Era ya media mañana cuando Koji había terminado con éxito la ultima misión que le habían encomendado. Debía escoltar a un comerciante de hierbas, que había venido a Kusagakure a reponer sus existencias, hasta llegar al puente Kannabi, donde al otro lado de este le recogerían sus otros escoltas.

Habiendo acabado la misión con éxito y con un poco de tiempo antes de tener que emprender su viaje de vuelta, el Kaguya, hambriento pues su hora de comer se acercaba, decidió buscar algún restaurante, o más bien un tenderete que sirviese algún platillo que le sirviese de alimento hasta que llegase al bosque donde podría reabastecerse.

Camino durante un periodo de unos quince minutos cuando, desde la lejanía un olor suave pero especiado penetro en el olfato del joven, ahora intensificado por el hambre. Se dejo llevar por sus instintos, total, algo que olía tan bien no podía ser malo. Al lado del camino principal encontró un pequeño puesto de alquiler de monturas y carros, pero no fue hasta haber rodeado este que se topo de frente con la fuente del olor, un pequeño izayaka que desprendía una mezcla de olores que hacia salivar al genin.

Corrió la puerta y saludó al que parecía ser el dueño del local, él cual gesticuló con la mano una mesa al final del bar, mientras invitaba a pasar al cliente de buena gana. Koji pasó y tomó asiento en la mesa indicada, mientras observaba como el dueño sacaba una libreta de hojas blancas, dispuesto a tomar la comanda.

—Muy buenas, soy nuevo por la zona y me gustaría probar algo típico del lugar ¿Qué me puede recomendar?

—Nuestro menú estrella es el revuelto de fideos con hongos frescos y frutos silvestres hervido en un zumo de frutas recién exprimidas y la salsa de la casa.

No había terminado de nombrar el plato cuando ya tenía al muchacho desesperado por tenerlo enfrente.

—Tomaré uno de esos y un poco de agua fresca para beber, si es tan amable. —Dijo mientras observaba atento al camarero apuntar con su lápiz antes de cerrar la libreta y marchar hacía a la cocina.

Mientras esperaba, el ninja estaba absorto en sus pensamientos, acompañado del silencio de un bar casi vacío, cuando de repente se escuchó el suave deslizar de la puerta corredera.

Las peripecias de padre e hijo les habían conducido lejos de Yachi, donde ya habían llegado a un acuerdo con un proveedor de calabazas del lugar y donde Saori había tenido su primer encuentro con un shinobi extranjero, algo que, sin duda, le había emocionado.

Caminaron durante, aproximadamente día y medio, parando a dormir en un hostal no demasiado lejano al Valle del Fin, lugar que Kazuo le había enseñado a su hijo, contándole la historia del lugar, lo cual fue el único motivo para que tomaran aquella ruta a pie desde Yachi hasta Ushi, su destino, donde contactarían con un par de ganaderos para suministrar carne para el restaurante.

A medio día llegaron a un lugar emblemático, el Puente Kannabi, lugar que cruzaron, no sin antes asomarse por uno de los lados del mismo, contemplando el espectáculo del río embravecido pasando por debajo.

—¿Cómo llevas la pierna? — Preguntó el joven a su padre, que, a pesar de caminar con bastón, no perdía el ritmo en ningún momento. —¿Quieres que paremos en algún lado?

El hombre asintió ligeramente.

—Sí, creo recordar que había una posada cerca de aquí donde podemos parar a descansar y pasar el día, para retomar el camino mañana, te parece?

Saori asintió, por lo que reanudaron la marcha para, en unos quince minutos, llegar a la posada que Kazuo había recordado, donde desempacaron y el hombre se quedó, reposando la pierna. El joven, por su parte, salió a buscar algo para comer para él, ya que su padre había encargado algo a la propia posada.

Cerca de allí encontró un pequeño local del que salía un olor tremendamente llamativo y se dirigió hacia allí, abriendo la puerta deslizante dejando escuchar un ruido característico de ese tipo de puertas, parando un segundo antes de entrar, vislumbrando un local casi vacío, salvo por un chico, robusto y con el pelo completamente blanco, lo cual llamó su atención profundamente, por lo que se le quedó mirando, quizás un poco descaradamente, mientras pasaba por su lado para dirigirse a la barra.

Tras la puerta, Koji pudo observar la silueta de un muchacho bastante alto para lo joven que parecía, su figura era más bien esbelta, bastante similar a la suya con unas largas extremidades y una musculatura que aunque no siendo muy notoria si estaba bien marcada.

Una vez dentro del local, el Kaguya pudo observar más detenidamente al chico, sus ropas eran bastante simples, pues vestía en tonos blancos y negros, nada era destacable excepto por la bandana que llevaba al cuello, la cual tenía un símbolo dibujado que era diferente al que tenia la bandana del kusajin.

«Tal vez sea de otra aldea» Pensó mientras se fijaba en el símbolo disimuladamente.

Mientras miraba al chico se dio cuenta de que este le estaba mirando fijamente mientras iba caminando hacia la barra. Ambos parecían tener el mismo interés el uno en el otro y Koji tenía muy claro que si el muchacho no se acercaba primero, ya lo haría él para obtener toda la información posible.

Mientras se dirigía a la barra, el Kaguya hizo lo propio y le siguió con la excusa de preguntar por su comanda.

Sin duda alguna, los dos se habían realizado un examen con la mirada, tratando de recabar la mayor cantidad de información posible y no fue hasta el momento en el que el peliblanco se levantó, para dirigirse a la barra que Saori se dio cuenta de que se trataba de un shinobi.

«Vaya, qué casualidad, este viaje está plagado de encuentros inesperados.»

El joven Sarutobi pidió un refresco y la carta del lugar, para ir escogiendo su comida mientras se refrescaba el gaznate.

—Mi nombre es Sarutobi Saori. — Diría sin dar más explicaciones, dirigiéndose al chico del pelo blanco, que se dirigía a la barra a saber con qué intenciones.

Sin duda era una persona que imponía, alto, más alto que él por lo menos, y tenía un par de cicatrices, una bajo el ojo derecho y otro a la altura del pecho, visible gracias a las prendas que llevaba, lo cual tenía que ser aposta, tenía que querer que vieran aquella cicatriz, quizás para asustar, no lo sabía.

Mientras andaba tranquilo hacia la barra con la falsa intención de preguntar por su comanda, el joven ninja que estaba allí sentado, se le adelanto y en las presentaciones.

—Mi nombre es Sarutobi Saori.

aunque su presentación fue más bien seca, Koji pensó que tal vez se debía a ser ninjas de aldeas diferentes por lo que procedió a hacer lo propio y a intentar aclarar que era amistoso.

—Encantado, mi nombre es Kaguya Byakkojin aunque puedes llamarme Koji, todos me llaman Koji, ¿eres un ninja verdad?

El Kaguya se percato de que Saori le hacía un examen visual haciendo especial énfasis en sus cicatrices.

—Tranquilo, solo quiero charlar un rato, no tengo intención de pelear ni nada de eso. Por cierto las cicatrices son de malas heridas de los entrenamientos. —Dijo intentando aclarar el tema, no quería que se sintiera incomodo o intimidado.

El de Uzushiogakure notó como, tras su presentación, el otro se puso a su lado, justo antes de realizar su presentación.

—Bueno, si todos te llaman así, no seré menos, Koji, un placer. — Dijo sonriendo. —Sí, así es, aunque soy recién graduado. — Y se giró un poco para dejar al peliblanco ver su bandana, anudada al cuello.

Sin duda, sus miradas indiscretas a las cicatrices de Koji no pasaron inadvertidas para él, que decidió que era necesario explicar su origen para tratar de tranquilizar al Sarutobi, aunque éste estaba bastante tranquilo.

—No te preocupes, son gajes del oficio, ¿no? — Contestó, quitándole hierro al asunto.

Entre tanto, el camarero paseaba por el lugar, y el moreno levantó la mano, pidiendo que se acercara a su posición para poder pedir algo para comer.

—¿Puede traerme la carta, por favor?

Al ver como el nuevo comensal levantaba la mano pidiendo la carta, el camarero se dirigió rápidamente a su posición, carta en una mano y libreta en la otra, para tomar nota de la nueva comanda.

—Por supuesto, aquí tiene nuestra carta, si me permite le recomendaré nuestro menú estrella: el revuelto de fideos con hongos frescos y frutos silvestres hervido en un zumo de frutas recién exprimidas y la salsa de la casa. —Repitió como hacía solo unos minutos había hecho con el kusajin.

—Eso es lo mismo que he pedido yo, por cierto ¿Cómo va mi comanda? —Aprovechando para recordárselo al camarero, ya que el hambre pegaba fuerte.

—No se preocupe señor enseguida le traigo lo suyo, entonces, ¿Ha decidido su acompañante que tomara?

El camarero fue muy rápido, incluso llevaba la carta consigo antes de que el joven Sarutobi se la pidiera, lo cual agradeció con un gesto con la cabeza y una sonrisa. Saori, entonces, escuchó la recomendación del camarero y, tras confirmar Koji que él mismo se lo había pedido, no tardó un segundo en aceptar aquel plato que, al menos por su descripción, sonaba exquisito.

—Por favor, tráigame uno de esos a mi también.

Entonces se giró, mirando directamente al kusareño, esta vez, sin intención de inspeccionarle con la mirada, si no, más bien, para interesarse un poco por él.

—¿Y qué te ha traído hasta aquí? — Preguntó, curioso. —Éste no parece ser un sitio al que se vaya aposta, más bien, es un lugar de paso, ¿no?

Koji se quedó pensativo por un instante, no sabia a que se refería con que no era un lugar para visitar. El lugar en sí era precioso, al menos desde el punto de vista del ex-aislado, el gran puente que cruzaba de un país a otro, la cantidad de gente, la gran mayoría comerciantes que cruzaban de un lado a otro cargados de maravillosas y diferentes mercancías, todo era simplemente genial e hipnótico a la vista.

—Pues la verdad es que acabo de terminar una misión de escolta y estaba de regreso a la villa, pero claro antes había que llenar el estomago.—Dijo mientras se frotaba las manos con cara de perro famélico. —¿Y tu para que has venido?

El joven Sarutobi escuchó a su camarada, que, al parecer, volvía de una misión de escolta, lo cual le dio una pequeña punzada de envidia, él también quería realizar misiones de esa índole.

—Pues la verdad que yo estoy viajando con mi padre. — Explicó el genin. —Nuestra familia tiene un restaurante y estamos buscando nuevos proveedores, así que estamos viajando por algunos pueblos. — Continuó, rascándose el mentón, pensativo. —Ahora mismo nos dirigimos a Ushi, en busca de un proveedor de carne.

No sabía si realmente le interesaría todo lo que le acababa de contar, pero le apetecía hablar con alguien y Koji le había preguntado.

—Además, así conozco gente nueva, que siempre es positivo ¿no?

Koji escuchaba atentamente las palabras de su joven amigo, le daba algo de envidia que viajase por todo el mundo. El joven Kaguya había aprovechado las pocas oportunidades que se le presentaban para salir del pueblo, aunque no eran muy habituales, siempre aparecía alguna misión que por su facilidad le permitiese salir a explorar, aunque por esta misma facilidad, tampoco solía ir demasiado lejos.

—Yo creo que lo mejor de ser un ninja es conocer otras personas, países, costumbres, y comidas. Además parece que tú ya conoces bastantes más que yo. —Dijo medio riendo, medio muerto de la envidia.

Tras esta pequeña charla, no tardo mucho más en aparecer el mesero, que traía los platos que ambos shinobis habían pedido. Sin demorarse demasiado, como si el plato fuese a salir corriendo, Koji lo agarró con una mano y con la otra echo el guante a los palillos.

—Esta buenísimo, no dudes en probarlo Saori, a esto me refiero con que es maravilloso ser ninja, a comer cosas así. —Mientras una tras otra no paraba de llevar sus palillos del plato a su boca.

Saori no pudo hacer otra cosa más que asentir ante las palabras de su compañero, que no podían tener más razón, aunque realmente no hacía falta ser shinobi para poder viajar.

—No te creas, ¿eh? Ésta es la primera vez que salgo tan lejos. — El joven se encogió de hombros. —Si no fuera por el negocio familiar, no habría salido realmente

Entre tanto, el camarero apareció con sus dos platos de comida. Koji agarró el suyo como si la vida dependiera de ello, lo cual sacó una sonrisa al Sarutobi y entonces hizo lo propio con el suyo, y poniéndoselo delante.

—¡Buen provecho!

El olor ya era suficiente para saber que aquel plato estaría bueno, pero, sin duda, en cuanto se llevó el primer bocado a la boca, aquello fue una explosión de sabores que le hizo estremecerse.

—Desde luego, ¡esto esta buenísimo! — Rápidamente dio otro bocado. —¿Qué lleva ésto? — Preguntó entonces al camarero.

—Desde luego, ¡esto esta buenísimo! — Rápidamente dio otro bocado. —¿Qué lleva ésto? — Preguntó entonces al camarero.

—Secreto de la casa, así me aseguro de que volveréis a por más. —Dijo en tono amistoso mientras se dirigía hacia la parte trasera de la barra.

Koji por su parte no perdía oportunidad, de llevarse el siguiente bocado a la boca, el muchacho tendía a ser buen comedor, y cuando se había pasado su hora de almorzar, se hacía más notorio aun.

—¿Así que tu familia viaja mucho?¿Has podido visitar muchos lugares, o acabáis de iniciar vuestro viaje?

El kaguya tenia curiosidad por saber más del muchacho y de los lugares que este y su padre habían visitado. Poco a poco, a la par que el nivel de comida en el plato disminuía, aumentaba su curiosidad, quería satisfacerla, pero no quería resultar tampoco demasiado pesado.

Parecía que Saori iba a quedarse con las ganas de saber lo que llevaba aquel plato, y realmente entendía perfectamente el motivo por el que no lo hacía, así que no insistió más, aceptando las palabras del camarero con una sonrisa y un asentimiento de cabeza.

Mientras seguían comiendo, Koji seguía interesado en los viajes del Sarutobi y su familia y, en cuanto tragó la comida que tenía en la boca, el joven se limpió los labios con una servilleta antes de contestar.

—Sí, mis padres han viajado mucho, últimamente, con la cantidad de trabajo que está dando el restaurante, no pueden salir tanto, pero antes sí. — Dio un sorbo a su vaso antes de seguir. —Además mi padre antes era shinobi, así que también viajó mucho en su época.

»¿Y tú qué, a qué se dedica su familia y esas cosas?

—¿Y tú qué, a qué se dedica su familia y esas cosas?

Esa pregunta en el caso de Koji era más o menos difícil de responder, su familia era todo un grupo con el que se había criado, aunque claro, la más directa sería solo su abuelo.

—Pues mi abuelo es el líder de mi familia, su principal cometido es resolver los problemas que se presentan en el día a día. En cuanto a mis padres, la verdad es que no llegue a conocerlos, mi padre murió antes de que yo naciese, y mi madre no tardo mucho en irse con el, no recuerdo nada de ellos. Aunque no estoy triste, mi abuelo me ha criado bien y mi familia es muy grande como para poder sentirse solo.

Tras la explicación aunque un poco apagado por explicar lo sucedido, Koji se recompuso rápidamente, dando a entender, que realmente no se sentía solo o triste.