La rubia acepto ser preguntada aunque aviso que no se pasase con la cuestión, la verdad es que no sabía que se esperaría que una chica como Mitsuki le preguntase pero por la primera impresión que le dio debía de ser algo poco ético para preguntar. La joven sonrió pues más o menos se imaginaba por donde debía de estar ahora mismo vagando las sospechas de la kunoichi, sin embargo su pregunta estaba bastante lejos de esas montañas.
—Solo quería preguntarte una cosa— comenzó la joven con tranquilidad mientras la paloma se posaba sobre su cabeza, a lo que la muchacha agregó que no era muy común que una paloma se comportase de esa manera. Pero la de kusabi decidió ignorar aquel comentario quería preguntarle sobre todas las cosas así que lanzó la cuestión sin más —¿Por qué decidiste ser shinobi?— era una cuestión simple pero llena de significado, al menos para Mitsuki. La joven Hyuga era muchas cosas, había tenido una buena vida y los demás tenían grandes expectativas para ella... pero ella nunca había tenido la oportunidad de elegir. Nació marcada y esas marcas decidieron su futuro, decidieron donde viviría, decidieron como lo haría... incluso habían decidido que estuviese en aquel lugar, en aquel mismo instante, lanzando aquella pregunta.
Mientra esperaba la respuesta, la muchacha elevó su mano suavemente hacia su cabeza. Ofreciéndole a la paloma el dorso de su mano para que se posase, cosa que el animal acepto de buen agrado. La peliblanca bajo lentamente la mano y la dejó sobre su regazo, el animal se quedó allí tranquilamente mientras la chica la acariciaba distraída.
—¿Por qué decidiste ser shinobi?—
Fue la pregunta que finalmente formuló la joven de Uzushiogakure, pregunta que sin lugar a dudas tomó por sorpresa a la de Takigakure que al instante dejó lo que estaba haciendo para observar así el rostro de la chica, pese a la diferencia de alturas podía ver perfectamente como esta seguía con esa mirada tan tranquila y hasta cierto punto inocente.
Noemi permaneció un instante en silencio, aquella había sido una pregunta que nunca en su vida se hizo a si misma puesto que en un inicio se anotó en la academia por mero capricho. ~ Y para ser reconocida... No como la hija de... ~ Pensó la chica mientras comenzaba a organizar sus ideas como correspondía.
Al cabo de unos instantes, la rubia volvió a cepillar su cabello. - Para ser reconocida por todo el mundo... - Dijo con suma tranquilidad. Toda su vida había sido la hija de Kaiser y un rostro bonito, pero no era tan común encontrarse personas que realmente reconozcan su nombre. - Algo así como Shiomaru, Riona y Kouta de ser posible claro... - Agregó siendo consciente de que aquello podría llegar a ser algo imposible o que incluso podría llegar a conseguir luego de muerta.
De todas maneras, soñar con aquello no iba a hacerle ningún daño y la traía sin cuidado si alguien se reía de aquello. Ni se molestó en girarse a ver la expresión que pudiese llegar a tener la Hyuuga respecto de aquello que había dicho que abrió nuevamente la boca pero esta vez para devolver la pregunta. - ¿Y tú...? ¿Fue por cosa tuya o te obligaron...? - En cierta manera, tenía la impresión de que como ella, Mitsuki había tenido algo de presión por parte del resto de la sociedad, después de todo, en Takigakure tenían grandes expectativas con Noemi por ser hija de tan buen shinobi.
La joven rubia se quedó unos instantes en silencio, parecía estar meditando su respuesta o quizás dudaba entre responder sinceramente o esquivar el tema con alguna respuesta ya hecha... al fin y al cabo, no era pregunta fácil de responder. La peliblanca, mientras tanto, aguardaba la respuesta con calma. Acariciaba a la frágil ave con ternura, casi como si fuese su mascota de toda la vida.
Noemi se decidió a contestar, su respuesta fue escueta pero sincera. La joven de kusabi pudo notar como su compañera sentía cada palabra, aunque al final quiso matizarlas... seguramente por que temía que la Hyuga se burlase de unas aspiraciones tan altas. Al fin y al cabo los ejemplos mencionados era leyendas dentro de las leyendas, los tres kages que lograron salvar al mundo de las bestias de colas. Podía ser un camino dificil, otros dirían que imposibles, pero era el camino que la joven se había marcado y algo le decía en su corazón, que no se rendiría hasta lograrlo o morir en el intento.
Mitsuki estaba apunto de hablar cuando la pregunta le fue devuelta, la de kusabi agacho la cabeza levemente y dejó que su mirada se posase sobre la paloma que se había acomodado en su regazo. La pregunta era bastante difícil de responder, por una parte no había elegido el camino pero por otra nadie jamás la había obligado a seguirlo. Sin duda era tan complicada la respuesta porque ni siquiera ella misma estaba segura de por qué estaba allí.
—Es complicado...— la joven dejó escapar un suave suspiro —No elegí estar aquí, pero tampoco nadie me ha obligado...— su situación era como mínimo diferente a la de los demás, ni mejor ni peor, solo diferente —Digamos que soy como una paloma mensajera, no estoy enjaulada pero siempre que vuelo sigo una ruta... porque para eso nacimos y nos criaron— la joven levantó la mirada hacia el horizonte. En su interior podía sentir como se entremezclaban sus sentimientos encontrados —Y al igual que ellas, tengo una tarea que cumplir— finalizó la joven a la vez que levantaba cuidadosamente con ambas manos a la paloma hasta ponerla frente a sus blanquecinos ojos, justo cuando la tuvo en frente se dió cuenta de algo en lo que no había reparado anteriormente o al menos no había sido consciente de ello. La paloma tenía un pequeño rollo de papel atado a una de sus patitas —Vaya... parece que tú y yo tenemos algo más en común que el color de nuestras plumas— comentó la joven mientras tumbaba la paloma sobre la palma de su mano para poder ver mejor el pergamino —Fijate Noemi, tiene un mensaje en atado a su pata derecha... ¿qué deberíamos hacer?—
La sinceridad con la que había respondido la kunoichi de dorada cabellera no era habitual, por lo menos no en ella que solía exagerar o inventar para quedar mejor parada y aquello que dijo podría suponerle burlas de parte de muchas personas, o mismo ser subestimada como un simple rostro bonito. Si bien le gustaba aquello, no era lo que realmente le interesaba, quería conseguirse alguna cosa por mérito propio y su belleza había sido un regalo heredado de sus padres.
De cualquier manera, la reacción de la Hyuuga no había sido la que Noemi se esperaba, por el contrario, casi que la ignoró y pasó a prestarle más atención a aquella paloma que tenía entre manos y que parecía bastante a gusto con ella. ~ Palomas raras las de estos días... ~ Dijo para si misma mientras veía el ave de reojo mientras seguía cepillando su cabello.
Al final de todo, la kunoichi de Uzu terminó en cierta medida eludiendo la pregunta poniéndose en perfil filosófico, tomando ejemplos a partir del animal que tenía en mano y desviándose de una u otra manera pero al final, si se usaba un poco la cabeza se podría llegar a una simple conclusión. - Te dejas llevar por la corriente... - Sentenció la chica que seguía con su atención centrada en su propia cabellera.
No tenía muchas preguntas más para hacer, tampoco tenía demasiado interés en forjar una amistad con la albina justamente por el símbolo que cada una tenía grabado en su bandana lo cual significaba que algún día podría llegar a darse el caso de que tuviesen que matarse y no le agradaba la idea de tener que hacerlo con una amiga.
De cualquier manera, esa misma chica tomó la palabra comentando acerca de la paloma, un mensaje que explicaría el motivo por el que no escapa de ellas, aunque si vamos al caso tendría que ser un mensaje destinado para Sakamoto, después de todo fue a ella a quién 'atacó' o mejor dicho saludó.
—¿qué deberíamos hacer?—
Esa había sido la pregunta de la Hyuuga a la cual Noemi respondería sin dejar su cabello en paz. - Revísala, por algo se quedó aquí con nosotras. - Indicó la chica tras guardar el cepillo y comenzar a hacerse una trenzita con un mechón algo delgado.
La rubia seguía cepillando su cabello con esmero, al parecer tener aquella larga melena debía de ser algo tremendamente complicado por todo el mantenimiento que requería.
Mitsuki por su parte trataba de separar el pergamino de la pata del animal, tras la sugerencia de Noemi. No tardó demasiado en lograrlo, aunque tenía que reconocer que el nudo estaba bien realizado. Una vez tuvo el mensaje en su mano, dejó a la paloma de nuevo sobre su regazo y procedió a desenrollar el pergamino. En su interior pudo observar una cuidada caligrafía que rezaba lo siguiente:
Esta medianoche, todo esta preparado. Aguardame entre las sombras de los rosales. Siempre tuya, Kagome
La joven releyó aquel mensaje un par de veces, no por que le hiciera falta si no por qué aquellos kanjis entían algo de hipnótico. Sin embargo, sabía perfectamente que aquella carta no había llegado a su destinatario original. Aquello la preocupó bastante, se sentía culpable de haberse inmiscuido en algo que no le concernía lo más mínimo pues parecía una carta de una mujer a su amante. Su imaginanción había volado con aquel siempre tuya, y ahora no podía detenerla. La culpabilidad cada vez pesaba más, podía haber cometido un error sin precedentes.
—Creo que no debía de haberla abierto— dijo la muchacha visiblemente abatida
Las indicaciones le habían llegado a la albina que sin lugar a dudas trabajaba rápido, por lo menos en cuestiones que casi no le interesaban en lo más mínimo a la de Takigakure. ~ Si es para mi seguramente sea alguna invitación estúpida... ~ Pensaba la chica mientras seguía con su cabello.
En poco tiempo, la joven tuvo el mensaje en mano y lo leyó, si, pero no en voz alta por lo que no terminó ni de enterarse lo que pasaba, ni el motivo de aquel comentario extraño.
—Creo que no debía de haberla abierto—
¿Cómo debía tomarse eso si ni siquiera se había enterado de nada? No tardó nada la rubia en dar un brinco hacia la posición de la chica para arrebatarle el mensaje de las manos para leer ese mensaje extraño con una firma que al instante reconoció por el simple hecho de que por la aldea había conocido alguna vez a una Kagome. - Qué mierda... - Susurró la mayor mientras intentaba ubicar el lugar mencionado en la carta pero sin éxito.
- Conozco a una Kagome pero no el lugar que menciona... - Comentó mientras volvía a doblar el papel no sin antes dejar el cepillo dentro del portaobjetos. - Supondré que es otra Kagome así que... Dame lo que usaron para atar esto a la pata de la paloma y hacemos de cuenta que no pasó nada. - Indicó Noemi al mismo tiempo que terminaba de doblar el papel y acto seguido extendía una mano para esperar a que le entregasen el objeto descrito.
-Conozco a una Kagome pero no el lugar que menciona... - Comentó mientras volvía a doblar el papel no sin antes dejar el cepillo dentro del portaobjetos. - Supondré que es otra Kagome así que... Dame lo que usaron para atar esto a la pata de la paloma y hacemos de cuenta que no pasó nada. -
La joven Hyuga alargó la mano para tender el cordel con el que se había atado aquel pergamino a la pata de la paloma cuando de repente algo brillante paso silbando entre su mano y la de su compañera, llevándose la fina cuerda. No sabía muy bien que había pasado, sin embargo aquel brillo le recordó al del metal —¡¡¿Qué ha sido eso?!!— dijo la joven sobresaltada que retiró la mano en un reflejo defensivo, a la vez que lanzaba una mirada hacia el frente lugar de donde había provenido aquel extraño objeto. Entre las piedras pudo localizar a un encapuchado, envuelto en una larga y pesada capa de viaje de color marrón oscuro. Tenía su mano extendida como si acabase de lanzar algo. La de kusabi, no tardó mucho en relacionar ambos eventos y determinar que debía de haber sido algo parecido a un kunai aunque no podía precisar que podía haber sido —¡¿Un bandido?!— lanzó la pregunta un tanto alterada a su compañera al tiempo que se dejaba caer al suelo desde el dolmen. Al tocar el piso flexionó un poco las piernas para amortiguar la caída.
El extraño agresor, recogió la mano y se mantuvo de pie, ocultando su mirada bajo la capucha.
—Entregadme esa carta, perros de los Yashimura— bramó aquel tipo con furia —Su contenido no os concierne— indicó anttes de amanezar a las dos kunoichis —Si no lo hacéis acabaré con vosotros—
Aquel comentario descolocó aún más a la joven, aunque lo que tenía claro es que se debía de tratar del destinatario original de la carta. La peliblanca no sabía muy bien que hacer, pero como ella no tenía la carta prefirió dejar que su compañera decidiera. Entre tanto, ella se mantendría en guardia, por si no quedaba más remedio que luchar
Ni bien la albina estuvo dispuesta a entregarle el cordel algo pasó entre las manos de ambas y por suerte no le hizo daño a ninguna, pero lo que había pasado volando era casi que obvio por lo que Noemi no tardó en girarse en la dirección por la que había venido el arma.
Una figura encapuchada estaba allí y la Hyuuga parecía más preocupada por lo que había pasado previamente. - Con ese nivel de reacción vamos mal... - Sentenció mientras observaba a aquella figura con tal de asegurarse que él al menos no haría más ataques sorpresas. ~ Parece que no era una declaración de amor después de todo... ~ Pensaba la kunoichi que ya tenía su mano dentro del portaobjetos.
—¡¿Un bandido?!—
Fue la brillante deducción de su posible compañera en este asunto a lo que Sakamoto respondió con una sonrisa algo arrogante en su rostro. - Ahora mismo nosotras somos los bandidos. - No le desagradaba la idea, lo único que le desagradaba era que una sola persona actuase con tanta arrogancia frente a dos kunoichis, aunque si vamos a algo que cualquiera podría deducir luego de ese ataque, ellas también estaban frente a un shinobi.
—Entregadme esa carta, perros de los Yashimura— bramó aquel tipo con furia —Su contenido no os concierne— indicó antes de amenazar a las dos kunoichis —Si no lo hacéis acabaré con vosotros—
Fueron las palabras del hombre que a juzgar por su voz era un adulto a diferencia de las chicas. - ¿A ti te parece que un par de kunoichis tiene tiempo para una mierda de asunto como el tuyo? - Sentenció la rubia mostrando el papel que traía en mano, era el original y lo traía doblado tal y como estaba, pero en un instante lo hizo un bollo y se lo lanzó al encapuchado, si lo recibía o el viento se lo llevaba le daba lo mismo, total, el papel no decía nada extraño.
- Ahora vete si sabes lo que te conviene... - Agregó amenazante con un par de shurikens en la mano que traía oculta dentro de su portaobjetos.
La de Taki hizo un pequeño inciso a la declarción del enemigo como bandido y la verdad es que si te detenías a pensarlo casi que llevaba razón, las dos chicas se habían agenciado la propiedad de una carta sin estar seguros de quién era su destinatario... tal y como harían un par de bandidos. Lo que en esta ocasión había derivado en aquella situación tan poco agradable, al menos para la peliblanca, pues la rubia parecía estar casi disfrutando de que el combate estuviese apunto de sobrevenirse sobre ambas.
Noemi, lejos de achantarse ante las amenzas del extraño, hizo una bola con la carta y se la lanzó al tiempo que le lanzaba un interrogante bastante desafiante.
El gesto no sentó demasiado bien al recién llegado que apretó los puños furiosamente, al tiempo que respondía a la provocación
—¡¿Cómo os atreveís a tratar así las palabras que mi amada Kagome ha dedicado hacia mí?!— el tipo levantó el manto que le cubría lanzándolo sobre el hombro izquierdo, dejando al descubierto una espada que descansaba enfundada en su cadera —¡Debería acabar con vosotros aquí mismo!—
La cosa se estaba calentando bastante, de hecho parecía que la disputa era imposible de evitar. Aún así la peliblanca se armó de valor para tratar de intervenir antes de que su compañera interviniese de nuevo pues si seguía con aquel tono la confrontación sería casi inevitable
—¡Por favor disculpenos!— comenzó la joven que dio unos pasos al frente con decisión —¡No pretendíamos ofenderle!— la chica una vez más elevó las manos demostrando que no estaba armada, en el fondo no era más que un engaño pues un Hyuga siempre esta armado... sus manos son sus armas —Encontré la paloma por accidente y ví que tenía una carta, sé que actué mal y no me excusaré por ello... mi amiga solo trataba de protegerme— la Hyuga bajo las manos lentamente —Me disculpo solemnemente, por favor perdoneme— la chica hizo una pequeña reverencia que sostuvo durante unos instantes.
El ofendido pareció entrar en razón y volvió a dejar caer su capa para cubrir su arma.
—Está bien, acepto vuestras disculpas muchachos— dijo el tipo mientras se quitaba la capucha, dejando a la luz del día su rostro. En apariencia parecía ser bastante joven, sin embargo sobre su cabeza reinaba una prominente calva rodeada por algún que otro matojo de pelo negro. Al parecer la alopecía le había atacado muy pronto —No quisiera ofenderos caballeros, pero teneís las voces más femeninas que jamás he escuchado de boca de dos hombres—
Aquel comentario descolocó a la peliblanca que no supo que contestar, ¿de verdad no se había dado cuenta de que eran dos jóvenes las que tenía frente a él? ¿Cómo diablos?
—¡¿Cómo os atreveís a tratar así las palabras que mi amada Kagome ha dedicado hacia mí?!—
La kunoichi de cabello rubio esbozó una sonrisa mezquina a la vez que sacaba de su portaobjetos un par de shurikens dando señal de que estaba más que dispuesta a aceptar aquél desafío. - Simple, dándole me... - No pudo terminar, quería responder a todo lo que le habían dicho intentando al mismo tiempo degradar lo que él hablaba como si los sentimentalismos no fueran con ella, pero su propia compañera terminó por detenerla.
¿Cómo detienes a una kunoichi arrogante que se cree perfecta en todo aspecto posible? Simple, quitále de enfrente cualquier tipo de posibilidad para demostrar su capacidad. Así como la Hyuuga acababa de hacerle al tranquilizar al calvo que las amenazaba. - ¿Pero qué te pasa...? - Le preguntó claramente molesta a la albina tras lo cual se enderezaba y giraba para quedarle cara a cara.
Cualquier cosa que pudiera decirle a la de Uzu no iba a cambiar que el hombre que acababa de aparecerse ya se había calmado y que por algún motivo en particular estaba convencido de que ambas eran hombres... Cosa que sin lugar a dudas puso histérica a Noemi que al instante se giró para chillarle. - ¿¡Cómo que caballeros!? ¿¡Qué te crees que tengo aquí!? - Gritaba a todo pulmón la histérica kunoichi que tras soltar los shurikens se llevó las manos a su busto para alzarlo y demostrar así que esos bultos no eran simplemente aire o algún tipo de arma.
- ¿¡Es que no eres capaz de reconocer la belleza de una fémina cuando la tienes en frente!? - Agregó en pleno histeriqueo con un par de venas bastante marcadas en la frente dando la sensación de que estas estaban a punto de explotar.
La actitud de Mitsuki no terminó de gustar a la kunoichi rubia que incluso le reprendió por su actitud con un interrogante un tanto descortés, sin embargo la Hyuga tenía muy claro que si podía evitar un combate lo evitaría. No tenía sentido enzarzarse en un enfrentamiento en que cualquiera pudiese acabar herido sin un motivo más que justificado. Por suerte su actitud tuvo el efecto deseado y la situación volvió a un cauce normal...o al menos mínimamente.
El extraño ofendido acepto las disculpas y la rubia por su parte evitó hacer ninguna apreciación sobre aquello. Seguramente estaría pensando en la buena oportunidad que se le había escapado para seguir puliendo sus habilidades de combate. La kusabiariana por su parte respiraba más tranquila, aunque tampoco mucho pues no sabía como podía acabar todo aquello. Y no le faltaría razón.
Tras un comentario de aquel hombre, la guerra volvío de desatarse. Les había confundido con un par de muchacho y aquello no sentó demasiado bien a la de Taki, que había sido herida en lo más hondo de su feminidad y seguramente su vanidad. Mitsuki por su parte trataba de encontrar algo en ella o en su compañera que recordase en algo a un hombre, pero no terminaba de entender como se podía errar tanto.
Noemi, visiblemente ofendida reprendió al extraño a la vez que eleveba sus atributos para dejar bien claro lo que era. A la peliblanca no le pareció el método más adecuado para dejar en evidencia el error, aunque no podía dudar de su efectividad.
El calvo pareció entornar los ojos —Un momento...— rebuscó un poco bajo su capa hasta que sacó un par de gafas. La Hyuga no pudo evitar sorprenderse al verlas, era de un tamaño jamás visto. Aquellos cristales eran desproporcionados y cuando se las colocó, multiplicaban el tamaño de aquellos pequeños ojos en decenas. El hombre aguzó la vista, clavandolos en las pechonalidad de la rubia. Su mirada se quedó fija durante un instante, tras esto una sonrisa bastante bobalicona se dibujo en su rostro.
La sonrisa del tipo iba en aumento, ahora recorría de arriba hacia abajo y a la inversa a la rubia. Un hilo de sangre se deslizó desde su nariz hasta la comisura de sus labios
—¿Se encuentra bien?— musito la de kusabi
El tipo asintió a la vez que apartaba los ojos de la rubia y los posaba en la peliblanca. Ahora sangraba por los dos lados, aquello comenzaba a ser preocupante o al menos preocupaba la Hyuga que jamás había visto algo así.
—¿Seguro?— insitió la joven al ver que la hemorragía comenzaba a ser preocupante
El hombre volvió a asentir, pero esta vez cuando levantó la cabeza hacia arriba se precipitó hacia atrás cayendo al suelo de espaldas mientras hacía unos extraños espamos.
—¿Crees que está bien?— pregunto a su compañera mientras le dedicaba una preocupada mirada a aquel individuo
- ¡Nunca en mi vida me insultaron de tal manera! - Seguía chillando la kunoichi que no paraba de gritar y retorcerse en el lugar por lo que había escuchado, hasta que finalmente pudo ver el motivo de la confusión y era simplemente un hombre miope. - ¿Eh... ?- Fue lo único que soltó la rubia que miraba con una expresión de total desconcierto al ver como los pequeños ojos del hombre cuadruplicaron su tamaño.
A juzgar por el grosor de los cristales podría decirse que el hombre estaba prácticamente ciego, seguramente lo único que podía vislumbrar eran siluetas de colores y puede que su rango de visión no pase de la longitud de su propio brazo, pero no era eso lo importante. Al instante en que pudo ver a ambas chicas el hombre comenzó a sonreír de una manera de lo más perturbadora.
No hablaba, pero si respondía mediante gestos a las preguntas de la albina que también había sido víctima de aquella mirada perturbadora aunque no al mismo nivel de Noemi que había tenido un escalofrío exagerado y había retrocedido un par de pasos, casi que se escondía detrás de la Hyuuga con tal de escaparse de esa mirada pero no, su orgullo estaba en juego.
—¿Crees que está bien?—
- Nos devoró con la mirada... - Fue lo primero que atinó a responder la rubia que ya se había hecho la idea de salir de allí al ver que el hombre estaba prácticamente noqueado. - Mira... Ese tipo es un pervertido... Las hemorragias que tuvo seguramente fueron por culpa de su excitación así que lo mejor si quieres ayudarle sería que nos vayamos de aquí... - Explicó Noemi como si tuviese bastante experiencia con esos asuntos.
La realidad era que si bien, tenía algo de experiencia, no era tanta como para no sentirse perturbada por esas miradas tan obvias que la devoraban completamente. ~ Encima no fue solo por mi, por Mitsuki también... ~ Decía en su propia cabeza, aunque era consciente de que la chica que tenía ahora mismo a su lado también era bastante bonita, aunque no lo suficiente para hacer que Noemi patease en contra.
Noemi fue bastante clara con su respuesta, por lo que invito a la peliblanca a abandonar el lugar. Sin embargo, Mitsuki, no podía dejar a aquel tipo allí abandonado a su suerte, su consciencia no se lo permitiría.
—No sé... me preocupa que le pueda pasar algo— respondió la Hyuga que se había acercado a comprobar que respiraba, por lo que se había arrodillado junto al cuerpo del hombre por suerte pudo apreciar como el pecho se hinchaba y deshinchaba con normalidad. Al menos no estaba muerto, fue lo primero que se paso por su cabeza e incluso empezó a pensar que quizás tenía razón la rubia y lo mejor sería dejarlo allí. Justo cuando estaba casi decidida a abandonarlo, el hombre abrió de par en par aquellos pequeños ojos que tras las lentes parecían los de un dinosaurio.
La mirada del hombre se encontró con el rostro de la kunoichi de kusabi, que le observaba preocupado. De repente se puso colorado y la sangre aumento, por lo que volvió a perder el conocimiento —A vuelto a quedar inconsciente...— no sabía muy bien lo que hacer, si lo dejaba allí podría morir o quizás tan sólo estaba exagerando. La duda cada vez se hacía más y más difícil de solventar. Su maestra le había inculcado que debía de ayudar a todo el que lo necesitase y aquel tipo parecía requerir de ella
—Creo que...— justo cuando estaba apunto de sugerir que debían de llevarlo a un hospital el tipo se levantó de un salto, como si nada le hubiera pasado, aquello dejó perpleja a la peliblanca que le miraba incrédula
—Disculpen mi descortesía señoritas— el tipo se planchó la ropa con un par de golpes y con una mirada rezumante de seguridad se dispuso a presentarse —Permitidme que me presente antes de reclamar vuestros seguro bellos nombres, soy Ishimatsu Oda para servirlas— aquel tipo había pasado de la inconsciencia a estar allí plantado como si nada —¿Podría conocer vuestros nombres, oh bellas kunoichis?—
Mitsuki permaneció en silencio, aún seguía mirando a aquel tipo sorprendida por su repentina recuperación
~ ¿Es que esta chica no me escucha? ~ Se cuestionaba la rubia que estaba tentada a irse corriendo dejándole el asuntito a la albina pero por algún extraño motivo sentía que debía quedarse, por lo menos hasta que la chica abandonase la idea de quedarse junto al miope. - Te dije, tenemos que irnos de aquí. - Indicó la mayor que ya ni siquiera podía estarse quieta y había empezado a enrollarse un brazo con su propio cabello.
Si, había quedado de nuevo inconsciente por un hermoso chorro de sangre que casi podría haberlo despegado del suelo como un cohete y que a Noemi le hizo dar un pequeño saltito de asombro, estaba al borde de un ataque de nervios pero tendría que aguantarlo, por lo menos hasta que se digne a irse o que la albina aceptase la propuesta pero ninguna de ambas posibilidades se hizo presente.
El hombre de pequeños ojos se levantó como si nada le hubiese pasado en todo ese tiempo que estuvo inconsciente y comenzó a hablarles de una manera completamente diferente de la anterior. Ahora mismo la de Taki estaba simplemente estupefacta por lo que estaba presenciando, un hombre completamente empapado en su propia sangre con unas gafas que le hacía ver como si tuviese ojos más grandes que su propia cara les estaba hablando de una manera más que cordial.
No, Noemi no lo creía y lentamente fue levantando una mano con solo el dedo índice levantado en dirección al miope. - ¿Es en serio...? - Preguntó con un tonito tembloroso.
Llevaba bastante tiempo acostumbrada a ser el centro de atención y hacer que más de uno comience a babearse con solo hacer acto de presencia, pero lo que estaba pasando ahora mismo la superaba con creces. - ¿No sería mejor que te vayas a buscar a Kagome...? - Respondió claramente nerviosa la rubia que ahora tenía una lucha con su cabellera ya que se le había quedado atrapado el brazo, un suceso sin lugar a dudas nunca antes visto en especial porque aquella dorada melena recibía la atención suficiente para no enredarse incluso luego de diez horas seguidas de sueño.
La rubia seguía insistiendo en que debían de marcharse de allí inmediatamente, pero Mitsuki no se atrevía a dejar a aquel hombre solo sin saber si se encontraba bien. No parecía un peligro, aunque su comportamiento era bastante extraño, eso tenía que reconocerlo la peliblanca. Sobre todo, tras aquella repentina recuperación que dejo perpleja a ambas shinobi, de hecho la que más nerviosa parecía tras aquello era la de Taki que casi no daba crédito a lo sucedido.
Tras escuchar la voz temblorosa de su compañera, la Hyuga volteo la cabeza para enforcarla. La chica que otrora pareciese tan segura de sí misma ahora estaba hecha un manojo de nervios y aquello puso en la misma situación a la de Kusabi, y no por que la situación fuese un peligro. Si no por qué aquella forma de manejar el cabello pondría nerviosa a cualquiera, casi parecía que iba a arrancarselo aunque lo que termino sucediendo fue bastante menos espectacular aunque si igual de difícil. La rubia se había enredado el brazo en la melena y no lograba separarlo.
Mitsuki ahora no sabía quién necesitaba más ayuda, si el tipo ensangrentado o la kunoichi. La situación era un tanto estresante, por suerte el tipo comenzó a divagar para sí mismo.
—¿Necesitas ayuda?— se ofreció la Hyuga mientras se aproximaba un poco a su compañera que seguía lidiando una batalla que parecía no poder vencer —Eso parece un poco doloroso...— y algo cómico estuvo apunto de añadir, pero no estaba bien reírse de las desgracias ajenas aunque fuesen un tanto absurdas.
Sin embargo algo le hizo volver a darse la vuelta, y no fue nada más y nada menos que la mano del miope que reclamaba su atención
—¡Es verdad, mi Kagome!— le gritó casi en el oído —¡Necesito vuestra ayuda nobles kuonichis!— el tipo se dejo caer de rodillas agarrando la chaqueta de la Hyuga con cara suplicante —¡Tenemos que rescatar a mi bella KAGOME!—
—Vale, vale, no hace falta que grites de esa manera— accedió la peliblanca mientras trataba de liberar su chaqueta de los tirones de aquel tipo tan peculiar —pero vamos por orden, antes habría que ayudar a Noemi...—
—¡SERÁ UN HONOR!— Oda se levantó de un salto, apartó a la peliblanca con un gesto de su mano izquierda a la vez que desenfundaba su katana —¡POR FAVOR, ESTESE QUIETA!— solicitó al a rubia algo exaltada mientras cargaba la espada y apuntaba hacia la melena de la rubia —¡LA LIBERARÉ DE UN SOLO GOLPE!— y sin más, lanzó un golpe limpio en dirección a la melena mientras Mitsuki tan sólo podía mirar con la boca abiertade incredulidad ante aquella situación tan surrealista
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