Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Karamaru dio un paso al frente sin poder creer lo que estaba escuchando. No era propio de un monje golpear niños y solamente por eso se trataba de controlar y no seguir caminando. Por suerte para él, Eri no era un monje y reaccionó de la misma manera que el calvo hubiese hecho.
Los gritos femeninos comenzaron y Karamaru comenzó a caminar a paso rápido y nervioso de un lado a otro de la habitación. Unos pasos para un lado, unos cuantos para el otro y unas miradas asesinas a la caras del niño. Dentro del cenobita se libraba un debate entre la calma y la ira.
"Vamos Karamaru, respira, que no hay que pasarnos ¿Eh?"
Eri finalmente lo soltó y retrocedió, el monje se colocó a su lado ya un poco más calmado que la primera vez que entró a la habitación. Todavía se pasaba la mano por la frente para tratar de saber si el golpe había dejado secuelas.
Todo tiene una explicación...
Pues habla rápido.- se apresuró a contestar.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
— Está bien. — Contestó una vez Eri se había apartado lo suficiente, aunque se asió a la silla donde segundos antes había estado cómodamente sentado sin ningún problema en la cabeza más allá que el de terminar con las vidas de dos inocentes shinobi.
— ¿Y bien? — Preguntó la chica, impaciente, al ver que el niño viraba la vista.
Él solo tragó saliva y comenzó.
— Desde que mi madre murió siendo una joven kunoichi, mi padre, que solo se había dedicado a la agricultura; se vio tan afectado que dejó Kusagakure y vino aquí conmigo, privándome de convertirme en un shinobi como mi madre. — Cada palabra sonaba al igual que el tono con el que se contraba: neutro. — Mi padre se fue recuperando a medida que producía y se expandía con cada cultivo, volvía a ser feliz, esperando a que su hijo también lo fuese, pero eso no fue así, a mí nunca me gustó la agricultura, ni este pueblucho de mala muerte... Solo quería quedarme en la villa donde nací, y ser un buen hijo de mi madre...
El chico tembló al decir aquello último, sin embargo no se movió del sitio.
— ¿Y qué pasa con nosotros? ¿No crees que sería más sensato decírselo a tu padre en vez de intentar matarnos? — Espetó la joven con los brazos cruzados.
— Eso es algo que destrozaría a mi padre, así que decidí que si yo no puedo ser shinobi, nadie podría serlo...
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Eso es algo que destrozaría a mi padre, así que decidí que si yo no puedo ser shinobi, nadie podría serlo...
Karamaru estuvo a punto de reírse, pero sabía que no era correcto. Ya el niño no le generaba rabia y bronca, si no también pena, lástima y gracias. Un pequeño que no podía ser lo que él quería ser, ¿Acaso eso no es lo que le pasa a la mayoría? Incluso así, todavía podía ser capaz de ser un shinobi. El calvo lo entendía, el niño solo necesitaba orientación, se sentía perdido.
Mira...- Karamaru dio un suspiro tratando de largar lo último de enojo que tenía en su interior- Sabes que hay cientos de shinobi y kunoichi, si no más, ¿Verdad? ¿Cómo tenías pensado parar a esa cantidad de gente?
¿No crees que tal vez sería más fácil que te conviertas en shinobi? No sé, ¿Intentaste hablarlo con tu padre? Seguramente querrá lo mejor para su hijo.
El calvo volvió a mirar las extrañas pantallas, sin duda alguna le seguían molestando, como si un extraño zumbido saliera de ellas y arruinara de forma constante su tímpano. Aunque el hijo del señor Yamamoto parecía bastante acostumbrado a eso y Eri no parecía mostrar ni una reacción frente a tal máquina monstruosa.
¿Verdad, Eri?- preguntó buscando un poco de complicidad en su intento de motivar al muchacho a seguir su carrera deseada y enfrentar a su padre.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
Eri, aún de brazos cruzados y con la mirada fija en el chico; había relajado la mirada y el ceño ya no se encontraba fruncido en su cara, sin embargo no le simpatizaba la razón que había llevado al hijo de Yamamoto a acabar con vidas inocentes, y más que otra cosa era lástima lo que le hacía sentir a la joven.
Un sueño era un sueño, y a veces la gente hacía locuras por conseguirlo.
—Mira... Sabes que hay cientos de shinobi y kunoichi, si no más, ¿Verdad? ¿Cómo tenías pensado parar a esa cantidad de gente?
— Supongo que cada vez que diera con uno le tendería alguna trampa, se me dan bien crearlas y llevarlas a cabo. — Explicó él encogiéndose de hombros, no muy convencido de lo primero pero sí de lo último.
—¿No crees que tal vez sería más fácil que te conviertas en shinobi? No sé, ¿Intentaste hablarlo con tu padre? Seguramente querrá lo mejor para su hijo, ¿verdad, Eri?
Antes de que la joven pudiese contestar, el chico habló de nuevo.
— [Color=MediumTurquoise]¿Y dejarle aquí solo? La agricultura ha sido toda su vida desde que tengo uso de razón, aunque es lo más acertado, no sé, yo...
— Si tanto quieres convertirte en uno, vuelve a Kusagakure, conviértete en uno y sé feliz, tu padre lo comprenderá, además... No es como si no volvieses a verle más, podrás venir aquí si él no quiere acompañarte... — Habló Eri ya con voz más calmada. — Si es tu sueño persíguelo, pero no acabes con los sueños de otros porque tu no cumpliste el tuyo.
Era lo más maduro que había dicho probablemente en años, luego miró a Karamaru de reojo por si no había metido la pata.
— Supongo que... Tenéis razón, siento haber intentado mataros... Aunque quizá no os valga una simple disculpa... Lo siento.
Bajó la mirada, ahora sí parecía apenado.
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—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
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El muchacho también tenía un punto, seguramente no sería fácil enfrentar a un padre con opiniones diferentes. Afortunadamente para el calvo nunca le había sucedido a él, pero se podía imaginar aunque sea un poco. No se justificaban sus acciones, pero Karamaru sentía que cada vez más comprendía a aquel niño.
Si es tu sueño persíguelo, pero no acabes con los sueños de otros porque tu no cumpliste el tuyo.
Karamaru asintió con la cabeza cerrando los ojos, no podía estar más de acuerdo con las palabras de su compañera.
Aunque quizá no os valga una simple disculpa... Lo siento.- el niño seguía respondiendo, cada vez se lo notaba más arrepentido aunque para el cenobita no fuese suficiente.
Pues, no nos vale para nada. Al menos no a mi. Sería suficiente si hablas con tu padre e intentas convertirte en lo que tu quieras. Si hace falta entrenar en casa, pues entrena en casa.
Yo conozco dos amigos tuyos que tal vez pueden ayudarte...... Si se pueden despegar del piso, claro.
Sonrió y trató de mejorar el ambiente. Se le hacia raro hasta incluso pensar que había llegado a estar enojado, pero ahora miraba a sus dos antiguos perseguidores mientras le marcaba a Eri con la mirada qué podían hacer para liberarlos.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
— Pues, no nos vale para nada. Al menos no a mí. Sería suficiente si hablas con tu padre e intentas convertirte en lo que tu quieras. Si hace falta entrenar en casa, pues entrena en casa.
— Coincido con mi camarada. — Afirmó mentras asentía.
—Yo conozco dos amigos tuyos que tal vez pueden ayudarte... Si se pueden despegar del piso, claro.
—Creo que ya estarán viniendo hacia aquí, vaya, no es difícil una vez pisas la técnica. — Explicó ella mientras se rascaba la nuca y soltaba una risilla nerviosa. — Uy...
Sin embargo el chico mostró una pequeña sonrisa mientras daba la vuelta a la silla, daba a un botón y pronunciaba lo siguiente:
— Bonten, Kota; si podéis, venid en cuanto podáis, por favor.
Luego apagó la maquinaria.
— Tenéis razón, hablaré con mi padre sobre lo sucedido y le explicaré los motivos del por qué me siento así. — Razonó el hijo de Yamamoto. — Ayudaré para volver a plantar sus cultivos y después a lo mejor parto a Kusa para convertirme en shinobi, o entrenaré aquí junto a Bonten y Kota... Quizá algún día nos volvamos un equipo.
Sonrió.
— Gracias, de verdad. — Hizo una reverencia. — La puerta de salida está pasando por esta puerta... Lo siento mucho, ya me encargo yo a partir de ahora.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
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—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Karamaru volvió a sonreír con las palabras de Eri, parecía que tras solo un segundo todo había pasado a un ambiente más cordial y carismático. Ambos estaban a salvo, el pequeño había recapacitado, y sus dos compañeros estaban libres de lo que sea que la muchacha les hubiese lanzado.
«Curioso....» pensó tras prestarle atención al pasillo y lo que había en el suelo. Pero seguido a eso, prácticamente al mismo tiempo, un pequeño escalofrío recorrió el cuerpo del cenobita. Menos de un segundo después se dio cuenta el por qué, cuando pudo pensar lo que sucedía. Una voz enlatada, que ya había escuchado con anterioridad, resonó en la sala y el sonido de la maquinaria trabajando inundó los oídos del monje.
Bonten, Kota; si podéis, venid en cuanto podáis, por favor.
«Putas cosas de pantallas y luces, creo que nunca me podría acostumbrar a eso, aún viviendo en Amegakure.... » maldecía y se reía para sus adentros.
Eso espero pequeño, me parece bien que te corrijas un poco.- la voz le salió seca y dura, sin posibilidad de hacerlo más serio de como lo había dicho. El índice de su mano izquierda apuntado al muchacho resaltaban más la seriedad. Pero eran sus últimas palabras antes de marcharse.
Apartó la vista y caminó hacia la puerta para abrirla y salir de una vez por todas de aquel lugar, con la mujer de Uzu. Ya había tenido suficiente por ese día.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
Después de que el joven niño les indicase por donde abandonar la casa, la joven de cabellos morados no dudó en sonreír de forma cortés antes de añadir una corta despedida para marcharse de aquella casa lo antes posible.
— Espero que todo te vaya bien, suerte y ánimo. — Luego se retiró junto a Karamaru de la habitación.
Salieron ambos a un pasillo que daba justo con la puerta de entrada de la casa a la que Eri no tardó mucho en asaltar para salir de allí lo antes posible y caminar hasta perder de vista los cimientos de aquella vivienda. Aunque todo había salido bien, todavía le daban escalofríos al recordar que casi había sido asesinada por un niño solo por ser kunoichi.
— Eso ha sido... Muy extraño e intenso, ¿no crees? — Habló por primera vez en un buen rato, dirigiéndose a su acompañante y camarada de aventura. — Creo que ya he tenido mucho por hoy, así que iré a buscar a mi hermano y marcharé pronto a Uzushiogakure.
Aquello parecía decirlo más para ella que para él, sin embargo se sentía mal por dejar a Karamaru allí... ¿Y si él no había terminado de hacer lo que venía a hacer? Como shinobi su responsabilidad era ayudar a los demás... Aunque habían descubierto al mequetrefe destrozador de cultivos.
— ¿Y tú qué harás?
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—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Era uno de esos momentos donde uno sentía realmente la calma y la paz. Fue en aquel momento en que el calvo abrió la puerta, los ojos se entrecerraron por la luz repentina de Sol y sus pulmones tomaron todo el aire fresco que podían inflando el pecho. La permanente sonrisa cerraba la dulce noticia de salir de aquel horrible y claustrofóbico lugar.
Eso ha sido... Muy extraño e intenso, ¿no crees?
Porque no has visto lo que me pasó de camino a Minori... se susurró a si mismo.
Un extraño pero corto suceso involucrando bandidos y una extraña, y bastante desagradable, mujer. Camino raro, destino raro, personas raras.
¿Y tú qué harás?
«Pues invitarte a salir tal vez......»- pero no se animaba a decirlo. Siguieron unos gestos dubitativos a las palabras de la kunoichi y , aunque hubiese sido divertido, prefirió omitir la parte donde convertiría aquella situación en una muy incómoda.
Pues recorrer Minori, que para algo vine, ¿Verdad?- rió- Pero partiré hacia Ame luego.
Nos volveremos a ver, ¿Verdad?
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
20/07/2017, 15:45 (Última modificación: 20/07/2017, 15:47 por Uzumaki Eri.)
—Pues recorrer Minori, que para algo vine, ¿Verdad?— Rió el calvo. —Pero partiré hacia Ame luego.
— Espero que no vuelva a pasar nada malo mientras lo hagas, o si no me perderé toda la diversión, ¿no? — Bromeó la kunoichi mientras posaba una mano en su cintura. — Espero que lo disfrutes, Minori parece un lugar muy bonito.
Cuando ya se disponía a marcharse y decir adiós, Karamaru la sorprendió con una última pregunta que sin duda la de cabellos morados no se esperaba en absoluto, pero que, sin embargo; hizo sonreír a la chica.
— Nos volveremos a ver, ¿Verdad?
— ¡Por supuesto que sí! — Exclamó ella mientras levantaba su mano izquierda recogida en un puño. — Compartimos profesión y hemos salido airosos de una aventura, ¡es el destino! Así que si ambos deseamos volver a encontrarnos, no veo por qué el destino no nos deje cumplirlo.
Sonrió.
— ¡Ten cuidado, Karamaru-san! ¡Y que tengas un buen viaje! — Exclamaba la joven mientras se alejaba del chico, moviendo su mano a modo de despedida. — ¡Hasta pronto!
Y se fue, alejándose poco a poco del Amenio mientras intentaba recordar dónde diantres se había separado de su hermano para poder volver a partir hacia su villa mientras, seguramente; contaba su aventura, que había vivido junto al extraño calvo procedente de Amegakure.
Y lo contaría sin duda alguna, con una amplia sonrisa adornándole el rostro.
¡Eri Off! Postearé la trama en Recompensas y nos daré nuestra bonita experiencia, gracias por rolear conmigo Karamaru-san
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
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—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100