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¿Quién eres?
-¿Y eso qué importa? No soy nadie y soy tu verdugo, el tuyo y el de tu amiguito que ya debe estar criando malvas si no es que mi compañero le ha despedazado ya-
El gorila, desafiante, volvió a mirar a los ojos del inocente Karamaru. Inocente pero con una calvicie más que pronunciada. Lo hizo con toda la rabia que se adueñaba de lo más profundo de su ser, con frialdad pero sabedor de lo que estaba a punto de realizar. Con su oponente tirado en el suelo y sangrando por la boca fruto de aquella patada.
-¿Quieres que le mande una cartita a tu kage, muchacho?- preguntó para después soltar una carcajada llena de malicia.
Sin esperar la respuesta abrió la palma de su mano y de esta volvió a brotar la misma energía que fulminó al gennin de Uzushiogakure. Aquel chirrido se colaba en los tímpanos del shinobi de Amegakure como si mil martillos estuviesen golpeando su cerebro y aquella luz volvió a cegarlo todo.
-¡Basta!-
Tras aquel grito femenino, un chorro de agua golpeó al abusón provocando que este saliese despedido hacia un lado antes de que llevase a cabo su verdadero cometido. Salvado por la campana, pero... ¿Por cuanto tiempo? El chidori se desvaneció de su mano y trató de reincorporarse pero para cuando lo hiciera aquella chica se interponía entre ambos, quedando delante de Karamaru, aunque este solo vería la espalda de la kunoichi. Era alta y de su espalda colgaba una larga coleta morena, vestida completamente de negro giró su rostro para ver de reojo al de Amegakure.
-Márchate antes de que sea demasiado tarde, ¡Vamos!-
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Se acercaba su fin. Yota ya había muerto, o por lo menos estaba en proceso, y su asesino se disponía a hacer lo mismo con el calvo. Estaban cerca, lo bastante como para que sus miradas se conectaran y a Karamaru le vuelva a entrar ese miedito por dentro. No sabía si correr, si gritar, si pelear o, simplemente, quedarse inmóvil con cara de tonto. Se volvía a sentir la tensión en el ambiente hasta que ese hombre se acercó lo suficiente como para decidirse a atacar al calvo.
De nuevo se escucho ese chillido fino y agudo que penetraba los oídos de Karamaru, y de nuevo se veía el destello cerca de la mano del hombre. Esta vez lo veía con más claridad. No quería morir, no sentía que fuese su momento.
«¿Qué hago?...¿Qué hago?...Me parece que es lo único que me queda por hacer»
Se trató de levantar lo más rápido posible, iba a taclear a ese hombre y tratar de defenderse, pero para cuando había separado su culo del piso un chorro de agua potente y con presión cruzo frente a sus ojos. El hombre había sido lanzado varios metros hacia un costado y el calvo, ahora de pie, no entendía que pasaba. Miró al lado contrario y solo vio un movimiento rápido de algo negro que al instante se colocó entre el asesino de Yota y él.
Por la forma de su cuerpo se podía deducir que era una mujer, vestida completamente de negro, y su pelo largo y moreno era otra característica que ayudaba a identificarla como fémina.
-Márchate antes de que sea demasiado tarde, ¡Vamos!-
No puedo dejar que te mate a ti. No puedo dejar que una mujer muera sin que trate de defenderla. ¿Puedes sola contra él y su perrito?
Respondió rápidamente el calvo cuestionando las ordenes de la mujer. Tal vez lo mejor era correr sin parar, estaba nervioso, pero no por eso iba a dejar que una segunda vida caiga enfrente de él.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
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No puedo dejar que te mate a ti. No puedo dejar que una mujer muera sin que trate de defenderla. ¿Puedes sola contra él y su perrito?
Si había algo que no se le pudiera achacar al calvo era su valentía, ¿O quizás era inconsciencia? Acaba de presenciar como se cargaban al shinobi de Uzushiogakure y aún así estaba dispuesto a presentar batalla y luchar junto a aquella desconocida kunoichi. Al menos era leal a sus principios, algo que no todo el mundo podría decir.
-Será mejor que no te hagas el héroe. Márchate-
-Oh vamos, eres una borde. El chaval tiene ganas de fiesta, no seas tan acaparadora-
De nuevo la pelota estaba en el tejado del joven Karamaru. ¿Debía actuar con la presumible sensatez que le rogaba la chica o debería mostrarse firme y vengar aquella totalmente innecesaria muerte? A priori la decisión era fácil pero el chico no estaba poniendo las cosas fáciles.
-¡Cállate! No necesitamos más muertes estúpidas. Lárgate de una vez, chico- repitió la kunoichi cada vez con una actitud más nerviosa.
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¿El héroe? Si esa mujer supiese que Karamaru estaba a punto de cagarse los pantalones de tanto miedo que le tenía a ese hombre no diría lo mismo. Por primera vez en su vida había experimentado el verdadero miedo y pánico como lo es el temor a la muerte y no le había gustado para nada. En el templo le trataron de enseñar que la defunción era una cosa más de la vida y que no había que temerle, pero es un poco difícil pensar en eso cuando ves un cuerpo lleno de sangre por primera vez.
Tenía ganas de correr. y muchas, pero había algo dentro de sí que se lo impedía. Esa mujer le había salvado la vida y el calvo no podía dejarla solamente para salvarle. El momento para tener miedo había pasado, tenía que actuar de acuerdo a sus principios. Los sabios le dijeron que debía ser calmo en situaciones críticas y a pesar de no poder llevarlo a la práctica completamente, muchas veces trató de hacerlo. A veces fue para peor. Esos momentos críticos fueron pelearse con un perro o un entrenamiento duro con sus compañeros del templo, nunca ver a la muerte misma encarnada en el cuerpo de un mortal.
Perdón pero no puedo dejarte aquí. Tampoco debería dejar ese cuerpo ahí pero podremos volver después. Si yo corro tu me sigues.- se limitó a contestarle Karamaru tartamudeando un poco mientras veía el cuerpo del difunto.
Le tomó de la mano lo más fuerte que pudo y tiró de ella mientras corría en oposición al asesino que los enfrentaba. Aunque, ya poco sabía si todavía la mano de esa mujer seguía con la suya. Cuando tomó velocidad, se dio cuenta que su miedo lo dominaba y ya poco pensaba en la vida de su salvadora. No era lo que quería, ni lo que le enseñaron, pero el temor es el temor. Si esa kunoichi seguía los pasos del pelado, una fortuna, si no, Karamaru tendría que aprender a vivir con ello. De las experiencias se forja un hombre.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
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14/12/2015, 22:58
(Última modificación: 14/12/2015, 23:01 por Sasagani Yota.)
Cada segundo que pasaba era oro para nuestro joven Karamaru, debía tomar una decisión y tomarla rápido. Para su suerte, el impostor todavía se tomaba las cosas con parsimonia, divertido, viendo como la mujer y el gennin seguían discutiendo mientras esbozaba una de las más sádicas sonrisas, acompañado del lameteo de su labio superior. Realmente estaba disfrutando como pocos sabían hacerlo en una situación como aquella.
-¿Bueno, qué, nos ponemos manos a la obra?-
Pero en aquel preciso momento Karamaru trató de agarrar la mano de la mujer en un intento desesperado de que huyese junto a él. Muerto de miedo no acertó a agarrar la extremidad de la fémina aunque pensase que si lo hizo y echó a correr mientras los otros dos se empezaban a dar de leches y para cuando se diese cuenta ya los habría perdido de vista.
¿Habría cogido distancia suficiente para haber huido definitivamente del peligro? ¿Y la chica, lograría derrotar al malhechor? Pues si, estaba a salvo, pero sobre la chica no iba a obtener respuesta. Quizás su subconsciente le ayudase a imaginar una épica batalla en la que saliese ganadora, o quizás no...
Lo realmente importante es que podría regresar a su amada Amegakure sano y salvo, no sin antes percatarse de que lo que estuvo pensando todo el rato se acabó cumpliendo, fue tal el miedo y el pánico que el bajón de adrenalina provocó que acabase manchando sus calzoncillos... bendito olor natural...
OFF: Haz un post para terminar (si lo deseas) y pide la experiencia. Pensé que ibas a suicidarte... Buena elección, Karamaru-chan
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