Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Esperaba pacientemente la respuesta del peliblanco para convencerse a sí misma de que sus pasatiempos eran extraños e incluso aburridos como él mismo había afirmado, pero no.
—Pues me gustaba ir a la academia, la verdad. Especialmente cuando hacíamos pellas. —Aquella como única respuesta casi hace reír a Noemi a carcajada limpia, significaba que el chico extrañaba encontrarse con todos los demás en la academia y recibir sermones de aquellos profesores que nunca en la vida se llegaron a ver en el campo de batalla ni nada por el estilo. «Tiene que estar de broma. »Fue lo primero que pensó al borde de la risa, pero el Uchiha en ese momento prosiguió hablando.
No uno, ni dos, infinidad de pasatiempos que lentamente fueron cambiando la expresión de la kunoichi hasta un punto en el que su mirada se veía un tanto vacía, no porque algo le hubiese caído mal ni mucho menos, más bien porque la había tomado completamente desapercibida el hecho de que hubiesen tantos pasatiempos diferentes y realmente, no podía ir y decirle “son aburridos” ni nada por el estilo, no por respeto a los gustos ajenos sino porque algunos los catalogaba como parte del entrenamiento, no físico pero sí que serviría en una pelea saber un par de estrategias aleatorias. Respecto de los juegos de mesa tampoco quería opinar porque como dijera algo estaría cuestionando a su propio padre y eso para ella era un tabú.
—Que va… —Dijo casi susurrando en lo que se daba media vuelta para volver a cruzarse los brazos y mirar ligeramente hacia arriba. —Puede que mis pasatiempos si sean aburridos. —Hizo una ligera pausa para suspirar, tras lo cual la kunoichi se volteó de golpe y le miró con el ceño fruncido y las manos en la cadera nuevamente. —¡Pero no significa que no valgan la pena! —Y con eso se esperaba haber dejado bien claro el mensaje al Uchiha.
«No voy a dejar de ocuparme de mi cabello o mi piel solo porque digan que son pasatiempos aburridos, que luego me echaré a menos como otras que me conozco. »Y nada ni nadie lograría sacarle esa idea de la cabeza.
—Que va…—Dijo casi susurrando en lo que se daba media vuelta para volver a cruzarse los brazos y mirar ligeramente hacia arriba—. Puede que mis pasatiempos si sean aburridos. —Hizo una ligera pausa para suspirar, tras lo cual la kunoichi se volteó de golpe y le miró con el ceño fruncido y las manos en la cadera nuevamente. —¡Pero no significa que no valgan la pena!
Haskoz enseñó las palmas de las manos, alzándolas a la defensiva.
—¡Yo no dije eso! —se excusó, si bien, de una forma indirecta, o quizá no tan indirecta, sí lo había hecho—. Solo que… —a ver como salgo yo ahora de este atolladero—. Si en realidad me parece muy… —Muy qué, listo. Muy QUÉ—. Bueno, ¿vamos a por esa comida? —Optó por solucionar sus problemas por la vía corta: yéndose por las ramas y cambiando de tema—. ¡Conozco un puesto donde sirven unos dangos con caramelo que están de vicio! —exclamó, encabezando la marcha y siendo él esta vez quien la tomase de la mano...
Esperaba que con aquello fuese suficiente…
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«Claro que no. »Dijo en su cabeza para luego darse la vuelta con una mueca en el rostro que dejaba en evidencia la frustración que sentía en ese momento. La habían callado por primera vez en años, aunque no con eso de que no valiera la pena.
—Algún día verás… —Susurró para sí misma ignorando totalmente la posición de su interlocutor.
Frustración era lo que sentía, pero no lo diría ni nada por el estilo, ni siquiera se molestaría en indagar en aquella frase incompleta porque sabía bien lo que iba a decir así que le gruñó levemente para indicarle que lo mejor era callarse. Por suerte, fuese o no necesario ese gruñido, el Uchiha soltó un par de comentarios desviando totalmente el tema de conversación y comenzó a caminar, lo que la tomó desprevenida así que se vio obligada a dar un par de pasos rápidos para alcanzarle.
—Bien. —Respondió a secas posicionándose a un lado del contrario.
Por un instante la rubia se planteó la idea de saltarle encima por la espalda, obligarle a llevarla a caballito para demostrar lo mucho que valían sus pasatiempos pero las telas de los ropajes de ambos no le permitirían a él sentir la suavidad de la piel de la chica así que era completamente inútil.
Mientras caminaban, Noemi iba recordando infinidad de cosas que habían pasado en las clases, entre ellas el momento de graduación en que todos estaban allí, la mayoría con sus padres o familiares pero no recordaba absolutamente nada de los de aquel que la acompañaba.
—Por cierto… —Hizo una ligera pausa. —No recuerdo haber visto a tus padres el día de la graduación, ¿estaban de viaje o algo? —Preguntó la muy ignorante y carente de tacto.
En la cabeza de la Sakamoto no entraba la posibilidad de que el chico fuese un huérfano, para colmo no conocía la historia de vida de prácticamente nadie por muy cercano que fuese, después de todo es una estúpida que se centra en su cabello y su piel. Así que sería justificado que se llevase un golpe o al menos un insulto por ello.
La escuchó mascullar algo, sin ser capaz de entenderla, pero pareció que, por suerte para él, Noemi había dejado pasar el tema. El Uchiha suspiró, aliviado, mientras giraba a la derecha en el primer cruce con el que se encontraban. No tardaron en ver el puesto de dangos al que se refería Haskoz, colocado cerca del Jardín de los Cerezos seguramente para captar todo el público que iba a pasar allí el día. De hecho, el Uchiha creía que no estaba más cerca porque no podía: tener puestos dentro del jardín estaba prohibido. Una ley que debería imitar el resto de países subdesarrollados, opinaba él. Especialmente el País del Bosque… Menudos bárbaros están hechos, construyendo hasta casas en medio del bosque.
—Por cierto… —La voz de Noemi le sacó de su ensimismamiento—. No recuerdo haber visto a tus padres el día de la graduación, ¿estaban de viaje o algo?
El Uchiha esbozó una sonrisa triste.
—Algo así… En un viaje sin vuelta —alzó la vista al cielo, y por un momento dejó que su mirada se perdiese entre las nubes—. Me dijeron que mi padre murió antes de que yo naciese —continuó, repitiendo la misma explicación que había dado tantas y tantas veces—, en alguna misión para la aldea. Tampoco llegué a conocer a mi madre. —No añadió nada más sobre ella—. Y no hace falta que digas las palabras típicas de consuelo —se apresuró a decir, sabiendo lo que solía venir—. Uzu ha sido tan buena familia para mí como cualquier otra que hubiese podido tener...
»¿Y tú qué? —preguntó, intrigado, o quizá para no hablar más del tema—. Tienes una familia numerosa, ¿no? ¿En serio toda aquella tropa que vino a verte eran tus hermanos y hermanas?
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Había un puesto de dangos a la vista, lo conocía de vista pero nunca entró en él, aunque tampoco podía asegurar que fuese justo al que el peliblanco se refería así que se dedicó a seguirle mientras mantenían aquella conversación que para bien o para mal, Noemi terminaría por dirigir por malos terrenos.
—Este… —Ni bien comenzara a hablar se vería interrumpida, por un deseo más que otra cosa.
—. Y no hace falta que digas las palabras típicas de consuelo —Lo que podía deducir la kunoichi era que él se esperaba que dijera algo como “Lo siento” o algo por el estilo, pero no era justamente lo que iba a decir. Su falta de tacto venía de varias formas, lo de dar consuelo gratuito a alguien formaba parte del paquete.
Pero a veces lo mejor era callarse, por eso prefirió dejarle hablar en lugar de seguir lo que pensaba decir. «No puedo lamentar algo que no he experimentado. »Lo único que podía decir era que en cierto punto lamentaba el haber preguntado, pero por otra parte, el dinero de su familia podría llegar a ser un factor considerable si es que ella al menos lograba su cometido, caso contrario, no podría ayudarle en lo más mínimo.
»¿Y tú qué? —preguntó, intrigado, o quizá para no hablar más del tema—. Tienes una familia numerosa, ¿no? ¿En serio toda aquella tropa que vino a verte eran tus hermanos y hermanas?
Ante aquello lo primero que hizo la Sakamoto fue rascarse ajetreada la nuca. «¿Tengo que responder? »Lamentablemente, la respuesta a esa pregunta era un sí.
—Sí, todos ellos parientes y muchos otros se quedaron en casa. —Diría no muy feliz al respecto. —No es que me lleve mal con ellos ni nada, pero a veces es molesto tener tanta familia cerca. —Agregaría recordando los mil y un conflictos internos del interior de la residencia Sakamoto. Pero estar frente a un huérfano le daba cierta idea que le interesaba.
—No tienes padres dijiste, ¿vives con algún pariente o te has quedado solo? —De nuevo, falta de tacto.
«Seguramente tenga que compensarle de alguna forma por las preguntas, digo, para que no se piense que soy una bruta sin más. »
Shinobi y kunoichi se quedaron a las puertas del pequeño puesto de dangos, enfrascados de pronto en un nuevo tema de conversación del que Noemi parecía estar muy interesada. Al menos, la cosa estaba yendo mejor que con los otros dos.
—Sí, todos ellos parientes y muchos otros se quedaron en casa.
¿Y todavía más en casa? Por los Dioses, ¡tiene más familiares que años la Uzukage! A Haskoz no le pasó desapercibido el leve tono de fastidio que dijo al comentarlo, como si no estuviese contenta con el hecho de tener una familia tan numerosa. Segundos más tarde, Noemi puso voz a sus pensamientos.
Alguien —un huérfano como él, por ejemplo—, hubiese podido decir que era mucho mejor tener que soportar la a veces excesiva presencia de la familia que tener que lidiar con su eterna ausencia. Pero él no era ese tipo de huérfano. Nunca lo había sido.
—No tienes padres dijiste, ¿vives con algún pariente o te has quedado solo?
—Solo —como la contestación le había salido más corta y seca de lo que hubiese pretendido, se obligó a darle una mayor explicación—. Viví hasta los diez años en un orfanato. Luego, como las habitaciones escaseaban y tenían que dar entrada a más niños y bebés que habían quedado sin nadie que les cuidase, me apunté a la academia y me dieron un piso de bajo coste. Un piso social, le llaman. En realidad no tuve que pagar nada hasta ahora. Se supone que ahora que me gradué me llegará a final de mes mi primera factura. —Solo de pensarlo ya se deprimía—. Luego fui raptado por una antigua cuidadora del orfanato —lo dijo como si tal cosa, con el mismo tono que hubiese empleado para contarle cualquier otra banalidad—. Una furcia, eso es lo que era. Creo que quería venderme, a mí y al resto de chavales que se llevó consigo. Al final nuestros ANBU la acorralaron en el Bosque de Azur, un lugar misterioso y emblemático del País de la Lluvia —aclaró, por si Noemi no lo conocía—. La gente que se adentra demasiado, vuelve loca y sin memoria. Eso si vuelven. Yo creo que solo perdí la memoria… o eso dicen los psiquiatras —añadió, soltando una risita—. Cuando al fin volví aquí pues… Bueno, me apunté de nuevo a la academia, me dieron un piso parecido con las mismas condiciones y, en definitiva, estuve viviendo solo desde entonces.
»No me importaría si alguna vez vinieses a hacerme compañía, ya que estás tan cansada de tanta familia cerca —añadió, socarrón—. La calefacción se ha estropeado y estoy pasando unas noches muy frías —dijo, simulando un escalofrío.
Obviamente, solo lo había dicho para darle pena. La calefacción funcionaba perfectamente.
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No se esperaba una respuesta tan jodidamente seca como la que se había sacado, pero le servía puesto que respondía perfectamente a la pregunta. «Interesante… »Era lo único que logró decir en su cabeza cuando el de cabellos blancos decidió extender un poco más su respuesta. Probablemente para no quedar ‘mal’ por haber soltado solo una palabrita de nada.
La rubia se mantuvo en absoluto silencio, escuchando el relato completo con toda la atención posible aunque su mente corta de ideas no llegaba a registrarlo absolutamente todo, pero al menos lo necesario sí. «Entonces, vive solo después de mil mierdas y de un paseo por el bosque de Azur… ¿Pero por qué mierda se los llevó allí? »De cualquier forma, no le iban a responder nunca esa pregunta, primero y principal porque no la hizo en voz alta.
Pero bien que antes el Uchiha había dejado en claro que no le gustaban esas palabras típicas de aliento que suelen soltarse a personas que no la pasaron bien, y aferrándose a ese deseo la kunoichi sencillamente dejó todo el relato sin ninguna respuesta a excepción de lo último que seguramente sería algún tipo de indirecta de las que ella sí que pillaba rápido.
—Hey, ¿no te parece que vas muy rápido? —Diría con una sonrisa de medio lado. —Aunque de todas formas puedo pasar a visitarte de vez en cuando, sin encamarnos, claro. —Agregó girándose para mirar el local de dangos de frente. —Tú pide primero.
Sin intención de darle chances de escaparse, Noemi se aferró al brazo del Uchiha de forma que su busto se presionase contra la extremidad captiva. Algo así como lo que haría una novia posesiva con su chico, cosa que todas tengan en claro que el chico es “suyo”, aunque entre estos dos no había nada dicho en realidad.
El Uchiha rio con fuerza ante la broma —o quizá no tan broma— de Noemi respecto a las condiciones de sus posibles visitas a su apartamento.
—Claro, claro… No sé tú, pero yo pienso llegar virgen al matrimonio —bromeó, aunque lo dijo de forma tan convencida y seria que más bien parecía un juramento con los Dioses.
Entonces Noemi le apresó el brazo, e intencionadamente o no aplastó sus pechos contra su extremidad. La testosterona colapsó sus venas y el pulso se le aceleró sin remedio. Madre Izanami, con lo duro que yo me creía y lo blando en que me estoy convirtiendo. Aunque cierta parte de su cuerpo no opinaba lo mismo…
… Trató de pensar en otra cosa, en cualquier cosa que le distrajese de aquello, para no hacer el ridículo en pleno público. Fue entonces cuando la voz de Noemi acudió de nuevo a sus oídos:
—Tú pide primero.
—Voy. —Ya en el mostrador se veían una buena variedad de dangos: Ankos; Bocchan dango, que eran de tres colores; Chadango, que eran los que sabían a té verde; Hanami dango, que eran los típicos que se tomaban cuando florecían los cerezos, pero que a Haskoz no le gustaban demasiado; y Mitarashis—. A mí póngame un mitarashi —pidió a la mujer, vieja y con el pelo recogido en un simple moño. La anciana sonrió y tomó un palillo con tres bolitas de dango ya clavadas, y entonces lo sumergió en un pequeño tanque de sirope. Dio un par de vueltas al palillo y lo sacó chorreando, para luego dejarlo encima de un pequeño trocito de cartón y entregárselo a Haskoz.
—¿Y para la joven dama? —preguntó, con voz tierna.
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—Claro, claro… No sé tú, pero yo pienso llegar virgen al matrimonio —¿Había una frase que le pudiese sentar peor a Noemi? Es decir, lo que necesitaba hacer según lo que su padre le había enseñado iba –por así decirlo- en contra de lo dicho por el Uchiha, después de todo tenía que comenzar a hacer “eso” ni bien pudiera… Pero sí jugaba sus cartas correctamente tal vez podría lograrlo de todas formas.
Aun así, el de cabellos blancos no se enteraría de nada de esto, como mucho el chasquido de lengua de la chica pero nada más y de todas formas ella no le diría absolutamente nada, no le convenía en lo más mínimo.
Por suerte para ella, el contrario se dejó arrastrar hasta el interior del local y accedió al pedido de la menor. «Espero que no se me vaya ahí abajo. »Pensó por un instante al ver los dangos que su acompañante se había pedido, lo que la hacía dudar un poco de si pedirse exactamente lo mismo como había pensado hacer o si pedir alguna otra cosa, pero ahí entraba en juego el desconocimiento de la princesa criada en casa que ni de dangos sabía.
—Lo mismo, por favor. —Diría con tonada alegre y una sonrisa del mismo calibre.
«Supongo que tendría que empezar a deambular entre restaurantes y lugares así, no puede ser que no sepa de estas cosas. »Se planteaba mientras esperaba pacientemente sus dulces. Aunque había olvidado completamente el soltarse del brazo del chico así que hasta que le dieran su orden el Uchiha tendrá que aguantarse la calidez del cuerpo de la fémina.
La anciana repitió el mismo proceso que con Haskoz, ofreciéndole a Noemi un idéntico palito con tres dangos atravesados y bañados en una especie de caramelo. Todo sobre un trocito de cartón para que el líquido no fuese cayendo por el suelo.
El Uchiha ya estaba buscando sitio para sentarse —cosa fácil, pues las pocas mesas que componían aquel puesto de dangos se encontraban vacías—, y había decidido que el mejor sitio era una mesa que estaba junto a una ventana, con vistas al Jardín de los Cerezos, cuando alguien surgió de pronto de la puerta que había tras la barra.
—¡Abuela! —Era una cría de ocho años, con el símbolo de Uzushiogakure estampado en su camiseta, roja, y un pelo largo recogido en un moño, al igual que su abuela—. ¡Dijiste que me avisarías cuando entrasen nuevos clientes! —gritó con voz estridente, hecha una furia.
—Oh, se me olvidó, tesoro —la niña hizo caso omiso de las explicaciones de la abuela, tomando una gran copa de cristal que había tras la barra—. Pero por favor, no empieces a molestar a los pobres chicos con tus experimentos raros con helados…
—No son helados, abuela. ¡Son granizados! Y algo tendremos que cambiar si queremos atraer a nuevos clientes… ¡Evolucionar o morir, abuela! ¡Evolucionar o morir!
La abuela se quedó, por un momento, perpleja.
—Evolucionar o… ¿Quién te ha metido esa frase en la cabeza?
Pero la nieta no la escuchaba. Había corrido hacia una especie de tanque de cristal, en cuyo interior había un líquido amarillo, y se apresuró a colocar la copa bajo lo que parecía un grifo que salía del cristal. Apretó un botón y un líquido espeso y en parte congelado empezó a rellenar la copa. Cuando estuvo a media altura, la niña pasó el vaso hacia la abertura de otro pequeño tanque de cristal, y esta vez el líquido que cayó era de un color rosado.
Una vez lleno —quedando el líquido amarillo abajo y el rosa arriba—, realizó un pequeño corte sobre una fresa y la colocó en el borde del vaso. Finalmente, le puso dos pajitas largas.
—¡Kunoichi-san, shinobi-san, por favor, aceptad mi granizado como obsequio! —exclamó, ni corta ni perezosa, mientras hacía una profunda reverencia—. ¡Por favor, solo os pido que me digáis vuestra opinión a cambio!
Vaya con la niña, no pudo evitar pensar, mientras esbozaba una sonrisa de forma inconsciente. Atrevida y con carácter, como toda buena Uzureña.
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El pedido de la rubia llevó tanto tiempo como el del Uchiha por lo que casi al instante ambos ya tenían sus dangos en mano sobre un trozo de cartón y se podrían retirar, no sin antes pagar, y sin ningún tipo de contratiempos.
—¿Cuánto le deb…? —No lograría terminar la frase que una voz sumamente aguda la interrumpiría.
Se trataba de una niña, la nieta de la anciana que les había atendido y luego de algo así como un problema familiar, la menor comenzó a llenar una copa con alguna cosa rara que según la abuela era algo así como un experimento, lo que no le daba demasiada seguridad a la rubia ya que podría ocurrir absolutamente cualquier cosa si llegaba a consumir semejante cosa.
—Este… —Soltó apenas dubitativa, pero podría decirse que ya era muy tarde para negarse o lo que sea que ya tenían el raspado con bombillas.
«Bien, lo único que me faltaba era que tuvieran forma de corazones. »Pensó al ver lo que la menor les había preparado sin ninguna consulta ni nada por el estilo. Hubiese sido bastante extraño si justo se trataba de un par de hermanos, los que ahora se verían obligados a beber de la misma copa.
—Supongo que no hará daño. —Respondió con una sonrisa nerviosa antes de soltarse del brazo del Uchiha finalmente y tomar la copa con la otra mano.
Pero en el preciso momento en que ya tenía ambas manos ocupadas, una con sus dangos y la otra con el helado que les acababan de regalar, la kunoichi cayó en cuenta de que era ella la que tenía que pagar por todo y con las manos ocupadas no tenía muchas opciones más que mirar a su acompañante y pedirle a él que lo hiciera por ella.
—Tengo el dinero en el portaobjetos, Haskoz. —Dijo la rubia girándose un poco para dejarle a fácil acceso el portaobjetos que traía amarrado a la cintura.
Cuando Noemi tomó la copa, la niña frunció el ceño, como si de pronto se hubiese dado cuenta de una cosa.
—Ups, con la emoción se me ha olvidado hacer otra —se justificó, pasándose la mano por la nuca y sonriendo con vergüenza— . ¿Debería…?
Haskoz dio un paso atrás, lo justo para que Noemi no le viese, y fulminó con la mirada a la anciana. La abuela pareció captar el mensaje, porque en seguida dijo:
—Has puesto dos pajitas, ¿no? Pues ya está. Anda, ve a terminar los deberes —la apremió, dándole ligeros empujoncitos y conduciéndola hasta la puerta.
—Pero… ¡Abuela! —se quejó, tratando de resistirse— . Tú siempre me dices que beber del vaso de otro es una guarrería… —terminaron por oír Haskoz y Noemi, antes de que la abuela consiguiese acallarla cerrando la puerta tras de sí. Segundos después, volvió esbozando una sonrisa de disculpa.
Con todo aquel traqueteo, Haskoz casi no se había dado cuenta de que Noemi le había pedido que cogiese el dinero de su portaobjetos. Casi.
—No te preocupes, pago yo esta vez —se ofreció, sacando unas cuantas monedas sueltas del suyo. Una cosa era dejarse invitar en su primera cita, y otra muy distinta tener que pillar el dinero del propio bolsillo de Noemi para hacerlo. Podía parecer lo mismo, pero estaba seguro que aquello rompía con todas las normas de galantería y caballerosidad que de vez en cuando le habían tratado de enseñar en la academia—. Así quedas en deuda conmigo —añadió, guiñándole un ojo, y acercándose a la mesa que previamente había seleccionado como la mejor tras pagar, sentándose en un lado mientras esperaba a que Noemi le imitase.
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Sí Noemi debía decidir sí mandaba a la niña a preparar otro o no, definitivamente diría que no, puesto que en caso de que no tuviese buen sabor no tendría que aguantar tanto castigo al verse obligada a terminarse toda una copa ella sola. Aunque sí, en el caso opuesto seguramente terminaría por arrepentirse pero da igual, además que tiene que mantener la figura y comiendo tanto dulce definitivamente se le complicaría el hacerlo.
Pero justo cuando la rubia abrió la boca para hablar se le adelantaron, la anciana básicamente calló a la niña y la mandó a su habitación aunque no de mala manera y la kunoichi no pudo evitar fruncir el ceño perpleja por lo que estaba ocurriendo. Aunque tampoco veía a Haskoz a su lado ni delante suyo por lo que podía deducir que algo había hecho detrás suyo para lograr semejante cooperación de parte de la mujer de avanzada edad.
Y las sorpresas seguían, se suponía que ella pagaría puesto que había sido la que invitó al chico a venir en primer lugar —Aunque le dio la posibilidad de elegir el lugar— y de paso también le había dejado una muy buena oportunidad de tantear algo más que solo alguna que otra cosa dentro del portaobjetos de la chica, aunque esto último no lo hizo adrede. Lo importante era que Noemi casi no concebía lo que se gestaba a su alrededor y miró completamente extrañada al peliblanco que hasta le guiñó un ojo afirmando que se le quedaría debiendo. «Pero hombre, que en cuanto me suelte las manos te pago todo. »Pensó incapaz de entender la posible indirecta detrás de las palabras de su acompañante.
—Como quieras… —Soltó extrañada en lo que le veía dirigirse a una mesa y tomar asiento.
Tras ello, la kunoichi se acercó a la misma y dejó la copa en el centro de la mesa, los dangos a un lado justo delante de la silla que ella misma tomaría para quedar enfrentada al Uchiha y tomó asiento sin demasiadas ceremonias. Ahora, si el contrario pretendía parecer un caballero, probablemente la habría fastidiado al sentarse primero sin acomodarle la silla a la chica, pero ya daba igual, ambos tenían el trasero bien pegado a la silla que habían seleccionado.
—Buen provecho. —Diría con una sonrisa al chico antes de estirarse un poco tomando la bombilla que estaba de su lado para succionar un poco del contenido de la copa, esperando que el sabor fuese por lo menos agradable.
22/01/2017, 04:56 (Última modificación: 22/01/2017, 04:58 por Uchiha Datsue.)
Haskoz sabía —como la gran mayoría de chicos que alcanzaban cierta edad—, que hubiese sido de buen caballero esperar a que Noemi se sentase para él tomar asiento, o, incluso, retirarle la silla para que se pudiese sentar con comodidad. Y pese a que estaba tratando de comportarse, manteniendo ciertos protocolos e incluso invitándola, si algo no era el Uchiha, eso era un caballero. Así que mejor que Noemi lo viese tal y como era desde el principio a tener que fingir durante el resto de su vida —o de la relación, durase lo que durase—.
—Que aproveche —respondió Haskoz, llevándose el primer dango a la boca.
Como de pronto se acordó de algo, a punto estuvo de hablar con la boca llena, pero se contuvo en el último momento. Una cosa era no ser un caballero y otra ser un guarro. Cosa que era, de hecho, pero supuso que era mejor hacer una excepción con aquello y aparentar no serlo... al menos al principio.
—¿Has oído hablar de los Juegos que se van a celebrar este año en el Jardín de los Cerezos, durante el festival en honor a los Dioses? —preguntó, tras tragar la bolita, pues el Uchiha había visto el folleto de inscripción hacía tan solo un par de días—. Me preguntó qué nos tendrán preparado… ¿Te vas a apuntar?
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A final de cuentas tan caballeroso no parecía ser el chico, pero mucha importancia no le daría ya que el objetivo de la chica era de todo menos bueno si es que vamos al caso. Aunque visto desde otro ángulo podría decirse que ambos saldrían beneficiados. De todas formas, el chico en lugar de aprovechar que la rubia comenzaría con el raspado, decidió comenzar con los dangos.
Un par de sorbos después, la rubia dejó la bombilla y saboreó un poco lo que tenía en la boca, por fortuna no le había sabido nada mal así que no tendría problemas en terminárselo sola si es que hacía falta.
—Está bueno. —Comentó por si al Uchiha le interesaría su opinión y luego tomó el palillo con los dangos que, siendo sincera, nunca en su vida había probado.
Aunque tenía que admitir que no tenía idea de cómo haría para comerse eso considerando la cantidad de caramelo que se escurría de los mismos sobre el cartón. Que fue justo cuando el otro empezó a hablar, algo sobre ese festival deportivo o algo así que había escuchado organizarían principalmente para los recién graduados de la academia.
—Sí, escuché algo aunque no sé si vaya a participar, tengo que ver si mi familia estará de acuerdo o no. Digo, no van a estar felices de ver a una Sakamoto haciendo alguna cosa ridícula frente a todo Uzushiogakure. —Respondió aun luchando por entender cómo debía de comerse esos dangos, aunque en plena lucha terminó por ensuciarse la mano con la que sostenía el palillo.