9/07/2017, 23:42
(Última modificación: 9/07/2017, 23:45 por Hanamura Kazuma.)
La hermosa joven tolero tanto como pudo, pero, una vez más, la natural sinceridad y los pocos miramientos de Kōtetsu lograron incomodar a una persona hasta topar el límite de su paciencia, y de su capacidad para tolerar las situaciones incomodas.
La chica se mostraba rojiza y nerviosa, ansiosa por abandonar aquel sitio y olvidar lo dicho por su interlocutor, quien aun lucía sumamente sereno y natural. Exclamo, exigiendo que cesasen las palabras de aquel tema. Detuvo su entrenamiento y, entre palabras trémulas, procedió a alejarse del sitio, como huyendo antes de que cualquier otra descarada frase saliese de los labios del moreno para asentarse en sus oídos y atormentar su tímido ser.
—Vale, entiendo —aseguro el espadachín—. Fue un gusto, Koko-san.
Vio como la chica se alejaba, y antes de perderla de vista le dirigió la palabra una vez más:
—Espero que nos volvamos a ver en alguna otra ocasión, prometo que intentare no volver la conversación tan incómoda —aseguro con una sonrisa llena de sinceridad—. Y una cosa más: ¡Suerte y éxito con lo del torneo!
Y con aquella promesa de pudor hecha y con aquel deseo de éxito formulado, la rubia de generosas proporciones desapareció entre las sombras del corredor, dejando al de ojos grises en relativo silencio y tranquilidad.
—Pobre chica —aseguro, mientras comenzaba a estirar su cuerpo—, si le incomoda el que la miren mucho ahora, va a pasar bastantes penurias cuando termine de desarrollarse y este en edad de casarse.
»Si, definitivamente le caerán como buitres…
»Y como diría el finado Haskoz: “El solo hecho de verla hizo que la noche no fuese tan aburrida”.
La chica se mostraba rojiza y nerviosa, ansiosa por abandonar aquel sitio y olvidar lo dicho por su interlocutor, quien aun lucía sumamente sereno y natural. Exclamo, exigiendo que cesasen las palabras de aquel tema. Detuvo su entrenamiento y, entre palabras trémulas, procedió a alejarse del sitio, como huyendo antes de que cualquier otra descarada frase saliese de los labios del moreno para asentarse en sus oídos y atormentar su tímido ser.
—Vale, entiendo —aseguro el espadachín—. Fue un gusto, Koko-san.
Vio como la chica se alejaba, y antes de perderla de vista le dirigió la palabra una vez más:
—Espero que nos volvamos a ver en alguna otra ocasión, prometo que intentare no volver la conversación tan incómoda —aseguro con una sonrisa llena de sinceridad—. Y una cosa más: ¡Suerte y éxito con lo del torneo!
Y con aquella promesa de pudor hecha y con aquel deseo de éxito formulado, la rubia de generosas proporciones desapareció entre las sombras del corredor, dejando al de ojos grises en relativo silencio y tranquilidad.
—Pobre chica —aseguro, mientras comenzaba a estirar su cuerpo—, si le incomoda el que la miren mucho ahora, va a pasar bastantes penurias cuando termine de desarrollarse y este en edad de casarse.
»Si, definitivamente le caerán como buitres…
»Y como diría el finado Haskoz: “El solo hecho de verla hizo que la noche no fuese tan aburrida”.