Durante su avance el tren emitía todo tipo de sonidos. Al interior y tras la ventana, Maar a penas percibía el trac trac sobre los rieles con los sentidos adormecidos por el calor que abrasaba la estancia, pero aunado al rechinar de los resortes de las sillas comenzaban a incomodarla aún más que la ausencia casi absoluta de viajeros. A veces el gigante de metal emitía chirridos que se asemejaban a los gritos de un niño y su cuerpo entero se estremecía, eran sonidos fugaces que punzaban sus entrañas.
Tan pronto como el tren se detuvo, en las planicies de un pueblo no muy lejos de Amegakure, no se contuvo ni esperó un par de segundos a que las puertas se abrieran, sino que se levantó de un brinco y avanzó hacia la salida y cuando lo hizo las puertas resoplaron manando una nube de polvo y mugre por sobre su calzado. << Tsk. En algún lugar debe haber algo que atraiga a la gente aquí. >>
Durante su infancia la genin había viajado casi por todo el continente, pero aún existen lugares que desconoce y aquél era uno de esos. El clima no era muy diferente a otros lugares, pero el picor del sol le molestaba un poco. Abrió su sombrilla y avanzó en búsqueda de un tal Tahiko y se alejó de la parada poniendo prisa a su andar, con la determinación de acabar pronto la encomienda.
Si había algo que le fascinaba era fabricar objetos y venenos y, aún cuando a penas está cultivando su ingenio, ha recibido un par de encargos que lleva a cabo con ligereza. Quiere hacerse un nombre entre los fabricantes de veneno más importantes, pero no lo hará como ellos lo han hecho. << Este antídoto es definitivo. >>
Su ropa era la más informal y ligera que pudo encontrar, entre sus abrigos y vestidos. A sabiendas del cambio de clima hacia el que se movía, se había provisto de un pantalón corto, un saco de lana en cuya espalda había bordado de negro el símbolo del clan Nara, y su bandana colgada del cuello con un lazo rojo. En su diestra llevaba una antigua sombrilla de mango metálico y en la otra mano una bolsa con algunos objetos que manejaba con evidente cuidado y que de vez en cuando miraba, como si quisiera verificar que aquello que pesaba ligeramente en su mano era real.
Hazegawa caminaba deprisa tras salir del panda fumado, con la mochila de su prima a cuestas caminaba calle arriba con aquel folleto en mano, sin saber exactamente en qué calle estaba o por donde tenía que subir, pensó sería fácil ubicarse pero todo era muy parecido, todo era alusivo a los pandas.
< ¡En dooooonde estoy! > Pensó para sí, mientras se detenía y miraba el cielo, habría sido buena idea pedir algo de ayuda, antes de salir del local y después de todo Hana desde que se separó de Hana habría pasado un buen rato, pero conociéndola ella no se preocuparía mucho.
Soltó un largo suspiro y reviso que todo estaba en orden, acicalándose un poco la ropa, iba con un atuendo bastante simple comparado con las ropas que solía utilizar en la villa, un pantalón de color blanco y una camisa del mismo color, con el símbolo de su clan en la espalda, como era de costumbre con las palmas de sus manos vendadas con la bandana en su frente, siendo bañada por su cabello castaño el cual iba sujeto por una coleta decentemente, aun tenia algunos moretones de los últimos entrenamientos antes de salir, aunque le dolía a veces cuando saludaba o tocaba algo, no lo demostraba y tampoco lo haría.
Antes de echarse a andar, diviso a los lados y echo un ojo al folleto, si seguía por ahí llegaría a la parada de la estación, quizás allí podría coger otro folleto o pedir indicaciones, lo que pasara primero pero debía escoger con cuidado, la última vez sus pantalones pagaron el precio de sus andanzas.
Mientras pensaba sus opciones de pie en la cera de la calle, observo como una persona con una sombrilla iba acercándose, < ¿Quién usaría sombrilla a estas horas?> Pensó tras mirarle por unos segundos, <<Quizás sea una de esas señoras que hay en las aldeas, esas que saben dónde queda todo…> Los labios del ojiblanco se entornaron en una sonrisa y ni corto ni perezoso, se aproximó a la persona que iba aproximándose por la acera.
<Disculpe, señora… ¿me podría dar unas indicaciones?> Dijo tras plantarse frente a ella, haciendo una leve reverencia para no parecer maleducado, sin mirarle el rostro o algo que denotara su edad, tras hacer la reverencia y mirarle al rostro, noto que no se trataba de una señora.
<Ehm…La he cagado, si definitivamente…> Dijo para sí mentalmente, en un pensamiento fugaz, mientras hacia una mueca de sonrisa y dio una mirada al cielo, esperando lo peor.
<< ¿Eh? ¿Me ha dicho señora? >> La genin instintivamente se miró de los pies hasta su pecho, donde su vista le pudiera decir por qué ese jovencito la había podido confundir con alguien mayor.
<< Voy a tener que cambiar mi ropero, pero ¿es que está tan mal? >> Fue algo fugaz el tiempo que pasó para volver la mirada al extraño.
Puso ambas cosas, la bolsita y la sombrilla en su mano diestra y con la otra trató de comunicarse con el chico - Hola - Fue su primer gesto antes de dirigirse a él en su lenguaje - Claro, pero siento que no seré de mucha ayuda - se sinceró bajando los hombros para mostrar su propia decepción, después de todo era la primera vez que viajaba a ese lugar y estaba claro que no iba a ser de mucha ayuda si el chico quería saber hacia dónde dirigirse o algo similar.
-Pero anda, pregunta lo que necesitas, tal vez te pueda ayudar - Maar había dejado de dar por hecho que las personas comprenden su lenguaje, sin embargo el chico la había abordado de tal manera que obvió la idea de poder comunicarse así con el desconocido.
Se quedó estática esperando a escucharlo una vez más.
Haze observo con la boca levemente abierta como aquella mujer hacia esos gestos que para él se traducían en algo que no entendía pero ni por asomo, no puedo evitar llevarse una mano a la nuca para rascarse la misma, siempre que tenía dudas o estaba confuso su cuerpo hacia tal acto como una señal inconsciente.
<Ehm…> Alcanzo a decir cuando ella finalizo de hacer los gestos con las manos, y le miraba como esperando que dijera algo, pero que podría decir ante aquello, lo que si le habría quedado claro era que no ella no hablaba al menos no mediante la voz, < ¡UNA MUDA!... ¿EN SERIO? Necesito indicaciones y le pregunto a una muda…> Pensó fugazmente, aquello era tan deliciosamente irónico, que de cierta forma le hizo gracia pero no lo demostró.
<No te entiendo…> Dijo tras mirarle de arriba abajo, para comprobar que no era una señora pero aun así, quizás ella sabría a donde tendría que ir, <Tiene que haber un modo…> Pensó tras decirle aquello, y recordó que en el bolso de su prima habían varios utensilios para dibujar, quizás con un lápiz y papel, podrían comunicarse.
Echo mano a su bolso, y saco un lápiz de grafito, con una pequeña libretilla de apuntes, la cual poseía varios bocetos sobre personas y cosas, miro a la joven por unos instantes y escribió algo en ella antes de extendérsela con ambas manos < ‘’Lo siento, Por lo de señora’’> alcanzo a trazar en una hoja en blanco.
<No puedo oírte, pero quizás pueda leerte> Dijo esbozando una amplia sonrisa, orgulloso de aquella suspicacia de la que hacía gala, aunque aquello no era más que una solución temporal, le causó cierta curiosidad aquella joven del paraguas.
La genin se percató pronto de que aquél chico no estaba siguiéndola, cuando su mirada y su expresión corporal dejaron ver que estaba incómodo con su charla. << Preciso cuando no lo tengo en cuenta es cuando precisamente hablo con alguien que precisamente no me comprende >> Las palabras del genin, de quien aún no reconocía ni su rango ni su procedencia, le aclararon toda duda al respecto.
Pero pronto en medio de su extraña interacción el extraño sacó de la mochila que llevaba consigo un cuaderno y algo para escribir en él. << Yo debería traer uno de esos conmigo. Uh, linda maleta. >> Maar sonrió por su propia suspicacia y luego detalló en el atuendo del joven. Había sido arrebatada tan de repente de sus consideraciones que ni siquiera se fijó en aquellas cosas en un principio, pero ahora parecía haber cambiado algo, como si su conversación se hiciera menos impersonal.
El extraño pasaba las hojas, en las que había varios dibujos que llamaron la atención de la kunoichi de Ame << Que curioso, este chico es un artista. >> De pronto él escribió algo en la libreta y se la extendió.
La breve nota en el papel que le fue extendido volvió a rasguñar un poco su ego. - No pasa nada. - Intentó decir con un gesto común en el que movía su mano diestra barriendo suavemente en el aire dos o tres veces. Cerró su sombrilla y la puso en el suelo, inclinándola contra sus piernas. Después apoyó el papel en la palma de esa mano y con la zurda escribió lo más legible que pudo, pues no era lo suficientemente firme para sostenerse en cada trazo, ya tenía bastantes cosas entre las manos. - "Espero poder ayudar, pero no soy lugareña. Es mi primera vez aquí." -
Luego se la devolvió junto con el lápiz y se encogió de hombros << Me gustaría preguntarle sobre sus dibujos, pero tal vez no sea oportuno hacerlo. >>
Haze tenía la esperanza de que aquella joven le indicaría el sitio, llegaría y le entregaría a su prima sus porquerías y podría echarse a dormir en cualquier posada al menos hasta el día siguiente, pero cuando tomo de nuevo la libretilla de manos de la joven, mayor fue su desilusión cuando leyó el contenido, no pudo evitar hacer una mueca pero la cambio rápidamente para disimular su decepción y se animó a escribir, por algún motivo tenía cierta habilidad escribiendo de pie.
<Bueno, estaba de camino a la reserva donde tienen a los pandas en su estado natural…> Escribió en una primera línea, pero recordó lo que ella redacto, era su primera vez también y bueno, la primera vez de ambos, así que no le dio mucha importancia a que no supiera.
<Entonces te acompañare, si no es problema…quizás vayamos al mismo sitio, no puedo dejarte sola por estas calles no son muy seguras y más si no tienes voz> Escribió más abajo, tomando la iniciativa ya que por algún extraño motivo, el hecho de que fuera una joven mujer y que fuera muda, influían mucho en el hecho de que su sentido de la moralidad le impedían dejarle sola, ser buen samaritano era algo que siempre le habían inculcado y si podía ser de utilidad lo seria al menos ayudando a una muda.
Tras escribir lo que necesitaba, le extendió la libretita nuevamente a la joven para ver hacia los lados, justo al otro lado de la calle, en toda la esquina el mismo trio de sujetos que escaparon despavoridos del panda fumado hacían vida en la esquina, con sus pintas de chicos malos uno de ellos estaba recostado de la pared, y otro de un poste de madera, con el tercero fumando un cigarrillo, aquello no le inspiro mucha confianza al Hyuga el cual frunció el ceño al verles.
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