Al inicio de su carrera, Toshio pudo ver a Ruhara sacar una pequeña esfera que arrojaría entre ambos, antes de empezar a alejarse con unos saltos. «¿Una bomba?» Toshio se preparó, tapándose el rostro con el brazo libre sin detener su avance en ningún momento.

Con confianza, el chico corrió incluso a través del humo que se había empezado a formar alrededor suyo. Había visto la dirección que Ruhara había tomado, así que exactamente a donde debía dirigirse si quería encontrarse con ella, por lo que apenas un instante más tarde, la mujer vería a Toshio salir del humo de un salto, enarbolando su Wakizashi para lanzarle un corte de arriba a abajo que no le haría daño alguno incluso si impactaba, pues ni el ataque ni el herrero eran reales.

Toshio, el real, había creado dos Bunshin básicos, aprovechando que el humo estorbaba tanto su vista como la de sus enemigos para preparar su ardid. Mientras el clon de enfrente saltaba para atacar a Ruhara, el real salía del humo por la izquierda, mientras el segundo clon lo hacía por la derecha. Ambos, aprovechando la confusión causada, lanzarían una Shuriken cada uno a un costado del cuello de Ruhara.

Justo cuando ambas Shuriken hubiesen pasado su objetivo, ambos herreros tirarían del imperceptible hilo que los unía a la estrella voladora, enviando un pulso de chakra, pero solo la verdadera acabaría enrollándose en su objetivo y clavándose en su cuello (8 PV/corte superficial, 12 PV/corte e impacto directo).

— ¡Jun, no te confíes! —Le gritó entonces, aunque Jun probablemente no podía verlo desde donde estaba—. Si esta no es la real, debe estar escondida en el agua, como los ninjas de antes.

Hecho aquello, empezaría a tirar del hilo para arrastrar a Ruhara hasta él.

Pero nadie llegó. Por supuesto, se había dado la orden de retirada, nadie llegó. Nadie que le pudiera ayudar, al menos. Un chico pelirrojo y una chica morena llegaron en las aves de Nao. Tiempo después, recordaría que Meme le había contado de ambos, y a Toshio lo había visto, de hecho. Pero en ese momento no le importó mucho.

Lyndis se desvanecía en sus manos.

—Por favor... Waai-chan...

Lo último que vio del combate fue al peliblanco, retrocediendo, lanzándole una especie de onda de fuego. Ranko abrazó a Lyndis, cuidando que el ataque no le golpeara a ella. Recibió la onda con la espalda, aunque no le dolió. No gritó ya más.

Ranko cayó hacia un lado tan lento como pudo, cuidando de no caer encima de Lyndis, sino a su costado. La coneja lloró una última vez mientras la imagen de la ogresa peliplateada se ponía borrosa.

"Ojalá que... De una u otra forma... Despertemos..."

Todo se puso negro. El dolor, la guerra, el hielo y la sangre desaparecieron.

"Juntas..."

Podía parecer una loca pero para nada era tonta. Sabía que enfrentarse a un 1 contra 2 pleno la ponía en gran desventaja, aún más cuando ella ya estuvo peleando un rato y ellos llegaban intactos al lugar. Lanzo una bomba de humo y retrocedió fuera de esta, cosa que la salvaba de la trampa que podía ser eso para ella. Jun se tapó la cara, pensando que era otra cosa pero era solo humo.

No sabía muy bien lo que estaba pasando allí dentro, por lo que empezó a correr para adelante sin mucho más, teniendo como referencia hacia donde había escapado Ruhara.

Ahora, Jun salían del humo junto a los otros dos Toshio. Mientras estos dos se dividían en derecha e izquierda, la chica iría corriendo por el medio directo hacia su enemiga y, cuando vea que podía llegar a tirarlo, lanzó un shuriken hacia Ruhara, pero no exactamente hacia su cuerpo. Cuando dio su trabajo por terminado, se apartó del camino.

El shuriken imbuido en chakra iba en dirección a la sombra de la de ojos verdes, el cual, si impactaba, la dejaría inmovilizada por completo.

Giró su cabeza a la izquierda y vio algo que nunca iba a querer ver. Nao estaba aún peleando cuerpo a cuerpo con el huesudo cubierto de un manto entre rojo y naranja, el cual parecía que tenía todas las de ganar. Era como si estuviera pasando en cámara lenta para ella.

—¡NAAAO! ¡REACCIONA POR FAVOR! — Gritó desesperada y nerviosa, sintiéndose algo anclada con la pelea que estaban librando contra la mujer.

Había escuchado las advertencias del pelirrojo y posaba su mano en el mango de su kodachi por las dudas, pero no podía ignorar lo que pasaba en la otra disputa.

Ranko caería inconsciente, consiguiendo parar el daño que se hubiese llevado Lyndis. Nao saldría empujado hacia atrás por la patada de Marrow, con su hemorragia poco a poco drenando su vida.

El plan de Ruhara era sencillo: Primer paso, esperar a Marrow. Fin del plan.

Por ello, lo que hizo al ver aparecer a tres Toshios fue lanzar un senbon a cada uno. No solía usarlos porque eran armas de mierda, pero tenían mucha más precisión para poder apoyar mejor a su general. Sin embargo, su daño era terriblemente patetico. Sobre todo, porque si alguno impactaba, se desharía en un mero charco de agua (0 PV).

Ruhara intentaría agarrar el hilo en el momento en que lo notase, intentando que el shuriken no fuese directamente a por su cuello, pero se quedaría paralizada de repente por la técnica de Jun, que le impidió defenderse apropiadamente. Aún así, cuando el shuriken se clavase en su cuerpo, se desharía en otro montón de agua. Efectivamente, era un clon de agua. Sin embargo, una vez desecho el clon, no verían ni oirían nada más de Ruhara. El humo seguiría tan espeso como en un primer momento y parecía que le quedaba un rato antes de deshacerse.

Haciendo caso omiso a lo que Jun le pedía, Nao no reaccionó. Marrow lo apartó de él de una patada y remató a las kusajin antes de girarse a por Toshio y Jun. Llevó una mano a su portaobjetos y sacó cuatro shurikens. Para cuando pudo dirigir su atención a ellos, el clon de Ruhara ya estaba explotando en agua. Sin darse ni un segundo de respiro empezó a correr hacia ellos. Mientras se acercaba lanzó dos shurikens a Toshio y otros dos a Jun.

— ¡Ruhara, deja de jugar!

No hubo una sola mueca, ni un atisbo de ninguna emoción en concreto. Ni odio ni ira. Parecía haber conseguido templar el chakra de la bestia y recuperar su templanza natural. En vez de abalanzarse hasta esos dos genins, se quedaría a un par de metros de ellos, esperando su respuesta y preparado con sus tres dagas de hueso para aprovechar cualquier hueco que dejasen para entrar y acabar el trabajo. Eso quedaba en manos de Ruhara.

«¿La paralizó con una shuriken?» No tenía ni idea de cómo lo hacía Jun, pero sus técnicas eran impresionantes.

No desaprovechó el tiempo incluso después de que las agujas de agua hicieran explotar a sus clones y realizó su maniobra, atacando a Ruhara, pero tal y como temía, a quien se estaban enfrentando no era la Ruhara real, sino un clon de agua.

— ¡Tsk, lo sabía!

Buscó a su alrededor, en guardia, pero la verdadera Ruhara no aparecía en ningún lado, aún así no podía evitar sospechar las verdaderas intenciones de la muy maldita. «Intentará rematar a Ranko o a Nao». Y aunque su cabeza funcionaba a toda velocidad en principio, en cuanto vio a Marrow acercarse a ellos, Toshio pareció haberse bloqueado por completo. Empezó a retroceder, temblando mientras empezaba a desenvainar su Wakizashi con ambas manos.


— Es... ¡es el mismo chakra! —La realidad y las pesadillas volvieron a anteponerse una encima de la otra durante unos instantes, en los que Ranko y Lyndis fueron sustituidas por los cuerpos sin vida de los padres del Herrero.

Las dos shuriken que volaron hacia él lo devolvieron a la realidad momentáneamente, instante en el que optó instintivamente en seguir su último instinto, sin pensar en nada más. Agitando velozmente su wakizashi para desviar ambos proyectiles prácticamente por arte de magia. Las estrellas voladoras cortaron el aire velozmente en direcciones distintas. Una de ellas pasó justo encima de Ranko, mientras que la otra fue justo detrás de Nao, con la esperanza de que Ruhara apareciera justo en uno de aquellos lugares (8 PV/corte superficial, 12 PV/corte e impacto directo).

El chico seguía retrocediendo, temblando. Todo su cuerpo le intentaba obligar a salir corriendo y huir de allí, pero si simplemente se daba la vuelta y huía ¿En qué lo convertiría a él?

Lo convertiría en Kurogane Toshio, quien siempre había sido.

— No puedo salvar a nadie. No puedo salvar a nadie...

Por si las cosas no iban muy mal en ese momento, lo que había inmovilizado era tan solo un clon, tal cual había predicho el pelirrojo. Bufó con fuerza cuando oyó el sonido del agua caer, pero solo lo miró un segundo de reojo. Miró para varios lados buscando a Ruhara pero no la encontró. Sin saber donde podía salir la mujer, su atención la dirigió de nuevo hacia Marrow.

«Pero la puta madre. MUÉVETE POR FAVOR, SAL DE AHÍ.»

No era solo que Nao no respondía ni reaccionaba, sino que el peliblanco le tiró una patada para deshacerse momentáneamente de él y dirigirse para el dúo que más libre se encontraba. Jun ya andaba preparada para tener que defenderse de lo que viniera, con su mano en el mango de su arma y, con los dos shurikens que se dirigieron a ella, tuvo que desenvainar, sujetar la kodachi con las dos manos y bloquear ambos proyectiles.

«Hay que ir ya a por él, pero tenemos a la otra perra escondida, esperando que vayamos hacia allá para atacarnos.» Ya ambos habían lidiado contra esa técnica tan solo momentos atrás, en la retaguardia, y sabía que podía ser totalmente letal que salga una persona de la nada a atacarles. «Bueno, de una forma u otra tenemos que movernos. Somos blancos fácil para ambos si nos quedamos quietos.»

Su plan era simple y quería ejecutarlo rápido, antes de que haya más desgracias. Pero, cuando volteó a ver a su compañero, parecía que este había visto a la mismísima muerte. Tenía un temblor en el cuerpo e iba retrocediendo tímidamente. Lo peor de esa escena no era su actuar, sino sus palabras que mostraban una rendición absoluta.

«Por favor no. Los necesito juntos conmigo. Sé que podemos con esto.» La impotencia que sentía era casi palpable. Su enojo también, pues sentía que podían hacer algo. «No sé si puedo sola y le prometí algo al viejo.» Apretó con fuerza la empuñadura. «Por favor, no me dejen sola.»

—¡TOSHIO! ¡Te necesito aquí! ¡Céntrate! — Exclamó impotente. Si el kusajin le miraba, notaría que una lágrima estaba cayendo de su ojo. Miró al frente y empezó a avanzar lentamente en dirección al huesudo con su arma en mano (esta vez en una sola mano, en la izquierda). —Cúbreme, por favor. — Esto último lo soltó algo más calmada, con un tono de voz algo triste.

Empezó a correr hacia Marrow, esperando que su compañero le cubra y, de todos modos, estando atenta a que una mujer le salga de la nada. En carrera, lanzó su último shuriken con la diestra a la sombra del peliblanco, intentando inmovilizarlo.

Marrow se quedó en guardia, vigilando los movimientos de los dos genin. Ambos sacaron una espada con la intención de bloquear sus proyectiles y uno de ellos se cagó encima ahí mismo. La otra pareció sacar algo de valentía de algún lado y lanzarse a por él. Lanzó un shuriken con algún tipo de truco y Marrow se protegió con sus dagas, solo para descubrir que no había truco alguno y que el shuriken había fallado por mucho, clavandose en el suelo.

Pensó que se trataba del nerviosismo de una novata, pero su cuerpo volvió a paralizarse. Sin duda era cosa de esa chica, pero ¿cómo? ¿qué? ¿cuando? ¿Era el shuriken una distracción? Sin tener ni idea de donde venía la paralisis, era imposible que consiguiese liberarse por si solo. Solo le quedaba confiar en Ruhara y lo que fuese que planeaba. Si Jun se acercaba demasiado, se quemaría y en el momento mismo en que pudiese moverse, una cola se estamparía contra ella.

Sin decir nada, con un leve chapoteo, Ruhara apareció detrás de los genin. Tal y cómo había hecho su clon momentos antes, lanzó dos senbon, uno a cada uno de ellos mientras formulaba un sello con la otra mano.

Apenas un segundo más tarde, de su boca aparecería una bala de agua que saldría despedida con la fuerza de un cañón en dirección a Toshio. Había decidido ir a por él porque obviamente era el peligro más peligroso y no porque el desgraciado había visto a través de su tactica. Porque ante todo, ella era una chica racional y nada impulsiva.

— ¡Traga agua, perro!

Rápidamente llevaría la mano al portaobjetos para prepararse para el siguiente ataque.

Ni siquiera los gritos de su compañera fueron suficiente como para sacar al herrero de su desesperación. El simple hecho de enfrentarse a un ser con el mismo chakra que aquellas bestias lo había hecho abandonar toda esperanza y empezar a retroceder, justo antes de que una fina, pero dolorosa aguja se clavase en su hombro.

¿Qu...? —No llegó ni a terminar de hablar, antes de ser impactado por una fuerte explosión de agua en su espalda.

El chico voló unos pocos metros hacia adelante, sin control, tragándose el barro al caer mientras se veía arrastrado por la inercia. Apenas se detuvo, se apresuró a quitarse la aguja del hombro, por si se trataba de algún tipo de arma envenenada. Luego, aturdido, empezó a levantarse, poniéndose de rodillas mientras tosía y miraba a su alrededor. El ataque de Ruhara lo había acercado a Marrow. ¡Estaba en peligro! ¡Estaba...!

«¿Paralizado...?

¿Marrow estaba paralizado? ¿Jun lo había conseguido paralizar? Entonces no era invencible. No era inmortal era... humano, como él. Podían ganar. ¡Podían ganar! El chico sonrió, algo más confiado.

— Gracias por el chapuzón. Necesitaba enfriarme un poco. —Dijo desde allí, recuperándose todavía del pedazo de golpetazo que había recibido.

Mientras tanto, una aguja flotaba bajo el agua, cargada de chakra.

El sencillo plan de Jun, nuevamente, había funcionado. Le sorprendía un poco saber que su técnica no era tan común y que nadie se esperaba lo que hacía, incluso contra uno de los Generales de Kurama. Le brindaba un poco más de confianza saber eso, quizá podía seguir jugando con esa carta a su favor.

Debía aprovechar la ventana de tener al huesudo quieto, incluso si luego de hacerle daño se movía y le atacara. No quería dejarlo estar, después de todo, entre esas dos personas se habían cargado a todos los que estaban peleando contra ellos. Si podía contenerlo y por lo menos lograr mermarlo un poco, sabía que podía haber aún un poco más de luz en esa batalla.

Fue corriendo, directo a clavarle la kodachi en todo el pecho como de a lugar. El problema no era clavarle la espada, ya que quieto era una presa fácil. Sino que, cuando lo hizo y estuvo lo suficientemente cerca, sintió que algo le quemaba. Esa rara capa de chakra le hizo daño, cosa que habilitó a Marrow a salir de su estado y poder atacarla. No solo no esperó que use una de sus colas para atacarle, tampoco se esperó un pequeño filo que le pegó en la espalda, agarrándola doblemente por sorpresa.

Que tan solo todo eso haya pasado en un breve momento, le hizo pegar un grito del dolor.

Arremetida por el poder de la bestia, notó que Toshio también había recibido un ataque y lo dejó cerca de ella. Ahora, solo le quedó mirarle a los ojos al peliblanco, escupir para un costado y recomponerse como podía.

—Te voy a meter esa cola por donde no te quepa.

Colocó su arma en su axila para sostenerla y realizo un sello manual. La sombra se empezó a extender en un área grande, intentando cubrir el espacio de la pelea. Si su plan salía bien, podía anclar tanto a Ruhara como a Marrow.

Aquella extraña muchacha se lanzó hacia él como había esperado. Dandole la espalda a Ruhara, que no decepcionó y atacó a ambos ninjas, lanzando al pelirrojo a tomar por culo. La chica buscó apuñalarle ignorando a su compañera y en cuanto sintió la hoja atravesando la capa y su piel, su cola reaccionó, apartandola de un golpetazo.

Antes de que pudiese reaccionar, la chica hizo otro sello y su sombra se dividió en dos antinaturalmente juntandose con la de Marrow y buscando a Ruhara. La paralisis esta vez duró un suspiro. En cuanto el general se resistió, la paralisis se deshizo por completo y aprovechó para saltar a por ella. Cargó chakra en una mano mientras con la otra agarraba el brazo de la amejin, tenía que asegurar el golpe. Dibujó con sus dedos un tajo en diagonal directo al pecho de la genin y de ellos salió una cuchilla de aire que avanzaría con la intención de destruir.

El rostro de Marrow ni se inmutó de nuevo, estaba calmado, más de lo que debería.

El ataque de Ruhara impactó de lleno. Todos sus ataques. Era como la nabidad para ella. Sonrió, pero, sin embargo, el pelirrojo se levantó. Cambió su sonrisa por una mueca molesta. Sin dar ni un segundo pensamiento, sacó otros dos shurikens y se los lanzó al chico. De inmediato, empezó a hacer sellos. Abrió la boca como si fuese a lanzar otra bala de cañón hacia la amejin que estaba peleandose con Marrow, pero nada salió de su boca.

De hecho, había hecho más sellos que antes. Claro que Toshio no había visto los sellos de la anterior. No hubo ningún movimiento extraño en el agua, sino que los uno de los shuriken que iban hacia Toshio creció de forma antinatural, volviendose Dai Shuriken (25 PV/corte superficial, 40 PV/corte, 65 PV/impacto). Justo debajo de este iba un shuriken normal. Ruhara empezaba a notar el agotamiento de llevar sin parar de combatir durante lo que parecían horas. ¿A cuantos de estos animales había dado muerte ya? ¿Llevaban tres de los ninjas más fuertes? Solo faltaba que apareciese Shiten o la manca psicopata para hacer de guinda del pastel. Si la sombra de Jun llegaba a ella, la paralizaría, pues no estaba ni prestando atención.

Centró su mirada en el pelirrojo, esperando que se quedase en el suelo como para siempre y la dejase respirar de una vez.

Y Toshio lo vio claro. Lo vio en el momento y no hubo una sola duda en su corazón. La situación se había alineado frente a él de una forma tan perfecta que casi parecía que todo había sucedido a propósito. Jun había intentado paralizar a Marrow y a Ruhara, pero Marrow se resistió sin ningún tipo de dificultad y fue a atacar a su compañera, mientras Ruhara le lanzó dos Shuriken directamente a él y entonces... Una se hizo más grande. Gigante. Enorme. Lo suficiente como para partir a la mitad a una persona normal fácilmente.

La sonrisa del herrero se ensanchó. La situación era perfecta y no duró un suspiro en aprovecharla, apuntando directamente a le enorme Dai Shuriken que se dirigía hacia él, haciendo que una pequeña senbon se dirigiese rauda contra la enorme estrella voladora, que se desvió directamente hacia Marrow, su único y verdadero objetivo, pues para matar a una criatura, usualmente bastaba con cortarle la cabeza...

... o en este caso el brazo, que tenía alzado para intentar cortar a Jun (25 PV/corte superficial, 40 PV/corte, 65 PV/impacto). Luego de ejecutar la técnica, el cansancio golpeó su cuerpo como una jodida bala de cañón. Ni siquiera se pudo mover para evitar la segunda shuriken que le golpeó en el estómago.

Era la tercera vez que intentaba paralizar a sus adversarios, no fue suficiente con las otras veces. Quizás ya era tomarles el pelo y Marrow no tardó mucho en demostrarlo. Jun ni a miró a sus espaldas, pues fue casi de inmediato que el peliblanco frente suya se zafó de su técnica.

Cada segundo era valioso en ese enfrentamiento y ella siempre se adaptó mejor a los combates con el paso del tiempo. Ni siquiera llegó a decir nada sobre lo que acababa de pasar, era evidente que ya había descubierto su truco. Tuvo que deshacer el sello inmediatamente— haciendo que su sombra vuelva a la normalidad y, obviamente, no llegara a impactar a Ruhara— y pegar un salto hacia atrás cuando el huesudo hizo lo propio, alejándose como pueda de él. Justo en el momento que había deshecho el sello, su kodachi, que estaba sosteniendo con la axila, cayó en el suelo.

Pero el chico no solo había saltado hacía ella sin más, sino que con una mano tenía dos dedos juntando chakra. Sabía que nada bueno podía salir de ahí. Ella no llegó ni a erguir su cuerpo cuando aterrizó del primer salto, sino que flexionó las rodillas para tomar impulso y nuevamente saltó pero hacia uno de sus laterales, esta vez con los brazos totalmente estirados y por encima de la cabeza, cosa de rodar por el suelo cuando aterrizase.

Si el roll le salía bien, el único problema que iba a tener era estar más llena de barro aún y sin su principal fuente de ataque.

En algún momento de toda esa secuencia, un Shuriken de tamaño anormal se había dirigido hacia su rival. Ella no tenía ni la más mínima idea de quien fue ni como fue, pero quizás eso le pudo haber ayudado un poco en todo.

Giró rápida su cabeza hacia la mujer de ojos verdes y le lanzó un senbon a su sombra, buscando su cuarto intento. Si acertaba, sabía que no le quedaban muchas oportunidades más, pues su chakra escaseaba, cosa que su cuerpo lo estaba sintiendo, y había perdido su arma principal.