—¿Debería hacerlo? ¿De verdad debería hablar con él?

Poco a poco se acercaba el día de la última prueba de los exámenes Chūnin y ya hacía tiempo que el peliverde se hacía la misma pregunta.

¿De verdad debía hablar con ese tal Yubiwa? Daigo no lo conocía y solo de pensarlo ya se ponía demasiado nervioso, pero tenía dudas, demasiadas dudas que no podía resolver solo. Necesitaba alguien más sabio.

—Si Kenzou-sama lo escogió, debe ser alguien tan confiable y sabio como él... estoy seguro de que me podrá ayudar. —Se dijo a sí mismo mientras todavía se preguntaba si en verdad debía hacerlo.

Luego de meditarlo unos minutos más, Daigo finalmente salió de su habitación y se dirigió a visitar a Yubiwa para buscar su consejo.

En cuanto llegó al pasillo indicado, Daigo se encontró con la que parecía ser la habitación de Yubiwa, aunque frente a esta también se encontró con un guardia vigilándola.

Llegó a dudar durante unos segundos, pero finalmente se acercó.

—Ho-hola, vengo a hablar con Yubiwa-sensei, si es posible...

El guardia, un ANBU de piel cetrina y cabello castaño le observó unos segundos con los brazos cruzados, como sopesando cada palabra que iba a dedicarle.

—Lo siento, Daigo-kun. Pero me temo que no es posible. No aquí, al menos —dijo—. No sabemos dónde está. Salió esta mañana y aún no ha vuelto, yo sólo estoy vigilando sus pertenencias...

»¿Para qué quieres verle? —se interesó su superior.

«¿Salió así sin más?»

A Daigo se le hizo bastante raro escuchar aquello. Era cierto que Yubiwa era un superior y no le debía explicaciones a nadie, pero pensaba que alguien en su situación tenía que avisar siempre a donde se dirigía por seguridad.

—Yo quería... —se rascó la nuca, nervioso—, solo quería escuchar su consejo. La verdad es que estoy algo perdido...

Daigo no supo bien qué decirle para explicarse. La verdad es que él mismo no conocía muy bien la respuesta.

—¿Debería pasar más tarde?

El ANBU no pudo sino reír ante las palabras de Daigo.

—¿Y esperas que Yubiwa-san haga que "te encuentres"? Bueno, para empezar es él el que debe de haberse perdido en Uzushiogakure. O quizás esté escondiéndose a propósito de nosotros... —meditó—. En cualquier caso, no está aquí.

—¿Debería pasar más tarde? —preguntó el genin.

—Puede ser que pases más tarde y esté aquí —respondió el ANBU—...o puede que no.

Se encogió de hombros.

El peliverde no pudo evitar encogerse un poco y cerrar los ojos por reflejo al escuchar la risa del ANBU.

«Si ya sabía yo que era una tontería...»

Luego de escuchar todo lo que tenía que decir, Daigo le dedicó una corta reverencia para despedirse.

—Muchas gracias.

Dicho esto, procedió a marcharse, quizá podría entrenar un rato y a lo mejor regresar más tarde.

A lo mejor.

No sería mucho más lejos donde nuestro querido Daigo se encontraría con la persona a la que había ido a buscar en primer lugar. Era una de las calles colindantes al Parque de los Cerezos, y a la sombra de uno de esos árboles había un banco pintado de color rosa. Y sobre ese banco pintado de color rosa se hallaba...

...Yubiwa.

Ahí tirado.

Con una botella de sake de cereza.

—Cooon uuuun PAAALO DE ESCOOOOOBA,

»YO ME PROPUSE BARREEEEEEEEEEER,

»TU AAAAAAALMA TRISTE Y OSCUUUUUURA,

»¡¡PEROOOOooO EL CEPILLO
OLVIDEEEEEEEEEeeeeeeeeeeeEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEÉ!!

Daigo llegó a correr más bien poco, pues antes de que empezara a ordenar sus pensamientos se encontró con...

—Cooon uuuun PAAALO DE ESCOOOOOBA...

«No puede ser...»

El peliverde pasó de largo, en principio, pero luego de pensárselo dos veces y reconocer aquella voz reculó sobre sus pasos.

—Yubiwa...¿sensei? —dijo, atónito.

Miró a ambos lados, para comprobar que nadie los estaba viendo.

Podría morir de vergüenza si vieran a su superior de aquella manera.

—Aquiiiiiií baaajoo el cereeeeeEEEZzzO,

»yo CANTO POR LO QUE AHORAAA SSSEEEEEEÉ,

»LOOS HIIJOODEPUTAAS DEE UUUUUUUZU,

»¡¡QUEEE BIEEEEEN QUE SABEEN BEBEEEEEEEEEEEEEEEEEEEER!!


»¡HIIIIP!


Al principio, el hombre actuaba como si Daigo no se hubiera dirigido a él. Cogió la botella de licor y le dio un buen trago. Entonces, Yubiwa levantó la mirada y entornó los ojos, mirándole.

—Daigggo... y Daaaaiigo. Chico, ¿quée haces...? Deshaz ese clon, hommbrrre.

Como si Daigo no estuviera allí presente, Yubiwa continuó cantando.

—Aquiiiiiií baaajoo el cereeeeeEEEZzzO...

Completamente desconcertado, Daigo ya no podía hacer nada más que escuchar a su superior con una cara de tonto parecida a la de cualquier persona escuchando por primera vez sobre el chakra natural.

—Daigggo... y Daaaaiigo. Chico, ¿quée haces...? Deshaz ese clon, hommbrrre.

«¿Un clon?»

Lo comprobó una vez e incluso una segunda vez antes de confirmar que definitivamente era el único Daigo del lugar.

—¡Yubiwa-sensei! No hay ningún clon —sin poder contenerse, Daigo se acercó rápidamente a su superior luego de gritarle un poco más alto de lo que pretendía—, solo está viendo doble ¿Cuánto ha bebido?

No se lo podía creer ¿De verdad Kenzou-sama confiaba tanto en él?

Yubiwa entrecerró los ojos, intentando ver un solo Daigo. Tras unos treinta segundos desistió en su intento. Cogió la botella de licor de cereza, abrió la boca, y la volcó boca abajo encima de ella. Una triste gota se deslizó por el vidrio y cayó en la comisura de sus labios.

El senpai de Daigo lanzó el recipiente hacia atrás. Crasshhh, se rompió.

—Apaerentemempte todo. Pof desgrasia. —Yubiwa se cruzó de brazos.

Yubiwa se quedó mirando al peliverde muy antentamente al peliverde durante más de un par de segundos antes de rendirse en lo que estuviera intentando y volver a beber.

Luego de que apenas una mísera gota de licor llegara a los labios de Yubiwa, la lanzó sin ningún cuidado tras de sí, rompiéndola.

—Apaerentemempte todo. Pof desgrasia.

Daigo se le quedó mirando unos pocos segundos antes de soltar un suspiro y finalmente sentarse al lado de Yubiwa.

—Pero, Yubiwa-sensei ¿Cómo puede ser tan despreocupado?

Preguntaba con curiosidad y un poco de admiración. No podía entender como simplemente podía salir y beber sin preocuparse por nada más.

Yubiwa se quejó, gimoteando, cuando Daigo le obligó a encogerse en el banco para que pudiera tomar asiento. Al final, refunfuñando, se reincorporó y quedó sentado, no sin antes balancearse de lado a lado como un bolo al que acaban de rozar con la bola. Dio un tendido suspiro, y apoyó su mano derecha en el hombro del genin.

—Peeero Daijo —se extrañó—. ¿De qué debería estarrr pgeocupado ahoda mismo, ehh?

Hizo un lento aspaviento con la otra mano.

—Mida a tu alrededorr, una villia pre... pre... prezosa. Y eso que los seresos no eshtan en flor... Estamos aquí, en un sitio lleno de alcohol y con buen tiempho. ¿Qué problemas requieren... ¡HIP! ...de mi atención?

Luego de robarle un poco de asiento a su superior, Daigo apoyó ambos codos sobre sus rodillas para descansar la cabeza entre sus manos.

Por algún motivo el peliverde no llegó a sobresaltarse o a incomodarse como usualmente cuando Yubiwa apoyó una mano sobre su hombro. Era extraño, pero rápidamente consiguió sentirse cómodo cerca de Yubiwa, a pesar de que se trataba de un superior.

—Peeero Daijo ¿De qué debería estarrr pgeocupado ahoda mismo, ehh?

La mirada de Daigo siguió el gesto de Yubiwa, que parecía querer mostrarle toda la villa de Uzushiogakure tras su mano.

—Mida a tu alrededorr, una villia pre... pre... prezosa. Y eso que los seresos no eshtan en flor... Estamos aquí, en un sitio lleno de alcohol y con buen tiempho. ¿Qué problemas requieren... ¡HIP! ...de mi atención?

Daigo sonrió al ver toda la villa a su alrededor, pues era la primera vez que se paraba un segundo a apreciar su belleza.

—Tiene razón, Yubiwa-sensei, el lugar es precioso... —lo decía de corazón, todo aquel lugar le parecía hermoso, pero...— ¿Pero no le preocupa que tengamos solo un participante? Yo no dejo de pensar en ello...

Yubiwa dijo algo parecido a un "ahhhhh", o tal vez fuera un "eeeeh"; echó una mirada hacia el cielo, y tras unos segundos de reflexión ebria, miró a Daigo, siempre con aquella enigmática sonrisa y aquellos exóticos ojos anulares de color dorado.

—Mmmmñó. No me preocupa en apssoluto. Mira, Daigo-kun, yo crrreo que todos vosotros, tú, Yyyota, Ettttttsu. Podríais haberos presentado al examen sin prrrrrroblemas. Pero unos por vagos que no han movido el culo, y otros por cagaos... Ño habéis entrado. Pero bueno, las cosas en Kusagakure van con paciencia, muchiacho. Con paciencia y tranquilidad pero bbbbbbbbien echias.

Daigo escuchó con detenimiento todas y cada una de las palabras que le dedicó su superior, quien quizá por su propia manera de ser o por su... estado hablaba con sinceridad. Con mucha sinceridad.

«Me pregunto si soy de los "cagaos" o de los que no han movido el culo... quizá sea de los dos.»

"Con paciencia y tranquilidad pero bbbbbbbbien echias". Las palabras de Yubiwa resonaron una vez más en la cabeza de Daigo tal y como su senpai las había pronunciado.

—No sé si me gusta que vayan con tanta paciencia y tranquilidad... —murmuró.

Daigo de mantuvo unos segundos reflexionando, un poco encogido sobre sí mismo y hundiéndose sobre sus propios hombros.

—¿Sabe, Yubiwa-sensei? —acabó por decir—, cuando vi a Juro-senpai sólo en la ceremonia de presentación, no pude evitar sentirme mal conmigo mismo. No por no haber podido participar, sino por no haberlo acompañado.

Probablemente Yubiwa no se acordaría más tarde de todo lo que le estaba contando, y seguramente tampoco le interesaría demasiado, pero Daigo podía ver en él alguien confiable y necesitaba hablar de esto con alguien.

—Soy un irresponsable, me he descuidado tanto que ya ni siquiera puedo apoyar a mis compañeros como un igual. Solo puedo desearles lo mejor y animarlos desde lejos.

Todo aquello le había recordado en cierto modo a su primera misión con Juro. Cuando creyó que su capitán iba a morir y su cuerpo no le permitió dar un solo paso más para ayudarlo, solo pudo gritarle y darle ánimos como pudo.

Aquella vez Jin estuvo para salvar el día y esta vez Daigo estaba seguro de que Juro podría valerse por sí mismo, pero la próxima vez... la próxima vez debía dar el paso.