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El yotsuki enarcó una ceja. Estaba bien que él mismo se tomara con calma las cosas pero tampoco exageraba. Y sin embargo, los dos kusajines estaban frescos como lechugas con el tema, aún cuando una importante ruta de comercia estaba hecha pedazos. Lo peor del asunto es que no sabía si estaban demasiado relajados o si le estaban intentado embaucar haciéndose los tontos. La primera opción le decepcionaría más que la segunda. "¿Por qué todos los de kusa son así?" Todos aquellos con los que se había cruzado eran bastante flemáticos o blandos.
—Pero vamos a ver. Que ha estas alturas yo hubiese esperado que alguien mandase una buena cuadrilla de genins para reconstruir esto— Señaló con ambos brazos el puente en obras. —Pero yo sólo veo a los civiles echando mano de obra, y no muy eficientemente quiero decir. Esa chapuza de pasarela es la prueba— se cruzó de brazos. —¿Que les enseñan en la academia a ustedes? Que miro que todos los shinobis de kusa se la viven como si pasearan por un campo de flores felices de la vida— Tanta pasividad le generaba ansiedad.
»¡Ustedes necesitan más acción en esta vida!
Se acercó al peliblanco con paso fuerte.
—Tú en especial, te hace falta carrera y ver más mundo— El inocente comentario del niño le hizo dudar mucho de la experiencia de vida del chico no sólo como ninja, sino como persona en general. Hizo silencio unos segundos. —No. Mejor olvida eso último que acabo de decir— se dio la vuelta y suspiró.
"Parece un chico normal, demasiado. Como si realmente no fuese un shinobi. ¿Por qué me genera esta sensación?" Se le quedó viendo a Daigo como si esperase que este aportara algo de beneficio a la conversación.
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Kazuma escuchó atentamente, tratando de comprender el pesar de aquel muchacho.
—Eres un sujeto interesante, Roga-san —admitió, llevándose la mano al mentón y observándole con curiosidad. Luego se acercó a Daigo y le hablo en susurros—: ¿Todas las personas de otras aldeas ninjas son tan ansiosas?
Aquel joven parecía ser alguien de acción, de constante hacer y movimiento. El peliblanco casi podía sentir el estrés y el cansancio imaginándose el tipo de vida agitada que llevaba… Aunque para él casi cualquier estilo de vida medianamente urbano resultaba sobrecogedor y extenuante.
—Yo creo que un grupo de ninjas podría ayudar con el puente si alguien pagara para ello… —tercio, para luego contraponerse a la idea—. La pregunta es: ¿contratarías a un soldado para realizar una labor de construcción?
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Daigo se limitó a sonreírle a Kazuma sin decirle que probablemente Rōga era la única persona con tanta energía en el mundo.
Ya se daría cuenta de eso más tarde, de eso estaba seguro.
—A mí me parecería una buena misión rango D para cualquier grupo de Genin —le contestó a Kazuma—, pero creo que nadie la ha solicitado, además, diría que hoy en día tenemos otras responsabilidades.
Se cruzó de brazos y dirigió su mirada a Rōga mientras sonreía.
—Apenas desaparece un problema y ya tenemos otro ¿Eh, Rōga-san? —Le dijo—. Me alegro de que esta vez estemos en el mismo bando.
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A Rōga no le pasó desapercibido que el peliblanco fue a cuchichearle algo a Daigo. Por mucho que no escuchase lo que estaban hablando, era obvio que no quería que el Yotsuki se enterase, y si no quería que se enterase, es porque era algo que seguramente iba a incomodarle. "Ah vaya, hijo de tu perra madre. Que por un lado sos educado pero por el otro andas con secretitos." Su mirada nunca se apartaba de ninguno de los dos shinobi de la hierba.
—Tsukiyama tiene mucha razón. Además, a los genin difícilmente nos toman en serio. Si te pones a pensar, un genin hace de todo menos labores militares. Por mucho que nos entrenen para ser "soldados" cómo dices, al final terminamos limpiando inodoros o cortando cebollas. Al final, aprendemos a hacer todo tipo de trabajos. ¡Ni una navaja es así de multiusos!— Se cruzó de brazos y asintió con la cabeza. —Quizás le están dando más importancia al ferrocarril, por suerte yo no fui de los que terminó esclavizado en esas labores.
Kazuma podría darse cuenta de la cordialidad entre el peliverde y el de cabellos tricolor, dando a entender que ya se conocían desde antes y se llevaban bien.
—Te pasas de optimista— resopló. —Supongo que te referirás a la Alianza, aunque en mi caso... No sé, yo al menos me siento ajeno a todo este problema, pese a ser un shinobi— Se rascó la cabeza. —Hanamura. Acabo de escuchar que eres un novato, ¿no? Tal vez tú puedas entenderme un poco mejor. ¿Desde hace cuanto tiempo te graduaste?— Ladearía la cabeza esperando respuesta, siendo que si la obtenía o no, caminaría en círculos observando al cielo mientras juntaba nuevamente los brazos.
»Somos genin, enfocados a nuestras cosas. Mientras, los ninjas de verdad están allá afuera arreglando... Lo que sea que tengan que arreglar. No nos cuentan nada, y dudo que lo hagan. Total, por algo somos los shinobi de más baja categoría. ¿Se supone que va a importarme un problema del cuál no sé nada? No sé si alguno de ustedes dos sabe realmente que tan grande es el dilema para que las tres aldeas hicieran borrón y cuenta nueva, pero al menos yo no me puedo sentir parte de esto realmente.
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—A mí me parecería una buena misión rango D para cualquier grupo de Genin —le contestó a Kazuma—, pero creo que nadie la ha solicitado, además, diría que hoy en día tenemos otras responsabilidades.
Daigo parecía conocer de antes a aquel muchacho de otro país, y parecían haber participado en algún altercado o algo similar. Le sorprendía que dos guerreros de lealtades distintas pudiesen forjar amistad; es decir no sabía mucho sobre cómo se relacionaban los países, pero si sabía que nunca eran verdaderos amigos los unos de los otros.
—Hanamura. Acabo de escuchar que eres un novato, ¿no? Tal vez tú puedas entenderme un poco mejor. ¿Desde hace cuánto tiempo te graduaste? —
—Me gradué hace dos estaciones, pero no he tenido ninguna misión tan tranquila como limpiar inodoros o cortar cebollas —declaro, recordando que sus misiones hasta entonces habían lucido inofensivas en un principio, para luego complicarse desmesuradamente.
» Somos genin, enfocados a nuestras cosas. Mientras, los ninjas de verdad están allá afuera arreglando... Lo que sea que tengan que arreglar. No nos cuentan nada, y dudo que lo hagan. Total, por algo somos los shinobi de más baja categoría. ¿Se supone que va a importarme un problema del cuál no sé nada? No sé si alguno de ustedes dos sabe realmente que tan grande es el dilema para que las tres aldeas hicieran borrón y cuenta nueva, pero al menos yo no me puedo sentir parte de esto realmente.
—Yo no estoy muy enterado del asunto, pero creo que no deberías sentirte excluido, Roga-san —comento con amabilidad—: Creo que si hubiera una guerra los ninjas de ambos bandos morirían por igual, sin importar el rango o que tan inmersos estén en los asuntos de la villa… Además de que tendríamos que obedecer sin importar si nos sentimos o no parte de algo.
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No, probablemente nadie sabía del todo que tan grande era todo ese dilema, pero lo que sí sabían es que su trataba de algo grande, algo muy grande.
Daigo se cruzó de brazos.
—Tienes razón —le dijo a Kazuma—. En caso de que suceda algo tenemos la obligación de obedecer, incluso si no nos sentimos partes de ellos, pero...
Hizo una pausa mientras escogía con cuidado la manera en la que se expresaría.
»Somos parte de esto —dijo y pasó a mirar a Roga—. Porque si sucede algo no serán los más fuertes los que sufran las consecuencias. Seremos todos. Por eso todos tenemos que hacer algo.
Quizá esas palabras le empezaban a quedar grandes a una persona que ni siquiera pudo ayudar a escapar a alguien cuando más lo necesitaba.
«Demonios...»
Solo pensar en ello provocó que el chico cerrara el puño con fuerza, sabiendo que si en aquel momento se encontrase otra vez con uno de esos generales probablemente no conseguiría mucho más, pero eso cambiaría pronto, pues no había dejado de entrenar desde entonces.
La próxima vez será diferente.
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El Yotsuki alzó la ceja cuando el moreno mencionó que sus misiones no habían sido para nada tranquilas pese a estar graduado desde hace poco tiempo, además de que empezó a rebuscar mil y un razones por las cuales resultara de tal forma. Si bien el propio Kazuma dijo que eran por complicaciones, no estaba muy seguro de que tuviera tan mala suerte para que eso fuera de esa forma. ¿O sí?
—Vaya, ¿dos estaciones? Eso significa que tienes casi el mismo tiempo que yo de haberte graduado— sonrió. El propio Daigo estaba para atestiguar que tal cosa era verdad —¿Tan fuerte eres que ya te asignan encargos complejos? Digo, si estás aquí es porque fuiste lo suficientemente bueno para salir airoso de ellas. Aunque, si bien dices que tuviste problemas en tus propias misiones dudo mucho que se te hayan venido cuesta arriba cómo a mí...— que ahora que lo recordaba, su última misión C termino siendo un capítulo digno de manga semanal.
Estaba algo animado, aunque se vio a disminuir la sonrisa cuando ambos shinobis de Kusagakure afirmaron que era su responsabilidad obedecer órdenes e involucrarse cuando era necesario. "Típico..." Por alguna razón anhelaba escuchar otra respuesta, pero no la encontró. Creyó que alguien optimista como Daigo o un novato como Kazuma iban a empatizar con él, pero se recibió las mismas respuestas de manual que se esperaba de un profesor de la academia que adoctrina a los niños a obedecer. El peliblanco lo dijo de la forma más cruda y realista, mientras el de cabellos verdosos le adornaba con heroísmo. Ambas versiones de una idea le parecían aberrantes al Yotsuki.
—Todo se resume a "eres un ninja y te jodes"— escupió al suelo, molesto. —Todos aportamos de una u otra forma al balance del mundo. Nuestras acciones aunque sean pequeñas, causan un cambio... El problema está cuando aquellos que ponen más peso a la balanza no son responsables y salpican a muchos más inocentes, algunas veces de forma terrible. Sonará a queja siendo que elegí el camino shinobi, pero con el tiempo me he dado cuenta que es una puta mierda arreglar los problemas que otros causaron.
No quería sonar sedicioso, que de hecho era bastante fiel a sus compañeros. Era simplemente, que tenía un dilema sobre lo injusto que podía ser el mundo.
»Nadie debería pagar por los errores de los demás.
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»Somos parte de esto —dijo y pasó a mirar a Roga—. Porque si sucede algo no serán los más fuertes los que sufran las consecuencias. Seremos todos. Por eso todos tenemos que hacer algo.
Quizás aquel era el precio del poder de los ninjas, aunque en tal aspecto puede que ni siquiera fuera verdadero poder.
—Vaya, ¿dos estaciones? Eso significa que tienes casi el mismo tiempo que yo de haberte graduado— sonrió. El propio Daigo estaba para atestiguar que tal cosa era verdad —¿Tan fuerte eres que ya te asignan encargos complejos? Digo, si estás aquí es porque fuiste lo suficientemente bueno para salir airoso de ellas. Aunque, si bien dices que tuviste problemas en tus propias misiones dudo mucho que se te hayan venido cuesta arriba cómo a mí...— que ahora que lo recordaba, su última misión C termino siendo un capítulo digno de manga semanal.
—Fuerte, como poderoso, no creo que sea —admitió, juzgando que quizás era el genin más débil de su generación—. Es solo que a veces cometo errores que me complican las cosas… Aunque siempre resultan en una experiencia interesante. Además, creo que mi fuerte es trabajar bajo presión y mantener la calma, eso más que habilidad combativa.
Roga continuaba, y a cada palabra el peliblanco se hacía una imagen más clara del muchacho.
—Nadie debería pagar por los errores de los demás.
—Roga-san… creo que tienes una idea muy romántica del mundo —opino, lanzando el dardo de su postura ante la vida—. No se suficiente del mundo y su gente para decir que es bueno y que es malo, pero si entiendo que podría darse un caso como este: nuestros países se hacen enemigos, los superiores saben de tu “amistad” con Daigo-san y te ordenan acércate y matarlo o te consideraran un traidor y te darán pena máxima… Y puede que unos años después (si cumpliste ordenes) se hagan aliados y te corresponda colaborar con compañeros y amigos del aquí presenten y que saben quién le dio fin, tu.
»Lo importante no es que tan probable es semejante escenario, sino que harías tú de caer en él.
Le hubiese preguntado a Daigo que haría en tal situación, pero en este caso él estaba hipotéticamente muerto, por lo que no tenía voluntad de decidir.
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31/05/2019, 03:19
(Última modificación: 31/05/2019, 03:20 por Tsukiyama Daigo.)
Cualquiera varios metros a la redonda podría haber notado el preciso instante en el que los ánimos de Roga empezaron a caer en picado, pues parecía que todo ese tema no le agradaba nada al Yotsuki.
Kazuma no desaprovechó la oportunidad para dejar clara su postura lanzando una muy incómoda pregunta al amejin.
En ese momento el peliverde decidió intervenir nuevamente. Roga definitivamente no necesitaba a nadie que defendiera su forma de pensar por él, pero esta vez se vio apoyándolo.
Daigo se acercó a sus compañeros y bajó un poco la voz. Sentía que no estaba bien que los civiles escucharan a sus ninja dudar de esa manera. Eso podría preocuparlos. Lo aprendió hace un tiempo durante un viaje junto a Yota.
—Supongo que algo así podría suceder... si yo fuera una persona importante —se permitió reír. No por lo que había dicho Kazuma, sino por imaginarse a sí mismo siendo tan importante como para convertirse en un objetivo—. Pero creo que esta es la clase de casos de la que se queja Rōga-san. No es algo justo, ni es algo que debería suceder...
»Pero sucede y como ninja tenemos la obligación de obedecer —repitió de forma parecida a como lo había dicho antes—, sin embargo como personas debemos hacer lo correcto, Kazuma-san, nuestro trabajo no es nuestra vida.
Sabía que probablemente no tardaría en escuchar la respuesta de Rōga a una situación como esa, pero Daigo no lo necesitaba. La verdad ya confiaba lo suficiente en él para imaginársela.
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31/05/2019, 03:45
(Última modificación: 31/05/2019, 06:42 por King Roga. Editado 3 veces en total.)
Tiempo atrás, quizás hubiese enfurecido con aquellas palabras. Quizás le hubiese recriminado de su ceguera a ambos shinobis de Kusagakure. Uno por cerrado de mente, al otro por su inocente mansedumbre. Lo cierto es que él alguna vez quiso alejar a alguien por miedo a una situación así, y se arrepentía enormemente de ello. "Que puta broma de mal gusto..." Tomó nuevamente el kasa y se lo ajustó por sobre la cabeza, ensombreciendo su expresión mientras escuchaba hablar a ambos.
—Tienes suerte de que yo no sea alguien violento...— Sonrió malicioso mientras mantenía ocultos sus ojos. —Admites que eres ignorante, ¿no te da pena pensar que alguien se ofendería por tus palabras y quisiera ahorcarte?— Rió un poco. —Podría responderte de muchas maneras a esa pregunta, pero no entenderías mi postura. En su lugar, prefiero contestar con una anécdota... Es mejor una historia real, porque esas pueden ser más terribles que los cuentos— Su blanca dentadura era lo único que relucía por debajo del kasa.
Tenía muchas formas de responder. Podía simplemente recriminarles en que no existían garantías en el futuro, podía devolverle la puya y preguntarle si el propio peliblanco iba a ser capaz de cargar con un peso así en la conciencia. No era tan utópico como Daigo, ni tan severo como Kazuma. Él venía de comer tierra muchas veces, aunque la poca miel de la gloria le impulsaba a seguir adelante. No necesitaba plantearse algo tan terrible, cuando mucho antes él mismo sufrió algo igual de triste.
Y aún así se lo pensó, mientras su mente viajaba al pasado y rememoraba.
Tiempo atrás, a finales del Invierno...
—¡ERES UN IMBÉCIL!— Fue lo único que dijo Shishio antes de propinarle un soberano coscorrón en la cabeza al genin de cabellos tricolor. Aquello le dejaría un chichón durante los días siguientes.
Rōga se acarició la cabeza a duras penas, pues tenía los brazos vendados luego de ser dado de alta del hospital. Aunque quizás, fue más el ansia del Yotsuki de regresar a su casa que de esperar en una camilla. Aquella llamada telefónica de que tuvo un terrible altercado no cayó demasiado bien a la familia King, en especial al que era aún en ese entonces su único maestro. "Maldita sea que estoy herido y con esto sólo voy a empeorar." Pudo sentir la sombra de su abuelo ceñirse sobre él, acercándose con sus lentos pero amenazantes pasos mientras el pobre cachorro de lobo no hizo más que cerrar los ojos y encogerse sobre sí por el miedo a una golpiza. Sin embargo, esta no llegó. En su lugar, sintió un agarre... O mejor dicho, un abrazo. "¿Qué?"Abrió los ojos y se vio rodeado por los brazos de su abuelo.
—Te dejé ser libre, para que no cometieras los mismos errores que yo— Sus ojos no hacían contacto visual, simplemente, le hablaba al oído. —Te dejé elegir este camino, con la esperanza de que tú me superases algún día— Se levantó, se dio la vuelta, y volvió a erguirse con gesto solemne dándole la espalda. —No nos vuelvas a preocupar así, mocoso insensato— Remató.
Rōga sólo sollozó, yéndose de la sala mientras corría a encerrarse a su cuarto.
—¿Sabes lo que se siente estar moribundo...?— Aquella pregunta no quedaba muy clara si iba a Daigo o a Kazuma. Era para ambos y para nadie a la vez. Guardó silencio, aunque por alguna razón ya se esperaba que ninguno de los dos tuviese una respuesta que no fuese negativa.
—La agonía es una mezcla de distintas sensaciones: Sufrimiento por las heridas de la carne. Miedo por saber que no volverás a abrir los ojos. La frustración de que fallaste en tu cometido—. les dio la espalda a ambos. —Alguna vez yo creí encontrar a un traidor, y aunque traté de enfrentarlo ni siquiera fui capaz de ponerle un dedo encima... Más allá de la humillación, el precio a pagar fue demasiado alto— Empezó a quitarse ambos kote. —Estaba sólo, en medio del bosque, llorando de desesperación. No quería abrir los ojos, pero eso no me evitaba el suplicio de tener la piel arrancada. Me lamenté, y pensé que sólo quedaba que mi cerebro se desconectara antes de partir... Pero algo inesperado ocurrió, y un hombre me rescató y me dio una segunda oportunidad para nuevamente poder observar la lluvia caer día con día. Si tuviera que utilizar un adjetivo para ese momento, escogería la palabra milagro.— La pieza del brazo izquierdo cayó al suelo. —Cuando regresé a Amegakure, me enteré que en realidad aquel al que yo desafié estaba en una misión y sus órdenes eran fingir ser un criminal— La pieza derecha también terminó en el piso.
Se arremangó el yukata y se dio la vuelta para verles de frente, colocando sus brazos en cruz delante de los dos shinobi de kusa para que admirasen las cicatrices que cubrían sus brazos. Si bien era algo visible en sus dedos, ya contemplar la magnitud de su desgracia a su totalidad era otro nivel, las huellas del fuego. -Y eso que ni siquiera eran demasiado marcadas, gracias a los cuidados de su sensei Kurozuchi-. Daigo en específico que lo conocía de antes, sabía que él no las tenía en la época en que se conocieron.
—Yo no estaba enterado ya que esa información fue dada cuando yo estaba fuera de la aldea... Pero eso no importaba, el mandato era cumplir con el objetivo a cualquier coso, incluso si eso implicaba asesinar a un compañero... Yo en este caso— negó con la cabeza. —Cuando regresé a casa tuve dudas, tantos sentimientos encontrados que me veo incapaz de describirlos ahora mismo. Vi temblar mis creencias sobre lo que es justo y lo que no. No sabía si sentir odio, no sabía si sentir tristeza. Pero luego de darle vueltas a todos esas emociones contrariadas llegué a una conclusión— Alzó la vista y bajó los brazos. —No voy a desperdiciar la segunda vida que me dio la persona que me rescató. Y por ello, juré que yo no iba a ser esa clase de shinobi— Su mirada era muy severa. —No importa cuanto quieran convertirnos en armas, somos humanos al final de cuentas. Ni siquiera los que están hasta arriba son libres de esto. Nuestra especie está condenada a cometer errores, pero si sé que algo está mal entonces ya es mi decisión si obedezco o me dejo arrastrar por ello. Si no pienso por mí mismo, entonces será mi culpa. Seré leal a mi aldea, por las cosas que considero correctas, pero no seré un ciego que acate sin rechistar— Sonrió, soberbio.
» Por que sé que no me equivoqué en mi camino y por ello no planeo dar el brazo a torcer. Soy Rey Colmillo De Lobo y cargaré en mi espalda con el peso de los demás para cambiar aunque sea un pequeño rincón de este podrido mundo. No necesito razones que me demuestren lo contrario, porque he visto lo cruel que pueden ser las personas. Esa es mi verdad y me mantendré fiel a ella.
Se cruzo de brazos, con un gesto de confianza genuina.
Era el más joven de los ahí presentes, pero no podías achacarle de ser ingenuo, no. Por que a su corta edad conocía la sensación de morder el polvo una y otra vez, conocía lo que era la mentira, conocía la lealtad enfermiza, conocía dioses, conocía la inocencia de lo que era una infancia negada. Y aún con los latigazos con los que la cruenta realidad le azotó, se negaba a dejar de soñar, a dejar de mostrar su desafiante sonrisa a todos los que se atreviesen a ponerse enfrente.
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—Pero sucede y como ninja tenemos la obligación de obedecer —repitió de forma parecida a como lo había dicho antes—, sin embargo como personas debemos hacer lo correcto, Kazuma-san, nuestro trabajo no es nuestra vida.
—Ese el tipo de sabiduría que esperaría escuchar de un sempai —elogio, reconociendo el conocimiento que solo proporcionaba la experiencia—. Yo espero tener las cosas así de claras un día: nunca he sido bueno entendiendo que es lo justo o lo correcto.
Kazuma escucho con genuino interés la opinión de Roga, aunque su rostro no dio pista alguna reacción emocional. No era del tipo que se dejaba conmover fácilmente, pero tampoco de los que eran indiferentes a vicisitudes del ser.
—Por que sé que no me equivoqué en mi camino y por ello no planeo dar el brazo a torcer. Soy Rey Colmillo De Lobo y cargaré en mi espalda con el peso de los demás para cambiar aunque sea un pequeño rincón de este podrido mundo. No necesito razones que me demuestren lo contrario, porque he visto lo cruel que pueden ser las personas. Esa es mi verdad y me mantendré fiel a ella.
—Vale… Eres un sujeto extraño y tu visión del mundo me resulta perturbadora —dijo tajante—. Pero tienes una razón para moverte y estas genuinamente motivado, ¿Has pensado en seguir un camino que te lleve ser kage?
Su gesto y tono no denotaban sarcasmo alguno, y aun así decidió ser más claro:
—Es que en toda época siempre ha sido la gente inconforme con el sistema (la de pensamiento fuera de toda regla y escala) la que ha ascendido hasta tener el poder suficiente para conseguir algún cambio, hacer una verdadera diferencia.
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"What?" A diferencia del peliblanco, el Yotsuki era alguien muy, pero muy expresivo. Ambos compartían una cosa: una personalidad serena, pero la diferencia radicaba en la ejecución de esta. Kazuma era alguien muy estoico que refrenaba en su interior sus sentimientos, mientras que Rōga exteriorizaba sus emociones, aunque no por ello se dejaba dominar por ellas. Era por esta razón que el de cabellos tricolor enarcó la ceja y ladeó la cabeza confundido ante esas palabras. "A ver. Que viene el nene que actúa con los formalismos de un anciano, que toca temas sensibles como quién te platica del clima, habla con resignación de la triste realidad y soy yo el que lo perturbo a él. ¿ES QUE EL MUNDO ESTÁ AL REVÉS? " Parpadeó varias veces.
Y sin embargo, una pregunta mucha más profunda tomó por sorpresa al joven genin de la lluvia, muy extraña para él.
—Pues, bueno. No—. se rascó la cabeza. —Quiero decir. Sí pensé en cambiar de alguna manera las cosas. Pero no así—. Se cruzó de brazos, sin saber cómo explicar las cosas. —Siempre quise que la gente me escuchara. Que no me oyeran, que me escucharan. Si es que entiendes bien la diferencia entre ambas palabras— Su mirada se volvió firme. —Durante mucho tiempo, he deseado que mi música de alguna forma hiciera reflexionar a las personas, que tocara en lo profundo de sus corazones y temblaran sus emociones. Incluso, que una gran multitud entendiera mi cantar y pudiese transmitir lo que siento. Para mí el arte es una de las pocas cosas que los humanos podemos compartir más allá de las barreras de la ideología— suspiró. —Cómo realmente esa era mi meta, nunca me planteé realmente en serio mis esfuerzos como shinobi. Te juro que una aspiración así nunca se me pasó por la cabeza, aunque...— volvió a ajustarse el kasa.
» La historia de los Arashikage de Ame dista mucho del planteamiento que tienes.
Observó a Daigo, luego a Kazuma. Suspiró y continuó hablando.
—Las páginas de la historia de Amegakure se han escrito con sangre... Aunque no conozca la de Uzu ni la de Kusa, su gente es un reflejo de su situación, y por ello puedo decir que no hay un punto de comparación. Ensombreció su mirar. —Tras la muerte de nuestro primer Arashikage, sus tres descendientes iniciaron una disputa por el poder, sumergiendo a la aldea a una guerra civil por veinte años hasta que el menor finalmente asumió el mando... Sus hijos continuaron con esta sangrienta cadena, dividiendo a la aldea una vez más en dos bandos, sólo para que luego ambos ancianos murieran de forma patética atravesándose el uno al otro tras llevar a sus ejércitos tras de sí. Su tercer hijo renunció al poder, para que de una vez por todas se diese fin a las guerras de sucesión y se nombrase a un Arashikage que no tuviese nada que ver con la familia... Aún cuando él quiso llevarnos a una era de paz brindándole su confianza a todos los aldeanos, un miembro del linaje del antiguo régimen lo asesinó, envenenándolo en su propio despacho.
Se pausó durante unos instantes, analizando la reacción de ambos shinobi de Kusa.
—Fue entonces, que nuestra actual líder decidió tomar las riendas. Y en una campaña sin igual, asesinó a aquel que osó traicionar a la villa para usurpar el poder, a sus seguidores, a su familia, incluso a algunos de sus amigos... Fue una medida drástica, pero sin ello seguramente seguiríamos en medio de un pozo de sangre. Para más inri, aún con la paz que nos brindó Yondaime-sama, he llegado a enterarme que existen quienes aún se sublevan y conspiran en las sombras— Recordó las palabras de Daruu, de cómo aún existía gente capaz de intentar rebelarse al mandato de la férrea mujer, atreviéndose incluso a secuestrar a la Guardiana. —Quizás es por ello que el llegar a un puesto así se me antojaba ajeno y lejano, por todo el precedente que hay detrás... Suelen ser un poco estrictos con nosotros en Ame, al punto que se nos enseña a casi temer una posible represalia de parte de la Arashikage. En parte me gustaría cambiar eso, no sólo por la Aldea de la Lluvia, sino en general un poco la perspectiva de la vida que se tiene de los shinobi. Lo que ella hizo era necesario, Amegakure necesitaba su liderato... Sinceramente no tengo una respuesta clara sobre eso...
Las palabras de Kazuma clavaron en su cabeza una idea que nunca se planteó hasta ese momento.
"Cambiar los esquemas, ser una diferencia..." Lo pensó para sí, ¿pero podría extender su visión a todos los demás? "Si yo fuese el Arashikage..." Se visualizó a sí mismo, más alto, más guapo, con una cabellera ahora larga. Con el sombrero con el símbolo de la tormenta, sonriente mientras lucía una gran gabardina negra con detalles de platino. De su cintura colgaban dos cadenas de oro, portaba pantalón de cuero con adornos laterales de tela y calzaba botas negras, mientras a lo largo de sus ropajes se dibujaban motivos de relámpagos destellantes. "No sé si quiero ese camino, pero tampoco es mala idea..."
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Daigo se mostró visiblemente sorprendido por cada cosa que Rouga les decía, casi llegando a sentir dolor físico como si esas cicatrices fueran las suyas propias cuando se las mostró, pero aún más que eso, el chico pudo sentir la confianza que trasmitía el Yotsuki a su corta edad.
La sentía, sí, pero la entendía, no del todo. ¿Cómo podía alguien pasar por lo que él ha pasado y seguir siendo tan... Rouga?
Si el peliverde tuviera que escoger a dedo algo que les diferenciara, definitivamente sería eso. Cuando Daigo deseaba hacer el bien e intentar ayudar, Rouga a su corta edad ya había sufrido lo cruel que podía llegar a ser el mundo y ahí estaba de pie mientras lucía una cegadora sonrisa.
«Demonios. Aunque sea el mayor podría jurar que Rouga-san ya es mucho más experimentado que yo» pensó no con envidia, sino con admiración.
Apenas el Yotsuki terminó de hablar, Kazuma volvió a intervenir rápidamente.
«¿Eh? ¿A qué se refiere con perturbador?» pensó, «No, no, tiene que decirlo en el buen sentido... si es que hay uno».
Pero todo lo raro que decía Kazuma de pronto se hizo más raro cuando le sugirió al Amejin que debería pensar en intentar convertirse en Arashikage.
¡En convertirse en Arashikage!
Lo mejor es que luego de contarles como habían funcionado las cosas hasta ahora en Amegakure, Rouga pareció pensárselo y, la verdad, Daigo también.
«¿Sería posible que Rouga-san se pudiera convertir en Arashikage?»
Daigo se cruzó de brazos viendo a su amigo, el que venía de otra aldea. Quería comprobarlo él mismo, ¿podría Rouga hacer algo como eso? ¿Podría hacerlo...?
—¿Qué tal les parece si vamos a un sitio un poco más privado? —les sugirió a ambos—. Todo esto me ha hecho pensar en que... quizá tengas razón, Kazuma-san.
»La próxima vez iba a ser para batirnos, ¿no? —cambió de tema dirigiéndose al Yotsuki.
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Team pescado.
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Kazuma escucho con profundo interés el relato de Rōga.
—Amegakure… Suena como un lugar interesante, de una forma brutal y peligrosa —opino, guardándose en su interior la severa opinión de que más que una villa era un nido de víboras o de locos, quizás ambas.
Se sintió, de cierta manera, aliviado de que su tutor le enviase a la Aldea Oculta de la Hierba y no a un sitio tan difícil y hostil como aquel que era la patria de Rōga. Aunque también sentía cierta curiosidad sobre como seria llevar una vida allí y que aspecto tendría el mundo para ellos. Generalmente hubiera supuesto que se trataba de una jungla urbana donde siempre había que cuidarse las espaldas y donde el vivir o morir era cuestión diaria para todos. En definitiva, un lugar oscuro y temible que en teoría no debería ser capaz de producir a alguien con la ética y el positivismo de aquel muchacho con carácter de artista.
Ya se estaba planteando otra pregunta, cuando Daigo propuso que debiesen continuar su conversación en otro sitio.
—Es lo mejor —reconoció—. Pero ¿adónde deberíamos movernos, senpai?
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Daigo se giró para responderle a su compañero.
—Con alejarnos debería bastar, Kazuma-san —le contestó a Kazuma antes de mirar a Rouga—. Siempre y cuando vayamos donde no molestemos y tengamos espacio suficiente.
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