Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Las peleas de entrenamiento se supone que duran poco, pero aquella había sido ridícula ya que Noemi no había hecho nada más que desenfundar su arma y ya había sido tumbada y apresada completamente imposibilitándola de hacer cualquier cosa en contra del Uchiha que se había tomado demasiadas libertades.
«Venga, para algo eres una jodida kunoichi. »Se dijo a sí misma como una especie de incentivo sin despegarle la mirada de los ojos al contrario que no parecía muy dispuesto a soltarla. Así que sin mediar palabra, la fémina eliminó la minúscula distancia entre ambos rostros para plantarle un beso en los labios al chico. No de una forma exagerada ni desesperada, fue más bien lento y delicado con cierta calidez.
¿Por qué? Ganarse al Uchiha era lo mejor que podía hacer, dicho sea de paso, él solo le había dado una buena oportunidad de hacerle aquello y por si fuera poco le daba cierta oportunidad adicional…
Estado de Noemi
—PV:
100/100
–
—CK:
110/110
–
Inventario:
Bandana ninja (Cintura)
Portaobjetos (Glúteo izquierdo)
Wakizashi x5 ((Una en diagonal en la espalda, dos en cruzadas en forma de X en la espalda baja y otras dos a cada lado de la cadera)
Había ganado. Había ganado y ahora tendría que reconocerlo. Después de todas las pullas, de las constantes muestras de superioridad, la había barrido al suelo y ahora no le quedaría más remedio que…
La madre que…
Le pilló tan de improviso que al principio ni siquiera pudo acompañar el beso. Le hubiese gustado decir que luego tampoco, que alguien como él no había caído en sus encantos. Que se había mantenido firme, inalterable, duro como el mejor de los shinobis y frío como el acero de un kunai. Pero Uchiha Haskoz era joven, y con las testosteronas revolucionadas, y eso hubiese sido la mentira más gorda que hubiese soltado por la boca.
¿Era por eso que estaba tan confiada? ¿El jutsu ultrasecreto que Haskoz había sospechado que poseía? Tenía que reconocer que, como arma, era de lo más contundente. Capaz de desarmar a un hombre al mismo tiempo que conseguía que le importase una mierda. Nunca había sentido nada igual.
Cuando al fin se separó, Noemi pudo ver que el sharingan había desaparecido de sus ojos, dejando al descubierto por primera vez unos iris del color de la miel. Tenía las mejillas coloradas y una sonrisilla nerviosa cruzaba su rostro.
Había sido su primer beso.
—B-bueno… —Estaba nervioso. Estaba nervioso y eso no le gustaba. ¿Cómo podía perder la calma de forma tan burda?—. Quizá no haya ganado yo, después de todo. Todo depende desde el punto de vista del que se mire. —Ni siquiera sabía si lo que acababa de soltar tenía sentido. De hecho, ahora que lo escuchaba en su cabeza, era la mayor tontería que había soltado en su vida. Pero, por algún extraño y misterioso motivo, su lengua se había paralizado de golpe. Al menos para hablar...
Estado de Haskoz
• PV:
135/150
–
• CK:
60/60
–
Sharingan activado
Inventario:
Hitai-ate [Cuello]
Portaobjetos [Lateral derecho de la espalda, a la altura de la cadera][9/10]
Bomba sonora x1 (Usada)
Bomba de humo x1
Bomba de luz x1 (Usada)
Hilo shinobi 1/3
Paquete de 15 makabishi x1
Kunai x1
Shuriken x3
Daño recibido
Daño causado
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Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Ni bien efectuó aquella acción suponía que podría liberarse, pero en su lugar había logrado algo bastante curioso y extraño, en lugar de soltarla se mantenía firme y puede que más que antes lo que sorprendió enormemente a la joven que le miró estupefacta en el momento en que se separaron y… Fue porque él lo quiso, ella casi no tenía movilidad aun.
Pero aquella estúpida mirada de la rubia se borraría en el mismo instante en que notó la ausencia del sharingan, ahora sí podía apreciar el color natural de aquellos ojos que se habían mostrado rojos todo ese tiempo lo que significaba que mínimamente se había cargado toda la concentración ajena y eso le generó una placentera sensación que la hizo sonreír con cierta malicia.
—Dime entonces, ¿qué es lo que ves desde tu ángulo? —Soltó juguetona tras lo cual aprovechó para echarle su aliento en cara en un intento por alimentar ese nerviosismo que percibía.
«A ver cuándo me sueltas. »Pensaba mientras se mantenía a la expectativa allí abajo del chico. Aunque considerando su exageradamente alta autoestima, no podía culparle de mantenerse sobre ella. [p=lime]Ha de estar demasiado cómodo y tampoco puede quejarse de la vista.
—Dime entonces, ¿qué es lo que ves desde tu ángulo?
Madre Izanami, dame fuerzas... Porque esta tía va a acabar conmigo.
—Muchas cosas —respondió, todavía acalorado—. Y todas ellas me gustan.
Como el oso tras probar la miel, Haskoz no pudo resistirse a la tentación de probarla de nuevo. Esta vez fue él quien se inclinó, rozando sus labios contra los suyos, acariciándolos… mordiéndolos. Cuando se quiso dar cuenta ya estaba besándola apasionadamente. Poco a poco, sus manos fueron bajando, liberando la presa que mantenía sobre las muñecas de ella y descendiendo por sus brazos, por cada curva de su torso, por sus caderas…
¿Cómo había terminado así de manera tan fácil? Un molesto zumbido en su mente le decía que no se relajase tan rápidamente. Que aquello era una trampa, un embuste para pillarle con la guardia baja. Aplastó aquella mosca tan molesta con todo el peso de un elefante. Acababa de descubrir un mundo nuevo. Un mundo maravilloso, de nuevos colores, matices y sabores. ¿Qué le importaba a él que fuese un engaño?
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Según los cálculos de la rubia, ella ya tendría que estar libre hacía rato ya, pero en su lugar el chico se había quedado completamente embobado y de una manera u otra se lo tenía que sacar, fue por ello que decidió soltarle alguna que otra pregunta provocativa, sin lugar a dudas, pero que fuese suficiente para despertarlo.
Pero así y todo el chico tenía reacciones no planeadas, ese segundo beso la tomó completamente desprevenida, lo que no significaba que fuese a ceder ante él, por el contrario simplemente se dejó llevar y correspondió en medida de lo posible moviendo suavemente sus labios también. Pero hubo un extra que la hizo esbozar una sonrisa, aunque esta fuese apenas visible por lo que estaban haciendo aquellos dos. «Suficiente premio por hoy. »Pensó justo antes de actuar.
Al tener ambas manos libres y siendo que el de cabellos blancos estaba tan perdido en la lujuria, Noemi aprovechó para abrazarle simulando seguir con aquello pero empujándole a la vez con la intención de cambiar las posiciones.
Así fue como la chica terminó tomando el mando de la situación y una vez encima del contrario se separó, le sonrió y tras hacer a un lado su cabellera con su diestra, tomó asiento sobre la cadera del Uchiha y desenfundó la otra espada que tenía amarrada a la espalda para apuntarla al rostro de aquel que se encontraba bajo su poder.
—Y así fue como el Uchiha fue asesinado por dejarse seducir. —Soltó burlona clavando la katana en el piso, justo a un lado de la cabeza del chico. Estaba seria, casi como si se tratase de una madre regañando a su hijo, pero pronto cambiaría su rostro por uno algo más alegre. —¿Qué tal? ¿Te gustó? —Preguntaría divertida sin mostrarse dispuesta a levantarse.
16/01/2017, 03:04 (Última modificación: 16/01/2017, 03:06 por Uchiha Datsue.)
Bajo los cerezos del jardín más famoso de Uzushiogakure, en plena plaza de entrenamiento y ante la vista de cualquier curioso entrometido, los besos y caricias de aquellos jóvenes ninja continuaron, subiendo incluso de tono. De pronto, ella tomó el mando y se colocó arriba. El Uchiha estaba en pleno éxtasis. Si alguien le hubiese pedido mover una piedra de una tonelada con sus propias manos, él se hubiese reido en su cara y hubiese movido la montaña entera sobre la que reposaba. Sintió que el corazón cabalgaba desbocado bajo su pecho, que el fuego de Amateratsu recorría sus venas, que sus pantalones le asfixiaban, que…
… que el frío acero de una katana acariciaba su barbilla, haciendo que un escalofrío repentino recorriese su espina dorsal.
—Y así fue como el Uchiha fue asesinado por dejarse seducir.
Engañado, humillado, usado… Esas y muchas otros términos podría haber empleado Haskoz, pero en realidad no se sentía tan mal como podía esperarse. ¿Qué le había engañado? Por supuesto, y bien que había disfrutado él en el proceso. No tenía motivo alguno para quejarse, si acaso su orgullo estaba, por decirlo de alguna forma, escocido.
Tampoco podía negar que no estaba muy contento con el cambio de tornas que se había dado tan repentinamente, quitándole la miel de los labios justo cuando acababa de saborearla por primera vez.
—¿Qué tal? ¿Te gustó?
La katana había pasado a clavarse a escasos centímetros de su rostro, en el suelo.
—Sí —negarlo a aquellas alturas era absurdo e infantil, y suficientemente mal había quedado ya—. Salvo la parte en la que todo era un truco para ganar, claro. Esa parte me ha dejado un regusto amargo en la boca, no te lo voy a negar —respondió, algo molesto, pero sin hacer todavía el menor indicio a levantarse o quitársela de encima.
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Se lo podría haber cargado allí mismo, pero también era cierto que el peliblanco de haberlo deseado podría haber hecho lo mismo en el instante en que la embistió, pero qué más daba, el gustito de la victoria no se le negaba a nadie y menos a una Sakamoto que lucharía hasta el último momento para lograr lo imposible de ser necesario. Como en este caso, dar vuelta el tablero con un simple beso, o bueno, dos y algo subidos de tono para lo que un par de adolescentes deberían de conocer.
Pero las palabras del chico la hicieron fruncir claramente el ceño.
—. Salvo la parte en la que todo era un truco para ganar, claro. Esa parte me ha dejado un regusto amargo en la boca, no te lo voy a negar
Se quedó un momento en silencio, mirándole fijamente como si esperase a que agregase algo más pero tampoco se movió ni un milímetro así que tampoco tenía la chance de moverse. «¿En serio? »Pensó por un instante antes de suspirar pesadamente y volver a inclinarse hacia adelante y plantarle un nuevo beso, bastante más corto que los otros dos, sí, pero transmitía la misma calidez de siempre.
—¿Quién dice que solo fue eso? —Soltaría coqueta a una distancia casi despreciable para asegurarse de que sentiría todo su aliento en la cara. —Así que lo amargo te lo has impuesto solito. —Agregaría a secas antes de levantarse al fin aprovechando la katana como un soporte para ello.
Tras levantarse y liberar al Uchiha, la kunoichi tomó la katana y la guardó en su correspondiente vaina para luego tenderle una mano al chico por si quería ayuda para levantarse.
—¿Quieres ir a dar una vuelta o hacer algo? —Preguntó con una afable sonrisa dibujada mientras esperaba a que el de cabellos blancos se reincorporase.
Y su respiración se volvió a entrecortar cuando ella decidió responder a su queja con un tercer beso. Más corto y breve, sí, pero igual de cálido y húmedo. Era algo a lo que su cuerpo todavía no se había acostumbrado, por mucho que ya fuese la tercera vez en un lapso de tiempo tan corto. En realidad, Haskoz creía que estaba empeorando, como si fuese una droga de la que de pronto sintiese dependencia.
—¿Quién dice que solo fue eso? Así que lo amargo te lo has impuesto solito.
Entonces ella se levantó y su cuerpo ya sufrió la primera abstinencia de no tenerla cerca. Era una sensación que no sabía si le gustaba del todo. ¿Acaso era aquello lo que se sentía al enamorarse? No digas tonterías… Está claro que me gusta, pero… ¡Si apenas nos conocemos!
Iba a levantarse él solito, pero vio la mano de ella y consideró que hubiese sido un gesto muy feo rechazarla. Dejó que le impulsase hacia arriba y se levantó de un salto, y dio gracias a los Dioses de que la pequeña parte de su cuerpo que se había despertado con los dos primeros besos se hubiese vuelto a adormecer, cuando creyó que había sido vilmente utilizado. Bueno, tanto como vilmente… Ojalá me usaran así todas las veces.
—¿Quieres ir a dar una vuelta o hacer algo?
¿Hacer… algo? La propuesta sonó más indecente en sus oídos de lo que seguramente era.
—¡C-claro! —respondió, por primera vez en mucho tiempo no muy seguro de sí mismo. Siempre había creído que era un chico abierto y sin complejos, y para nada introvertido con las mujeres, pero ahora que tenía una primera cita con una… ¿Qué se suponía que debía hacer? Si hubiese sido un hombre, ya le hubiese puesto una zancadilla, o soltado alguna broma jocosa, o incluso hacerle la broma del pedo… Era lo que solían hacer los chicos, ¿no? Pero dudaba mucho que eso le gustase a alguien del género contrario. Especialmente aquello último—. Bueno, y, cuéntame —se obligó a empezar, dirigiéndose hacia donde había tirado la sudadera para volver a vestirla—. ¿Qué tal la nueva vida como ninja? Parece mentira que hace nada todavía estuviésemos en la academia, ¿verdad? —Su voz le sonaba rara al salir de su garganta. Como demasiado amable para lo que acostumbraba a salir de su boca.
Trató de no hacer caso a esa repentina inseguridad en sí mismo, y, sin ningún rumbo en concreto, encabezó el paseo por el Jardín de los Cerezos...
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El orgullo del chico tal vez le impediría aceptar la ayuda de la kunoichi que lo había dejado ridiculizado, o puede ser que aprovechase la situación para hacer una última maniobra extraña pero por suerte no fue así y simplemente se dejó ayudar para finalmente ponerse de pie sin problemas mayores.
Claro que ignoraba lo que la mente del peliblanco estaba maquinando, puede que la rubia fuese algo más inocente de lo que aparentaba pero realmente no se dio cuenta en ningún momento de lo malinterpretable de su oferta. Pero de todas formas siguió igual de alegre y mostrando seguridad en sus palabras.
Mientras el chico buscaba su sudadera, ella se tomó su tiempo para tomar la katana que había soltado momentos atrás y le deslizó una mano para sacarle algo de tierra que se le pudiera haber pegado antes de devolverla a su vaina y acercarse al Uchiha que dirigía la marcha.
—Pues… Todavía no he hecho nada distinto, aunque se me hace raro no tener que ir a la academia. —Respondió ubicándose a un lado de Haskoz. —¿Y a ti te cambió algo más? ¿Has hecho alguna misión ya? —Preguntaba algo entusiasmada mientras caminaba.
Lo que sí, no se detuvo a pensar la dirección, es decir, estaba siguiendo a su compañero pero no sabía a donde.
—Pues sí, joder. A mí también se me hace raro de narices —comentó, ante lo dicho por Noemi—. Y pensar que hace nada los chicos estábamos haciendo la votación ultrasecreta… ¡Lo recuerdo como si fuese ayer! —Nada más decirlo, se arrepintió. ¿Cómo se le ocurría mencionar aquello a una chica? ¡Y a Noemi, nada menos! Trató de cambiar rápidamente de tema, y aprovechó la pregunta que le había hecho sobre las misiones—. Ehm… Pues no. He oído sobre el tipo de misiones que mandan hacer a los novatos y… Prefiero hacer otro tipo de cosas, por el momento. Como pescar a chicas guapas y despistadas —añadió, con una media sonrisa.
Los jóvenes siguieron su camino, el cual, pese a que Haskoz todavía no sabía hacia dónde ir, conducía hacia la salida de los jardines. Durante el paseo, el Uchiha se fijó en que muchas parejas estaban sentadas sobre amplias mantas bajo algún árbol solitario. Las mismas parejas que había visto antes, cuando había entrado, pero que ahora le parecían muchas más. Tampoco hacían nada inusual. Lo mismo de siempre: una caricia aquí y allá; un beso furtivo; una risita tonta y nerviosa… Sin embargo, el peliblanco ya no veía aquellos gestos con los mismos ojos. Ahora eran un reto, una exigencia que se debía imponer a sí mismo para, por lo menos, estar a la altura de todos ellos.
Sitió una presión en el pecho. Eso de tener una cita era más duro de lo que hubiese podido imaginar en un primer momento. Eres Uchiha Haskoz. Pasaste dos años en el Bosque de Azur y saliste de una pieza y más cuerdo que la mayoría… ¡Así que ponle huevos y relájate, joder!
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Al final ambos coincidían, ambos se sentían extraños de no tener que ir a la academia a escuchar a algún maestro dándoles un sermón o una clase que seguramente no les serviría para nada en la vida y que otros seguro se terminarían olvidando en un momento complicado. De todas formas, algo ahí le quedó haciendo ruido a la rubia.
«¿Votación ultrasecreta? »Estuvo a nada de preguntar, ya había abierto la boca y todo pero el peliblanco al instante cambió el tema aprovechando una de las preguntas que le había formulado momentos atrás lo que la haría fruncir ligeramente el ceño.
—Bueno eh, nunca me imaginé que tuviese que ir con la guardia en alto dentro de la aldea. —Respondió cruzada de brazos sin dejar de avanzar.
Pero si el Uchiha se pensaba que la rubia olvidaría ese detalle tan fácilmente la llevaba clara.
Sin avisos ni nada por el estilo, Noemi dejó al contrario adelantarse unos pasos y prácticamente se le tiró encima para abrazarlo desde atrás y poder susurrarle al oído en un tono bastante bajo y hasta algo juguetón.
—¿De qué votación ultrasecreta hablabas? —Preguntaría aprovechando el momento para presionarse más contra la espalda ajena. —¿Me lo dirás?
Haskoz dejó escapar el aire por la nariz mientras sonreía, divertido, ante la indignación de Noemi por la pequeña trampa. El Uchiha, por otra parte, pensaba que no podía haber tenido más suerte en pescarla a ella. Cómo es ese dicho… ¿La suerte del novato?
Sin embargo, si creía que iba a salirse con la suya respecto al pequeño desliz cometido momentos antes, no podía estar más equivocado. Notó su presencia en la espalda justo antes de ser abrazado, y aunque por un momento su cuerpo dudó en reaccionar negativamente —quizá todavía no acostumbrado a que se le acercasen por la espalda sin malas intenciones—, al final su cabeza imperó en su decisión y se dejó cazar como si le hubiese pillado por sorpresa.
—¿De qué votación ultrasecreta hablabas? —Haskoz notó sus pechos, grandes y blandos, aplastarse todavía más contra su espalda. La mente se le nubló—. Me lo dirás?
—Bueno, pues… —carraspeó. ¿Debía contárselo? ¿Él, que siempre criticaba la traición, en cualquiera de sus formas? ¿Vender a sus compañeros, a sus camaradas, por un simple susurro al oído? ¿Por una mujer? Habían jurado no filtrar el resultado de la votación a ninguna chica, y por Izanami que iba a cumplirlo. Aunque… El resultado de la votación… Una laguna, un vacío legal del que podía aprovecharse para no traicionar el pacto de sangre, y, a la vez, darle a Noemi lo que quería. Sí. Sí, sí, sí. Lo que juramos todos fue no revelar el resultado de la votación, el RESULTADO—. Si te lo digo, tienes que jurarme que no se lo contarás a nadie. Ni siquiera a tu amiga más íntima —Haskoz había inclinado la cabeza hacia un lado para mirarla de reojo a los ojos. Ella pudo ver que había activado de nuevo el sharingan. Un dojutsu que aumentaba la percepción del usuario, y, por tanto, le permitía analizar mejor el lenguaje corporal de las personas. No era infalible, y el Uchiha apostaba a que se había tragado muchas mentiras incluso con él activado, pero necesitaba estar lo más seguro posible. Por mucho vacío legal del que se aprovechase, si se extendía el rumor de que iba contando secretos por ahí su reputación quedaría en entredicho—. ¿Lo harás?
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Empezaba a notar lo fácil que se le hacía manipular a aquel Uchiha lo cual le generaba un inmenso placer ya que lo interpretaba como un cumplido a su belleza, pero le faltaba aun, le faltaba puesto que la respuesta que le dieron no fue exactamente lo que quería y hasta condiciones le pusieron.
«Se supone que las condiciones las pongo yo. »Pensaba la rubia que se aguantaba las ganas de morderle con saña.
—. ¿Lo harás? —Preguntó el Uchiha tratando de mantener el contacto visual aun teniéndola a ella casi pegada a él, hasta se dio el lujo de apoyar su mentón en el hombro ajeno para soplarle despacio en la cara, más que nada para quitarle un poco aquella seriedad con la que le miraba.
—No le diré a nadie, lo juro. —Dijo con un tonito agradable antes de empujarle la cara con la propia para mayor confort propio. —Nadie se enterará, no por mí. —Agregó intentando convencerle presionándose un poco más.
«¿En qué andarían metidos esos tipos? »Se preguntaba la Sakamoto cuya respuesta ignoraba completamente, aunque era sabido que esos shinobis se reunían de vez en cuando después de clase o durante algunas prácticas que terminaban por saltarse.
Pero mientras buscaba alguna posibilidad, la chica recordó un momento bochornoso que pasó junto a sus compañeras de clase, esa bendita clase… «No me habrán visto ahogándome en esa clase de natación, ¿verdad? »Pensó por un instante en que su mirada cambió completamente y su semblante empalideció notablemente. «No, se supone que los chicos no tenían acceso durante nuestra clase. »Inconscientemente a medida que su instinto asesino afloraba, la kunoichi comenzó a apretar ambas manos contra el vientre del Uchiha, ignorando completamente si comenzaba a hacerle daño o no.
—No le diré a nadie, lo juro. —Vale. El sharingan desapareció de su vista y asintió. Joder, qué fácil me ha convencido. Me estoy volviendo un blando—. Nadie se enterará, no por mí —agregó, mientras pegaba el perfil de su cara contra la suya. Sintió un escalofrío en la mejilla, allí donde sintió el contacto de su piel. Era una sensación extraña, nueva para él, pero sin duda buena. Algo que, por supuesto, jamás admitiría frente a sus colegas de toda la vida. Después de todo, tenía una reputación que mantener.
Debió perderse demasiado en sus pensamientos, porque de pronto notó que Noemi le apretaba el estómago con las manos, como impaciente.
—Está bien, está bien. Te lo contaré... —se tomó unos segundos para pensar las palabras adecuadas—. Verás, quizá nunca hayas oído hablar de ello, pero en la academia hay una tradición que se ha ido pasando de generación en generación. Una tradición de chicos —matizó—, consistente en que, en la semana previa a la graduación, tenemos que hacer una votación para decidir a la... —a la más buenorra de clase—, a la chica más atractiva de clase.
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Noemi ni se había fijado en lo que estaba haciendo al Uchiha así que la tomó un tanto desprevenida que se apurase de esa forma, de paso bajó un poco la mirada y cayó en cuenta de lo que hizo así que le dejó de apretar el estómago para dedicarle algunas caricias.
—Perdón, perdón. —Dijo algo apenada y acompañando sus palabras con una risita nerviosa.
Las caricias fueron lo típico que se hace para “aliviarle” el dolor a un niño pequeño, sabía que no funcionaba pero lo hizo de todas formas como acto reflejo. Pero mientras lo hacía Haskoz siguió hablando, explicando algo de una supuesta tradición de alumnos del sexo masculino que dejaba algo pensativa a la rubia. «Hay que estar aburridos. »Pensaba en lo que seguía escuchando esa explicación de todo menos convincente. Hasta que finalmente lo dijo.
Una tradición de chicos —matizó—, consistente en que, en la semana previa a la graduación, tenemos que hacer una votación para decidir a la... —a la más buenorra de clase—, a la chica más atractiva de clase.
—¿Qué? —Fue lo primero que le salió estando ya estupefacta. Incluso se frenó en seco casi obligando al chico a hacerlo también. —¿Solo eso? ¡Es obvio que iban a votar a Eri y a mí! —Agregó separándose de golpe del chico para tomarlo por los hombros y obligarlo a darse la vuelta para mirarle cara a cara. —¿En serio tanto secretismo por esa estupidez? —Finalizó, incapaz de entender el razonamiento de sus compañeros.
Y es que en serio, no lo entendía, era obvio que los chicos estaban con esas si hasta los habían escuchado infinidad de veces hablando de alguna que otra, incluso hablando mal de las demás kunoichis. Pero se ve que ellos se creían sumamente discretos.
—La mitad de las cosas que hablaban las sabemos todas las de la promoción, algunos de tus amigos son bastante boca floja, por si no te enteras.
Lo que no quita que eso de la votación si era algo que desconocían al menos la mayoría.