÍMBOLO DE LIBERTAD!
YO NUNCA PODRÍA VIVIR
SIN TUS CUERDAS DE ACERO TOCAAAAAHAAAAHAAAAHAAAAAAAAAAAR!
Cuando finalizó, agachó la cabeza y alzó la mano diestra apuntando con su índice al sol, esperando la sorpresa y ovación del público.
28/01/2020, 01:02 (Última modificación: 28/01/2020, 01:03 por Uzumaki Eri.)
Cual gato, Eri movió su cola ávida por la curiosidad que la invadía con cada nota emitida, acercándose a una multitud que poco a poco se hacía más grande. Se hizo paso lo suficiente para quedar a una distancia más que adecuada para escuchar el cántico mezclado con los sonidos del acero de los lugares cercanos.
Y TU... TORMENTA DEL TRUENO SIN LUZ
Eres símbolo de libertad
yo nunca podría vivir
sin tus cuerdas de acero tocar.
La canción le quedaba que ni pintado al momento, al lugar, y a la persona. Aquel chico parecía más joven que ella pero con un talento sin igual, y aunque a simple vista no parecía gustar a los demás, los había cautivado con su voz.
Ojalá el tiempo no logre romper
todos los lazos que te unen al rock.
Tras un solo de... ¿Hacha? ¿Llevaba un hacha como guitarra todo aquel tiempo? Eri abrió los ojos tanto que casi le comienza a doler la cabeza por el esfuerzo, saliéndole las orejas por querer conocer aquel pintoresco instrumento cuando el espíritu del gato la poseyó lo suficiente para quedarse hasta el final, esperando a que el chico dejara de tocar.
¡TORMENTA DEL TRUENO SIN LUZ!
¡ERES SÍMBOLO DE LIBERTAD!
YO NUNCA PODRÍA VIVIR
SIN TUS CUERDAS DE ACERO TOCAAAAAHAAAAHAAAAHAAAAAAAAAAAR!
Una oleada de aplausos inundó la plaza, y Eri, aplaudiendo, no dejó de mirar el instrumento que la traía cautivada.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
El sonido de los aplausos llegó a sus oídos, mientras el sonreía victorioso pese a respirar algo agitado debido al esfuerzo puesto en sus pulmones. valía la pena, valía la pena que le escuchasen, pero aquel público no era suficiente. Necesitaba más, necesitaba que su voz y su música llegasen más allá de las fronteras. Finalmente levantó la cabeza y enseñó una blanca dentadura que brillaba con la misma intensidad que los metales pulidos de las espadas que ahí mismo se forjaban en la ciudad.
—Thanks— Agradeció en su propio lenguaje a los presentes.
Alguno que otro querría ofrecerle una moneda, pero él no era un artista callejero que cantase por dinero. Simplemente se limitó a clavar parte del filo del arma en el suelo y alzar la mano diestra delante de si para negar y rechazar con cortesía los ofrecimientos de los presentes. "Ah joder, necesito tomarme algo dulce para recuperar las calorías." Se decía a sí mismo, que pese al frío del invierno aún tenía intenciones de refrescarse.
Siendo nativo de Amegakure como su placa indicaba, la temperatura de aquella ciudad de forjas se le antojaba más bien templada.
"Por aquí debe haber un lugar para descansar, aunque es la primera vez que visito la Espiral." La última vez solo había llegado hasta la zona fronteriza.
Simplemente recogería su arma y se la acomodaría a la espalda con la correa a la vez que levantaba la mochila que tenía cerca de sus pies, dispuesto a emprender búsqueda de alguna taberna dónde pasar el rato.
El muchacho habló algo que ella no comprendió y desechando la idea de tomar los incentivos que le daban por haber tocado aquella pieza —y seguramente algunos a la espera de un bis—, el de cabellos multicolor se fue retirando sin mediar más palabra.
Pero Eri, ya muerta de curiosidad y mirando con recelo el sitio donde tenía guardada su flauta, se acercó rápidamente al chico, el cual parecía más joven que ella; y posicionándose a su lado, habló:
—Discúlpame, shinobi-san —no había pasado por alto el brillo de la placa de Amegakure que vestía—. Como amante de la música, no he podido evitar fijarme en el instrumento que has usado en el concierto, y, disculpa mi intromisión y mi curiosidad, pero no puedo evitar sentir la necesidad de preguntar de dónde has sacado semejante pieza de arte —pidió con un ligero rubor en sus mejillas por el atrevimiento.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
28/01/2020, 17:39 (Última modificación: 28/01/2020, 17:41 por King Roga. Editado 1 vez en total.)
El genin de pronto se vio en la necesidad de interrumpir su andar cuando una voz femenina le llamó desde el lateral tratándolo con su rango y un honorífico, llamándole la atención el nivel de cortesía empleado.
----What's up?— Detuvo su andar y giró su cabeza para observar a quién le llamaba.
Sus ojos se encontraron entonces con una muchacha mayor que él, de cabellos rojizos, ojos grandes y claros. Y sin embargo lo más llamativo eran las dos placas que poseía, una en el pecho con el símbolo de espiral y otra dorada en el brazo que aunque no pudiera ver la insignia escrita, bastaba el color dorado para deducir el rango. Para su sorpresa, aquella kunoichi estaba muy interesada en su instrumendo, además de que se decía ser una apreciadora de la música. "Oh lobo, lo estás logrando. ¡Por fin te estás tallando un nombre en las rocas de la historia!" El genin terminó de girarse con una sonrisa en cuanto la pelirroja terminó de hablar, sonrió y se levantó las gafas hasta la frente para dejar ver sus intensos ojos dorados.
—Don't worry, no tienes porqué disculparte— Se llevó la mano hasta su fleco de colores y deslizó sus dedos entre ellos para peinarlos. —Se llama Otome— Vió de reojo a su propia espalda señalando con la mirada el mango y luego regresó sus orbes hasta la kunoichi. —Yo mismo la he forjado con ayuda de mi padre, por lo que es única en su tipo y no verás otra igual a ella.
Estaba muy orgulloso de su preciado instrumento.
—No cualquiera podría tocarla, ya que sólo el chakra raiton puede hacerla sonar— No le importaba revelar de forma pelada sobre sus habilidades, en especial a una posible nueva fanática. —En teoría tiene el potencial de hacer cosas más impresionantes pero... Ni yo mismo lo sé. ¡Y eso que yo ayudé a crearla!— Se encogió de hombros.
El genin se dio por aludido, girándose a la chica que lo acompañaba, y por fin Eri pudo verle de cerca: sus facciones, sus ojos claros, sus dientes blanquecinos perfectos, y su vestimenta atrevida para la época en la que estaban.
Por suerte, parecía que aquel idioma extraño era uno de los dos que hablaba.
—Don't worry, no tienes porqué disculparte— Eri miró con detenimiento como se colocaba el flequillo—Se llama Otome. Yo mismo la he forjado con ayuda de mi padre, por lo que es única en su tipo y no verás otra igual a ella
—Caramba... —dejó escapar, claramente asombrada por sus palabras.
—No cualquiera podría tocarla, ya que sólo el chakra raiton puede hacerla sonar— Prosiguió el chico, y Eri siguió escuchando atenta a todo lo que tenía que contar—En teoría tiene el potencial de hacer cosas más impresionantes pero... Ni yo mismo lo sé. ¡Y eso que yo ayudé a crearla!
Y se encogió de hombros.
—Es imposible que con todo lo que me has contado tenga más cosas que enseñar —soltó, más asombrada —si cabía— de lo que ya estaba—. Jamás había escuchado sobre un instrumento que solo pudiera reaccionar ante un chakra elemental, ¡justo el mismo que tengo yo!
»Por cierto, mi nombre es Uzumaki Eri, un placer.
Y le tendió la mano.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Yo si creo que aún puede mostrar cosas sorprendentes, es sólo que... bueno, tendré que ser creativo y tratar de descubrirlo por mi propia cuenta— Defendió el honor de su preciada y amada Doncella, que era cómo su propia hija en un sentido muy metafórico.
Lo increíble fue que después ella misma admitió ser poseedora del Raiton, siendo que era la primera vez que él se topaba con alguien que pudiese usarlo -o más bien, que él supiera que podía-. Ahora mismo era él quién tenía la intriga sobre la muchacha, puesto que las coincidencias estaban siendo bastante de su agrado. Es así que la kunoichi misma pasó a presentarse y le tendió la mano. Oh, pero el Yotsuki no iba a ceder de forma tan simplona su nombre.
—Yo soy...
El genin rápidamente usó su mano zurda para tomar uno de los broches de su chaqueta y desató la cadena, entonces dio un giro de trescientos sesenta grados sobre sí mismo mientras se quitaba la prensa superior, para finalmente hacer una reverencia con una rodilla en el suelo, extender el brazo izquierdo sosteniendo su chaqueta y usar la diestra para corresponder el apretón de manos.
El chico defendió a su amada guitarra, a su Otome, explicando que aún tenía mucho que ofrecer y que sorprender, y ella asintió, e incluso sintió algo envidia por estar tan seguro de sí mismo y de su instrumento. Aquel entusiasmo era inspirador para Eri, quien se rascaba la palma de la mano derecha con cierto nerviosismo y algo de culpabilidad. Sakura llevaba demasiado tiempo guardada.
Le tendió su mano, pero el chico no pareció querer estrechársela, no en primera estancia al menos, sin embargo, sí se iba a presentar.
—Yo soy...
Y de un tirón se deshizo de su chaqueta, girando sobre si mismo de una manera tan teatral que a Eri no se le hubiera ocurrido presenciar ni en unos cincuenta años, hasta acabar postrado sobre una de sus rodillas en el suelo empedrado de la plaza donde se encontraban, devolviéndole el apretón de manos a la par que decía:
—...King Rōga~
Parpadeó varias veces, sin saber muy bien qué responder. Los transeúntes dejaban escapar sonrisas y alguna que otra risa por el espectáculo, pero a ella le daba igual aquello, solo miraba a Roga.
—En-encantada —alcanzó a decir, moviendo la mano—. Esto... Esto... Ah, sí, sí, ¿y cómo te interesaste por la música? —preguntó, deshaciendo el agarre y cambiando de tema rápidamente, algo azorada por la situación.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
El genin notó que la muchacha parecía algo avergonzada y cohibida por la situación, ante lo cual sonrió con picardía y enarcó ambas cejas.
—Just relax, queen— Intentó tranquilizarla, aunque seguramente no le entiese ni jota de lo que estuviese diciendo. Y aunque le entendiese, en aquella situación no le había dado demasiados motivos para mantenerse calmada. y sin embargo, él no perdía la confianza que le caracterizaba. —A decir verdad mi relación con la música es una historia muy larga, que podríamos estar parados aquí un buen rato. ¿No sería mejor buscar un sitio donde poder conversar con mayor comodidad? De hecho estoy de paso y me disponía a buscar una taberna o una posada. Así de paso aprovechamos para tomarnos una merienda o algo mientras conversamos. ¿Qué me dices, Uzumaki?— Inclinó un poco el cuerpo hacia la derecha sin dejar de enseñar su dentadura en ningún momento.
"Sólo espero que no se lo tome en doble sentido." Que no sería la primera vez que alguien creyese que estaba coqueteando.
Volvió a parpadear, siguiendo quieta en el sitio. Pero Roga prosiguió para contestar a su pregunta, y gracias a Shiona-sama, de vuelta en su idioma.
—A decir verdad mi relación con la música es una historia muy larga, que podríamos estar parados aquí un buen rato. ¿No sería mejor buscar un sitio donde poder conversar con mayor comodidad? De hecho estoy de paso y me disponía a buscar una taberna o una posada. Así de paso aprovechamos para tomarnos una merienda o algo mientras conversamos. ¿Qué me dices, Uzumaki?
—¡Oh! —exclamó la aludida, y aunque no le parecía una gran idea compartir quizá una comida con aquel chico peculiar, poco podía hacer si quería realmente saciar su curiosidad, además, era la mejor manera de pasar su tiempo en Los Herreros, descansar y luego retomar su viaje de regreso a Uzushiogakure—. Claro, vamos, a ver dónde podemos estar apartados y hablar más cómodamente.
Eri se sujetó el asa de su mochila y salió de la plaza esta vez acompañada por el amejin. El sol caía lentamente y hacía brillar la mayoría de los aceros que se trabajaban en los alrededores, pero Los Herreros no solo tenían gente trabajando el metal, sino que otros se encargaban de alimentar a los numerosos encargados de fabricar aquellas armas. Para suerte de Roga y Eri, un bar se encontró en su camino antes de que sus estómagos demandaran llevarse algo consistente a la boca.
Entraron y Eri se sentó en una mesa, dispuesta a ir a pedir algo. Esperó a Roga y cuando llegara a su lado, preguntaría:
—¿Qué te apetece?
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
El genin acompañó a la muchacha sin prisa pero sin pausa, buscando algún lugar donde poder pasar un rato más ameno. Al final, el sitio se les presentó en forma de un pequeño bar al cual la Jōnin le guió y se dispusieron entonces a tomar asiento.
—Huh, dudo que aquí tengan batido de chocolate— Se rascó un poco la nuca. Después de todo lo normal era tener bebidas alcohólicas y si bien el podía tolerar aquel químico, no tomaba a menos que fuese algo estrictamente necesario o por alguna ocasión especial. —Creo que deberían tener alguna botana como nachos o bolitas de pulpo, ya si eso veré si tienen alguna otra bebida como té frío o algo por el estilo, si no supongo que me tocará tragarme aunque sea agua pura. ¡Kuchiuuuu...!— suspiró algo desilusionado.
"Pero si ella eligió este sitio Lobo no puede negarse." Esperaría entonces a que ella llamase al mesero o similar para que les tomasen la orden. Una vez resuelto ese asunto, procedería a continuar su plática en donde la habían dejado.
—Volviendo al tema, como digo es una historia larga...— Se recostó en el respaldo de la silla, se cruzó de brazos y reclinó la cabeza hacia atrás mientras observaba el techo del bar. —Todo empezó cuando yo aún era muy pequeño, al punto que realmente no lo recuerdo bien. Mi abuelo solía poner un viejo gramófono todas las noches antes de dormir, porque parecía que era lo único que podía tranquilizarme. Con el tiempo, recuerdo que me gustaba imitar y cantar las canciones que escuchaba. Sentía que las letras me querían decir algo, y que podía tomarlas y hacerlas parte de mi vida. Mi padre entonces me regaló mi primera guitarra, aunque ahora la tengo guardada allá en mi habitación... Yo quería escribir canciones como aquellas y compartirlas con los demás, pero mi abuelo por otro lado me forzó a entrenamientos rígidos para convertirme en shinobi. Me sentí un poco comprometido, pues se supone que vengo de familia de tradición shinobi y aunque me negase mi abuelo me hacia la vida cuadritos con los entrenamientos. Papá me dijo que si no quería ser un shinobi podía hacer lo que quisiera, aunque en el fondo empecé a creer que como shinobi también podía hacerme una fama para darme a conocer. Al final me convertí en ambas cosas, soy un ninja de Amegakure y pretendo no solo llevar orgulloso el linaje de mi familia, sino que también quiero que me reconozcan cómo un artista.
»Una amiga me dijo que había un gran festival de música en Tanzaku Gai, pero por esas fechas de otoño me tocó hacer una misión hasta la otra punta del mapa en Yukio y me lo perdí.
El genin entonces agachó la cabeza con pesadez y dejó ambos brazos colgando con resignación.
—Huh, dudo que aquí tengan batido de chocolate. Creo que deberían tener alguna botana como nachos o bolitas de pulpo, ya si eso veré si tienen alguna otra bebida como té frío o algo por el estilo, si no supongo que me tocará tragarme aunque sea agua pura. ¡Kuchiuuuu...!—
La Uzumaki sonrió ligeramente, sintiéndolo por no poder conseguir lo que quería. Llamó al camarero más cercano y pidió un plato de Takoyaki, un té para Roga y para ella una jarra de agua que probablemente se terminaría apurando debido a la sed que traía y seguramente por la conversación que tenían por delante.
Roga no se hizo esperar, tomó asiento cómodamente y miró a la Uzumaki que tomó el asiento libre frente a él, mirándole directamente a los ojos dándole a entender que tenía toda su atención.
—Volviendo al tema, como digo es una historia larga...—Comenzó, volviendo la mirada al techo blanco —ya amarillento— del lugar—Todo empezó cuando yo aún era muy pequeño, al punto que realmente no lo recuerdo bien. Mi abuelo solía poner un viejo gramófono todas las noches antes de dormir, porque parecía que era lo único que podía tranquilizarme. Con el tiempo, recuerdo que me gustaba imitar y cantar las canciones que escuchaba. Sentía que las letras me querían decir algo, y que podía tomarlas y hacerlas parte de mi vida.
«Quizá tuvo una infancia difícil» Se dijo en su interior, asintiendo con cada frase que él la dedicaba. No sabía si era bueno compartir toda aquella historia, íntima al parecer de la kunoichi; con una chica a la que acababa de conocer, pero ella, lejos de resultarle pesado o algo de lo que reírse, comprendía todo lo que él la explicaba con detalle.
— Mi padre entonces me regaló mi primera guitarra, aunque ahora la tengo guardada allá en mi habitación... Yo quería escribir canciones como aquellas y compartirlas con los demás, pero mi abuelo por otro lado me forzó a entrenamientos rígidos para convertirme en shinobi. Me sentí un poco comprometido, pues se supone que vengo de familia de tradición shinobi y aunque me negase mi abuelo me hacia la vida cuadritos con los entrenamientos. Papá me dijo que si no quería ser un shinobi podía hacer lo que quisiera, aunque en el fondo empecé a creer que como shinobi también podía hacerme una fama para darme a conocer.
Ah... La pelirroja se recostó sobre la mesa recordando como su madre no quería que se convirtiera en kunoichi y lo único que la ataba a su difunto padre era una flauta vieja de madera. Y ella, que tocaba cada viernes en su honor; se había escapado para cumplir su sueño de ser kunoichi siguiendo los pasos de su padre. «Y pensar que cada cual tiene su historia...» No era la única, no era la más triste, pero todos compartían algo.
Música, sueños, profesión.
—Al final me convertí en ambas cosas, soy un ninja de Amegakure y pretendo no solo llevar orgulloso el linaje de mi familia, sino que también quiero que me reconozcan cómo un artista.
Lo veía ahí, tan seguro de sí mismo, que lo envidió. Recordó como ella continuó tocando, pero no quería formarse un renombre, además; no sería capaz de compaginar música con su voz.
Hicieron una breve pausa cuando recibieron todo lo que habían ordenado en la mesa, y Eri, con cuidado, tomó varios sorbos de agua cuando Roga prosiguió:
—Una amiga me dijo que había un gran festival de música en Tanzaku Gai, pero por esas fechas de otoño me tocó hacer una misión hasta la otra punta del mapa en Yukio y me lo perdí.
Casi se atraganta al recordarlo. ¡Claro! ¡El festival!
—¡Yo estuve allí! —exclamó, emocionada por el recuerdo—. Participé en un concurso con Ayame, ¡oh, Ayame! —volvió a exclamar, doblemente emocionada—. ¿La conoces? Es Aotsuki Ayame, tiene una de las mejores voces del País de la Tormenta, ¡qué digo! —corrigió—. ¡De todo Oonindo!
Dio una suave palmada a la mesa.
—Ah... Quedamos las segundas, pero nos lo pasamos genial... —divagó con una suave sonrisa.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Menos mal aún no les habían traído las bebidas, porque sino Rōga la hubiese escupido ahí mismo al escuchar a Eri mencionar el nombre de su compañera, más aún declarando que ella era de las mejores cantantes de todo el planeta. "¿EHHHHHHHHHHHHHHH?" Su mente maquinaba a mil por hora. ¿Entonces porqué no se subió a cantar cuando él la invitó? "¿Acaso habrá pensando que ese escenario no era digno de ella? ¿Por qué no me lo dijo?" Parpadeaba varias veces.
—¡Claro que conozco a Aotsuki! Pe-pero. pero ella no me dijo lo del Festival... Quiero decir— Se llevó la mano a la sien y se revolvió los cabellos. —O sea, si. Ella misma fue quién me comentó lo del festival y me dijo que fuera, ¡pero nunca me aclaró que ella hubiese participada y menos que quedó en segundo lugar!— Levantó ambos brazos como si aquello fuese la mayor revelación de la vida. —¿Tú y ella?— El genin abrió los ojos como platos. ¿Eran amigas siendo de distinta aldea? "Quizá no sea tan diferente de Usagihime y Lobo." El genin suspiró tratando de tranquilizarse.
—Una vez le dije que se subiera a uno de los karaokes allá en Ame, pero no quiso— Alzó una ceja, confundido. —Si tú participaste significa que tú también sabes algo de música. Tell me, ¿tú también cantas? ¿Bailas? ¿Tocas algún instrumento? ¿¡Cómo fue que ustedes ganaron el segundo lugar!? Ella me dijo que la que ganó fue una chica que bailaba y tocaba el violín, pero de los demás participantes no sé nada—. estaba muy intrigado, soltando la bomba de preguntas sin anestesia previa.
—¡Claro que conozco a Aotsuki! Pe-pero. pero ella no me dijo lo del Festival... Quiero decir, o sea, si. Ella misma fue quién me comentó lo del festival y me dijo que fuera, ¡pero nunca me aclaró que ella hubiese participada y menos que quedó en segundo lugar
La reacción de Roga fue una de las que menos se esperaba de aquel día. Conocía a Ayame y reconocía que fue ella misma la que le había comentado acerca del festival al que acudieron un tiempo atrás. Pero Ayame no había hablado sobre ella y su participación junto a la Uzumaki, ¿por qué? ¿Cuál sería la razón de su silencio? ¿Acaso... no lo recordaba con buenos ojos?
—¿Tú y ella?
—Oh, sí, sí, participamos juntas... Uchiha Datsue también participó, pero no sé si le conocerás... —comentó, pero su tono de voz había bajado un par de niveles de alegría al pensar en la razón por la cual Ayame podrían haber omitido aquella información a Roga.
El chico prosiguió.
—Una vez le dije que se subiera a uno de los karaokes allá en Ame, pero no quiso—Eri volvió a encogerse sobre sí misma, dando un pequeño sorbo de agua—Si tú participaste significa que tú también sabes algo de música. Tell me, ¿tú también cantas? ¿Bailas? ¿Tocas algún instrumento? ¿¡Cómo fue que ustedes ganaron el segundo lugar!? Ella me dijo que la que ganó fue una chica que bailaba y tocaba el violín, pero de los demás participantes no sé nada
No se esperaba el bombardeo de preguntas hacia ella, y retirándose el cabello del rostro que le estorbaba, tomó una pequeña bolita de pulpo y se la llevó a la boca, sopesando que decir. Tragó y habló:
—Toco la flauta, era de mi padre pero desde que falleció la heredé para continuar su legado —explicó sencillamente, tocándose la palma de la mano derecha—. En el festival yo toqué una melodía y Ayame cantó la letra, y juntas nos alzamos para conseguir el segundo puesto bajo la muchacha del violín, aunque de verdad que no sé por qué no te lo contó...
Volvió a tomar otra bolita, pensativa.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100