Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
23/12/2017, 16:33 (Última modificación: 23/12/2017, 16:33 por Uchiha Akame.)
No pasó mucho rato hasta que Akame pudiera intuir la figura de su guía bajando por el túnel. A pesar de sus heridas, Ralexion no tuvo problema ninguno en descender utilizando la caminata vertical que todo ninja graduado debía conocer; luego hizo una voltereta similar a la realizada momentos antes por el uzujin y, aunque mucho menos ágil y elegante, acabó dando con sus pies sobre la fría piedra del pasadizo.
Bajo la cálida luz del jutsu Katon del Uchiha, ambos se internaron en las profundidades de aquel templo. Lo primero que hizo Akame al ver cómo el estrecho pasillo discurría cada vez más hacia abajo fue indicarle a su guía —que, paradójicamente, caminaba detrás suyo— que se detuviese. Ya habían tenido una mala experiencia en la falsa sala principal, y allí abajo cualquier tipo de trampa sería mucho más mortífera. El pasillo era apenas suficientemente alto para que no tuvieran que agacharse, y tan ancho como para que cupieran ambos uno al lado del otro, pero no más.
—Espera. Voy a comprobar algo primero —dijo el de Uzu realizando el sello del Tigre—. Katon, Haijinbunshin no Jutsu.
Acto seguido el Uchiha vomitó una nube de cenizas que acabó por arremolinarse en el cerrado espacio frente a ellos y tomar una forma idéntica a la suya. El Clon de Cenizas avanzó con paso cauto mientras Akame le indicaba a Ralexion que retrocedieran un poco.
«Veamos si hay alguna sorpresa esperándonos en este angosto túnel...»
Apenas el Haijinbunshin hubo caminado una docena de pasos, en el pasadizo retumbó el sonido de un clic —muy parecido al que hiciera antes el mecanismo trampa activado por Ralexion—. El Clon de Cenizas ni siquiera tuvo tiempo de apartarse antes de que de la pared izquierda del pasillo saliera disparada una salva de virotes que le atravesaron de parte a parte a la altura del pecho.
Hubo una deflagración que no llegó a alcanzar a los genin, y luego silencio.
—Ralexion-san... Creo que los arquitectos de este templo no querían que nadie llegase hasta aquí —dijo Akame, contestando de forma tardía a las reflexiones del kusajin.
La galería era exactamente lo que esperaba: angosta, tétrica, y a efectos prácticos una trampa mortal, teniendo en cuenta lo sencillo que sería aplastarlos, empalarlos u otros actos igual de desagradables en un espacio tan reducido. Con sus miedos prácticamente confirmados y sin poder llevar a cabo "estratagemas" como la que había empleado con el ídolo —el cual lamentaba haber dejado atrás por fuerza mayor—, poco podía hacer aparte de esperar que Akame tuviera otros ases en la manga.
Y así fue: frente a la mirada de Ralexion, atestada de admiración, su congénere le indicó que contuviera su avance y llevó a cabo una técnica flamígera con la que generó una copia de sí mismo. El Akame señuelo se internó en las entrañas del pasadizo para darse de bruces con una desagradable sorpresa.
—Ralexion-san... Creo que los arquitectos de este templo no querían que nadie llegase hasta aquí —le dijo su acompañante de una manera que al kusajin le resultó ácida.
—Supongo que era mucho pedir que esto no estuviera de trampas hasta las trancas —bufó—. No quiero imponer sobre tu reserva de chakra, pero supongo que el mejor curso de acción sería dejar que tus copias vayan delante y que... nos limpien el camino.
Una sugerencia, quizás, cruel. Pero no eran cuerpos reales, no se trataba del auténtico Akame.
Akame soltó una carcajada seca y perruna ante las palabras de su pariente. Sí, estaba claro que quienes fueran los que habían construído aquel templo ancestral estaban bastante en desacuerdo con que nadie accediese a sus verdaderos intestinos. A cada paso podía haber una nueva trampa esperándoles, y lo peor era que no había forma de saberlo a priori. A diferencia de los métodos que usaban los ninjas, la mayoría basados en el chakra y que por tanto eran fáciles de identificar con el Sharingan, aquellas defensas eran tan rudimentarias como efectivas.
«Me queda chakra para rato, pero esto será altamente ineficiente...»
El Uchiha meditó durante unos instantes tratando de valorar las posibles alternativas, pero finalmente tuvo que darle la razón a Ralexion.
—Katon, Haijinbunshin no Jutsu —dijo, tras formar de nuevo el sello del Tigre.
Otra copia exacta de sí mismo se formo frente a ambos genin, en el pasillo. El Clon de Cenizas avanzó con paso cauto, examinando sus alrededores. Pasó por encima de las flechas que ahora estaban desperdigadas por el suelo o clavadas en la pared contraria, donde su precedesor había perecido. Avanzó un poco más y...
Clic.
—Joder —masculló Akame cuando vió, a mitad del pasillo, cómo el suelo cedía bajo los pies de su copia y esta caía sin remedio.
Luego hubo unos segundos de silencio, y finalmente otra deflagración que iluminó el hueco que ahora había en el suelo del pasillo, parecido al primero que encontrasen nada más entrar en el Templo.
—Allá vamos otra vez...
Akame entrelazó de nuevo sus manos y otra copia fue creada. Con idéntico propósito a las anteriores, recorrió el pasillo hasta encontrarse con la siguiente trampa; esta vez el suelo bajo sus pies cedió para revelar una trampilla por la que el clon resbaló hasta acabar cayendo en el foso anterior —a juzgar por el estallido de fuego y el resplandor de las llamas que fueron visibles desde la posición de los genin—.
Un último clon fue el encargado de dar vía libre a los muchachos. Recorrió el pasillo de un extremo a otro, sorteando las trampas ya activadas, y dio el visto bueno desde el otro lado.
—Parece que está limpio —reafirmó Akame antes de echar a andar pasillo adelante, aun sin querer confiarse.
Al final del túnel les esperaba un rellano y luego una larga sucesión de escaleras que bajaban para adentrarse todavía más en la tierra. Desembocarían en una enorme sala de base pentagonal —idéntica a la de más arriba—, con un foso repleto de agua al fondo y una pequeña plataforma con un altar tras él.
Ralexion quedó inmóvil y atento a las peripecias de las copias. En cada ocasión que uno de los pobres diablos engendrados por el chakra de Akame era llevado a su perdición, el muchacho enarbolaba una mueca de terror y sorpresa, así como dejaba escapar un gemido ahogado. Resultaba muy, MUY afortunado que su congénere Uchiha dominara una técnica que le permitiese crear clones tangibles. No quería imaginar la cadena de acontencimientos en caso que hubieran tenido que tratar de atravesar la galería con sus propios pellejos en riesgo.
Finalmente, la tercera y última —así como afortunada— copia logró llegar al otro lado y les indicó que tenían vía libre.
—Parece que está limpio —Ralexion asintió.
Siguió al uzujin, todavía observando con respeto las paredes del pasillo, esperando una nueva trampa en cualquier momento. Tuvo cuidado de no caer en las trampillas que se habían tragado a los clones.
Momentos más tarde dejaron atrás el túnel y el genin pudo respirar tranquilo. Una larga hilera de peldaños descendía frente a la pareja, acercándolos todavía más al centro del planeta. El pelinegro chasqueó la lengua. Ahora le era imposible confiar en cualquier tipo de construcción, vía o artefacto del lugar.
—Espero que todo esto termine mereciendo la pena... —masticó, más para sí que para Akame.
Siguieron descendiendo. Para sorpresa del Uchiha, sus músculos apenas le molestaban al moverse. «¡Por fin, buenas noticias!», se dijo, pletórico.
Las escaleras desembocaron en una sala muy similar a la que debía de encontrarse, aproximadamente, a unos cuantos metros sobre sus cabezas. El Uchiha le echó un vistazo plagado de desconfianza al panorama.
—Déjà vu, Akame-san —afirmó—. A excepción de la piscina. ¿Habrán cocodrilos dentro?
El aludido asintió ante las palabras de Ralexion. Aquella sala parecía ser exactamente igual en arquitectura que la de más arriba, que en efecto debía estar sobre sus cabezas. Sin embargo, las proporciones eran visiblemente más grandes y no había un altar ostentoso y visible en el centro, sino apenas un pedestal tras el foso de agua negra como la noche. El Uchiha de Uzu caminó unos tímidos pasos que reverberaron en las paredes de la estancia.
—La falsa sala de más arriba se vino abajo cuando pisaste una de las baldosas en torno al altar —reflexionó el uzujin en voz alta—. Aquí debe haber algo también.
«Debería dejar que mi chakra se regenere antes de hacer más clones». Akame era un shinobi con un chakra poderoso para su edad y rango, pero aun así había tenido que crear un total de cuatro copias —incluyendo un Kage Bunshin— en los últimos treinta minutos. Si seguía forzándose pronto empezaría a notar los efectos secundarios del consumo de energía, y no tenía intención alguna de verse disminuido por eso mientras se adentraba en unas ruinas inexploradas llenas de trampas.
—Tengo una idea —dijo de repente el del Remolino, golpeando el canto de su mano diestra contra la palma de la zurda en un característico gesto—. Necesito que vuelvas al foso de estacas y me traigas dos o tres calaveras.
Ralexion quedó tras su acompañante y no movió un músculo, temeroso de activar otra placa de presión tan pronto diese un paso en falso. Analizó el entorno con la visión, de manera recelosa así como frenética. Claro, cualquier constructor de trampas que se precie trata de hacerlas lo más difíciles de detectar posible, y el Sharingan no el ayudaría en una situación así. Ergo, no apreció nada fuera de lo normal.
Entre tanto, Akame hizo referencia a las trampas alrededor del altar de la sala superior, afirmando que debían de haber otras en la zona. Pero por supuesto, el Uchiha ya contaba con ello.
—Si fuera yo el diseñador las cambiaría de sitio, así pillaría a los saqueadores por sorpresa. No obstante, es cierto que si activas cualquier trampa de las que hemos visto hasta ahora, es más que probable que no estés vivo para contarlo, así que el efecto sorpresa no es un gran factor a tener en cuenta en esto... —reflexionó en alto, cruzado de brazos.
El muchacho quedó pensativo, enfrascado en sus maquinaciones, hasta que su escuálido pariente le dirigió la palabra, y con esta, le entregó una petición. Ralexion alzó la ceja derecha, incrédulo.
—¿Perdón? —articuló de inmediato— ¿Para qué quieres que vaya perturbando los restos de otros? ¿Te han entrado ganas de jugar al fútbol?
Akame lanzó un bufido de desesperación cuando su guía empezó a poner pegas a la petición que acababa de recibir. El Uchiha de Uzu bajó la mirada un momento, se llevó una mano a la cara y se masajeó las sienes con los dedos pulgar y corazón.
—Ralexion-san, ¿te importaría, simplemente, confiar en mí? —acabó por decir, juzgando que era mejor ser directo que intentar explicar su sencillo plan de antemano—. Traéme todas las calaveras que encuentres. Sus dueños ya no van a necesitarlas.
A espaldas de los muchachos se alzaban las escaleras que acababan de bajar, y más allá el angosto y oscuro pasillo que desembocaba en el fondo del pozo con estacas. Entonces Akame reparó en algo.
El kusajin suspiró. Lo que el rey quería, el rey tendría.
Pensó en preguntar sobre el supuesto plan que tenía entre manos el otro, pero se detuvo a sí mismo. Akame ya parecía bastante irritado y no tenía ni la más mínima intención de producir una reyerta verbal en un lugar así. Al fin y al cabo, los dos estaban indudablemente tensos, abriéndose paso en territorio desconocido además de peligroso. Los sentimientos estaban a flor de piel y podían perder el control de la situación con facilidad.
—No, crea otra canica de fuego y mantenla cerca de mí —respondió.
Aguardó a que el de Uzu cumpliera con su petición, a lo que deshizo el camino andado. Al terminar el ascenso de vuelta al angosto corredor, Ralexion lo atravesó agachado, con buen ritmo, pero todavía atento a los huecos en el suelo. Ya frente al foso con las estacas, el genin se pegó a la pared y descendió hasta las entrañas de la maloliente fosa común.
Se puso manos a la obra, o manos a la calavera, siendo más exactos. Con sumo cuidado de no caer y terminar empalado como todos los demás —de una forma especialmente estúpida, cabe añadir— recogió un trío de cráneos, los cuales se encontraban llenos de polvo y resultaban ligeramente desagradables al tacto. «Espero que no les importe a sus antiguos dueños...», reflexionó el muchacho mientras observaba la dantesca estampa que portaba consigo.
Irrumpió de vuelta en la sala, bajando las escaleras con la mayor presteza que pudo. Se aseguró de no ejercer demasiada presión sobre las calaveras ni dejarlas caer, por miedo a que se partiesen. No sabía cómo de frágiles podían estar los huesos tras un tiempo indefinido a la interperie.
—Sus calaveras, señor —indicó el Uchiha con tono jocoso, tendiéndoselas a Akame.
28/12/2017, 17:20 (Última modificación: 28/12/2017, 23:42 por Uchiha Akame.)
—Sus calaveras, señor.
Akame soltó una carcajada seca que reverberó en las paredes de la sala y tomó en los brazos aquellos cráneos polvorientos que su guía le ofrecía. Cogió el primero con la mano derecha, flexionó las rodillas y lanzó la calavera rodando como si fuera una bola de bolos. El peculiar sonido de los golpes al rebotar en el suelo inundó la sala mientras aquella pelota de hueso avanzaban, imparable, hacia el foso con agua. El Uchiha se mantuvo expectante hasta que, finalmente, el cráneo cayó por el borde con un sonoro glup.
—Parece despejado por aquí... —musitó, para luego desplazarse unos cuantos pasos lateralmente y repetir el proceso.
La segunda calavera rodó igual que la primera, rebotando en el suelo de piedra varias veces hasta caer al foso y hundirse junto a su compañera. Luego, Akame hizo lo propio con el último cráneo, con idénticos resultados.
Exultante, el Uchiha se irguió con una sonrisa de suficiencia en el rostro.
—La sala está limpia —afirmó con una seguridad que más parecía propia del arquitecto original del Templo—. Si hay trampas, no están en el suelo frente a nosotros.
Así pues, el uzujin se armó de valor —pese a todo seguía albergando sospechas— y pisó con delicadeza la primera baldosa de piedra. Nada ocurrió. Luego adelantó el pie izquierdo y pisó la siguiente. Nada. Continuó caminando a paso lento —primero— y más rápido —después—, hasta que llegó al borde del foso inundado. Alargó el cuello para intentar distinguir algo, pero el agua estaba sucia y oscura como un pozo de brea.
Alzó la vista. Al otro lado estaba el modesto pedestal, y sobre él una gema de color índigo que refulgía vagamente en la oscuridad.
—¿Qué demonios...? —Akame, con su Sharingan activado, era capaz de ver como una leve capa de energía, apenas perceptible, recubría la joya.
Entonces ocurrió.
FLUOAAAAAAAAAAAAASH
Una manta de agua cayó sobre los genin como una ola, generada por algo increíblemente grande que acababa de emerger del foso con un chirrido sobrenatural. Akame se apartó por puro instinto poniendo algo de distancia entre él y aquella cosa gigantesca que se erguía frente a ellos. Parecía gruesa y alargada, y se arrastraba sobre las losas de piedra. Pero lo más preocupante de todo era que emitía una cantidad ingente de un chakra púrpura —visible con el Sharingan— parecido al de la gema que descansaba sobre el pedestal al otro lado del foso con agua.
En la oscuridad, los muchachos pudieron distinguir dos esferas amarillas que se encendieron como lámparas de aceite.
Aquella criatura emitió otro chirrido que obligó a los Uchiha a taparse los oídos, y se abalanzó sobre ellos. Akame se tiró a un lado, tratando de esquivar la mole que se le venía encima. Entonces lo distinguió claramente, a la luz de su Linterna Resplandeciente.
Era una serpiente; enorme. Debía medir por lo menos seis metros de largo —y parte de su cuerpo estaba todavía sumergido en el pozo— y era gruesa como una de las columnas de piedra en la entrada del templo. Su cabeza era tan grande como para engullir a uno de los genin de cintura para arriba con un sólo bocado.
El reptil se estrelló contra una de las paredes de la sala provocando un estruendo ensordecedor, y siseó con furia al sentir que no había impactado en ninguno de los dos muchachos. Entonces empezó a retraerse —con mayor lentitud que cuando se lanzó momentos antes— para recuperar la visual sobre sus dos presas.
Ralexion asintió con una sonrisa que acompañó la carcajada ajena. Después, se cruzó de brazos, estático, observando con semblante avizor las mociones del Uchiha.
La estratagema del uzujin le recordó en rudimentariedad a sus peripecias con el ídolo. Y no es que le pareciese mal, en absoluto, cuando el chakra falla a uno solo le quedan sus propias manos y su ingenio. Akame no estaba haciendo mal uso de ninguno de los dos.
Sin embargo, Ralexion opinó en su fuero interno, sin llegar a expresarlo de puertas hacia fuera, que las medidas de su compañero eran insuficientes como para considerar la sala "limpia". Ergo, como ya había estado haciendo durante la mayoría de aquella odisea, permitió con gracilidad que Akame tomara la vanguardia.
El ya mencionado así hizo, paso a paso, con extremo cuidado y lentitud. Cualquiera de estos podía ser el último. Mientras tanto, el genin de Kusa no se movió. Mantuvo su campo visual, tenso, sobre su congénere. Eventualmente Akame arribó a la orilla del peculiar lago subterráneo. Trató de penetrar sus oscuras aguas con la mirada, para poco después dirigirla hacia la joya que yacía sobre el sobrio altar en la otra orilla. «¿Será eso lo que busca?» se preguntó Ralexion.
El uzujin alcanzó a escuchar las maldiciones del otro. Interesado, preguntó.
—¿Qué ocu...? —mas no tuvo tiempo de darle fin a sus palabras.
FLUOAAAAAAAAAAAAASH
—¡Ah!
El agua, sucia y gélida, le azotó todo el cuerpo de improvisto, sorprendiéndolo. Acto seguido aconteció un chirrido infernal que le obligó a taparse los oídos hasta que cesó. El Uchiha necesitó de unos segundos para recuperarse del traicionero shock y ser consciente de lo que ocurría a su alrededor.
Había algo en el lago. No se trataba de una turba de cocodrilos, como había fantaseado con anterioridad. No, era algo mucho, mucho peor...
Los orbes de Ralexion se enrojecieron a la par que un par de aspas se manifestaron a cada lado de sus pupilas. No podía apreciar del todo al ser que los amenazaba pero las lámparas de Akame le permitían discernir lo suficiente como para ser consciente de su masivo tamaño.
—¡AKAME! ¿QUÉ COJONES ES ESO Y POR QUÉ TIENE TANTO CHAKRA? —profirió, claramente inquieto.
La malevolente aura del reptil era perceptible incluso en la oscuridad, así como sus ojos, que se acababan de abrir. Rugió una vez más, y se abalanzó sobre los dos jóvenes. Ralexion saltó hacia la izquierda, apartándose de la trayectoria del titánico ser. Cuando el referido pasó cerca del Uchiha, bajo la luz del Katon, fue consciente de lo que se trataba.
¿Jörmundgander? ¿Midgårdsormen? ¿Se trataba de la mismísima serpiente de la mitología? Al fin y al cabo, había salido del agua y daba la talla en lo que a altura se refiere. ¿Se acercaba el Ragnarök? No mientras Uchiha Ralexion viviese. Genin, campesino, debilucho. Pero no un cobarde.
La serpiente, tras su acometida fallida, se encontraba reculando. El uzujin ya andaba llevando a cabo una compleja serie de sellos. Se trataba de una cadena que seguro que Akame conocía bien. Finalizó con el sello del Tigre, y exclamó:
—¡Katon: Gōkakyū no Jutsu!
El pelinegro hinchó el pecho y retrasó sus extremidades, para acto seguido escupir un orbe flamígero de tamaño considerable, directo al rostro de la serpiente. Durante unos momentos la sala se iluminó al completo. Lo haría todavía más cuando el proyectil se chocara contra algo y explotara en una destructiva conflagración.
¤ Ni Tomoe no Sharingan ¤ Ojo Giratorio de Dos Aspas - Tipo: Apoyo - Rango: S - Requisitos: Uchiha 25 - Gastos: 11 CK (divide regen. de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales:Percepción+12 - Sellos: - - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: -
Los iris del usuario se vuelven de color carmesí, y alrededor de sus pupilas surgen dos aspas negras que giran hasta formar un dúo en una circunferencia imaginaria.
El Sharingan le da color al chakra, y permite distinguir su composición elemental. El usuario puede ver el flujo del chakra de otros seres vivos como un manto, pero no con la suficiente precisión para detectar movimientos de chakra dentro de un oponente si no hay una técnica activa. El Sharingan puede ver el chakra de las técnicas activas: las que afecten al interior de un ser vivo o las que ya se encuentren en el exterior de un oponente, pero no antes de que se hayan formado. Puede detectar si alguien está siendo afectado por una técnica ilusoria.
La percepción visual del usuario goza de un cierto estímulo, volviéndose más sensible al movimiento. El Uchiha puede leer labios con extrema facilidad o imitar movimientos tan sutiles como los de la escritura, escribiendo lo mismo que alguien a quien está observando. En combate, el clan utiliza esta destreza para seguir con claridad los movimientos físicos (y no de técnicas, importante) de un oponente y de sus extremidades en el Taijutsu, y para leer con claridad los sellos manuales que realiza. Si y sólo si el usuario conoce la técnica que va a utilizar, puede anticipar una respuesta (hay muchas técnicas con secuencias de sellos similares o iguales. En este caso, el Uchiha no tiene manera de saber qué va a hacer el oponente). Cabe destacar que aunque el usuario sea capaz de percibir un movimiento, necesita las capacidades físicas y de reacción para poder responder ante él.
La habilidad para leer los movimientos del Sharingan le otorga al usuario la capacidad de copiar los sellos de una técnica de Ninjutsu o de Genjutsu (o los movimientos de una técnica de Taijutsu) que no dependa de una facultad personal para ejecutarla al mismo tiempo que el oponente o registrarla en su repertorio (hasta un máximo de tres técnicas) hasta que termine la trama. Se pueden imitar evolutivas, pero no registrarlas. Para copiar una técnica se debe de tener su requisito convertido a la facultad Uchiha.
El Sharingan le permite al usuario distinguir técnicas como los clones simples (no los generados por la técnica Kage Bunshin no Jutsu) de un usuario real, y ver a través de la técnica Henge no Jutsu.
¤ Katon: Gōkakyū no Jutsu ¤ Elemento Fuego: Técnica de la Gran Bola de Fuego - Tipo: Ofensivo - Rango: A - Requisitos: Uchiha 10 - Gastos:
1'5 metros de ancho y 3 de largo como lanzallamas (multiplicado x1) o 1'5 metros de diámetro, alcanza 6 metros antes de disiparse como proyectil (multiplicado x1)
3 de ancho y 5 de largo como lanzallamas (multiplicado x2) o 2 metros de ancho, alcanza 8 metros antes de disiparse como proyectil (multiplicado x2)
4 metros de ancho y 6 de largo como lanzallamas (multiplicado x3) o 3'5 metros de ancho, alcanza 15 metros antes de disiparse como proyectil (multiplicado x3)
5 metros de ancho y 7 de largo como lanzallamas (multiplicado x4) o 4 metros de ancho, alcanza 15 metros antes de disiparse como proyectil (multiplicado x4)
6 metros de ancho y 8 de largo como lanzallamas (multiplicado x5) o 5 metros de ancho, alcanza 20 metros antes de disiparse como proyectil (multiplicado x5)
Icónica técnica flamígera, insignia del clan Uchiha. No hay un solo miembro del susodicho clan que sea incapaz de ejecutarla, puesto que el aprendizaje del Gōkakyū no Jutsu se utiliza como rito de adultez, de forma que los jóvenes Uchiha son considerados miembros de pleno derecho tan pronto la dominan. Acumulando el chakra, transformado en llamas, en el estómago, el ejecutor lo exhala por la boca, pudiendo hacerlo de dos formas: ya sea a modo de lanzallamas, con un chorro sostenido a lo largo de varios segundos, dirigible, o disparando una esfera ardiente que avanzará en línea recta. En ambos casos, la técnica abrasa al oponente, y deja un llamativo cráter allá donde impacte. La potencia y alcance pueden variar dramáticamente dependiendo del chakra que se utilice, llegando al extremo de lanzar bolas enormes.
Pese a la oscuridad, Akame era capaz de percibir el cuerpo de aquella gigantesca bestia gracias a su Sharingan —que le permitía ver el chakra de todo ser vivo—. Pasada la conmoción inicial, el Uchiha había advertido un detalle curioso; el chakra púrpura que emitía aquel reptil era distinto del suyo propio, de color verdoso. Mucho más intenso y voraz, como si estuviese tratando de ganarle todo el terreno posible al chakra autóctono. «Por Susano'o, nunca he visto cosa igual. ¿Tendrá algo que ver con esa gema?»
No había tiempo para reflexiones. La enorme serpiente retraía la parte superior de su cuerpo para buscar ubicarse en una posición desde la que pudiera cargar otra vez contra los genin. Sin embargo, ahora Akame y Ralexion estaban en flancos opuestos del reptil, lo que les otorgaba una innegable ventaja táctica. Pese a que en ese preciso momento el uzujin no era capaz de ver a su compañero de Kusa —que, al alejarse, se había quedado completamente sumido en la oscuridad— quiso creer que Ralexion no se estaría dejando dominar por el miedo.
Y así fue. Un grito reverberó en la sala, atrayendo la atención de la serpiente. Le siguió una deflagración de proporciones nada desdeñables, una auténtica bola de fuego que golpeó al reptil de lleno con brutal contundencia. Akame pudo ver a su compañero al otro lado de la serpiente en llamas. Sin perder un segundo, el Uchiha le lanzó un total de tres shuriken dirigidos hacia la cabeza; sin embargo, las estrellas metálicas rebotaron contra las escamas del animal sin producirle demasiado daño.
—Mierda... —masculló el de Uzu.
La bestia emitió otro chirrido ensordecedor y, entonces, sacudió violentamente su cuerpo para emerger completamente del agua, levantando otro salpicón que terminó por apagar las llamas y dejar la estancia, de nuevo, en penumbra. Gracias a su Sharingan, ambos genin podrían ver que las zonas calcinadas del reptil se estaban recubriendo rápidamente de chakra natural.
Con otro bramido de ira, la serpiente descargó un feroz coletazo contra Ralexion. Luego se revolvió para encarar a Akame y, abriendo las fauces como si de un dragón se tratase, expelió un chorro de ácido corrosivo de color verde brillante. Por fortuna para el Hermano del Desierto, aquella bestia no era tan rápida como él; Akame saltó hacia la pared, se apoyó con ayuda de una fina capa de chakra en sus pies, y luego volvió a saltar otra vez en dirección a la serpiente. El chorro de ácido pasó bajo sus pies, impactando en la pared y derritiendo la piedra en cuestión de segundos.
—¡Ralexion-san! ¡Se está regenerando! ¡Debemos golpear otra vez! —apremió el Uchiha a su pariente, mientras corría para intentar rodear a la bestia y colocarse junto a Ralexion mientras sus manos se entrelazaban en una compleja secuencia de sellos—. ¡Vamos! ¡Juntos!
El reptil viró su enorme cabeza hacia el genin de Kusa y abrió otra vez sus enormes fauces...
La Serpiente Mutada es capaz de lanzar una ráfaga de ácido desde su boca gastando 60 CK para efectuar 100 PV de daño (doblemente efectivo contra defensas).
¤ Regeneración potenciada (habilidad pasiva)
El chakra natural absorbido por la Serpiente Mutada es automáticamente utilizado para regenerar sus Puntos de Vida, con un coste de 0.4 CN*Daño a regenerar (máximo 50 PV por turno).
¤ Piel de hierro (habilidad pasiva)
El cuerpo de la Serpiente Mutada está recubierto de escamas anchas como hojas de kunai y duras como la piedra, que reducen todo el daño recibido por golpe, por penetración o corte a la mitad (excluyendo Ninjutsu).
¤ Sangre fría (habilidad pasiva)
La Serpiente Mutada sufre un 50% más de daño de fuego.
Su técnica impactó de lleno al objetivo. Ralexion enarboló el puño en gesto de victoria, pero el combate no terminaba ahí, como pronto comprobaría.
El reptil chilló una vez más, lo que provocó que el genin apretase los dientes. Entonces abandonó por completo la piscina, causando otro chaparrón que en esta ocasión resultó misericordioso y aterrizó lejos de Ralexion. En su lugar, apagó las llamas generadas por la bola de fuego, sumiendo la estancia en una opresiva penumbra.
Pero el dúo de jóvenes no se encontraba indefenso. El Sharingan les otorgaba la capacidad de ver el brillo del chakra incluso en unas condiciones así, lo que a su vez les premiaba con observar los movimientos de aquel mastodonte sin pega alguna.
Así es como Ralexion pudo contemplar que el aura de la serpiente era, como poco, extraña. El kusajin discernió dos capas de color distinto dentro de un mismo cuerpo, lo cual contradecía lo que le habían enseñado sobre el chakra en Kusagakure. Y no solo eso, pues pudo apreciar que la energía violácea se concentraba en las heridas del ser, regenerando los músculos y piel arrebatados por las llamas.
El pelinegro gimió, sorprendido. No dispuso de tiempo para armar ningún tipo de teoría. La cola del animal de sangre fría trató de embestirlo. Dado que el muchacho disponía de una velocidad similar a su enemigo, además del apoyo táctico de su Sharingan, logró saltar por encima de la extremidad con gracilidad. La cola pasó bajo sus pies sin siquiera rozarle.
Acto seguido, Ralexion observó la manera en la que el reptil escupió una amalgama de algo impregnado de chakra dirigido a Akame. El uzujin lo evitó con destreza. A juzgar por el agresivo sonido y olor de la sustancia no identificada, era algo corrosivo; peligroso, sin lugar a dudas.
—¡Ralexion-san! ¡Se está regenerando! ¡Debemos golpear otra vez! —exclamó su acompañante, a lo que el moreno asintió y comenzó a realizar nuevos sellos—. ¡Vamos! ¡Juntos!
La serpiente lo estaba mirando. ¿Iba a escupir de nuevo, o a lanzarse con las fauces por delante contra el muchacho? No importaba. La cuestión residía en ser lo suficientemente rápido como para disparar otra bola de fuego antes que su enemigo. Juraría que en su corta vida no había hecho unos sellos para el Gōkakyū tan rápidos como aquellos. Quizás tenía que ver con su deseo de no terminar con un chorro de ácido corrosivo en el rostro.
Si ese animal hacía algo antes de que terminase los sellos, Ralexion saltaría a la derecha con todas sus fuerzas, pivotando como fuese necesario y sin detener su acción.
—¡Katon: Gōkakyū no Jutsu!
La escena se repitió. El genin escupió una luminosa bola de fuego de idénticas proporciones a la que había disparado apenas minutos antes, enfocada al rostro del reptil...
1'5 metros de ancho y 3 de largo como lanzallamas (multiplicado x1) o 1'5 metros de diámetro, alcanza 6 metros antes de disiparse como proyectil (multiplicado x1)
3 de ancho y 5 de largo como lanzallamas (multiplicado x2) o 2 metros de ancho, alcanza 8 metros antes de disiparse como proyectil (multiplicado x2)
4 metros de ancho y 6 de largo como lanzallamas (multiplicado x3) o 3'5 metros de ancho, alcanza 15 metros antes de disiparse como proyectil (multiplicado x3)
5 metros de ancho y 7 de largo como lanzallamas (multiplicado x4) o 4 metros de ancho, alcanza 15 metros antes de disiparse como proyectil (multiplicado x4)
6 metros de ancho y 8 de largo como lanzallamas (multiplicado x5) o 5 metros de ancho, alcanza 20 metros antes de disiparse como proyectil (multiplicado x5)
Icónica técnica flamígera, insignia del clan Uchiha. No hay un solo miembro del susodicho clan que sea incapaz de ejecutarla, puesto que el aprendizaje del Gōkakyū no Jutsu se utiliza como rito de adultez, de forma que los jóvenes Uchiha son considerados miembros de pleno derecho tan pronto la dominan. Acumulando el chakra, transformado en llamas, en el estómago, el ejecutor lo exhala por la boca, pudiendo hacerlo de dos formas: ya sea a modo de lanzallamas, con un chorro sostenido a lo largo de varios segundos, dirigible, o disparando una esfera ardiente que avanzará en línea recta. En ambos casos, la técnica abrasa al oponente, y deja un llamativo cráter allá donde impacte. La potencia y alcance pueden variar dramáticamente dependiendo del chakra que se utilice, llegando al extremo de lanzar bolas enormes.
2/01/2018, 19:05 (Última modificación: 2/01/2018, 20:57 por Uchiha Akame.)
Akame corrió a toda velocidad por el suelo empedrado y empapado de agua para rodear la basta figura de aquel reptil y llegar hasta su pariente. La serpiente, centraba como estaba en su nuevo objetivo, no prestó mayor atención al segundo de los Uchiha, que consiguió terminar su serie de sellos casi a la par de su compañero.
Cuando la bestia expelió un nuevo chorro de ácido con un chirrido ensordecedor y aquel torrente de flujo cáustico llovió sobre Ralexion, ambos genin tenían sus técnicas preparadas. El de Kusa disparó una bola de fuego idéntica a la anterior que viajó por los aires directa hacia el monstruo. Akame, por su parte, ya se había posicionado junto a Ralexion y sus manos formaban el sello del Tigre; el último de la compleja cadena que requería su técnica más poderosa.
—¡Katon! ¡Karyū Endan!
De los labios del uzujin emergió un gigantesco torrente de fuego que se arremolinó para adquirir la forma de un majestuoso dragón. La creación de llamas de Akame embistió con una fiereza sin igual contra la Serpiente Mutada y, asistida por la técnica ígnea de Ralexion, vaporizó sin mayores problemas el chorro de ácido lanzado por el reptil. El dragón de fuego siguió su imparable avance hasta chocar brutalmente contra la bestia. Durante unos instantes la sala se inundó de luz de tal forma que incluso obligó a los genin a entrecerrar los ojos para evitar ser deslumbrados.
Cuando la deflagración inicial pasó, la serpiente estaba cubierta de llamas y quemaduras por todo el cuerpo. Parecía malherida y furiosa, emitiendo aquellos chirridos ensordecedores, pero para nada derrotada. Casi al momento los Uchiha podrían ver —gracias a su Sharingan— cómo aquel chakra natural de color purpúreo recubría las múltiples heridas de la serpiente y empezaba a regenerar los tejidos quemados.
Akame se llevó una píldora de soldado a la boca para mitigar el repentino cansancio que le acusaba —fruto de tamaño gasto de chakra—. «Va a empezar a regenerarse otra vez... Tenemos que actuar». Esta vez su compañero estaba más cerca, y además el fulgor de las llamas les ayudaba a orientarse mejor en la sala.
—Ralexion-san, necesito que distraigas a la bestia. Ahora está malherida, pero ese chakra tan extraño no tardará en regenerar su cuerpo... Tan sólo me hacen falta unos segundos, los suficientes como para acercarme hasta ella sin llevarme un coletazo de regalo —pidió el uzujin—. Su piel es demasiado gruesa, apunta a los ojos.
¤ Katon: Karyū Endan ¤ Elemento Fuego: Bala de Llamas del Dragón de Fuego - Tipo: Ofensivo - Rango: B - Requisitos: Katon 70 - Gastos: 84 CK - Daños: 140 PV - Efectos adicionales: - - Sellos: Carnero → Caballo → Serpiente → Dragón → Rata → Buey → Tigre - Velocidad: Rápida - Alcance y dimensiones: Cada chorro de fuego mide 3 metros de ancho, y pueden alcanzar un total de 20 metros de longitud
El usuario moldea su chakra para convertirlo en llamas que son manipuladas para darle la forma de un genuino dragón de fuego. Dado que el arte de hacer que las llamas obedezcan la voluntad de un shinobi es terriblemente difícil, la maestría para llevar a cabo esta técnica está limitada a los ninja más habilidosos. Tras avanzar peligrosamente hacia el enemigo, el chorro de fuego se divide en tres para atacar desde el lado derecho, el izquierdo y la parte frontal de manera simultánea al enemigo, que podría quedar reducido a cenizas en cuestión de segundos.
Karyuu Endan: 173 PV (115 PV resultantes del choque +50% por Sangre fría)
La Serpiente Mutada es capaz de lanzar una ráfaga de ácido desde su boca gastando 60 CK para efectuar 100 PV de daño (doblemente efectivo contra defensas).
¤ Regeneración potenciada (habilidad pasiva)
El chakra natural absorbido por la Serpiente Mutada es automáticamente utilizado para regenerar sus Puntos de Vida, con un coste de 0.4 CN*Daño a regenerar (máximo 50 PV por turno).
¤ Piel de hierro (habilidad pasiva)
El cuerpo de la Serpiente Mutada está recubierto de escamas anchas como hojas de kunai y duras como la piedra, que reducen todo el daño recibido por golpe, por penetración o corte a la mitad (excluyendo Ninjutsu).
¤ Sangre fría (habilidad pasiva)
La Serpiente Mutada sufre un 50% más de daño de fuego.
Tal y como el pelinegro se temía, el reptil escupió otra andanada de aliento ácido contra su persona. Sin embargo, tanto él como Akame —ahora a su vera— lograron ser el bando más rápido en aquel duelo subterráneo. Su acompañante logró conjurar una técnica de proporciones brutales, la cual absorbió a su propia bola ígnea. El genin quedó pasmado durante unos instantes, embelesado por las capacidades de Akame. Era escuálido y parecía falto de entrenamiento físico, pero cada vez le quedaba más claro que era poderoso, mucho más que sí mismo.
Resultó ser un impacto directo. El mar de llamas se tragó a la serpiente, débil frente a tal elemento. Necesitaron entrecerrar los ojos debido a la cantidad de luz generada por la conflagración resultante. Sin embargo y no obstante, cuando el espectáculo de luz desapareció y solo quedó a su paso el característico olor a carne quemada, el chakra del reptil seguía ahí.
El pelinegro suspiró con exhasperación. «La hemos golpeado duro dos veces, y ahí sigue... maldita sea, como logre regenerarse será todo un maldito desperdicio.».
No solo eso, la respiración del muchacho era irregular. Estaba cansado, había gastado mucho chakra en un corto espacio de tiempo, y a diferencia de Akame, él no disponía de píldoras que le ayudasen a recuperar el aliento. Sabía que todavía podía esforzarse más antes de caer rendido, pero a su vez era consciente de que no estaba muy lejos de quedarse sin combustible en el depósito.
Entonces habló su congénere.
—Ralexion-san, necesito que distraigas a la bestia. Ahora está malherida, pero ese chakra tan extraño no tardará en regenerar su cuerpo... Tan sólo me hacen falta unos segundos, los suficientes como para acercarme hasta ella sin llevarme un coletazo de regalo. Su piel es demasiado gruesa, apunta a los ojos.
El kusajin se llevó la diestra a su hombro derecho y giró el cuello a la derecha, luego a la izquierda; con cada uno de estos movimientos se pudo escuchar el "crack" de los huesos. Acto seguido tomó una afanosa bocanada de aire.
—Vale. Pero intenta ser rápido, no dejes que se regenere demasiado ni que me mate —expresó con pasividad.
Ralexion ni aguardó una respuesta por parte de su colocutor. Se puso manos a la obra de inmediato, puesto que el tiempo apremiaba. Bordeó al titán por su flanco izquierdo, preparando dos shurikens en su mano izquierda. Sí, los ojos, aquellos orbes brillantes plagados de malicia. No estaría de más extinguir su luz.
—¡EH, VEN A POR MÍ! —si el haberse puesto a correr no era suficiente para captar la atención de la serpiente, se aseguraría de conseguirlo con sus desafíos verbales a viva voz— ¡ESTOY AQUÍ, SERPIENTE ESTÚPIDA!
Cuando gozara de su atención y le mirara de la misma manera que había hecho antes, el Uchiha lanzaría sus dos estrellas ninja contra los ojos del animal. Entre tanto seguiría corriendo, a distancia media del monstruo, con suficiente espacio como para esquivarlo si era necesario pero no tanto como para dificultar los tiros.
Se iba aproximando a la piscina de la que había salido la serpiente...
Mientras Ralexion iba a la carrera hacia el flanco izquierdo de la bestia, Akame tomaba el camino contrario para rodear a semejante enemigo por el lado contrario. «¡Eso es!» El kusajin parecía haber captado la atención de la serpiente con sus pasos y ella movió pesadamente la cabeza para dirigirla hacia un lado de su enorme corpachón anillado, todavía ardiendo pero ya empezando a regenerarse bajo los efectos del chakra natural que emanaba de la gema al otro lado del foso con agua.
El reptil fijó sus ojos ambarinos en Ralexion y, con un siseo, abrió una vez más la boca. Retrocedió ligeramente para coger impulso antes de lanzarse a destrozar a aquel genin de un sólo bocado, pero entonces distinguió dos estrellas metálicas dirigiéndose raudas hacia su rostro. La Serpiente Mutada ladeó la cabeza con rapidez, pero aun así uno de los shuriken le acertó en pleno ojo derecho, clavándose en aquellos iris amarillos. El monstruo rugió de dolor y furia, y trató de revolverse hacia Ralexion para destrozar su cuerpo a dentelladas.
No pudo. Akame, que había aprovechado para acercarse por el flanco contrario, ejecutó un Sunshin no Jutsu para posicionarse sobre la cabeza del animal. Luego alzó su mano derecha, recubierta de una capa de chakra color índigo que parecía una cuchilla vibrante, emitiendo el sonido de un enjambre de abejas zumbando. El Uchiha hundió la Mano Derecha del Ogro en el lateral izquierdo del cuello de la bestia y luego se dejó caer hacia el lado contrario. La cuchilla de chakra rebanó sin dificultad escamas, piel, músculo y hueso mientras se abría paso a través de los tejidos. Una riada de sangre negruzca salió disparada a presión hacia todos lados, manchando a Akame en el rostro y el torso.
—¡Oni no Migite!
Unos momentos después —que para Akame transcurrieron a cámara lenta— el Uchiha aterrizó con ambos pies sobre la piedra empapada y calcinada de la sala.
¡BUM!
A su lado cayó pesadamente la cabeza cercenada del gigantesco reptil, con el shuriken de Ralexion todavía incrustado en el ojo derecho. La cuchilla de chakra color índigo en la mano de Akame se disolvió como una voluta de humo bajo la lluvia mientras el cuerpo decapitado de la Serpiente Mutada se revolvía sin control hasta terminar yaciendo, inerte, junto al foso.
—Ah... Ah... Se ha... Terminado —masculló el uzujin, dejándose caer sobre el frío suelo e intentando recuperar el aliento—. Buen... Trabajo... Ralexion-san.
Si cualquiera de los dos muchachos dirigía su Sharingan hacia la enorme figura del reptil, podría ver que su propio chakra ya no emanaba de ella, y tampoco el chakra natural de color púrpura.
¤ Sunshin no Jutsu ¤ Técnica del Parpadeo Corporal - Tipo: Apoyo - Rango: D - Requisitos: Ninjutsu 40 - Gastos:
14 CK/20 metros
52 CK para huir de un combate
- Daños: - - Efectos adicionales: Cada uso restará 10 puntos de aguante durante los próximos 5 turnos - Sellos: Carnero/una mano - Velocidad: Instantánea
El Sunshin no Jutsu es una técnica basada en un movimiento ultrarrápido, permitiendo a un ninja moverse de cortas a largas distancias a unas velocidades casi imperceptibles. Para un observador cualquiera, resulta como si el usuario se hubiera teletransportado. En ocasiones, se utiliza una pequeña señal para camuflar los movimientos iniciales del usuario. Esta técnica se basa en el uso del chakra para vitalizar temporalmente el cuerpo y moverlo a velocidades extremas. La cantidad de chakra requerida depende en la distancia total y la elevación entre el usuario y el destino. La técnica puede usarse, además, para escapar del campo de batalla. Las diferentes villas tienen variaciones de esta técnica, e incluyen un elemento extra para distraer al oponente. En Konoha, se utiliza un rastro de hojas.
¤ Oni no Migite ¤ Mano Derecha del Ogro - Tipo: Ofensivo - Rango: A - Requisitos: Ninjutsu 50 - Gastos:
30 CK (multiplicable x2)
(Ninjutsu 75)Oni no Tsume, multiplicable (x3)
(Ninjutsu 100)Oni no Gekido, multiplicable (x4)
- Daños: 50 PV - Efectos adicionales: Es un 50% más efectivo al tratar de romper defensas sólidas - Sellos: - - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Oni no Migite es una técnica de Ninjutsu desarrollada por Uchiha Akame. Sus fundamentos son muy básicos: el usuario acumula chakra para recubrir su mano —pese al nombre de la técnica, puede ser tanto izquierda como derecha— y luego lo hace vibrar a alta frecuencia. Esto convierte la mano del usuario en una potente cuchilla de chakra, capaz de cortar gran cantidad de materiales y muy efectiva a la hora de atravesar las defensas del enemigo.
Con el tiempo, el usuario puede alcanzar la maestría necesaria como para aplicar más energía a la técnica y potenciarla considerablemente. En la versión potenciada Oni no Tsume el ninja recubre su mano y antebrazo con esta capa de chakra, dándole la forma de una garra bestial. En el nivel más alto de la técnica, Oni no Gekido, ésta envuelve por completo el brazo del usuario, tomando la forma de una pieza de armadura recubierta de protuberancias puntiagudas y retorcidas.
La Serpiente Mutada es capaz de lanzar una ráfaga de ácido desde su boca gastando 60 CK para efectuar 100 PV de daño (doblemente efectivo contra defensas).
¤ Regeneración potenciada (habilidad pasiva)
El chakra natural absorbido por la Serpiente Mutada es automáticamente utilizado para regenerar sus Puntos de Vida, con un coste de 0.4 CN*Daño a regenerar (máximo 50 PV por turno).
¤ Piel de hierro (habilidad pasiva)
El cuerpo de la Serpiente Mutada está recubierto de escamas anchas como hojas de kunai y duras como la piedra, que reducen todo el daño recibido por golpe, por penetración o corte a la mitad (excluyendo Ninjutsu).
¤ Sangre fría (habilidad pasiva)
La Serpiente Mutada sufre un 50% más de daño de fuego.