Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
El viejo logró apartar a ambos genin con lo que parecía ser, a los ojos de Ranko, una técnica de Viento. La chica cayó y se golpeó la cabeza, pero, casi como reflejo, balanceó las piernas y se impulsó en el suelo para ponerse en pie de nuevo. Le dolía, pero no era algo que no pudiera sacudirse.
"Por algo es un maestro" pensó la chica. Las palabras el nuevo gobierno le hicieron algo de ruido, y reverberaron en su cabeza un rato, pero no les puso mucha atención, pues estaba demasiado enfocada en el combate. Ranko se acercaría con un paso largo mientras cargaba chakra en la pierna derecha, y al tener a Zaofu en rango, lanzaría una sucesión de patadas velocísimas en un parpadeo. Esperaba que, si no acertaba, al menos le diera la ventana suficiente a Daigo recuperarse y contraatacar.
—¡Diez Patadas Instantáneas!
Tenía muchas ganas de ver qué más podía mostrarles Zaofu. ¡Siempre se aprende mucho de un combate contra un rival más fuerte que uno!
Shuriken x 3 [Corte superficial 8PV, Corte/impacto 12PV]
Kemuridama [Consumible, 6m de humo por 2 turnos]
Hilo shinobi [Consumible, 10/10m]
Ōkina Hyōrōgan [Consumible, +10CK/turno hasta 50CK]
C-Ranku no Kibaku Fuda [Consumible, 30PV, 1.5m radio]
¤ Wakizashi (a la espalda, a la altura de la cadera, empuñadura hacia la derecha) [Mango/vaina 12PV, Corte superficial 18PV, Corte 22PV, Penetración 30PV]
Con un solo movimiento, el maestro Zaofu repelió a los dos genin, provocando que el boxeador volviese a estrellarse de cabeza contra la pared.
«Es como en mi pelea contra Daruu. ¡Ni siquiera puedo tocarlo!» Se llevó una mano a la cabeza mientras se recuperaba. «¡Y como luego intente decirme que esto es un estilo suave tendremos problemas!»
Preparado para una segunda ronda, el peliverde se estaba levantando cuando escuchó al anciano hablar sobre el nuevo gobierno y lo débiles que los hacía.
¡BAM! Los puños de Daigo chocaron entre sí con fuerza, haciendo aparecer un par de guantes de boxeo verdosos en ellos y de pronto todo pareció hacerse claro para él.
«Asqueroso...»
Echó a correr, utilizando el tiempo que Ranko le había ganado para intentar alcanzar al viejo maestro con un golpe recto a las costillas.
Hitai-ate (Brazo derecho)
Esposas supresoras de chakra (colgadas de la parte derecha de su cadera)
Kusari x2 (enrollados a la cadera)
Portaobjetos 2/10
El usuario concentrará una gran cantidad de chakra en sus puños para mejorar considerablemente su fuerza a la hora de golpear, recubriendo rápidamente sus puños en una densa capa de chakra que acabará tomando la forma de unos guantes de boxeo transparentes y una especie vendaje que cubrirá completamente los puños del usuario, manteniéndolos cerrados.
Al cancelar esta técnica el usuario sufirirá una penalización de -10 al Aguante durante 3 turnos.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Zaofu sonrió mientras los niños advertían a los genin que "era inútil" y que "huyeran mientras podían", pero Daigo y Ranko eran voluntariosos y no estaban dispuestos a darse por vencidos por unos cuantos golpes. Ranko fue la primera en actuar, tratando de propinarle al maestro una cadena de patadas potenciadas con chakra. Pero al maestro Zaofu se le iluminaron las manos de un chakra de color dorado y casi sobrenaturalmente bloqueó todas y cada una de las patadas de la joven con las palmas de las manos. Los destellos de oro se entretejían en el aire como hilos, tejiendo gruesas líneas espectrales, mientras sus brazos se movían tan rápido que parecían decenas. Cuando Ranko dio la última patada, el maestro hizo un aspaviento con el brazo en un arco y tumbó a la muchacha en el suelo de nuevo.
Sintió un golpetazo en el costado y gruñó una maldición. Los niños exclamaron en un grito ahogado. Zaofu se retorció y agarró el brazo de Daigo. Sus dedos índice y corazón rodearon la muñeca del chico y cerraron un Tenketsu clave, desactivando su técnica. Daigo sintió una ráfaga de agotamiento, como si acabase de perder el aliento. Pero no era una sensación desconocida para él: era el efecto secundario de su propia técnica.
La sorpresa vino de un golpe que, desde luego, no fue un Puño Suave. El maestro Zaofu golpeó con el puño izquierdo el antebrazo de Daigo, que transmitió un ramalazo de dolor hasta las puntas de los pies del genin. El crujido característico de un hueso roto hendió el silencio, y luego el veterano, simplemente, tiró de él anteponiendo una pierna para arrojarlo encima de su compañera caída.
—¿Esto es una demostración digna de Taijutsu? Quizás tendríais que estar todavía en la academia.
- PV:
310/350
– (-40)
- CK:
230/300
– (-40) (divide regen. de chakra)
- Técnica utilizada: Gōken, Evolutiva (ver más adelante)
*A efectos del cuerpo a cuerpo y armas, normalmente Destreza 130 y Percepción 110
¤ Jūkenpō: Okō Shōheki ¤ Arte del Puño Suave: Barrera del Tejedor - Tipo: Defensa - Rango: A - Requisitos:Hyūga 60 - Gastos: 20 CK (multiplicable x2) - Daño: - - Efectos adicionales: Defiende 50PV, puede bloquear ataques compuestos - Carga: 2 - Velocidad: Muy rápida - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
El usuario envuelve las manos en chakra y potencia su Jūken para bloquear una ráfaga de ataques, ya sea cuerpo a cuerpo o de múltiples proyectiles de Ninjutsu. Si se utiliza para bloquear un Taijutsu, con el último ataque el usuario dispondrá de una oportunidad de agarrar al enemigo con la extremidad que le golpeó.
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”No” pensó la chica cuando Zaofu utilizó una técnica que parecía diseñada para detener ataques en ráfaga, la defensa perfecta para sus Diez patadas instantáneas. La chica fue apartada. Pero si era derribada, Ranko se alzaría de nuevo, aunque el cansancio y el dolor lentamente se acumulaban en ella.
Al intentar ponerse de pie, alzó la vista primero. La escena sucedió con gran velocidad, pero Ranko apenas y la pudo procesar: Daigo había activado su técnica de los guantes y había conectado un golpe, pero el maestro contraatacó al instante: desactivó el movimiento de Daigo, de alguna manera, y, con un puñetazo propio, le rompió un hueso a su amigo. El sonido de la fractura era claro para ella, pues su brazo derecho había sufrido exactamente el mismo destino muchos años atrás. Ranko apretó los dientes cuando Zaofu le lanzó a Daigo encima.
"¡NO!"
Un instante para reaccionar.
Era una misión señuelo, ¿no? Los niños le estaban diciendo que huyeran, que se rindieran. Era un combate de demostración, no tenía que llegar hasta tal punto, ¿no? ¿Qué tipo de maestro presume ser mejor que sus alumnos? La voluntad de Ranko fue decisiva.
Un instante aprovechado.
El cuerpo de Daigo no cayó sobre Ranko, pues ella había desaparecido en ese instante. Su cuerpo se movió tan rápido como sólo una técnica podía permitírselo, aunque no le sorprendería que el viejo pudiese verla con sus ojos. Su cuerpo apareció justo a los pies de Zaofu, donde se apoyó del suelo para lanzar una patada hacia arriba, con toda su potencia.
—¡Viento ascendente!
Tenía la esperanza de que su golpe conectara, aunque no le sorprendería que no. Pero quería demostrar que, aunque fuese en contra de un adversario mucho más poderoso que ellos, un ninja de la Hierba podía apañárselas para continuar luchando sin mella en su voluntad.
Shuriken x 3 [Corte superficial 8PV, Corte/impacto 12PV]
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¤ Wakizashi (a la espalda, a la altura de la cadera, empuñadura hacia la derecha) [Mango/vaina 12PV, Corte superficial 18PV, Corte 22PV, Penetración 30PV]
Por primera vez en toda la pelea el trabajo en equipo de Ranko y el boxeador había dado resultado,y el maestro Zaofu fue alcanzado con un golpe limpio, pero no sin un coste.
¡CRACK! De un solo puñetazo el Hyuuga le partió el brazo derecho al joven, antes de lanzarlo contra su compañera, que consiguió apartarse a tiempo mientras él gritaba de dolor.
«Bastardo... ¡se suponía que esto era solo una demostración!»
Apretó los dientes, se arrodilló y apoyó el pie derecho en el suelo. No iba a gritar más, sin importarle cuanto le doliese, le iba a hacer comerse sus palabras.
Así, haciendo gala de una resistencia al dolor mucho mayor a su resistencia física, el chico tomó su brazo roto con la otra mano y lo apoyó en su pierna flexionada, forzándose a cerrar el puño.
— No sé a qué se refiere. Ya lo hemos alcanzado una vez. —Le respondió, aunque algo tarde—. ¡Solo tenemos que seguirlo haciendo!
¡BAM! Apenas chocó su brazo izquierdo contra el derecho, el boxeador salió corriendo nuevamente para intentar propinarle otro puñetazo con su brazo bueno al maestro, esta vez en cara.
Hitai-ate (Brazo derecho)
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Ranko pudo notarlo con claridad. Zaofu viró su cuerpo con presteza exactamente en la dirección por donde ella iba a venir.
— No sé a qué se refiere. Ya lo hemos alcanzado una vez.¡Solo tenemos que seguirlo haciendo!
El maestro de taijutsu, sin mirar a Daigo, dio un paso ágil y preciso a un lado, girando el cuerpo y tomando a Ranko por la cintura y el muslo. La patada pasó a apenas un milímetro de su cabeza. Empujó sutilmente a Ranko en la dirección en la que venía el puñetazo del peliverde.
Dio un par de pasos hacia atrás.
—Creo que bastará por hoy. —dijo, acariciándose el costado, con una amplia sonrisa.
Los ojos de Ranko se abrieron como platos dursnte el instante que duró la maniobra de Zaofu. ¿Era acaso ella tan lenta? ¿O eran los ojos del anciano tan buenos? No solo evadió su patada ascendente, sino que la tomó y dirigió hacia el puñetazo que Daigo le lanzaba.
"NO" gritó mentalmente la chica, sin poder hacer absolutamente nada para evitar el impacto en su vientre. Ranko cayó al suelo, sin aire, con un fuerte ardor en el estómago. Su bandana había bloqueado un poco del daño, pero le había dolido de todos modos, a como dolían los golpes del peliverde durante sus entrenamientos.
El maestro insinuó que aquel combate había terminado, sonriente. Ranko podía seguir, estaba segura de poder continuar, pero... ¿Cambiaría algo? ¿Lograrían derribar al hombre antes de que él los noqueara? Sólo lo habían alcanzado con un golpe, mientras que él les había hecho bailar a su gusto. Había una clara diferencia de poder.
Ranko se sentó, respiró profundamente un par de veces y, mirando a Daigo y su brazo afectado, se puso en pie.
—E-entendido, maestro —dijo la chica, haciendo una breve reverencia —. Ha sido un combate intenso. Gracias.
Ranko se acercaría entonces al peliverde, preocupada, para preguntarle su estado, con la esperanza de que pudieran tratar su brazo tan pronto como fuese posible.
— ¡RANKO! —Intentó avisar a su compañera para que se apartase, pero fue demasiado tarde—. ¿Estás bien?
El chico volvió a levantar su brazo, en guardia, durante unos segundos antes de que el maestro decidiese dar por terminado el combate. Con algo de seriedad, el joven intentó sostener su brazo roto con la otra mano, pero rápidamente se dio cuenta de que dolía demasiado como para tocarlo.
Fue a colocarse al lado de su compañera para dedicarle una corta reverencia al maestro, que seguía sin agradarle ni un pelo —y aún menos ahora que le había roto un brazo—, pero debía mantener las apariencias.
— Ha sido un gran combate. Muchas gracias.
Cuando Ranko se acercó preocupada por el brazo del peliverde, Daigo le sonrió para que no se preocupase mucho.
— Debería ver a un médico, pero no te preocupes. —Le dijo, antes de girarse hacia el maestro—. ¿Necesita algo más de nosotros?
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—¿¡Queréis acabar como ellos!? —el sensei se había dirigido hacia sus alumnos, de espaldas a Ranko y a Daigo—. ¡Entonces, seguiréis entrenando día y noche! ¡Kusagakure necesita guerreros con resolución, no pusilánimes mariposas ajenas a cómo se mueve el mundo! —Zaofu tomó aire—. ¡Y ahora, largo! ¡Mañana no habrá clase! —Los niños se miraron y sonrieron, aliviados—. Pero más os vale entrenar porque pasado mañana volvermos con las azotainas! ¡Andando que es gerundio!
El maestro esperó a que los muchachos abandonaran el dojo y se dirigió a donde estaban sus subordinados. Hizo una seña a Ranko para que se apartara y tomó con delicadeza el brazo de Daigo, examinándolo con cuidado.
—Sólo quería hacerte una pequeña luxación —musitó, casi para sí mismo que para el peliverde—. Caramba, chico, ¿pero es que estás hecho de papel, o qué? Pensé que me enviarían a dos kusajin como los dioses mandan, pero veo que vuestra generación no es más que palabras. ¡Os falta rodaje! ¡Os falta acción!
»La técnica es buena, me habéis sorprendido. Tenéis un buen estilo de combate. Carismático. Y habéis seguido luchando pese a estar en clara inferioridad. No obstante, no todo se gana con carisma y voluntad, no señor.
»Kusagakure está pervirtiéndose. Yo sólo trato de enderezarla. ¿Me entendéis? —Si Daigo trataba de liberarse, notaría como Zaofu hacía más fuerza y el dolor se lo impedía—. Puedo llevaros por el buen camino. Pero el buen camino exige sacrificios. Un gran sacrificio.
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—Me dejaré de preocupar cuando veas a un doctor. —Le diría Ranko.
El maestro, sin embargo, ya no les prestaba atención, sino que despedía a sus alumnos y mostraba a los derrotados genin como ejemplo. Las palabras de Zaofu hicieron sonar algunas alarmas en la mente de Ranko.
”¿Mariposas…? Sería… No sería algo sospechoso si no fuera porque…”
El anciano se volvió para revisar a Daigo, y Ranko les dio su espacio. Les contó que la Aldea se estaba pervirtiendo. La chica torció los labios.
—¿Pe-Pervirtiéndose? ¿Enderezarla? ¿Cómo? —”Sacrificios… Eso lo preguntaré después” pensó, con los ojos fijos en las manos que trataban al peliverde —. Sé que m-me hace falta mucho por recorrer. Qui-Quiero ser mejor para la Aldea de la Hierba. Quiero… Lo mejor para todos.
Sus palabras eran, por supuesto, verdaderas. Pero la chica de la trenza ya comenzaba a sentir algo extraño. Se sentía ligeramente nerviosa ante las sospechosas palabras de Zaofu.
«¿¡Te atreves a insultar a Kintsugi-sama, bastardo!?»
Sabiendo que sería una pésima idea ya no solo por la diferencia de poder que había entre él y Zaofu, sino por la misión en la que se encontraba, Daigo tuvo que detenerse a sí mismo para no poner en peligro su objetivo.
En cuanto el último alumno salió del dojo, el anciano se acercó al boxeador para echarle un vistazo a su brazo y decirles algunas que, aunque Daigo sabía que tenían cierta parte de verdad, no cambiaban en lo absoluto sus sentimientos hacia él.
— Kusagakure está pervirtiéndose. Yo sólo trato de enderezarla. ¿Me entendéis?
Eso no sonó en lo absoluto bueno para el chico, que tiró un poco de su brazo para separarse del hombre, pero Zaofu tenía otros planes y le apretó con más fuerza, haciéndole saber en qué situación se encontraba.
— Puedo llevaros por el buen camino. Pero el buen camino exige sacrificios. Un gran sacrificio.
Daigo miró su brazo roto durante un momento, sabiendo que el camino del que hablaba Zaofu, fuese cual fuese, tuvo que haber sido el que lo llevó a tener tanto poder.
Poder que él necesitaba.
— ¿Qué clase de sacrificios?
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14/01/2021, 21:08 (Última modificación: 14/01/2021, 21:08 por Amedama Daruu.)
Zaofu le dedicó una larga mirada a Daigo. No fue una mirada agradable. Volvió a mirar a Ranko y luego, de nuevo a Daigo.
—Aquél que sea necesario —aseguró.
»Estoy hablando demasiado —dijo, y se dio la vuelta, acercándose al pupitre del fondo y tomando asiento. De pronto, parecía mucho más viejo: sus movimientos eran más lentos, más torpes que cuando luchaba. Pero su Byakugan seguía activo, escudriñando en su interior—. Veréis, formo parte de un grupo que intenta... recuperar... la verdadera esencia de Kusagakure. Claro está, no espero que compartáis nuestra voluntad, pero creo que las nuevas generaciones merecen una oportunidad. Por eso os contraté. Y por eso enseño en esta academia.
»Tenéis que tener en cuenta que esta actividad está... fuera de la ley, por así decirlo. Quiero expresar mi buena voluntad invitándoos a un evento esta noche, para enseñaros el camino. Si no queréis venir, está bien... pero no puedo dejaros con vida. —Zaofu sonrió amablemente—. A Ranko la veo con ganas de ser una mejor kunoichi, pero en ti, chico, veo condicionantes.... si no crees que esta aldea va cuesta abajo y sin frenos y que tenemos que actuar ahora para cambiar las cosas, me temo que no volverás a tiempo para avisar a Kintsugi. Así que no intentes nada raro.
»¿Y bien? —Aquellos ojos blancos intercambiaban la mirada entre los ojos de uno y de otro, analizando muy bien sus reacciones.
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Ranko tragó saliva, nerviosa. No le gustaba para nada la manera en que Zaofu les hablaba, y mucho menos la manera en que había tomado del brazo a Daigo. La chica escuchó atentamente.
"El que sea necesario... La verdadera esencia de la Aldea... Fuera de la ley..." repitió Ranko mentalmente. Se dijo que la Morikage ya sabía que aquella misión señuelo era más que eso.
Pues era eso, era su oportunidad. Además, no podían retroceder ya, pues parecía que el viejo los amenazaba. Ranko tragó saliva de nuevo y le dirigió una mirada a su compañero peliverde. Una de preocupación que rápidamente se transformó en decisión.
Asintió.
—Quiero serlo. Ser mejor — dio un par de pasos firmes hacia adelante —. Quiero ser partícipe d-de lo que eleve a la Aldea Oculta dentre la Hierba. ¿Cuál es? ¿C-cuál es su verdadera esencia? ¿Cuál es el camino? —preguntó con honesta curiosidad.
Daigo tragó saliva, nervioso. Estaba tratando con una persona peligrosa que podría simplemente deshacerse de él si no le agradaba y... no parecía agradarle mucho, la verdad.
Cerró los ojos un par de segundos, meditando con mucho cuidado lo que diría a continuación. Cuando los abrió, pudo ver a Ranko mirándolo con decisión.
Ella asintió. Él también.
—Quiero serlo. Ser mejor. Quiero ser partícipe d-de lo que eleve a la Aldea Oculta dentre la Hierba. ¿Cuál es? ¿C-cuál es su verdadera esencia? ¿Cuál es el camino?
Justo después de Ranko, Daigo dio un par de pasos firmes hacia adelante, colocándose a su lado sin dejar de ver al anciano con decisión.
— Esta bandana, maestro Zaofu. —Dijo, apuntando con el pulgar de la mano contraria a la bandana que tenía en el hombro de su brazo roto—. El hecho de que la lleve puesta significa que siempre tendré los intereses de Kusagakure por encima de los míos, sin importar cuáles sean.
» Tiene razón. La aldea va cuesta abajo y alguien tiene que hacer algo y... si puedo hacer algo para ayudar a solucionarlo, sacrificaré lo que sea. —Se llevó una mano al pecho—. Incluso a mí mismo, si así sirvo a Kusagakure. Por eso le pregunto ¿qué clase de sacrificio hace falta para devolverle la gloria a nuestra aldea?
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Zaofu podía ver a través de ellos, como quien mira a través de la ventana de un edificio que oculta muchas cosas. No estaba seguro de qué, por supuesto, pero al fin y al cabo no se trataba más que de un par de genin. Puede que ahora, el miedo hablase por ellos. Pero en el futuro, los convencería. Zaofu sabía que era así, porque el suyo era un camino justo y recto. Porque el suyo era el camino que continuaría el legado de la Auténtica Kusagakure.
—Aburame Kintsugi debe caer para que esta aldea prospere —dijo, sin más, y les dio la espalda—. Esa es la verdad, y ninguna otra. Esta aldea está en decadencia por culpa de todas y cada una de sus decisiones. Hay mucho más que discutir, pero eso se hará esta noche.
»¿Cuál es vuestra respuesta?
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