Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
El Uchiha se quedó anonadado ante los gritos de la rubia. ¿Tanto se había pasado? «Quizá debí empezar por algo más suave… ¡Aunque ella me envió un jodido cocodrilo eléctrico!»
—¡P-pero Koko! —lo último que le faltaba era que ahora no cumpliese la apuesta—. De haberme dado el cocodrilo ese, me hubiese jodido tanto como ese pequeña… explosión.
Vale, quizá no había sido tan pequeña. Y vale, quizá no le hubiese hecho tanto daño, aunque por su sharingan pudo apreciar que, más o menos, habían empleado la misma cantidad de chakra para ambas técnicas. No creía que estuviesen muy alejados el uno del otro.
Fue entonces cuando se dio cuenta que la ropa de ella… Bueno, había sufrido la inevitable consecuencia de la explosión. La manga de su brazo había desaparecido por completo, como también así el costado de su chaqueta y camiseta interior. Si se fijaba bien, casi podía ver…
—¡K-koko! —repitió, rojo como un tomate y mirándola a los pies. «Por Amateratsu, que es la novia de tu compadre, ¡contrólate!»—. Esto… Si tanto te quemó… ¿No sería mejor que antes de ir al hospital, que te llevará bastantes minutos desde aquí, le echaras algo de agua antes? —Datsue señaló el mar, a pocos metros de su posición—. Lo mejor para las quemaduras es enfriarlas cuanto antes… —Realmente no sabía qué era lo mejor para tratar las quemaduras, pero por simple lógica intuyó que así era.
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—¡Pero que era obvio que no te iba a dar! —Le espetó aun enfadada.
Había lanzado el cocodrilo a diez metros, el alcance máximo de la técnica y para colmo este se movía en una trayectoria bastante directa, es difícil no poder esquivar uno de esos estando en óptimas condiciones y para colmo con tanta distancia de por medio. En cambio el clon…
Poco importaba si decía más, Datsue además había detonado un clon cuando se suponía que iban a evitar las explosiones, es decir, para algo hablaron de los sellos explosivos, ¿verdad?
Lo malo era que el chico tenía razón, aunque no sabía a ciencia cierta si era adecuado mojar las heridas en el agua salada del mar.
—Vale… En eso tienes razón —le respondió a regañadientes.
Estaba intentando tranquilizarse, pero todavía le molestaba la actitud del contrario. Le había explotado una bomba a distancia cero…
De cualquier manera, la kunoichi se dirigió a la orilla del mar, se arrodilló y comenzó a echarse algo de agua en el brazo más dañado. Tenía que aceptar que ardía demasiado y se le notaba en la cara la molestia que estaba sintiendo por aquello. Pero se lo tenía que aguantar.
«¿Obvio que no me iba a dar? ¿Y si no lo hubiese esquivado?» Entonces recordó que el cocodrilo había recorrido tan solo diez metros, justo lo que le habían separado inicialmente de Koko. ¿Había sido aposta? ¿Como una mera distracción? Se rascó la nuca. Quizá la kunoichi sí que llevase algo de razón en aquello…
La acompañó hasta la orilla, y una vez ahí se mantuvo en silencio, cambiando el peso del cuerpo de una pierna a otra, sin saber muy bien qué decir ni hacer. Entonces se le ocurrió algo:
—Toma. —Datsue había tomado una píldora de soldado de su portaobjetos y se la ofrecía a Koko. Una píldora que contenía una cantidad concentrada muy alta en nutrientes, con el objetivo de reestablecer el chakra a su usuario. No es que pensase que la fuese a ayudar mucho con aquello… Pero si el cuerpo estaba a tope de energía, se imaginaba que trabajaría mejor en el proceso de curación a si no lo estaba.
»No lo hice adrede, en serio —añadió, tras un rato—. Estoy tan acostumbrado a tirarme bombas con Akame que pensé que esto entraría dentro de… los límites marcados. Una vez el muy cabrón hasta me pegó un sello de clase B en el antebrazo. Aquello sí que dolió… —Había sido en unas condiciones muy distintas a las del mero entrenamiento, eso era cierto… Pero tampoco tenía porqué contar toda la verdad.
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Lo más sencillo de hacer era hundir la mano completa en el agua así que eso fue lo que hizo, que justamente esa era la parte más dañada de la extremidad y luego, lo que restaba lo fue empapando con ayuda de la otra mano incluyendo las costillas y… Algo más arriba también.
Fue entonces que el Uchiha le ofreció algo, una píldora que conociendo al shinobi, era preferible no consumir por nada del mundo.
—Paso —le respondió, claramente desconfiando.
Mientras seguía humedeciendo las quemaduras y de paso lavándose la sangre que se le pudiera haber quedado pegada.
Lo malo era que Datsue comenzó a hablar de sus entrenamientos con Akame, asunto que le supo sumamente amargo y le dibujó una mueca de molestia a la pecosa.
—Lamento no estar a la altura —respondió dolida.
Acto seguido, dio por terminada la limpieza de las heridas. Ya no tenía sangre más que la poca que brotaba pero en general ya estaba bien, por lo menos tanto como podía con ese mísero tratamiento.
—Mañana iré a ver si consigo tus drogas —le dijo a secas antes de comenzar a caminar en dirección al hospital.
Datsue se encogió de hombros y se volvió a guardar la píldora en el portaobjetos. No tenía sentido insistir en algo que, realmente, apenas la iba a ayudar en nada. Luego, trató de medio disculparse narrando sus peleas con Akame. Como de costumbre con ella, sin embargo, consiguió el objetivo contrario.
—Lamento no estar a la altura.
Suspiró. ¿Y ahora qué se suponía que tenía que decir para arreglarlo? ¿Alguna tontería motivacional? ¿Alguna de esas frases sobre que uno nunca debía rendirse hasta alcanzar sus sueños? Datsue nunca había creído demasiado en aquellas cosas, pero tampoco sería la primera vez que mentía…
—Mañana iré a ver si consigo tus drogas.
—¡Oh, vamos! —exclamó, abriéndose de brazos y poniéndolos en perpendicular al cuerpo—. No me creo que la novia de Uchiha Akame se rinda tan pronto.
Estaba tratando de… ¿picarla? Koko acababa de decirle que iría a por las drogas. Era lo único que quería. Lo único que necesitaba. ¿Por qué, entonces, quería seguir combatiendo? Nunca le había gustado, más allá del duelo táctico que a la vez se libraba. Pero, por primera vez en mucho tiempo, el Uchiha sentía la mente despejada. La adrenalina que tan solo la lucha podía brindar corría por sus venas, acelerando su corazón, y apartando la niebla que embotaba su mente por culpa del insomnio. Se sentía bien. Se sentía vivo.
—Me pasé, está bien. Lo admito. Pero me dijiste que querías mejorar, ¿no? ¿Cómo piensas mejorar si no llegas a tu límite? ¿Cómo piensas sobrepasarlo si, antes de llegar a él, ya te rindes? —«¿Cómo era la frase de superación que decían en esa película de boxeadores? Bueno… Da igual»—. No huyas del dolor. Abrázalo. El dolor será tu mejor maestro. Ese clon explosivo dolió, ¿verdad? Pues apuesto a que, la próxima vez, cuando alguien cree un clon y no estés segura de si es el real o no, tratarás de derrotarlo a distancia por si guarda alguna sorpresita. Quién sabe, ¡igual hasta te salva vida!
»Vamos… A partir de ahora haré tan solo taijutsu —se llevó una mano al pecho—. Palabra de caballero.
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Si hablamos de autoestima, aquella antigua sirvienta de los Sakamoto no gozaba de mucha. Solía decaer rápidamente y deprimirse por el más mínimo detalle puesto que tendía a compararse demasiado con los demás, y considerando el lugar del que había salido, era obvio que siempre se tendría por debajo del resto. Especialmente cuando ocurrían cosas como lo que pasó con Akame y ahora con Datsue.
Lo peor en aquellas situaciones era intentar picarle, cuando la Kageyama se deprime hay que dejarla ser o podría terminar peor, llorando en algún rincón desconsolada o…
—¡Qué te calles! —Bramó a todo pulmón antes de voltearse.
Acto seguido, cargó contra aquel individuo que busca sacarle de quicio con un brazo cargado con chakra eléctrico sin pararse a medir las consecuencias de sus actos.
Así es, aprovechando la escasa distancia de tal vez un metro, Koko había cargado su brazo sano con electricidad y había avanzado rápidamente hacia el Uchiha con la sola intención de darle con un lariat a la altura del cuello.
Aplicado sobre el cuello, dos Lightning Lariat de dos usuarios distintos decapitan a la víctima
Al usarlo junto al 'hermano', su potencia aumenta en un 25%
- Sellos: - - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
El usuario carga hacia su oponente, atizando su pecho o su cuello con un movimiento de Lariat, que puede o no estar potenciado por alguna técnica Ninjutsu o del flujo del chakra. Un golpe muy preciso puede destruir costillas o incluso decapitar a un oponente con un sólo ataque directo. La técnica es muy simple y convencional, pero también muy rápida y poderosa. Esta técnica se considera toda una tradición en Kumogakure, y se utiliza para encontrar un "hermano" simbólico para el Raikage. "Hermano" para los líderes de la villa es aquél que logra igualar el Lariat de su otro "hermano".
La versión del clan Yotsuki incluye una capa de electricidad que aumenta peligrosamente la potencia del golpe, y provoca una descarga eléctrica en el oponente.
Los 30 de CK extra se corresponden a los 3 turnos que no hice nada (y como tengo regeneración pausada pues me regenero 10 CK por cada turno en que no hago nada).
Lo vio venir. Pero por desgracia, no lo vio venir.
Parecía una contradicción, pero no lo era. En la academia, enseñaban a los shinobis a hacer antes caso a la mente que a los ojos. Porque la vista te podía jugar malas pasadas, pero la mente siempre te era fiel. A la vista era muy fácil engañarla. Un simple henge; un simple bunshin despistándote cuando el verdadero enemigo está a tus espaldas; un genjutsu… Por eso siempre había que hacer caso a la lógica. Era una norma esencial para todo ninja, una norma que solo tenía una excepción…
…los Uchiha.
Los Uchiha debían fiarse antes de sus ojos que de su mente, porque el sharingan siempre les decía la verdad. Datsue, por razones de la vida, nunca había tenido a alguien que le enseñase aquellos truquillos. Y por eso no lo vio venir. Porque creyó antes a su mente —que le decía que Koko sería incapaz de atacar a traición, sin avisar— que a sus ojos, que le gritaban a los cuatro vientos que la kunoichi se acercaba a él con intenciones nada buenas para su salud.
Una lección que, aunque llegaba tarde, aprendió por el resto de su vida.
Cuando quiso reaccionar, ya era demasiado tarde. Apenas pudo interponer un brazo entre su cuello y la guillotina que se abalanzaba hacia él. Sintió un tremendo golpetazo en el antebrazo, que chocó contra su pecho y cuello y le catapultó varios metros atrás. Su cuerpo formó un surco en la arena, mientras se veía arrastrado por el impulso del golpe todavía varios metros más.
Se retorció en el suelo, haciendo extraños sonidos… como si le faltase el aire, pero no pudiese abrir las vías respiratorias para coger oxígeno… Tenía los ojos desorbitados y las manos en la garganta…
La técnica había dado de lleno, aunque el contrario se las había arreglado para interponer su antebrazo lo cual no fue suficiente para detener el ataque.
Fue así como el chico salió volando unos metros hundiéndose hasta cierto punto dentro de la arena. Aun así, la Kageyama seguía enfadada, casi como si estuviese a punto de escupir fuego por la boca a pesar de no tener los conocimientos en ninjutsu.
Rápidamente, al ver que su oponente había recibido el golpe, la Kageyama corrió hasta la nueva ubicación ajena y se ubicó por encima de él, apresándole bajo el peso de su propio peso, aunque si bien tuvo la oportunidad de golpear, prefirió mirarle con desprecio por un momento.
—No vuelvas a joder con eso, ¿entendido? —le espetó amenazante.
Acto seguido, dejó caer su trasero sobre el vientre de Datsue con algo de fuerza, con eso debería de poder quitarle el aire que pudiera habérsele quedado en los pulmones y si aquello no era suficiente, con la mano sana comenzaría a darle un masaje en el cuello. «Hasta que no se tranquilice no va a poder respirar... »Pensaba la rubia aún molesta.
—Tranquilizate, que aún me falta mucho entrenamiento como para poder romperte el cuello así —le decía a regañadientes sin cesar sus intentos por relajarle.
Datsue se había llevado un golpetazo de mil demonios. Sentía un dolor agudo y penetrante en el brazo, como si le hubiesen partido un hueso, y de manera indirecta su pecho y su espalda habían salido perjudicadas también, cortándole momentáneamente la respiración…
… Pero no, ni mucho menos, tanto como parecía demostrar.
Porque, dígase una cosa de Uchiha Datsue: es de naturaleza rencorosa. Ojo por ojo, diente por diente. Aquella era su máxima, siempre y cuando su integridad física no corriese peligro, claro. Por eso había exagerado su caída… para actuar de cebo y atraer a Koko.
No contenta con el porrazo que le acababa de dar, se puso encima suya, para luego decir:
—No vuelvas a joder con eso, ¿entendido?
Llegados a este punto, el Uchiha tenía más que ganas de tomarse su particular venganza, fuese o no ética. Fuese o no justa. Pero la kunoichi le sorprendió dejando caer el peso de todo su cuerpo sobre sus abdominales —o, bueno, lo que a él le gustaría llamar abdominales—, cortándole la respiración por segunda vez.
«Maldita… de esta te vas a enterar»
Su zurda —la mano que no había recibido el golpe— apresó la muñeca de Koko justo antes de que ésta tocase su garganta, y, con el sharingan clavado en sus ojos, susurró con voz ronca:
—Eso con lo que te jodí, Koko, es lo que sacó a la kunoichi que llevas dentro.
AO: 1
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A pesar de la ira que sentía, a pesar de haberse dejado llevar por un sentimiento probablemente pasajero, la kunoichi ahora mismo estaba más preocupada por devolverle la respiración al que había sido su contrincante quien… Curiosamente decidió detenerla atrapándole la muñeca.
—Joo… —soltó con una expresión bastante siniestra.
Era una mezcla de molestia con decepción. Algo que hasta el momento nunca se había visto en el rostro de aquella pecosa supuestamente alegre. Entonces… ¿Qué iba a hacer?
Se tumbó sobre él.
Literal, se tumbó sobre él dejando caer absolutamente cada gramo de su pesado ser sobre el contrario y debido a las posiciones, sus pechos terminaron aplastados en el rostro de Datsue, o suponía que era Datsue. A saber, tal vez y explotaba una vez más y sería jodidamente desagradable.
Pero bien que la intención de la rubia era sencilla, asfixiarle esta vez de verdad, de una manera algo extraña, es cierto, pero no por ello menos efectiva.
Se iba a vengar. Como que se llamaba Uchiha Datsue el Intrépido que se iba a vengar. ¿Quién se había creído Koko para atacarle a traición de aquella manera? ¡Y para luego venirle con exigencias, para más inri! ¡A él! ¡Que había salvado a su familia de la tiranía de Zoku! ¡Que había matado a un Uzukage! ¡Que llevaba un jodido bijuu en su interior! ¡A él que le llamaban el Hermano del Desierto! ¿Cómo se atrevía? ¿Cómo osaba?
El fuego de Amateratsu corría por sus venas. Datsue el Intrépido era una cosa, pero Datsue el Vengador otra muy distinta. Cuando se le metía entre ceja y ceja la vendetta, no había quien le hiciese cambiar de opinión. Podía llegar antes o después, pero llegaba. Era incansable, como las olas del mar que poco a poco van dando forma a los acantilados. Era inclemente como la tormenta en las Llanuras de la Tempestad Eterna; inalterable como las montañas; implacable, como la furia de Izanami al sentirse traicionada. Era…
Era…
Era voluble y manejable como el barro. Porque decir que Uchiha Datsue se había quedado blando como un flan hubiese sido quedarse corto. Muy corto. Sintió el pecho de ella aplastándose contra cada recoveco de su rostro, y de pronto, las llamas que corrían por su interior se extinguieron, como un fuego al que se le encierra herméticamente y se queda sin oxígeno. Ciertamente, le estaban ahogando. Vaya que si le estaban ahogando, aunque de un modo muy… particular. Un modo que en seguida prendió otro tipo de mecha en su interior. Un fuego más fugaz… pero también mucho más poderoso. Y peligroso…
«Por Amateratsu, ¡que es la novia de Akame!»
Sus manos libres volaron hacia los costados de ella, directos a apartarla. Entonces logró encontrar un mínimo resquicio para aspirar algo de aire, y el olor dulzón de ella le empapó el olfato. Si Uchiha Datsue ya se encontraba algo extraviado, aquello ya fue su perdición. Le hubiese gustado decir que se había mantenido estoico y sereno. Le hubiese gustado decir que se había mantenido fiel a su camarada y hermano. Que había actuado como un buen amigo, como un hombre honrado. Que había empujado a Koko para apartarla…
… Pero lo cierto era que —de milagro—, tan solo consiguió refrenar su deseo de apretarla más contra él, mientras sentía que los pantalones se le quedaban peligrosamente pequeños. «Oh, no… Esto no es bueno. No, no, no, no. Esto no es bueno, no. No, joder, no. Nonononono…»
1 AO mantenida
–
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—¿Terminamos? —dijo sin más, mientras se dejaba apartar lentamente.
Lo último que quería era provocarle del mismo modo que hacía con Akame, así que una vez terminó su jugarreta de asfixiarle de una forma poco ortodoxa, la chica se levantaría y apartaría un par de pasos para que el contrario tuviese espacio y tiempo para recomponerse.
Fue entonces que pudo notar algo bastante peculiar en el pantalón del Uchiha, algo que ya reconocía fácilmente y le sacó una sonrisa, pero algo deformada por la molestia que aún sentía.
—Mira, tú me sacas lo kunoichi a mí y yo lo humano a ti —dijo burlona, sabiendo que el chico entendería la referencia.
Pero a diferencia de con Akame, a Datsue le dejaría así, no iba a ”hacerse cargo” del asunto por varios motivos, entre ellos, que le sería fiel a su pareja.
—Ahora en serio, quiero ir al hospital —dijo dándose la vuelta nuevamente para retirarse.
El brazo aún le ardía si lo movía, pero lo que más empezaba a molestarle era el frío viento que le daba de lleno en la extremidad desnuda y también en parte del torso.
15/10/2017, 22:03 (Última modificación: 15/10/2017, 22:13 por Uchiha Datsue.)
Datsue dio gracias a los Dioses de que Koko, finalmente, se hubiese apartado. Y le dio las gracias porque él no hubiese sido capaz. Le faltaban las fuerzas… le faltaba voluntad. Aunque, una parte minúscula de sí —o no tan minúscula, según se mirase—, se apenó porque no hubiesen podido permanecer así un ratito más. Se estaba tan a gusto…
—Mira, tú me sacas lo kunoichi a mí y yo lo humano a ti.
El Uchiha siguió la mirada de Koko hasta su pantalón… y se puso más rojo de lo que ya estaba.
—Pero, ¿¡qué dices!? Esto no tiene nada que ver con… Es un acto reflejo —se excusó—. Un… una dobladez del pantalón. ¡Eso es!
¡Sería kunoichi! Ahora que estaba lejos de su influjo, el Uchiha no se podía creer que hubiese caído en una trampa tan… básica. ¿Es que era un crío de doce años, o qué? «Bueno… de catorce» se dijo, para animarse.
—Ahora en serio, quiero ir al hospital.
—Y yo quería un combate… limpio. Sin estas… triquiñuelas.
Formó el sello de Serpiente. Luego, se vistió el gorro de lana, la túnica y se echó la toalla al hombro. Koko descubrió que no se podía mover.
—Ale, ahí te quedas —dijo, pasando a su lado y caminando en dirección a la Villa. Koko tenía una ristra de complicados hexagramas dibujadas en su piel—. Por el golpe a traición y por… ese movimiento ilegal.
»Ah —dijo, al recordarlo, dándose media vuelta momentáneamente para mirarla—. ¡Y quiero ese maldito medicamento! ¡Una apuesta es una apuesta! —Abrió la boca para decir algo más, pero se lo pensó mejor y simplemente se despidió—. Adiós.
Y ni corto ni perezoso, se fue. Sabía que el sello maldito apenas la paralizaría por unos breves minutos, tiempo suficiente para poner pies en polvorosa y no mirar atrás. «Maldita sea mi alma… ¿Cómo cojones no la aparté? Como Akame se entere me va a colgar por las pelotas…»
¤ Jigō Jubaku no In ¤ Sello de Maldición Propia - Tipo: Apoyo - Rango: B - Requisitos: Fūinjutsu 40 - Gastos: 10 CK preparar, 40 CK activar - Daños: - - Efectos adicionales:
Inmoviliza a un adversario durante 1 turno o hasta que sufra daños (ver descripción)
(Fūinjutsu 60) La parálisis dura 3 turnos
(Fūinjutsu 80) La parálisis dura 5 turnos
(Fūinjutsu 100) La parálisis dura 10 turnos
- Sellos: Carnero (activar) - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo (preparar), 10 metros (activar)
Sello maldito que se coloca cuerpo a cuerpo y se activa por sorpresa, extendiéndose por el cuerpo del oponente como una ristra de complicados hexagramas y dejándolo completamente paralizado durante un tiempo variable que depende de la maestría del ejecutor con las técnicas de sellado. Un usuario con un chakra lo suficientemente poderoso (Poder usuario >Inteligencia ejecutor) podría zafarse de la atadura pasados unos segundos, eso sí, liberando un estallido de chakra alrededor de su cuerpo que le hace perder 50 CK. El usuario de la técnica sólo podrá moverse con libertad si su facultad de Fūinjutsu iguala los 60 puntos.
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Estaba más que dispuesta a irse luego de burlarse de la clara erección que Datsue tenía, pero luego de dar un par de pasos todo su cuerpo de quedó completamente inmóvil, dejó de responderle aunque su mente funcionaba perfectamente como si nada.
Normalmente se hubiese asustado, pero con el comentario del contrario, podía sacar la conclusión de que era una técnica estúpida que en poco tiempo perdería su efecto. «Y ahora pretendes venir con cosas justas, sigue participando, imbécil »pensaba la rubia.
Desde su punto de vista, él había faltado primero a las reglas que habían impuesto, a pesar de ello había dicho que le conseguiría la droga pero… Luego de este acto de idiotez de parte del shinobi, definitivamente le dejaría sin drogas ni mierdas del estilo. Además, ¿por qué ella tenía que meterse en basuras ilegales por un idiota que iba y la dejaba paralizada, en evidencia en plena playa?
Definitivamente, Datsue se había jodido a sí mismo cuando activó esa bendita técnica.
«Que te den… »cantaba alegremente en su cabeza para pasar el rato.
A medida que se alejaba de Koko, supo que algo iba mal. Un peso sobre sus hombros. Una punzada en el pecho. Una voz en su interior que le decía que aquello no estaba bien…
«Maldito yo y mi conciencia… ¡Pensé que me había deshecho de ti hace mucho tiempo!»
Chasqueó la lengua, irritado, y dio media vuelta. Avanzó a grandes zancadas hacia Koko, parecía casi como si le fuese a pegar, llevándose un brazo hacia atrás, y entonces…
… la envolvió con su propia túnica. «Para que luego digan que no soy todo un caballero» Ya con la maldita conciencia tranquila por saber que Koko no pillaría un resfriado por su culpa, dio media vuelta por segunda vez. Por el camino, se topó con la bolsa de las compras de ella, y creyó a bien tomar otra mandarina. Se la había ganado, ¿no? Al fin y al cabo, casi había muerto ahogado… Una de las peores muertes que cualquier shinobi podría sufrir.
«Sí… “Peores”»
Cuando desapareció de la vista de Koko, aceleró el paso. No fuese a ser que la kunoichi tuviese las mismas ganas de venganza que él. De hecho, ahora que lo pensaba, un Sunshin no vendría mal. Pero que nada mal...
«Joder, y somos vecinos. Voy a tener que empezar a poner sellos de transcripción en la cerradura de la puerta, por si las moscas…»
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