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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
En el País de la Tormenta, el verano no es una estación bien recibida. Después de todo, es en esta época del año donde las probabilidades de aparición de algún pavoso día soleado se disparan, un tiempo atípico que para muchos una inequívoca profecía de ruina y desgracia, literalmente, proveniente del cielo. Por su parte, el chico de cabello oscuro no comparte del todo esta creencia popular. Para él, esa creencia de que en todo aquello que tocan los rayos del sol se cierne la mala fortuna no es más que eso, una superstición.

Por el contrario, este Genin de La Lluvia sí tenía un motivo para esperar el verano, de hecho, que desde hace unos años, la llegada de esta temporada es suficiente para llevarlo a emprender una travesía que termina fuera de su tierra natal. ¿Turismo? Podría decirse, aunque su destino siempre es el mismo: Minori.

Cabe preguntarse: ¿Qué tiene de especial ese lugar? Y es que, claro, ¿Quién va cruzar medio continente para pasar sus vacaciones de verano en un pueblo soso en medio de la nada? Kouji tenía sus razones.



En horas del mediodía, por fin acababa de salir de las Tierras de la Llovizna. Atravesó aquel paisaje inundado a pie durante varias horas, desde que partió desde Yachi temprano ese día. Lo supo al ver como la vegetación aumentaba su volumen y tamaño, de modo que las vistas de una llanura interminable desaparecían tras la linde natural del Bosque de la Hoja.

Gracias a viajar por el país con su padre desde hace ya algunos años, mejoró su habilidad para movilizarse a través de los extensos territorios del País de la Tormenta, y a ser capaz de orientarse usando un mapa y una brújula sin perderse. Ahora lo pone en práctica cuando va solo, revisando el mapa y comprobando con ayuda de la brújula que se mantiene en la dirección correcta.

Seguidamente, se dispuso a movilizarse saltando entre las ramas de los árboles para acelerar el paso. A diferencia de la explanada que dejaba atrás, en estas circunstancias era mayor el riesgo a ser emboscado por bandidos y optó por superar esa zona tan pronto como pudiera.

Ya faltaba poco para llegar a su destino, pero sorpresivamente, la lluvia aún persistía desde que había entrado en el País de la Espiral. Él, con su mente ocupada y fantaseando sobre lo que iba a hacer al llegar, era incapaz de percibir esa rarísima casualidad del verano o, quizás, se trataba un guiño de buena suerte que le auguraba el comienzo de unas vacaciones como ningunas.
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#2
El verano había llegado, pero no venía sólo, eso sí que no, venía en compañía del calor, comenzarían los días de sudor constante, de bañarse dos y tres veces al día, de las ropas ligeras y claras; pero no todo era negativo, todo lo contrario, porque era la excusa perfecta para ir a la playa, ir a comer un helado, para invitar amigos a la piscina y demás planes similares. Ya me veía yo en la arena, en el agua fría, con unas bebidas heladas, con la piel tostada y al anochecer en la pizzeria, bebiendo gaseosa y riendo con mis padres; sí unas buenas vacaciones en las Islas del Té.

Y todo se quedó en mi imaginación, porque así fue, ya no era una niña me dijeron, tenía que hacerle un favor a mi padre me dijeron, aprovechando que habían vacaciones... Mis planes se vieron frustrados cuando me dijeron que debía ir a Minori. ¿Era enserio? Minori era todo lo contrario que tenía en mente, sí tenía suerte podría ir a un río y sí acaso...

—Sí tan solo fuera ida y vuelta...

Afortunadamente Minori no quedaba tan lejos, había salido con antelación para tardar lo menos posible y por lo menos disfrutar un tiempo en familia, sí mis padres no estaban muy ocupados aún podríamos ir a Las Costas del Remolino. Avancé lo más rápido que podía, sabría que tardaría un par de días, pero tenía la esperanza de regresar lo antes posible y sí llegaba antes quizá me fuese antes, quizás.

«Ya estoy cerca, ya se ve el pueblo desde aquí»
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#3
Una cálida y húmeda brisa mecía los cultivos de los campos que la chica dejaba atrás al pasar, siendo este paisaje de espigas alargadas y cielo medio nublado el que le dio la bienvenida a la coqueta kunoichi. Tras esto, no tardaría en ver las primeras casas desperdigadas por el territorio, y si continuaba por el mismo camino varios minutos más, no tardaría en encontrarse dentro la parte más céntrica de aquella localidad.

Caminando entre las calles empedradas, ella no podría evitar notar que en cierto tramo de su recorrido iba apareciendo decoración festiva, con lámparas tradicionales y banderines que se alzaban sobre los tejados de esquina a esquina. Por ese mismo camino, también vería súbitamente un cúmulo de gente reunida frente a la entrada de un local, en tal cantidad que dificultaban el paso por aquella vía. Sobre la entrada del sitio, se apreciaba un llamativo cartel que cuya parte superior apenas se podía ver entre la muchedumbre:

El reto de la tía Onome


...

Por su lado, el joven de La Lluvia ya dejaba atrás tanto los árboles como el ambiente de llovizna que trajo consigo desde su ahora lejano hogar. Sin embargo, el tiempo sobre la zona era aún nublado. Se enteró de la presencia de Minori cuando los claros entre los arboles se convirtieron en plantaciones de arroz.

—Buah… qué hambre.— Su inconsciente le jugó una mala pasada: sabía que estaba cerca y un rugido de su estómago le hostigaba a acelerar el paso.

A continuación, Kouji se adentró por las calles y pasó de largo sin apreciar demasiado la esmerada ornamentación dispuesta por todo ese sector del camino. Se movía hábilmente por aquel sitio y orientado únicamente por el saber… en su acepción más primitiva.

«Allí está…» A mitad de cuadra; así de lejos estaba de terminar su odisea y, por alguna razón, se tomó su tiempo para andar a paso tranquilo hacia su destino es último tramo. Se preparaba mentalmente para lo que vendría en los próximos minutos.

«…El reto de la tía Onome.»
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#4
Seguí avanzando hasta dejar atrás los cultivos que me habían recibido, lamentablemente no pude escapar de las corrientes cálidas de viento, cada uno de ellas me hacían sentir un ligero escozor en la piel, sentía calor sí, quizá me había sobre esforzado por llegar lo antes posible. Viendo el lado positivo me encontraba nuevamente en mi pueblo natal, sí, Minori el lugar en donde nací y pasé parte de mi infancia.

«No ha cambiado mucho» me dije tras caminar por el sendero empedrado, lo único que no estaba en su lugar eran los banderines y las lámparas decorativas «¿Qué pasa a aquí?» seguí un par de personas hasta encontrar un bululú de gente frente a un local, y no solo frente al local, eran tantas personas que obstaculizaban el paso.

—¿El reto de la tía Onome?— pronuncié en voz alta.

«Onome-san siempre haciendo desafíos, retos y demás actividades en verano...»

—Oh... no— ahora que me encontraba frente al local de Onome comprendí porqué quería mi padre que viniera...
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#5
Lo que sucedía en el interior de aquel modesto establecimiento era visible a través de un amplio ventanal que se extendía desde la entrada, ubicada a un lado, hasta el límite del otro local adyacente. La construcción estaba elevada un metro por encima del nivel de la calle, por lo que se podía observar lo que estaba pasando adentro pese a la cantidad de personas. Excepto por el frente, que lucía un toldo estilo bar de ramen con colores llamativos, la decoración era tradicional, con suelos pulidos de madera y paredes de tatami.

Saltaba a la vista una mesa alargada que se extendía de un lado a otro a lo ancho de las vistas, con tres asientos dispuestos de tal forma que los comensales encaran a la multitud. Por los comentarios y murmullos de los espectadores, era evidente de que se trataba de alguna especie de competencia de comida.

—Oh… no—Mientras se abría paso entre la muchedumbre, se detuvo en seco dándose cuenta de que ya había empezado el evento. Se dio un tiempo para analizar la situación actual de la competencia.

Los tres comensales hace rato habían empezado a hacer lo suyo. Curiosamente, solo había un plato servido en cada puesto. Nada muy especial a simple vista, curry acompañado con arroz. Solo quien competía en el asiento de la derecha estaba cerca de terminarlo. A todas luces era una persona con sobrepeso, lo que no quedaba claro era su genero. A simple vista y por sus facciones, era difícil distinguir si era un hombre o una mujer, además de que el cabello rizado de color marrón y recogido en una cola complicaba aún más esa tarea. Iba sin ningún tipo de prisa, pero mantenía un inefable gesto de concentración en su semblante.

El del centro apenas se había comido la mitad; un hombre joven de aspecto fuerte. Sí hacía algo de calor, pero el sujeto estaba sudando a chorros mientras se llevaba a la boca cucharadas de arroz sobre condimentado, a pulso tembloroso. Su cara delataba que no lo estaba pasando bien.

El último comensal, el de la izquierda, pues… se hallaba indispuesto.

—¡¡ABRAN PASO!!— Se oyó la voz de una mujer que apartaba a las personas de la entrada del establecimiento. A continuación, la gente permitió la salida de un grupo de hombres que sacaba en brazos al último participante, con la respiración acelerada, bañado en sudor y con el rostro rojo como un tomate. Descompensado y al borde del desvarío. Mientras tanto, al publico parecía preocuparle más la tensión por ver el desenlace entre los dos competidores restantes que el infortunio del que ahora se retiraba forzosamente.

«¡Es ella!» Kouji se percató de su presencia. Le dio paso al primer perdedor de esa temporada sin mayores miramientos cuando pasó junto a él, y en seguida se daba a la aparatosa tarea de llegar hasta la organizadora de aquella competencia.

—El imprudente se comió el curry de una sola tacada ¿Cómo no iba a perder el conocimiento? — Murmuraba la señora con una persona que tenía al lado, entablando conversación en un tono más bien cómico, mientras el “imprudente” se alejaba de ese escenario en busca de ayuda médica.

Desde su posición elevada, recargada en el borde de la entrada, la Tía Onome tenía una visión privilegiada sobre la multitud. Fue así como sus ojos dieron con la muchacha de cabello oscuro y llamativa presencia, deteniéndose con cara cognitiva a hilar sus recuerdos. Tras unos instantes absorta del bullicio, se da cuenta de quién es y trata de llamar su atención, haciendo señas para que se acerque.
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#6
La multitud seguía obstaculizando el paso y gran parte de la vista —. Permiso, voy pasando— decía mientras me abría paso entre las personas, estaba un poco lejos de ver el frente del local, pero por los comentarios ya me hacía una idea, escuché más de una vez las palabras platos, curry y arroz, y en menos oportunidad, picante, pero ciertamente era un reto de comida. Finalmente logré alcanzar una posición que me diera la vista y la comodidad que necesitaba, nadie estaba violando mi espacio personal y los participantes estaban en la mesa.

«Que poco agraciado, o agraciada, no sé...» mis ojos quedaron un par de minutos en aquel ser obeso de risos castaños, me inundaba la indecisión, ¿cómo se llamaría? sí dijeran su nombre podría saber un poco más, mis esmeraldas pasearon por los otros participantes, no había nada relevante, el, o la, gorda iban a la cabeza y los otros rezagados, nada fuera de lo ordinario, aparentemente.

«¿Qué será este año? ¿Cual será el premio?» busqué indicios por los alrededores sobre los beneficios del vencedor.

—¡¡ABRAN PASO!! — la voz femenina me advirtió y entonces viré a ver de dónde provenía, cedí el paso al hombre emergenciado, noté su rostro congestionado, su cabello y su ropa humedecida, llena de sudor. —El imprudente se comió el curry de una sola tacada ¿Cómo no iba a perder el conocimiento?

Olvidé al sujeto que acaba de pasar y me concentré en el evento, como los demás, pero no pude hacerlo en su totalidad, vi como unos dedos me llamaban, busqué su amo y nuestras orbes se encontraron «¡Es Onome-san, no la había visto, parece que todavía se acuerda de mi»

Unos segundos mas tarde me encontraba al frente de la Tía Onome, bueno, casi, ya que no me encontraba a su altura...

—Onome-san! Que gusto volver a verte, ¿te acuerdas de mi?— eleve el tono de voz para que se superpusiera al alboroto, esperando a que pudiese escucharme.
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#7
En su intento de curiosear de que iba esa competencia, la joven Aburame percibió una risotada detrás de ella: —JAJAJA allá va el cagapalos de Liu.— Comentaba un hombre joven descojonándose de la risa. Se refería al que había quedado descalificado y sacaron de emergencia. — A ver, que al menos intentó ganarse esas vacaciones para estar con Haruko. — Respondió otro que lo acompañaba. — Esa mujer suya es un moco, joder. No lo vale… — Seguidamente, los interlocutores se desplazaron y el dialogo entre estos se difuminó entre la concurrencia de voces.

Cuando Mei estaba cerca, la señora bajó con prisa los escasos escalones al encuentro con ella — Niña, pero cómo has crecido ¿Ah? — La tomó de las manos mirándola de arriba a abajo, y con una sonrisa incrédula por el paso de los años — Eres idéntica a Naoko ¿Cómo me voy a olvidar? — La mujer mantenía ese semblante desbordante de alegría. Ella vestía un kimono sencillo de color marrón, con una cinta ceñida a la cintura que permanecía oculta tras un delantal de cocina, que tenía bordado lo parecía ser una especie flor de aspecto peculiar. Su largo cabello entre castaño y canoso iba amarrado con una cola hasta la altura de los omóplatos

— Vamos para adentro, anda. Estoy segura de que debes tener hambre. — La invitó o, más bien, la comprometió, sin prestar atención si realmente le apetecía pasar a comer. Ella se dio la vuelta para retornar al local, pero fue sorprendida por una persona encarándola directamente. Se trataba de aquel chico que pasó viajando días a pie por climas inclementes solo para estar presente en aquella competencia.

— Onome-obasan… — Kouji acompañaba el saludo con una pequeña reverencia, quizá rayando más en la condescendencia que en el respeto.

— Kouji-san. — Onome cambió su actitud cordial y afable repentinamente, ahora tornándose inexpresiva. —¿Qué te trae por aquí?— Preguntó con hipocresía. Ella sabía perfectamente sus intenciones.

—Vengo a participar en el concurso este año también. Tuve algunos problemas durante el viaje…— Mintió — y por eso me he retrasado un poco, pero entiendo que este percance no debería repres…— La mujer lo interrumpió súbitamente. — NO, NO, NO, NO…— Ahora pasaba a estar algo exaltada de ánimo. —No me vengas con vueltas otra vez. La competencia ya empezó y ya la primera ronda está por terminarse. — Señaló donde estaban los comensales. Entre ellos, era evidente que ganaría aquel (¿o aquella?) con sobrepeso y pelo malo, que estaba a muy pocas cucharadas de una la victoria avasallante. — No puedes participar. — Sentenció.

— … — Algunos rayos de sol se abrieron paso entre las nubes y tocó la luz solar la piel del muchacho a medida que esta comenzaba a esparcirse por todo el paisaje. Mientras tanto, el de La Lluvia, descorazonado. — ¿Al menos puedo quedarme para la comida?— Sacó ánimo de algún lado para levantar la voz otra vez. — Esto es un puesto de comida, solo entra y pide lo que quieras. Eso sí, tienes que esperar a que se termine esta ronda. — Contestó, al mismo tiempo indicándole que se hiciera a un lado para dejarla pasar. Él se apartó de la entrada y la Tía Onome, antes de regresar al recinto, volvió el cuerpo hacia Mei para invitarla a pasar amistosamente. Seguidamente subió los escalones con la intención buscar una mesa.

El chico de Amegakure aún se hallaba ensimismado frente al puesto de comida, y probablemente pasaría varios segundos así tratando de procesar lo que la histriónica tía tuvo que decirle.
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#8
Para mi sorpresa, dejando a un lado la escasa conversación que llegó a mis oídos, Onome se mostró muy receptiva y se aproximó lo suficiente para tomar mis manos —¿Sí?— dudé, nunca me había puesto a pensar en la similitud de nuestros rasgos fisionómicos —. Aunque los años no parecen pasar para ti, se ve muy bien— dije con amabilidad, aunque desde que la recordaba se veía así, bueno quizás tenía un poco más de canas, y alguna que otra arruga, pero nada más.

—¿Entrar? ¿En medio de la competencia?— dudé, no quería interponerme entre atenderme y atender su evento, pero antes de que pudiese replicar ya me encontraba en el interior del local, era más cálido y con un exquisito aroma a comida recién salteada.

— Onome-obasan… — emitió un muchacho que se cruzaba en nuestro camino, se encontraba haciendo una reverencia.

Miré de soslayo a Onome, su lenguaje corporal cambió, se tensó un poco y su amabilidad abandonó su voz, dando paso a un tono un poco más serio. El muchacho decía que venía a participar en el evento, pero era evidente que estaba retardado, muy retardado, y por algún extraño motivo parecía bastante relajado, o mejor dicho confianzudo, ¿pretendía llegar y entrar de una vez al concurso? le lancé una mirada de desaprobación, pero no dije nada, no era mi problema, además, la canosa estalló presentado los múltiples motivos que tenía para no dejarle participar. La victoria de Onome fue aplastante y a aquel joven solo le quedó bajar la voz y aceptar la sentencia, no sin antes rogar por comer uno de aquellos deliciosos platos.

Pasé por un lado de él cuando se apartó y entonces lancé una mirada descarada para detallarlo, luego seguí como si nada —¿Que ha sido eso? — pregunté mientras seguía los pasos de la señora.
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#9
Les dio paso a las dos, dándose cuenta de que Onome no iba sola hacia el local. El chico desde el nivel del suelo, recuperó la compostura y levantó esos curiosos ojos de color gris para detallar a la acompañante mientras ambas ingresaban al interior del afamado puesto de comida. Seguidamente, resignado, se encogió de hombros y volteó para ver cómo iba el enfrentamiento de los participantes.

En ese momento, vio un rostro conocido entre los dos que quedaban y no pudo evitar fruncir el ceño, inconforme con la realidad que se materializaba frente a sus ojos de ver quien iba a ganar ese encuentro y probablemente, la competencia completa.

«¡Por eso Onome insistió tanto en relegarme de la competencia!» Pensó, rumiando su fracaso de intentar convencer a la organizadora y, al mismo tiempo, pasando por alto su propia falta de puntualidad a la hora de planificar el viaje. Mientras tanto, la ronda estaba a poco de terminarse, casi perfilándose del todo un solo ganador. «¡Todo para que su sobrina ganara el concurso este año!»

...

— No te preocupes cariño, todo está bajo control. — Respondió ante las inquietudes de su invitada, acompañado con un guiño cordial complicidad. Al entrar, se percataría de que el local estaba prácticamente vacío, puesto que el desarrollo de la competencia, el principal atractivo de ese día, solo se apreciaba bien desde afuera. Destacaría la presencia de los dos participantes sentados de espaldas y alguno que otro empleado del establecimiento.

— Déjame que te cuente algo. — Dio un suspiro antes de contestar, y su voz se endureció un poco. —Ese joven que está ahí… — Giró la cabeza e hizo una mueca con la boca apuntando hacia la entrada. — … desde hace tres años participa en mi desafío. No es de aquí, viene del País de la Tormenta cada verano. — La mujer dio un par de pasos más hasta quedar frente a la mesa que ella dispuso para el reencuentro — Y desde entonces ha llegado hasta el final de cada ronda, casi siempre terminando antes que los demás y dejándonos en verguenza. — Terminó la frase en un punto un tanto confuso, pues se notaba que aún quedaban cabos sueltos respecto a lo que quería dar a entender.

— Me explico, porque los jóvenes de ahora no entienden nada. — Achacó. — El desafío va más allá de entretener, incluso más allá que este negocio: es una cuestión de honor para la gente de este pueblo. — Tomó asiento, y mediante su lenguaje corporal invitó a la chica a hacer lo mismo. — Se trata de una exhibición pública de fuerza de voluntad y entereza; una demostración en la que los miembros de nuestra comunidad han sobresalido históricamente en comparación con los forasteros que llegan motivados por la soberbia. — Una sonrisa de orgullo se dibujó en su semblante rayado por el sol de los campos de cultivo. — Ese es el espíritu de mi desafío. —

— Es por eso que la presencia de ese extranjero me causa tanto malestar, mi niña. Especialmente cuando trata de pasarse de listo. — Así, respondía a la pregunta. La miró a los ojos, de alguna manera tratando de excusarse con ella. —Porque para colmo, el muy descarado rechaza el premio cada año y se marcha poco tiempo después, lo que ya es una burla en toda regla. — Se quedó en silencio algunos segundos, pensativa sobre lo que acababa de decir.

—… si me lo preguntas, no te sabría decir que tipo de persona viaja de tan lejos para ganarse unas vacaciones pagadas a las Islas de Té y las rechaza sin asco. —
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#10
—¿Ah sí?— dudé un momento mientras lanzaba una última mirada a aquel muchacho —. Que alivio— comenté con tranquilidad mientras seguía los pasos de Onome hacia el interior del local, una vez adentro era evidente la ausencia de personas en el mismo, no había que preocuparse por la causa de aquel fenómeno, para nadie en la aldea era un secreto que hoy se celebraría aquella competencia, y que el ganador se llevaría un jugoso premio.

— Déjame que te cuente algo. — Suspiró.

—Soy todo oídos— dije a la par que tomaba asiento para ponernos cómodas.

Onome explicó que aquel chico tenía tres años participando en las competencias que ella realizaba, aunque ese no fue el verdadero problema, sino que él se hizo con la victoria consecutivamente llevando la verguenza como un estandarte para la tienda de la tía, dejando en ridículo a los aldeanos y demás participantes, mejor dicho, humillándolos a todos — Es por eso que la presencia de ese extranjero me causa tanto malestar, mi niña. Especialmente cuando trata de pasarse de listo. — Nuestros ojos se conectaron y se hizo un breve silencio, y por si no fuese suficiente la actitud sobrada y confianzuda del shinobi, al terminar rechazaba el premio para el vencedor, cosa que causaba aún más molestias.

—Vaya... ¿Qué cosas, no? — no sabía exactamente que decir, así que dije lo primero que vino a mi mente —.Bueno, pero este año no tendrás que preocuparte por eso, él no está participando, recuperaran el honor y estará más relajada— dije como sí fuese totalmente cierto.

Miré con ansias la llegada de algún empleado, o a la espera que la mismísima Onome hiciera algún llamado, el olor de las cocinas y el viaje me habían abierto el apetito.

—Mi padre te manda saludos, te ha mandado un detalle — busqué en mi mochila una pequeña bolsa, estaba amarrada con una cinta en su extremo —. No sé lo que es, imagino que ustedes han hablado— estiré la mano para hacerle entrega del recado —. También me dijo que tendrías algo para él—. solicité con la esperanza de que pudiera entregármelo y retirarme lo antes posible, así disfrutaría plenamente de mis vacaciones.
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#11
Mientras tanto, Kouji se encontraba entre el gentío animado por el desenlace, pero distraído por otro asunto. — Puah, que calor… — Dejo salir. Su pelo, que acababa de secarse con los rayos del sol, ahora se humedecía nuevamente por el sudor de su frente. Esa era la parte menos agradable para él de ese lugar, pues estaba acostumbrado a los helados aguaceros de su tierra natal. Su vestimenta tan abrigada y las botas a prueba de agua tampoco mejoraban la situación.

En el interior del restaurante

—.Bueno, pero este año no tendrás que preocuparte por eso, él no está participando, recuperaran el honor y estará más relajada—

La cocinera desvió la mirada. — Supongo que sí…— Se mantuvo introspectiva unos instantes, con la mano en el mentón. — No lo sé… quizá estoy siendo un poco dura con él.— Dudó, porque en el fondo se estaba encariñado con ese asiduo admirador de su cocina.

— En fin, supongo que tienes algo para mi ¿No? — A su momento, recibió la bolsita en ambas manos. Seguidamente, soltó un poco el cordel y abrió apenas suficiente para echar una ojeada a su contenido. Complacida en su semblante, dijo: — Muy bien. — y la volvió a cerrar bien. La puso a resguardo en un bolsillo de su delantal.

— ¡Oh claro! Ya te doy el recado, solo déjame busc- — Súbitamente, uno de los comensales se levantó de la mesa, y un estruendo gutural, como el rugido de un enorme animal, se hizo sentir en cada esquina del establecimiento.

—BURRRRRRRRRRRRRP—

Inmediatamente y sin decir nada más, Onome se levantó de su puesto, casi corriendo hacia una bandeja con tres vasos de leche encima. Haciendo gala de una coordinación sorprendente, consiguió colocar la bandeja en la mesa donde permanecía de pie quien acababa de ganar esa ronda: aquella persona obesa y andrógina, que vociferaba triunfalmente hacia la multitud. —Triunfador de la segunda ronda: ¡Akimichi Natsu! — La señora levantaba su brazo conjuntamente en señal de victoria. — ¡Los invitamos a entrar y disfrutar de nuestro menú especial de verano antes de pasar con la última ronda, que determinará quién será el ganador del gran premio¡— Frente a la multitud, Natsu bebió el vaso de leche tan rápido que al menos la mitad se derramó encima. Se despidió con otro eructo menos fuerte que el primero, dándose la vuelta y dirigiéndose ambos al interior del restaurante.

Fuera del restaurante

« Puff… que ser tan repulsivo.» Sintió asco para sus adentros. No era la primera vez que veía ese tipo de exhibición, mas no lo toleraba en lo absoluto.

Un rugido de su estomago lo sacó de sus pensamientos, azuzándolo a ir por comida de una buena vez. Sin embargo, con la presencia de olores de tan deliciosos platillos, muchos de los espectadores que estaban allí tuvieron la misma idea y la entrada al puesto de comida comenzó a congestionarse. Sin duda, este año se hacía más cuesta arriba satisfacer sus deseos de exquisita comida picante.

En el interior del restaurante otra vez...

Onome, con una sonrisa de orgullo, se acercaba hacia la mesa de Mei acompañada de la Akimichi. — Mei, te presento a mi sobrina, Natsu.— Señaló a la campeona de la ronda anterior, quien no hacía más que examinar con la mirada a la muchacha de Uzushiogakure. — ¡Un gusto! — Saludo levantando la mano, de manera tosca. Su aspecto era la una persona joven, pero su voz sonaba algo ronca para ser una mujer. Además, de cerca no se validaba mejor su género.

Intervino Onome nuevamente, dirigiéndose a Mei. — Dame unos minutos para traerte lo de tu padre y servirte un buen plato de ramen con cerdo ¿Se te antoja? ¡A que no! — Preguntó con cariño, todavía alegre por la victoria de su sobrina. Al ver como el establecimiento comenzó a llenarse, se dio la vuelta y se dirigió rápidamente a la cocina, un cuarto que no era visible desde las mesas.

De pie frente a la mesa, la chica de rasgos gruesos intervino abruptamente, como tratando de evitar un silencio incómodo. — Y bien ¿Te gustó el concurso? — Se recargó apoyando la mano sobre la mesa. De pronto, toda su atención estaba sobre ella.

Una sonrisa torcida se atisbaba entre pinceladas de curry que manchaban sus labios, mientras sus ojos indiscretos se posaban en las orejas la kunoichi. — Me encantan esos pendientes que llevas puesto.— Se refería a las calaveras de color metálico que usaba como accesorios —Te ves guapa con ellos. — Disparó. Para buen entendedor, pocas palabras.
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#12
Sí estaba siendo dura con él, o no, eso no lo sabría yo, no podría realizar ningún comentario —. Siempre habrás un concurso el próximo año, ¿no?— fue lo único que se me ocurrió decir.

Onome miró complacida el interior de la bolsa, no pude evitar sonreír, mi padre siempre lograba robar expresiones únicas con cosas tan simples e incluso casi sin valor, en mi ignorancia, claro estaba.

«Perfecto, podré volver lo antes posible»

—BURRRRRRRRRRRRRP—

Me puse de pie imitando la acción de la cocinera —.¿Qué fue eso?— aquel estruendo me tomó desprevenida, seguí con la mirada a Onome y noté la calma en su mirada «Seguro es parte del concurso» le seguí hasta afuera con la bandeja, para notar como servía los tres vasos con leche.

—Triunfador de la segunda ronda: ¡Akimichi Natsu! — rugió la anfitriona para demostrar su postura conjunto al vencedor, o vencedora, no estaba del todo segura; la competencia no había terminado, harían un pequeño descanso para invitar a todos comer algo y posteriormente se decidiría el ganador oficial.

«Que asco» Escuchar aquellos eructos grotescos me hicieron entrar más rápido, quería quitar esa imagen de mi mente, además no quería quedarme sin puesto, el local se llenaría en cuestión de segundos.

Onome volvió acompañada de aquel ser gordo, aquella persona que me resultaba repugnante y grasosa —.¿Tu sobrina?— repetí dudosa, no tenían ningún parentesco físico —. Un gusto, soy Aburame Mei —dibujé una sonrisa falsa en mi rostro e imité su acción.

—¿Cómo podría negarme a comer uno de tus platillos?— sonreí nuevamente, un poco más natural por la propuesta, Onome se marchó rápidamente dejandome a solas con su sobrina que no tenía nada de adorable; la esperanza de que Natsu se marchase a otra mesa se iba desvaneciendo con cada segundo que pasaba, parecía interesada en entablar una conversación —.Llegué un poco tarde, quizá vea la última ronda— admití con sinceridad.

— Me encantan esos pendientes que llevas puesto.Te ves guapa con ellos. —

Un escalofrío recorrió mi espalda.

—¿Enserio?— dije un poco nerviosa, pero traté de actuar lo más natural posible; puse mis manos detrás de los lóbulos para proyectar las calaveras más adelante —.A mucha gente no le gusta, gracias— miré a mi alrededor, esperaba a que llegara alguien, algo, no sé, que la situación no se tornase incómoda.

—Y... ¿Piensas aceptar el premio?— pregunté sin saber muy bien que decir —.Escuché que en los años anteriores ha ganado un muchacho que nunca lo acepta...
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#13
—Y... ¿Piensas aceptar el premio? Escuché que en los años anteriores ha ganado un muchacho que nunca lo acepta. —

La voluminosa chica apartó su brazo de la mesa y se incorporó de pie, no de golpe, pero evidentemente contrariada por esas palabras, que parecieron gatillaron una reacción de disgusto materializada a través de su lenguaje corporal. — Obviamente. Y ni me hables del tipo ese… — Ponía en evidencia una personalidad descarada. — solo viene a presumir y a evitar que una pueda pasarla bien fuera de este calor. Entre más lejos, mejor. — Se ponía una mano en la cintura, y con la otra se quitaba el sudor de la frente, con cara dramatizada por el azote de las altas temperaturas.

— Ahora que lo dices, el premio de las vacaciones vale para dos personas… — Le guiñó el ojo. — Seguro te apetece ir ¿Ah?... sería como, una salida de chicas jajaja. — Empezó a reírse, incapaz de disimular sórdidas intenciones. — Dame un momento para ir a limpiarme.— Se refería a su ropa, que emanaba el potente olor de la salsa picante, así como su cara, también embarrada de comida. Se dio la vuelta con dirección al baño. Antes de alejarse, dijo: — Ya vengo ~~ — con un deje de… ¿Picardía?

Durante esos segundos, Kouji por fin pudo entrar al establecimiento, sin embargo, este de hallaba completamente lleno. En todo el medio de aquel salón, se vio a si mismo tratando de avistar alguna mesa vacía sin éxito. Entre tanto, vio sentada a aquella chica a la que Onome había llevado a su establecimiento personalmente; supuso que serían bastante cercanas si ella misma se tomaba la molestia de invitarla a pasar en pleno desarrollo de la competencia... y pensó que podía ser buena idea acercarse.

Camino hasta quedar al lado de la mesa, y frente a ella. — Disculpa… — Trató de hacer contacto visual, y continuaría una vez tuviera la certeza de haber captado su atención. — ¿Te importa si me siento contigo? Es que no consigo sitio. — Se encogió de hombros y, haciendo una mueca con los ojos, como tratando de señalar el gentío por todas partes, se dignó a rascarse la cabeza con resignación.
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#14
Mis palabras cayeron tan pesadas en Akimichi que hicieron surgir algunos de sus demonios, demostrando el odio y repudio que sentía por el muchacho de la lluvia —. No lo sé, parece agradable— dije para irritar aún más a Natsu; sin embargo, la mujer, sí es que podría llamarsele así, prefirió lanzar otra de sus palabras son doble sentido —. Me encantaría acompañarte, lamentablemente ya tengo planes para este verano— estaba siendo cortes, solo por mantener las relaciones que necesitaba mi padre, sino... —. Será en otra oportunidad— respondí negativamente ante su propuesta indecente.

«No hay apuro, ojalá te atasques por allá» omití decir cuando la mole se perdió. Suspiré aliviada cuando estuve a solas, ¿se tardarían mucho en traerme mi ramen? No obstante, mis segundos de paz y tranquilidad se vieron mermados cuando aquel sujeto hizo acto de presencia, agradecí fuera él y no nadie amorfo...

—No tengo ningún problema con que ocupes un lugar, Onome-san dijo que me traería un platillo de los suyos, pero no creo que se siente a conversar conmigo, esto está a reventar, así que estará muy ocupada— aquello habría sido muy fácil para el chico, pero no tenía porque complicarselo sí me resultaría beneficioso tenerlo cerca de mi, por lo menos esperaba con eso alejar a Akimichi —. Eres bastante conocido por aquí, pero nadie me ha dicho tu nombre— manifesté mientras lo detallaba un poco.
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#15
—No tengo ningún problema con que ocupes un lugar, Onome-san dijo que me traería un platillo de los suyos, pero no creo que se siente a conversar conmigo, esto está a reventar, así que estará muy ocupada—

— Muchas gracias — Con una sonrisa dibujada en su rostro e inclinando brevemente el cuello en señal de gratitud, tomó asiento frente a Mei, quedando cara a cara. — Vaya, creo que es la primera vez que veo este sitio tan lleno. — Admitió, complementando el comentario de la chica. — Es digno de admirar que pueda llevar las riendas de todo por su cuenta. — Mientras hablaba desvió la mirada hacia otra mesa cercana, donde un camarero atendía los pedidos. Auténticamente sentía, cuanto menos, respeto por aquella señora.

El joven de la Lluvia se llevó la diestra a la frente para poner en su lugar un mechón de cabello rebelde que resbaló sobre su frente, cerca del lunar en su sien blanquecina. Inesperadamente, algunos reflejos de su pelo secado por el sol se tornaban azulados entre el usual azabache; el color que luce su cabello empapado por el agua de lluvia bajo el cielo gris del país de la Tormenta.

—Eres bastante conocido por aquí, pero nadie me ha dicho tu nombre—

— Pues empiezo a creer que sería mejor si no lo fuera, jajaja.— Dejo salir, quizá en un tono un poco más confianzudo de lo que él mismo acostumbraba. Con ese comentario, expresaba sutilmente su percepción de que no era bien recibido últimamente.

— Me llamo Kouji ¿y tu? — Se acomodó en su puesto. Su mirada de ojos grises se clavó en la de Mei, ahora detallando con atención los rasgos de su nueva conocida.

— Veo que eres muy cercana con Onome-obasan ¿Son familia o algo? — Con una actitud relajada, su diestra se levantó de nuevo hacia su rostro, ahora rascándose la barba incipiente que llevaba ese día; corta, pero de un volumen consistente.
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