Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Los días habían pasado, y conforme a ellos, Enzo había estado derrochando su hiperactividad en un largo y absurdo viaje. Se había recorrido casi todo el país del fuego, y se había metido en tantas broncas absurdas que casi le dan una medalla al mérito y todo. Había molestado desde a tenderos, hasta a shinobis de otras aldeas. Sin duda, se jugaba el físico sin necesidad alguna de ello. Pero oye, que sin riesgo no hay diversión. En algo debía gastar su tiempo, y esa vocación era divertida a la par que lo hacía mejorar en el arte del engaño y el ilusionismo. Por suerte o desgracia, había regresado sano y salvo a casa, y ahora estaba a esperas de que regresase su hermana. En ésta última misión la verdad es que estaba tomándose su tiempo, a saber qué tipo de misión era, pues ya se demoraba bastante y eso no era frecuente en ella.
Haciendo tiempo, y aprovechando que debía llenar la nevera, el peliverde tomó un carrito y se aventuró a realizar una buena compra. La verdad, la gente empezaba a estar harto de sus bromas, pero también era cierto que no tardaban en olvidar su rostro ni un par de días. Era casi como un don, tenía la extraña capacidad de pasar desapercibido hasta con su llamativa cabellera. Sin duda alguna, la sangre de los maestros ilusionistas corría por sus venas.
Comenzó a dirigirse a la zona comercial de la ciudad, y entre tanto comenzó a hacer de las suyas nuevamente. Agarrando el carrito como si se tratase de un bólido, lo empujaba y al instante saltaba hacia el interior, dejándose llevar por la fuerza cinética. Por unos instantes, disfrutaba de la brisa en el rostro, así como de la velocidad. Lo malo era a los ciudadanos a los que se acercaba a estrepitosa velocidad, sin capacidad alguna de giro. Algunos saltaban por salvar la vida, algunos simplemente pegaban una patada al carro y vociferaban blasfemias, otros... no tenían tanta suerte y eran atropellados. Pero nuevamente el chico daba velocidad al carro y salía de la persecusión con tanta efimeridad como con la que había entrado en escena.
Cuanto mas lo hacía, mas reía. La verdad, hacía tiempo que no tomaba unas risas como las que ésto le provocaba. Era divertido, le hacía correr bastante riesgo, y era peligroso para otras personas además de para él. El invento del siglo, seguro que no tardarían en copiarle la idea. Entre tanto, se dirigía hacia el mercado, donde tarde o temprano compraría lo necesario para llenar un poco la nevera.
Cada tontería en la que se veía enfrascado el peliverde se convertía en una auténtica epopeya, era curioso, pero tenía la habilidad de convertir el recado mas sencillo en la travesía mas disparatada y difícil. No todos tienen esa habilidad.
— ¡Voy a dar un paseo! — exclamó Juro, cerrando la puerta tras de casa tras de sí, antes de que Katsue pudiese impedirselo.
Habían pasado ya unos días desde que se había consagrado como shinobi. Y realmente no había hecho nada de provecho, además de entrenar. Ni si quiera una misión que valiese la pena. Katsue había aprovechado su inactividad para convertirle en su esclavo personal y a encasquetarle todo tipo de recado que se tuviese que hacer.
"Que le den. Necesito tiempo para mi"
Aunque la verdad es que no tenía nada que hacer, y ya no quería entrenar. Juro comenzó a caminar en solitario por las calles. Estas estaban pobladas de gente, a plena luz del día. Eso junto a las casas daba una sensación de tranquilidad que adoraba. De seguridad. Podía llevar su bandana colgada al cuello sin problemas, y su collar al descubierto. Estaba en casa.
Sus pasos le llevaron inconscientemente de camino al mercado. Quizá por una coincidencia, o quizá porque llevaba haciendo ese camino durante días y su escasa memoria en temas de orientación aún lo tenía guardado.
Aunque solo era un paseo, su compañero de viajes no podía faltar. Juro se ajustó el pequeño arnés que utilizaba a es espalda, donde iba Gen y la manta que lo cubría. Quizá era excesivo, y probablemente no le iba a venir bien para la espalda, pero no podía viajar sin él. Ya había comprobado que aún era muy pronto y demasiado inexperto para controlar a Rem — la otra marioneta que le había dado su hermana — por lo que ahora, dependía totalmente de lo que llevaba tras su espalda.
Ensimismado en sus pensamientos, a punto estuvo de ser arrollado por un carro, pero se apartó a un lado a tiempo antes de que pasase. El carro frenó a una escasa distancia de donde se encontraba. Afortunadamente, no había muchos civiles por la zona y no había arrollado a nadie de ahí. Juro se acercó al carro, con una mezcla de curiosidad y algo de molestia. Creía haber escuchado risas, pero quizá era su imaginación. Puede que simplemente hubiese sido un accidente. En él, había un chico algo mayor que él, con el pelo verde y una tez clara que le recordó a la suya propia. Al menos, estaba intacto.
— ¡Casi me arrollas! — protestó. Luego, trató de calmarse un poco , y rectificó—. ¿Te encuentras bien? ¿Se te ha ido el carro en la cuesta o algo así?
Desde luego, no entendía porque estaba subido en el carro. Pero ninguna persona normal se tiraría con un carro por ahí sin ninguna razón aparente. Quizá le hubiesen gastado una jugarreta o algo así.
Desde el momento de su graduación como Genin, el joven pelirrojo ha duplicado, puede que incluso triplicado su tiempo de entrenamiento y estudio de las artes shinobi. Teniendo una especie de temporada de luna de miel con su bandana, que llevaba en casi todo momento, mientras ayudaba a su padre, mientras salía por cualquier motivo, mientras estudiaba en casa... esa bandana le hacía sentir diferente, como si ahora se tratara de otro Toshio, uno mejor.
Sus padres se sentían orgullosos de el, su hijo era un chico avispado y aunque no muy listo, trabajador. Pero estaban algo preocupados, su tiempo de entrenamiento ya casi superaba las 6 horas diarias, y sumado al tiempo que ayudaba a su padre ya parecía trabajador en exceso.
Es por eso que decidieron enviarle a hacer la compra y a recoger un par de pedidos, Así que le dieron los ryōs necesarios y lo despidieron con prisa alegando que tenía que tomarse al menos un día de descanso.
Vaya, así que me dan trabajo para olvidarme de trabajar tanto... buena esa.
Pensó burlándose mientras se dirigía a su habitación para vestirse y tomar su preciada bandana, no podía salir sin ella. Una vez listo se dirigió con velocidad a la zona comercial.
Bueno, la verdad es que hace un día perfecto... supongo que no sería tan mala idea tomarme en verdad un solo día de descanso.
Se convenció contento mientras caminaba con ambas manos dentro de los bolsillos de sus pantalones y silbaba melodías al azar. estaba seguro de que este sería un dia calmo en el que solo descansaría mientras hacía la compra, sí, lo estaba hasta que empezó a escuchar una risa acercarse a gran velocidad.
-¿¡Pero qué demo....!?-
Se cortó en el instante en que esquivó, por suerto o por instinto, un carro que iba por las calles de la aldea como si de un auténtico bólido se tratara.
¡Este parece ser un caso para mi!
Pensó alegre mientras echaba a correr para atrapar al "conductor" del carro. Ya no se trataba de el, sino de todos los ciudadanos que tuvieron que echarse a un lado como el o fueron injustamente atropellados.
Estuvo algo de tiempo persiguiendo al "malhechor" hasta que este estuvo a punto de atropechar a un chico con una camiseta verde.
-¡Cuidado!-
Exclamó para avisarlo, pero el parecía ser suficientemente ágil y lo esquivó sin necesidad de su aviso. El carro se detuvo a poca distancia de donde se encontraba el chico.
-Alto ahí...- Dijo jadeando, mientras recuperaba el aliento. -¿Por qué demonios has hecho eso?- Concluyó una vez se reincorporó.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
No fue uno, ni dos, ni tres, ni diecisiete a los que fue a atropellar el peliverde con el carro, si no diecisiete. En el camino ni viejos, ni perros, ni gatos, ni niñas, ni nada en absoluto era inmune al posible arrollo. Entre ellos, uno hasta había salido en su persecución, dejando atrás todo ese gran abanico de posibles cosas que debiere estando haciendo para atrapar a un loco que bajaba las cuestas en un carrito metálico. La verdad, era normal que estuviese cabreado, pero bueno... ya se cansaría de correr tras el peliverde.
Cuesta abajo, toda la diversión no parecía tener final. Pero como en todo buen cuento, la felicidad tiene fecha de caducidad... el príncipe tuvo que casarse por obligación, la princesa de divorció a los pocos meses, y terminó quedándose con la mitad de la herencia de éste. Para colmo, a la semana de ésto terminaría casándose con el dragón que la había tenido prisionera por tantos años; ese mismo que la torturaba y la mantenía cautiva, ese tan cruel y despiadado que pondría a cualquier mujer a cien.
Para cuando se quiso dar cuenta, el recorrido del carrito desembocaba en una calle bien amplia, donde un rellano volvería a frenar su tirada. Una última víctima se apartó a tiempo, y terminó por vociferar que casi le arrollaba. Si, cachis... por poco se había librado el muy suertudo. El peliverde bajó de un salto del carrito, y fue entonces que éste preguntó si se encontraba bien, incluso se atrevió a preguntar si se le había escapado el carrito. El chico alzó una ceja, incrédulo ante la pregunta tan absurda.
Se atrevió a alzar un dedo, mientras que labraba un discurso conciliador o alguna desfachatez parecida, pero antes de que eso pasase apareció un segundo afectado por la broma. Éste parecía aún mas furioso, de hecho... era el que llevaba persiguiéndolo un buen rato, era normal que estuviese tan enfadado.
—Tshhh! —Silenció mientras llamaba la atención de ambos y alzaba el dedo. —Había en mi habitación una nota que ponía que si no lo hacía, matarían a mi chiguagua. Yo solo hice lo que tenía que hacer...
Entre tanto, con la otra mano fue sacando una carta de su baraja, la cual modificó a base de chakra para que afectase al recién llegado. El simple y traicionero as de corazones se convertiría a su vista en una carta escrita a puño y tinta que amenazaba con lo mencionado por el peliverde. Para el primero, sería una situación la mar de absurda, pues el chico había sacado una mera carta de poker.
—¿Ves? No me lo invento...
La situación seguro que empezaba a volverse de lo mas absurda e ilógica, justo el tipo de situaciones favoritas del de orbes azules. Al menos se habría ganado la confianza de uno de ellos... ¿Quién sería el loco en ésta situación?
¤ Kagami ga zukei ¤ Reflejo - Tipo: Apoyo - Rango: B - Requisitos: Tsukuribanashi 10 - Gastos: 10 CK (divide regen. de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales: Crea una ilusión óptica - Sellos: - - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: 10 metros, afecta objetos de no mas de 30 cm.
Ilusión que afecta a la victima por medio de la vista. La técnica hace que el afectado vea el objeto con una apariencia diferente a la verdadera, pero a diferencia de un simple henge por mucho que la golpee ésta no volverá a su apariencia original, pues su apariencia no ha cambiado en ningún momento salvo para el afectado. Ésta técnica tiene su uso primordial en los juegos de cartas, dando diferentes números y palos, aunque tiene un sinfín de usos parecidos. La apariencia no vuelve a la normalidad hasta que el shinobi desactiva la técnica, o hasta que el objeto y el dueño de la técnica se separan por mas de 10 metros; por no mencionar de cualquier otro tipo de salida de genjutsu habitual.
Con (Tsukuribanashi 30), el shinobi adquiere la capacidad de impregnar un objeto con la técnica en sí, haciendo que de éste surja el efecto de ilusión visual alrededor suya hasta los 10 metros. En éste caso, el shinobi podrá alejarse del objeto en sí hasta un máximo de 30 metros sin que su efecto cambie.
Mientras el chico de pelo verde salía y atendía sus quejas-preguntas, un tercero apareció. Era un chico mayor que él, de piel ligeramente bronceada y una cabellera pelirroja. En su frente estaba perfectamente atada la bandana que le señalaba como ninja de la aldea.
Este parecía más que enfadado con el chico peliverde. Juro retrocedió unos pasos, creyendo haberse metido en alguna clase de problema o persecución.
—Tshhh! Había en mi habitación una nota que ponía que si no lo hacía, matarían a mi chiguagua. Yo solo hice lo que tenía que hacer...
— A tu... ¿chiguagua? — murmuró Juro, sorprendido. Parecía tan surrealista que no lo podía ni imaginar.
El chico sacó una carta de su baraja del bolsillo y la mostró, como si eso fuese una evidencia indudable de lo que decía. Juro se asomó, pero no vio nada más que un as de corazones.
—¿Ves? No me lo invento...
Frunció el ceño. ¿Se estaba quedando con ellos?
— Creo que te estas equivocando de carta — comenzó a decir, alzando una ceja —. Esto solo es una carta de poker. ¿No lo ves?
"Definitivamente este tio esta pinzado..."
Miro al otro chico. Este había venido igual de indignado que él o más. Al menos él parecía ser una persona normal y cuerda, además de un ninja. Entre los dos podrían hacerle ver la temeridad que había estado a punto de hacer. ¿Verdad?
Antes de que Toshio pudiera acabar de hablar el peliverde alzó el dedo y lo silenció. Parecía tener intención de explicarse de algún modo, aunque el pelirrojo no pensaba que eso sería posible de ninguna de las maneras.
Bien, espero que tenga un buen motivo...
Pensó expectante por lo que diría el conductor imprudente.
-Había en mi habitación una nota que ponía que si no lo hacía, matarían a mi chiguagua. Yo solo hice lo que tenía que hacer...-
Toshio estaba definitivamente en lo correcto, el desconocido no parecía querer explicarse, sino más bien burlarse.
-¿Pero qué demonios? Si vas a mentir al menos hazlo bi...-
No pudo acabar de hablar, puesto que fue detenido por el peliverde, que le enseñó una carta. Toshio la tomó para leerla y definitivamente se trataba de una nota de amenaza, completamente inverosímil, pero una amenaza al fin y al cabo.
Esto parece tonto del todo, pero dudo que haya escrito algo tan poco creíble antes de salir solo para atropellar a unas cuantas personas...
Toshio pensó durante unos instantes su reacción. No podía creerse semejante chapuza, pero precisamente por el poco cuidado de la carta parecía veraz. Tampoco descartaba la idea de que solo se tratase de un loco.
-Creo que te estás equivocando de carta, esto solo es una carta de poker. ¿No lo ves?-
Comento el chico de la camiseta verde con incredulidad, para sorpresa de Toshio.
-¿Solo una carta de póker?- Observó durante unos instantes la carta en sus manos -No creo que esto sea una carta de Póker, la verdad-
La situación se estaba tornando extraña cuanto menos ¿Por qué el otro chico no veía más que una carta de póker? En todo caso Toshio sabía que algo malo pasaba con el peliverde. Probablemente se trataba de un loco y alguien le había gastado una jugarreta para reírse de el.
-Igualmente, deberías volver a casa. Y no te preocupes, tu chiguagua estará bien, ya has hecho suficiente-
Ofreció al peliverde. El pensar que probablemente se trataba de un loco le hacía sentir cierta lástima por el.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Sin duda alguna, su extravagante respuesta hizo mella en ambos genin. El que no se hallaba engatusado por la ilusión soltó drásticamente la duda, y el afectado directamente quiso desmentir la tontería, pero sus palabras tuvieron que retornar por donde querían salir. Quedó asombrado ante el hecho, e incluso tomó la carta para verlo desde mas cerca. Leyó por un instante la agresiva letra, y queriendo enfadarse, no pudo mas que mantenerse en silencio.
El de cabellera color carbón sin embargo no tardó en burlarse de la ida de pinza. Para él estaba mas que clara la identidad de la burla, pero eso no era así para el afectado. Ante el comentario de que eso era tan solo una carta de poker, éste respondió sin pensar negando por completo lo evidente; para él la realidad era bien distinta, no estaba equivocado en absoluto, tan solo veía las cosas de manera diferente. En efecto, el chico terminó algo mas calmo, e inquirió que ya había hecho suficiente por salvar a su mascota, que debía irse a casa. Seguro que para el otro chico todo ésto sonaba mas que absurdo e ilógico, pero he ahí lo bonito de la magia.
El chico hizo una mueca de tristeza, sus orbes azules barrieron el suelo hasta volver a tomar contacto con los del chico que aún sostenía la carta. —¿Cómo puede existir gente tan malvada tío? Secuestrar a un pobre e indefenso animal... en serio, no es justo...
»¿De veras piensas que estará bien? Normalmente el 70% de los secuestros terminan en mal asunto... y eso por no hablar del caso de los animales, que esa cifra suele ser mas elevada... En serio, no puedo volver a casa y hacer como que no pasó nada... no puedo... De nuevo, él mismo se estaba tragando su propia trola. No había ni pies ni cabeza para ésto, pero era un auténtico genio de la discordia. No era un chico con don de palabras, casi todos solían aburrirse de él, pero había logrado encontrar la manera de llamar la atención siempre. Liarla parda, esa era la auténtica solución a su problema.
—Esa amenaza pone claramente que lo matará si no hago lo que dicen... ¿La viste de bien?— Inquirió de nuevo. —En serio, si le pasa algo a Mordisquitos... no podría perdonármelo.
Ante todo, ya debía poner nombre a su mascota imaginaria... eso lo hacía aún mas creíble.
-¿Solo una carta de póker? No creo que esto sea una carta de Póker, la verdad-
— ¿Eh?
La situación se tornaba cada vez más surrealista. Juro volvió a mirar la carta, pero es que era eso; una simple carta de poker. Sin embargo, ya no solo el de pelo verde. Ahora también el ninja que había llegado, tan decidido a detener sus locuras, admitía que tenía razón.
"¿Y si son alguna clase de dúo cómico? Uno hace como que se estrella, y el otro aparece a conveniencia. ¿Me estarán gastando una broma?"
-Igualmente, deberías volver a casa. Y no te preocupes, tu chiguagua estará bien, ya has hecho suficiente-
—¿Cómo puede existir gente tan malvada tío? Secuestrar a un pobre e indefenso animal... en serio, no es justo... ¿De veras piensas que estará bien? Normalmente el 70% de los secuestros terminan en mal asunto... y eso por no hablar del caso de los animales, que esa cifra suele ser mas elevada... En serio, no puedo volver a casa y hacer como que no pasó nada... no puedo...
"Que bien actúa. Casi siento su dolor"
Juro deseo haber tenido palomitas ahí mismo. Esperó la reacción del otro, si es que eran un dúo de comediantes, pero fue el primero quien siguió el monólogo:
—Esa amenaza pone claramente que lo matará si no hago lo que dicen... ¿La viste de bien? En serio, si le pasa algo a Mordisquitos... no podría perdonármelo.
Juro observó la escena. ¿Debería intervenir? Aunque fuese para gastarle una broma, no tenía tiempo que perder. Cuanto antes acabase esa farsa, mejor.
— ¿Has probado a llevarla a las autoridades? — repuso, con delicadeza —. Quizá puedan salvar a tu perrito mientras tú haces eso. Aún haciendolo, nada te garantiza que te lo vayan a devolver.
23/01/2017, 22:21 (Última modificación: 30/01/2017, 16:18 por Tsukiyama Daigo.)
El chico de la camiseta verde parecía no poder creer lo evidente. Toshio estaba totalmente seguro de que lo que tenía entre las manos era una carta, ¿Qué podria ser si no? Lo tenía todo, la forma, el color; es cierto que la textura era extraña, pero tenía una prueba irrefutable: la letra. La letra de la carta decía que el perro estaba en peligro y eso nadie lo podía negar... de lo único que podía dudar era de su veracidad.
Estoy completamente seguro de que esto es una nota. Así que estos dos tienen que estarme gastando una broma o este tío tiene un grave problema...
Pensó, dudando del chico de la camiseta verde mientras miraba a la nota.
-Definitivamente no es una carta de póker...-
Se convenció a si mismo, negando la posibilidad de estar equivocado. Al fin y al cabo eso es lo que veía, y sus ojos no podían ser engañados ¿verdad?
-¿Cómo puede existir gente tan malvada tío? Secuestrar a un pobre e indefenso animal... en serio, no es justo... ¿De veras piensas que estará bien? Normalmente el 70% de los secuestros terminan en mal asunto... y eso por no hablar del caso de los animales, que esa cifra suele ser mas elevada... En serio, no puedo volver a casa y hacer como que no pasó nada... no puedo... -
El chico de pelo verde parecía extremadamente afectado, así que Toshio decidió acercarse a el y palmearle la espalda para consolarlo. La situación era tan extraña que en verdad no tenía idea de qué hacer.
Esa amenaza pone claramente que lo matará si no hago lo que dicen... ¿La viste de bien? En serio, si le pasa algo a Mordisquitos... no podría perdonármelo.
-No te preocupes, mordisquitos estará bien ¿Tienes a alguien con quien podamos hablar?- Preguntó, en un intento de ayudar.
-¿Has probado a llevarla a las autoridades? Quizá puedan salvar a tu perrito mientras tú haces eso. Aún haciendolo, nada te garantiza que te lo vayan a devolver.
El chico de la camiseta verde tenía razón, debían llevar al chico con las autoridades, o en caso contrario jamás encontrarían al ejecutor de la broma/amenaza.
-Sí, el tiene razón... deberíamos de presentar esta carta como prueba para que te ayuden, Nosotros te acompañamos- Ofreció hablando por los dos a la vez que le volvía a tender la carta al chico peliverde -Ten... querrás ser tú quien de la carta-
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Ante la actuación del chico de cabellera mas verde que la hierba de Kusa tras un día de lluvia, el resto pareció comprender un poco la gravedad del asunto. Fuese por que lo creían, o porque tan solo deseaban quitárselo de en medio, ambos terminaron por escuchar todo lo que éste tenía que decirles. La verdad, el chico que no había sido afectado por la ilusión debía tener mucha imaginación, o paciencia.
Toshio inquirió que Mordisquitos estaría bien, así como preguntó al peliverde si tenía alguien con quien hablar del asunto. ¿Alguien con quien hablar del asunto? ¿A qué se refería? Su cara de confusión parecería un cuadro de picasso al menos, pero éste atrevimiento sería rápidamente eclipsado por el comentario del otro chico. Éste sugirió que acudiesen a las autoridades, que ellos sabrían qué hacer en éste tipo de casos. Así mismo, el primero también optó porque la opción era de lo mas correcto, incluso le ofreció de nuevo la carta en pos de que fuese Enzo quien la enseñase a las autoridades.
—P-pero... pero... —Apenas le salían las palabras mientras tomaba de nuevo la carta. —Si hago eso... seguro que hacen salchichas con Mordisquitos... Si me ven acudir a las autoridades, entonces si que estará todo perdido. No puedo hacer eso, chicos.
»Aunque... habría una forma en que si pudiese hacerlo... pero necesitaría vuestra ayuda. La condición para que quien tenga a Mordisquitos no es otra que verme bajar ésta cuesta sobre el carrito hasta que se aburran o a saber cuando... Si alguno de vosotros hace un Henge y se transforma en mi, yo podría mientras acudir a las autoridades a escondidas, y así si que podría hacerlo mientras que no sospechan de que haya huido a chivarme. Es posible que así si que sobreviva Mordisquitos. —A cada palabra, sonaba mas y mas disparatado. —Me ayudarán, ¿verdad? Venga, por favor...
Enzo acudió tomó de nuevo el carrito metálico, y buscó con la mirada a ambos genin. —Lo único sería buscar algún sitio donde me pierdan de vista, así como al que me ayude con el Henge. ¿Alguno conoce la técnica?
El otro chico pareció apoyar a Juro. Incluso le dio unas palmadas en la espalda al chico del pelo verde. Juro frunció el ceño, tratando de ver a través de esa actitud aparentemente amable.
— Sí, el tiene razón... deberíamos de presentar esta carta como prueba para que te ayuden, Nosotros te acompañamos-
—P-pero... pero...Si hago eso... seguro que hacen salchichas con Mordisquitos... Si me ven acudir a las autoridades, entonces si que estará todo perdido. No puedo hacer eso, chicos.
"Genial..."
Estaba claro que le trataban de embaucar de alguna forma. Solo tenía que esperar a ver cual era.
Aunque... habría una forma en que si pudiese hacerlo... pero necesitaría vuestra ayuda. La condición para que quien tenga a Mordisquitos no es otra que verme bajar ésta cuesta sobre el carrito hasta que se aburran o a saber cuando... Si alguno de vosotros hace un Henge y se transforma en mi, yo podría mientras acudir a las autoridades a escondidas, y así si que podría hacerlo mientras que no sospechan de que haya huido a chivarme. Es posible que así si que sobreviva Mordisquitos. Me ayudarán, ¿verdad? Venga, por favor...
"Así que era eso"
Tras ello, el chico preguntó por si alguno de ellos conocía la técnica, dando por hecho el que iban a ayudarle.
Juro trató de parecer sereno, aunque la idea le parecía increíblemente absurda. Solo imaginarse así mismo transformado en él, haciendo cabriolas con un carro, era suficiente motivo como para partirse de risa. Aunque el tema le convenció de no hacerlo. Juro no sabía que clase de intenciones tenía. Podía decir la verdad, o podía no hacerlo — desde luego, ahí no había una carta —, pero el hecho era que...
— No es una mala idea, pero... Lo siento, yo no puedo ser el que se transforme. Aunque el Henge es un ninjutsu básico, no he llegado a dominarlo — Sintió el impulso de encogerse de hombros, aunque se contuvo. Simplemente, era lo que había —. Digamos que mi instrucción ninja fue por otros caminos.
Echó un leve vistazo a la manta que colgaba a su espalda, sin llegar a revelar nada más. Después, clavó la mirada en el ninja que estaba a su lado. Si era complice, o era ninja de verdad. Pronto lo averiguaría. Él por su parte no sintió remordimientos. Aunque le avergonzase, realmente no sabía hacer un Henge.
P-pero... pero...Si hago eso... seguro que hacen salchichas con Mordisquitos... Si me ven acudir a las autoridades, entonces si que estará todo perdido. No puedo hacer eso, chicos.
El chico estaba desconsolado y asustado, su actuación era tal que incluso consiguió engañar al corazón de Toshio, que ya se había comprometido completamente a prestar ayuda.
Si le llega a pasar algo a mordisquitos, no me lo podría perdonar... descuida amigo, no permitiré que le hagan daño a ti o a tu perro
Ya había caído completamente en el truco del peliverde.
Aunque... habría una forma en que si pudiese hacerlo... pero necesitaría vuestra ayuda. La condición para que quien tenga a Mordisquitos no es otra que verme bajar ésta cuesta sobre el carrito hasta que se aburran o a saber cuando... Si alguno de vosotros hace un Henge y se transforma en mi, yo podría mientras acudir a las autoridades a escondidas, y así si que podría hacerlo mientras que no sospechan de que haya huido a chivarme. Es posible que así si que sobreviva Mordisquitos. Me ayudarán, ¿verdad? Venga, por favor...
¿¡QUE HAGA QUÉ!?
El chico planteaba algo alocado y sin sentido. Ninguna persona en su sano juicio propondría semejante locura y mucho menos la aceptaría.
Justo por eso Tosho sabía que debía de estar desesperado.
El peliverde se acercó al carro y preguntó a ambos si conocían la técnica.
-Lo siento amigo, la verdad es que tampoco puedo realizar un Henge...-
Posó su mano derecha en su barbilla, tenía que haber alguna manera de poder ayudarlo.
-¿Y si nos llevas con mordisquitos?- Sugirió en un arranque de inspiración -Quiero decir, si lo llevamos con nosotros no habría forma de que le hicieran algo ¿no?- Concluyó sonriente y orgulloso de su idea a la vez que se acercaba al chico del carro.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!