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9/04/2019, 22:25
(Última modificación: 9/04/2019, 22:26 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
—¡Nyo me grite, por favor, Anyame-nyan nyo me grite! —pidió el gato, asustado.
—Ay, perdón, perdón, es que...
—Nyo digo nyojos, digo NYOJOS. ¡Con los que ves las cosas!
—Eh... ¿Gafas? —preguntó Ayame, ladeando la cabeza.
—Hablaron sobre un nyinyo Uchiha al que le quitaron los nyojos. Vi su cadáver. Suélteme por favor. ¡Porfa!
No hizo falta que se lo repitiera dos veces. Ayame, en shock, había abierto las manos y había dejado caer al gato sin ningún tipo de consideración. Y es que las piezas habían terminado de hacer click en su cabeza: niño, Uchiha, ojos... Niño... Un niño... Su Sharingan... Sus ojos... Sus ojos... A un niño...
Terriblemente mareada y pálida como la cera, Ayame se acercó a la puerta del baño y llamó con los nudillos débilmente.
—Daruu... necesito... entrar...
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Daruu abrió la puerta del aseo y se encontró a una Ayame totalmente pálida, con aspecto de estar a punto de vomitar.
—¿Ayame? ¿Qué...? Pasa, pasa. —Se apartó de inmediato, y caminó hacia Yuki, que lastimosamente estaba recostado en la cama. Se acuclilló junto a él—. Ey. Es muy raro verte así. ¿Qué ha pasado?
Yuki volvió a contarle lo del niño y los ojos por cuarta vez, aunque Daruu volvió a insistir en cuanto Ayame salió del baño, después de dejar que el minino se tranquilizara. Yuki les contó lo que había oído, la conversación con el traficante, la conversación entre ellas dos...
—Es decir, que su guarida está en Shinogi-To, cerca de un mercado que apesta a pescado. En una taberna. Supongo que la taberna será una tapadera —dedujo Daruu, dando vueltas por la habitación mientras Yuki se restregaba contra los muslos de Ayame, panza arriba.
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Ayame tardó unos diez minutos en volver a salir del baño, y cuando lo hizo iba temblorosa y con varias gotas de sudor perlando su frente. Debilitada como estaba, se dejó caer sobre la cama mientras Yuki les relataba todo lo que había descubierto sobre aquellas dos mujeres, y la conversación que habían mantenido.
—Es decir, que su guarida está en Shinogi-To, cerca de un mercado que apesta a pescado. En una taberna. Supongo que la taberna será una tapadera.
—Naia no trabaja sola. Y encima no se contentaron con tu Byakugan... parece que esas Náyades son unas traficantes de dojutsu, o algo así... Un niño... ¿Cómo han podido hacerle algo así a un niño? —agregó Ayame, mientras acariciaba la panza de Yuki distraída—. ¿Yuki, llegaste a verles la cara o algo? ¿Tienes una descripción de ellas?
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—Naia no trabaja sola. Y encima no se contentaron con tu Byakugan... parece que esas Náyades son unas traficantes de dojutsu, o algo así... Un niño... ¿Cómo han podido hacerle algo así a un niño?
—Desde el momento que te propones arrancarle los ojos a alguien para venderlos en el mercado negro, ya no hay límites —dijo Daruu—. Tenías que ver su sonrisa cuando me hizo lo que me hizo. Lo estaba disfrutando. No hay peor persona que alguien así. —Bajó la mirada y apretó los puños.
—¿Yuki, llegaste a verles la cara o algo? ¿Tienes una descripción de ellas?
Yuki asintió.
—Nyuna era súper grande, tenía el pelo nyegro liso y la otra delgaducha, con el pelo castanyo y corto.
Daruu suspiró.
—Como sea, Yuki, muchísimas gracias por ayudarnos —dijo, acariciándole la tripa. El gato se hizo el remolón y se estiró—. Puedes marcharte cuando quieras.
—¡Nyoooo! —maulló el felino—. Me quedo a dormir con Anyame. ¡Porfa, porfa, porfa, porfa!
—Eh... no, lo siento Yuki pero es muy ra...
—Meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow.
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El felino asintió.
—Nyuna era súper grande, tenía el pelo nyegro liso y la otra delgaducha, con el pelo castanyo y corto.
A aquellas alturas, Ayame ya casi se había acostumbrado a la peculiar forma que tenía Yuki para hablar. Y menos mal, si no habría tenido que usar a Daruu como intérprete.
—Como sea, Yuki, muchísimas gracias por ayudarnos —dijo Daruu, acariciándole la tripa. El gato se hizo el remolón y se estiró—. Puedes marcharte cuando quieras.
—¡Nyoooo! —protestó Yuki—. Me quedo a dormir con Anyame. ¡Porfa, porfa, porfa, porfa!
—Eh... no, lo siento Yuki pero es muy ra...
—Meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow meow...
Y Ayame cogió al gato y lo achuchó contra su pecho.
—Oh... ¡míralo, Daruu! Podríamos dejarle quedarse esta noche solo.
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10/04/2019, 00:52
(Última modificación: 10/04/2019, 00:52 por Amedama Daruu.)
Daruu resopló y se cruzó de brazos.
— Ay, está bien. Pero sólo esta noche —indicó Daruu, señalándole con el dedo.
Así pues, aquella noche, cuando apagaron las luces, un nuevo inquilino de la habitación se encaramó a la cama y se acostó... entre los brazos de Ayame. «Puto gato, qué morro tiene», pensó Daruu, que se había visto relegado al otro extremo de la cama.
«Las cosas van a estar moviditas a partir de ahora, ¿eh?». Suspiró. «Naia... vas a pagar por todo lo que le has hecho a esta familia. Vas a pagar.»
Daruu, Ayame y Yuki —que en estos momentos estaba subido al hombro de la muchacha lamiéndose una pata— habían recogido todos sus bártulos y ahora caminaban tranquilamente por las praderas de Notsuba, rumbo a casa.
— Ha sido un fin de semana bonito a pesar de todo, ¿verdad? —dijo Daruu—. Voy a echar de menos esto. Ahora tenemos que volver a entrenar, más después de saber lo que sabemos sobre Naia.
» Prométeme que no harás ninguna locura, ¿vale, Ayame? ¡Kokuo, impídeselo!
— Dudo que Kokuo-nyan se inmute siquiera.
— ¿Y tú que haces aquí todavía?
— Anyame es cómoda.
Daruu suspiró.
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10/04/2019, 11:37
(Última modificación: 10/04/2019, 12:55 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
— Ay, está bien —resopló Daruu, cruzándose de brazos—. Pero sólo esta noche.
Ayame sonrió, victoriosa. Cualquiera que haya tenido mascotas sabrá que la frase "sólo por esta noche" es sólo el comienzo de muchas otras "sólo esta noche". En el caso de Ayame y Daruu era algo más difícil, pues aún no vivían juntos. Pero de haberlo hecho...
Así, aquella noche Ayame durmió plácidamente abrazada al cálido y peludito cuerpo de Yuki como si de un peluche se tratara. La muchacha nunca había tenido una mascota, y aquella noche descubrió lo reconfortante que podía ser un hecho tan simple como el sentir la respiración del pequeño cuerpecito del gato contra su pecho.
Al día siguiente sus pequeñas vacaciones dieron a su fin, y Daruu, Ayame y Yuki abandonaron el hotel con cierta lástima. El gato tuvo que salir por la ventana y esperarlos fuera, ya que habría sido difícil de explicar de dónde había salido aquel animal. Y ni siquiera estaban seguros de que en el Patito Montés se permitieran animales, por lo que se habrían metido en un buen lío de no ser así.
— Ha sido un fin de semana bonito a pesar de todo, ¿verdad? Voy a echar de menos esto. —dijo Daruu.
Y Ayame, con Yuki sobre su hombro, asintió con una melancólica sonrisa.
— Sí... Podríamos repetirlo alguna vez.
— Ahora tenemos que volver a entrenar, más después de saber lo que sabemos sobre Naia. Prométeme que no harás ninguna locura, ¿vale, Ayame? ¡Kokuo, impídeselo!
«Jumph... No soy ninguna niñera.»
— Dudo que Kokuo-nyan se inmute siquiera —dijo Yuki, como si hubiese podido escuchar las palabras de Kokuō con sus propias orejas.
Ayame esbozó una sonrisa incómoda.
— ¿Y tú que haces aquí todavía? —preguntó Daruu.
— Anyame es cómoda.
Daruu soltó un nuevo suspiro, pero Ayame le rascó por detrás de las orejas con una sonrisa encantada. Se permitió el lujo de echar un último vistazo al valle de Notsuba y quedarse con un último recuerdo. Habían sido apenas tres días, pero en aquellos tres días lo había pasado mucho mejor que en mucho, mucho tiempo. Y, lo que era más importante, se había unido aún más a Daruu. La muchacha le miró de reojo, con un ligero rubor iluminando sus mejillas, y estiró la mano para buscar la suya.
No podía relajarse. Lo que venía a partir de ahora sería mucho, mucho más complicado.
Y lo primero que haría al llegar a casa sería aprender a dominar la técnica que le había enseñado Daruu... y a dejar su primera marca en su propia habitación.
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